Está en la página 1de 3

No hay nada más relajante que despertarse de una siesta reparadora, prepararse una taza de

café y ver por la ventana una tarde de otoño en la que los niños juegan en los columpios,
resbaladillas o solo corren para atraparse unos a otros, que emocionante era jugar con un
montón de niños, recuerdo mi infancia con mucho anhelo.

Ojalá pudiera regresar a aquellas épocas donde mi única preocupación era tener todo el
tiempo posible para que no me llamaran a comer, hacer la tarea o ir a dormir, porque nada
de eso me importaba solo quería pasármela jugando con mis amigos; que bellos tiempos
eran esos, pero conforme vas creciendo es imposible recuperar semejante alegría.

Me siento vació cada vez que pienso en lo difícil que es la adultez, te ven como un bicho
raro si quieres jugar con los niños, como si estar cerca de ellos les fuera a provocar un daño
irremediable, pero no puedo hacer nada, por eso los veo desde la ventana de mi
departamento, prendo la computadora para buscar un trabajo, del ultimo me despidieron por
“recorte de personal”, que se puede esperar cuando eres un empleado de limpieza; eres un
desecho de las grandes corporaciones, debería buscar algo más estable, no puedo aspirar a
mucho, nunca me llamo la atención la escuela, lo que yo quería era ser un jugador
profesional de futbol.

Mis padres no me apoyaron, decían que eso no me llevaría a nada, solo a ser un niño con
retraso mental, eran muy prejuiciosos los cabrones. Nunca les pedí un abrazo, un cariño,
había veces que me sentía como un objeto recogido de la basura que limpiaron y solo
muestran cuando llegan las visitas, para que les den una palmada en la espalda
recordándoles lo grandes personas que son.

No importa, aprendí a ser un hombre sin ellos, todo lo aprendí sin preguntarles una sola vez
que necesitaba, como se hacían las cosas, simplemente me esforcé para no ser un bueno
para nada como ellos, se la pasaban llorando por que supuestamente estaban oprimidos,
según sus palabras era dos seres hundidos en una “heteronormatividad” pero a pesar de
todos sus dichos estaban casados desde hace 5 años antes de que me adoptaran. Que
chistoso fue escuchar sus quejas, nunca creí sus tonterías, en el momento que pude tener
decisión de mis actos decidí salir de esa casa.
Tengo 34 años. Desde los 18 años no he sabido de ellos. Los mejores 16 años de mi vida
fueron estar lejos de ellos.

Tengo desde los 15 años trabajando, en ese momento trabajaba medio tiempo en una tienda
de abarrotes que quedaba a dos cuadras de mi casa, no era la gran paga, pero por lo menos
lo compensaba con las propinas de aquellos que no eran unos malditos tacaños, me gustaba
trabajar pero todavía tenia que terminar la secundaria, a partir de ese momentos los grandes
padres que me tocaron, o mejor dicho que me escogieron como si de un muñequito de
cerámica se tratara me dejarían trabajar a tiempo completo.

Pasar 8 horas lejos de mis padres eran liberadoras, no tenia el trabajo que más dinero me
diera, por lo menos podía juntar el dinero, no necesitaba pagar cuentas de la casa, en
realidad no permitiría que me quitaran el dinero que me había ganado.

Eran personas muy estúpidas si pensaban que podían llegar como si nada pasara dinero para
“pagar” las cuentas, si a pagar las cuentas se referían por comprar botellas de vino en
cantidades industriales. Me parecería ser muy mierda gastar el dinero de tu hijo en alcohol,
la mayoría de padres felicitaría a sus hijos por querer ser responsables, otros podrían decirle
a su hijo que esta muy bien pero primero esta la escuela, aquí ni un gesto de aprobación.

Desde que tengo consciencia recuerdo que para comer me prestaban muy poca atención;
podía tirar la comida y se darían cuenta mucho después, me gritaban pero en el momento
que proyectaba la comida hacia el piso, ni un movimiento, cuando pude ser más
independiente fui alejándome de la mesa, empecé a comer en la sala, pensé que por lo
menos me dirían que en la sala no se come, fui a sentarme, ingerí mis alimentos y regrese el
plato a la mesa sin siquiera una palabra de desaprobación o aprobación.

Que podía esperar de gente tan ridícula que se hacía llamar de una forma rara, si mal no
recuerdo era “quor” seguramente era eso, funcionaban como dos robots conectados a una
computadora madre; trataban de hacer una especie de hombre “deconstruido”, ¿Qué
significa eso? Que fingían ser los padres perfectos, me obligaban a vestirme como niña,
varias veces me hicieron ir a la escuela con vestidos.

Muchos de mis compañeros fueron groseros e hirientes, me llamaban “niña”, estamos


hablando de los primeros años de la primera, los maestros pensaban que me hacían llorar
ellos pero en realidad lloraba porque no quería ir vestido de esa forma, era la peor
sensación del mundo, me sentía vulnerable, no ante mis compañeros. Puedo sonar extraño
pero incluso sus burlas me hacían estar incluido en las conversaciones.

Creo que poco a poco se creo la animadversión ante mis padres, lo piensas y es normal que
sintiera rechazo a ellos, me obligaban a usar todo tipo de ropa de mujer, incluso me
cambiaban la mochila por una bolsa.

No faltaba la mamá con un tinte de color morado en el cabello que le había penetrado tanto
los químicos en el cráneo que habían llegado al cerebro; aplaudía el hecho de obligar a un
niño a llevar vestido a la escuela, mientras decía un discurso de que estaba muy bien que
mis padres me pusieran ese tipo de ropa para romper los esquemas heteropatriarcales, que
el próximo paso era aceptar la homosexualidad porque era lo correcto. Recuerdo
perfectamente como la interrumpí con un delicado “disculpe”, le pedí que me explicara lo
que me tratara de decir y en el momento que termino de decir sus sandeces procedí a decir:

“! No ¡Detesto este maldito vestido, odio a los idiotas de mis padres, me tratan horrible, me
dan asco los niños y las niñas, solo quiero ser un niño cualquier, no quiero vivir con dos
dementes”

También podría gustarte