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Juguemos a Leer - El tigre sarnoso

INTRO - Camino por la selva- Luli Pampin


El tigre sarnoso
(1973)
Hernán Gómez Ortiz

1. El tigre- Musicanimal

El tigre sarnoso
En Bucaramanga

El tigre empezó a rascarse, en su cubil. La tigre, su compañera, lo miró con


sospecha. Y los tigrillos se apartaron de él, con temor. El Tigre parecía tener
sarna, la lepra de la selva.

Con los días, se hizo notoria la sarna que padecía el Tigre. Y no era
ciertamente un Tigre viejo, sino joven, fuerte, buen cazador, magnífico
proveedor. Antes, salía todas las mañanas y no retornaba a su cubil mientras
no traía consigo una buena presa para los suyos.

Pero ahora, el Tigre no salía. Con la sarna, una fiebre intensa lo estaba
consumiendo. Además, tenía dignidad. No quería que lo vieran los otros
animales de la selva en ese estado lamentable. Y la sarna avanzaba. El Tigre
se rascaba y gruñía. Su compañera también empezó a gruñir de un modo
hostil y a enseñarle los colmillos. Sus hijos buscaban el sitio más apartado de
la cueva, lejos del padre, que se rascaba, se rascaba y se lamía, y se lamía.

Cuando el hermoso pelo del Tigre empezó a caerse, junto con costras
blanquecinas y aparecieron muchos puntos de sangre en su cuerpo, la
compañera montó en cólera e increpó al sarnoso:

–¡Márchate! –bufó, imperiosa– No quiero que compartas tu sarna conmigo ni


con mis hijos. No quiero compartir la vergüenza ante la selva, de tener por
compañía a un sarnoso. No quiero la burla. Ni tampoco el hambre, pues ahora
no eres capaz de traer presa. ¡Vete y muérete lejos!
El Tigre comprendió. Se incorporó trabajosamente y, sin decir nada, salió,
paso a paso, de la caverna. La luz de un día azul, amarillo y verde lo mostró
ante toda la selva. El Tigre, sentado junto al arroyo, trataba de lavar su
suciedad. Y mientras estaba húmedo no se le notaba la sarna. Pero en cuanto
se secaba bajo el ardiente sol, volvía a mostrarse con el pelo lacio, opaco, a
parches desprendido, dejando ver un pellejo sangrante. En vano relamía sus
heridas. Era como revolverlas con una aguda espina.

2. Me siento bien, me siento mal -


Luli Pampin

Muy pronto, la selva entera se dio cuenta de que el Gran Tigre estaba enfermo
de sarna. ¡Sarna! Los monos fueron los primeros en propalar la noticia de
árbol en árbol. Luego las garzas alzaron el vuelo y también gritaron desde lo
alto:

–¡El Tigre tiene sarna y fiebre!

–¿Morirá? –preguntaron, ansiosos, los demás animales.

–Morirá, inevitablemente. Pero morirá en forma lenta. No podrá cazar y


vendrá el hambre. Junto con el hambre, la fiebre lo irá consumiendo, pelando.
Y, al fin, morirá –así dijo el sabio elefante.

–Ojalá muriese pronto. Puede contagiarnos su sarna –observó el rinoceronte.

–¡Sería espantoso! –exclamaron muchos, con sus distintas voces.

3. La mancha del tigre - Reino


Infantil

En un principio, la selva entera se burló de la sarna del Tigre y hasta las


mismas lagartijas y las lombrices de tierra lo escarnecieron. Pero luego, toda
la selva se sublevó contra el Tigre enfermo. A dentelladas, a cornadas, a
coletazos, bufando, rugiendo, aullando y chillando lo ahuyentaron del
abrevadero y de los pastizales. Los monos le tiraban palos. El rinoceronte lo
embestía, el elefante agitaba su trompa y las garzas volaban a su alrededor,
atontándolo con su gritería.
El Tigre se fue alejando, despacio, gruñendo él también, hacia las montañas
pétreas, donde no crecen sino espinos. Pero, enfermo y todo, cubierto de
caspa, siempre andaba majestuosamente, con su dignidad habitual. Todos se
apartaban de su lado y cuando el Tigre se refugió en las áridas faldas
roquizas, descansaron. Ya no verían más su porquería, ni los contagiaría.

Su compañera tuvo que salir a cazar para los hijos y los animales
cuchicheaban:

–¡Pobrecita! Tiene un compañero sarnoso....

Pero no la ayudaron. La dejaron buscarse el sustento sola.

4. Un tigrecito se perdió - Reino


Infantil

-II-
El Tigre, ya casi pelado y sangrante, yacía al tercer día lamiendo
pacientemente sus llagas purulentas, cuando se le presentó el Creador, en
medio de dos inmensas rocas.

–Tigre –le dijo con su voz potente–, yo puedo curarte, si tú lo quieres. Eres
valiente y sabes sufrir la adversidad. Mereces ser curado de tu sarna.

–Pues cúrame, entonces, Creador de todas las cosas.

–Con una condición –observó el Creador–: tú curarás, pero tu sarna saldrá de


ti e irá a los que te menospreciaron y se burlaron de tu debilidad. Nadie
desprecia a Job, leproso, ni se ríe de Noé, desnudo, impunemente. No es por
castigo, es Mi Ley. Ninguno puede mofarse o desdeñar a su semejante,
cuando era enfermo, aunque sea de la sarna, la lepra de la selva.

5. Todo terminará bien - Mi vida es


un viaje.

El Tigre se revolvió encolerizado hacia el Creador:

–Entonces, Creador injusto, déjame morir con mi sarna. Que no se difunda


entre mi descendencia ni entre los animales. Pues cuando yo podía, los
cazaba y con ellos mantenía mi casa. Déjalos, pues, tranquilos y fuertes. Y Tú,
que me hiciste Y Tú, que me enfermaste, ¡vete! Déjame en paz. ¿No ves cómo
me derrito y me consumo?

Muy pronto no seré sino un montón de huesos.

El Creador sonrió con su gran Bondad y Comprensión.

–Eres un buen Tigre –comentó–. Sabes utilizar inteligentemente las


capacidades de que te he dotado. Eres digno, aun en tu miseria. Me iré, sí,
pero antes te sanaré. Y violaré mi propia Ley. Tu sarna morirá en ti, sin hacer
daño a los que te tuvieron en poco, creyéndote débil. Por tanto, sé sano. ¡Yo lo
quiero!

Este "¡Yo lo quiero!" lo pronunció el Creador con voz que resonó en las
montañas y se proyectó hacia la jungla como un trueno. Luego desapareció,
entre un relámpago enceguecedor.

La noche cayó y el Tigre durmió aliviado. Al día siguiente, con el sol luminoso,
el cielo azul y el verde de mil tonos de la selva, el Tigre, curado, descendió,
paso a paso, de la rocosa montaña. Sus manchas negras, rojas y amarillas
brillaban hermosas en su abundante pelo, otra vez lustroso. Sus bigotes
estaban erectos y su mirada brillaba. Proyectaba las orejas hacia atrás,
desafiante, sereno.

Era el mismo Tigre de antes y después de la peste.

6. Más alla- Juana , Mundo


Canticuentos

-III-
La selva en masa asistió al espectáculo de un "nuevo" Tigre, que, ágil como
nunca, asechó y apresó una cervatilla, rompiéndole el frágil cuello. La dejó a
un lado y enfrentó a un orgulloso toro salvaje, que no creía que el Tigre,
convalesciente, pudiese vencerlo. El Tigre le rompió la yugular de una sola y
fuerte dentellada y el toro salvaje agonizó, desangrándose sorprendido.
Después, el Tigre fue al abrevadero. Bebió agua hasta saciarse y sacó con sus
garras tres grandes peces. Rugió hacia la selva y se volvió a todos los
animales, que, congregados y muy juntos, le miraban atónitos y paralizados
por el temor y la sorpresa.

–¡Váyanse de aquí! –gruñó–. Y no vuelvan. Este es mi propio abrevadero.


Váyanse donde quieran, que yo sabré buscarlos cuando los necesite para
comer.

Todos huyeron, presas de pánico. El Tigre sonrió (¿sonríen los tigres?).


Devoró una buena porción del toro y abandonó los restos, como solía hacerlo,
a los buitres y a las hienas. Cargó con la hermosa cervatilla y los peces y
arribó a su cubil.

7. Color esperanza- Sara Peláez

Su compañera lo vio llegar con temor y sumisión. Sus hijos lo contemplaron


con respeto, porque volvía sano, fuerte y temible. El Tigre miró a su familia de
frente, relucientes los ojos.

–Coman –les dijo, como saludo–. Yo me vuelvo a las montañas.

–No te vayas. Quédate. Te necesitamos –pidieron a coro su compañera y sus


cachorros–. Necesitamos tu sabiduría y tu fuerza.

–No. No me necesitan. Me tienen miedo. Huelo el miedo en ustedes como en


el resto de los animales. Y no me gusta ese olor. Es peor que la sarna. Odio el
miedo. Tengo miedo al miedo. Por tanto, viviré en las montañas y solamente
vendré aquí a traerles comida, que es lo único que realmente esperan de mí.

Dijo, y se marchó lentamente, como siempre andaba. Mirando al frente, a


derecha e izquierda. Erguidos los bigotes, en gesto de desdén, porque
olfateaba el Miedo en los animales ocultos.

Desde entonces, el Tigre, que había tenido sarna y curó en tres días, fue Rey,
aun sobre el mismo León. fue Rey, porque representaba a Su Majestad el
Miedo.

Y donde hay Miedo, es soberano el que conserva la serenidad, ante lo bueno y


lo malo.
Fin
8. Tigres,tigres, leones,leones-
Torrebruno, Divukids

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