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Las Mil y Una Noches
Anónimo
Cuento
Cuentos
Emilia Pardo Bazán
Cuentos, Colección
A lo Vivo
Era un pueblecito rayano, Ribamoura, vivero de contrabandistas, donde esta profesión
de riesgo y lucro hacía a la gente menos dormida de lo que suelen ser los pueblerinos.
Abundaban los mozos de cabeza caliente, y se desdeñaba al que no era capaz de
coger una escopeta y salir a la ganancia.
Las mujeres, vestidas y adornadas con lo que da de sí el contrabando, lucían
pendientes de ostentosa filigrana, patenas fastuosas, pañuelos de seda de colorines;
en las casas no faltaba ron jamaiqueño ni queso de Flandes, y los hombres poseían
armas inglesas, bolsas de piel y tabaco Virginia y Macuba. Al través de Portugal,
Inglaterra enviaba sus productos, y de España pasaban otros, cruzando el caudaloso
río.
Algunos días del año se interrumpía el tráfico y la industria de Ribamoura. El pueblo
entero se congregaba a celebrar las solemnidades consuetudinarias, que servían de
pretexto para solaces y holgorio. Tal ocurría con el Carnaval, tal con la fiesta de la
Patrona, tal con los días de la Semana Santa. A pesar de ser éstos de penitencia y
mortificación, para los de Ribamoura tenían carácter de fiesta; en ellos se celebraba, en
la iglesia principal, espacioso edificio de la época herreriana, la representación de la
Pasión, con personajes de carne y hueso, y encargándose de los papeles gente del
pueblo mismo.
Venido de Oporto, un actor portugués, con el instinto dramático de la raza, organizaba
y dirigía la representación; pero sin tomar parte en ella. Esto se hubiese considerado en
Ribamoura irreverente. «Trabajaban» por devoción y por respeto tradicional a los
misterios redentores; pero nunca hubiesen admitido a nadie mercenario, ni tolerado
que hiciese los papeles nadie de mala reputación. Gente honrada, aunque
contrabandease; que eso no deshonra. Ni por pecado lo daban en el confesionario los
frailes.
Historia
Prefacio
Puede que la tarea que me he impuesto de escribir una historia completa del pueblo
romano desde el comienzo mismo de su existencia me recompense por el trabajo
invertido en ella, no lo sé con certeza, ni creo que pueda aventurarlo. Porque veo que
esta es una práctica común y antiguamente establecida, cada nuevo escritor está
siempre persuadido de que ni lograrán mayor certidumbre en las materias de su
narración, ni superarán la rudeza de la antigüedad en la excelencia de su estilo.
Aunque esto sea así, seguirá siendo una gran satisfacción para mí haber tenido mi
parte también en investigar, hasta el máximo de mis capacidades, los anales de la
nación más importante del mundo, con un interés más profundo; y si en tal conjunto de
escritores mi propia reputación resulta ocultada, me consuelo con la fama y la grandeza
de aquellos que eclipsen mi fama. El asunto, además, es uno que exige un inmenso
trabajo. Se remonta a más de 700 años atrás y, después de un comienzo modesto y
humilde, ha crecido a tal magnitud que empieza a ser abrumador por su grandeza. No
me cabe duda, tampoco, que para la mayoría de mis lectores los primeros tiempos y
los inmediatamente siguientes, tienen poco atractivo; Se apresurarán a estos tiempos
modernos en los que el poderío de una nación principal es desgastado por el deterioro
interno. Yo, en cambio, buscaré una mayor recompensa a mis trabajos en poder cerrar
los ojos ante los males de que nuestra generación ha sido testigo durante tantos años;
tanto tiempo, al menos, como estoy dedicando todo mi pensamiento a reproducir los
claros registros, libre de toda la ansiedad que pueden perturbar el historiador de su
época, aunque no le puedan deformar la verdad.
Viaje al Oeste
Anónimo
Novela
Capítulo I
CUANTO EXISTE TIENE SU ORIGEN EN LA RAÍZ DIVINA. EL TAO SURGE
DIRECTAMENTE DE LA FUENTE MISMA DE LA MORALIDAD.
La escritura dice:
«En el principio sólo existía el Caos. El Cielo y la Tierra formaban una masa confusa,
en la que el todo y la nada se entremezclaban como la suciedad en el agua. Por
doquier reinaba una espesa niebla que jamás logró ver ojo humano y a la que Pan-Ku
consiguió dispersar con su portentosa fuerza. Lo puro quedó entonces separado de lo
impuro y apareció la suprema bondad, que esparce sus bendiciones sobre toda
criatura. Su mundo es el de la luz. Quien a él se acerca descubre el camino que
conduce al reino del bien. Mas el que quiera penetrar en el secreto del principio de
cuanto existe debe leer La crónica de los orígenes.»
Biblia
Varios
Religión
ANTIGUO TESTAMENTO
GÉNESIS
Capítulo 1
[1] En el principio creó Dios los cielos y la tierra. [2] La tierra era caos y confusión y
oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las
aguas. [3] Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz. [4] Vio Dios que la luz estaba bien, y
apartó Dios la luz de la oscuridad; [5] y llamó Dios a la luz día, y a la oscuridad la llamó
noche. Y atardeció y amaneció: día primero.
[6] Dijo Dios: «Haya un firmamento por en medio de las aguas que las aparte unas de
otras.» [7] E hizo Dios el firmamento; y apartó las aguas de por debajo del firmamento,
de las aguas de por encima del firmamento. Y así fue. [8] Y llamó Dios al firmamento
cielos. Y atardeció y amaneció: día segundo. [9] Dijo Dios: «Acumúlense las aguas de
por debajo del firmamento en un solo conjunto, déjese ver lo seco»; y así fue. [10] Y
llamó Dios a lo seco tierra, y al conjunto de las aguas lo llamó mares; y vio Dios que
estaba bien.
[11] Dijo Dios: «Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas, árboles
frutales que den fruto de su especie con su semilla dentro sobre la tierra.» Y así fue.
[12] La tierra produjo vegetación: hierbas que dan semilla, por sus especies, y árboles
que dan fruto con la semilla dentro, por sus especies; y vio Dios que estaban bien. [13]
Y atardeció y amaneció: día tercero. [14] Dijo Dios: «Haya luceros en el firmamento
celeste para apartar el día de la noche, valgan de señales para solemnidades días,
años; [15] y valgan de luceros en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra.»
Y así fue.
Memorias de Ultratumba
François-René de Chateaubriand
Biografía
PREFACIO
París, 14 de abril de 1846
Revisado el 28 de julio de 1846
Sicut nubes… quasi naves… velut umbra.
JOB
Como me es imposible prever el momento de mi fin, y a mis años los días concedidos a
un hombre no son sino días de gracia, o más bien de rigor, voy a explicarme.
El próximo 4 de septiembre, cumpliré setenta y ocho años: es hora ya de que
abandone un mundo que me abandona a mí y que no echo de menos.
Las Memorias, al frente de las cuales se leerá este prefacio, siguen, en sus divisiones,
las divisiones naturales de mis carreras.
La triste necesidad, que me ha tenido siempre con un pie sobre el cuello, me obliga a
vender mis Memorias. Nadie puede hacerse una idea de cuánto he sufrido por tener
que hipotecar mi tumba; pero me obligan a este postrer sacrificio mis juramentos y la
coherencia de mi conducta. Por un apego acaso pusilánime, consideraba estas
Memorias como confidentes de los que nunca hubiera querido separarme; mi intención
era legárselas a madame de Chateaubriand; ella las daría a conocer según su
voluntad, o las destruiría, lo que hoy desearía más que nunca.
Historia, Tratado, Tratado político
VOLUMEN I
TESEO Y RÓMULO
I.— Acostumbran los historiadores ¡oh Sosio Seneción!, cuando en la descripción de
los países hay puntos de que no tienen conocimiento, suprimir éstos en la carta,
poniendo en los últimos extremos de ella esta advertencia: de aquí adelante no hay
sino arenales faltos de agua y silvestres, o pantanos impenetrables, o hielos como los
de la Escitia, o un mar cuajado. Pues a este modo, habiendo yo de escribir estas vidas
comparadas, en las que se tocan tiempos a que la atinada crítica y la historia no
alcanzan, acerca de ellos me estará muy bien prevenir igualmente: de aquí arriba no
hay más que sucesos prodigiosos y trágicos, materia propia de poetas y mitólogos, en
la que no se encuentra certeza ni seguridad. Y habiendo escrito del legislador Licurgo y
del rey Numa, me parece que no será fuera de propósito subir hasta Rómulo, pues que
tanto nos acercamos a su tiempo; pero examinando, para decirlo con Esquilo,
¿Quién tendrá compañía a esta lumbrera?
¿Con quién se le compara? ¿Quién le iguala?
he creído que el que ilustró a la brillante y celebrada Atenas podría muy bien
compararse y correr parejas con el fundador de la invicta y esclarecida Roma. Haré por
que, purificado en mi narración lo fabuloso, tome forma de historia; mas si hubiere
alguna parte que obstinadamente se resistiese a la probabilidad y no se prestase a
hacer unión con lo verosímil, necesitaremos en cuanto a ella de lectores benignos y
que no desdeñen el estudio de las antigüedades.
II.— Paréceme, pues, que Teseo hace juego con Rómulo por muchas notas de
semejanza: por ser uno y otro, de origen ilegítimo y oscuro, hubo fama de que eran
hijos de dioses;
Invictos ambos: lo sabemos todos;
Sherlock Holmes
Arthur Conan Doyle
Novela, cuento
Estudio en Escarlata
Primera parte
(Reimpresión de las memorias de John H. Watson, doctor en medicina y oficial retirado
del Cuerpo de Sanidad)
1. Mr. Sherlock Holmes
En el año 1878 obtuve el título de doctor en medicina por la Universidad de Londres,
asistiendo después en Netley a los cursos que son de rigor antes de ingresar como
médico en el ejército. Concluidos allí mis estudios, fui puntualmente destinado el 5.0 de
Fusileros de Northumberland en calidad de médico ayudante. El regimiento se hallaba
por entonces estacionado en la India, y antes de que pudiera unirme a él, estalló la
segunda guerra de Afganistán. Al desembarcar en Bombay me llegó la noticia de que
las tropas a las que estaba agregado habían traspuesto la línea montañosa, muy
dentro ya de territorio enemigo. Seguí, sin embargo, camino con muchos otros oficiales
en parecida situación a la mía, hasta Candahar, donde sano y salvo, y en compañía por
fin del regimiento, me incorporé sin más dilación a mi nuevo servicio.
La campaña trajo a muchos honores, pero a mí sólo desgracias y calamidades. Fui
separado de mi brigada e incorporado a las tropas de Berkshire, con las que estuve de
servicio durante el desastre de Maiwand. En la susodicha batalla una bala de Jezail me
hirió el hombro, haciéndose añicos el hueso y sufriendo algún daño la arteria subclavia.
Hubiera caído en manos de los despiadados ghazis a no ser por el valor y lealtad de
Murray, mi asistente, quien, tras ponerme de través sobre una caballería, logró
alcanzar felizmente las líneas británicas.
El Vizconde de Bragelonne
Alejandro Dumás
Novela
Novela
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