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LC LITERATURA

DUGHI 656 CL

P: C.Colón
Otros: El monarca/ Diego (su hijo)/ Bartolomeo (su hno)
N: 3P/ Ext
C
E: Portugal / Europa C
UENTAN QUE RISTÓBAL Colón, después de haber sido rechazado por el
T: (H)->XV

monarca portugués para encabezar una expedición hacia el Oeste,

quedó reducido a la miseria. Su hijo Diego era todavía pequeño, y su

hermano Bartolomeo no estaba dispuesto a solventar sus gastos

eternamente. Andaba Colón muy deprimido por ello y [E1] se dedicó a

hacer mapas y venderlos, porque desde chico le había gustado mucho

dibujar, y aunque [E1] no era muy amigo de las lecturas, el haber

viajado por el mundo conocido y el hablar varias lenguas le favorecía

el entendimiento de los clásicos. Convirtióse además [E1] en refinado

copista, viviendo fascinado por Ptolomeo, a quien reproducía fielmente.

Pero, siendo ambicioso, [E1] no se resignaba a vivir de cartógrafo. [E1]

Soñaba con la fortuna que le facilitaría la gloria que legaría a su hijo, y

así tendría [E1], en cierta forma, la inmortalidad, bien tan codiciado en

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aquella época como [E1] hoy día. Pero [E1] era también hombre

práctico, y si pretendía la fortuna, era porque [E1] creía merecerla. Años

atrás, [E1] había presenciado la llegada al puerto de Madeira de unos

náufragos a quienes dio alojamiento en su casa. Entre ellos había un

piloto que al poco tiempo falleció, no sin antes entregarle unas cartas

de navegación, jurando que [E1] había encontrado tierra firme al otro

lado del Mar Tenebroso. A raíz de este suceso, Colón tenía la seguridad

de que podría alcanzar renombre y celebridad si es que conseguía quién

le financiara el viaje. Aquella expectativa durante años le consumió la

vida esperando encontrar el medio para realizar el proyecto. Los

mercaderes y mercenarios que pululaban por las tabernas del puerto,

nada más verlo, le rehuían porque estaban cansados de escucharle la

misma historia que a todos contaba con lujo de detalles, y tantas veces

habló de ella que ya no se sabía cuánto de cierto o falso había en aquel

sujeto tan curioso. Hasta que se armó la expedición del capitán

Ferdinand Dulmo, de la isla Terceira, con dos carabelas y más de

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ochenta hombres rumbo al Oeste en busca de las Islas de las Siete

Ciudades. Colón, para entonces, se había dedicado a la bebida y estaba

tan desesperado y aburrido recorriendo los muelles que había llegado a

tomar la decisión de partir en cualquier navío, aunque fuese de ayudante

o capitán de segunda. Incluso, [E1] se había resignado a proporcionar

la información que había cultivado con tanto celo, a quien le asegurara

un porcentaje de la gloria que se pudiera conseguir [E1], abandonando

toda ilusión de tener el rol protagónico. Ya [E1] tenía cuarenta años, y

la esperanza de vida en aquellos tiempos no llegaba ni siquiera a los

cincuenta [E1]. Sin pensarlo demasiado, [E1] llegó hasta Dulmo y le

ofreció sus servicios. [E1] Le prometió entregarle su secreto más

preciado: las cartas de navegación hacia el Oeste. Pero el capitán Dulmo

era un tipo tan heterogéneo, y Colón era precisamente un ejemplar de

una era que ya comenzaba a declinar. El capitán, en cambio, era joven

y moderno. Sin mucho detenimiento, [E1] rechazó cortésmente al

extranjero. El resto de la historia ya se sabe. El pobre Dulmo no regresó

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Narrador: 3ra P / Externo
Personajes:
- Cristóbal Colón:
- Diego (hijo de C.C.)
- Bartolomeo (hno de CC)
- El naufrago (mención)
- Capitan Dulmo
- Los marineros, mercenarios, naúfragos (colectivos)
- Juan II (mencionado)
E: Europa, Península Ibérica:
nunca, tampoco sus ochenta hombres, quienes fueron tragados en las
- En Portugal (Madeira)
- En España (Castilla)
T: Último cuarto del
siglo XV.

profundidades del mar. Cristóbal Colón continuó su vida, muy

desalentado y perdiendo toda credibilidad pública. Pensando que estaba

acabado, [E1] tuvo ideas suicidas, por lo que su hermano, temiendo por

él, le aconsejó un remedio muy común que se estilaba entonces, que era

el cambiar de aires. Así que Cristóbal Colón se marchó de la ciudad y

se fue a Castilla, donde pudo comenzar una nueva vida ofreciendo su

fuerza de trabajo como cartógrafo y capitán de navío. Siendo ya mayor

y reposado, [E1] no tenía los ánimos y el ímpetu de la mocedad, por lo

que [E1] se resignó a esperar durante siete años antes de tomar la

decisión definitiva de arrojarse de cabeza al Tajo. Como [E1] era un

desconocido, pudo volver a contar sus viejas historias. Esta vez [E1]

tuvo mejor suerte porque [E1] le creyeron, [E1] descubrió América y

[E1] se hizo famoso.

FICHA BIBLIOGRÁFICA

DUGHI, P. (1995). Ave de la noche. «Orbe Novo», pp. 15-18. Lima: APJ/
Peisa, Primer Premio en el II Concurso Nacional de Cuento de la
Asociación Peruano Japonesa, primera edición, 140 págs.

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