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1. El Tributo a César.
En el año 4 a.e.c. muere el Rey Idumeo y vasallo del Imperio Romano: Herodes el Grande, quien
regía sobre las regiones de Judea, Galilea, Samaria e Idumea alrededor de 37 años.
César Augusto finalmente dividió el reino entre los hijos de Herodes: 1) Galilea y Perea a Herodes
Antipas 2) Batanea, Traconítide y Auranítide a Filipo y 3) Judea, Idumea y Samaria a Arquelao. Sin
embargo, este último, a diferencia de sus hermanos, no tuvo un largo gobierno, ya que el
Emperador Augusto le depuso en el año 6 e.c, pasando Judea a ser una provincia romana bajo el
gobierno directo de un prefecto romano. Esta transición entrañó la elaboración de un censo en la
provincia, previo a la imposición de tributo a la administración extranjera. Este hecho dio paso al
surgimiento de un personaje connotado para la historia del primer siglo: Judas el Galileo. Caudillo
que daría paso a la denominada “Cuarta filosofía” y quien, inspirado en sus esperanzas religiosas y
políticas se alzó contra el pago de Tributo bajo la convicción de que, Todo en la tierra de Israel
pertenecía a Dios, y de que los judíos no debían reconocer el dominio de otro Señor junto a Él.
Décadas más tarde, la problemática referente al Tributo (tributum capitis) seguía latente entre los
judíos, como dan cuenta los textos evangélicos:
Y le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos, para que le sorprendiesen en alguna
palabra. Viniendo ellos, le dijeron: Maestro, sabemos que eres hombre veraz, y que no te cuidas de
nadie; porque no miras la apariencia de los hombres, sino que con verdad enseñas el camino de
Dios. ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos? Mas él, percibiendo la
hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme la moneda para que la vea. Ellos se la
trajeron; y les dijo: ¿De quién es esta imagen y la inscripción? Ellos le dijeron: De
César. Respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se
maravillaron de él. (Mc 12,13-17)