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En la oficina, en el colegio y
también en casa, se multiplican sentimientos como la rabia o la envida. ¿No os
gustaría huir de estas molestias y esconderos en algún lugar? EstElibro va dirigido a
todos los que desean un poco de tranquilidad.
No obstante, permitidme que antes me presente: el budismo me fascinó desde que
era niño, si bien sólo empecé a frecuentar el mundo dElos templos después
dElicenciarme en la universidad. El caso es que ahora soy monje en Kōmyōji, un
templo de la escuela J ōdo S hinshū. ¿C ómo puedo explicaros en qué consiste mi
trabajo? Veamos: me ocupo dElos rituales religiosos, de la lectura dElos sutras
durantElos funerales y de las oraciones; en pocas palabras, de todo lo que requierEla
administración de un templo. E n especial, soy responsable de la página web y de la
redacción dElos informes periódicos sobre su andadura. C uando tengo una reunión
de trabajo me pongo un traje de chaqueta y salgo.
Después del trabajo vuelvo a casa con mi mujer y mi hijo. E n los días festivos
salgo con frecuencia a divertirme con ellos. E n resumen, pese a que en ocasiones
digo que tengo un trabajo insólito, debo reconocer que éste no se diferencia mucho
de las actividades que realizan los jóvenes de mi generación. E n realidad, dado que
las prácticas tradicionales de la escuela J ōdo S hishū no son demasiado rígidas, no
me puedo quejar de quEla actividad quEllevo a cabo sea compleja. No dudo en
presentarme como monje porque, en el fondo, soy una persona corriente. No
obstante, mi pasión originaria por el budismo es justo lo que me ha convertido en lo
que soy hoy en día y lo me ha hecho consciente de muchas cosas. ¿C ómo puedo
explicároslo?
S i pienso en el tipo de persona que he sido hasta la actualidad me doy cuenta de
que en el pasado atribuía demasiada importancia a sentimientos mezquinos y de que,
con ello, hería tanto a las personas como a la naturaleza; y fue gracias a la progresiva
familiarización con la filosofía budista que adquirí confianza en mí mismo. E n este
proceso de progresiva maduración me chocaba ver en el espejo mi antigua imagen: la
de una persona que durante mucho tiempo no estuvo preparada para el mundo.
Gracias al budismo aprendí en cierta medida a dominarme, y con ello reduje el daño
que causaba a todo lo que me rodeaba y también conseguí mantener un espíritu
sereno y tranquilo. Así fue como, aunque cojeando un poco, hEllegado a ser la
persona que soy.
El fundamento de la filosofía budista es la comunicación de sus preceptos a la gente
común. El eje de estElibro es el punto de vista de una persona común —como soy yo,
antes incluso de ser monje— sobre el ruido y sobre el sufrimiento que éste causa: ¿es
posible superarlo a la luz de las enseñanzas budistas y lograr la serenidad de espíritu?
C aptar la esencia dElos preceptos budistas es también beneficioso para las
personas no habituadas a esta tradición de pensamiento: en el fondo, todos pueden
aproximarse a ella. S i esto os ayuda a avanzar me sentiré inmensamente feliz.
Keisuke Matsumoto
Parte 1
R E C UPE R AR LA TR ANQUILIDAD DE E S PÍR ITU
Todos vivimos en un ambiente muy ruidoso. Abrimos los ojos al oír el despertador,
escuchamos música en el coche o en los medios de transporte públicos, a la vez que,
con frecuencia, del bolsillo o del bolso nos llega el timbre del móvil. E n la ciudad
retumban los cláxones dElos coches, las sirenas de la policía; en casa el estéreo y la
televisión. El ambiente en que vivimos resulta también bastante caótico para los ojos;
nuestra mirada tropieza de forma inevitable con todo tipo de informaciones: tiendas,
carteles publicitarios o manifiestos en la calle, la televisión e internet en casa. R
ecibimos numerosas informaciones de forma automática, sin haberlas pedido.
Pensadlo bien: vivimos rodeados de muchas formas de ruido.
Intentad imaginaros redactando una tesis o un informe: ¿sois capaces de
concentraros en él al menos una hora sin distraeros? Quiero decir sin ningún tipo de
distracción, por insignificante que sea. S upongamos que estáis en vuestro despacho
o en casa: sea como sea sonará el teléfono, os llegará un mensaje al móvil o
llamarán a la puerta. También éstas son distracciones. ¿Y si estuvierais en la
biblioteca? Un sinfín de cosas llamaría vuestra atención, os distraeríais y acabaríais
restando tiempo a lo que debéis hacer. C reo que todos nos hemos distraído alguna
vez con cosas que no tenían nada que ver con la tarea que nos ocupaba, dilatando de
esta forma el tiempo requerido para realizarla. E sto sucede porque el ruido interfiere
con lo que estamos haciendo y nos impide concentrarnos con serenidad en lo que
debemos hacer.
S in lugar a dudas, el «reino del ruido» no se inició en la época moderna: también
en el periodo E do las ciudades eran bulliciosas y estaban llenas de movimiento y
distracciones. C on todo, creo que el ruido era distinto al actual. ¿Qué opináis
vosotros?
E s necesario pasar tiempo en silencio
Por suerte o por desgracia, en la actualidad el tiempo transcurre a un ritmo
vertiginoso. Debido al desarrollo dElos medios de comunicación, la televisión, internet
y los teléfonos móviles, nos vemos rodeados de una vorágine de informaciones y de
unas formas de relaciones interpersonales muy distintas. E stamos tan ocupados que
ni siquiera tenemos tiempo de organizar los nuevos datos que recibimos a diario. Me
pregunto si esto no es arriesgado. Lo ideal sería poder hacer siempre nuevas
experiencias, pero asimilarlas sin prisas para poder comprender gradualmente y en
profundidad el mundo en que vivimos. S i no logramos dedicar tiempo a aislarnos del
ruido no podremos crecer espiritualmente.
A pesar de que disponemos de toda una vida, la asimilación fulminante de una
cantidad exorbitante de informaciones hace que éstas acaben perdiéndose. J usto
porque vivimos en esta especie de «reino del ruido» debemos esforzarnos en
observarnos a nosotros mismos y a lo que nos circunda con calma y serenidad: es
importante reforzar la percepción que tenemos de nosotros y del mundo. No
obstante, el ser humano es limitado, el ruido lo distrae y le impide mirar en su
interior. Probablemente, es natural que sea así, dado quEla mirada humana siempre
se ha dirigido al exterior.
Por ello son necesarios los espejos: el verdadero espejo en que debemos mirarnos es
el budismo. S in embargo, en muchos casos el espejo en que reflejamos nuestra
imagen es sintomático de nuestros gustos personales, de forma que se convierte de
manera inevitable en autorreferencial. C uando era novicio reflexioné mucho sobre el
concepto de espejo y gracias a las enseñanzas budistas comprendí muchas cosas.
Tomar conciencia dElo que somos y dElo que nos rodea nos permite evolucionar
espiritualmente.
Al respecto se me ha quedado grabado el comentario que hizo un monje al finalizar
un rígido camino ascético: «Las prácticas ascéticas son duras, pero la verdadera
dificultad es volver a este mundo cuando concluyen».
Quizá sea así. Quizá sea más duro para los que se ven obligados a vivir de manera
constante en un ambiente ruidoso. E s un camino arduo, pero, según se dice, la flor
dEloto más hermosa nace precisamente en el barro.
El budismo puede indicarnos la vía para tomar conciencia de nosotros mismos con
serenidad, incluso en una vida llena de adversidades.
Ejercicio 2
EL RUIDO QUE AFLORA CONTINUAMENTE DEL INTERIOR
Los pensamientos negativos turban el alma
C omo ya he dicho, estamos rodeados de una vorágine de ruidos, pero éstos no son
sólo externos. Hay ruidos que emergen de nuestro mundo interior, como los celos, la
rabia, el apego a los bienes materiales, que ponen en peligro la tranquilidad del alma.
S on precisamente estos ruidos los que nos turban con mayor violencia.
Los datos que recibimos del exterior, como los anuncios publicitarios, nos distraen
sin que nos demos cuenta, pero no nos impiden volver a concentrarnos en lo que
estábamos haciendo, a diferencia dElos ruidos que surgen del alma, que no podemos
eludir con facilidad. Os pondré un ejemplo: nos hemos enterado de que alguien ha
hablado mal de nosotros y, como no podía ser menos, nos sentimos ofendidos. S i
bien esta ofensa ha entrado en nuestros oídos en un instante, permanecerá mucho
tiempo en nuestra alma, produciendo un ruido continuo y ensordecedor.
No se trata sólo de las ofensas personales; a menudo nutrimos sentimientos
negativos hacia personas que no nos han hecho nada: quizá alguien no nos gusta
porque pensamos de forma egoísta que tiene más éxito o más dinero que nosotros. E
stos ruidos tienen unas raíces profundas y se nutren de las pasiones ofuscadoras que
se estancan en nuestra alma.
S i las cosas no van como queremos empezamos a sentir una rabia ansiosa, que se
acumula en nosotros y a la que denominamos «estrés»; es como si en el interior del
alma se produjesen exhalaciones de gas que superan el nivel límite y causan una
explosión: ésta es la imagen adecuada. S in lugar a dudas, antes se ha producido
alguna que otra fuga de gas menor, pero es la explosión final la que nos
permitEliberarnos dElo que hemos ido acumulando y eliminar los ruidos que nos
consumían. E stas explosiones pueden ser positivas si no hacen daño a los demás,
como sucede, por ejemplo, cuando decidimos hacer un viaje o dedicarnos a un
deporte. Pero pensemos en un estudiante que ha acumulado estrés por un examen y
se desahoga con sus compañeros acosándolos psicológicamente: por envidia
arremete contra uno que ha sacado mejores notas y por soberbia se burla, además,
de a quien le ha ido peor que a él. C reyendo ser el único que sufre quiere quElos
demás sufran también, y con esta intención actúa.
C iertos episodios se verifican también en el mundo dElos adultos. Hay personas
que, pese a parecer amables, insultan a sus colegas a sus espaldas y siembran
cizaña. El resultado de este comportamiento es el considerable aumento dElos ruidos
interiores, en lugar de su disminución. S i queremos extirpar de raíz el ruido que
emerge de nuestro mundo interior lo primero que debemos hacer es identificar sus
causas.
Para no sucumbir a las pasiones ofuscadoras
El budismo identifica el origen de todos los sufrimientos en los llamados «tres
venenos»: la estupidez o estrechez mental, el deseo-apego y la cólera-odio. Además
explica cómo combatirlos y superar la negatividad y el dolor.
El deseo-apego lleva a las personas a ser ávidas, la cólera-odio a perder el control
de sí mismas, y la estupidez a perderse de vista a causa dElos instintos. S egún la
filosofía budista la acumulación dElos «tres venenos» produce el estrés y hace que
nos encolericemos cuando las cosas no nos salen como queremos. C uando esta rabia
llega al ápice extraviamos y agredimos de manera instintiva a los demás agravando
ulteriormente una persistente situación de sufrimiento.
Así pues, si nos dejamos dominar por la cólera nos comportamos de forma violenta
con los demás y esto, en lugar de resolver el problema, permite que los «tres
venenos» se amplifiquen: de esta forma empezamos a ir a la deriva hasta perdernos
por completo. Cuanto más persista esta condición más insostenible será la
negatividad y mayor será la violencia con la que las pasiones ofuscadoras turbarán
nuestro ánimo. Y o me repito a menudo: «Cuanto más desahogamos las pasiones
ofuscadoras, más aumentan».
Así pues, los ruidos como la envidia y la rabia afloran en nosotros debido a
percepciones tanto exteriores como interiores. S i esto se produce de forma
inconsciente no podemos adoptar las medidas adecuadas y dichos ruidos se
amplifican, al igual que nuestro sufrimiento.
S i queréis vivir con tranquilidad, prestad atención a cada ruido, sobre todo a los
que proceden de vuestra alma.
Ejercicio 3
SE PUEDE LOGRAR SILENCIO EN CUALQUIER LUGAR
BULLICIOSO
No es necesario escapar a una montaña solitaria
Para obtener la tranquilidad del alma no es necesario refugiarse en un lugar
insonorizado; ni siquiera los monjes que practican el ascetismo lo hacen. E s
necesario recuperar la serenidad en la vida diaria, sumida en el estruendo; no
escapar a una montaña solitaria. Puede que algunos piensen que esto es algo
imposible, pero una de las mejores características dElos seres humanos es su
capacidad de cambiar solos su conciencia. Me explicaré mejor: cuando, irritados por
un ruido, pensamos «¡Uf!», en ese instante hemos dado un gran paso ade lante,
porque hemos percibido lo que nos ha turbado. Por eso, aunque vivamos en una
metrópolis, en el corazón mismo del bullicio, podemos recuperar la tranquilidad.
Os pondré otro ejemplo: si dos personas escuchan a una tercera percibirán de
forma distinta el significado de sus palabras. Una persona puede percibir como
alabanzas lo que otra considera reproches. De la misma forma, tratándose de un
mismo sueldo, una persona puede consideralo alto y otra, insuficiente. Todo depende
de la manera en que percibimos el ambiente que nos circunda.
E s importante saber observar los cambios en el ambiente, aunque éstos no se
puedan detener. Por ejemplo, nos mudamos a una zona que creemos silenciosa, pero
al cabo de poco tiempo nos damos cuenta de que no se diferencia demasiado de
aquella en la que vivíamos antes. E sto sucede porque somos nosotros los que
percibimos como ruido los distintos sonidos externos. S i no cambiamos nuestra
manera de percibir las cosas veremos siempre el mundo lleno de nubes.
¿C reéis que en un lugar silencioso como la cima de una montaña no se oyen las
voces de las personas o el ruido dElos coches? Bajo cierto punto de vista es, sin lugar
a dudas, así: si hacemos una excursión en un día festivo podremos gozar con
facilidad del sosiego de la naturaleza, de la ausencia de ruidos artificiales. No
obstante, éste no es el lugar donde vivimos nuestra cotidianidad. S ea como sea, si
sufrimos seriamente por una razón, poco importa que vayamos al mar o a la
montaña; nuestro sufrimiento nos seguirá y permanecerá pegado a nosotros.
Lo importante es comprender cómo frenar el ruido
¿Cómo podemos frenar los ruidos que oímos? La experiencia nos ayuda a acumular
modelos de reacción a los impulsos que soportamos. Si oímos tañer una campana
mientras comemos, cada vez quEla oigamos sentiremos hambre, como el perro de
Pavlov. Mientras envejecen, los seres humanos van estabilizando su manera de vivir,
porque acumulan un número creciente de modelos de comportamiento. El revés de la
medalla es que ya no se sienten embriagados cuando viven una nueva experiencia.
Se dice que con el pasar dElos años el tiempo transcurre con mayor rapidez.
Muchas personas perciben como ruidos los sonidos normales y se sienten
impotentes frente a lo que les molesta. El budismo puede ayudarnos a considerar
estos sonidos como lo que son. A lo largo de estos años he aprendido a tomar
conciencia de un sinfín de cosas nuevas y a percibir de manera distinta las cosas del
mundo que ya conocía.
C on estElibro pretendo enseñaros a vivir la cotidianidad con el alma serena, pero
para poder hacerlo es importante que seáis conscientes. Para empezar, hay que
tomar conciencia de que no existen lugares carentes de ruido, y de que es imposible
huir de él. Percibir un simple sonido como un ruido molesto depende de nosotros. E n
pocas palabras, si cambiamos de perspectiva cuando percibimos el sonido como
ruido, éste se volverá a convertir en un agradable sonido.
Ejercicio 4
S UGE R E NC IAS BUDIS TAS PAR A LIBE R AR S E DEL R UIDO
Ejercicio 3
S I EL ALMA E S TÁ INQUIE TA EL C UE R PO TAMBIÉ N S UFR IR Á
R espirar profundamente
C reo que nos ha ocurrido a todos, al menos una vez en la vida, estar tan agitados la
noche anterior a una intervención importante o a una reunión de trabajo que no
hemos podido pegar ojo, o estar tan tensos durante un encuentro que no hemos
podido decir palabra. C uando el alma está inquieta el cuerpo reacciona en
consecuencia. Hace tiempo no sabía hablar en público, pero ahora, debido a mi
trabajo, no me faltan las ocasiones de hacerlo y me he ido acostumbrando poco a
poco. E n cualquier caso, a veces aún me pongo nervioso.
C uando estamos tensos la tensión sube, sudamos y respiramos
entrecortadamente. C uanto más nos esforzamos para controlar las reacciones
corporales a un ánimo inquieto más empeora la situación.
No obstante, es posible controlar en cierta medida algunos movimientos dElos que,
por lo general, no somos conscientes, como, por ejemplo, respirar. Inspiramos y
expiramos de forma automática, sin darnos cuenta; si tomamos conciencia de este
proceso podremos controlarlo. Pensad que muchos aseguran que en los momentos de
tensión lo primero que hay que hacer es inspirar hondo.
E n Occidente se cree que el cuerpo y el espíritu son dos elementos separados. E n
Oriente, en cambio, se consideran inseparables y el fundamento de todo equilibrio. E
n el budismo se habla de la «Vía media»: evitar los excesos, mantener el equilibrio.
También Buda pasó cierto periodo de tiempo dedicándose a rígidas prácticas
ascéticas; después se aplicó a la meditación y por fin logró el despertar.
C uando el cuerpo sufre es posible aliviar el dolor a través de la respiración y la
meditación.
Mens sana in corpore sano
Los monjes que han forjado su mente y su cuerpo mediante rígidas prácticas
ascéticas aseguran gozar de cierto nivel de autocontrol, tanto físico como emotivo:
dominan sentimientos como la rabia o la envidia y logran respirar profundamente
infundiendo tranquilidad al alma.
Normalmente, la gente común no es capaz de dominar la sudoración o los latidos
del corazón, dado que se trata de unos procesos dElos que no somos conscientes.
Pero ejercitándose es posiblEllegar a gobernar las interacciones entrEla mente y el
cuerpo.
Pensadlo bien: los monjes budistas son longevos. Buda vivió hasta los ochenta años,
S hinran hasta los noventa: unas edades increíblemente avanzadas para las épocas
en que vivieron. E n la India antigua, al igual que en el J apón de la época Kamakura,
las condiciones higiénico- sanitarias no eran, desdEluego, como las de ahora, e
incluso el sustento estaba siempre en peligro debido a mil asechanzas. La edad media
en la época de S hinran era cuarenta años: así pues, ¡imaginaos lo difícil que tuvo
que ser vivir hasta los noventa!
También los usos alimentarios influyen en las prestaciones físicas, pero lo más
importante es mantener la calma. Dado que nuestra vida está condicionada por la
recíproca relación entrEla mente y el cuerpo es necesario prestar atención a los dos, y
la clave del equilibrio entre ellos reside en la respiración.
Desde tiempos antiguos la respiración siempre se ha considerado un acto relevante.
E n japonés las palabras «vivir» y «respirar» se pronuncian de la misma forma. Así
pues, ser conscientes de la propia respiración significa recordar de forma activa la
conciencia de estar vivos. He oído decir que muchos políticos japoneses del pasado
practicaban el zazen: adquirían la tranquilidad necesaria para desempeñar tareas
delicadas regulando la respiración. E n la actualidad, en los templos Zen se pueden
encontrar muchos hombres de negocios practicando la meditación.
C on una respiración consciente, basada en el equilibrio de la mente y el cuerpo, se
puedElograr una sorprendente serenidad.
Ejercicio 4
C AMINAR PAR A S OS E GAR EL ALMA
Una experiencia conmovedora
S ucede a menudo que para afrontar una desilusión o un fracaso decidimos tomarnos
cierto tiempo para reflexionar sobre nuestra vida, y con frecuencia esta reflexión va
acompañada de un viaje. E n la mayoría dElos casos se trata de viajes a pie, como el
peregrinaje a S hikoku, que no tiene nada que ver con las comitivas que se desplazan
rápidamente de un sitio a otro en autobús. Afrontar un viaje a pie es la única forma
de poder mirar nuestro interior con tranquilidad. S upongo que os estaréis
preguntando: ¿por qué a pie? Pues porque es importante avanzar paso a paso con la
única ayuda de nuestras fuerzas y los pies bien plantados en el suelo.
C uando vivimos un fracaso perdemos confianza en nosotros mismos, dudamos de
que podamos recuperarnos, nos convencemos de que nadie nos necesita ya: son
pensamientos negativos que nos obsesionan y nos impiden seguir ade lante. Probad a
emprender un viaje a pie en esos momentos: caminad un paso tras otro,
esforzándoos al máximo. E stoy seguro de que recuperaréis vuestro ritmo personal de
vida. Los encuentros que haréis en pequeños pueblos desconocidos os ayudarán a
reconquistar la confianza en la humanidad. Además, no es necesario que os lo
recuerde, ¡caminar es muy sano!
Buda dijo: «C amina solo, como el cuerno de un rinoceronte». É l despertó a los
treinta y cinco años, murió a los ochenta y siguió caminando cuarenta y cinco para
dar buen ejemplo a los demás. Pienso que el suyo fue un recorrido largo y difícil, pese
a lo cual no cejó hasta la muerte.
Además, caminar a un ritmo controlado es útil para preservar el equilibrio entre el
cuerpo y la mente.
C aminamos constantemente en la Tierra
C aminar es una práctica ascética budista. El extremo de dicha práctica es el sennichi
kaihōgyō en el monte Hiei: se trata de una caminata de mil días que se realiza en
siete años. E n los primeros tres se recorren cuarenta kilómetros al día durante cien
días, alimentándose de forma ligera para que el cuerpo no se sienta pesado. El cuarto
y el quinto año se camina durante doscientos días. Al finalizar el día setecientos hay
que abstenerse de comer, beber y dormir durante nueve días para aproximarse a
Buda. E s necesario tener una fuerte determinación para lograr hacerlo. E n el sexto
año se recorren sesenta kilómetros al día durante cien días, también en zonas
distintas del monte Hiei. E n los primeros cincuenta días del séptimo año se visitan los
templos de Kioto andando ochenta y cuatro kilómetros al día, y se pasan los restantes
cincuenta recorriendo treinta kilómetros en zonas de montaña. E n mil días se
recorren cuarenta mil kilómetros, lo que equivale a la circunferencia de la Tierra. El
monje S akai Y usai completó el sennichi kaihōgyō dos veces, una empresa que,
antes de él, sólo habían llevado a cabo dos monjes. Llegar a ciertos niveles significa
superar cualquier dicotomía entre el cuerpo y el espíritu y alcanzar una dimensión
espiritual superior. A mí también me gusta andar y cuando puedo doy largos paseos
tanto en la ciudad como en la montaña. C omo no podía ser menos, prefiero la
última, ya que en ella hay menos distracciones; en la ciudad nos molestan los
semáforos, la gente, y el ritmo del paseo se interrumpe, es irregular. Además, el
asfalto hace que el paso sea más mecánico e impide percibir la tierra bajo los pies.
Los paseos por el campo, en cambio, me permiten poner en orden mis ideas y
relajarme.
E sforzaos y pasead, incluso en un parque: la Naturaleza reserva sorpresas
inesperadas.
Ejercicio 5
PONE R POR E S C R ITO EL TOR BELLINO DE R UIDOS QUE NOS R ODE AN
E scribir ayuda a organizar la mente
Hace muchos años que empecé a ocuparme del blog del templo. Pienso que escribir
es muy útil, no sólo para organizar el pensamiento, sino también para comunicarnos
con otras personas. A través de la reelaboración lógica dElos propios pensamientos se
descubren a menudo nuevos puntos de vista que nos ayudan a profundizar en
nuestras reflexiones. Os aconsejo vivamente que escribáis: a través de la escritura se
desarrolla un proceso de comprensión eficaz de las cosas que nos rodean.
E n la Antigüedad la mayor parte de la gente era analfabeta, y leer y escribir era
prerrogativa dElos intelectuales. Los monjes budistas se familiarizaron con la escritura
leyendo y copiando los sutras. El sumo S hinran dedicó buena parte de su vida a
escribir y nos dejó numerosos textos. Lo que más me impresiona es su método:
volvió varias veces sobre diferentes puntos, añadiendo y corrigiendo cosas que había
escrito antes. Leía, releía y corregía. Los textos de S hinran no sólo contienen
conceptos filosóficos complejos, dado que él se valió asimismo de expresiones
poéticas para expresar la alegría quEle producía haber emprendido el camino budista.
Leyendo sus escritos podemos saborear su proceso reflexivo y, al mismo tiempo, sus
cambios emocionales.
E n la vida diaria nos alegramos, por ejemplo, de haber adquirido un nuevo
conocimiento y nos entristecemos por haber sacado una mala nota en un examen;
para comprender plenamente estos cambios de humor es útil ponerlos por escrito;
esta práctica se usa también en la terapia psicoanalítica.
C omprender por qué nos molesta el ruido
La filosofía budista distinguElos comportamientos humanos en: acciones del cuerpo,
acciones de la palabra y acciones del alma. C ada grupo se declina en ciertos
comportamientos negativos: al primer grupo pertenecen matar a otros seres vivos,
robar o realizar actos obscenos; al segundo decir mentiras, calumniar y adular; al
tercer grupo pertenecen el apego y la cólera. Quien no realice estos actos negativos
tendrá un alma tranquila.
Todos hemos cometido acciones pertenecientes a estas categorías. E n lo tocante al
cuerpo, frenar los instintos permite evitar cometer acciones negativas. Para las
acciones de la palabra es suficiente prestar un poco de atención. Lo que es muy difícil
es neutralizar las acciones negativas que surgen del alma, al igual quElos
pensamientos negativos que bullen en nuestra mente. ¿Qué podemos hacer con
ellos? Un método es no concretizar con el cuerpo o la boca ciertos sentimientos como
la rabia. Otro método es aceptar la rabia metabolizándola, sin ignorarla: admitir que
estamos enfadados e intentar comprender las causas. Personalmente considero quEla
escritura es un instrumento útil en ciertos casos, porque nos permite profundizar en
la comprensión de nuestros sentimientos. Hacer como si nada no nos ayuda a
deshacer los nudos de nuestro ánimo, sino todo lo contrario: los problemas que
tenemos reaparecerán una y otra vez. Aceptar de manera conscientEla cólera nos
permitirá dominarla primero y aplacarla después.
Para vivir serenamente debemos, antes que nada, conocer nuestro ánimo. Por eso es
útil escribir: para comprendernos tanto a nosotros mismos como la naturaleza dElos
sentimientos que afloran en nuestro interior.
Ejercicio 6
C ONTR OLAR DE FOR MA C ONS C IE NTELA INFOR MAC IÓN QUE R E C IBIMOS
La primera regla es saber elegir entre numerosas opciones
Hace poco me mudé a Hokkaido, a la casa de mis padres. No había vuelto a ella en
diez años. El drástico cambio de ambiente me permitió reflexionar sobre muchas
cosas. E n especial, tomé conciencia de la enorme cantidad de información que
recibimos a diario. Hace diez años, cuando aún estudiaba bachiller, pensaba que
mudándome a Tokio encontraría todos los estímulos que me faltaban en el campo. De
esta forma, viví el periodo universitario en la capital rodeado de mucha gente y de
mucha vida. C ada vez que iba a S hibuya era una fiesta. S entía que tenía muchas
posibilidades y un sinfín de expectativas. Pero, pensándolo bien, por muchas
posibilidades que haya, yo soy y seré siempre una única persona, al igual que un día,
que tiene veinticuatro horas. Podemos conocer a mucha gente, pero pocos llegarán a
ser verdaderos amigos, y jamás lograremos ver todos los lugares que deseamos
visitar. A fin de cuentas, la diferencia entrEla cantidad de cosas que se pueden hacer
en el campo y en la ciudad no es tan grande, si bien algunos piensan lo contrario.
Puede que en el pasado fuera así, sobre todo para un joven del campo que se veía
catapultado al caos de Akihabara, pero hoy en día la diferencia ha disminuido gracias
a internet. Podemos leer las noticias en los diarios en línea en cualquier sitio, o
comprar una cosa determinada en las páginas de comercio electrónico. Así pues, es
posible hacer las mismas cosas en la ciudad y en el campo.
Tener el valor de dejar las cosas que no nos sirven de verdad
Vivimos en una época en la que es posible elegir entre un sinfín de cosas que hacer,
de forma que es necesario tener mucha energía para seleccionar lo mejor posiblElo
que nos sirve de verdad. E s más, quizá las posibilidades de elección han aumentado
en exceso y muchos se ven a menudo en dificultad. E s necesario controlar la
cantidad de percepciones que recibimos del mundo que nos rodea.
Pensad en las elecciones que hacéis como si fueran unos naipes: es natural querer
saber cuáles son los que aún están tapados, pese a que no todos tienen el mismo
valor. Dedicar nuestro tiempo a verlos todos nos hace perder de vista la distinción
entrElos que son realmente importantes y los que no lo son. Las cartas importantes
que debemos destapar no son tantas: tenemos que concentrarnos sólo en ellas y
tener la fuerza de voluntad necesaria para ignorar las demás. La información no debe
gobernarnos; al contrario: es necesario encontrar un método para limitar las
percepciones externas y dar prioridad a unas informaciones respecto a otras. Por
ejemplo, hace poco decidí no mirar pasivamentEla televisión sino elegir un programa
y ver sólo ése sin cambiar de un canal a otro. Lo mismo vale para internet: sólo lo
uso cuando me sirve.
S i no nos esforzamos por controlar la información que recibimos a diario no
sabremos lo que cuenta de verdad en la vida y acabaremos nuestros días sin saber
que hemos atribuido demasiada importancia a cosas insignificantes. Para afrontar con
serenidad los problemas de la vida debemos ser conscientes dElo que nos llega del
exterior y saber controlarlo.
Ejercicio 7
C ÓMO R ELAC IONAR S E C ON LA MIR ÍADA DE R UIDOS QUE TUR BAN EL
ALMA
Mejorar las técnicas para excluir la información superflua
Antes he aludido a la importancia de no destapar todas las cartas que tenemos de
lante para que nuestras elecciones sean más conscientes. No niego que sea difícil.
¿Qué debemos hacer entonces? S upongamos que tenemos de lante de nosotros cien
cartas y que sólo descubrimos diez. Pensaréis que es posible que en las diez que
hemos descubierto no estén las que son realmente útiles. E so no es del todo cierto:
el secreto consiste en intuir cuáles son las justas, en afinar la capacidad de elección.
Dejando a un lado la metáfora, en una época en la que todos pueden acceder a
internet, incluso los estudiantes de primaria que deben hacer un trabajo, es necesaria
una educación para saber elegir la información disponible: eso significa administrar de
forma adecuada la información que nos rodea en función del objetivo para el que
pretendamos servirnos de ella.
No consentir las influencias negativas
Internet está lleno de información, pero ¿cuál de ellas es la que ha aumentado en los
últimos tiempos? A la difundida por los periódicos y las revistas en línea se ha
añadido la que elaboran los privados mediantElos blogs y las redes sociales: puede
que sea más detallada, pero es, sin duda alguna, menos segura. ¿C uál es la
consecuencia de este fenómeno? No existen límites al boca a boca negativo que se
realiza gracias a la red, y ello va en detrimento de muchos. Pienso en los casos de
ciberacoso. Por lo general, cuando queramos pedir consejo a alguien debemos
dirigirnos a la persona adecuada; de no ser así nos arriesgamos a recibir sugerencias
negativas. Lo mismo vale para internet: tenemos que saber distinguir entrElas
informaciones útiles y las que pueden ser problemáticas o pueden, incluso, dañarnos.
C laro que, dado que no somos superhéroes, ello no nos resulta nada fácil. El S utta
Nipāta dice: «No te acerques a los necios. Busca amigos entrElas personas sabias. R
espeta a quien merece respeto. Así alcanzarás la felicidad».
E s fácil equivocarse, pero debemos esforzarnos para distinguir lo negativo dElo
positivo.
Ejercicio 8
NO HAY QUE ATOR ME NTAR S E C ON PR E GUNTAS S IN R E S PUE
S TA
S i no se domina, la cabeza piensa sola
Y o me repito a menudo: «Y o soy yo, no recibo órdenes de nadie». Así pues, me
considero una persona dotada de autonomía en mis decisiones, si bien eso no es del
todo cierto. Todos creemos que sólo hacemos lo que queremos hacer, lo que nos
gusta, pero en realidad no sabemos a ciencia cierta lo que queremos. Me explicaré
mejor: a menudo sucede que pensamos, quizá en un día festivo, «Hoy no haré nada
de nada, no quiero pensar en nada», pero es imposible, porque, al final, nuestra
mente reflexiona sin poder evitarlo. De igual forma, cuando decidimos dedicarnos a
algo no siemprElo logramos por completo: por ejemplo, estamos estudiando inglés y
tenemos que buscar el significado de una palabra en el diccionario, pero nos
distraemos y acabamos leyendo otras. E sto sucede porque nuestra mente tiende a
pensar con independencia de nuestra voluntad, y este fenómeno es constante.
Prestad atención a él: sentaos sin hacer nada y esforzaos en no pensar. E nseguida os
daréis cuenta de quEla mente empieza a alejarse de forma autónoma hacia las
consideraciones más disparatadas, con frecuencia poco constructivas. Un viejo dicho
reza: «Pensar mal equivale a no pensar». Tenemos que canalizar nuestras
elucubraciones en proyectos constructivos. El problema es quEla mente nos distrae a
menudo, nos hace pensar en cosas inútiles y cuando nos damos cuenta sufrimos de
manera inevitable.
C oncentrarse en las cosas que debemos hacer ahora
Una de las características dElos seres humanos es pensar en lo que convendría no
pensar. La filosofía budista, en ese sentido puede ser útil para evitar este error.
Un día un discípulo preguntó a Buda: « ¿E xiste el fin del mundo?», « ¿puede
sobrevivir el ser humano a la muerte?». Buda no le respondió, porque reflexionar
sobre cosas cuyo significado no podemos conocer es no sólo ilógico es, sobre todo,
inútil. La posición de Buda de no contestar a interrogantes fútiles aparece clara
también en la anécdota de la flecha envenenada: «S i un hombre es alcanzado por
una flecha envenenada y se niega a sacársela antes de saber quién la ha lanzado, que
tipo de arco se ha usado y qué clase de flecha ha sido la disparada morirá antes de
saber todas estas cosas».
C on esta anécdota Buda pretende comunicarnos que las personas se suelen perder
en discusiones inútiles, en preguntas sin respuesta. Hay que hacer todo lo contrario,
hay que afrontar la realidad de las cosas que tenemos ante nuestros ojos: «R esolver
el tormento de la realidad», ése es el objetivo fundamental del budismo. Debemos
aplicar este principio a la vida cotidiana y no atormentarnos preguntándonos sin cesar
lo que sucederá si no aprobamos un examen o si nos despiden. E s inútil
atormentarse con preguntas que no tienen respuesta: bloquead estos pensamientos y
dedicaos a lo que debéis hacer. Detened estos ruidos que emergen del interior y
concentraos en el presente.
Ejercicio 9
¿NO VE IS EL KARMA NE GATIVO?
Tener en casa dos butsudan ¿no causa problemas?
Hoy en día a las personas les gusta pensar que el principio causa-efecto vale para
cualquier fenómeno. Pero ¿de verdad es siempre así?
C uando era estudiante me interesaba la bolsa de valores y en una ocasión probé a
comprar un título y abrí también una cuenta en línea. Y a se sabe quElos precios
suben y bajan continuamente en un día, y eso me producía ansiedad, porque no sabía
cuál era el momento adecuado de venderlos. Perdí bastante dinero y pensé que mElo
había merecido, porque, a pesar de que carecía de experiencia, estaba ansioso por
ganar. E n ciertas situaciones se atribuyEla causa de un fracaso a factores externos y
raramente nos culpamos a nosotros mismos por nuestra inexperiencia.
Os pondré otro ejemplo: en el periodo del Obon voy a casa dElos fieles para recitar
los sutras de lante del butsudan y a veces llego a visitar unas veinte casas al día. E n
una ocasión un señor me dijo: «Hemos heredado dos butsudan, uno dElos parientes
de mi esposa y otro dElos míos. Los antepasados no están nada contentos. He oído
decir que pueden ocurrir cosas horribles a los que viven con dos butsudan. ¿Qué
debemos hacer?». No sabía qué contestarle. No existe ningún nexo entre tener dos
butsudan en casa y el hecho de que sucedan accidentes o cosas graves. La causa de
nuestros problemas somos nosotros, pero nos molesta tener que reconocerlo.
Valorar las cosas de forma apropiada
C omo hemos visto, las personas razonan a menudo de manera irracional. S i
fracasan en algo o no comprenden por qué se ha producido cierto acontecimiento
echan la culpa a esto o aquello. Me hacen sonreír los que afirman no creer en los
horóscopos y luego los leen cuando les cuesta tomar una decisión. E n el fondo, forma
parte de la naturaleza humana. C uando sucede una desgracia tras otra es normal
preocuparse y preguntarse el motivo; el problema es que muchos piensan quEla
razón es que no han ido a tiempo a honrar a los antepasados y éstos se han
encolerizado y han desencadenado su ira sobre ellos. E n ciertas situaciones es justo
cuando debemos ser lógicos, pensar de manera racional: no existe un nexo entre orar
a los antepasados y lo que nos sucede en la vida cotidiana. S eguro que nuestros
antepasados no se alegran cuando nos ven pensar ciertas cosas, ¿no os parece?
Parte 3
C ÓMO MANTE NE R S E A DIS TANC IA DEL R UIDO DE FOR MA E FIC AZ
Ejercicio 1
LOS DE S E OS NO S E ELIMINAN C ON EL OR GULLO
E n cierto momento se produce una recuperación negativa dElos deseos
Vivimos rodeados de un sinfín de tentaciones: comida, alcohol, tabaco, por mencionar
sólo unas cuantas. De cuando en cuando nos privamos con firmeza de estos deleites
iniciando dietas, absteniéndonos de beber o de fumar, o, ahorrando en general. S ea
como sea, la línea de pensamiento adoptada consiste en evaluar qué es más o menos
eficaz. E n el caso de las dietas, por ejemplo, hacemos cosas originales como sólo
plátanos o manzanas, o beber exclusivamente agua. No obstante, en la mayoría dElos
casos se trata de intentos infructuosos, porque, poco importa de cual se trate, con los
métodos que prometen hacer perder diez kilos en una semana el peso se recupera
incluso en menor tiempo. Puede quElogremos perder diez, pero a la semana siguiente
engordaremos el doble y eso quitará las ganas de proseguir. La regla «A mayor
esfuerzo mayor resultado» no vale, dado que cuanto más intentamos refrenar
nuestros deseos más obtenemos el efecto contrario. S eguro que en alguna ocasión
habéis deseado intensamente algo a la vez que queríais eliminar ese deseo con todas
vuestras fuerzas. ¿Qué ocurrió después? Os pondré un ejemplo concreto: estáis
deseando tener el último modelo de móvil que ha salido al mercado, pero tratáis de
convenceros de que no lo necesitáis, os esforzáis por pensar que es un gasto inútil,
que no os sirve para nada. Al final perderéis la paciencia y lo compraréis.
El budismo enseña a derrotar las pasiones ofuscadoras, pero para los que no son
monjes, esto es, para las personas corrientes, es más importante convivir con ellas
que vencerlas.
Para empezar sed conscientes de que estáis constantemente acosados
Vencer las pasiones ofuscadoras es, claro está, distinto de soportarlas. Me explicaré
mejor: si llega a nuestra nariz el aroma de un manjar recién sacado del horno
debemos diferenciar entre refrenarnos para no comerlo y dejar de sentir el aroma. S
on dos cosas completamente distintas, ¿no os parece? Así pues, partid del
presupuesto de que no podéis derrotar las pasiones ofuscadoras. Precisamente
porque éstas dominan nuestra vida debemos prestar atención al ambiente que nos
circunda para quedar arrinconados.
Volviendo al ejemplo de la dieta, si queréis afrontarla de manera eficaz evitad sobre
todo ir a lugares donde podáis oler, por ejemplo, aroma de pasteles. El primer caso
es para tomar conciencia dElo que nos tienta y saber que no podemos expeler de
nosotros ese deseo. E n el caso del alcoholismo será necesario consultar a un médico
especializado, pero el punto de partida debe ser la toma de conciencia del problema.
E s la única manera, si de verdad pretendemos curarnos. S i no somos conscientes
dElo que nos rodea jamás podremos controlar nada.
El paso siguiente será el remedio concreto, práctico, que, sin embargo, nunca podrá
ser eficaz si no somos conscientes del problema. É sta es la única forma de obtener
resultados.
E fectos inesperados de la oración
Una costumbre típica de nosotros, los japoneses, es rezar. S i queremos quEllegue a
buen puerto un determinado proyecto nos dirigimos a Buda o a otras divinidades,
hacemos el voto de renunciar a algo que nos gusta en especial y oramos. S i he de
ser franco, no creo que ni Buda ni los demás dioses escuchen las oraciones egoístas;
no obstante, éstas pueden ayudar a mitigar el regreso en negativo del deseo del que
he hablado hace poco. Os pondré un ejemplo: por motivos de salud el médico nos
aconseja dejar de beber alcohol y de fumar. Para un fumador empedernido o un
amante del sake será una empresa ardua. Pero ¿y si consideramos dicha abstención
como una oración a Buda? ¡Podría funcionar! Procurad no confundir esta oración con
una justificación egoísta, porque sería propio de pobres de espíritu. Buda sólo nos
acompañará en nuestro camino si tomamos la decisión siendo conscientes de hasta
qué punto son profundas las pasiones ofuscadoras. S on el enemigo interior que
amenaza la tranquilidad de nuestra vida cotidiana; vencerlas es imposible; ignorarlas,
perjudicial, dado que entonces regresan con mayor ímpetu. Así pues, aprendamos a
convivir con ellas.
Ejercicio 2
C UANTO MÁS DINE R O TE NGAMOS MÁS INQUIE TO E S TAR Á NUE S TR O ÁNIMO
E n el fondo sólo son unos trozos de papel
E ntrElas miles tentaciones que nos rodean la más complicada es administrar el
dinero.
Por desgracia, tenemos que ocuparnos de él a diario.
El dinero, en sí, está representado por simples pedazos de papel, incluso inútiles, a
menos quElos cambiemos por mercancías o servicios; ni siquiera se pueden utilizar
como cuadernos de apuntes. S on números en una cartilla de ahorro. Aun así, todos
nos interesamos por estos numeritos: si aumentan nos alegramos y si disminuyen
nos entristecemos. Desde la infancia nos enseñan que, la mayoría de las veces, lo
que deseamos tiene un precio. Los adultos tienden a ahorrar para acumular dinero. E
s un círculo vicioso: se trabaja para ganar y se gana para acumular dinero. Algunos
confían en las loterías, pero después se endeudan y deben trabajar para restituir el
dinero a sus acreedores. El dinero es móvil de numerosos crímenes: por él se atracan
bancos, se infringEla ley, se declara la guerra a un país. El apego a la riqueza es una
de las principales razones de las guerras, pese a que nadiElo reconoce abiertamente.
El dinero es una fuerza que domina nuestra vida cotidiana.
El valor de una persona no depende del dinero que tiene
¿Por qué el dinero llega a dominar nuestra alma y nunca se separa de ella? Hemos
dicho que el dinero se puede cambiar por objetos y servicios, no sólo a corto plazo
sino también en un hipotético futuro, por eso el hecho de poder disponer de él nos
reconforta. E s como tener un almacén lleno de arroz que nunca se estropea. C on
todo, debemos considerar también la otra cara de la moneda: vivimos en un periodo
en que se piensa que es posible comprar cualquier cosa, en que se mide el valor de
una persona en función de su cuenta bancaria. Quien tiene mucho dinero es un
vencedor, quien tiene poco un perdedor.
E n la época E do el rango social se manifestaba en la cantidad nominal de arroz
que producía el propio terreno. E n la actualidad la medida es la cantidad de dinero
que uno posee. E sta situación supone un obstáculo para la tranquilidad del alma,
porque de la comparación con los demás nacen la envidia y el sentido de
superioridad, que están estrechamente vinculados a las pasiones ofuscadoras. C
uanto más dinero se tiene más se desea, cuanto más dinero tienen los demás más
deseamos para nosotros: pensándolo bien, es una forma de esclavitud.
Para vivir serenos, sin ser esclavos dElos deseos, es necesario rehuir los excesos,
mantener la estabilidad. Y aún es más importante no compararnos con los demás
usando un metro de medida falaz. Quien quiera participar en la competición por
acumular quElo haga, pero es triste. No digo que uno deba vivir produciendo de
manera autónoma bienes y servicios para no tener que intercambiarlos por dinero,
pero prestar demasiada atención a esos pedazos de papel nos aleja de la serenidad.
Ejercicio 3
LOGR AR PE NS AR DE FOR MA AUTÓNOMA
El impulso de hacer comparaciones está radicado en nuestro pensamiento
Día a día veo cómo crece mi hijo y desarrolla su personalidad.
Muchos padres tienden a comparar a sus hijos con los otros, a pensar: «É se tiene
más pelo que el mío», «ya gatea», y se preocupan por ello. El impulso de comparar
está radicado en nuestro sistema de pensamiento. «E s más joven que yo y está
haciendo carrera más deprisa». «É se se ha casado ya y yo aún no lo he conseguido»,
por ejemplo. Lo que nos preocupa, lo que queremos, entra automáticamente en el
circuito de la comparación con nuestros semejantes. E n realidad, las preocupaciones
nacen de la comparación, pero, pese a quElo sabemos, nos resulta difícil dejar de
hacerlo.
¿De verdad es posible comparar la felicidad de una persona con la de otra? Muchos
dirán que no, pero en realidad todos acaban comparando ciertos aspectos de su vida
con la dElos demás. Nos consideramos superiores a alguien en algunas cosas, o
inferiores en otras, y ello nos lleva a sentir soberbia o envidia. Y experimentar estos
sentimientos no es nada bueno.
S i quieres hacer una comparación hazla con la persona que has sido hasta ahora
¿Qué podemos hacer cuando nos comparamos sin querer con los demás? R epetirnos
«Y o soy yo, los demás son los demás» es un principio positivo, pero no suficiente
para eliminar los celos, la envidia o la soberbia. El impulso a compararnos parte de
una tentación, de un deseo, de forma que está radicado en nuestro sistema de
pensamiento.
S i de verdad queréis hacer una comparación elegid muy bien con quién hacerlo. No
debe ser otra persona sino vosotros mismos o, mejor dicho, lo que sois en la
actualidad y lo que erais en el pasado o seréis en el futuro. La elección es vuestra.
Tomemos como ejemplo la renta anual: no la comparéis con la dElos demás sino con
la vuestra del año anterior, tratando de comprender si ha aumentado o disminuido.
No podemos envidiarnos a nosotros mismos. S i al final no os sentís satisfechos de
vuestra situación actual haced todo lo posible para mejorarla.
C ompárate con los demás para mejorar
El principio «Y o soy yo, los demás son los demás» no implica abandonar las
relaciones interpersonales; se trata sin más de dar un ritmo interior a dicho
pensamiento y de buscar a alguien quElo comparta. S egún la filosofía budista todos
caminamos solos, por nuestro camino, pero también las personas que recorren el
suyo son importantes. Para poder avanzar de verdad no podemos renunciar a unos
compañeros que nos apoyan y viceversa.
Os haré una pregunta: supongamos que tenemos varios rivales en nuestro puesto
de trabajo; en vuestra opinión, ¿qué tipo de personas son? C reo que si se trata de
personas que siguen nuestro famoso principio no será tan arduo compararse con
ellas.
S i nos esforzamos con todas nuestras fuerzas para obtener buenos resultados,
pero nuestro rival obtiene un récord de ventas, ello representará para nosotros un
estímulo para mejorar y pensaremos: «S i lo ha conseguido él también puedo hacerlo
yo».
C ada uno debe combatir contra sí mismo para influir de manera positiva en los
posibles oponentes. C omparar sólo los resultados generará una competitividad
malsana hecha de desaires e incorrecciones. Antes he hablado dElos hijos: a la luz de
estas reflexiones estaréis de acuerdo conmigo en que es preferible no compararlos
con los dElos demás.
Ejercicio 4
VE R LAS C OS AS S IN PR EJ UIC IOS
C ada uno tiene su par de gafas de colores
¿Habéis oído alguna vez la expresión «mirar el mundo con gafas de colores»? S
ignifica observar las cosas de forma subjetiva, a través de un filtro que presupone ya
un preconcepto, un prejuicio. Pero ¿estamos seguros que quitándonoslas tendremos
una visión objetiva dElos hechos? E n cualquier caso, todo depende de la forma en
que se mira y cada uno de nosotros tiene una propia: ante un mismo cuadro dos
personas distintas tendrán sensaciones distintas. E s imposible mirar las cosas del
mundo sin filtros, pero, pese a ello, muchos piensan que pueden quitarsElas gafas
cuando quieren. Un ejemplo: al leer un artículo sobre un accidente en ciertas
personas prevalecerá la compasión por las víctimas, en otras el deseo de tutelar al
quElo ha causado. Depende de las personas. Todos piensan quEla propia forma de
interpretar la realidad dElos hechos es la correcta. También el autor del artículo lleva,
en el fondo, unas gafas de colores y por mucho que piense quElo ha escrito de forma
objetiva podemos estar seguros de que habrá impreso su matiz de color a las
palabras. Puede que sea un color tenue, pero no por ello deja de ser un color. La
información que transmiten los medios de comunicación debería ser imparcial, pero la
imparcialidad humana tiene siempre algún matiz de color.
A propósito, ¿cuál es, según vosotros, la cosa más difícil de observar sin ningún
filtro? ¿El dinero, quizá? Podría ser, teniendo en cuenta que muchos llegan incluso a
cometer homicidios por esos trocitos de papel. E n ocasiones se intenta negar su
importancia, verlos con las famosas gafas de colores. Pero ésta es precisamentEla
prueba de que su poder mágico nos turba sobremanera. E s realmente difícil verlos
tal y como son.
Fiarse exclusivamente del punto de vista dElos demás es un error
El hecho de no tener confianza en uno mismo no justifica de forma suficiente que nos
basemos siempre en el punto de vista dElos demás. No escucharlos nunca es un
error, pero no pensar con la propia cabeza es aún peor. Pedir consejo es útil, pero no
debemos olvidar quElos que actuamos somos nosotros. No podemos atribuir a los
demás la culpa de nuestros errores pensando: « ¡MElo aconsejó esa persona!».
Algunos actúan además siguiendo ciertas predicciones y después, cuando algo se
tuerce, echan la culpa a los dioses. S omos los únicos responsables de nuestros
errores.
Antes de morir, Buda dijo a sus monjes que a partir de ese momento no debían
recurrir a él sino a sus enseñanzas. Ahora bien, eso no supone que haya que hacerlo
sin reflexionar: hay que seguir los preceptos budistas pensando con autonomía. E so
era lo que Buda pretendía decir. S i tenéis algún problema no hagáis nunca
responsables de ese problema a los dioses o a otras personas.
Tener un punto de vista imparcial
C omo hemos visto, es poco menos que imposiblEliberarse de las gafas de colores.
Además, no es aconsejable ponerse totalmente en manos de otras personas. S
upongo que os preguntaréis: entonces, ¿qué podemos hacer? La respuesta es
aprender a usar las gafas de manera adecuada.
Dado que no podemos observar de forma objetiva las cosas del mundo, lo que
podemos hacer es comprender cuáles son las características de nuestro filtro y
compararlas con las dElos filtros ajenos. R etomo un ejemplo que he puesto con
anterioridad: las sensaciones que os transmite un cuadro son diferentes de las que
percibe otra persona; lo importante no es establecer cuáles son las justas sino
comprender por qué difieren. Al hacerlo comprenderéis poco a poco cuáles son las
características de vuestras gafas de colores y, en consecuencia, las dElos demás.
Ejercicio 5
LAS R ELAC IONE S INTE R PE R S ONALE S NO DE BE N S E R S OFOC ANTE S
Los sentimientos negativos hacia quien no nos gusta
La primera fuente de problemas en el trabajo o en el colegio son las relaciones con
los demás, ya sean superiores, subordinados, colegas, profesores o compañeros. E
stas relaciones son fuente de estrés. ¿C ómo podemos comportarnos para evitarlo? Y
o os propongo que tratéis de desarrollar unas relaciones más «ventiladas». Me
explicaré mejor: incluso en los casos en que de verdad pretendemos establecer una
relación más bien imparcial con una determinada persona, al final no logramos
hacerlo de forma adecuada. S egún sean las circunstancias establecemos quién nos
cae bien y quién no, y no conseguimos mantener la distancia justa. S i pensáis de una
persona que no os gusta que «ni siquiera quiero estar cerca de ella», eso significa que
vuestro espíritu no está sereno. Así pues, hay que buscar la causa de esta turbación y
os aseguro que, en nueve casos de cada diez, ésta es que en dicha persona veis los
rasgos que os caracterizan.
C omprender esto nos permitirá desarrollar unas relaciones interpersonales más
equilibradas.
Para no amarnos sólo a nosotros mismos
Me gustaría hablar ahora de las personas que nos gustan, aquellas por las que
sentimos afecto: en este caso entran en juego sentimientos positivos pero, aun así, el
budismo habla al respecto de dos conceptos fuertemente vinculados a las pasiones
ofuscadoras: el ton (el apego) y el tonyuku (el deseo, la envidia). El amor por una
persona no genera necesariamente sentimientos positivos. C on ello no pretendo
afirmar, desdEluego, que amar sea un error, al contrario. La filosofía budista
reflexiona sobrEla manera en que se dirige dicho amor.
El amor que se manifiesta en forma de piedad o compasión es positivo, pero si se
dirige exclusivamente a nosotros mismos entra en la esfera de las pasiones
ofuscadoras. Pensar de otra persona «Me gusta porque es amable» o «Me gusta
porque es guapa» da a entender que dicho sentimiento no se fundamenta en la
compasión sino en un interés personal. S i esa persona después no se comporta de
acuerdo con nuestras expectativas nos sentiremos traicionados y el amor se
transformará en odio. E ste tipo de amor no aporta, desdEluego, serenidad a nuestra
alma. La naturaleza del verdadero amor no puede ser egoísta, egocéntrica: de ser así
debemos transformar ese sentimiento en amor hacia los demás.
El budismo sostiene que tener un buen amigo es importante, pero no dice que dicho
amigo nos deba gustar a la fuerza: el verdadero amigo es aquel con el que crecemos
de forma recíproca.
Ejercicio 6
LOS S UFR IMIE NTOS NAC E N DEL APE GO A LAS C OS AS MATE R IALE S
S ufrir por las cosas que no van como querríamos
La vida está hecha de sufrimientos y en la mayor parte dElos casos estos sufrimientos
están causados por las cosas que no nos han salido como deseábamos.
E n el budismo se habla de shōrōbyōshi, los cuatro sufrimientos: nacer, envejecer,
enfermar y morir. Unos aspectos de la vida que, en efecto, casi nunca van como
esperamos.
C omo hemos visto, el sufrimiento puede nacer de las relaciones interpersonales:
sufrimos si nuestros amigos o familiares no se comportan como deseamos. Incluso si
lo hacen tendremos siempre nuevas expectativas sobre ellos. E ste esfuerzo de
presionar a las cosas para que vayan como deseamos es fuente de sufrimiento y nos
limita. Debemos ser conscientes de quEla vida no nos sale al encuentro. Lo curioso es
que las personas más serias son las que más sufren debido a ello, porque las más
superficiales pasan con facilidad de un proyecto a otro pensando: « ¡Qué mala suerte!
S i esta vez no ha salido bien, saldrá la próxima». E s evidente que las personas
meticulosas, que se concentran hasta en el menor detalle para que las cosas vayan
sobre ruedas sufren más cuando eso no sucede.
C ambiar la ecuación: todo va como queremos = felicidad
Nuestros cónyuges, padres, hijos y novios son personas diferentes de nosotros. No
podemos pretender que se comporten de acuerdo con nuestros principios y, en
consecuencia, no podemos tratarlos como si fueran simples extensiones de nosotros
mismos. S iempre se ha atribuido suma importancia a poder hacer lo que se quiere, y
considerar a los demás simples extensiones nuestras encaja a la perfección en esta
óptica. E s como si existieran dos ecuaciones: la primera es «todo va como queremos
= felicidad» y la segunda, especular, «las cosas no van como queremos =
infelicidad». Una de las características del hombre contemporáneo es querer acumular
ventajas a su favor, ampliar su terreno de acción, controlar el mayor número de
cosas posibles: objetos, personas, espacios, situaciones. Para vivir con el espíritu
sereno es necesario dominar este impulso y darnos cuenta de que el mundo no va
como queremos nosotros. C on ello no quiero decir que todo debe darnos igual sino
que tenemos que aceptar de manera positiva incluso los acontecimientos negativos.
Observar la relación que existe entre nosotros y el mundo es útil para comprender
qué camino debemos recorrer.
Ejercicio 7
ELIMINE MOS LOS C ÍR C ULOS VIC IOS OS
Hablar mal dElos demás aumenta las energías negativas
A veces, sin querer, hablamos mal de alguien y con ello turbamos tanto el ánimo del
que es objeto de maledicencias como el nuestro, que las pronuncia. S eguramente
habréis hablado mal de un ausente con vuestros amigos. También en el colegio o en
el trabajo hay grupos de compañeros o colegas que se alaban recíprocamente y crean
un enemigo común: hablando mal de él se sienten más unidos. C uando, más tarde,
se agota la maledicencia relativa a una persona apuntan a otra, puede que incluso un
miembro del grupo, incitando de esta forma la curiosidad de todos y provocando una
reacción en cadena. E n ocasiones la pequeña maledicencia se transforma en algo
peor, al punto de que podemos encontrar en internet afirmaciones carentes de
fundamento, a menudo divulgadas sin criterio por individuos que, como no podía ser
menos, permanecen en el anonimato; esto es, precisamente, lo que incita al autor a
hinchar aún más el chisme. S i el destinatario de las maledicencias llega a enterarse
de ellas pensará: «Pero ¿quién es ese que se permite escribir ciertas cosas sobre
mí?» y querrá ahondar en el asunto leyendo todo lo quEle concierne. De esta forma
entrará en un círculo vicioso, porque al final descubrirá quién es el autor y, a su vez,
empezará a hablar mal.
Ni replicar ni polemizar, mejor hacer caso omiso
S i alguien nos coge manía y habla mal de nosotros es mejor no tomárselo demasiado
en serio. R ecibir la ofensa replicando o atacando nos hace caer en un círculo vicioso.
Os lo aseguro: es mejor hacer oídos sordos. ¿De verdad consideráis necesario
conocer los detalles de las maldades con que nos atacan? E s mejor no dejar espacio
al otro para que no se ensañe aún más con nosotros.
Además, existe otra técnica: cortar de raíz la maledicencia.
S ea como sea, para los budistas, no decir mentiras, no hablar mal dElos demás,
pero tampoco adularlos, son preceptos importantes. A los que hayan adquirido estas
reglas de comportamiento les resultará difícil ser objeto de maldades. A veces es
difícil separarse de un grupo de personas que hablan mal dElos demás, sobre todo si
se trata de amigos nuestros, pero es necesario ser valientes y decididos para
comportarnos de forma correcta con todos.
Parte 4
LOGR AR LA FUE R ZA DE NO
TUR BAR NOS GR AC IAS A UN E NFOQUE BUDIS TA DE LA VIDA
Ejercicio 1
LE VANTAR S E TE MPR ANO Y E MPE ZAR EL DÍA E N S ILE NC IO
Administrar el tiempo como los monjes budistas
S i alguien os dijese: «A partir de hoy y por una semana participarás en las prácticas
ascéticas en el templo», ¿cuál creéis que sería la tarea más dura que deberíais
afrontar? ¿No atracaros de comida? ¿La severidad de las enseñanzas budistas? Hay
varias posibilidades. A muchos les cuesta levantarse pronto por la mañana, antes del
amanecer. Os confieso que antes a mí también me sucedía, y que incluso siendo ya
novicio me acostaba tarde. No obstante, un día probé a levantarme muy temprano y
noté que mi alma y mi cuerpo se sentían revigorizados, al punto de que casi me
arrepentí de no haberlo hecho antes. Disponer de tiempo para uno mismo a primera
hora de la mañana, inmersos en la tranquilidad, es un auténtico sanalotodo y nos
permite transcurrir con serenidad todo el día.
Nakagaki Kenijtsu, del Hongaji de Nueva Y ork, me enseñó a levantarme temprano.
E stablecer un ritmo de vida propio empezando por la mañana nos permite trabajar
bien el resto del día.
Puede que os parezca extraño, porque soy monje, pero en el pasado mElevantaba e
iba a trabajar con traje de chaqueta a las nueve de la mañana, como cualquier
empleado. Me decía «A partir de mañana mElevantaré temprano», pero, ya fuera
porque estaba resfriado o porque tenía resaca, el caso era que nunca conseguía poner
en práctica mi propósito de forma constante. Ahora cuido mucho más mi salud y bebo
menos, me acuesto a las once de la noche y mElevanto todas las mañanas a las cinco
y media. Durante el día no tengo sueño, a diferencia de antes, cuando me acostaba
tarde. Otra ventaja dElevantarse temprano es que podemos dedicar más tiempo a
nosotros mismos, y la cabeza funciona mejor. Además, ver cómo la casa se va
llenando poco a poco de rayos de sol relaja el espíritu.
La satisfacción de haber acabado de hacer algo antes de salir
E n cada momento de nuestra vida tenemos cosas que hacer y con frecuencia no
logramos organizarnos para dar prioridad a las más importantes. Paradójicamente, a
los monjes les resulta más fácil, porque todo está preestablecido y no dudamos
sobrElo que debemos hacer y cuándo debemos hacerlo, sólo tenemos que
concentrarnos. E n este sentido, levantarse temprano y dedicar unas horas a nosotros
mismos nos permite ganar tiempo. Antes de salir para ir al trabajo nos sentiremos ya
realizados y durante el día nos resultará más difícil perder la paciencia, porque
gracias a esa sensación de realización nuestro ánimo estará más sosegado. Además,
a primera hora de la mañana todo está envuelto en el silencio y nada puede
turbarnos.
Hoy en día la mayor parte de la gente se acuesta tarde y las llamadas telefónicas, por
ejemplo, se producen después de las nueve de la mañana, nunca de las cuatro a las
siete. S i digo a mis conocidos que por la noche no contesto al teléfono porque me
voy a dormir temprano nadie me dirá nada; al contrario, me felicitarán por mi
determinación. Uno dElos métodos más eficaces para serenar el espíritu es levantarse
temprano y gozar de un poco de tiempo carente casi de distracciones.
Ejercicio 2
TR ATAR DE C OME R ALIME NTOS QUE NOS S E R E NAN
La dieta dElos monjes no es indispensable
¿A qué prestáis atención cuando hacéis la compra? Y o me fijo en la fecha de
caducidad y en el precio, desdEluego, pero también en el lugar de origen del producto
y en el proceso de elaboración.
C omer es una acción fundamental y delicada para el ser humano, dado quEla
ingestión de alimentos incorpora algo a nuestro interior. La dieta budista es sobre
todo vegetariana y muchos piensan que está prohibido comer carne. E n realidad se
dice que Buda estaba comiendo carne cuando alcanzó la iluminación, o mejor dicho,
arroz cocido con leche quEle había ofrecido una joven llamada S ujāta. La leche, como
sabéis, es un producto de origen animal, pero cuando nos la ofrece un creyente hay
que comerla, al igual quEla carne. S egún una leyenda Buda murió tras comer carne
en mal estado quEle habían ofrecido.
Un precepto budista, el fusesshōkai, prohíbe matar a otros seres vivos, pero no
comer carne. Los casos en los que sí lo está son: cuando se asiste a la matanza del
animal, cuando un animal se mata para ofrecerlo a un huésped y cuando dudamos
sobre una u otra eventualidad. E n cualquier caso, se considera maleducado rechazar
la comida que nos ofrecen. Así pues, la cuestión no es lo que comemos sino cuál es
nuestro estado de ánimo cuando lo hacemos. Tenemos que agradecer siemprEla
comida con la que nos nutrimos y no darla nunca por sentado. Los japoneses
hacemos el saludo gasshō y decimos «itadakimasu» («gracias por esta comida»)
antes de comer: se trata de una costumbre que debería exportarse, porque cada
plato que comemos está integrado por muchas formas de vida. Los ingredientes que
vemos en los supermercados están despersonalizados, pero la leche y los huevos, por
ejemplo, son alimentos de origen animal y no debemos olvidarlo.
Una última observación sobrEla palabra «itadakimasu»: literalmente significa
«recibir la vida». Me parece importante divulgar este concepto, incluso entrElos más
pequeños.
Agradecer la comida diaria
S e dice que a los japoneses no nos gusta discutir y que nos encanta trabajar en
grupo. C reo que estos rasgos se deben a nuestro régimen alimentario. C omer de
manera sana, sobre todo verduras, es típico de la dieta budista y contribuye a la
salud corporal y mental. Una comida delicada influye de forma positiva en el alma,
sosegándola.
Muchos estudiosos sostienen que comer filetes aumenta la agresividad.
E n los últimos tiempos se ha desarrollado también en J apón la moda dElos fast
food, los restaurantes donde se come deprisa unos platos de sabores intensos y cuyo
punto fuerte son los precios moderados. C uando tengo prisa yo también como
hamburguesas, patatas fritas y C oca C ola; lo que me asombra en estas
circunstancias es que siempre me olvido de decir «itadakimasu».
J amás debemos olvidar quElo que comemos nutre nuestro cuerpo y nuestro
espíritu: incluso cuando nos parece que no tenemos tiempo, debemos acordarnos de
hacer el gasshō y de decir «itadakimasu», conscientes de quEla comida es un don.
Ejercicio 3
APR E NDE R A PUR IFIC AR EL ALMA GR AC IAS AL BUDIS MO
Un trabajo importante que se realiza en el templo
Desde la Antigüedad los japoneses han considerado la limpieza como algo más que
una simple tarea. E n las escuelas primarias y secundarias los estudiantes son los
encargados dElimpiar las aulas. No se trata tan sólo de una manera dEliberarse del
polvo y la suciedad, sino de una especie de educación espiritual. Los templos de Kioto
tienen unos jardines maravillosos que cautivan a los turistas, pero son a la vez unos
lugares sumamentElimpios dondElos monjes realizan sus prácticas ascéticas siendo
una de ellas, precisamente, la limpieza. Los monjes barren en silencio, muy
concentrados, vestidos con el samue. No es una actividad aburrida, al contrario, y es
tan importante como la lectura dElos sutras.
A propósito de budismo y dElimpieza, debo contaros un hecho curioso: existe una
verdura llamada myōga, que tiene un aroma intenso y que es perfecta para comer
con el sōmen; se dice que quien come demasiada pierde la memoria. S u nombre
deriva del de un monje, S hurihandoku, que despertó justo mientras estaba
barriendo.
Una anécdota sobre el despertar budista
C uando Buda aún estaba vivo, había dos hermanos entre sus monjes: el mayor,
Makahandoku, era un alumno modelo, y el menor, S hurihandoku, era tan
desmemoriado que ni siquiera recordaba su nombre. Makahandoku quería a su
hermano y hacía todo lo posible para enseñarlElos preceptos budistas, pero S
hurihandoku había olvidado ya a mediodía todo lo que su hermano le había enseñado
por la mañana. Un día Buda dijo a S hurihandoku: «Quien sabe que es tonto es la
persona más inteligente del mundo; quien no se da cuenta de su estupidez es la
persona más estúpida». Luego le ordenó que barriera a la vez quEle decía: «Quitar el
polvo; quitar la suciedad». A partir de ese momento, sin importar quElloviese o
nevase, que hiciese caldo o frío, S hurihandoku barrió mientras repetía: «Quitar el
polvo; quitar la suciedad». Un día comprendió que el polvo y la suciedad era lo que
debía eliminar de su alma y de esta forma despertó. C uando murió en su tumba
brotó una planta rara a la que se denominó myōga, quEliteralmente significa
«persona quElleva su nombre sobrElos hombros».
R ealizar hasta el final incluso las pequeñas empresas
A propósito de S hurihandoku, al que todos consideraban un necio y que alcanzó el
despertar, creo que seguir el camino de Buda no significa aprender muchas cosas,
sino realizar una sola hasta el final. S hurihandoku es un claro ejemplo. Así que ¡no
subestiméis la limpieza! E s una práctica importante y en el templo la realizan todos,
tanto los novicios como los ancianos. Y o empecé a hacerla con el mismo espíritu en
casa. Un ambiente perfectamentElimpio serena el alma. E sforzarse a fondo en algo
que produce efectos benéficos, como limpiar los lugares en que se estudia y trabaja,
es fundamental.
Ejercicio 4
POR QUÉ EL R ITMO DELOS SUTRAS E S TAN AGR ADABLE AL OÍDO
Frases para leer en voz alta
Lo primero quEle viene a la mente a un japonés cuando piensa en el budismo son los
sutras. E n la actualidad la gentElos asocia a los momentos tristes como los funerales
o las celebraciones fúnebres, pero en realidad leerlos es benéfico para el espíritu. S e
puede hacer también fuera del templo. E n el pasado cada familia los leía a diario de
lante del butsudan. Mi abuelo, a la venerable edad de noventa y seis años, no
recuerda nada de la crónica reciente, pero sabe recitar perfectamentElos sutras que
declamaba de niño con su familia. R ecientemente he adoptado la costumbre
dEleerlos con mi esposa y mi hijo, tanto los largos y complejos como los más
sencillos, marcando el ritmo y deleitándome con su profundo significado.
Los que quieren iniciar esta práctica con frecuencia no saben por dónde empezar:
basta ir a un templo que promueve esta actividad. S encillo, ¿no?
El contenido dElos sutras es fácil de comprender
Os estaréis preguntando qué hay escrito en los sutras. S on relatos. Algunos piensan
que se trata de unas complejas fórmulas mágicas, como las que se recitan en los
cuentos para ahuyentar a los monstruos, quizá por ello sienten cierto temor. E n
realidad, los sutras contienen las enseñanzas de Buda y de sus discípulos. Fueron
redactadas para quEla gente pudiera profundizar en el conocimiento de la filosofía
budista. ¿Qué hay escrito en ellos?
DesdElos treinta y cinco años (cuando alcanzó el despertar) hasta los ochenta, Buda
viajó por la India enseñando sus preceptos a la gente y lo hizo según el principio del
taiki seppō, es decir, adaptándolos en cada ocasión a las personas que tenía de lante,
ya fueran niños o ancianos. Así pues, sus enseñanzas se han transmitido en formas
muy diferentes, unas más filosóficas, otras más narrativas. La ingente cantidad de
escritos dificulta la elección, de forma que ésta ha correspondido siempre a los
monjes más ancianos. La escuela J ōdo S hinshū considera quElos sutras más
relevantes son los seleccionados por el sumo Honen.
Intentemos escuchar la lectura dElos sutras
C uando era niño pensaba que no tenía ningún sentido leer en voz alta algo cuyo
significado no comprendía. Hace poco que he aclarado mis dudas. Ni que decir tiene
que conocer el contenido es importante, pero me he dado cuenta de que el mero
sonido dElos sutras, su ritmo, emociona y conmueve. Una vez asistí a su recitación en
un templo de la escuela Tendai: era una melodía nítida y clara, sumamente musical y
acompañada de una representación, de forma que parecía estar en un teatro. Por lo
visto se trata de una tradición que se desarrolló en el monte Hiei.
También la escuela dEj ōdo S hinshū tiene una tradición representativa ligada a la
recitación dElos sutras: se trata del bandō bushi de ōtani, que escenifica la figura del
sumo S hinran durante su exilio en la prefectura de E chigo; mientras su barco
afronta las olas él recita el nembutsu. E n la representación una treintena de monjes
simulan el violento movimiento de las olas con el busto e invocan el nombre de
Amida. E s un espectáculo realmente impresionante, conmovedor en su dimensión
colectiva: cuando varias voces leen o recitan un sutra como en este caso, uno tienEla
impresión de percibir la enseñanza de Buda unida a la de sus discípulos.
Así pues, al oír los sutras debéis concentraros en su significado y en su ritmo, que
prende en el alma.
Ejercicio 5
R E PE TIR UNA VE Z AL DÍA: «NO HAGAS EL MAL, HAZ EL BIE N»
La esencia del budismo parece fácil, pero en realidad no lo es.
¿C ómo expresar la esencia del budismo en pocas palabras? Un verso del
Dhammapada que responde a esta difícil cuestión: «No hagas el mal, haz el bien,
purifica tu alma. É sta es la enseñanza de Buda».
El Dhammapada es un texto antiguo formado por unos versos breves que contienen
los preceptos principales de la enseñanza de Buda. E stá al alcance de todos, puede
que su apariencia sea sencilla, demasiado sencilla para expresar la esencia del
budismo. Al respecto os contaré un episodio famoso. Un poeta de la antigua china,
Bai J uyi, se trasladó a Hangzou y fue a visitar a un famoso monje, al quEle preguntó:
« ¿C uál es la esencia del budismo?». El monjEle contestó: «No hagas el mal, haz el
bien, purifica tu alma». A Bai J uyi le pareció una respuesta demasiado sencilla para
un monje de su categoría y pensó que se estaba burlando de él, de manera quEle
dijo: «E so lo sabe hasta un niño de tres años». El monje replicó: «Puede que ni
siquiera un viejo de ochenta años pueda poner en práctica lo que sabe un niño de
tres», y con ello conquistó la estima del poeta.
Poner en práctica pequeñas empresas
El monje tenía razón: no es evidente poner en práctica lo que sabemos. Tratar de no
hacer el mal, esforzarse por hacer el bien, purificar nuestra alma: nos gustaría aplicar
ese precepto porque sabemos que es justo, pero no es suficiente desearlo, debemos
encontrar los motivos para hacerlo en lo más profundo de nuestro corazón. No creo
que haya nadie en el mundo que desee ser malo y odiado por todos; incluso en el
caso de que así sea, no creo quElo desee para sus hijos. C reo que el ser humano
sabe de manera instintiva que viviendo con maldad nunca será feliz. Por supuesto que
es difícil vivir de manera recta, sin hacer daño a nadie, pero no por ello hay que
renunciar a poner en práctica un precepto tan importante como «No hagas el mal,
haz el bien, purifica el alma». Debemos intentarlo.
Vivir con corrección
¿S omos de verdad capaces de no ser malévolos incluso por un brevísimo periodo de
tiempo? C reemos que nos comportamos siempre bien, pero puede que, sin darnos
cuenta, hayamos aplastado un insecto u ofendido a alguien. Incluso cuando
pensamos que hemos hecho buenas acciones, como ceder el asiento a un anciano en
el metro o llevar a la comisaría una cartera que hemos encontrado en la calle,
debemos reflexionar sobre el sentido que atribuimos a esas acciones. Me explicaré
mejor: quizá se trata de actos insignificantes pero a los que, por soberbia, conferimos
una gran relevancia. E star orgullosos del propio comportamiento y desaprobar a los
que no se comportan de la misma manera es síntoma de soberbia. Pese a quElos
versos del Dhammapada son sencillos, el camino quElleva a la purificación del alma
es sumamente difícil. Fracasaremos una y otra vez, pero gracias a estos fracasos
comprenderemos cuál es el buen camino.
R ecordad el significado de esos versos en todos los momentos de vuestra vida.
Ejercicio 6
R E NUNC IAR A LAS C OS AS A LAS QUE E S TAMOS APE GADOS
C uanto más calculadores somos más lejos estamos de la felicidad
Nuestras acciones suceden a nuestros pensamientos y muchos se comportan
siguiendo su propio interés. Os pondré un ejemplo sencillo y concreto: cuando tengo
que comprar algo busco en internet la tienda más económica y también en el
supermercado me gusta comprar los productos que están en oferta. Pero calcular el
propio interés no se aplica sólo a la compra: el niño que no sabe si salir con su madre
o quedarse en casa se pregunta qué será más divertido. También éste es un caso de
intereses personales. E n todas las elecciones que hacemos a diario valoramos qué es
lo que nos conviene. S i una persona lo niega seré el primero en dudar de su
honestidad intelectual. S ería magnífico, pero en el mundo no existen personas así; el
cálculo de la propia ventaja está radicado en nuestra alma. C laro que el ser humano
no sElimita a esto: a lo largo del tiempo ha habido personas nobles que han dado su
vida por la patria, por ejemplo, ignorando sus intereses personales. Pero hoy en día
ya no es así e incluso ciertas cosas que antes no se podían obtener con el dinero
ahora lo son:
cuando el ser humano atribuye un número al valor de un objeto su espíritu se
debilita.
La filosofía budista sostiene que cuanto más deseamos más nos alejamos de la
felicidad: si ganas diez mil quieres cien mil; si tienes cien mil deseas un millón. S i no
se frena la avidez ésta será ilimitada, y el sometimiento a ella nos apartará de la
felicidad. E n la sociedad contemporánea, tan frenética y en constante mutación, no
somos realmente capaces de comprender qué es lo que nos conviene a largo plazo,
nos obstinamos en actuar en función de un supuesto provecho. De nada sirve
negarlo, reconozcámoslo.
Dar a los demás
Tras estas reflexiones sobrElos intereses personales os haré una propuesta: ¿por qué
no intentamos rebelarnos? Liberándonos de un juego como éste podremos mirarnos
con mayor objetividad y brindaremos un poco de sosiego a nuestro espíritu.
Demos un vuelco a la situación: en lugar de ahorrar o gastar para nosotros, ¿por
qué no lo hacemos para los demás? Al tratar dEliberarnos de aquello a lo que
estamos más apegados comprenderemos la profundidad de dicho apego. E n el
budismo existe una práctica denominada fusegyō, que es un principio común a
muchas religiones: ofrecer, renunciar al propio dinero y darlo a quien más lo necesita.
Muchos personajes famosos tratan de desprenderse de sus bienes: después de haber
acumulado un patrimonio fundan asociaciones benéficas en las que se comprometen
en primera persona a dar a los demás. Pienso en los músicos, en las celebridades de
Hollywood, pero también en personalidades relevantes del mundo dElos negocios
como Bill Gates o Warren Buffet. Muchos pasan la primera parte de su vida
acumulando dinero y la segunda empleándolo con fines benéficos. E so no significa
que ganar dinero de forma desmesurada sea un bien, dado quEluego hacemos
beneficencia. Un don hecho con el corazón, incluso si se trata de una cifra
insignificante, no tiene precio.
Así pues, es importante tratar de cambiar de perspectiva y pasar del apego a la
generosidad.
A veces pienso en los padres que se niegan a dejar que sus hijos se vayan de casa,
ni siquiera para viajar. El apego nos hace posesivos y negativos incluso con nuestros
seres queridos.
Ejercicio 7
NO US É IS LAS S IGUIE NTE S PALABR AS :
ME NTIR A, C ONTR ADIC C IÓN, INS ULTO, ADULAC IÓN
Una enseñanza para no causar problemas con las palabras
El budismo identifica diez comportamientos negativos quElos hombres no deberían
tener. No se trata de actos ilícitos punibles por la ley, sino de acciones no virtuosas
que generan ansiedad, preocupación y sufrimiento. R ecordad además quElo que el
budismo señala como alegría o sufrimiento no corresponde a lo que nosotros
pensamos de manera instintiva: la felicidad no se identifica con la diversión, es una
condición de serenidad del alma que carece de dudas; el sufrimiento no es ni el
tormento ni la amargura sino una condición de inquietud del alma, que vaga en la
oscuridad de la duda.
DElos diez comportamientos negativos hay que prestar una atención especial a las
cuatro acciones negativas que se realizan mediantEla palabra. Os propongo que las
analicemos juntos.
Mōgo: mentir
S i mentimos nuestro corazón sufrirá, nos sentiremos turbados y nuestro espíritu se
atormentará con el arrepentimiento. La máquina de la verdad pone en evidencia los
cambios físicos que genera la mentira, como el aumento dElos latidos del corazón,
típico de un ánimo inquieto. Las mentiras nunca son buenas, en ninguna situación. S i
caemos en ello es mejor confesar, pedir disculpas y remediar nuestra acción no
virtuosa.
R yōzetsu: contradecirse
C ambiar por completo lo que hemos dicho en un primer momento tampoco es un
comportamiento virtuoso. El problema no radica tanto en quElo que hemos dicho sea
cierto o veraz sino en el hecho de haber dicho una cosa y sostener después lo
contrario. E s típico de las personas que se pronuncian en función de las
circunstancias, y ser coherentes es importante. S i nos contradecimos continuamente
perderemos credibilidad y nos quedaremos aislados. Un ejemplo de ryōsetzu que, en
mi opinión, se puede aplicar a muchos, es el jefe que se contradice sin cesar, que
imparte ciertas instrucciones a sus subordinados por la mañana y por la tarde las
cambia. ¿Os suena?
Akku: proferir palabras vulgares o hirientes
Afirmar que alguien es un poco tonto no es una mentira, pero es en cualquier caso
una acción no virtuosa, porque hiere al que es objeto de dichas palabras. Y no sólo
sufrirá por ellas el interesado, sino también quien las pronuncia y quien las escucha.
¿C ómo podemos sentirnos bien hablando mal dElos demás? E s de muy mal gusto. C
ompartir con un grupo de amigos el placer de criticar a alguien que no está presente
es un comportamiento negativo. Además, estoy convencido de que causa inquietud al
alma.
Kigo: adular
Un comportamiento frecuente consiste en elogiar a nuestro interlocutor con palabras
melifluas, que en realidad no pensamos, para aprovecharnos de él. S upongo que no
pensaréis que adular a una persona para obtener un provecho personal es una acción
virtuosa. Al contrario. E ncontramos un ejemplo de kigo en el cuento «El traje nuevo
del emperador», en el que un emperador vanidoso encarga a dos tejedores, que en
realidad son unos estafadores, quEle confeccionen un traje con una tela mágica,
quElos necios no pueden ver. C uando aparece en público, a todas luces desnudo,
nadie se atreve a decirlEla verdad, todos prefieren hacer como si nada y alabar su
elegancia. S ólo un niño inocente tiene el valor de gritar « ¡E stá desnudo!»
rompiendo con ello el clima de hipocresía.
E stas cuatro acciones de la palabra están relacionadas entre sí. Podemos evitarlas
prestando atención a lo que decimos cotidianamente.
Ejercicio 8
LA TUR BAC IÓN DELOS «TR E S VE NE NOS » E S LA PR IME R A DE LAS TR E S
PAS IONE S OFUS C ADOR AS
Quejarse no da buenos frutos
C uando algo no nos gusta o no va como quisiéramos lo primero que hacemos es
quejarnos. Las quejas nunca han resuelto nada. Una cosa es pedir consejo a un
amigo en relación con un determinado problema o situación y otro no dejar de
lamentarnos: es deprimente para el que nos escucha. E n la filosofía budista la queja
se considera la incapacidad de comprender, de no valorar de forma correcta.
C uando no comprendemos por qué nos encontramos en cierta situación nos
quejamos, luego echamos la culpa a otro y hablamos mal de él porque nos falta la
capacidad de evaluar de forma correcta las cosas. Y todo esto puede desembocar en
la ira.
E n cualquier caso, el budismo exhorta a no quejarse, pese a que muchos piensan
que es una forma de desahogo. Quejarse es contraproducente: no es una manera de
evitar los arrebatos de cólera sino de nutrirlos.
El apego a los «Tres venenos» es muy poderoso: son hierbajos difíciles de arrancar
de raíz. Quejarse equivale a abonarlos, haciéndolos crecer aún más.
Tratemos de pensar que quejarse es una pérdida de tiempo
El que suele protestar por esto o aquello piensa quEla queja es un mal necesario. E n
realidad es sólo un mal, y el mal se caracteriza porque se expande. No obstante, hoy
en día ya no se piensa en términos de mal o bien, sino de desventaja o ventaja.
Debemos esforzarnos para pensar que quejarse es una pérdida de tiempo: podemos
disfrutarlo mejor haciendo cosas más útiles. Además ver siemprElas cosas que nos
suceden de forma negativa nos impide resolver los problemas. Por último, las
personas que protestan acaban siendo apartadas por los demás tarde o temprano y
se quedan solas. S i necesitáis un consejo pero la persona a quien sElo pedís piensa
que al final encontraréis sin duda algo dElo que quejaros dejará de ofrecéroslo y sElo
dará a otra persona disponible y feliz de seguirlo. Las personas que se quejan
siempre dejan escapar unas ocasiones preciosas. ¡No os quejéis y sonreíd a la vida!
Ejercicio 9
LA IMPOR TANC IA DE VIVIR R E S PE TANDO LAS R E GLAS QUE NOS HE MOS
IMPUE S TO
Debes poner en práctica con convicción todas las reglas que hayas establecido
Lo que me gusta del budismo es la libertad, el hecho de que no hay sermones
impuestos. Una persona sabia no indica por necesidad cuál es el camino justo. E
quivocándonos aprendemos, somos nosotros los que debemos recorrer nuestra
senda, conscientes de que es la justa. E sto es, en mi opinión, el budismo: para hacer
caminar a alguien hay que tenderlEla mano. Lo único que hay que hacer es esperar a
quEla persona en cuestión empiece a tratar de averiguar cuál es su camino. E sta
independencia en las decisiones es importante en todos los aspectos de la vida:
afrontar algo por propia iniciativa es preferible a cualquier imposición. Por ejemplo,
las notas de un niño que estudia mucho pero de mala gana serán distintas de las del
que estudia porque quiere estudiar, porquEle gusta. S uperar de forma brillantElos
exámenes sólo porque nos ayuda un profesor privado nos impedirá aprender a
resolver solos los problemas, de forma que tendremos que apoyarnos siempre en
alguien. S i aprendemos a arreglárnoslas solos desde niños, a pensar con nuestra
cabeza, sabremos enfrentarnos después a cualquier situación, nada nos turbará. C on
ello no quiero decir que nunca se debe tener en consideración la opinión dElos demás:
hay que saber escuchar, compararse y, en consecuencia, elaborar el propio punto de
vista.
Los preceptos sirven para gobernarnos a nosotros mismos
También en el budismo hay preceptos que observar. Los más importantes son:
Fusesshō: no matar seres vivos
Fucchūtō: no robar
Fumōgo: no mentir
Fujain: no cometer adulterio
Fuinshu: no beber alcohol
S e trata de unos preceptos que todos los seguidores del budismo deberían
respetar, pese a que no existen castigos para quien no lo hace. Lo importante es
decidir solos que debemos respetarlos, porque seremos nosotros los que nos
beneficiaremos de ello.
Por ejemplo, cuando cometemos un error y no lo admitimos y pedimos disculpas,
decimos una mentira, pensado que con ello quedamos bien. Pero luego pensamos «
¡¿Qué he hecho?!» y nuestra alma se inquieta. Puede que, pasado el tiempo, creamos
haberlo olvidado, pero luego la sensación de inquietud volverá.
Los preceptos no sólo deben ser respetados porque fueron dados por Buda, debe
ser una elección nuestra; respetarlos y si no lo hacemos debemos aceptar las
consecuencias. S ólo así adquiriremos la capacidad de afrontar la vida con calma y
seguridad.
Parte 5
LAS R E S PUE S TAS PAR A VIVIR S IN
E S TR É S S E E NC UE NTR AN E N EL BUDIS MO
Ejercicio 1
LA S ABIDUR ÍA DEL BUDIS MO C OMBATE EL E S TR É S DE NUE S TR A É
POC A