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No a la violencia 

es tanto una ideología como una práctica ético-política que rechaza el


uso de la violencia y la agresión, en cualquiera de sus formas. Se opone al uso de la
violencia como medio (método de protesta, práctica de lucha social, o como respuesta
a la misma violencia) y como fin (por ejemplo, para lograr un cambio social o cambio
político porque considera que todo acto violento genera más violencia). Se trata de
una opción alternativa que pretende "humanizar" la sociedad, apostando y valorando
el poder de la vida ignorar ni prevenir los conflictos. Desde esta perspectiva, la
obtención de los logros en la lucha social es posible porque considera que el poder de
los gobernantes no es eterno ni indestructible sino que depende del respaldo social,
consentimiento de la población. La acción no violenta busca disminuir ese poder,
cuando considera que se ejerce injustamente, retirando el consentimiento y la
cooperación.
La metodología de acción personal y social basada en la «no violencia activa»,
promueve una actitud social y personal frente a la vida, que tiene como herramientas
principales de acción conjunta y conducta personal y social:

 El rechazo y vacío a las diferentes formas de discriminación y violencia.


 La no-colaboración con las prácticas violentas.
 La denuncia de todos los hechos de violencia y discriminación.
 La desobediencia civil frente a la violencia institucionalizada.
 La organización y movilización social, voluntaria y solidaria.
 El apoyo decidido a todo aquello que favorezca la no violencia activa.
 La superación de las raíces de la violencia en uno mismo, el desarrollo de las
virtudes personales y de las mejores y más profundas aspiraciones humanas.
Según esta metodología, la acción por la transformación social no se opone a la acción
por la transformación personal. Por el contrario, se las entiende como íntimamente
vinculadas proponiendo un accionar simultáneo por superar tanto la violencia social
(externa) como la violencia personal (interna). En este sentido, se podrían citar como
métodos noviolentos los siguientes:
Uno de los problemas que identifican profesionales de los Departamentos de
Consejería Estudiantil (DECE) es la falta de corresponsabilidad de padres al momento
de atender en los planteles educativos situaciones de violencia en las que están
involucrados sus hijos.

Esto se registra tanto en establecimientos públicos como privados y por ello el Ministerio de
Educación tiene, entre otros programas, Educando en Familia, una iniciativa que apunta a
capacitar a los padres en problemáticas presentes en el sistema educativo.
La violencia entre pares (estudiantes) es, según la Subsecretaría de Educación de la Zona 8
(Guayaquil, Durán y Samborondón), la de mayor incidencia con 792 casos denunciados en la
Fiscalía entre el 2017 y lo que va del 2018.
Le sigue el acoso escolar o bullying, que contabiliza 175 casos en ese mismo lapso.
Sobre la violencia estudiantil, el ministro de Educación, Fander Falconí, señala que esta
cartera trabaja en los ámbitos de prevención, restitución de derechos y sanciones.

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