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Resumen segunda parte

En la pequeña ciudad había tres castas claramente separadas entre sí, como
compartimentos estancos: los soldados rasos y los cabos, juntamente con los
jornaleros, los pescadores, los albañiles, los barrenderos y otros semejantes,
eran el proletariado. Los suboficiales y sargentos, con los obreros
calificados, los pequeños comerciantes y los oficinistas, eran la clase media.
La clase alta, la aristocracia, consistía en los magistrados y el clero. El
conjunto de la vida social de la ciudad estaba organizado de tal manera que
ninguno de estos tres grupos podía mezclarse con los otros. Había cafés para
soldados, para sargentos y para oficiales, y burdeles para cada uno de los tres
grupos.
A Barea le proponen trabajar en el cuartel como ayudante del Sargento
Cárdenas, que es suboficial y subayudante del regimiento el acepta y debe
aprender como manejarlo dependiendo de ciertos oficios en un primer
momento encargarse de la economía y todo dependiente a ello. Llevar la
contabilidad. El estado de cuentas se manda al tribunal de cuentas,
importancia del comprobante. Corrupción dentro del ejército. Tener
justificante. Subasta y corrupción e Caballos. La compañía de los soldados
estaba prohibida para mí. En el ejército español se mira con malos ojos la
intimidad entre sargentos y soldados y aun cabos. Tampoco se mira bien que
los oficiales intimen con los sargentos; les pueden guardar una estimación
oficial, pero sin saltar la barrera que divide ambas clases. COMPARTIA
HABITACION CON OTROS TRES SARGENTOS. 24 AÑOS Existían aún
dos caminos potenciales, mucho más de acuerdo con mis deseos; pero ambos
tan difíciles de realizar que eran prácticamente imposibles: yo hubiera
querido ser un ingeniero mecánico o un escritor. Escuela técnica de jesuitas
en Madrid trabajaba en un banco. Las organizaciones obreras no toleran
aprendices de veinticinco años y, menos aún, aprendices que paguen por
aprender. Cuando se publicó el segundo de los cuentos, mi vecino en las
buhardillas, Rafael, el hijo de la cigarrera, me llevó un día al Ateneo para
presentarme a los grandes maestros de la literatura española. Rafael era el
barbero del Ateneo- Así que tú quieres ser un escritor? Pues, te daré unos
cuantos con sejos. En España, ser un escritor es hacer oposiciones a muerto
de hambre. La única manera de ganar dinero escribiendo, es escribir teatro o
pornografía. Mejor dicho, no hay más que una manera de ser escritor. ¿Qué
autor de los vivos te gusta más? Emilio Carrére. círculo más aristocrático era
el del Café de Castilla, presidi do por don Jacinto Benavente, que estaba
entonces en el pi náculo de la gloria como dramaturgo. ranja, un café con
un techo bajo, paredes y gruesas co lumnas cubiertas de paneles de madera

.
de un ocre ligero, . Alfredo Cabanillas me llevó al viejo Fornos, un café
donde iban maletillas aprendices de torero y la morralla de cómicos y
literatos. Allí se sen tía uno como en una casa de locos. Discutían a gritos
los últi mos ensayos en arte y en literatura. Se recitaban unos a otros trozos
de verso. Existía entonces un centro cultural en Madrid, la Institución Libre
de Enseñanza, que había fundado Giner de los Ríos. seguir en el ejército era
perder mi propia estimación para siempre. Por otra parte, el licenciarme era
enfrentarme con la miseria. Pesco una murena que le pagaron 30 pesetas

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