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Dostoieyski y el parricidio * En la rica personalidad de Dostoievski podemos dis- tinguit cuatro facetas: el poeta, el neurdtico, el mora liste y el pecador. ¢Cémo orientarnos en esta intrinca- da complicacién? Por fo que al poeta se refiere, no hay lugar a dudas Tiene su puesto poco detrés de Shakespeare. Los her- manos Karamazof es la novela més acabada. que jamés se haya escrito, y el episodio del gran inquisidor es una de las cimas de la literatura mundial. Por desgracia, el fndlisis tiene que rendir las armas ante el problema del poeta. "El aspecto més accesible de Dostoievski ¢s el de mo- ralista. Cuando se le quiere ensalzar como hombre mo- tal, alegando que s6lo quien ha atravesado los estratos mis profundos del pecado puede alcanzar el culmen de tk moralidad, se olvide alga muy importante, Moral es uien reacciona ya contra Ia tentacién percibida en. su fuero interno y no cede a ella. Aquel que, alternativa- + Publicado en 1928. 24 Psicoanilisis del arce ‘mente, peca y_ se plantea luego, movido por el remordi- rmiento, elevadas exigencias motales se expone al repro- che de faclitarse demasiado las cosas. He eludido el mandato esencial de Iz moralidad —la renuncia—, pues Ja observancia de una conducta moral es un interés prictico de la Humanidad. Nos recverda a los bétbaros de la emigracién de los pueblos, que mataban y bacian Juego penitencia por ello, convittiendo as{ Ia penitencia en unt téonica destinada’ a hacer porble ef homicdio Ivén el Terrible no obraba de otro modo, y esta forma de conciliar Ia conducta personal con la moralidad ¢s, incluso, un rasgo caracterfstico del alma rus. ‘Tampoco el resultado final de Ia Tucha moral de Dos- toievski es nada Toable. Después de Inchar desesperada- ‘mente por conciliar las aspiraciones instintivas del in- ividuo con Tas exigencias de la comunidad humana acaba sometiéndose a la autoridad seglar y a la ecle tica, venerando al zar y al Dios de los cristianos y pro: ughando un estrecho nacionalismo ruso, actfiud a lr que otros espiritus mis delemables han Megado con mucho menor efuers, ee Ste es ef punto débil de la magna personalida Dostoievski: no quiso ser un maestro y un libertador de Ia Humanidad y se situd al lado de sus carceleros. El porvenir cultural de la Humanidad tendrf’ muy poco que agtadecerle, No seria acaso dificil demostrat que su neurosis le condenaba a tal fracaso. La elevacién de su inteligencia y la fuerza de su amor a la Humanided abriana su vida otto camino distinto: el camino del apostolado. Pero también, contra la idea de considerer a Dos toievski como un pecador o un ctiminal, se alza en nos- ‘otros tna violenta resistencia, que no tiene por qué fun- datse en ln eotinacin vulgar del criminal. No tardamoe fen descubrir el verdadero motivo: el criminal integra dos rasgos esenciales: un egotismo ilimitado y una in- tensa tendencia destructora, siendo comin a ambos y pemisa de sus manifestaciones el desamor, la falta. de vvaloracién afectiva de los objetos humanos. Dostoievski Dostoievski y el pastcidio as ‘atraiia, por el contrario, una gran necesidad de amor y una enorme capacidad de amor que se evidencia en ma- nifestaciones de_suprema bondad y le permite amar y auriliar, incluso en_ocasiones en las que era innegable su derecho al oo y ala vengnza: por ejemplo en sus relaciones con su primera mujer y con el ainante de la misma. Nos preguntaremos entonces de dénde nos viene fa tention de iclur a Dostoievskd entre fos criminals, Sauna a Ja eleccdn de sus temas litearcs, en Ia ‘prefiere los caracteres egofstas, violentos y asesinos Tp-oue indice 1s cxtsre jes inclinaciones en su fuero interno, como igualmente alguios hechos reales de su vida, tales como su pasién por el juego, y acaso el haber abusado sexualmente de una muchacha impiber (confesi&n) '. La contradiceién se resuelve por el descu: brimiento de que el fortisimo instinto de destruccién de Dostoievski, que hubiera hecho de él fécilmeme un cri minal, aparece orientado esencialmente en su vida con- ‘ta su ptopia persona (hacia adentro, en lugar de hacia ‘afuera) y se manifiesta asi como masoguisimo y senti- ‘miento de culpabilidad. De todos modos, su persona conserva rasgos sédicos suficientes, que se manifiestan en su irtitabilidad, su gusto en atormentar y su intole- ancia incluso contra personas queridas. Era, pues, en las cosas pequefias, sédico hacia afuera, y en las de més aleance sédico hacia adentro, 0 sea, masoquista, esto cs, un hombre benigno, bondadoso y auailiador. ‘De la complicacién de personalidad de Dostoievski hhemos extraido tres factores: uno cuantitativo y dos cualitativos.. Su_extraordinaria_afectividad, la_disposi- eiéa iva perversa que habla de hacer de él un sédico-masoquista o un criminal, y sus dotes artisticas, inanalizables. Este conjunto podria existir muy bien sin neurosis. Hay, en efecto, masoquistas completos no neu- roticos. Conforme a la relacién de fuerzas entre las cexigencias instintivas y las inhibiciones a ellas contra ppuestas (exceso de los caminos de sublimacién dispo- nibles) podsla ain clasificarse a Dostoievski dentro de Jos llamados . Pricticamente, esta distincién significa que quien padece Ia primera es un enfermo del cerebro, y quien padece la segunda, un neurétco. En el primer caso, la vida animica sufte una perturbs- cién jena a ella y'provedente del exterior; en el segut do, Ia perturbacién es una manifestacién de Ia vida Es muy probable que la epilepsia de Dostoiewsii fue segundo género. Pero no es hacedero pro- Barlo Figurosamente, pues tendriamos que poder insettar Ja primera apariciGn y las oscilaciones posteriozes de Jos ataques en el conjunto de su vida animiea y no po- seemos datos bastantes para ello. Las descripciones de Jos ataques mismos no nos ilustran nada, y las noticias «que poscemos sobre las relaciones atte fos atagues. ¥ las vivencias del sujeto son insuficientes y a veces con tmadictoris. Le hipstesis més verosimil es la de que los ataques comenzaron muy pronto, ya en la nifer de Dostoievski, siendo primeramente representados por sintomas benignos y adoptando luego la forma epilép- tica, cuando, a los dieciocho afios de edad, sufi el sujeto la conmocién de una terrible vivencia: ol ascsinato de su padre. Serfa muy adecuado que durante el tiem- po de su encarcelamiento en Siberia hubieran remitido por completo los ataques; pero ottos datos contradicen tal hipdtesis!. La indiscutible, relacién existente entre el asesinato del padre en Los bermanos Karamazof y el destino del padte de Dostoievski ha sido recogida ‘por iGgrafo y Jos ha movido a referire a «une acidn psicoldpica modernan. El psicoandisis, clerta Destoievskl y el partcidio 29 pues a 41 se alude con tales palabras, tiende a yer en ste suceso el trauma mis grave, y én la reaccidn de Dostoievski a él, Ie piedra angular de su neurosis, ~-Abora bien: al tater de sentat_psicoanalitica ‘mente esta resis temo resultar incomprensible a los lee: tores poco o nada familiarizados con las doctrinas y la terminologia de nuestra disciplina. “Tenemos un punto de partida seguro. Conocemos el sentido de los primeros ataques de Dostoievski en sus ‘ios jévenes, mucho ani lepsia>,, Estos a if didos de accesos de miedo a morir, y consistian en es- tados de suefio letirgico. La enfermedad se_apoderé de @inicsimente, siendo ain un nfo, bejo Ta forma de tuna profunda ‘melancolia repeniina inmotivads; un sentimiento —segdm el mismo Dostoievski cuenta luego 4 sa amigo Solowjoff— como si fuera a morirse al ins tante, y, efectivamente, a tal sentimiento seguia un es tado andlogo a la verdadera muerte. Su hermano Andrés cuenta que ya en afios infantiles Fedor solia dejar al Jado de su cama, antes de scostarse, una nota en la que expresaba su temor de caer durante la noche en un es- ado letdrgico andlogo a la muerte, y rogaba que si asi sucedfa no le enterraran hasta pasados cinco dias (Dos lojewsky am Roulette, introduc, pg. Lx). ‘Conocemos. el. sentido y_la_intencién de tales_ataques ‘identificacién_con “a la que se desea la muerte, Este imo_caso es el mis importante. El ateque tiene en- tonces el valor de un castigo, El sujeto ha deseado * otro la muerte, y ahora es el aquel otto y esté muerto. En_este punto. sienta. el psicoandlisis_Ja_afirmacién de que tal oo es, regularmenté, para cl rio su propio Padre. Fl ataque —Ilamado histérico— es, pues, un futocastigo por el desco de muerte contra el padre oiado. EL parricidio es, segin. inverpretacién. ya conocida, el crimen capital y ‘primordial, tanto de la Homanided 20 Psicoundlisis del erxe come del individuot, Desde luego, e& Ia fuente prin pal del sentimiento de culpabilidad, aunque no sabemos Sila nies, pues las investigaiones no. ban ‘podido de terminar con seguridad el otigen psiquico de la culpa y de la necesidad de rescatarla. Pero tampoco es preciso que sea, en efecto, la vinica. La situacién psicolégica es complicada y precisa de aclaracién, a relacién del nis con su padre es una ambivalente. Ademés del odio que quisiera su adre como~a un enfadoso rival, existe, regufarmente, ‘Gerta_magnitud de carito hacia A. Amba actitudes Seg cee ee eee ee dee EV sujto quisiera hallase en el Iugr del padre porave le admira; quisiera ser como él y quisiera, al_ mismo tiempo, suprimirlo. Ahora bien: toda esta evolucién tro ppieza con tn poderoso obstéculo. En an momento dado, el nifio llega a comprender que la tentativa de suprimir al-padie como-a un rival seria caitigada por aquél con Ticastracidn, ¥ asl, por miedo. a la castracién, esto es, por interés de conservar su virilidad, abandona el deseo de madre y suptimir al padre. En cuanto anece conservado en lo inconstiente cons del sentimicnto de_culpabilidad. a auestro juicio, procesos normales, el destino xrmal del lamado complejo de Edipo. A ello vamos a afiadir ahora un complemento importantisimo. Use complicacin, mis sige. cud en el nfo se halla intensamente desarrallado.aquel factor_al_que mos Entonces, ante la ame iad por obra de Ia castracién, se tsar_una salida por el lado de i font i el Tut de made yadoptando su. papel de objeto er6tico pasa con el pa- die, Pero el misdo «la castracon hace tambien impo sible esta solucién. El sujeto comprende que también Thabr& de someterse a la castraciOn si quiere ser emado, como una mujer, por el padre. De este modo, ambo: ‘mpulsos, el odio al_padre y ef enamoramiento del p ct iben a In represién. Una diferencia psicolégica Donoiewski y el parrcidio za se disefia, sin embargo, en este punto, pues el odio. al padre 5 abandonado a causa del miedo «un peligro ‘exterior (la castracién), en tanto que el enamoremiento 5 tratado como un instintivo interior, que, de “todos mods, se reduce, en el fondo, de nuevo al mis- ‘mo peligro exterior, ‘To que hace inadmisible el odio al padre es el miedo al mismo; Ia castracién es temerosa, tanto en calidad de castigo como en calidad de del amor. De los dos factores que teprimen dl odio al padre, el primero, el miedo directo al castigo ya la castracién, puede set ‘alificado de normal, mientras que la intensificacién pa- ‘t6gena_parece set aportada por el otto factor, e] miedo ‘Ja actitud femenina. Una intensa disposicidn bisexual las condiciones o uno de los refuerzos de fodeinos estar casi_segusos de que Dos afiaba tal disposiciSn, -manifiesta en la importancia que tuvieron en su vida las amistades as (homasexuldad_ Teen), ex ‘su conduca gularmeate carifosa para con sus rivales en amor y en, su excelente comprensién de_situaciones sélo exp cables por una homosexualidad reprimida, como lo prue ban miltiples pasajes de sus novelas. Lamentaré —pero no estd en mi mano remediarlo— que estas consideraciones sobre el odio y el amor del sujeto infantil con respecto a su padre y las modifice ciones experimentadas por tales sentimientos bajo el in- flujo de la amenaza de castracién parezcan repulsivas © inaceptables a los lectores poco familiarizados con el psicoandlisis. Esperamos incluso que precisamente el compleo de eastacin haya de topesar con la repulsa wen energia Pero no podemos menos de insistir con méxime ‘en que la experiencia psicoanalltica deja fuera de toda duda estas. circunstancias y nos hace ver en ellas 1a clave de toda neurosis. Habremos, pues, de in- tentar_aplicarla también a la. pretendida epilepsia de -biestr0_ poets, TLas consideraciones que preceden no agotan, desde fuego, las consecuencias de la represién del odio al pe- mm Psicoandlisis del arte dre en el complejo de Edipo. A ellas hemos de agregar afin que la identificacién con el padre acaba por con- Gqlstarse vn. pucsto permanente en el yo. Es acopida en el yo, pero se enfrenta cn él, como una instancia especial, a su contenido restante. A esta nueva instancia Sexe d eens cl reals ees aad lea bimos, como heredera de la influencia del padre, im- portantisimas funciones. Si el padre fue severo, volento y crue, el snperyo ‘toma de él estas condiciones, y en su relacién con el yo ps aestablens aqutlla resipatsrl coc prectasienic abla joe ae Fee ae ee ea fete ete eee estos eet pee 2n-el fondo. Férmase en el yo una magna necesidad de “atlgo due peamunss, eo pars, como tl a doposidn del Bestino encuentra, en pate sasfccin en el male atest eae edt esatiatis ude cechereiceal) Todo eastige cy, en at Tondo, la exstacin, 9, como tal el cumplimicnto de la antigua actitud pasiva con tes- oat ol pat Reacbere Dearest tesla ltimo término, una ulterior proyeccién del padre, Los procesos normales de la formacién de la con- ciencia han de ser andlogos a los anormales antes descri- tos. No hemos conteguido ain fijar las fronteras entre unos y otros, Se observaré que adscribimos méxima participacién en el desenlace a los. componentes pasivos, 0 sea, a la feminidad reprimida. Ademas, ha de ser muy Tiofaattaiiay conn factar accent cl heck ale goer , ya siempre temido, sea también especialmente violento en la vida real. Asi sucedié en el caso de Dos- toievski, y el hecho de su extraordinario sentimiento de ilidad, ssi como su conducta masoquista en Ia fda, podemes referitlo a un intenso componente fe- ‘Asi, pues, la f6tmula correspondiente a Dostoievski sera ésta: un sujeto de disposicién bisexual particular- mente intensa, que puede defenderse con singular ener- ia contra su dependencia de un ialmen- aia cont depe padre especialmen: Dostoiewski y el puricidio 23 Esie cardcter de la bisexuslidad lo afiadimos a los com- ponentes de su personalidad antes fijados. El sintoma temprano de los «ataques de muertes se nos explica asf como una identificacién con el padre, tolerada por el super-yo con un fin punitive. «Has querido matar a tu padre para ocupar ti su lugar. Pues bien: ahora eres td el padte, pero el padre muerto.» Tal es el mecanismo corriente de los sintomas histéricos. «Y, ademés, ahora el padte te mata a ti» Para el yo, el sintoma de le muerte es Ia satisfaccién imaginativa del deseo masculino y al mismo tiempo una satisfacciin masoquista. Pera el super-yo es una satis faccién del impuko puniiv, 0 oe, una saisfccn of ica. Ambos, el 0 y el supero, siguen desempefan ¢l papel de padre. at . En conjunto, la relacién entre la persona y el objeto Paterno se ha transformado, conservando su contenido, fen una relaciGn entre el yo y el super-yo, constituyen- do una reposicién de la misma obra en un nuevo esce- Tales reacciones infantiles, emanadas del complejo de Edipo, pueden extinguirse cuando In realidad deja de aportarles alimento, Pero el cardcter del padte sigue sien- do el mismo, e incluso empeora con los_afios, y de este ‘modo también perdura en Dostoievski el odio al padre, su deseo de muerte contra aquel padre cruel, Ahora bien: es harto peligroso que la realidad Uegue a cumplir tales descos reprimidos. La fantasia se hace asi realidad, y todas las medidas defensivas quedan re- forzadas. Los. ataques de Dostoievski toman_entonces, fcter epiléptico, siguen entraiiando el sentido de una identificacidn punitiva con el padre, pero se hacen més ‘temerosos, como terrible ha sido la muerte del padre mismo. Lo que no podemos adivinar es qué otro con- tenido pariclamente de orden sexual, hubo de gre garse 2 ellos. 19s algo en extremo singular: en el aura del acceso el sujeto vive un instante de méxima felicidad, fSjado acaso por el sentimiento de triunfo y de liberacién 224 Pricoandlisis del arte emergentes al recibir la noticia de la muerte, al que si gue en el acto el castigo, tanto més cruel. Una tal sen- sacién de triunfo y duelo, alegefa festiva y duelo, la ha Ilamos también repetida entre los hermanos de la horda primordial, que, después de matat al padre, lo vuelven a hallar en ia ceremonia de la comida totéiica, Si fuera cierto que Dostoievski no sufrié ataque ninguno mientras ‘estuvo en Siberia, ello confirmaria que sus ataques eran su castigo, no necesiténdolos, por tanto, mientras suftia coffo de distinto género, Pero esta circunstancia resulta indemostrable. Esta necesidad de castigo de Ja economia psiguica de Dostoievski explica més bien que pudiera atravesar sin grave quebranto tales afios de miseria y hu: mllaciones. La condena de Dostoievski como delincvente politico fue injusta: Dostoievski tenia que darse cuenta de ello; pero acept el castigo inmeiato que cl zr (el padre ito) le imponia, como sustitucién del castigo al que su pecado contra su verdadero padre Je habia hecho. acree- Gor, En lugar de entregarse al autocastigo se dejé cas tigar por el representante del padre, En este punto Vislumbramos una parte de la justificacién psicoldgica de las penas impuestes por la sociedad. Es indudable que grandes grupos de delincuentes piden y ansfan_ el castigo. Su super-yo lo exige y evita asf tener que im ponerlo por si mismo. ‘Quienes conocen los complicados cambios de sentido de los sintomas histéricos comprendersn que no em- prendemos aqu{ una tentativa de descubrir mas alla de este punto inicial el sentido de los ataques de Dostoiey. ski®. Ya es bastante poder suponer que su. sentido original permanecié inmutable detrés de todas las estra- sifeaciones ulteriores, Podemes dct que, Dosoieski no. se vio jamés libre de remordimientos por su primi- ‘iyo propésito.parricida. Teles remordimientos deter. minaron también su actitud en los otros dos. sectores cn fos que la relacién paternofilial da la notma;_esto 3, ante la autoridad estatal y ante la creencia en Dios, En al primero leg una plent suis al pete as cl cual habfa representado con él una vez, en la reali- Destoievski y el paticiio Bs dad, la comedia de la muerte que sus ateques le represen- ‘teban con tanta frecuencia. La penitencia logré en este punto un predominio absoluto. En_el terreno religioso Ie quedé mayor libertad, Segin informes de cierta ge- rantia, oscilé durante toda su vida entre la fe y el ateis- mo. Su gran inteligeacia le hacia imposible ocultarse las grandes dificultades mentales que suscita la fe. Repi- tiendo individvalmente una evolucién histérica, espera- ‘ba hallar en el ideal cristiano una salida y una redencién, utilizar sus sufrimientos mismos como base de una aspiracion a un papel de Cristo. Si en.conjunto no legs a alcanzar Ja libertad y se hizo reaccionario, fue porque Ta culpa filial, generalmente humana, en la que se basa el sentimiento ‘religioso, alcan26 en Al una intensidad superindividual, permaneciendo inaccesible incluso a su gzan inteligencia, En este punto nos exponemos al re- proche de abandonar la metet a Dostoievski a v: de el punto de vista partidista de cierta intwicién del Universo, Un conservador tomaria el partido del gran inguisidor y juzgarla muy diferentemente a Dostoievski EI reproche std justificado; mas para mitigarlo pode: ‘mos alegar que la decisién de Dostoievski aparece de terminada por la inhibicién mental provocada por Ja ‘No_cabe_atribuir_al_azar_que_ tres obras maestras_de “at smo tema: el_ parti Tal es, en efecto, el tema del Edipo de Sétocles, del Hamlet ‘shakespearianoy de Los hermanos Kara- ‘mazol..Y en las tes aparece también a plena luz el motivo del hecho: Ia rivalidad sexual por una mujer. La exposicidn més sincera, desde luego, la del drama inspirado en la leyenda griega. En él, el protagonista mismo ha cometido el hecho. Pero sin atenuantes ni vveladuras es imposible 1a elaboracién poética. La con- fesién desnuda del propésito de suprimir al padre, tal como tendemos conseguirla en el anilisis, parece into- erable sin una previa prepacacidn analitica. En el drama griego, Ia atenuacién imprescindible queda magistral- road, 8 BE Psicoandlisis del arte mente conseguida sin alteracién alguna de los Hitesounktins to mealdnd of goiter incmatens dl rotagonista como una fataidad ajena a él, El prota: forusta comets el ato criminal intenconadamente yal sin influjo alguno procedente de la mujer; pero 1g 56 rinde pleitesta a la verdad profunda, por cean. 10 s6lo después de repetir el hecho con el monstruo que yinbalin al pais Tega el protagonist. compu « Ja eing, su madre. Una ver descubierta su culpa y i consciente no sigue tentativa alguna de descar- tla de s{ recurtiendo a la construccién ausiliat de Ja fatalidad, sino que es reconocida y castigada como una culpa consciente, cosa_que a nuestra reflexién puede ect injusa pero gue es plenamente corecta deve pe “La exposic rama. inglés es indirecta; el acto criminal no ba sido realizado por el protagonista mis. ‘mo, sino por.otro sujeto, para el cual no significaba un patricidio. Por lo cual no es preciso ya velar el motivo tepulsivo: la rivalided sexual. También el complejo. de del protagonista lo vemos como a una luz refle- ja al observar los efectos que en él produce el acto co- metido por oto. Debia vengar el crimen, pero se en nia extalamente capa de hace. cmos que lo que le paraliza es su sentimiento de also, peo ete es eustiido en forma my and a la que siguen los procesos neuréticos por Ia per- cepcign de eu insuficencla para ef complimiento dé su Tabor vengadora. Sungen indicios de que el protagonista sicate esta culpa como una culpa supetindividual. Des- precia a los demés tanto como a si mismo se desprecia, SLM EMEE & 1d col como se merece, sguién cepacia La novela de Dostoievski avanza en esta direccién un paso més. También en ella es otro el que ha cometido al esimens_per alguien que se hallaba con el sesinade ena, relacién filial que Dimitsi, el protagonist, con_zespecto al. cual es abiertamente confesado el mo: Dostoiewski y el parricidio 27 tivo de Is rivalidad sexual. El patticida es, en efecto, ‘otro hermano, al que Dostoievski atribuye.singularmen- te su propia enfermedad, la pretendida epilepsia, como Si quisiera coniesar que el neurstico y epiléptico que en al habla era un patricia, Y luego sigue en el infor. ime ante los tribunales la famosa burla contra la Psico- Toga, calificada de bastén con dos extremos, 1a cual constitaye un habilisimo encubtimiento, pues basta darle la vuelta_para hallar el sentido profundo de la concepcién de Dostoievski. No es la Psicologla o que merece ln burla, sino el procedimiento judicial. Es in- diferente quién haya cometido realmente el ctimen; para Ya Pricologia, lo tinico que importa es quién lo ha de- seado en. su fuero interno y ha acogido gustoso su realizacién, y pot eso son igualmente culpables todos Jos hermanos —con la sola excepcin de Alioscha, figu 1a de contraste—, tanto el vividor entregado a sus ins- tintos, como el cinico escéptico y el criminal epiléptico. En Los hermanos Karamazof hallamos una escena que caractetiza magistralmente a Dostoievski. El searetz re conoce en una conversscién con Dimitri que entrafa en sf la disposiciGn al parricidio y se arrodilla ante 1 Este acto no puede set desde luego una expresién de sidmiracién; ha de significar que el santo rechaza de si {a tentacign de despreciar o condenar al asesino y se hhumilla por ello ante él. La simpatia de Dostoievski hacia el delincuente es realmente ilimitada; va mucho iis all dela compan, aTo ue pede aspire el de: igraciado, y rooverda el respeto que a Jos antiguos inspi- aban el epiléptico y el demente. FI criminal es para él asi como un redentor, que ha tomado sobre si 1a culpa que de otro modo habrian tenido que soportar los de- {ns. Uno no necesita ya asesinar después que, él ha ‘sesinado y tiene que estarle agradecido, pues, de otro ‘modo hubiera genido une mismo que cometer el crimen. Esto no es s6lo benigna compesidn, sino identificacién sobre 1a base de idénticos impulsos'asesines, y en ulti. tho término, narcisismo ligeramente desplazado, Lo cual ‘no.anula en modo alguno el valor ético de tal bonded. 228 Picoandlisis del arte Acaso es éste, en general, el mecanismo de la compa- siGn, més ficilmente perceptible en este caso extremo del poeta, dominado por el sentimiento de culpabilidad, Es indudable que esta identifieacién simpitica determi: 16 decisivamente en Dostoievski la election de los, te nas literarios. Pero cligié primero la figura del delincuen te vulgar —por egotismo—, y luego, las del delinevente politico y religioso, antes de retornar, ya al fin de su vida, a Ja del delincuente primordial ——el parricida — y liza pare lepanos su confesin pot, publicacién de sus obras péstumas y del Diatio de su mujer han artojado viva luz sobre un episodio de su vida, sobre el tiempo en que Dostoievski, halldndose en Alemania, vivid dominado por Ia pasién del juego. (Dostojewsky am Roulette.) Fue éste un evidente acce- s0,.de pasién patolégica, que no pudo ser desviada y utilizada en otro sentido. No faltaron racionalizaciones de esta conducta, tan singular como indigna. El senti- miento de culpabilidad se creé, como no es raro en los neursticos, una representacién tangible en una carga de deudas, y Dostoievski podia alegar que aspirabe a sanar en el juego lo necesario para retomnar a Rusia sin ser encarcelado por sus acreedores. Pero ello no era més que_un pretexto: Dostoievski era Io bastante inte. igente para teconocetlo y lo bastante honrado para confesatlo. Sabia que lo importante era el juego en si, le jew pour te jeu. Todos los detalles de su insensata conducta instintiva demuestran esto y todavia algo més, 41 fuego le era también un medio de autocastgo. Habla ‘nfinitas veces a su joven esposa su palabra de hhonor de no jugar més, y como 4 mismo confiesa, mds cumplia tales promesas, Y cuando sus pérdides fhundian & ambos cn la més negra miseria, Dostoievski extraia de cello una segunda satisfacciin patoldgica Po- {a inmlese y bullae ane so Ceposs ¢ incitale & preciarle y a lamentar haberse casado con aquel pe- eador i le, y después de descargar asi su con. ciencia volvia a Ia'mesa de juego. Su joven mujer se acostumbré a este ciclo, pues observs que equello que Dosicievski y el paticidio 29 Yinicamente_podia en realidad salvatlos, la produccién Titeraria, nunca marchaba mejor que después de haberlo perdido’ todo y haber empetado todo su ajuar. Pero, ‘como es natural, no llegé a comprender la relacién dada Cuando su_sentimiento de culpabilidad quedaba satis- fecho por el castigo que é mismo se habia atraido ce saba su incepacidad para el trabajo y se permitia dar ‘unos cuantos pasos por el camino del éxito. Une novela de un autor moderno nos deja adivinar fécilmente cual es el trozo de vida infantil, ha largo tiempo soterrado, que se conguista una repeticién en Ja obsesin del juego. Stefan Zweig, que por cierto ha dedicado también un estudio a Dostoievski (Drei Meis ter), nos ofrece en una novela corta, titulada Veinticua- tro horas de la vida de wna mujer, una pequefia obra macstta, que apatentemente se propone hacer observar cuén istesponsable es 1a mujer y a qué sorprendentes extrilimitaciones puede ser impulsade por una imprevi- sién inesperada, Pero si la sometemos a una interpre tacién analitica, y todo en ella invita a tal labor, halla- mos en su fondo algo muy distinto. Presenta, en efecto, ya sin tendencia alguna exculpatoria, algo generalmente Jumano, més bien generalmente masculine, Catacteris tico de Is naturaleza de 1a creacién poética es que el autor, al ser interrogado por mi sobre la cuestign, pu- diera asegurar de perfecta buena fe que la interpretacién que yo le comunicaba era te ajena a su cono- imiento y a su intencién, aunque su obra incluia ciertos detalles, que parecian expresamente calculados para in- dicar In pista de su sentido secreto. En esta novela de Zweig, una distinguida sefiora, ya entrada en afos, te lata al poeta un suceso por ella vivo veinte afios atris. Hib perdido amy pronto a su expo, y cuando sus dos hijos se crearon un hogar y quedé ‘lla sola y sin ‘objeto ya en la vida, se habla dedicado a viajar pata disitser su éoimo ensombrecido. Y una noche, en el casino de Montecatlo, cautivaron su atencién las manos cde un jugador desgraciado, que delataban con emocio- nnante sinceridad e intensidad las sensaciones de su due- 230 Pricoandlisis del ane fo. Era éste un apuesto joven —el poeta le atribuye, sin intencién aparente, la edad del hijo mayor de la protagonista—, que después de haber perdido todo su dinero abandonaba Ia sala de juego, presa de honda desesperacién, y sale al parque, acaso para poner fin a su vida. Una simpetia inexplicable fuerza a nuestra he- roina a seguirle para intentar salvarle. El joven la cree al principio una de tantas aventureras que por aquellos Iugares pululan, ¢ intenta rechazarla; pero ella consigue permanecer a su lado, y una serie de circunstancias in- espetadas Ia lleva a alojarse en el mismo hotel, y, por Wlkimo, a compartir su lecho. Después de esta i visada noche de amor, logra que el joven le jure solem- nemente no volver a jugar, le faclita el dinero necesario para volver a su cae y le promete ir a despedile a la eestacién, Pero luego despicrta en ella una intensa ter- pura hacia aquel joven; se propone sacrificarlo todo ppara conservar su amor, y decide partir con él. Azares contrarios Ja hacen perder el tren, y cuando luego, lle- vada por la nostalgia del bien perdido, entra en 1a sala de juego, encuentra de nuevo alli, con espanto, aquellas manos que despertaron su simpatia, El perjuro ha vuel- to al juego. La protagonista le recuerda su juramento; pero él, posefdo por la pasién del juego, la rechaza, y pata librarse de su presencia acaba por arrojarle el di ‘nero con el que ella habia intentado redimirle. Nuestra hetofna huye, profundamente evergonzads, y dias des- pués a ‘ave ni siquiera le ha sido dado preservar del suicidio 2 aquel desgraciado. Esta narracién, brillantemente escrita y escrupulosa- mente motivada,’posee por sf sola méritos suficientes para cantivar al lector. Pero el andlisis nos muestra que 5 Jnvencién reposa sobre la base primers de una fan- tasla optativa de la época de la pubertad; fantasia que algunas personas recuerden incluso como consciente. E] contenido de esta fantasta es que la madre misma inicie al adolescente en Ja vida sexual para libratle de los te- midos perjuicios del onanismo. El evicio» de Ia mastur- baciGn aparece sustituido por la pasién del juego; asi Dostoievski y el pasicidio 21 Jo delata claramente Ia acentuacién de la spssionada ac- tividad de Jas manos. La pasiGn del juego es realmente tun equivalente de la pretérica obsesién onanista. Lo inresistible de Ja tentacién, los juramentos y promesss, jamés cumplidos, y el remordimiento de estarse ma. tando (suicidio) aparecen inmutablemente conservados a la sustitucién, La narraciin de Zweig es relstada ciertamente por la madre y no pot el hijo. Al hijo tiene que halagarle cl pensamiento de que si la madre supie ta a qué peligros le expone el onanismo, le salvaria de 1 inicidndole en la vida sexual. La equiparacién inicial de la madre con una aventurera, en el daimo del prota gonista de la novela de Zweig, pertenece al contexto de la misma fantasia. Esta hace fécilmente alcanzable Io inasequible. Los escripulos de conciencia que acom: pafian a esta fantasia se reflejan en el fatal desenlace de la novela. Es también imeresante observar cémo la fachada que el poeta da a su novela intenta encubrit su sentido analitico, Pues es muy discutible que la vida cerética de la mujer sea regida por impulsos repentinos F enigmatic. El ans descobre mi bien wna mot ‘vacién suficiente de Ja singular conducta de la. prota gonista, epertada hasta entonces del amor. Fiel a la ‘memoria de su marido, se ha acorazado contra toda exi- ggencia erdtica, pero —y en ello acierta Ja fantasia del hijo— no escap6, como madre, a una transferencia er6- tica inconsciente sobre la persona del hijo, y en cste ‘punto, no vigilado, puede apoderarse de ella el Destino. Si la pasién del juego, consus vanos intentos de des: hhabituacién, y las ocasiones que ofrece para el autocas- tigo, es una reproduccién de la obsesién masturbadora, no puede extrafarnos que conquistara un lugar tan im: portante en Ia vida de Dostoievski. No conocemos nin- fin caso de neurosis grave en el que Ja satisfaccion aautoerética de la temprana infancia y la pubertad no haya desempetdo. su papel y les relcones entre los 5 que el sujeto realiza para reprimirla y el miedo al padre son lo bastante conocides para poder limitarnos a su simple mencidn,

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