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Confesiones de un nino descalzo ne ee ear aie enon, ee eeaeasee eee eee Beattie sen ceria Pehl nent eee ayneedentrad Se ee seer eer eaet fe enone Salwo cua eee Rope ee eee dct oy prema Sane te ee Fate oe cere eene fuerzas de mi alma ser calzado, * eee ere ars Sarre ” i, [ALEJANDRO CASTRO n ‘una diferencia completa, una diferencia de razas. Mis pies se interponen en el camino hacia toda amistad sincera, meimpiden establecerrelacionesintimascon Jos compatieros, que poco a poco van comprendién- dose y formando grupos y dejindome a mi en un aislamiento entristecedor. Cuando en los recreos par \icipo en la conversacién de cualquier rueda, ellos me tralan como si yo no existiera. No me atrevo a dar ‘ninguna opinién y me resulta extrafo ofrloshablar de ‘cosas para mi eas! incomprensibles. Hoy, en el tltimo recreo, Juan Carlos dice que posiblemente lo manden a estudiar alos Estados Uni- ‘dos cuando salga de la primaria. Oscar cuenta que su padrele ha pedido al extranjero un fonyy Arturo hace ‘comentarios sobre la proximafiestainfantilen casa de los Henrfquer. No me ven y yo estoy tan embebido.en Jmaginar c6mo serin las escuelas de los Estados Uni- dos ylos pons, que Willy un alumno rubio que todos los dias trae una bolsa de dulees de la tienda de su ‘padre-casime asusta cuando al ofrecerme una pastlla de chocolate me dice: ~2Querésvos..? He tomado cl obsequio con timidez. Durante la clase el recuerdo de esas palabras me liena de amarg: ra. Por quéme dijoJuan Carlos "Querésvos"?Alllegar ‘alacasa, he dado el chocolate a mi perro "Principe”... Sino fuera por el miedo que tengo de causar un disgustoamimadre, hace tiempo que hubieraabando- nado esta escucla, donde ~de exo estoy seguro~ alos descalzos se nos considera como intrusos. 1 CCONFESIONES DE UN NIRO DESCALZO Esta mayiana me ha ocurrido un incidente muy ‘penoso, Halkindonosen clase, e1 profesor meenviden ‘busea de yesoalainspectoria. En unode loscorredores ‘meencontrécon el padre Miguel. Tiene unabocamuy ancha, de dientes rotos. Sabe mucho y esti siempre bburkindose de alguien. Letemo,éliosabe, ysedivierte ‘embarazindome con su presencia, Deteniéndome frente 2 él, usando un insoportable tono burlén, me dice eQué haces, Adriin? Yagrega: =zNo te parece que ya ests grandecito para andar con los pies al aire..2 Enrojecide y temblando de vergiienza, sigo la di- reecién desuindice, que despide ondasde fuego sobre rmispies delictaosos. Yme he quedado inmovil, estipi- do, y s6lo veo que alo largo del corredor se alejan los zapatones inmensos del padre Miguel, es0s zapatos desfigurados por la presién de los juanetes y que yo ‘contemplo ahora como barcas cargadas de odio, mar- chando aimpulsos de una enorme vela negray doloro- Frenético, corro a la llave del patio y me lavo el rostro para disimular las kigrimas, pero la treta no me sinve porque otravezlosojosse me descuajan en llanto. ‘Yentoncesiloro desesperadamente,llorocon el placer apasionado de mis Ligrimas, loro ‘tomo si hubiera muerto mi madre... Ya través de este cristal luido veo. ‘unos pies inmensos que Ilenan el mundo. 9 [ALEJANDRO CASTRO, ‘Todas ls noches, a la luz de una Kimpara de pe- ‘leo, mi madre aplancha docenasde ropa blanca. Yo ime siento enfrente de a mesa donde trabaja, mecién- dome en una silla “manca’, como dice ella, porque le falta un soporte lateral. Otras veces, el roce de la plancha, la ropa olorosa a jabén himedo y ciertas suaves canciones que mi madre musita para acompa- fiarsulabor, me han adormecidocon dulzura. Hoyno. [Nisiquiera leo as revistas de historias cmicas pedidas ‘en préstamo alos compatieros. Yes que una pregunta ‘me quema los labios. Quisiera que alguien me explica- rapor quésele concede tantaimportanciaal hecho de ro usar zapatos, por qué la desnuder de mis pies me hhace distinto de los demas muchachos y me obliga a sufrir desprecios como el del padre Miguel. Yo soy limpio, lo repito, y cuando me baio en el rio con los. compatieros siento como ise borrase mi condici6n de inferioridad, Desnudos, todos somos iguales. Las ho- raspasadasen elrio son para milasmas felices,porque alld hasta los ms orgullosos me tratan sin desdén. Tal vez temen que me burle de su manera ridicula de ‘aminar sobrelas piedras sltandoy quejindose como nifias cuando wopiezan con los guijarros. Mientras cllostantean elsuelo en buscade piedrasplanasdonae apoyarse yo corro haciaelaguasin inconveniente, mis ‘gil yalegre que todos... Ademis...lospiesde cllospor lo general tienen gl pulgar torcido hacia adentro ylos dedos restantes apretujados como si se los hubiera ‘oprimido una mano de hierro. ¥ los mios son bien hhechos, muy bien hechos, y esa satisfaccién me dura Jrasta que me pongo de nuevo la ropa... Entonces, Py CCONFESIONES DE UN NINO DESCALZO todo cambia. Por qué? Quisera preguntérselo a mi ‘madre. Sabe ella tantas cosas! [Pero no iré a entristecerla con mi curiosidad! Se ‘ira hoy tan satisfechat Su mano balancea la plancha ‘con mucha graca, al compas de una tonada que brota ‘asi imperceptiblemente de sus labios sonrientes. A tun ado tiene una montafa espumosa de ropa almido- nada y las piezas ya lstas las acomoda con esmero primoroso en una canasta de mimbre. Me gusta que emoje los tapos, lendndose primero la boca de agua yydesparramndola despuésen un fino polvillo,sinque Jamas se escapen de sus labios gotas muy grucsas. A vvecesinterrumpe su trabajo, me miraun instantey me dice en un tono muy suave, como sitemiese ahuyentar alin qué piensas? Laplancha tornaasu vaivén. Yo pienso en mispies descalzos. Detiempoen tiempo, ella se humedeceligeramen- telayema del indice yen seguida loaplicacon un gesto ripido ala superficie de la plancha, arrancindole un ruido agradable... Por qué sonseird asi mi madre, ‘como si pensase en cosas lejanas y no le importara la rmontafia de ropa que espera sa turno? '¥nada he preguntado, por temor de destruir es. sonrisa. A mis pies, “Principe” suefia con pastllas de chocolate... Antesdeingresaralasaulas,losalumnosformamos ‘en el patio a la espera de las voces de mando del profesor. El nuestro, el padre Santiago, es un viejo de a [ALEJANDRO GASTRO. nariz ganchuda y ojos inquisidores. Su tez amarillenta yssicerio fruncido contribuyen adarle elaspecto de un hombre eternamente enfadado. Yo creo que en el fondo es bueno. Hoy ha ordenado: =iMarchen! -con actitud amenazadora. Al emperar el desfile, Oscar me da un pisot6n en Jos talones. Todos tememos su fuerza, sus bromas Drutales y su desvergienza, ={Camina, descalzo! Losmas cercanos rien y mi rabia, no sé por qué, se esbarata contrael recuerdo demimadre. Yde pronto la clase se revuelve inquieta como si todos hubieran recibido al mismo tiempo una picadura sibita Elpadre Santiago, verde de ira blande el puntero ‘como si fuera a azotarnosa todos y grit: {Quién fue, quién fue el cobarde...? ‘A cada exclamacion dirige el brazo y sus miradas furibundas hacia el pizarr6n manchado por una cari catura infame del viejo profesor. ‘Nuestro temoraumenta con lallegada del director y de los inspectores. De pie, rigides, respondemos ‘confusamente alas preguntas. Nadie sabe nada. Pero. 1un inspector ha visto en actitud sospechosa a Will, cl delasbolsas de earamelos. Yo estoy apenado porque cl ‘compafiero se contradice en sus declaraciones y es tentonces cuando Oscar, el de los ponys, tras un guifio de inteligencia difigida a su amigo en aprietos, se in- ‘corpora para decir: “Seftor director, es injusto que se castigue a Willy, porque el autor dela caricatura fue Adrin “el descal- 2 ‘CONFESIONES DE UN NIRO DESCALZ 120". Ya para sonar el toque de formaci6n le vi desde la puerta dibujando en la pizarra, sélo que adistancia no pude saber de que se trataba No sé qué esté pasandoen mf.Las rejasme arden horriblemente. Una sensacién de ahogo me cierra la sgarganta, No sé qué hacer, ni qué decir. Mas, nolloro porque estoy eansado de hacerlo. No lloro ni aun ‘cuando el director grit: =iNo podia ser otrot Macstros y alumnos estén alegres de que yo sea culpable. Se los veo en la cara. Nadie sale en mi defen- ‘Sty yo ya no estoy seguro de si fui el hechor o no. Por- ‘que, vigndolo bien, un muchacho descalzo escapaz de todo y en la clase silo yo Io soy... Mchan despachadoacasa,ignorosidefinitivamen- te, No sé nada, nada, salvo dos cosas: que mi madre ‘confiara en mi inocencia yque el pecho se me oprime ‘como si sobre él xe hubiera derribado el mundo... “Principe” me sale al encuentro con un trotecito ‘muy gracioso, Salta y me golpea las rodillas con sus patas delanteras, después corre un ligero trecho y ‘dindome las ancas arquea el espinazo para volver Ia ‘cabeza y mirarme con sus ojos extraiiados por mi inusitada Tentitud, =Principe! Le gusta ami perro escuchar a ilaba sonora de su nombre. Yo creo que lo mismo le darfa que lo lamase “Prin...” ‘Vuelve para estimularme con sus caracoleos y e+ guinces.Estoyinfinitamente triste yel animal empieza 2 [ALEJANDRO.CASTRO a comprenderlo. Me agacho, le sueno los dedos inv tindolo a venir y entonces se queda tieso sobre sus patitas blancas, la lengua de fuera, batiendo la cola como en un gesto dubitativo, Principe! -Le hablo con mucha ternura, comosi fuera mi hijo- ;Principe! Ya no me duele el pecho porque estoy lorando, lorando sobre la mirada acuosa y duleisima de mi perro. Entonees se me ocurre pensar qué embarazado se veria "Principe" con zapatos... ;Qué gracioso estaria asi! Yme asalta una risa enferma, una risa turbulenta {que me hace acostarme sobre la hierba, echéndome encima el cuerpo alborotado del can. Principe! Principe! ‘Me levanto de un salto y corro por la senda que conduce al io. Fl perro me da alcance y se adelania tentusiasmado, Y yo me alegro de que el viento me ‘iegue las lagrimas por toda la cara y me alegro por el sabor amargo que éstas me dejan en la boca... Ygrito ‘con todos mis pulmones: Principe! Principe! las rafagas de contento me inflan el pecho cuan- do entre las luces de la tarde veo a sonrisa misteriosa ‘de mi madre. Yestoy alegre por estoy por todoslos desprecios.;Y por lo gracioso que se veria Principe con zapatos... Principe! ;Principe! El perro me espera acezante en la cispide de una Joma y yo subo loco de alegria.. Alegrfa por mis pies desnudos y perfectos... Alegria porque, de calzarme, “ yo también. zapatos. CCONFESIONES DE UN NIRO DESCALZO , yo también pareceria un perro con

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