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EL DESARROLLO SOSTENIBLE Y EL PROGRESISMO EN MÉXICO

Por Rafael de la Garza Talavera | 04/09/2020 | México


Fuentes: La Digna Voz

A nadie parece sorprender la renuncia de Víctor Manuel Toledo a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos
Naturales (SEMARNAT). A  menos de un mes de que se hiciera pública su oposición a la importación de glisofato -lo
que originó la protesta del secretario de Agricultura, Víctor Villalobos y el súper asesor de la presidencia Alfonso
Romo, conspicuos representantes locales del agronegocio- la salida de un destacado estudioso del medio ambiente
en México confirma, una vez más,  que la protección de la biodiversidad y la salud de la población no está por encima
de la sed de ganancias de las transnacionales.
Resulta muy útil para la afirmación que abre este texto, destacar la declaración del entonces secretario de la
SEMARNAT, la cual detonó todo el sainete a principios de agosto: “no podemos idealizar a la 4T, es un gobierno lleno
de contradicciones brutales… [la defensa del ambiente] no está para nada en el resto del gabinete y me temo que
tampoco está en la cabeza del Presidente.”  
Ya desde la publicación del famoso Informe Bruntland en 1987, quedó claramente planteado el conflicto entre el
modelo de desarrollo capitalista y las consecuencias negativas crecientes para el planeta. A partir de ese momento se
definió la contradicción evidente que resulta de la codicia que vive siempre en el presente y la posibilidad de un
futuro digno para las generaciones venideras: «Esta en manos de la humanidad hacer que el desarrollo sea sostenible
para asegurar que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones
para satisfacer las propias»
Sobra decir que la mayoría de los estados miembros de la ONU acató, de los dientes para afuera, las conclusiones del
informe. En México, en 1988 se publicó la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente y un año
después debutó la Comisión Nacional del Agua; en 1994 surgió la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales
y Pesca, antecedente directo  de la SEMARNAT. El discurso político integró los conceptos básicos de la protección del
medio ambiente e incluso cobró fuerza un partido familiar, el Partido Verde Ecologista de México, fundado en 1986.
En el contexto internacional, las cumbres ambientales fueron ganando terreno. En 1992, la Cumbre de la Tierra
celebrada en Rio de Janeiro concentró a buena parte de las organizaciones ambientalistas del mundo y asistieron
además las representaciones oficiales de 172 países con la intención de formular acuerdos internacionales para la
protección del medio ambiente. Al igual que la fábula del rey desnudo, todos los participantes oficiales omitieron
señalar la  gran contradicción: las  buenas intenciones del discurso político frente al poder económico, financiero,
mediático y político de las corporaciones internacionales dedicadas al agronegocio.
Así las cosas, insisto, a nadie sorprende la salida de un servidor público que le puso cara al lobby conformado por
empresas como Monsanto, Carhill, Tyson y muchas más, que a lo largo de las últimas décadas se han fortalecido
gracias a las concesiones otorgadas por los gobiernos alrededor del mundo, sean de izquierda o de derecha. La
llegada del AMLO  a la presidencia de la república mexicana suscitó esperanzas para algunos, pero a dos años de su
gestión no cabe la menor duda de que el gobierno autodenominado como la Cuarta Transformación (4T) no tiene la
menor intención de modificar la tragedia ambiental ni sus efectos.
Y es que el deterioro de la biodiversidad afecta directamente a millones de campesinos y pueblos originarios, no sólo
por el deterioro de su calidad de vida a consecuencia del consumo de alimentos con alto contenido de sodio y
potasio, derivados de organismos genéticamente modificados y rociados por toneladas de químicos, como el
glisofato, para  aumentar la productividad. Habrá que sumar el despojo de tierras y semillas cultivadas y desarrolladas
por miles de años así como el desprecio o apropiación  sistemática de saberes ancestrales, según convenga al capital;
los asesinatos selectivos de defensores del medio ambiente, empleando a paramilitares y crimen organizado para
atemorizar a la población e imponer los grandes proyectos de inversión del agronegocio.
Los proyectos desarrollistas o progresistas como el mal llamado Tren Maya, el canal transítsmico e incluso el nuevo
aeropuerto internacional son sólo la punta del iceberg de la dinámica económica del gobierno federal. Aunado a ellos
están la minería a cielo abierto, la intensificación de las maquiladoras, los proyectos turísticos e hidrológicos. Al final
lo que queda en evidencia es que, al igual que con la pandemia en la que estamos inmersos, el proyecto económico
del gobierno en turno coloca claramente al capital y sus ganancias por encima de la vida de la población.
Y si, al igual que con la renuncia de Víctor Toledo, el camino elegido para el desarrollo económico por la 4T… tampoco
sorprende.
Fuente: https://lavoznet.blogspot.com/2020/09/el-desarrollo-sostenible-y-el.html

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