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MODELO DE TRABAJO FINAL (TF)

Estado de la cuestión acerca de las razones del golpe de Estado de Fujimori (1992)1

El Perú ha sido testigo, a lo largo de su historia republicana, de diferentes golpes de


Estado, los cuales son entendidos como un “acto de autoridad reflexivo, brusco e ilegal contra
la organización, el funcionamiento o las competencias de las autoridades constituidas”
(Rivas, 2006, p.163). Uno de los más recientes fue el ocurrido durante el régimen de Alberto
Kenya Fujimori Fujimori, quien resultó vencedor en las elecciones de 1990, cuando en ese
entonces el país se encontraba en medio de una grave crisis política, económica y de un
conflicto armado interno desde 1980. Sin embargo, a raíz del autogolpe del 5 de abril de
1992, se suscitó una serie de fenómenos funestos como la violación de las libertades básicas,
cambios en la mentalidad política, desregulación del mercado de trabajo, generalización de la
corrupción, entre otros más (La República, 2017).

Una de las interrogantes que surge al estudiar este periodo son las motivaciones que
condujeron a Fujimori ejecutar un golpe de Estado, temática que será abordada a lo largo del
presente texto. Existe la idea de que el autogolpe se vio condicionado, principalmente, por los
conflictos existentes entre el Congreso y el Presidente (Krklec, 2012). No obstante, es
importante hacer hincapié en lo señalado por Kenney:

(...) Un evento como el autogolpe tiene causas múltiples y complejas: por lo tanto, se
debe examinar otros actores (el Poder Judicial, los militares, los empresarios y la
comunidad internacional, entre otros) y considerar distintos planos de análisis (desde
la personalidad y el estilo del Presidente, hasta los efectos de la peor crisis nacional de
este siglo) (...) (Kenney, 2011, p. 329)

En consideración de lo antes mencionado, el objetivo del presente trabajo es analizar


cuáles fueron las causas que condujeron a Fujimori dar un golpe de Estado. Su importancia
radica en que ello constituye un hecho que cambió la historia del Perú, al verse quebrantado
el régimen democrático; debido a ello los jóvenes deben tomar conciencia sobre estos
acontecimientos para que ello les sirva como una enseñanza para el futuro. En consecuencia,

1
Trabajo editado para uso académico por profesores del curso
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se pretende dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿Cuáles son las razones del golpe de Estado
de Fujimori en abril de 1992?

De acuerdo con Cotler (1993), el liberalismo y autoritarismo de Fujimori llevaron a


este a constantes enfrentamientos entre el Parlamento y el Poder Ejecutivo, en donde
Fujimori buscaba la manera de evadir las propuestas parlamentarias a pesar de que el Poder
Legislativo le ofrecía amplios poderes para continuar con la reestructuración de los
problemas del anterior gobierno. Asimismo, el Poder Legislativo mantuvo una conducta
fiscalizadora contra el Ejecutivo, la cual este rechazó considerando que era una intromisión a
sus atribuciones. Sobre lo mencionado, se puede agregar lo siguiente:

El temor a esta posibilidad sustentó el apoyo a la reiterada oposición de Fujimori a las


propuestas de coordinación que diversos parlamentarios le alcanzaron, produciéndose
constantes fricciones entre ambos poderes que Fujimori no cesaría de azuzar,
estableciendo un curso de colisión con la seguridad de que el desprestigio del
Parlamento y de los partidos lo favorecerían (Cotler, 1993, p. 24)

De este modo, Fujimori siempre ponía excusas para no llevar a cabo lo que el
Parlamento proponía para reestructurar el país, dado que seguía empeñado en continuar con
su plan autoritario. Esta causa se impulsó entre noviembre de 1991 y marzo de 1992 cuando
la rivalidad entre ambos poderes aumentó debido a la creación de una comisión de
investigación parlamentaria (Cotler, 1993), la cual pondría en peligro la estrategia política de
Fujimori. Entonces, las repetidas proclamaciones autoritarias de Fujimori fueron
interpretadas como intensiones golpistas y que alentaban la subversión de este y sus
seguidores contra el Parlamento.

Por otra parte, Cotler señala la influencia de las Fuerzas Armadas en el plan golpista
de 1992:

La asesoría de un secreto cenáculo de familiares y amigos personales - entre los que


se destaca un militar retirado y al que se le adjudican tenebrosas responsabilidades-
favoreció la articulación del Presidente con las Fuerzas Armadas, en base a su
coincidencia en el rechazo al orden fundado en los partidos y en las tradicionales
figuras políticas. Esta relación dio lugar a que Fujimori ‘tomara el mando’ político de
la guerra asumiendo los planteamientos militares. (Cotler, 1993, p. 22)
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De tal manera, el Presidente fue creando lazos de apoyo con las FF.AA., debido a que
tenían coincidencias ideológicas. Esto favorecería a Fujimori, ya que él buscaba un gobierno
sin intermediarios para poder ejercer su autoritarismo (Cotler, 1993). En consecuencia, dicha
alianza con las FFAA fue uno de los factores que impulsaron a Fujimori a propinar el
autogolpe.

En el plan estratégico de Fujimori, el cual habría sido preparado con anticipación y


posteriormente desarrollado con la colaboración de las Fuerzas Armadas, se ve reflejado el
soporte de estas y el Poder Ejecutivo, cuando este último rechaza la oposición parlamentaria
encargada de conceder facultades incondicionales a las Fuerzas Armadas para combatir la
subversión.

Ahora, se analizará lo escrito según Pedro Planas Silva, quien comenta acerca de los
conflictos entre Fujimori y el Congreso, idea coincidente con la de Cotler. Fujimori poco a
poco empezó a demostrar un carácter dominante, de posible dictador, pues en todas sus
intervenciones siempre atacaba al Poder Legislativo indicando que ellos eran los enemigos
internos del país. El Presidente declaraba ello, ya que el Legislativo no acataba las reformas
políticas que tenía él para contrarrestar el terrorismo que era liderado por Sendero Luminoso.
Por ello, es fácil percatarse cómo despertaba ya un futuro gobierno autocrático que se
visualizó el 5 de abril de 1992 (Cotler, 1993)

Algo muy importante y relevante que da a entender Planas es que Fujimori disolvió el
Congreso debido a su poco nivel de liderazgo y carisma, además del poco número de
parlamentarios que el presidente tenía en el Congreso, lo que le impedía tener control sobre
las decisiones. Obsérvese lo siguiente:

La ruptura de los liderazgos carismáticos se derivaba no sólo de la fragmentación del


voto ciudadano sino, principalmente, del nuevo mandatario, cuya falta de carisma y
ausencia de oratoria proyectaban una efigie técnica, escasamente política, que parecía
desvincularlo de un liderazgo pendiente del discurso y los aplausos, sensible a los gestos
personales que exhalan entusiasmo y simpatías en la multitud (...) Así, en 1990, a la
imagen escasamente carismática del nuevo Presidente se aunaba un Congreso sin
mayoría partidaria, cuyos miembros habían sido elegidos, no obstante, mediante el
mecanismo del voto preferencial. (Planas, 1994, p. 123)

Por lo descrito por Planas, se comprende que el carisma de Fujimori tras ser elegido
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presidente de la República no era suficiente para persuadir a los votantes que no lo eligieron;
además en el parlamento, en medio de la diversidad de congresistas de diferentes partidos,
había mucha oposición al oficialismo. Por consiguiente, debido a que no iba a tener una
aceptación en las futuras propuestas que plantearía para el país, comenzaría a planear el
autogolpe ocurrido en 1992.

Por su parte, Fernando Rospigliosi dice que la plantilla del golpe utilizada el 5 de abril
de 1992 era la misma del Plan preparado en 1989 por las FFAA. Fujimori anunció la
disolución absoluta del Congreso, el cual él gobernaría por decretos leyes expedidos por el
Consejo de Ministros (Rospigliosi, 1996).

Rospigliosi detalla que la decisión que llevó a Fujimori a dar un golpe de Estado fueron
los problemas conflictivos entre el Parlamento y el Gobierno, ya que no contó con una
mayoría en este mismo y porque el Perú se estaba volviendo ingobernable debido a la
violencia y la subversión, para así anunciar la disolución total del Congreso de la República.
De esta manera, todo se confabuló para que suceda el autogolpe, en primer lugar, la
determinación golpista y poco democrática del presidente Fujimori y, en segundo lugar, la
decisiva presencia de Montesinos y las FFAA (en particular el ejército) en el gobierno de
Fujimori (Rospigliosi, 1996). En este sentido, Rospigliosi nos permite conocer no solo las
circunstancias políticas que llevaron al golpe, sino las maniobras internas que no fueron
visibles para el público en general, pero sí jugaron un papel determinante para la decisión
tomada por Fujimori.

Cabe resaltar que la fecha del golpe de Estado había sido fijada para junio de 1992,
pero se adelantó al mes de abril, porque ya iban a ser revisados los decretos legislativos que
fueron promulgados el año anterior. Asimismo, el Parlamento formó una comisión
investigadora, por la serie de denuncias que había registrado la ex primera Dama Susana
Higuchi contra familiares del presidente, por malos manejos de la ropa donada por Japón.
Desde la perspectiva de Fujimori, él quedó sin más opción que la de instaurar el denominado
“Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional”, excusándose en el hecho de que no
contaba con una mayoría en el Parlamento. Sin duda alguna, este acto le otorgaría mayores
poderes sin ninguna fiscalización. De esta forma, la imagen de honradez que Fujimori había
construido no se corrompería (Rospigliosi, 1996).

Por su parte, y siguiendo una línea de análisis parecida a las anteriores, la Comisión de
la Verdad y Reconciliación (CVR) menciona que la figura de Alberto Fujimori había
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alcanzado una gran popularidad tras las elecciones. Es por ello que siempre contó con un
buen respaldo por parte de la población. Fujimori no elaboró una nueva estrategia
contrasubversiva en la lucha contra Sendero Luminoso, sino que continuó con la estrategia
establecida en 1989, la cual fue elaborada por las Fuerzas Armadas (FFAA) (CVR, 2003b
[Tomo III]). Asimismo, la CVR menciona la prolongación de la revisión de los decretos
legislativos:

Con la dación de los decretos legislativos de noviembre de 1991 y la revisión de los


mismos por el Congreso se inició la cuenta regresiva para la justificación pública del
autogolpe. En este escenario, los partidos trataron de consensuar una política
antisubversiva diferente. Sin embargo, Fujimori solamente los distrajo con la
posibilidad de concertación (y engañó a quienes desde el gabinete la dirigieron) pues
ya tenía definido, con anterioridad, dar el golpe de Estado que finalmente concretó el
5 de abril de 1992 con respaldo institucional de las FFAA. (CVR, 2003b, pp. 59-60
[Tomo III])

En realidad, como señala la CVR, Alberto Fujimori solo buscaba prolongar el tiempo,
mientras coordinaban los últimos detalles del plan de golpe. Asimismo, tenían que llegar a
buen puerto las negociaciones con los organismos financieros internacionales y con países
como EEUU, para asegurar el apoyo militar y económico con una mejora en las formas
democráticas y los derechos humanos (CVR, 2003b, [Tomo III]). Por ello, la artimaña de
Fujimori sería uno de los diversos factores que llevó a desencadenar el funesto autogolpe.

Además, la CVR resalta cómo Fujimori siempre se encargó de recordar a la población


que el Partido Aprista Peruano (PAP), del ex presidente Alan García, siempre ha sido la
mayor fuerza opositora en el país durante el periodo 1980-1985 y criticó las respuestas que el
Estado dio en el proceso de violencia. Cabe resaltar que el PAP rechazó varias de las normas
legales que eran propuestas por el gobierno de Fujimori para enfrentar la amenaza
contrasubversiva, a lo que se sumó sus denuncias por violaciones de los derechos humanos
realizadas por agentes del orden. Esto conllevó a que Fujimori se pronunciara ante los
ciudadanos por el poco apoyo con el que contaba su gabinete ministerial, y, así, valerse de
estos factores para propinar el autogolpe y obtener un respaldo casi total en la sociedad
(CVR, 2003b, [Tomo III]).

De tal manera, Cotler y la CVR convergen en la idea de que el plan estratégico de


Fujimori había sido preparado con anticipación por las Fuerzas Armadas en 1989, y que el
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Parlamento y en general el Estado le impedían reestructurar el país para volver a fundar una
república democrática. Esto conllevó a que el presidente se escudara en ello para dar el golpe
de Estado y a la vez lograr un aumento en su popularidad.

Del mismo modo, Castro plantea la alianza con las Fuerzas Armadas como causa del
autogolpe, ya que dicha alianza estuvo basada en un proyecto político en donde se gobernaba
dos décadas, lo cual favorecía a Fujimori para concentrar todo su poder presidencial y
expandirlo mediante mecanismos legales al Poder Legislativo, al Poder Judicial e
instituciones cercanas al Estado (Castro, 2002). Cabe resaltar que no era inusual el hecho de
que las Fuerzas Armadas de un país interfieran en la vida política y democrática de este.
Sobre lo mencionado, se puede agregar:

Las acciones del fujigolpe fueron coordinadas previamente y mantenidas en secreto


entre el Presidente, algunos asesores –entre los cuales figuraba Vladimiro
Montesinos- y los altos mandos militares de las Fuerzas Armadas, con quienes ratificó
la alianza de gobierno y respaldaron el Golpe de Estado en la capital y el resto del país
(Castro, 2002, p. 29)

Así entonces, Fujimori se ganó primero a la población con su campaña en donde los
peruanos se sentían identificados y a pocos días de ser presidente, anunció la aplicación de un
plan estructural para salir de la crisis económica en donde requería de un Congreso
dependiente del Ejecutivo (Castro, 2002), tomando esto como excusa para realizar el
autogolpe. Al respecto, Castro (2002) resalta cómo Fujimori “sentó las bases de una nueva
cultura política de cómo ejercer el Estado, que respondía a su propia óptica de concebir y
hacer el país, en connivencia de la clase política, encumbrándose como su máximo líder” (p.
28).
Al igual que otros autores, Castro menciona como una de las causas del golpe a la
ineficacia de Fujimori al gobernar, debido a su minoría en el Congreso. Sobre esto resalta:

A nivel parlamentario, la agrupación política de Fujimori CAMBIO 90, resultó


minoría, tenía una representación de 76 diputados, mientras que las fuerzas no
gobiernistas representaban 104 en total. Ser minoría parlamentaria le acarreó serios
problemas a nivel del legislativo, para la aprobación y promulgación de leyes
relacionadas al Presupuesto Nacional de la República, como aquellas que demandaba
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para otorgar mayor preponderancia de las Fuerzas Armadas y el sistema de


inteligencia en la defensa nacional, pero recibió el apoyo para reordenar la economía
(Castro, 2002, p. 27)

Esto pone en evidencia que Fujimori estaba en gran desventaja, debido a los pocos
aliados con los que contaba, lo cual le perjudica gravemente. Se puede distinguir la igualdad
de ideas entre Cotler y Castro con respecto al apoyo entre el Poder Ejecutivo y las Fuerzas
Armadas, el cual era necesario ya que Fujimori no contaba con aliados para realizar el
autogolpe con éxito.

Se considerará ahora lo expresado por Miguel Ángel González González. Este autor,
por un lado, considera que la política antiinstitucional, antipartidaria y el autoritarismo de
Fujimori fueron algunas de las razones por las cuales se desencadenó el autogolpe.
Entendiéndose así que el Presidente mostraba, frecuentemente, “(…) animadversión hacia los
partidos políticos” (González, 2004, p. 118) y oposición con el Congreso y diversas
instituciones democráticas, lo cual implicaba ataques constantes de índole antipartidaria y
antiinstitucional (González, 2004). González, siguiendo las ideas de Bernales y Balbi, señala:

En esta confrontación abierta contra el Parlamento, el Poder Judicial y los partidos


políticos, Fujimori contaba con la previa desconfianza y desconsideración que
manifestaban la mayoría de los ciudadanos hacia estas instituciones y organizaciones;
habiéndose percatado (...) de esta situación de divorcio entre el país oficial y el real, la
aprovecharía como argumento para su proyecto autoritario (González, 2004, p. 119)

Esto quiere decir que Fujimori se favorecía de los graves problemas entre el
Parlamento, el Poder Judicial y los partidos políticos para exponer su proyecto autoritario. En
consecuencia, ante la poca eficiencia de las instituciones y organizaciones de la democracia
representativa en materia de dar solución a los problemas existentes en el país, surgió un
cambio en la opinión pública, rechazando a la democracia como un medio para dar solución a
los problemas e inclinándose hacia las propuestas de Fujimori. (González, 2004)

Un segundo caso que permite ilustrar la oposición de Fujimori hacia el Congreso se


revela en la siguiente cita:
Nuevamente, el Congreso peruano pondría de manifiesto su disposición a colaborar
con el Presidente de la República, a pesar de la creciente hostilidad mostrada por éste
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(sic) hacia el Legislativo, al aprobar, en junio de 1991, la ley 25327, mediante la que
se acordaba delegar en el Ejecutivo funciones legislativas (...) el Gobierno de
Fujimori emitió 120 decretos, 35 de ellos referidos a la lucha antisubversiva. Estaba
claro que el Congreso no tendría tiempo material para proceder a la revisión de tal
cantidad de decretos (...) El previsible colapso de la labor parlamentaria serviría a
Fujimori en su objetivo de reforzar, ante la opinión pública, sus argumentos contra la
ineficiencia y la falta de operatividad del Congreso para cooperar en la solución de los
problemas que afrontaba el país. (González, 2004, p. 121)

Como se ve, entonces, Fujimori se valía de determinadas facultades, es decir abusaba


del poder presidencial, lo cual perjudicaba al Congreso. De tal manera, a pesar de contar con
el apoyo parlamentario para resolver los problemas existentes en el Perú, se encargó de
desprestigiarlo ante la ciudadanía. Asimismo, una vez más, Fujimori reforzaría la idea, ante la
sociedad peruana, de la ineficiencia del Congreso para poder superar la situación caótica en
que se encontraba el país. Por ende, era previsible, a su vez, que la astucia de Fujimori sería
uno de los factores que le permitiría llevar a cabo su proyecto autoritario y que,
posteriormente, se constituiría como el autogolpe del 5 de abril (González, 2004).

Por otro lado, González sostiene que otra de las causas del golpe de Estado de 1992
fue la intervención de las FFAA en el plan golpista. Veamos:

(...) Fujimori era, en julio de 1990, un presidente en situación de debilidad; necesitaba


aliados. Tras poner fin a su inicial política de concertación con otros partidos
políticos, el Presidente centró sus esfuerzos en ganarse para su causa a la opinión
pública, sin descuidar en su improvisada estrategia a las FFAA. La sintonía entre las
FFAA y Fujimori fue temprana (…) Fujimori pronto se sentiría cómodo con los
militares y con los hábitos y métodos castrenses; habiendo declarado en una ocasión,
ante varios periodistas, que creía que tenía cualidades para ‘manejar’ -mandar- y
espíritu militar, por lo que se sentía muy próximo a los militares y a su manera de
hacer. (González, 2004, p. 126)

En este sentido, Fujimori se encontraba en cierta desventaja al no contar con aliados


políticos. Por ello, veía en las FFAA y en su alianza con estas una posibilidad para, en
principio, gobernar sin dificultades. Además, la cercanía entre ellos se fortaleció por sus
ideologías complementarias (González, 2004). Cabe resaltar que lo ocurrido en 1992 fue
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denominado, en primera instancia, “Plan Verde” (González, 2004). Sobre lo mencionado, se


puede agregar lo siguiente:

(...) sabemos que la acción del 5 de abril había sido planificada con suficiente
antelación y que contaba con un plan previamente establecido (...) existiría un plan
golpista, elaborado entre los años 1988 y 1989, dirigido inicialmente para deponer de
su cargo al presidente García (...) se hace hincapié en el hecho de que los persistentes
y obsesivos ataques de Fujimori contra los partidos políticos y las instituciones se
interpretan mejor a luz del guión (sic) establecido en el Plan Verde y en la intención
de los militares por redefinir su papel, alterando para ello el orden constitucional, pero
manteniendo al frente del Gobierno a un civil. (González, 2004, pp. 129-130)

Esto indica que antes de que se desencadenara el golpe de Estado de 1992 existía ya
un “Plan Verde”, elaborado por las FFAA, tal y como lo señalan Cotler, la CVR y Fernando
Rospigliosi. Este plan significaba un mecanismo para fortalecer el régimen de Fujimori y, a
su vez, para beneficiar a las FFAA. Los conflictos entre Fujimori y distintas organizaciones
sociales y políticas fueron, también, los que hicieron posible llevar a cabo la trama golpista
(González, 2004).

Al igual que varios de los autores presentados anteriormente, Murakami nos da a


conocer que el “autogolpe” se da a causa del conflicto existente entre Alberto Fujimori y la
oposición, debido a que quienes conformaban a esta última no estaban de acuerdo con su
política económica neoliberal. Pero cabe resaltar que, para Murakami, tal conflicto se dio
porque los partidos políticos que formaban la oposición mayoritaria en el Congreso no
seguían una conducta activa y colaborativa con el gobierno, ya que no apoyaban ciertas
políticas de Fujimori (Murakami, 2007). Murakami menciona que Alberto Fujimori presentó
unos decretos legislativos que se basaban en la pacificación del país, pero: “El Senado derogó
o modificó los decretos legislativos emitidos referentes a la pacificación, lo que condujo,
como última gota que rebalsó el vaso, el conflicto entre Fujimori y la oposición a la etapa de
antagonismo inconciliable” (Murakami, 2007, p. 294).

Ello permite ilustrar la tensión que existía en las relaciones entre Fujimori y la
oposición, siendo los conflictos entre ambos cada vez más intensos. Al parecer a fines de
noviembre de 1991, el jefe de Estado comenzó a “preparar el autogolpe”. Fujimori empezó a
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salir del Palacio de Gobierno e ir con mayor frecuencia a la Comandancia General del
Ejército los últimos días de noviembre. Finalmente, Fujimori llegó a la conclusión de que,
dada la situación en el Perú, solo sobreviviría él o la oposición, tomando, así, la decisión de
dar el autogolpe (Murakami, 2007). En ese sentido, el 5 de abril de 1992, Fujimori dio un
discurso en el cual señalaba que el país estaba enfrentando la crisis más profunda en toda su
historia republicana. Frente a estas circunstancias, sin embargo, Murakami afirma que
Fujimori tomó la resolución de ejecutar el autogolpe principalmente por el conflicto que se
estaba desatando con la oposición parlamentaria (Murakami, 2007). De tal manera, este autor
no se aleja demasiado de los anteriormente presentados, pero sí se concentra en un aspecto
particular de las motivaciones para el golpe de Estado.

Por su parte, Charles Kenney señala que, debido a la fragmentación y polarización del
poder político en el Perú, Fujimori se encontraba en una situación crítica. En otras palabras,
tras no contar con mayoría propia en el Congreso y siendo casi imposible la formación de una
coalición multipartidaria estable, dado el sistema de partidos políticos polarizados (Kenney,
2011), Fujimori llega a evaluar cómo poder gobernar con eficacia dada la situación:

(...) hubo serios obstáculos en la formación de una coalición multipartidaria en el


Congreso, que diera al Presidente un apoyo firme y sostenido durante los cinco años
de su mandato. Las políticas y alianzas económicas y militares adoptadas por
Fujimori hacían muy difícil la creación de una coalición con el APRA y los partidos
de izquierda, mientras el rencor, el descrédito de los partidos, y el temor de que éstos
(sic) priorizaran sus intereses partidarios por encima de los intereses de una coalición
de gobierno, hacían poca atractiva una alianza entre Fujimori y sus adversarios
electorales del FREDEMO. Sin formar una coalición mayoritaria en el Congreso, a
Fujimori le quedaban dos caminos para gobernar con eficacia: (1) buscar el apoyo de
mayorías transitorias en el Congreso, intentar evitar la formación de una mayoría
opositora, y gobernar al margen del Congreso hasta donde fuera posible; y (2) intentar
gobernar sin el Congreso elegido en el ‘90, o por medio de la disolución
constitucional de la Cámara de Diputados y la convocación de nuevas elecciones, o
cerrando el Congreso inconstitucionalmente. (Kenney, 2011, p. 339)

Esto indica que Fujimori, tras evaluar bajo qué medios gobernar con eficacia, llega a
la conclusión de que solo tenía dos alternativas. Sin embargo, el presidente se percata de que
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con ambas surgirían inevitables problemas. Esto ocurría porque, desde la perspectiva de la
presidencia, “la Constitución de 1979 dio al Ejecutivo una capacidad limitada de gobernar al
margen del Congreso” (Kenney, 2011, p. 339), lo cual dificultaba seguir el primer camino.
Con respecto a la segunda opción, para poder llevarla a cabo se debía recurrir a la disolución
de la Cámara de Diputados, lo cual resulta ser, en la práctica, infructuoso. Se presentaba un
problema más al optar por el segundo camino, pues estaba prohibida la disolución de la
Cámara de Diputados, según el artículo 229. Por ende, Fujimori llega a analizar la posibilidad
de disolver inconstitucionalmente al Congreso entero y lo que se constituirá posteriormente
como el golpe de Estado de 1992 (Kenney, 2011).

Además, Kenney propone que los problemas en las relaciones entre el Poder
Ejecutivo y el Legislativo fueron esenciales para comprender los orígenes del autogolpe. Era
evidente que las relaciones presidenciales-parlamentarias se tornaron conflictivas, dada la
imagen pública que se exponía. Ante los diversos eventos que fueron sucediendo entre el
Ejecutivo y el Congreso, distintos analistas de la época y medios de comunicación
coincidieron con la idea de que se desencadenaría un autogolpe. Por ende, en el Congreso se
comenzó a evaluar la posibilidad de destituir a Fujimori (Kenney, 2011). Y así fueron
aconteciendo, constantemente, una serie de conflictos y problemas que cada vez agravaban
más la situación, poniendo en juego al régimen democrático. No obstante, Kenney deja en
claro que los enfrentamientos entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo no fueron
motivos suficientes para dar el golpe de Estado. Consecuentemente, a diferencia de
Murakami, Kenney considera que este se dio, debido al poder autocrático que quería alcanzar
Fujimori, lo cual indica que para este autor los conflictos con el Congreso quedaban en
segundo plano.

Se puede apreciar que González y Kenney convergen en la idea de que el golpe de


Estado estuvo motivado, también, por la personalidad del Presidente, al querer este conseguir
un poder autocrático, exponiendo en varias oportunidades su proyecto autoritario. De igual
modo, Jaime de Althaus también considera que la personalidad de Fujimori fue una de las
razones del autogolpe, pero es De Althaus quien realmente propone que ello fue la principal
causa, es decir, este autor es quien lo estudia de forma más exhaustiva. De Althaus (2011)
plantea que la mentalidad de dictador de Fujimori fue un gran problema al tratar de llegar a
un acuerdo con el Poder Legislativo y las propuestas de este. Véase lo siguiente:
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El liderazgo fuerte, personalista y providente de Fujimori fue la respuesta al vacío


dejado por el derrumbe del sistema de partidos y la situación en la que había quedado el
país por la hiperinflación, el colapso del Estado y el avance de Sendero Luminoso.
Respondió a una demanda de orden y eficacia. Parte importante de la población estuvo
dispuesta a entregarle todos los poderes posibles a fin de que resolviera los problemas.
Pero una cosa es construir un liderazgo personalista y hasta plebiscitario, una
democracia delegativa, y otra es romper abiertamente el orden constitucional cerrando
el Congreso de la República. ¿Se justificaba la disolución del Congreso? ¿Era
inevitable? (De Althaus, 2011, p. 79)

Es obvio que, para de Althaus, la mayor causa del autogolpe desencadenado en 1992
fue la personalidad de Fujimori, es decir, su carácter autoritario. El presidente demostró el
deseo de obtener el mayor poder posible en su gobierno para, así, poder plantear y aplicar
medidas que no sean censuradas por el Congreso, lo cual sería muy difícil, porque no
coincidían en ideologías y además el Poder Legislativo tenía una variedad de parlamentarios
de diferentes partidos políticos (De Althaus, 2011).

Otra causa para el autogolpe, según Jaime de Althaus, fueron los enfrentamientos entre
Fujimori y el Congreso, conforme lo han señalado varios autores anteriores. Cuando Fujimori
empezó a gobernar en el Perú todavía quedaba la hiperinflación que Alan García había dejado
en su pasado gobierno. Por eso, él usó una medida extraordinaria que le brindaba la
constitución de 1979, la cual era dictar medidas extremas en materia económica y financiera
cuando así lo requiriese el interés nacional, informando previamente al Congreso. Según
Jaime de Althaus, el Congreso no aceptó las ideas planteadas por el presidente, porque eran
muy riesgosas. No obstante, Fujimori hizo caso omiso. El simple hecho de que el Congreso
niegue sus decisiones ya empezaba a incomodarlo (De Althaus, 2011).

Otro autor que ha examinado estos temas, Pedraglio, considera que el autogolpe de
1992 se dio dado que había una serie de conflictos entre el Poder Ejecutivo y el Congreso.
Ello se manifiesta cuando se derogaron varios de los decretos presentados por el Poder
Ejecutivo que ayudarían para el bienestar del pueblo, pero el Parlamento y el Congreso lo
consideraban “antidemocráticos”. El Poder Ejecutivo promulgó un decreto, en el cual las
Fuerzas Armadas y la Policía podían ingresar a las universidades, ya que en estos centros se
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difundía la ideología revolucionaria y alojaban a los terroristas. Este decreto fue dejado sin
efecto, debido a que no eran compatibles con la vigencia del régimen democrático (Pedraglio,
2014).

Asimismo, Pedraglio, al igual que la CVR y Murakami, señala que el debate por los
decretos legislativos antiterroristas y por la investigación por la matanza en Barrios Altos
provocó una gran conflagración entre el Gobierno y el Parlamento de la oposición. Además,
el control que ejercía el Presidente de la República sobre las Fuerzas Armadas se convirtió en
un eje de debate político entre el Congreso y el Poder Ejecutivo. A fines del año 1991, se
derogó un decreto legislativo y modificó otros once, todos ellos estaban vinculados con la
llamada “pacificación del país”. El gobierno y los militares impulsaron una ley sobre las
rondas campesinas y urbanas que se basaban en la autodefensa y a la activa colaboración
nacional, que el Senado aprobó, pero con la condición de que el Gobierno y las Fuerzas
armadas no intervinieran en dicha acción. Finalmente, el Poder Ejecutivo le dio mayor fuerza
al conflicto que tuvo con el Congreso, al imponer algunas ideas que indicaban que podía
gobernar sin la participación, ni presencia, del Congreso. Es ahí cuando el presidente Alberto
Fujimori anuncia que la base de su gobierno eran el pueblo y las Fuerzas Armadas y que tenía
la voluntad de ir a la reelección presidencial (Pedraglio, 2014).

En la reunión del CADE de 1991, Fujimori acusó, con duras palabras, al gobierno de
Fernando Belaunde y Alan García, también al Poder Legislativo, el Poder Judicial y a la
Contraloría de dificultar el proceso de modernización que llevaba a cabo su administración.
Esto quiere decir que el Presidente se escudaría de ello para dar el golpe de Estado,
coincidiendo, así, Pedraglio con las ideas de Cotler, Planas y la CVR. Desde el Congreso, le
respondió al Presidente el senador Javier Alva Orlandini, quien dijo que aceptaba el
referéndum para renovar el Parlamento, pero también debía incluirse la posibilidad de
reemplazar al presidente de la República por el primer vicepresidente (Pedraglio, 2014).
Sobre ello, se puede agregar:

El presidente Fujimori (…) continuó atacando al Congreso por haber derogado algunos
decretos legislativos. Más aún, Alberto Fujimori insinuó la posible influencia del
narcotráfico en las decisiones parlamentarias por haber derogado el decreto legislativo
sobre lavado de dólares. Asimismo, el mandatario dio claras señales de que estaba
actuando por encima y al margen de su gabinete, dejando mal parado al presidente del
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Consejo de Ministros, Alfonso de los Heros, pues los afanes de éste (sic) por encontrar
formas de conciliación entre el Ejecutivo y el Parlamentario eran desvirtuados por los
incesantes ataques del presidente (Pedraglio, 2014, p. 117)

En diciembre mientras se daba la pugna entre el Congreso y el Poder Ejecutivo.


Montesinos se había convertido en el gran operario de Fujimori, colocó como comandante
general del Ejército al general Nicolás Hermoza Ríos, estableciéndose una duradera y
estratégica alianza entre el asesor y el nuevo jefe de las Fuerzas Armadas. El domingo 5 de
abril de 1992, en imprevisto mensaje a la Nación pronunciado, el presidente Alberto Fujimori
disolvió el Congreso de la República y estableció un “gobierno de emergencia y
reconstrucción nacional”, añadiendo que las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional asumirán
el orden y control interno. La decisión del autogolpe se dio entre el jefe de Estado y el núcleo
de las Fuerzas Armadas, aunque técnicamente fue un golpe militar bajo forma de un
autogolpe del Poder Ejecutivo contra los otros poderes del Estado y contra los derechos
ciudadanos. Sin embargo, este proceso se inició desde la década anterior, cuando el
Presidente renunció a su poder a favor de los mandos militares (Pedraglio, 2014).

Entonces, queda claro que todos los autores, a excepción de la CVR y Castro, plantean
en sus fuentes, a su manera, que los conflictos entre Fujimori y el Congreso fueron una de las
razones del golpe de Estado de Fujimori, aunque no necesariamente la determinante.

Después de todo lo expuesto, se puede sintetizar que el autogolpe de 1992 estuvo


motivado, principalmente, por los siguientes motivos: (i) las relaciones conflictivas entre el
Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo; (ii) la alianza de Fujimori con las FFAA; (iii) la
minoría parlamentaria del partido gobiernista; (iv) la personalidad autoritaria, ambiciosa y
conflictiva de Fujimori; (v) la denuncia de la entonces primera dama por la ropa donada por
Japón.

Según el punto de vista del trabajo, se plantea a manera de hipótesis que las causas del
autogolpe de 1992 fueron las relaciones conflictivas entre el Poder Ejecutivo y el Poder
Legislativo, lo cual a su vez se vio reforzado por la personalidad de Fujimori, en el sentido de
que este no desistiría de sus ideologías, al querer conseguir el poder absoluto y en su
mentalidad de dictador siempre haría uso de su autoritarismo, ejerciendo superioridad. Del
mismo modo, estas relaciones conflictivas y el no contar con una mayoría parlamentaria
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fueron motivo también para afianzar la cercanía entre las FFAA y Fujimori, dada sus
ideologías y objetivos complementarios. Cabe resaltar que el caso de la ropa donada es visto
más que todo como una excusa, no siendo una verdadera razón para lo ocurrido en 1992.

A raíz de lo expuesto en el presente estado de la cuestión, surgen interrogantes como:


¿qué beneficios tuvo el país tras el autogolpe?, ¿de qué manera efectó el golpe de Estado de
1992 a la economía peruana?, las cuales podrán ser estudiadas en futuras investigaciones para
así poder entender mejor todo lo concerniente al golpe de Estado de Fujimori.

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