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En el jardín de los niños, vive un caracol llamado

Carlos
es muy afortunado aunque el todavía no lo sabe.
Desde muy pequeño despierta con sol,
saca sus antenitas y disfruta de la briza,
Bebe agüita de rocío de los pastos
y se dedica a mirar las flores.

Pero lo que más le gusta,


es ver llegar a los niños
corriendo jugando en los columpios.
Sin embargo, a veces se pone muy triste,
porque cree que es muy feo
y que los niños no lo quieren.

Todas las tardes observa a la hermosa niña de los


moños
corriendo detrás de una mariposa
que se posa en las flores.
Y piensa “ojalá yo fuera bonito”
Un día Carlos hace un plan con la mariposa
para poder subir a las flores.
Hizo un gran esfuerzo y subió.
Saco sus antenitas para llamar la atención de la niña.
La niña de los moños lo mira con atención
y el piensa que el plan funciona.

La niña saca un dedo y toca su cabecita.


La niña grita y sale corriendo.
El caracol siente tanta vergüenza,
que se esconde en su caparazón
durante toda una semana.

Pero la mariposa llega volando


y golpea su caparazón y el decide salir.
¿Qué quieres mariposa? Ven a ver las flores.
No vuelvo a salir nunca más, dijo Carlos
soy muy feo y asusto a los niños.
Eres muy hermoso, tú concha brilla con el sol
y ese caminar que tienes me parce muy elegante.
Eso lo dices porque eres mi amiga.
El otro día asuste tanto a la niña de los moños
que salió corriendo.

¿No lo sabes verdad?


Como has estado escondido desde ese día
no has visto que la niña de los moños
viene todas las tardes a las flores para verte.

De pronto la niña de los moños aparece


y lleva en su mano un poco de pasto para que Carlos
coma.
Carlos la mira muy avergonzado y come un poco de
pasto.

Lo que no sabía el caracol


es que la niña se había pinchado el dedo con una rosa
cuando lo quería tocar
y su baba le había sanado la herida.
Ahora Carlos sabe lo afortunado que es,
tiene el don de curar las heridas con su baba
y sobre todo que puede ayudar a los niños
que tanto le gustan.

Desde ese día Carlos viene todas las tardes


a jugar al jardín con los niños
y todos quieren ser su amigo
ya que se sienten seguros por si se hacen una herida.
Rimas
Mariquita, mariquita
Duerme tranquila en su hojita
Mariquita, mariquita
Tiene lindas antenitas

Mariposas azules
Que están diciendo
Que doña primavera
Ya es viniendo.

El pobre mosquito
No sabe que hacer
Volando al derecho
Volando al revés.

Las hormigas por su sendero


Van cargaditas
Van al granero
La mariposa Lita
Le gusta pasear
Volar por aquí
Volar por allá

Voló tanto tiempo


que se canso
Le ofrecí mi mano y se posó.

Le acaricie las alas


Y se asustó
Me miro enojada
Y se escapó

Amiguitos felices
¿Qué es lo que pasa?
Llego la primavera
Y está en la plaza.
Soy una flor
Me llamo Margarita
Mis pétalos son blancos
Y soy muy bonita.

Había una vez un bichito


Un bichito diferente
Que era ingenioso
Y también inteligente.

Un gusano pequeño
Conocido por ciempiés
Admiro sus patitas
Las cuento hasta cien.

Un montón de patas
tiene doña araña
escondida siempre
Tras la cabaña.
Fabula
Había una vez una liebre que corría libre y feliz por el
campo de pronto un águila comenzó a perseguirla.
La liebre corría pero sobre su cabeza sentía la
sombra del águila.
Mientras corría se cruzó con un escarabajo.
– ¡Por favor, por favor, ayúdame! –

– ¡El águila quiere atraparme!


El escarabajo era pequeño pero muy valiente. Se
enfrentó al águila sin miedo.
– ¡No le hagas daño a la liebre!
¡Ella no te ha hecho nada!
¡Perdónale la vida!

El águila saco al escarabajo y se comió a la liebre.


El escarabajo se puso triste y decidió vengarse.
A partir de ese día, siguió al águila a todas partes.

Esperó a que el águila saliera y fue al nido que tenía


en lo alto de un árbol y tiro los huevos del águila para
que se rompieran contra el suelo.
Apenas el águila ponía sus huevos, el escarabajo
hacia lo mismo.
El águila se sentía muy enojado, busco al dios Zeus
para pedirle ayuda ¡Ya no sabía qué hacer para poner
sus huevos a salvo del escarabajo!
Vengo buscando protección, mi querido dios.

Yo te ayudaré. Dame los huevos y déjalos sobre mis


manos.
Yo los cuidare y nada tendrás que temer.
En unos días estos huevos serán tus preciosos
polluelos y podrás regresar a buscarlos.

El águila dejo los 5 huevos en manos de Zeus.


Pero el escarabajo, que también la había seguido
hasta ese lugar, encontró la forma de hacerlos caer de
nuevo.

Fue a un campo cercano y fabricó una bolita de saliva.


La tomo entre sus patitas subió muy alto y cuando
estuvo muy cerca de Zeus, le lanzó la bola a la cara.
Al dios Zeus le dio tanto asco que sin darse cuenta
giró la cabeza y levantó los brazos, soltando los
huevos que sujetaba.
El águila comenzó a llorar y miró avergonzada al
escarabajo, para pedirle perdón.

Está bien… Reconozco que me porté muy mal.


Debí perdonar la vida a la liebre y me arrepiento de
haberte tratado a ti con desprecio.
El escarabajo se dio cuenta que el águila estaba
arrepentida y desde ese momento respetó los huevos
para que nacieran sus crías.

Por todo el pueblo se corrió la voz de lo que había


sucedido y por si acaso las águilas ya no ponen
huevos en la época en que salen a volar los
escarabajos.

Moraleja: jamás hay que despreciar a alguien porque


parezca pequeño o débil. La inteligencia no tiene nada
que ver con el tamaño o la fuerza.

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