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De "La negación" al seminario 3 - F.

Schejtman

Mi madre no es

Un analizante le dice a Freud que ha soñado, Freud le pregunta por la persona del sueño y el
analizante le responde “mi madre no es” → para Freud es la madre. Freud nos dice que en ese “no es mi
madre”, lo reprimido -el “es mi madre”- logra penetrar en la conciencia: un contenido de representación o
de pensamiento reprimido puede irrumpir en la conciencia a condición de que se deje negar → lo reprimido
irrumpe en la conciencia agregándose el no → dice Freud: la negación es un modo de tomar noticia de lo
reprimido. Esto de todas maneras no significa una aceptación de lo reprimido. La negación conlleva al
mismo tiempo una suspensión y un mantenimiento de la represión → resulta una suerte de aceptación
intelectual de lo reprimido con persistencia de lo esencial de la represión → esto la situa en el 3er tiempo
de la represión, en el lugar del retorno de lo reprimido.
La negación, como forma del retorno de lo reprimido, no supone entonces un levantamiento de la
represión, solo es un índice de su fracaso. La aceptación intelectual (que Freud le diga al paciente sí en
realidad es su madre y que el paciente diga si posta) deshace la negación, pero no la represión → dice
Freud: logramos triunfar sobre la negación y establecemos la plena aceptación intelectual, pero eso no
significa que el proceso represivo quede cancelado.

Negación: enunciado y enunciación

Hyppolite (filósofo que lacan invita a uno de sus seminarios para esclarecer este texto de la
negación de Freud) propone establecer 3 niveles distintos, 3 tiempos que convendría distinguir para hallar
allí una lógica. Hyppolite hace primero una aclaración crucial para abordar el texto freudiano: “la negación
no es la negación de algo en el juicio, es una especie de desjuicio”. Esta se diferencia de cualquier negación
interna al juicio, en efecto, es muy distinto negar algo en un juicio que negar como tal el juicio → esto
último es la negación según Hyppolite, hence la palabra desjuicio.
Ejemplo: una cosa es decir “esa pared no es roja”, enunciado que se ubicaría según Hyppolite como
una negación interna al juicio, otra cosa muy diferente es proponer “yo no digo que esa pared sea roja”,
aquí ya no se trata de negar enunciados, contenidos, sino que se está negando el lugar mismo de la
enunciación → aquí no niego que esa pared sea roja, estoy negando que yo lo digo. Es aquí donde se ubica,
según Hyppolite, la negación freudiana que él llama desjuicio → para ponerlo en términos de lo que dijo el
paciente de Freud → no vaya usted a creer que yo digo que es mi madre. Aquí la negación no indica la
posición de la enunciación, no es una negación del enunciado, se revela algo de la posición misma del sujeto
de la enunciación.
Resumiendo, habría dos niveles diferentes para la negación: por un lado, la negación de la
enunciación (negación de la posición de enunciación, donde se ubica la negación freudiana), y por otro, la
negación de enunciados, negación de contenidos.
Resta solo explicar el tercer nivel de Hyppolite. La Verneinung (negación freudiana), como negación
de la enunciación, se halla en el segundo nivel, mientras que la negación interna al juicio, es decir la de
contenidos y el juicio en un sentido amplio, en el tercero.
Freud propone pensar la génesis del juzgar, a partir de un estadio inicial que es el del “juego de las
mociones pulsionales primarias”. El juicio (tercer nivel), para Freud, es algo que se origina en un movimiento
primario (primer nivel), que podría pensarse de este modo: “quiero introducir esto dentro de mí o quiero
expulsar esto de mí.
Según Hyppolite, se trata de “un primer mito del fuera y adentro”. Un mito de la constitución del
aparato psíquico. Lo que introduzco en mí, constituye el dentro, lo que expulso constituye el fuera. Lo que
queda dentro ha sido efecto de una afirmación primordial. En tanto, quedar fuera es efecto de una
expulsión primordial. Lo que queda bajo el registro de la afirmación primordial, va a quedar del lado del
aparato, constituyendolo, y lo otro afuera, del lado exterior.
Esta primera polaridad “inclusión-expulsión”, según Freud, termina por “corresponder a la oposición
de los dos grupos pulsionales que hemos supuesto. Es decir, Freud está trabajando aquí, con la dualidad
pulsional: pulsión de vida-pulsión de muerte. La afirmación pertenece al Eros, y la negación a Tánatos.
Según Hyppolite es importante destacar la asimetría que Freud establece entre la afirmación y la
negación. La afirmación, para Freud, es sustituto o equivalente de la unificación que Eros promueve.
Mientras que la de la negación afirma que sería sucesora de la expulsión. Es decir que la negación
freudiana, se encuentra en un “nivel de historia” distinto de aquel de la pareja originaria
“inclusión-exclusión”.
La afirmación, en ese movimiento originario, no se contrapone a la negación. La idea de Freud es
que a la afirmación primordial se le opone, no la negación, sino la expulsión primordial → la negación es
sucesora, secundaria, respecto de ese primer movimiento. La disimetría subrayada por Hyppolite implica
que para negar algo, aquello que es negado tuvo que ser afirmado en un tiempo anterior. Esto es, que
solamente es posible negar aquella que ha entrado en el aparato, que ha sido afirmado.

Cabe aclarar antes de continuar, que lo que cae bajo la afirmación primordial tendrá ciertos
destinos, y lo que caiga bajo la expulsión tendría otros.

Los tres tiempos de la represión

Podemos poner en relación la constitución del psiquismo, a partir de ese primer tiempo lógico
pulsional (expulsión / afirmación), con la primera fase de la represión, la fijación, nombrada años después
represión primaria.
Luego, a la negación, le correspondería, la tercera fase de la represión, el retorno de lo reprimido.
Y, finalmente, deberíamos ubicar, a la represión propiamente dicha, o secundaria como la nombra años
después, como el antecedente necesario de la negación, puesto en en sentido estricto, no hay retorno de lo
reprimido sin represión. Así tendriamos:

“Historial de Schreber” (1911) “La represión” (1915) “La negación” (1925)

Fijación Represión primaria Afirmación / Expulsión

Represión propiamente dicha Represión secundaria Represión

Retorno de lo reprimido Retorno de lo reprimido Negación

El seminario 3
Pasamos ahora al seminario 3 de Lacan. Lacan (hablando de lo dicho por Hyppolite) dice que en lo
inconsciente, no todo está tan solo reprimido, es decir, desconocido por el sujeto luego de haber sido
verbalizado, sino que hay que admitir, detrás del proceso de verbalización, una afirmación primordial, una
admisión en el sentido de lo simbólico, que puede a su vez faltar. De esta manera, para Lacan, para que algo
sea reprimido, primero tuvo que haber sido admitido en el aparato, en lo simbólico en sus términos.
A esa inscripción en lo simbólico, Lacan la llama afirmación primordial. Nos encontramos así ahora
en el primer nivel. Lo que hacemos, desde la perspectiva de Lacan, es suponer un nivel estructural, de
inscripción de significantes. Porque es necesario precisar que en esta operación originaria, son significantes
los que se admiten en lo simbólico y también significantes los que se rechazan. Afirmación de estos
significantes en un tiempo primario, significantes que luego podrán, llegado el caso, ser reprimidos y
finalmente retornar de la represión.
Esto quedaría así:
Bejahung (afirmación primordial) → Verdrangung (represión secundaria) → retorno de lo reprimido

¿Hay Bejahung en la psicosis?

Lacan propone que esa admisión en el sentido de lo simbólico “puede a su vez faltar” → podría
entonces para un sujeto no haber simbolización primordial?
Lacan baraja esta posibilidad → “previo a toda simbolización hay una etapa, lo demuestran las
psicosis, donde puede suceder que parte de la simbolización no se lleve a cabo”.
Entonces no es que falta la Bejahung, sino que puede ocurrir que parte de ella no ocurra. También
puede ser que algo primordial en lo tocante al ser del sujeto no entre en simbolización, y sea, no reprimido,
sino rechazado. El autor entonces remarca que hay simbolización, lo que sucede es que algo puede faltar o
ser expulsado o lo que sea, pero sin simbolización no habría sujeto.
Incluso para el campo de las psicosis supondremos la afirmación o bejahung. El psicótico es un ser
hablante y como tal habita el lenguaje. Entonces, es un significante determinado el que no es admitido en lo
simbólico en la psicosis. Este es el significante nombre-del-padre.

Verwerfung

Prepárense para aprender alemán → Lacan nombra Verwerfung, en el seminario 3, a la expulsión


primordial, ubicándola de esta manera en el lugar de la ausstossung, como contracara de la afirmación
primordial (bejahung). Osea, Freud llama ausstossung a la expulsión primordial, y Lacan le cambia el
nombre a Verwerfung.
Lo que interesa ahora es diferenciar el modo de retorno de aquello que fue expulsado
originariamente del aparato por la Verwerfung, del retorno de lo reprimido, el modo de retorno de lo que
ha caido bajo la Verdrangung (represión propiamente dicha o secundaria). Lacan lo plantea de esta
manera:lo que cae bajo la acción de la represión retorna, ya que siempre está ahí y se expresa de modo
perfectamente articulado en los síntomas y en multitud de otros fenómenos → ¿qué quiere decir que lo
reprimido se expresa de modo articulado? Que no fue expulsado de lo simbólico, como lo rechazado
primordialmente, sino que se articula en una cadena significante. Es decir, lo que tomó el camino de la
Bejahung (afirmación primordial), pudo ser reprimido -Verdrangung-, preo como la represión es una
operación que se cumple en el campo de lo simbólico, podrá retornar en ese campo.
En cambio, lo que cae bajo la acción de la Verwerfung, tiene un destino totalmente diferente, ya
que se trata de una expulsión, de una no admisión al registro simbólico, y por lo tanto el retorno no se
producirá en lo simbólico. Para Lacan, aquello que fue expulsado de lo simbólico va a retornar en lo real.
Verwerfung… del nombre-del-padre

No hay estructura subjetiva en la que “el programa” -el Otro- se halle completo. No hay remedio, la
“instalación del programa”, para cualquiera de las 3 estructuras -neurosis, psicosis, perversión- comporta,
además de la inscripción de significantes, la imposibilidad de inscribirlos todos. Esto es, que algunos queden
fuera → Verwerfung. Obviamente no es sin consecuencias cuáles significantes se inscriben y cuáles no.
Así, para la psicosis, no hablaremos entonces solamente de Verwerfung, o de forclusión, como
finalmente la llamará Lacan, sino que tendremos que hablar de forclusión del nombre-del-padre.

Retorno en lo simbólico y retorno en lo real

Aquello que fue cercenado en lo simbólico por la Verwerfung va a retornar en lo real de la


alucinación. Efectivamente, la alucinación (no todas las alucinaciones iwal) es elaborada aquí, no como una
formación del icc -osea como retorno de lo reprimido- sino del lado de lo que retorna en lo real.
Destaquemos ahora que lo reprimido es un saber, aunque un saber no sabido. Así es como definimos al icc,
como un saber no sabido. Un saber que insiste en hacerse oír, aunque no se quiera saber nada de él.
La verwerfung es explícitamente abordada por Lacan como una operación que recae sobre
significantes. Es decir, son significantes los rechazados de lo simbólico en la psicosis, y estos retornan en lo
real. Pero debe indicarse enseguida que en lo real no se encuentran únicamente estos significantes que
quedan fuera, la entrada a lo simbólico también supone la pérdida radical, original del objeto.
En efecto, está entonces, además, el objeto perdido por el hecho de hablar. El objeto pierde en el
tiempo mítico en el que el sujeto es sumergido en el baño del lenguaje quedando, también fuera de lo
simbólico en una relación de exterioridad íntima, o mejor aún, lo que lacan llama “extimidad”.
Así, podríamos decir que Lacan reserva el término ausstossung para lo que queda en lo real, pero
no del lado del significante, sino del lado del objeto. Es decir, mientras que la verwerfung se restringiría a la
operación que deja fuera de lo simbólico determinados significantes, la Ausstossung se refiere a la
operación por la cual se pierde originariamente el objeto, el cual Lacan denomina → objeto a.
Entonces ¿por qué Lacan habla de Verwerfung y no de Ausstossung en el seminario 3? Y bien,
porque en el seminario tres es del lado del significante, en principio, es decir en relación con la inscripción o
no del nombre-del-padre, que se logra oponer neurosis y psicosis. Creemos que es por ello que allí es
acentuado el “lado significante” de la operación de rechazo, representado por la Verwerfung. Mientras que
podría decirse que del lado de la Ausstossung, tanto en neurosis como en la psicosis el objeto se pierde
originariamente por el hecho de habitar el lenguaje: el significante “lo mata”.
Para articular ambas operaciones es preciso agregar que en la neurosis, donde se inscribe el
nombre-del-padre y no es rechazado, esa pérdida inicial del objeto va a tener una inscripción simbólica. El
nombre-del-padre, por su operación metafórica, redobla en la neurosis esa pérdida fundamental del objeto:
redoblamiento que inscribe esa pérdida en términos fálicos, lo que permite que el deseo neurótico
encuentre su razón en el falo y se normalice. En tanto que en la psicosis, donde el nombre del padre es
tomado por la Verwerfung osea expulsado, la pérdida del objeto no es redoblada simbólicamente, con las
consecuentes dificultades que eso conlleva para la normalización de la función del deseo.

Dos estados del significante

En principio, lo real para Lacan es aquello que excede la simbolización, que queda fuera de la
simbolización. En este primer movimiento, este mito del dentro fuera afirmación expulsión, tanto para la
neurosis como para la psicosis, la Bejahung o afirmación constituye el mundo simbólico de un sujeto,
mientras que la Verwerfung constituye como tal lo que es expulsado, lo real. Ahora bien, “aquello que haya
estado sujeto a la Bejahung, sufrirá diversos destinos; lo afectado por la Verwerfung primitiva sufrirá otro.
Es decir, el significante que toma el camino de la Bejahung será admitido como tal en lo simbólico,
podrá ser reprimido y retornar luego a nivel de lo simbólico de las formaciones del inconsciente, mientras
que aquel significante que caiga bajo la acción de la Verwerfung retornará en lo real.
Establecidos los dos campos, el de lo simbólico y el de lo real, y los dos modos de retorno,
podríamos proponer dos estados posibles para el significante. Podemos, en primer lugar, encontrar al
significante en su patria, es decir, en lo simbólico. O bien, hallarlo en el exilio… de lo real. Y conviene
establecer con claridad esta distinción: no es lo mismo el significante en lo simbólico que el significante en
lo real.
Si decimos que la patria del significante es lo simbólico, señalemos que es para tal estado del
significante, que vale la definición que Lacan luego establecerá: “un significante es lo que representa a un
sujeto para otro significante”.
Solamente “en su patria”, el significante, encadenándose, se articula con otro produciéndose la
significación. Esto ocurre únicamente con los significantes en tanto se encuentran en lo simbólico → de este
modo distintos destinos significaría → ser reprimidos, en un síntoma, en un lapsus, en un sueño, etc.
Porque además tenemos otro estado del significante que da testimonio del cúmulo de trastornos
del lenguaje que la psicosis presenta. Se trata del significante en lo real → aislado de la cadena.
En el párrafo 4 del lado derecho de la página 32 (16 en el documento) hay algo que parece
importante pero no puedo entender que es porque el texto está cortado a la mitad.
La significación, en estos neologismos (palabras inventadas que suceden en la psicosis) remite,
vuelve sobre sí misma, y esto es efecto del des-encadenamiento del signo. Se trata, así, de significantes que
no remiten a otros en una cadena. Esto es lo que explica el peso tan particular del neologismo. Del estado
de des-encadenamiento → puede suceder de dos maneras, en forma de fórmula, estribillo, donde se vacía
totalmente de significación, o en forma de intuición delirante, donde está tan pleno de significación que ya
no significa nada.
Distinguidos los dos estados del significante, conviene ahora pensarlos en disyunción. En efecto, un
significante no puede al mismo tiempo estar en su patria y estar en el exilio. Un mismo significante no
puede, a la vez, haber admitido en lo simbólico y ser rechazado a lo real → entonces en el orígen hay
Bejahung o Verwerfung (respecto de un sólo significante). Por ejemplo, en el caso del nombre del padre, si
hay Bejahung hay neurosis o perversión, si hay Verwerfung hay psicosis → por eso no se puede pertenecer
a dos estructuras al mismo tiempo.
Ahora bien, por el otro lado, si pensamos en la operación en sí misma, no podemos dejar de decir
que no hay Bejahung sin Verwerfung y viceversa.
Las diferencias entre las estructuras subjetivas están entonces en qué significantes se inscriben y
cuales son rechazados.

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