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¿Quién Secuestró A Los Maestros
¿Quién Secuestró A Los Maestros
– ¡Tienen veinte minutos para hacer la tarea! – solía decir yo a mis hijos, cada
tarde al terminar de comer, mientras daba cuerda al reloj de cocina y lo ponía
sobre la mesa, haciendo sonar su familiar “TIC-TAC, TIC-TAC, TIC-TAC”, que
terminaba con una sonora alarma a los veinte minutos exactos. El
“RIIIIIIIIING” de la alarma señalaba el momento para cerrar los libros
obligatoriamente y guardarlos en las mochilas, teniendo toda la tarde libre
para convivir, jugar, entretenernos y divertirnos en familia.
Desde entonces… el tiempo para hacer las tareas cada tarde se vuelve
interminable, tedioso y agotador para ellos y para mí . Los niños completan
los deberes ya muy entrado el anochecer, quedándoles únicamente el tiempo
suficiente para ducharse, cenar, rezar e irse a dormir. Ya no existe en
nuestras tardes tiempo para los juegos, la convivencia, ni el entretenimiento
en familia.
¿Qué sucedió?
¿Los cambié de colegio? No, el colegio ha sido el mismo para el primero y
para el último de mis hijos.
¿Son más, las tareas que ahora les dejan? No, todo lo contrario, ahora les
dejan mucho menos tareas que las que les dejaban antes.
¿Son más difíciles las tareas que ahora les dejan? ¡Para nada! El nivel de
enseñanza ha decrecido de manera visible. Las tareas que ahora le dejan al de
cuarto de primaria (que es el séptimo de mis hijos) son equivalentes (en
contenido y grado de dificultad) a las que les dejaban a los niños en
Preprimaria hace unos cuantos años.
¿Será, entonces, que mis hijos pequeños son menos listos que sus hermanos
mayores? ¡Tampoco! Gracias a Dios todos mis hijos gozan de una muy buena
inteligencia que los hace capaces de entender y aplicar los conceptos
fácilmente.
Entonces…??? ¿Qué sucedió? ¿Por qué antes me funcionaba la alarma de
cocina y ahora ya no me funciona?
La respuesta es bien sencilla: Hasta hace unos cuantos años los niños
aprendían en la escuela y los deberes para la tarde eran sólo practicar y
repasar lo que ya habían aprendido en clase.
Ahora… los niños no aprenden en la escuela y por lo tanto no saben cómo
resolver sus tareas. Las mamás nos vemos obligadas a explicar y enseñar,
por las tardes, todo aquello que debieron explicarles y enseñarles las
maestras por la mañana.
El hecho es que ahora mis hijos van al colegio por las mañanas y, como no
aprenden lo que deben aprender (porque nadie se los enseña), en las tardes
nos hemos visto obligados a ser homeschoolers. Es agotador… de verdad…
para los niños y para mí. Y los resultados son muy pobres, pues no se puede
enseñar en dos horas lo que se debió enseñar en seis.
Lo más triste del asunto es que… después de mucho buscar e investigar por
una posible mejor opción para mis hijos, he podido comprobar, con una
profunda sensación de impotencia, que el deterioro sostenido, progresivo e
imparable en los resultados de la enseñanza dentro de las escuelas, se está
dando no sólo en la escuela de mis hijos, sino en todas las escuelas…
católicas, laicas, privadas y gubernamentales, y no sólo en México, sino a
nivel internacional. El nivel académico está bajando año con año… los niños
aprenden cada vez menos cosas en la escuela y las pocas cosas que aprenden,
las aprenden mucho peor.
Hace veinte años estos personajes no existían en las escuelas (al menos en mi
escuela) y las cosas iban bastante mejor que ahora. Por lo menos, los niños
aprendían lo que debían aprender y terminaban la tarea en menos de veinte
minutos.
LOS CONTADORES
¿Qué sucedió? Lo que tenía que suceder: empezaron a abrir colegios como si
de franquicias de McDonald’s se tratara. El problema, claro, fue que no es lo
mismo aprender a hacer hamburguesas que aprender a educar a un niño.
Es humanamente imposible que 200 sacerdotes (por más sabios y santos que
sean) puedan supervisar y controlar lo que sucede en 8000 colegios y 50
universidades.
Pero… orgullosos y embelesados con los grandes números (que podemos ver
publicados en todos sus folletos) muy pronto dejaron que prevaleciera la
cantidad sobre la calidad. Olvidaron su carisma educativo que decía que sus
escuelas fueron fundadas para formar niños sabios y santos, verdaderos
hombres cristianos, amantes del saber, buscadores de la verdad, capaces de
transformar la cultura, pues… al tener que contratar maestros de todo tipo,
sin mayor selección, para poder “medio-atender” a los cientos de miles de
alumnos, muy pronto limitaron su acción educadora a cumplir con el mínimo
requerido por las leyes educativas de cada país y en “sacar horneadas de
alumnos” cada año, que supieran más o menos lo indispensable para
sobrevivir en la Universidad.
LOS PSICÓLOGOS
¿Qué tienen que ver los psicólogos con el deterioro de la enseñanza? Mucho.
Pero ahora… la moda dicta que hay que tener un psicólogo de planta en la
escuela. Y los pobres psicólogos, para justificar su puesto y su sueldo, se
sienten comprometidos a encontrar un niño problema en cada uno de los
alumnos.
Ahí está el problema con los psicólogos: ven como enfermedades los
defectos, errores y pecados y con eso quitan toda la responsabilidad al
alumno. Los maestros ya no pueden regañarlos, llamarles la atención o
castigarlos, pues eso sería tan ridículo como castigar a alguien porque le dio
varicela.
Escojan la teoría psicológica que más les guste: Freud, Jung, Adler, Fromm o
el mismo Frankl… el que quieran. No hay una sola corriente psicológica que
contemple al hombre como lo que es: un ser creado por Dios, dotado de
cuerpo y alma, con una naturaleza herida por el pecado, que habiendo sido
redimido por Cristo, está llamado a alcanzar la vida eterna con la ayuda de la
gracia.
Pero bueno… el asunto es que los psicólogos llegaron a las escuelas y parece
ser que llegaron para quedarse, así que no nos queda otro remedio a las
mamás, más que enseñar a nuestros hijos la responsabilidad de sus actos, de
sus logros y yerros, y conseguir que nos crean, aunque en la escuela les digan
constantemente que no son ellos los responsables, sino “el ambiente tan
difícil que les ha tocado vivir”.
LOS PEDAGOGOS
El paso a la Primaria era sencillísimo, pues los niños llevaban ya tres largos
años de haber dominado la lectura y estaban plenamente capacitados para
poder leer, comprender y asimilar pequeñas historias que narraban la forma
de vida del hombre prehistórico, la vida de los animales y las plantas, las
divisiones del reino animal y vegetal, las partes del cuerpo humano, las
señales de tránsito, las reglas de urbanidad y… muchas cosas más, que
aparecían en esos “arcaicos” planes de estudio.
Llevando ya dos años de haber aprendido a sumar y restar, los niños en
primero de primaria, antes de cumplir los siete años, eran capaces de hacer
largos y rápidos cálculos mentales, de diez o quince operaciones en serie y se
encontraban capacitados para aprender los fundamentos de la
multiplicación.
– Vuelve a hacerlo. Si entregas eso tan mal hecho te van a poner un Cero
grande y redondo!
– No… ma’ … ¿cómo crees? ¡La maestra no se fija en eso!
Y… tristemente siempre han tenido razón. Al día siguiente llegan con su sello
de “¡MUY BIEN HECHO!” sobre la tarea a la que yo le hubiera puesto cero y
hubiera obligado a repetir.
Aún recuerdo el asombro que sentí al leer “el desarrollo evolutivo del niño”
según Piaget.
Enterándome que el Sr. Piaget sacó sus conclusiones habiendo observado a
sus propios hijos, no me quedó la menor duda de que los hijos de Piaget
tenían un serio retraso mental. Los niños normales son capaces de hacer las
cosas y entender los conceptos muchísimo antes (3 o 4 años antes) de lo que
dicen las teorías de Piaget.
– Tus hijos, Lucrecia, tampoco pueden servir como parámetro, pues son
demasiado listos.
Mmmmhh… eso es falso. Mis hijos son listos, muy listos, pero no “demasiado”
listos. ¿existe, acaso, algún niño que sea “demasiado” listo? Sin embargo, ese
comentario bastó para que cualquier aportación posterior de mi parte en el
curso, perdiera toda autoridad y credibilidad.
Se les trata como idiotas desde pequeños (gracias a Piaget y a otros que están
detrás de él), no se les enseña nada que signifique un reto para ellos, se
aburren y… como consecuencia directa, pierden el interés por aprender. Una
hermosa obra la de los pedagogos… para destruir la educación en las
escuelas.
Tampoco son los más creativos los que estudian Pedagogía, pues ésos optan
por Comunicación, Diseño o Arquitectura.
El alumno “tipo” que opta por la carrera de Pedagogía (no niego que pueden
existir honrosas excepciones) es el alumno “buena gente” que desde pequeño
decidió que no le gustaban las matemáticas, que nunca las entendió ni les
encontró aplicación alguna; es el alumno que jamás le halló mucho sentido a
la gramática ni a la ortografía, para quien el estudio de la Historia le parecía
algo aburrido; es el alumno que nunca adquirió gran gusto por la lectura, al
que no le gustaba demasiado estudiar y mucho menos memorizar. Es el
alumno que siempre justificó sus malas notas diciendo “Es que el maestro no
sabe enseñar”.
El “nuevo” sistema educativo (que no es tan nuevo… pues fue ideado a finales
del siglo XIX y principios del XX) ha tomado ideas de varias corrientes,
principalmente del Constructivismo, que enseña que el niño debe conocer la
verdad por sí mismo y que el maestro no debe imponer sus ideas sino que
sólo debe ser un mediador entre el saber y el niño.
Por ahora, sólo haré hincapié en los principales slogans que han usado los
modernos pedagogos para infiltrar su ideología (que, como veremos más
adelante, procede del marxismo y la masonería) en las escuelas católicas y en
el mundo de la educación en general.
Estos slogans tienen como único objetivo desacreditar a los buenos maestros
y a la educación formal y tradicional, de acuerdo con la estrategia sugerida
por Gramsci, que más adelante veremos con detalle, para adueñarse del
mundo de las ideas
Supongo que ellos quieren que mi hijo cuente bolitas y palitos cada vez que
necesite multiplicar 3 X 4 (para que él mismo descubra el resultado). Yo creo
que eso le dificultaría mucho la vida. Lo más eficaz es que mi hijo sepa de
memoria (sí, de memoria) que 3 X 4 es 12 y que 7 X 8 es 56. De esta manera
podrá emplear su tiempo en cosas mucho más productivas e interesantes.
Por otra parte… ¿qué tiene de malo lo transmisivo?. Las escuelas, institutos y
universidades son precisamente eso: centros de transmisión del saber. Con la
enseñanza transmisiva, las nuevas generaciones pueden aprovechar el saber
acumulado de las anteriores.
De hecho, los niños aprenderán aunque no les enseñen, pues su cerebro está
hecho para aprender siempre. Si no le enseñan a un niño las fórmulas
elementales de la física en la escuela, las aprenderá él solo, pero las
aprenderá como no las debe aprender. Aprenderá, por ejemplo, que fuerza es
igual a masa por aceleración (F=ma) cuando un amigo borracho le dé un
mazazo en la cabeza. Si no le enseñan que la velocidad es igual a la distancia
sobre el tiempo (v=d/t), lo aprenderá cuando no pueda frenar en el coche y
se estrelle contra un poste. Si no le enseñan las Leyes en la escuela,
aprenderá en la calle cómo esquivarlas y violarlas impunemente. Si no le
enseñan Historia, la aprenderá (muy mal) leyendo las noticias de la prensa.
Los niños no necesitan “aprender a aprender”, porque siempre están
aprendiendo. Por eso resulta indispensable que en la escuela aprendan todo
lo que es verdadero y bueno, para que no aprendan lo incierto y nocivo en
otros lugares.
Si el modelo tradicional fuera tan malo como dicen los pedagogos, no hubiera
habido ningún avance en la ciencia, la tecnología y el saber desde el
medioevo hasta nuestros días.
Por otra parte… me gustaría mucho que me aclararan cuáles son los
“contenidos anclados en el pasado” de los que hablan. ¿Será que ya no
quieren que los niños estudien a Sócrates y a Platón? ¿Qué ya no lean a
Miguel de Cervantes ni a Shakespeare? ¿Qué ya no estudien Historia
Universal? ¿Considerarán que las leyes de Newton están pasadas de moda?
¿Se referirán a las enseñanzas de Jesucristo, por tener 2000 años de
antigüedad? ¿Cuáles son, señores pedagogos, los contenidos “anclados en el
pasado”?
Hay niños con ganas de aprender, que podrían aprender mucho más en un
sistema más exigente, más ordenado, que no lo obligara a convivir con
quienes no tienen el menor interés por enseñar.
Eso también es muy tradicional, queridos pedagogos. Basta con mirar a los
sabios del Renacimiento. Curiosamente los mejores artistas, pintores,
arquitectos, compositores, también eran los mejores matemáticos, teólogos e
historiadores.
Que los papás impongan luego un castigo por las malas notas en el examen…
eso no quiere decir que el examen en sí mismo sea un castigo. Por el
contrario, los exámenes son la oportunidad para ver si el alumno ha tenido
un aprendizaje efectivo y, si no lo ha tenido, poner a tiempo las medidas
correctivas necesarias, ya sea en la manera de explicárselo o en la manera de
estudiar. Los exámenes son una herramienta eficaz para asegurar que el
alumno terminará el curso sabiendo todo lo que debió haber aprendido.
Para aprender algo nuevo, uno siempre se apoya en lo que ya sabe. El niño
que más cosas sepa al salir de la escuela, más puntos de apoyo tendrá para
aprender cosas nuevas. El aprendizaje tiene la particularidad de que cuanto
más aprendes, más sed tienes de aprender más; cuanto más sabes, más
ganas tienes de saber más. Si nuestros hijos salen de la escuela sabiendo
poco, por muchas destrezas que le hayan inculcado, es muy difícil que les
broten de repente las ganas de aprender. Y… aunque les brotaran… su
cerebro no estará suficientemente desarrollado para entender conceptos
más elaborados.
Da pena hojear los libros de texto que ahora llevan nuestros hijos,
especialmente en Bachillerato: Grandes ilustraciones a cuatro tintas, papel
couché de muchos gramos, pasta dura, hermosas fotografías dignas del
National Geographic, bonitas historias ilustradas y… nada de contenido
sustancial de la materia y ni un solo ejercicio de práctica o evaluación.
Cada vez que los veo, añoro a nuestro arcaico Baldor y los Cuadernos Al-
fa… de papel revolución, en blanco y negro y con cientos de ejercicios para
volverte experto. ¡Qué buenos libros eran ésos!
Los libros de Primaria también dan pena… son menos elegantes que los de
bachillerato, pero también están llenos de colores e ilustraciones y de muy
poco contenido sustancial. Por poner un ejemplo, en el libro de Matemáticas
de mi hija de 3º de primaria, aparece un problema que dice: “Juan tenía una
pera y dos manzanas en una canasta. ¿Cuántas frutas tenía en total?”, los
pedagogos (autores del libro) han dibujado a Juan con su canasta en media
página, a dos manzanas rojas y brillantes en la otra mitad de la misma página
y a la pera en la mitad de la página siguiente. Luego en la última mitad,
aparece la ilustración de las dos manzanas, un gran signo de más y luego la
pera. Al final… el espacio para responder a tan difícil pregunta.
Dos páginas completas de dibujos, para un problema sencillísimo. ¿Será que
los pedagogos creen que una niña de 9 años es incapaz de imaginarse dos
manzanas y una pera? ¿O será que quieren hacer libros sin contenido alguno?
En mi búsqueda de materiales que me ayudaran a enseñar a mis hijos lo que
no les están enseñando en la escuela, he descubierto con tristeza que los
pedagogos, además de haberse adueñado de las escuelas, también se han
adueñado de las editoriales educativas y las mismas han dejado de editar los
libros viejos y buenos, aquellos que fueron escritos por buenos maestros.
Todo lo que hay ahora es igual…. mucho dibujo (muy pedagógico) y nada
más.
Para erradicar los modelos del sistema educativo, se pide a los maestros que
impartan sus materias (especialmente la Historia) desde un punto de vista
“neutro y objetivo”, presentando simplemente los hechos y sin dar ninguna
opinión personal ni ningún juicio de valor.
Cito al P. Luis Garza, L.C. en su libro “La batalla por el alma del mundo”:
Desde hace dos o tres años, los padres de familia nos hemos visto
sorprendidos por la suspensión de clases en las escuelas (un viernes cada
mes) debido a las “Jornadas pedagógicas” que deben tomar los maestros de
manera obligatoria. Muchos nos hemos visto en la necesidad de buscar a
alguien que pueda cuidar a nuestros hijos esos días, con un costo económico
no previsto en el gasto familiar, y muchos otros, nos hemos visto obligados a
llevarlos con nosotros al trabajo para no dejarlos solos en casa, lo cual no es
muy bien visto en la mayoría de las empresas y resulta peligroso en el caso
de las madres que trabajan en fábricas industriales, donde no existe un
espacio seguro para los niños.
Ahora que, con lo poco que aprenden hoy en día, 100% de casi nada es
prácticamente lo mismo que 95% de casi nada.
Les copio un texto del ideario del colegio Franco Inglés, de la Sociedad de
María fundada por Jean Claude Colín, hablando de la pedagogía que aplican
los sacerdotes maristas en sus colegios:
Al iniciar el siglo XXI y, a pesar de los cambios, los Maristas siguen fieles al
proyecto educativo de su fundador. Conocen sus límites. No se trata de una
pedagogía original e innovadora. Son, más bien, actitudes educativas de las que
no se sienten propietarios exclusivos. Pero son testigos de que han dado su fruto
y creen que todavía continúan dándolo. Sencillamente porque se inspiran en las
fuentes del Evangelio.
“Si, colaboramos con Dios para formar un hombre. Eso es. Cuando un niño sale
de manos de su nodriza, apenas si es un esbozo de hombre. Luego llega el
momento de hacerlo hombre, de formar su voluntad, su carácter, su virtud, etc.
Pues todo eso lo hace la educación. No hay cosa más grande. El niño recibe
como su segunda creación”. (HF 13,33).
Colín tiene una idea grande del educador y del educando. El educador colabora
con el Creador y está encargado de llevar a término el trabajo de Dios: revelar
al alumno quién es y quién es para Dios. El educador coopera con el alumno en
esta tarea, ya que, de hecho, nada se puede hacer sin su consentimiento y sin
que él participe en su formación.
Si esta clase de ideas (muy antiguas y muy tradicionales) fueran las que
transmitieran a nuestros maestros en las jornadas pedagógicas, la educación
sería muy distinta y mucho mejor.
IV. LAS IDEOLOGÍAS QUE ESTÁN DETRÁS DEL NUEVO SISTEMA
EDUCATIVO
Las ideas prácticas del constructivismo fueron desarrolladas por Jean Piaget
(1896-1980) y John Dewey (1859-1952) quienes son la cara amable y
aparentemente inofensiva de las ideologías que hay detrás de él.
A todas luces podemos ver que las ideas de Rousseau son erróneas (ya lo he
explicado en otro documento [1]) pues al afirmar que el hombre es bueno
por naturaleza se niega la naturaleza misma del hombre, herida por el
pecado original, que tiende al pecado y a la concupiscencia, pero… nuestros
pedagogos no se han fijado en ello y, creyéndole a Rousseau en lugar de a
Dios, han decretado que nuestros niños aprenderán espontáneamente si se
les deja libres en un ambiente adecuado.
Pero… nuestro nuevo sistema educativo dice que “proveerá a los alumnos del
ambiente adecuado para que aprendan a aprender de manera espontánea”
Francisco Ferrer (1859-1909) LA ESCUELA MODERNA. “AMBIENTES Y
COMPETENCIAS”
Su lema es: “ Adueñarnos del mundo de las ideas, para que las nuestras, lleguen
a ser las ideas del mundo”
Pongo solamente algunas de ellas, pero invito al lector a conocerlas con detalle en
los Cuadernos y Cartas desde la Cárcel, para tomar plena conciencia del problema:
Así es, textualmente, como expresa Gramsci sus objetivos (los textos en
itálica son citas textuales de sus cuadernos desde la cárcel):
“Las clases dirigentes y sus intelectuales son el enemigo a identificar. Contra ellos
deben ser creados una nueva cultura y un nuevo proceso educativo”
“Para que esto se concretice, hay que disolver las diferencias entre intelectuales y
masa, entre teoría y práctica. De esta manera se generará una cohesión sociocultural,
que imperiosamente promoverá una nueva filosofía de vida, de esa manera, cualquier
ciudadano tendrá las mismas posibilidades de acceder a los cargos gubernamentales.”
Acerca de esta “nueva filosofía” (una forma homogénea de pensar para todo el
mundo) estrictamente necesaria para los planes de Gramsci, él propone difundir la
idea de que “todo hombre es un filósofo” y promover en las escuelas la participación
activa de todos los alumnos con sus pensamientos, que deberán ser tomados con la
misma importancia que los pensamientos del maestro, quedando reducida la
filosofía antigua a la nada.
"Es preciso destruir el prejuicio muy extendido de que la filosofía es algo sumamente
difícil por tratarse de una actividad propia de determinada categoría especialista de
letrados o caracterizados filósofos profesionales... es necesario demostrar que todos los
hombres son filósofos... de la filosofía espontánea característica de todo el Mundo."
"El que una masa de hombres sea inducida a pensar sobre el presente real con
cohesión dentro de una cierta unidad, es un hecho `filosófico' más importante y
`original' que la revelación de una nueva verdad por el `genio' filosófico, revelación
que quede como patrimonio de pequeños grupos de intelectuales."
Gramsci sugiere que, para nivelar los conocimientos de las clases, la escuela
Primaria sea activa (que el niño descubra los conocimientos por sí mismo) y la
Secundaria creativa y que el maestro sólo sea un guía que no imponga sus ideas a los
alumnos:
“El proceso educativo para alcanzar la igualdad social, debe ser gradual, destacándose
en los primeros años de estudio un carácter activo y estimulante de la disciplina para
el aprendizaje y la libertad.
Se está persuadido de que una verdad es fecunda sólo cuando se ha hecho un esfuerzo
por conquistarla, que ella no existe en sí y por sí, sino que ha sido una conquista del
espíritu, que en cada individuo es preciso que se reproduzca aquel estado de ansiedad
que ha atravesado el estudioso antes de alcanzarla.
En una segunda etapa, la escuela activa debe dejar paso a la escuela creativa. La
primera tiene por principal fin nivelar los conocimientos, la segunda, debe promover la
asunción de una personalidad autónoma y creativa.”
“Para ello el maestro debe erigirse en un guía que oriente los aprendizajes ya que el
niño no es un recipiente mecánico y pasivo, sino por el contrario se lo debe tratar como
un ser activo. En la escuela única se dará una verdadera relación horizontal entre los
educadores-educandos. Nadie aprende lo que no le interesa. El educador tiene que
averiguar con el alumno cuáles son sus problemas y sobre éstos discutir; el maestro no
es otra cosa que un compañero de viaje que posee mayor experiencia, pero tendrá que
reflexionar sobre la problemática del alumno.
Gramsci prevé también que pueden existir mentes más brillantes que se le pueden
salir de control y recomienda tenerlos observados:
“¡Los intelectuales que la clase forma pueden en cualquier momento volverse contra
ella misma! Por esto, resultará indispensable detectarlos y ganarlos para el sistema,
antes de que se conviertan ellos mismos en líderes intelectuales que vuelvan a caer
bajo la influencia de viejas ideologías y acaben con la igualdad”
A nuestros niños nos los tienen bien observados y clasificados a través de las
pruebas Enlace, College Board y otras similares o equivalentes en los diferentes
países. Con esos exámenes, tienen el nombre, el apellido y la escuela de cualquiera
que, por su inteligencia o capacidad matemática y lingüística, pueda convertirse en
un líder que se oponga a sus fines.
Alguno me dirá que esto parece un cuento de terror. ¡Ojalá que así fuera! Pero no es
un cuento. Es la realidad que estamos viviendo en nuestras escuelas.
Nosotros, padres y madres de familia católicos, que tanto esmero pusimos por que
no triunfara el gobierno socialista en nuestro país… hemos dejado que la ideología
marxista se haya adueñado de la educación de nuestros hijos.
Pues… antes que nada, concientizar a los padres de familia y a los mismos
directores de escuela de la manipulación marxista de la cual hemos sido
objeto a través de los slogans de las “nuevas técnicas de enseñanza”.
También para los hijos… una receta muy antigua: Ayudarlos a que adquieran
las virtudes cardinales: Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza. La
Prudencia les ayudará a hablar cuando deben hablar y podrán así defenderse
de la manipulación. La Justicia les ayudará a exigir de sus maestros una
buena enseñanza, pues es lo que les corresponde recibir. La Fortaleza les
ayudará a superar los obstáculos que se les presenten, cuando el logro de sus
metas e ideales les represente un gran esfuerzo. La Templanza les ayudará a
ser firmes en sus propósitos, siempre, cuando las circunstancias les sean
favorables y cuando no lo sean.
En segundo lugar, debemos rescatar a todos los buenos maestros que han
quedado enterrados debajo de las cenizas y escombros de la pedagogía
moderna. Existen muchas personas buenas que saben enseñar y quieren
enseñar. Personas que conocen y aman el arte de educar a un niño. Hay que
regresarlas a las escuelas.
Por último… orar, orar mucho, para que Dios nos conceda las gracias que
necesitamos en estos momentos. Sin Él, nada podemos hacer.