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Seminario Emergencia: subjetividad y conflicto en el neoliberalismo – Alexandre Roig

Clase 1: Construcción de una máquina de guerra para la organización de la conflictividad social.

En 1917, la máquina de guerra (MG) marxista-leninista, el Partido Comunista, triunfa sobre el


capitalismo industrial. ¿por qué? La eficacia de una MG se define a partir de la comprensión del
proceso histórico vigente por parte de una herramienta política determinada.
Efectivamente, desde antes de 1917 hasta fines de los ’60, la dialéctica opera sobre el proceso
histórico, lo configura. Y es así, porque el capitalismo de aquel entonces se ordenaba
dialécticamente.
En cambio, a partir de fines de los ’60, acaece la crisis de la dialéctica (referente: Maurizio
Lazzarato). En esta línea, un primer fenómeno a destacar es que, en los países centrales, desde
acabada la 2°GM y hasta fines de los ’60, cada vez con mayor intensidad se cumple la previsión
marxista, esto es, la remuneración del trabajo es mayor que la remuneración del k, lo cual se
traduce, por ejemplo, en una inmensa capacidad de negociación por parte de lxs trabajadorxs.
Los capitalistas, frente a la inclinación negativa de las remuneraciones, ensayarán una salida activa
y política: la financiera, es decir, el proceso de acumulación se reorientará parcialmente hacia la
actividad financiera. Este primer movimiento se denomina deslaborización de la acumulación. Así
pues, progresivamente, la renta financiera tendrá mayor centralidad en el proceso de acumulación.
Esta salida produce una heterogenización competitiva tanto del k como del mundo del trabajo.
Cuando nos referimos a heterogenización del mundo del trabajo, queremos decir que nuevas
subjetividades emergen en este mundo, y que tales subjetividades llegan para quedarse, es decir,
ni son patológicas ni son provisorias. Un enfoque de corte patologizante resulta ineficaz al tratarlas
como objetos de una política social, en vez de aproximarse a ellas en tanto que nuevas formas del
trabajo no institucionalizadas. Ejemplo de estas nuevas subjetividades, en la Argentina del 2003,
son el trabajador-desempleado y el trabajador de la economía popular, los cuales se suman al ya
común trabajador formal. Estas dos nuevas subjetividades no son ni masa marginal ni ejercito de
reserva, sino individuos endeudados, esa es su función con respecto al k, estar endeudados.

Junto a la desestructuración financiera de la lógica dialéctica, dos movimientos, también en la


década de los ’60, sintomatizaron la crisis de esta lógica. Nos referimos al descolonialismo y al
feminismo (referentes: Frantz Fanon y Carla Lonzi). Resultan paradigmáticos, ya que se trata de
movimientos políticos con lógicas desplazativas (metamórficas), a diferencia de los movimientos
políticos dialécticos, con lógicas sustitutivas (metafóricas). Dicho groseramente, el feminismo no
busca la sustitución de los hombres por parte de las mujeres en la toma del poder, los negros no
buscan la sustitución de los blancos en la toma del poder, sino que estos movimientos buscan
desplazar una lógica, la de la dominación masculina o la de la dominación racista, respectivamente.

Ahora bien, dado que el Estado es “una institución en disputa” y su rol resulta fundamental en la
configuración social, una nueva MG debe tenerlo en cuenta. Pero al no operar mediante una lógica
sustitutiva, esta nueva MG debe construirse pensando en la articulación crecente entre Estado y
organizaciones sociales, ya que, éstas últimas mantienen una coherencia interna a más largo plazo
que el Estado. Las organizaciones sociales, al desplazar lógicas, deslazan al poder.
La centralidad de las organizaciones sociales, en oposición a otras formas de organización, es un
efecto de la crisis de la representación partidaria. En cuanto el partido sólo representa intereses
puntuales, ya no logra estructurar/organizar el conflicto social, y justamente dicha
estructuración/organización es la que buscamos con la construcción de una nueva MG.
Para pensar la articulación entre Estado y organizaciones sociales, resulta necesario repensar el
concepto de institución, a la cual podríamos definir sucintamente como mediación social o como
acción colectiva organizada. Para ello utilizaremos un modelo teórico determinado, cuya autoría es
de Bruno Théret. Se trata del Modelo de la Topología Social (MTS). Este modelo servirá para
repensar el concepto de institución y para cartografiar un momento de la articulación:

- Orden político
- Fuerza de potencia
- Conducción del
espacio-entre-los-hombres
- Derecho

- Orden simbólico - Orden sexual


- Fuerza de sentido C - Fuerza libidinal
- Reducción de - Fabricación de
posibles deseo
- Discurso - Erótica

- Orden económico
- Fuerza de trabajo
- Configuración de la
relación K/L
- Moneda

Este diagrama representa en clave visual al MTS. Dicho modelo se compone de:
a) Ordenes de prácticas (referente: Norbert Elias): estos están representados por los círculos. Se
distingues cuatro: orden político, simbólico, sexual y económico.
b) Fuerzas: una fuerza es energía que mueve una relación. Toda fuerza es relacional y, en potencia,
inespecífica, aunque en acto es específica. Se distinguen cuatro: de potencia, de sentido, libidinal y
de trabajo.
c) Dinámicas: Tanto en el orden político como en el económico, se trata de dinámicas de
acumulación, al acumularse individualmente fuerza de potencia se deviene tiranía, al acumularse
individualmente fuerza de trabajo se deviene monopolio. En cambio, la fuerza de sentido opera en
sentido contrario, ya no acumulando, sino reduciendo, la reducción más “eficaz” deviene sentido
único. Se distinguen cuatro: conducción de espacio-entre-los-hombres (referente: Hannah Arendt),
reducción de posibles, fabricación de deseo y configuración de la relación K/L.
d) Instituciones: Están representadas por las flechas. Comunican a los distintos órdenes. Se
distinguen cuatro: el Derecho, el Discurso (o sistema simbólico u orden simbólico), la Erótica y la
Moneda.
Podemos pensar a los órdenes de prácticas de un modo más extático, como flujos o intensidades.
Los órdenes/flujos se conectan entre sí mediante instituciones. Las instituciones se construyen a
partir de organizaciones, ya que la población no se institucionaliza. Por último, es importante
destacar el cuadrado que se dibuja en el centro del diagrama al interseccionarse todas las
instituciones, allí se ubica el cuerpo o hecho social total (C) (referente: Marcel Mauss).

Para resumir. ¿Cómo construimos nuestra nueva MG?


1) Agenciar las diferentes fuerzas, que dinamizan la Historia.
2) Se agencian mediante organizaciones que buscan institucionalizar la fuerza perteneciente a su
orden/flujo correspondiente.
3) Transferir poder del Estado a las organizaciones para institucionalizar sus fuerzas.
4) Articular las instituciones en contra del K financiero y a favor de la valorización del L. En este
último paso observamos que el capitalismo financiero es el ordenador de la conflictividad social.

Clase 2: Lógica de la falta versus lógica del excedente (o D-D’)

Recordemos tres postulados. Postulado 1: la fuerza de la acción política reside parcialmente en la


coherencia conceptual. Postulado 2: dada la crisis de la dialéctica, es decir, de su lógica operante, la
guerra se vuelve perpetúa, por ello es necesario gozar en el proceso. Postulado 3: el goce es el
producto de la identificación, a partir de una toma de cc, sobre los triunfos puntuales.
Ahora sí, un poco de economía política: actualmente se define a la economía como gestión del
dinero en una situación de escasez. Pero vale repreguntar ¿qué está en juego en la economía?
Asediemos esta pregunta con el modelo de Marcel Mauss del don y el contra-don. Según este
modelo, las relaciones sociales se construyen sobre la base del intercambio, en el cual opera una
triple obligación: dar, recibir y devolver. Gracias a este círculo virtuoso o vicioso, lo que se produce
en cada caso es una deuda. Las relaciones sociales, por lo tanto, se estructuran a partir de dos
productos: la regla y la deuda. Ejemplo de ello, es el más primitivo de los comercios, es decir, el
uterino, nacido gracias a la regla sobre la prohibición del incesto.
Teniendo esto en mente, traigamos a escena otra cuestión, la del trabajo. ¿Cuál es el problema
fundamental del trabajo? El trabajo es vida y el trabajo es tiempo, entonces ¿cuánto vale una vida?
¿cuánto vale un tiempo x? el problema fundamental del trabajo es que no sabemos cuánto vale.
Este problema se basa en lo que Jacques Derrida denomina la inconmensurabilidad de lo dado, se
trata de un no-saber enigmático per se.
Volvamos un momento sobre el concepto de deuda. Una deuda se basa en un diferencial (lo dado/lo
recibido) y un diferencial es potencialmente productor de un desacuerdo.
Entonces, la conjunción entre un no-saber y un desacuerdo basado en un diferencial, produce un
desacuerdo sobre un no-saber. Frente a semejante perplejidad, se vuelve imperativa una operación
de saber. Ahora bien, podemos decir que un diferencial es lo que sobra, o sea, un excedente. Por lo
tanto, una operación de saber de tipo económico interviene sobre un excedente, no sobre una falta.
Esto quiere decir que la economía no se trata de lo que falta, sino de lo que sobra; no trata sobre la
escasez, sino sobre el excedente. La lucha por el excedente. Aquí comenzamos a vislumbrar, a partir
de un único orden de prácticas, el económico, un desplazamiento de la lógica de la falta a la lógica
del excedente. Tal deslazamiento es válido y necesario practicarlo en todos los órdenes.
Para todos los órdenes resulta pregnante la siguiente pregunta, ¿Cómo una sociedad regula sus
diferenciales? Respuesta: produce jerarquías (referentes: Louis Dumont y Cornelius Castoriadis).
Dos operaciones de saber resultan particularmente importantes, la operación de valorización y la
operación de evaluación. Las dos operaciones, complementarias, son operaciones de jerarquización.
La primera operación, de valorización, se expresa en términos de más-que y menos-que; la segunda,
de evaluación, calcula exactamente un diferencial. Las operaciones compuestas de jerarquización
se objetivan en la remuneración y se fundan en relaciones de poder y de dominación.

Habiendo expuestos de esta manera los modelos de Mauss y de Dumont, es decir, el del don/contra-
don y el de la regulación de diferenciales a través de la operación de jerarquización, estamos en
condiciones de apuntar la direccionalidad de una nueva MG: ella debe hacer política del valor,
operar en todos y cada uno de los procesos de valorización concretos.
Un primer momento en esta dirección es el develamiento de las diversas formas de explotación.
Ejemplo de esto es la identificación de dos formas recientes de explotación que afectan
especialmente al trabajador de la economía popular: la explotación financiera y la indirecta. ¿Cómo
se miden estas formas de explotación? A través de la tasa de interés, a diferencia de la explotación
industrial que se mide a través de la tasa de ganancia.
La tasa de interés es el precio del dinero en función del tiempo que uno usa ese dinero. Es decir, esta
tasa se nutre de la dimensión temporal de una deuda.
De lo que se trata, por lo tanto, es de disputar el control de la tasa de interés, desplazando la lógica
de una determinada relación de dominación. La banca islámica, por ejemplo, no se basa en la tasa
de interés. La MG no pretende franquear las dinámicas de intercambio, desarticular el circulo de la
triple obligación y eliminar la producción de deuda, sino, más bien, enfrentarse con claridad
meridiana al patrón oculto, es decir, al K financiero. Y tal enfrentamiento debe darse, por ejemplo,
en el corazón de la tasa de interés, esto es, en el Banco Central.
El objetivo del K financiero es la introyección del imperativo de la deuda, es decir, de la obligación
de pago, no del pago en sí. Mientras que el K industrial buscaba disciplinar nuestra subjetividad
presente, el K financiero prefiere captar nuestra subjetividad futura. Esto quiere decir que la tasa
de interés ordena la subjetividad actualmente, a través de una operación sobre el futuro. Esta nueva
modalidad de operar sobre las subjetividades tiene, entre otras, dos consecuencias discernibles: por
un lado, a diferencia del disciplinamiento industrial, la captación financiera es sumamente
desmoralizante, ya que no importa cómo se pague una deuda, por otro lado, esta captación es tan
agotadora como el disciplinamiento. Nos encontramos, en este escenario, frente a una doble
fetichización; en primer lugar, el comúnmente reconocido fetichismo de la mercancía, que oculta la
relación política, y, en segundo lugar, una nueva fetichización que oculta la financiarización de la
relación política, es decir, valga la redundancia, al patrón oculto. Aquellas tradiciones contra-
hegemónicas que ignoran este segundo fetichismo, habitualmente, no logran vincular el capitalismo
comportamental, que fácilmente aprehenden, con el capitalismo financiero, y entonces centran el
debate, una vez más, en la cuestión tecnológica, los big data, la uberización del trabajo, el avance
de las economías de plataformas. Lo fundamental es entender que, a través del big data, el polo
financiero capta a los cuerpos precarizados de las economías de plataformas.

Toda esta clase debe leerse siguiendo una clave metodológica, el desplazamiento de la lógica de la
falta a la lógica del excedente. Y es así por las siguientes razones: la lógica de la falta despolitiza en
cuanto se inscribe en el paradigma de la representación partidaria, mientras que la lógica del
excedente repolitiza, en cuanto tiene un enfoque relacional, es decir, se hace la pregunta acerca de
quién nos disciplina, quién nos capta, nos quita o regula nuestro excedente, repolitiza en cuanto
entiende al excedente como una potencia conativa. Ahora bien, la subversión no trata sobre la
libertad, sino sobre la emancipación. La lógica del excedente busca invertir el modo en que
pensamos el circulo de la triple obligación, posicionando de otro modo a los actores involucrados
en el binomio dar-recibir.

Clase 3: La pugna por la definición de experiencia: nuevas subjetividades

Antes de empezar, recordemos las definiciones que hasta aquí podemos reunir sobre institución:
mediación social – acción colectiva organizada – conflicto estabilizado de manera desequilibrada –
conjunto de reglas que codifican una relación de fuerza.
Empecemos por la Modernidad. ¿qué es la Modernidad? En términos de F. R. de Chateaubriand, es
un tránsito entre un mundo que no acaba de morir y otro que no acaba de nacer. Se trata de un
tránsito permanente. Esta metáfora nos dice, en definitiva, que nunca acabamos de ser lo que
somos. Es el asunto del espejo: en nuestro reflejo vemos, incidiendo, un parecido con mamá, con
papá, con tantos y tantas.
Pero no alcanza con saber qué es la Modernidad. La pregunta crucial es ¿qué pretende la
Modernidad de nosotrxs? O, en otros términos, ¿cuál es su imperativo? Y su imperativo es el del
sujeto autofundante. No es difícil comprobarlo, remítanse por un momento a Descartes o, mejor, a
Sacher Masoch. La simbólica del imperativo moderno es la del masoquismo, donde a través del
castigo se constituye una nueva piel. A partir de esta simbólica es que G. Deleuze hablará de la
individualidad como un simulacro, el cual se funda en una violencia, la violencia contractual. A
diferencia del sadismo, la violencia ejercida entre la pareja masoquista no es gozada por ninguna de
las partes; lo acontecido es el cumplimiento de un contrato, por amor. Justamente, el proyecto
neoliberal trabaja la radicalización de la pulsión masoquista.
Pongamos, por un momento, a dialogar dos de las premisas precedentes. Por un lado, nunca
acabamos de ser lo que somos, la toma de conciencia sobre este punto significa ser moderno, y, por
otro lado, resulta imperativo volvernos sujetos autofundantes, esto también es ser moderno. Pues
bien, nos encontramos frente a una paradoja, ya que, frente al imperativo moderno, nuestro ser se
nos revela relacional, relacional en su fundación y en todo su posterior desarrollo. Conclusión: la
subjetividad moderna es paradojal, no nos referimos a un error epistemológico, sino a un estatus
ontológico.
Articulemos ahora esta paradoja constitutiva con lo visto en la clase anterior, entonces la paradoja
se agudiza, en cuanto la subjetividad autofundada está endeudada. No el individuo, no la persona,
no el ciudadano, sino la subjetividad misma. La subjetividad no se basta, no se colma a sí misma, a
pesar de lo que pretenda la Modernidad.

En la lógica neoliberal, la libertad es identificada con la autofundación del sujeto; su proyecto


depende de ello. Por lo tanto, el proyecto neoliberal no puede cumplirse, pero puede perdurar por
un largo tiempo. Además, y aquí es donde nuestro camino se abre ante los ojos, el proyecto
neoliberal no puede cumplirse debido a aquellos datos fundamentales constitutivos del icc.
Para repensar, es decir, reconceptualizar la(s) subjetividad(es) debemos articular una cierta teoría
del K con una cierta teoría del icc. Hacia allí se dirige nuestra MG.

La tradición freudiana-lacaniana concibe al icc de tal manera que nos reenvía a una lógica de la falta.
Su teoría del Edipo tiene como horizonte colmar una falta, llenar un vacío. A su vez, presenta al icc
como un teatro, en donde siempre se representan los mismos actores. El teatro se titula Triangulo
Edipo y sus actores son Mamá, Papá e Hijx. Nuestra MG no puede operar en consonancia con esta
tradición. Habrá, por lo tanto, que indagar sobre la posibilidad de concebir de forma distinta al icc.
Hagamos un poco de mitología. M. Foucault, durante los años 70’, en una serie de conferencias,
editadas como La verdad y las formas jurídicas, releyó a Sófocles. Expongamos sucintamente su
relectura. La tragedia de Edipo se desarrolla en un contexto puntual, en uno real, concerniente a la
realeza, es decir, se trata de reyes y reinos, de gente con poder. El primer movimiento de la tragedia
descubre una voluntad de saber, en cuanto los padres de Edipo se dirigen al Oráculo. Más tarde, se
nos presenta la Esfinge, pero ¿qué es la Esfinge? Una quimera, mezcla de animal y humano. Esta
quimera devora a aquellxs que no saben, y es justamente sabiendo que Edipo logra vencerla.
Detengámonos, por un momento, en lo que Edipo sabe; sabe que la pregunta por el saber de la
Esfinge es una pregunta por la relación entre la animalidad y la humanidad.
Siguiendo la misma línea, releamos también el mito de Minotauro (referente: Georges Bataille). En
el centro del laberinto se halla el Minotauro, y ¿qué es el Minotauro? Una quimera. Nuevamente
nos encontramos frente a la tensión entre lo humano y lo animal. Otra vez, la quimera desea
matarnos, eliminar a aquel o aquella que logre llegar al centro del laberinto. Y otra vez, quien logre
matar a la quimera, se hace con el poder. Pero ¿qué es la quimera? Es lo real, es lo innombrable, es
lo imposible del lenguaje.
Decimos entonces que quien mate al saber de lo real, obtiene el poder. Dos tensiones
fundamentales nos son reveladas a través de la mitología: una entre el saber y el poder, entre la
quimera devoradora y el héroe asesino, y otra entre la animalidad y la humanidad, entre la Esfinge
y Edipo o entre el Minotauro y Teseo. El icc, en la línea Foucaultiana-Batailleana, es el centro del
laberinto, donde habita una tensión perpetúa entre lo humano (el lenguaje) y lo animal (lo imposible
del lenguaje). Vale destacar que quien no ingrese con el hilo de Ariadna al laberinto-icc, se pierde,
sin poder volver a salir. Y, si nos Teseo, pero alcanza su centro, muere.
Hasta aquí el primer elemento que necesitamos para una nueva teoría del icc. Ahora, trabajemos
sobre el modo de existencia de un determinado objeto técnico. Para ello nos remitimos al Anti-
Edipo, de Deleuze-Guattari. Allí se desecha la metáfora teatral del icc. Ya no se trata de un teatro,
sino de una fábrica o, mejor dicho, de una máquina. Nos acercamos a la idea del icc maquínico. ¿qué
quiere decir que el icc es maquínico? Quiere significar un desplazamiento de la lógica triangular
edipica, en pos de una lógica rizomatica. El icc maquínico produce multiplicidad de agenciamientos,
compuestos por elementos semióticos, técnicos, vegetales, minerales, moleculares, cósmicos, etc.
Estamos, pues, en condiciones de dar un salto crucial, al reconceptualizar la experiencia gracias a
un nuevo concepto de icc. La experiencia se define como la tensión entre animalidad-humanidad en
una máquina productora de sentidos, con los que estructurar relaciones de saber/poder en el icc. Las
relaciones de saber/poder estructuradas en el icc, producen relaciones sexuales.
Tomemos perspectiva. En primer lugar, hemos sobredimensionado la definición benjaminiana de
experiencia, al volverla más que sólo lenguaje, es decir, la hemos vuelto lenguaje y σῶμα, soma. En
segundo lugar, hemos invertido el triángulo edípico; ya no partimos de relaciones sexuales, para
llegar a relaciones de poder/saber, sino que hacemos lo inverso. En tercer lugar, tengamos en
cuenta que la animalidad no habla, pero se expresa. Se expresa corporalmente. Y se expresa porque,
en primer lugar, somatiza relaciones de saber/poder construidas en la sociedad.

Ahora, se trata de una subjetividad fabricada con las relaciones de poder que nos atraviesan
históricamente. Ahora, se trata de producir experiencias colectivas de todos los órdenes, para así
aumentar nuestra potencia conativa.
Pero ¿cómo se articula una subjetividad con la MG?

EXPERIENCIAS Relaciones jerárquicas

FP FS FT FL

ORGANIZACIÓN

INSTITUCIONES

Este esquema quiere decir lo siguiente: las experiencias se inscriben en relaciones jerárquicas,
compuestas por las diferentes fuerzas de los órdenes de prácticas. Estas relaciones jerárquicas, es
decir, las fuerzas en su conjunto, constituyen instituciones. Las instituciones son incorporadas por la
experiencia. Todo el ciclo orbita y se nutre de la organización, de las organizaciones. Recordémoslo:
la población no se institucionaliza.
En resumen, las instituciones hacen a la experiencia mediante su incorporación. Las instituciones
se hacen cuerpo, porque todo cuerpo es social y pensante. Se trata del habitus de Bourdieu, sí; se
trata de las técnicas del cuerpo de Mauss, sí. Se trata de toda la sociología critica, del materialismo
radical e, incluso, del socialismo.
Más no olvidemos, ya no podemos nombrar el gran atardecer.

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