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10 de agosto la matanza de los próceres

Capturados los próceres del 10 de agosto de 1.809 y enfrentados ante un fiscal como
Tomás Arrechaba que pedía la pena de muerte para un gran número de ellos comenzó
a circular en la ciudad sobre un posible intento de asesinato en contra de los patriotas.

Mientras tanto la situación en Quito cada vez se tensaba más a causa del
comportamiento de las tropas peruanas que en lugar de comportarse como
guardianes del orden habían hostilizado su actitud hacia el pueblo de Quito tal y como
lo hacen las fuerzas invasoras extranjeras en una ocupación territorial, ante esta
actitud comenzaron a surgir posiciones unificadas en contra de esta fuerza invasora
tanto es así que los reos llegaron a convertirse en un signo de opresión.
Llegado el 2 de Agosto y ante la insistencia del rumor que indicaba el asesinato más
que seguro de los patriotas un grupo de de quiteños atacó por la tarde los cuarteles
del Real de Lima y del Santa Fe en un intento desesperado por liberar a los cautivos, al
enterarse de esto el jefe del Santa Fe, el Comandante Angulo, mandó a derribar a
cañonazos la pared divisoria entre su cuartel y el del Real de Lima cayendo a espaldas
de los presos y sus libertadores.
Este acto de barbarie sobrepaso en mucho las intensiones de los actores participantes,
por un lado las autoridades españolas con Ruiz de Castilla a la cabeza se dieron cuenta
que estos terribles actos solo les granjearían el desprecio y el rencor de los habitantes
de Quito, por esta razón, en un “Real Acuerdo” (Audiencia en Pleno) resolvieron el 4
de agosto “cortar de raíz” la causa sobre el 10 de agosto de 1.809 y la restitución a los
sobrevivientes de la masacre de todos sus bienes, privilegios, honores, etc., ordenaron
la salida inmediata de las tropas limeñas y de las demás milicias extranjeras que serían
reemplazadas por un nuevo batallón conformado por gente de Quito.
No fue nada raro que esta junta fuese una vez más desconocida por el Virrey Abascal y
los Gobernadores Provinciales, pese a ser reconocida por el Consejo de Regencia
español en 1.811, en todo caso Montúfar advirtió el peligro que se cernía sobre Quito
e inmediatamente preparó sus fuerzas para contener un posible ataque peruano, al
inicio los resultados bélicos A pesar de estos logros la división entre los patriotas
comenzó a darse por cuanto las ideas sobre el nuevo manejo político y económico aún
no estaban clarificadas por una parte un grupo pretendía una total independencia de
España y otro pedía una independencia pero reconociendo la soberanía de Fernando
VII, estos desacuerdos terminarían por debilitar a los libertarios que se verían
enfrentados a una fuerza mayor enviada por Abascal dirigida en un inicio por Joaquín
Molina y posteriormente por el Mariscal de Campo Toribio Montes, que a la final
marcaría el fin de la Segunda Junta de Gobierno en 1.812.

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