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¿En el encierro estatal el surrealismo es la salida?

por Rodrigo Codino*

Tierra

Un día después de un día


Una ola después de una ola
¿Adónde vas tú?, ¿adónde vamos nosotros?
¡Tierra asesinada por tantos hombres errantes!
Tierra enriquecida por los cadáveres de tantos hombres.
Pero la tierra somos nosotros,
Nosotros no estamos sobre ella
Sino en ella, desde siempre.
Robert Desnos (1936)

La pena de prisión y la internación manicomial tienen al menos una


característica en común: un encierro inhumano artificialmente creado por humanos
con el pretendido propósito de hacer el bien para reparar o prevenir un mal pero que
puede anticipar la muerte prematuramente y de forma violenta.
La realidad se impone frente a la ficción de creer que tanto la cárcel como el
manicomio son instituciones que no violan los derechos humanos de personas alojadas
en ellos y que cumplen una función social positiva trascendente de orden social
cerrando los ojos frente a un escenario catastrófico y escandaloso.
Sin que pueda explicarse racionalmente un dolor -que muchas veces deviene
ilícito- infligido por el Estado se postula aun en este siglo XXI que las penas y las
medidas de seguridad son la solución mágica y sacrificial 1 para solucionar ciertos
conflictos sociales, muchos de ellos, de una extrema violencia.
Se intenta justificar con una ingenuidad sospechosa que este monopolio de la
violencia es “legítimo” tan sólo porque proviene del Estado sin importar cómo sus
agencias la ejercen. Lo cierto es que también existen sistemas penales paralelos o
subterráneos, es decir, violencia que proviene de otras formas de organización no
estatales (las mafias, los narcotraficantes, los lavadores de dinero, entre otros) con sus
propias reglas punitivas y que se manifiestan con esplendor en los llamados Estados
deteriorados2, es decir, en aquellos en que la soberanía punitiva ha sido desplazada
por estos actores sociales que se convierten en un poder real a veces tan poderoso
como el propio Estado.
La retribución penal estatal o la invocada necesidad de hacer un mal para
pretender reparar o reestablecer un bien desde el Estado pareciera regir como modelo
punitivo -en casi todos los sistemas penales formales- que conocemos; la venganza en
los sistemas penales subterráneos o paralelos es algo común también entre nosotros;
y, excepcionalmente en estos sistemas penales alternativos existen soluciones a los

1
Alagia, Alejandro, Hacer sufrir, Ediar, Buenos Aires, 2013.
2
Los denomina de este modo Raúl Zaffaroni que contrasta con aquella noción de “Estados fallidos”
actualmente en auge, fundamentalmente en México (Cfr. Ortega Sánchez, José Antonio, México ¿rumbo
al Estado fallido?, Planeta, México, 2010).
conflictos sociales sin llegar al castigo público oprobioso y denigrante, como ocurre con
la reparación en la justicia criminal de los pueblos originarios.
El derecho penal liberal y la criminología crítica han puesto de manifiesto esta
falacia de imaginar que la pena y la medida de seguridad son los instrumentos que
garantizan el derecho a la seguridad o a la igualdad. No se puede soslayar que la
selectividad penal es algo que existe en el mundo real de las penalidades aunque se
haga demasiado esfuerzo intelectual y se gaste demasiada tinta en los textos jurídicos
para negarla. No vemos la realidad porque no estamos mirando dijo alguna vez un
poeta popular citando -nada más ni nada menos- a García Lorca para develar lo que
ocurre con la violencia en la región3.
En el siglo XX fueron fundamentalmente importantes para repensar el castigo
público los datos empíricos provenientes de la sociología norteamericana, entre ellas,
las investigaciones de Erwin Goffman 4 y de Robert Staples5, los estudios de la
antropología y etnología europea o norteamericana a través de las obras de Claude
Levi Strauss6, Pierre Clastres7, Georges Balandier8, René Girard9 o Margarite Mead10; la
antropología y sociología brasileña en los textos de Alberto Guerreiro Ramos 11 y
Florestan Fernandes12, el psicoanálisis y la lectura de Sigmund Freud 13 o de Jacques
Lacan14, el compromiso político e intelectual del psiquiatra Frantz Fanon 15 y del filósofo
Michel Foucault16 o las concepciones de avanzada de la antipsiquiatría en las que
sobresalían los escritos de Thomas Szasz 17, David Cooper18, Ronald Laing19 y Franco

3
Calamaro, Andrés, “Prólogo”, en Alagia, Alejandro-Codino, Rodrigo, La descolonización de la
criminología en América, Ediar, Buenos Aires, 2019.
4
Goffman, Erving, Les rites d´interaction, Les éditions de Minuit, Paris, 1974.
5
Staples, Robert, “El racismo blanco, el delito negro y la justicia norteamericana: una aplicación del
modelo colonial para explicar el delito y la raza”, en Capítulo Criminológico, nº3, Universidad del Zulia,
Maracaibo, 1975.
6
Lévi-Strauss, Claude, El pensamiento salvaje, FCE, México, 2008; Tristes trópicos, Paidós, Buenos Aires,
1988.
7
Clastres, Pierre, La société contre l´Etat, Les Editions de Minuit, Paris, 1974; Arqueología de la violencia:
la guerra en las sociedades primitivas, FCE, México, 2004.
8
Balandier, Georges (Dir.), Sociologie des mutations, Editions Anthropos, Paris, 1970.
9
Girard, René, La violence et le sacré, Grasset, Paris, 1972; Le bouc émissaire, Grasset, Paris, 1982.
10
Mead, Margaret-Baldwin, James, Un golpe al racismo, Editorial Extemporáneos, México, 1972.
11
Guerreiro Ramos, Alberto, Introducao Critica a la sociología brasileira, Editorial Andes, Río de Janeiro,
1957.
12
Fernandes, Florestan, Dominación y desigualdad: El dilema social latinoamericano, Siglo XXI, México,
2015; El negro en el mundo de los blancos, Ediciones UNGS, Buenos Aires, 2017.
13
Freud, Sigmund, Psicología de las masas y análisis del yo, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 2016;
Escritos inéditos, La Copia, Córdoba, 1977; Totem y tabú, Alianza Editorial, Madrid, 1982; Roudinesco,
Elizabeth, Freud en su tiempo y en el nuestro, Penguin Random House, Barcelona, 2014.
14
Zarka, Yves Charles (Dir.), Jacques Lacan, Psicoanálisis y política, Ediciones Nueva visión, Buenos Aires,
2004; Roudinesco, Elizabeth, Lacan, envers et contre tout, Editions du Seuil, Paris, 2011; Miller, Gérard
(Dir.), Lacan, Bordas, París, 1987.
15
Fanon, Frantz, Ecrits sur l´áliénation et la liberté, Editions La Decouverte, Paris, 2015; Fanon, Frantz,
Ouevres, Editions La Décuverte, París, 2011.
16
Foucault, Michel, Surveiller et punir, Gallimard, Paris, 1975; Histoire de la folie à l´age classique,
Gallimard, Paris, 1972.
17
Szasz, Thomas, El mito de la enfermedad mental, Amorrortu ediciones, Buenos Aires, 1973.
18
Cooper, David, La gramatica de la vida, Ariel, Barcelona, 1978.
19
Laing, Ronald D., “Lo obvio”, en Cooper David (Dir.), La dialéctica de la liberación, Siglo XXI, México,
1969.
Basaglia20 y, un poco antes, la irrupción de la terapia institucional propuesta por
Francesc Tosquelles21.
La proximidad a la realidad desde otro punto de vista que no fuera el
exclusivamente jurídico22 no hizo más que descubrir el velo de las apariencias o de las
ficciones: tanto la cárcel como el manicomio no son más que la expresión de una
crueldad descarnada del control social punitivo que somete a un escarnio en su
mayoría a personas pobres y no blancas 23; se violan derechos humanos en esos lugares
infrahumanos bajo la excusa de un castigo público ejemplar y ejemplificativo; ese
encierro de seres humanos seleccionados provoca un goce o una satisfacción
inconsciente en la sociedad en la que vivimos24.
Nada conspira más para quienes se ocupan de teorizar sobre las penas y las
medidas de seguridad que intentar encontrar explicaciones tan solo dentro del propio
saber jurídico penal o del saber médico como si se tratara el derecho o la medicina de
ciencias duras en las que especialistas discurren entre sí dogmas irrefutables, a pesar
de lo mucho que tienen sus teorías de discutibles.
Otras voces se hicieron escuchar al narrar la persecución, el encierro estatal y
sus consecuencias, especialmente aquellas provenientes de la literatura.
La obra de Victor Hugo (Los Miserables) y el panfleto de Emile Zolá (Yo Acuso)
son apenas dos ejemplos entre tantos, pero esta crítica tuvo que alcanzar la forma de
un potente movimiento para que crujieran las estructuras sociales.
Para ello fue necesario romper todos los límites hasta incomodar a las élites
que manejan los hilos de aquel control social: la irrupción subversiva del dadaísmo25
casi anárquico era fruto de la decadencia del pensamiento del orden y el progreso
indefinido de la civilización -la sociedad positiva o el positivismo imaginado por Comte-
que había culminado finalmente con la muerte de millones de personas en la Primera
Guerra Mundial. Quienes habían formado parte de este movimiento -artistas e
intelectuales- escandalizaban con sus textos provocadores 26 y mises en escène ante la
opinión pública y frente al establishment, hasta que, inmediatamente después o en
forma paralela, aparecieron los surrealistas.
Podríamos describir en el surrealismo la resistencia más firme a toda forma de
opresión el que, por sus aportes humanistas, desnudaba como funcionaban aquellas
manifestaciones del poder punitivo e intentaba poner ese mundo en debate, lo que
conduciría a algunos escritores a ser víctimas de estos encierros con castigos
corporales y torturas ya sea en hospitales psiquiátricos o en campos de concentración.
Un poco antes, en 1915, durante la primera guerra mundial, tuvo lugar uno de
los encierros manicomiales más siniestros de la que fue víctima una mujer de la
vanguardia artística. En Francia, la brillante escultora Camille Claudel fue encerrada por
loca (maníaca-paranoica) y por la fuerza a pedido de su familia, con impedimento de
recibir correspondencia epistolar y visitas, a excepción de la de su hermano Paul que la

20
Basaglia, Franco, “La institucionalización psiquiátrica de la violencia”, en Razón, locura y sociedad,
Siglo XXI, México, 1978.
21
Tosquelles, Francesc, Estructura y reeducación terapéutica, Ediciones Fundamentos, Caracas, 1973.
22
Quizás quien mejor resumió esta visión crítica al control social fue Aniyar de Castro en Criminología de
la liberación, Universidad de Zulia, Maracaibo, 1987.
23
Alagia, Alejandro-Codino, Rodrigo, La descolonización de la criminología, ob.cit
24
Alagia, Alejandro, Hacer sufrir, ob.cit.
25
Morteo, Gian Renzo-Simonis, Ippolito, Teatro Dadá, Barral Editores, Barcelona, 1970.
26
Entre ellos, Cravan, Arthur, Oeuvres, Editions Ivrea, Paris, 2009.
había condenado -junto a su madre- finalmente a la muerte. La musa y amante de
Auguste Rodin permaneció durante casi treinta años encerrada y murió en los
oprobiosos manicomios franceses luego de la ocupación nazi, en donde morirían
además más de cuarenta mil enfermos mentales de hambruna27.
La extraordinaria capacidad de revolucionar las estructuras anquilosadas de esa
burguesía francesa y una personalidad extravagante habían alcanzado para que esta
mujer y por ser mujer, permaneciera encerrada sin contacto con el mundo exterior en
donde asfixiaba un catolicismo ultraconservador que su hermano escritor promulgaba
en sus textos y como diplomático.
El hábito de encerrar mujeres como locas no fue demasiado novedoso como
pudiera pensarse porque el encierro manicomial sirvió de reemplazo a la pena de
muerte por combustión. La melancolía -o la posterior denominación como histeria que
encontramos en Charcot28- ya había sido anunciada en el siglo XVI por el médico
holandés Jean Wier quien proponía que en vez que se quemaran mujeres como brujas
se las encerrara con medidas de seguridad para que la ciencia médica hiciera su
experiencia sanadora29 y así se hizo en siglos posteriores en los conventos religiosos y
luego en asilos.
A principios del siglo XX se reafirmaba en Francia el nacionalismo, el anti-
republicanismo y el antisemitismo que tuvieron sus representantes. Algunos de esos
escritores fueron Louis Férdinand Céline y Charles Maurras quien sostuvo años más
tarde que el régimen de Vichy fue “moderado”, mientras se encarcelaba a cientos de
miles de judíos o sospechosos de serlo, a gitanos 30, a negros31, a locos32, a
homosexuales, a resistentes al régimen totalitario, para enviarlos en trenes a los
campos de concentración -de trabajo y de exterminio- del nazismo.
Años antes, en 1925, Antonin Artaud -a cargo del Comité Central- escribió una
declaración que fue suscripta por todos los miembros del movimiento en la que
expresaba, entre otras cosas, que el surrealismo no era un medio de expresión nuevo
o más fácil, ni siquiera una metafísica de la poesía sino un medio de liberación total del
espíritu y de todo lo que se parecía; que estaban decididos a hacer una revolución; que
no pretendían cambiar los hábitos de los hombres pero sí demostrarles la fragilidad de
sus pensamientos y sobre qué fundamentos movedizos o cavernas habían edificado
sus vacilantes casas; que eran especialistas de la rebelión; que era un grito del espíritu
que se volvía hacia sí mismo y que estaba enteramente decidido a romper
desesperadamente sus cadenas y si era necesario lo harían mediante martillos
materiales33.

27
Bueltzingsloewen von, Isabelle, L´hécatombre des fous, Flammarion, Paris, 2007.
28
Gauchet, Marcel-Swain, Gladys, El verdadero Charcot, Nueva Visión, Buenos Aires, 2000.
29
Wier, Jean, Histoires, Disputes et Discours, II tomos, Delaharre et Lecrosnier Editeurs, París, 1885.
30
Bensoussan, Georges (Dir), Classer, Penser, Exclure, en Revue d´histoire de la Shoa, nº183, Paris, 2005.
Los teóricos del nazismo no ocultaban la magnitud de lo que podría ocurrir: Freisler, Roland, Derecho
Penal de voluntad, Ediar, Buenos Aires, 2017; Grispigni, Filippo-Mezger, Edmund, La reforma penal
nacional-socialista, Ediar, Buenos Aires, 2009.
31
Bilé, Serge, Noirs dans les camps nazis, Editions du Rocher, Monaco, 2016.
32
Platen-Hallermund, Alice, Exterminio de enfermos mentales en la Alemania nazi, Ediciones Nueva
Visión, Buenos Aires, 2007.
33
“Declaración del 27 de enero de 1925”, reproducida en Nadeau, Maurice, Historia del surrealismo,
Terramar Ediciones, Buenos Aires, 2013, pág.91.
En abril de ese año, Robert Desnos y Théodore Fraenkel escribieron una carta a
los Médicos Jefes de los asilos de alienados 34 que reflejaba que no existía demasiada
diferencia entre la locura y el crimen en su tratamiento, es decir, entre penas y
medidas de seguridad.
En la misiva advertían que no venían a discutir lo obvio a la psiquiatría que,
como toda ciencia de la conducta humana, era discutible. El mayor acierto de la carta
es haberse rebelado contra el derecho que se atribuían ciertos hombres para condenar
a encarcelamiento perpetuo a otros seres humanos.
El encierro manicomial -decían- bajo la protección de la ciencia y de las leyes, es
comparable a los cuarteles, a las prisiones y a las mazmorras de antaño.
Las internaciones forzosas que los médicos disponían sobre estas personas no
era más que la represión de una crítica social que querían silenciar pero que debía
cesar. ¿No convendría -se preguntaban- poner en duda de una vez por todas la
realidad de la vida como se concibe en sociedad y legitimar la opinión de aquéllos a
quienes se llama dementes y asumir sus actos?, ¿no serían los locos las víctimas
individuales de una dictadura social?.
La carta terminaba interpelando a estos médicos a no menospreciar la opinión
del movimiento surrealista porque a la hora en que intentaran sin lógica conversar con
estos hombres se darían cuenta que la única ventaja que tenían sobre ellos era aquella
de la fuerza.
No fue sorprendente, entonces, en aquella Francia conservadora y colonialista
de entre guerras que Paul Claudel llamara “pederastas” a los escritores surrealistas o a
quienes -como su hermana- venían a proponer una liberación desde el arte y cambios
sociales estructurales.
La respuesta del surrealismo al Embajador francés en Japón de ese entonces no
se hizo esperar. En julio de 1925 el movimiento surrealista redactó una misiva en la
que se pronunciaba decididamente contra el colonialismo y toda forma de opresión y
así lo manifestaban: “deseamos con toda el alma que las revoluciones, las guerras y las
insurrecciones coloniales vengan a destruir esta civilización occidental…” 35.
La degradación física y mental de Artaud -más allá de sus adicciones a la
heroína o al opio- comenzaría poco tiempo antes del comienzo de la Segunda Guerra
Mundial. Luego de su deportación de Dublín, en 1937, fue encerrado en prisión y
derivado a distintos hospitales psiquiátricos en su país durante siete años, en los cuales
también padeció las consecuencias de la política de Vichy en esos establecimientos. Su
mala alimentación y su estado de salud precario provocaron su reacción, recibiendo
como respuesta institucional su traslado a la zona de seguridad, o sea, al “calabozo” de
los manicomios36.
Lo cierto era que la psiquiatría tradicional de vertiente francesa era la
imperante también en la región, pero con muchos matices y algunos muy importantes
para garantizar el trato como humanos a los encerrados en manicomios.
En México, desde la inauguración del manicomio general de la Castañeda en
1910, era el espacio central para el desarrollo de la psiquiatría en donde se seguían las
enseñanzas de Philippe Pinel, Etienne Esquirol o Jean Pierre Falret 37.

34
Desnos, Robert-Fraenkel, Théodore, “Lettre aux Medecins-Chefs des Asiles de Fous” en La Révolution
Surréaliste, Paris, 1925, reproducido en Desnos, Robert, Ouevres, Gallimard, Paris, 1999, pág.276-277.
35
“Carta abierta al señor Paul Claudel”, en Nadeau, Maurice, ob.cit., pags. 249-250.
36
Braul, Jean-Louis, Biografía de Antonin Artaud, Editorial Anagrama, Barcelona, 1972.
Desde los años 20, a través Leopoldo Zalazar Viniegra, por ejemplo, se rechazó
tanto la penalización del consumo de marihuana como su patologización ya que para
este autor su consumo no generaba locura y tampoco era el motor del
comportamiento criminal sosteniendo que, si el Estado se encargaba de la distribución
de drogas, reduciría el costo y, a su vez, el interés de narcotraficantes 38.
La introducción del psicoanálisis con Manuel Guevara Oropeza produjo la
mejora en la atención ofrecida en La Castañeda y entre 1929 y 1944 hubieron cambios
notables39, incluso con la psiquiatra Mathilde Rodriguez Cabo -que bregaba por la
igualdad de derechos entre hombres y mujeres- se diseñaron políticas y estrategias
para favorecer la salud mental en las prisiones. 40
A Artaud, por el contrario, en los asilos psiquiátricos franceses se le aplicó la
llamada terapia de Bini41, la sismoterapia, es decir, electroshocks los que, por ese
entonces, eran considerados por la psiquiatría tradicional como menos nocivos que la
lobotomía postulada por António Egas Moniz y éticamente menos cuestionables.
Aunque más tarde se advirtió que no tenía sentido sino era acompañada con una
terapia institucional, es decir, de un dispositivo hospitalario que permitiera que esa
“disolución” de aquella personalidad, permitiera a los pacientes contar con una
psicoterapia a fin de reconstruir su personalidad dañada por la enfermedad.
Las consecuencias de los electroshocks en Artaud llevaron a considerarlo como
a un “enfermo irrecuperable”. Su diagnóstico indicaba que padecía de un “delirio
crónico” y que hacía de Artaud “un ser violentamente antisocial”, “peligroso para el
orden público y la seguridad de las personas”. El psiquiatra que lo trató señaló que los
electroshocks tenían la particularidad de ser indoloros y que tan solo al despertar
podía ir acompañado de ansiedad, justamente hasta el momento de la recuperación
de la consciencia y de la reconstrucción de la personalidad 42.
Los textos escritos por Artaud a pesar de las expresiones de su médico tratante
muestran el grado de deterioro que le causaban y era consciente de ello.
El “arte-terapia” que precedía a los electroshocks era el método psiquiátrico
pergeñado por Gaston Ferdière43, quien dispuso finalmente la liberación del poeta en
1946, un año después de finalizada la Segunda Guerra mundial.
El rechazo de otros surrealistas al nazismo llevaría a muchos de ellos al exilio, a
la prisión o a los campos de exterminio.
Robert Desnos era miembro activo de la clandestina resistencia francesa y se
enroló en una red de contra espionaje para obtener informaciones políticas que
sirvieran para derrotar al ejército nazi, pero en 1944 fue detenido por la Gestapo 44,
luego de haber sido delatado.

37
Ríos Molina, Andrés, Cómo prevenir la locura. Psiquiatría e Higiene mental en México (1934-1950),
pág.18.
38
Ríos Molina, Andrés, ob.cit, pág.32.
39
Ríos Molina, Andrés, ob.cit., pág.33.
40
Ríos Molina, Andrés, ob.cit., pág.34.
41
Tosquelles, Francesc-Fanon, Frantz, “Indications de la thérapeutique de Bini dasn le cadre des
thérapeutiques institutionnelles”, en Fanon, Frantz, Ecrits sur l´aliénation et la liberté, ob.cit., págs..243-
249.
42
Brau, Jean-Louis, ob.cit., pág.165.
43
Sobre ello, Brau, Jean, Louis, ob.cit., págs.166 y ss.
44
Desnos ,Youki, “La arrestation de Desnos racontée par Youki”, en Desnos Youki, Les confidences de
Youki, Fayard, Paris, 1957.
Desnos fue en principio a Frèsnes -una prisión de Paris-, para luego ser enviado
a los hornos crematorios de Auschwitz, aunque gracias a la presión política ejercida
por el gobierno francés provisorio de Argelia, lo trasladaron a Buchewald y luego al
campo de Flossenburg.
Su destino fue finalmente el campo de trabajo de Flöha 45, una usina textil
transformada en prisión en donde se construían los aviones de caza alemanes, vigilada
por las S.S. y en donde sufrió castigos corporales y torturas, por apenas un plato de
comida y un trozo de pan por día…
Luego de la derrota alemana el 8 de mayo de 1945, fue trasladado
inmediatamente por los nazis como deportado a un viejo campo de concentración en
Terezin, en la ex República Checoslovaca, que había sido creado para los “judíos con
mestizaje ario”, la que fue su última morada; un mes después de la capitulación
alemana murió de tifus46.
Pasaron casi cien años de la aparición de este movimiento que revolucionaba el
pensamiento con la crítica y con las ideas de liberación.
Un siglo más tarde el encierro estatal que denunciaron y que algunos sufrieron
en su propia carne no ha dejado de existir. El surrealismo no dejaría de escandalizarse
frente a la oscura realidad de sociedades que -como la nuestra- insiste en que el dolor
es la única forma de mantener una cohesión social sin desintegrarse.
Acaso podamos mostrarles teorías penales y criminológicas que entendieron
que la crítica al control social punitivo no podía ser más que interdisciplinaria y que la
literatura sería un pilar en esa nueva construcción intelectual y práctica que se
transformaría en una alternativa47.
Mientras sigamos discutiendo y debatiendo con otros saberes teniendo en
cuenta que no existe otra forma más apropiada para evitar dolores ilegítimos que la
contención al poder punitivo48 considerándolo como irracional, seguiremos con
esperanzas.
Quizás también podamos enseñarles como avances en la discusión que la teoría
de la peligrosidad del delincuente y del enfermo mental está agonizando frente a
aquella que admite la existencia de una agresividad 49 en los individuos, que en ciertas
personas se manifiesta con extremada violencia -tal como lo indica el psicoanálisis-
pero a quienes hay que tratarlas como a seres humanos y no como a bestias salvajes.
Una teoría de la agresividad frente al estado peligroso como pronóstico de conducta
futura es por cierto el mayor acierto de los últimos tiempos gracias a la incorporación
de otras disciplinas o saberes.
Convendría agregar, además, que el mayor peligro sigue siendo la agresividad
estatal que no es otra cosa que la violencia institucional e institucionalizada 50 que se
pretende legítima y que viola sistemáticamente derechos humanos en nuestra región.
45
Pfhil, Henri, “Robert Desnos a Flöha, témoignage sur sa captivité”, en Desnos, Robert, ob.cit.,
pág.1281-1283; Volmer, Pierre, “Avec Desnos à Flöha”, en Desnos, Robert, ob.cit., págs.1283-1284.
46
Kalouskova Tesarova, Alena, “A la mémoire de Desnos” en Desnos, Robert, ob.cit., págs..1284-1286.
47
Aniyar de Castro, Lola, “Orígenes, fundamentos, aportes y líneas de desarrollo futuro de una
crominología de la liberación en América Latina como aporte a la teoría crítica del control social” en
Hacia una teoría crítica del control social. Seminario Interdisciplinario sobre liberación, Universidad del
Zulia, Maracaibo, 1986, págs..17 y ss.
48
Zaffaroni, Raúl- Slokar, Alejandro-Alagia, Alejandro, Derecho Penal, Ediar, Buenos Aires, 2000;
Zaffaroni, E. Raúl, En busca de las penas perdidas, Ediar, Buenos Aires, 1989.
49
Corte IDH s/Medidas provisionales respecto de Brasil en Instituto Penal Plácido de Sá Carvalho (Río de
Janeiro), San José de Costa Rica, 2018.
De este modo, tal vez, sirva de consuelo para aquellos que pensaron que
América Latina era el refugio del surrealismo como sostuvo André Breton en México,
de aquellos que eligieron escapar de la guerra para vivir algunos meses en Buenos
Aires como Marcel Duchamp, de quienes representaron como escritores argentinos de
la lengua latinoamericana en Cuba como Robert Desnos o de quienes como Arthur
Cravan soñaron con ver mariposas en nuestro continente, pero se encontraron con
balas del ejército en la frontera con los Estados Unidos.
La criminología y el penalismo críticos, como la literatura, tienen aun mucho
para ofrecer frente a este castigo público inhumano -sea la cárcel o el manicomio- que
produce constantemente vejaciones o muertes violentas bajo el amparo estatal
violando derechos humanos fundamentales.
El surrealismo como movimiento de defensa de derechos humanos permite
entender el compromiso de su lucha para garantizarlos. Este movimiento todavía sigue
siendo una referencia para comprender la resistencia a todo tipo de opresión -aunque
hayan transcurrido cien años desde su irrupción- al proponer una liberación total del
espíritu mediante la rebelión de las palabras.
Como la pipa, la pena no deja de ser una pena diciendo que no lo es. No nos
hace falta la pintura de Magritte para advertirlo.

*Profesor de la Universidad Nacional de Avellaneda. Argentina

50
Cortázar, Julio, “La negación del olvido” en Le refus de l’oubli. La politique de disparitions forcé de
personnes, Berget-Levault, Paris, 1982; Versele, Séverin Carlos, “La violencia institucionalizada”, en Los
rostros de la violencia, Vol I, Maracaibo, 1976, págs.55 y ss; Aniyar de Castro, Lola, “Matar de cárcel. El
paraíso legal y el infierno carcelario”, en Criminología de los derechos humanos, Ediciones del Puerto,
Buenos Aires, 2010, págs..243 y ss.

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