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‘Titulo original: Le snide Primera edician en Ediciones Coyoaciin SA, de CY. 1994 Sepa eicn: 1985 Torco eeion: 1397 ustraci: Léger. La escalera, 1913, Reservados todos las derechos conforme ata ley @EDICIONES COYOACAN S.A. de CV. Av. Hidalgo 47-2. Colonia del Carmen Delegacién Coyoacin, 04100 México DF. ‘Teléfonos: 65971 17 y 659 79 78, Fax: 658 42 82 ISBN 970-633-033-X Impreso y hecho en México Printed coed made in Mexico PROLOGO Desde hace algiin tiempo la Sociologia esté de moda. La pa- labra, poco conocida ¥ apenas descifrada hace una decena de afios, es hoy de uso corriente. Las vocaciones se multiplican y hay en el piblico como un prejuicio favorable para la nueva cien- tia. Se espera mucho de ella. Es preciso, sin embargo, conjesar sinceramente que los resultados obtenides no estén en relacién eon el ntimero de trabajos publicados ni con el interés con que se intenta proseguirlos, Los progress de una ciencia se revelan por el hecho de que las cuestiones que trate no permanezcan estacionarias, Y se dice que avanza, cuando en ella se descubren eyes ignoradas hasta entonces 0, al menos, cuando nuevos he- (1869-73). « {1890).. (1881-90021 chos concordantes resulta innecesario invocar, como Io hace Mayr) el caso tinico de Noruega y Suecia que, aunque protestantes, no tienen més que tna cifra’ media de" svicidios. Ea primer vga ‘como hacfamos notar al principio de este capitulo, estas compara’ ciones internacionales no tienen valor demostrativo, a menos que no se refieran a un gran mimero de paises, y aun en este casp no son concluyentes. Hay diferencias muy grandes entre las po. Blaciones de tas provincias escandinavas y Ia Europa central para que se pueda admitir que el protestantismo no produzca exacta- mente Jos mismos efectos sobre las unas y sobre las otras. Ade- més, si tomada en si misma la cifca de Jos suicidios no 2s muy considerable en estos dos paises, aparece relativamente elevada si se tiene en cuenta el rango modesto que ocupan entre los pueblos civilizados de Europa, No hay razén para creer aue hayan lle- gado a un nivel intelectual superior al de Italia, a lo que parece, ¥, sin embargo, se matan alli dos o tres veces mas (90 a 103 suicidios por millén de habitantes, en lugar de 40). ¢EI protes- tantismo no sera la causa de esta agravacién relativa? Asi, no solamente el hecho no enerva la ley que acabamos de establecer sobre un gran mitmero de cbservaciones, sino que mAs bien tiende a confirmarla.? Por lo que respecta a los judios, su actitud para el suicidio yes siempre menor que la de los protestantes, y generalmente | ambien inferior, aunque en menor proporcién, a la de los ca jcos. Sin embargo, ocurre que esta ultima relacion esta invertida ¥ Handiecerterbuek der Stasstiorensckajten, Suplemento 1. 1, pagina 702 ® Queda el caso de Inplaterra, pais no caldlice, y en el que no abunda el wi cidio, Se expla. despues por que 124 ‘yes especialmente en los tiempos presentes en los que se encuen- {ran estos casos de inversién. Hasta mediados del siglo los judios ‘matan menos que los catélicos en todos los paises, excepto en Paviera.’ y es hacia 1870 cuando comienzan a perder su antiguo “privilegio. Atin ahora es muy raro que superen mucho la cifra de Jos catdlicos. No.debe_perderse. de vista, por. otra_parte, que los ‘jadfos viven on las.ciudades y se dedican a profesiones intelectua- ‘ies de un modo mis extenso que los_otfos_grupos confesionales. Por esta rezén tienen una inclinacién al suicidio mas fuerte que {og miembros de_losoffos_cultos, y por causas extrafias a la “eliign que practican, Si a _pesar de esta influencia agravante, ‘a cifra del judaismo es tan_débil. se puede creer que en igualdad de condiciones ¢s de todas las religiones. jue. se matan _ mons. ~~ Los hechos que acabamos de coneretar, je6mo se explican? - 0 at Si se piensa que los judios estén en todas partes en niimero {nfimo y que en la mayorfa de las sociedades en que se han hecho Jas observaciones precedentes los catélicos estén en minoria, se ‘legard a ver en este hecho la cause que explica la rareza relativa de las muertes voluntarias en estos dos cultos.' Se concibe, en - electo, que las confesiones menos numerosas, teniendo que luchar ‘contra la hostilidad de las poblaciones qué la rodean, se vean obligadas.para mantenerse a ejercer sobre ellas mismas una vi- flancia severa y adscribirse a una disciplina particularmente rigu- rosa, Para justificar la tolerancia, siempre precaria, que se les concede, estiin obligadas a una mayor moralidad. Fuera de estas onsideraciones, ciertos hechos parscen realmente explicar que ‘ste factor especial no carece de alguna influencia. En Prusia el ‘stado de minoria en que se encuentran los eatolicos es muy acen- tuado, puesto que no representan mis que el tercio de Ia pobla- total, y se matan tres veces menos que los protestantes. La diferencia’ disminuye en Baviera, en que los dos tercios de los habitantes son catélicos; las muertes voluntarias de estos iiltimos estén con las de los protestantes er una relacién de 100 a 275, 0 de 100 a 238, segiin los periodos. Finalmmente, en el imperio “de Austria, que 5 casi enteramente catélico, no hay mas que 156 tuicidios protestantes sobre 100 catflicos. Parece que cuando el protestantismo se. convierte_en_minoria,, su tendencia al~suicidio ) disminuye. “EI suicidio es objeto de una excesiva indulgencia para que el jemor al vituperio, tan ligero, con que se le recibe pueda obrar “TBaviers eo todavia ln snicn excepein; Ios judi matan alt dos veces mis ue os cutlicos, iL stuncign del judaiomo et ete ple, ene ago de excopional? podemos decir 2 Legoyt: Op. at pig, 205; Octingen: Moraletatistit, pixina @54, 125 Gi con tal potencia aun sobre aquellas minorias, a las que su situs, cidn obliga a preccuparse particularmente de los sentimienta, Piiblicos. Como es un acto que no lesiona a nadie, no se lanza yy gran deshonor sobre aquellos grupos que se inclinan a él mas que bros, y no se corre el riesgo de que se aumente més el alejamient, ‘que inspiran, como ocurriria ciertamente en el caso de una fre cuencia mayor de los erfmenes y de los delitos. Por otra parte, Ig intolerancia religiosa, cuando es muy fuerte, produce a mentide ‘un efecto contrario: en Tugar de impulsar a los disidentes a tes, potar més la opinion, les habitita a desinteresarso de ella. Cuandy se siente alrededor wha hostilidad irtemediable, se renuncia a des. | armarla y_ se tiene una obstinacién insistente’ en las costumbte, mis reprobadas. Esto es lo que ha ocurrido con frecuencia a lo, judios, y como consecuencia, es muy dudoso que su excepcional inmunidad no tenga otra causa. Pero, en todo caso, esta explicacién no seré suticiente pars damos cuenta de la situacién respectiva de los protestantes de los catélicos. Si en Austria y en Baviera, en que el catolicisme tiene la mayoria, la influencia preservadora que ejerce, es menor, resulta todavia muy considerable, y no es solamente @ su estads de minoria a lo que se debe. Gerieralmente, cualquiera que sea Ja parte proporcional de estas dos creencias en el conjunto de la poblacién, en todas las partes en que se les ha podido comparar, desde el punto de vista del suicidio, se ha comprobado que los protestantes se matan mucho mas que los catélicos. Hay paises como el Alto Palatinado, la alta Baviera, en que la poblacién es casi por entero catélica (92 y 96 por 100) y en los que, sin embargo, hay 300 y 432 suicidios protestantes por cada 100 ca- ‘élicos. La cifra se eleva hasta 528 por 100 en la Baja Baviera, en que la religion reformada no cuenta ni un fiel por cada 104 habitantes, Y aun cuando la prudencia obigatoria de las minorias influya en algo en la diferencia tan considerable que presentan estas dos xeligiones, la mayor parte de ella se debe, ciertament2, a oftas causas. Lacencohitraremos en Ja naturaleza de estos dos sistemas reli embargo, Tos dos prohten el suicidio con la misme |, Precision; fio solamente Io castigan con penas moralés dé una extrema severidad, sino que él tino ¥ el otzo ensefan igualmente \ que més allé de Ia tumba comienza una vida nueva, en la qiie se \castigard a Iés hombres por sus malas acciones, y en é]_mimero 1 'de estas tiltimas incluye el ‘suicidio el protestantismo 16 mismo que el catolicismo. Finalmente, en uno y otro culto, estas. prohi- Diciones tienen un cardcter divino; no se presentan ‘como Ia con- ‘lusién Légica de un razonamiento bien hecho; su autoridad es le de Dios mismo; si el protestantismo favorece el desenvolvimiento del suicidio no'es por su diferencia de tratamiento con el catoli- cismo. Pero entonces, si en este punto particular las dos religions tienen los mismos preceptos, su desigual accién sobre el suicidio debe tener por causd alguno de los caracteres de_orden_general que las diferencian: 126 Panotr, f ehkictane 2 pstitoa lace La tinica diferenciaesencial que hay entre el catolicismo y el protestantismo consiste.en.que.el_segundo admite el libre examen on mayor extensién qi ro. Sin duda, el catolicismo, por jquello de que es una re lealista, concede al pensamiento a la reflexién un mayor espacio que el politefsmo grecolatino o que el monotefsino judio. No se contenta con maniobras mag ales, sino que aspira a reinar sobr> las conciencias. A ellas so dire y hasta cuando pide a la razén una ciega sumisién, se la je habléndole en el lenguaje de Ja razin. No es menos verdad {que el catdlico lo recibe todo hecho, sin examen, y no puede so- eterlo siquiera a la comprobacién histérica, porque en los textos ‘riginales sobre que se apoya le estin prohibides. Todo un sis- tema jerérquico de autoridades se halla organizado, y con un arte ‘aravilloso, para hacer la tradicién invariable. Todo lo que cons- fituye variacién causa horror al pensamiento catélico, El protes- fante es més el autor de su creencis. La Biblia se deja en sus ‘manos y ninguna interpretacién de ella se le impone. La estructura ‘nisma del culto reformado hace més sensible este estado de tividualismo religiogo. En ninguna parte, excepto en Inglaterra, ‘ati constituido en jerarquias el clero protestante: el sacerdote no depende més que de él mismo y su conciencia, como el fiel. Es an guia mas instruido que la masa general de los creyentes, pero sin autoridad especial para fijar el dogma. Pero lo que atestigua mejor que esta libertad de examen, proclamada por Ios fundadores ela reforma, no ha permanecido en estado de afirmacién platé- nica, es la multiplicidad creciente de sectas de todas clases, que tan enérgicamente contrastan con Ia unidad indivisible de la Tgle- fia catélica. ‘Llegamos a un primer resultado: que Ia inclinacién del pro- testantismo por el suicidio debe estar en relacién con el espiritu de libre examen. que anima esta religién. Tratemos de comprender bien esta conexién. El libre examen ro es en sf més que el efecto de otra causa. Cuando hace su apericién, cuando los hombres, después de haber recibido su fe de la tradicién durante largo tiempo, reclaman el derecho de formérsela ellos ‘mismos, no es ‘omo consecuencia de los atractivos ‘ntrinsecos del libre examen, & porque leva consigo tantos dolores como alegris. Pero es que si tienen necesidad en adelante de esta libertad y esta necesidad ‘to es mas que por una causa: la decadencia de las ereencias tra- dicionales. Si se impusieran siempre con igual energia no se pen- seria nunca en someterlas a la critica, Si tuviesen siempre la misma autoridad, no se trataria de comprobar el origen de esta autoridad. La reflexiin no se desenvuelve mis que cuando le es necesario desenvolverse, es decir, cuando un cierto niimero de ideas ¥-de sentimientos irreflexivos, que hasta entonces bastaban para dirigir la conducta, que han perdido su eficacia. Entonces inter- iene para colmar'el vacfo que se ba verificado, y no por obra saya. Por la misma razén que se agota a medida que el pensa- mmiento y la accién se aceptan en forma de hébitos automaticos, 127 no se despierta, sino a medida que los hébitos ya fon organizan, No reivindica sus derechos contra la opinién comin, sino cuando no tiene la misma fuerza que aguélla, es decir, cuandg no esta en el mismo grado de extension. Y si estas reivindicacio. nes no se producen solamente durante un intervalo de tiempo y bajo la forma de crisis pasajeras, sino que Hlegan a ser crénicas, si las conciencias individuales afirman de una manera constante Sui autonomia, es porque contintan dispersandose en sentidos dj. vergentes, es porque una nueva opinién se ha producido par yeomplazar la que no existe. Si se hmbiese reconstruido un mueyg fistema de creencias que pareciese a todo ol mundo tan indiscu. tible como el antiguo, no se pensaria en debatirlo més, no seria permitido ponerlo en discusin, pues las ideas que comparte toda luna sociedad obtienen de este asentimiento una autoridad que las hace sacrosantas y que las coloca por encima de toda comproba. cin, Para que sean més tolerantes es preciso que obtengan wna adhesién menos general y menos completa, que las controversias previas las hayan debilitado. Si se dice tna verdad al afirmar que el libre examen, una ver proclamado, multiplica los cismas, es preciso affadir que supong Ia existencia de aquéllos y quo de ellos deriva; ya que no ha sido restituido y reclamado como un principio, mAS que para permit 2 los cismas, latentes o existentes a medias, desenvolverse con més libertad, Hn consecuencia, si el protestantismo da una mayer tlicacia al pensamiento individual que el catolicismo, es porque cuenta con menos creencias y practicas comunes. Una sociedad religiosa no existe sin un credo colectivo y es tanto més ‘nica y tanto més fuerte cuanto mis extendido esté ese credo. No une a los hombres por el cambio y reciprocidad de los servicios, vinculo temporal que supone y lleva consigo diferencias, y que es impo. tente para anular. No los socializa més que adhiriéndoles a to. ‘a un mismo cuerpo de doctrinas, y los socializa mejor cuanto més /) wasto y més slidamente constituido est ese cuerpo de doctrina. Cuanto més maneras hay de obrar y de pensar marcadas de un carfcter religioso y sustraidas, en consecuencia, al libre examen, mis presente esti la idea de Dios en todos los éstados de la exis. tencia y més hace converger hacia un solo e igual fin las volun- tades individuales. En sentido inverso, cuanto més so abandon 'un grupo copfesionel al juctxdel pilico, mas ausente est de It vida de aquél y menos éohesidh y consistencia tiene. Concluimos, idad del protestantismo, desde el pur- i r , proviene de que_se_trata de una iglesia {integrada con menor fuerza _que la iglesia catdlica.. ‘Gon cl mismo argumento puede explicarse la situacin del judaismo. En efecto, la reprobacién con que les ha perseguide durante largo tiempo el cristianismo, ha_creado entre los judios sontimientos de solidaridad de una ‘particular energia. La nece sidad de luchar contra una animosidad general, la misma im bilidad de comunicarse libremente con el resto de la poblacién, Qty, rnenttte. (tip! rg , 0004 nhite ¢ Ded jes ba obligado a relacionarse estrechamente. En consecuencia, yada comunidad es una pequefia sociedad compacta y coherente, ge tepe am sentient muy vivo dele mina y de, unidad el mundo piensa y vive en ella de la misma manera: las divergencias individuales son casi imposibles, a causa de la comu- nidad de la existencia y de la estrechs e' incesante vigilancia, ejercida por todos sobre cada uno. Por esto la Tglesia judia resulta ser mas fuertemente concentrada que ninguna otra, recogida, como é&ta, en si misma por la intolerancia de que es objeto. En conse- ‘uencia, y por analogia con lo que acabamos de observar a pro- posito del protestantismo, es a esta misma causa ala que debe ainbuirse la débil inclinacién de los judios por el suicidio, a despecho de las circunstancias de toda clase que deberian, por el contrario, inclinarlos a él. Sin dude, en cierto sentido, es a la jostilidad que les rodea a la que deben este privilegio, Pero si tiene esta influencia, no es porque les impone una moralidad més sita, sino porque les obliga a vivir estrechamente unidos. Estiin hasta ese punto preservados, porque la sociedad religiosa a que | pertenecen tiene sélidos cimientos. Por otra parte, el ostracismo no es més que una de las causas que producen este resultado: la paturaleza misma de las creencias judias debe contribuir a él en ‘ina larga parte. El judaismo, en efecto, como todas las religiones inferiores, consiste esencialmente en un cuerpo de doctrinas que teglamenta de un modo minucioso todos los detalles de la exis- | tencia y deja muy poco lugar al juisio del individuo. mr Muchos hechos confirman esta explicacién. En primer lugar, Inglaterta es de todos los grandes pafses protestantes aquel en que el suicidio se ha desenvuelto mas débil- mente. No se cuentan alli, en efecto, mas que 80 suicidios, aproxi- madamente, por millén de habitantes, cuando las sociedades re- formadas de Alemania tienen de 140 a 400 y, sin embargo, el movimiento general de ideas y de negocios no parece ser alli menos infenso que en la otra parte.t Nos eacontramos al mismo tiempo on que la Iglesia anglicana esta integrada de una manera mis fuerte que las otras iglesias protestantes. Hemos tomado el habito de ver en Inglaterra la tierra clisica de Ja Hbertad individual, ero en la realidad muchos hechos demuestran que el ntimero de teencias 0 de précticas comunes y obligatorias, sustraidas en con- Secuencia al libre examen de los individuos es alli mis considera- ble que en Alemania. Por de prorto, Ja ley sanciona muchas ‘rescripciones religiosas, tales como la’ observacion del domingo, | 1s verdad ue le extadisticn de los sicicios ingles no es de gran extatitu. A canse de las penaldades estblesdas para el sci, muchos eaaot se presenta ‘op muerte accdertales. Sin embary, estas nexectitades no aon suiehtes para ‘lcar Te diferencia ten considerable calre este pais y- Aleman, 129 la prohibicién de sacar a la escena los personajes de las Sent Eserituras y la ue recientemente exige en todo diputado ys ‘especie de acto de fe religiosa, ete. Ssbemos, por otra parte, cust general y fuerte es on Inglaterra el respeto’ de las tradiciones, parece imposible que no se extienda, como a las demés cosas, las de la religién. El tradicionalismo muy desenvuelto, excliye siempre, més 0 menos, los movimientos propios del individu nalmente, de todo el clero .protestante, cl anglicano es el tinicg que esta jerarquizado, Esta organizacién exterior traduce eviden: temente una unidad interna, que no es compatible con ol indivt dualismo religioso, muy pronunciado, Por otra parte, Inglatery es también el pais protestante en que las cites de cxcyenten, pe cada representante del clero, son menos crecidas. En 1876 existig all{ una media de 908 fieles para cada ministro del culto, en lugar de 932 que habia en Hungria, 1.100 en Holanda, 1.300 en Ding. marca, 1.440 en Suiza y 1.600'en Alemania? El niimero de sacer. dotes ‘no es un detalle insignificante, ni un carfcter superticia) sin relacién con Ja naturaleza intrinseca de las religiones. Prueba de ello es que en todas partes el clero catélico es mucho mas considerable que el clero reformado. En Italia hay un sacordote por cada 267 catélicos, on Espafia por cada 419, en Portugal por | cada 536, en Suiza por cada 540, en Francia por cada 832 y en |) Bélgica por cada 1.000; y es que el sacerdote es el drgano natural || de la fe y de la tradicién, y en esto como en lo demis el érgeno \Se_desenvuelve_necesariamenteen_Ja misma medida que_la fun. | ‘eign, Cuanto més intensa es la vida religiosa, mas hombres son igos ‘para diigitla. Cuantos mas dogmas y precepic aya interpretacin_no se abandon alas conciencias individuales, san ;€S.una_confirmacién de-ella. SLel_protestantismo no_produce alli los mismos efectos |) que_en_el-continente, es. porque la sociedad religiosa_ ests més || fuertemente constituida,.y- por ello se asemeja.a la Iglesia catdlica Es esta una prueba confirmativa de una mayor generalided. EI gusto del libre examen no puede despertarse sin ir acon pafiado del gusto por la instruccién. La ciencia, en efecto, es el Yinico medio de que la libre reflexién dispone para realizar sus fines. Cuando_las creencias o las pract wadas_han pet. dido su-sutoridad, es preciso, pare ar otras, hacer una lla- mada_a la conciencia esclarecida, e Ja ciencia no es sino Ja forma més elevada: en el fondo estas dos teride ias_se_funden en tha y resultan de la misma causa. Los hombres, en general, s6lo aspitan.a instruiree en la medida en que estin libres del yoso de la tradicién, pues mientras que ésta es duefia de la inteligencia es suficiente para todo y no tolera ficilmente ol poder rival. In- T Ocltinges: Moraltetieih, pix, 086, 130 ‘| ersamente, s6lo se busca la luz desde que la costumbre oscura Ap responde ya a las necesidades nuevas. ¥ he aqu! por qué la “Filosofia, esta forma primaria y sin:ética de la_ciencia,. aparece ‘desde que la religién_ha_perdido_su imperio, y en este momento finicamnente, y se la ve en seguida der nacimiento progresivo a la | nultitad de ciencias particulares, a medida que la necesidad que fp suscitaba va desenvolvigndose. Si no nos despreciamos a nos- ‘otros mismos, si la_debilitacién_progresiva de los prejuicios colec- | fivos y_consuetudinarios inclina al suicidio, y si es de ahi de donde iene la predisposicién especial del igmo, dehemos com- probar los. dos_hechos siguientes: primero, ol. gusto de la instruc- tidn-debe. ser_més.vivo en los. protestantes queen. los catélicos; segundo, en_tanto.en cuanto denota ana decadencia de las. ereen- is comunes, debe, de una manera general, variar como. el. st dio. ;Confirman los. hechos esta debie. hipdtesis? © Si se compara Francia catélica con Alemania protestante, tmi- camente por las cumbres, es decir, si se parangonan solamente jas clases mais clevadas de las dos ‘raciones, parece que la com- paracién puede sostenerse con éxito. En los grandes centros de uestro pais, la ciencia no es menor ni menos extendida que en huestros vecinos, y atin resulta cior-o que desde este punto de fista estamos sobre muchos paises protestantes. Pero si en las partes eminentes de estas dos sociedades la necesidad de ins- {ruizse se siente por igual, no ocurre lo mismo con las clases me- 1no$ elevadas, y si en los dos paises se obtione la misma intensidad “mmixima, la intensidad minima es menor en nosotros. Otro tanto “puede decirse del conjunto de las naciones catdlicas comparadas ton las naciones protestantes: al suponer que, por lo que se re- fiere a la més alta cultura, las primeras no ceden a las segundas, “0 puede sostenerse lo mismo por lo que se.refiere a la instru én popular. Mientras que en los pueblos protestantes (Sajonia, Noruega, Suecia, Baden, Dinamarca y Prusia) por cada 1.000 ni- fios en edad escolar, es decir, de seis a doce afios, habia una media de 957 que frecuentaban la escuela durante los afios 1877- “18, los pueblos catélicos (Francia, Austria-Hungria, Espana ¢ Talia) s6lo contaban 667, 0 sea un’30 por 100 menos. Las com- paraciones son iguales en los perfodos 1874-75 y 1860-61." El pais protestante en que esta cifra es menos clevada, Prusia, resulta muy por encima de Francia, que figura a la cabeza de los paises tatdlicos; ia primera cuenta’ con 897 alumnos por cada 1.000 ha- bitantes, 1a segunda con 766 solamente. De toda Alemania, Ba- “viera cs la que tiene el mayor nlimero de catélicos, y es también Je que posce mais jletrados. Entre les provincias del Alto Pala- tinado, es una de las mas profundamente catélicas, y es también aguella en que se encuentran mas reclutas que no saben leer ni escribir (15 por 100 en 1871). La misma coincidencia se da en 1 Osltingen: Moraletatntit, pig. 588. 2 Bn uno de estos periodes {(IN77-78), Baviern sobrepasa ligeramente a Pris rr el helo ‘no se produce mis que esin nea ver, 131 Prusia para el Ducado de Posen y la provincia de Prusia.! Fin mente, en la totalidad del Reino, en 1871, se contaban 66 ile. trados por cada 1.000 protestantes, y 152 por cada 1.000 eatdlicns, La relaci6n es la misma para las mujeres de los dos puntos? Se objetard, sin duda, que la instruccién primaria no puede servir para medir el estado de la instruecitin general. Se dice, con frecuencia, gue no hasta con que un pueblo cuente con més o menos iletrados, para que sea més o menos instruido. Aceptemos esta reserva aungue, a decir verdad. los diversos grados de la ine. truccién son quizds més solidarios de lo que parecen, y le es muy diffell a uno de ellos desenvolverse sin que los otfos se desen. vaelvan al mismo tiempo.t En todo caso, el nivel de Ja cultura primaria no refleia mis que imperiectamente el de la cultura cien tifica con cierta exactitud, y en qué medida un pueblo, tomado en conjunto, experimenta la necesidad de saber. Es preciso que sienta en su mAs alto grado esa necesidad para que se esfuerce en extender sus elementos hasta las tiltimas cleses. Para poner as} al alcance de todo el mundo los medios de instruirse, para llegar hasta proscribir legalmente la ignorancia, es preciso que encuen. tre indispensable para su propia existencia el extender y esclarecer Jas conciencias. De hecho, si las naciones protestantés han con. cedido tanta importancia’a la instruccién elemental, es. porque han juzgado necesario que cada individuo fuese capaz de inter pretar la Biblia, Lo que nosotros ereemos concretar en este mo- mento es la intensidad media de esta necesidad, el valor que cada pueblo reconoce a la ciencia, no el mérito de sus sabios y de los descubrimientos de éstos. Desde este punto de vista especial, el estado de la alta ense- fianza y de la produccién propiamente cientifica seria un mal criterio, pues nos revelaria tinicamente lo que pasaba en una por. cin restringida de la sociedad. Le ensefianza popular y general es un indice més seguro. Demostrada en esta forma la primera proporcién, queda por probar la segunda. ,Es verdad que la necesidad de la instruccién, en la medida que corresponde a una disminucién de la fe comin, se desenvuelve con el suicidio? Ya es una primera presuncién el hecho de que los protestantes son mas instruidos que los catolices y se matan més, La ley no se comprueba solamente cuando se ‘compara uno de estos cultos con el otro. Se observa, igualmente, en el interior de cada confesién religiosa, Ttalia es toda ella catélica. La instruccién popular y el sui- cidio estin distribuidas en ella exactamente y del mismo modo (véase cuadro 19). ‘No solamente las medias se cortesponden con oxactitud, sino que la concordancia se encuentra hasta en los detalles, No hay T Osttingen, Hoi, pg. see 2 Maloy at DME, 5 Por otm parte, se vers después que Ie enseSanea superior est igulmente mis

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