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i BIBLIOTES: i | qo. 2464 univ. Nowe 52 Vt ey San Juan * sin . Beene John Locke: Seccion: Clasicos : : 4 Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil : Un ensayo acerca del verdadero origen, y alcance y fin del Gobierno Civil [4 SALUS POPUL SUPREMA LEX ESTO. ‘Traducci6n, prélogo y notas de Carlos Mellizo Alianza Editorial Buenos Aires-Madrid | i) Civil Goverment ign: The Second Treats of ret ‘Tate oi ming he Trae Original, srt and Es ‘of Civil Government (1690) © do lntraduccién, 1 prologo y las notas: Carlos Meli20 © Alianza Editorial, S. A., Buenos Aires, 1990 Moreno 3362 ~ (1209) Buenos Aires 150-40-108-4 2 Fiecho el depésito que marca laley 11-7 Impreso en Argentina - Printed it Argentina Prélogo Jobn Locke: vida y escritos Nacié John Locke en el seno de una familia acomo- dada el 39 de agoste de 1632, ‘en la pequeita aldea de Wrington, al sur de Bristol. Su madre morjrfa apenas haber alcanzado Locke la mayoria de edad, después de haber dado a luz. dos hijos mas. John y sus dos herma- nos menores fueron educados por su padre con estricta disciplina, circunstancia que, andando fos afios, seria ob- jeto de laudable comentario por parte del fildsofo. ‘Antes de ingresar en la escuela, tuvo Locke, en medio del riguroso regimen familiar, una instruccién privada de orientacién ideolégica liberal, al ser su ade fervente partidario de la soberania de! pueblo y del gobierno re- presentativo, En su casa se recibfan constantes visitas de "EL mis completo estudio biogrifico sobre John Locke es el de Maurice Cranston, John Locke: A Sean, ‘Longmans, Green, Lon: don, 1968. De esa obra me he servido para redattar, en forma muy resumida, este apartado. Capitulo 1 4. Habiendo ya mostrado en el discurso anterior: 1) Que Adan no tuvo, ni por derecho natural de paternidad, ni por don positive de Dios, una tal autoridad sobre sus hijos 0 un dominio so- bre el mundo como los que se ha pretendido asignatle. i! 2) Que si lo tuvo, sus herederos no poseyeron un derecho asi. 3) Que si sus herederos Jo tuvieron, como no hay ley de naturaleza ni ley positiva de Dios determine cual es el heredero legitimo en todos los casos que puedan darse, el derecho de su- | cesién, y, consecuentemente, el de asumir el obierno, no pudieron haber sido determina- los con certeza. |, 4) Que incluso si hubieran sido determinados, el i conocimiento de cual es Ia linea mas antigua de t la descendencia de Adan se perdié hace tanti- | simo tiempo, que en las razas de la humanidad 1 2 <_< M John Locklf segundo Tratado sobre el Gobierno Civil 35 y ew las familias del mundo no queda ya nin! es relaciones, ello podré ayud: istingui Ya tenga preeminencia sobre otra y qui nos poderes de ots, y ce moahard i deren ae und 90 Jem ber la ands antigua y poscer eff exite entre quien gobierma un Bstado, y un adre de Gerecho hereditario. familia o un capitén de galeras. P Como todas esas premisas han quedado, segin pieni} 3. Considero, pues, que el poder polit (aan sods es pris hes idee uaa chp de dita let Bop smsere yon constant. gobjrnan en a Fs imposiol a a n sno ll cade dictar tambien otras bajo penas menos graves, & bjernan or re idad de lo que se consi fin de renulr preservr la propiedad, y amplia a fue : deriven la mene’ a poder el dominio privado y la juf\ za de la comunidad en la ejecucién ‘ie dichas leyes y en ders uct wo pein, De manera que quien mil ia defense del Estado frente a injucas extranjeras, Y todo rsd ao motivo para pensar que todo gobier ello con ls Sica intencion de lograr l bien ‘iblico. en este mundo es sdlamente & producto de la. fuerza publico de la violencia, y que los hombres viven en comunidad) fguiados por las mnismas reglas que imperan entre las bes Hae segan las cuales es el mas fuerte el que se alza coy) el poder, sentando, asi, los cimientos ‘Jel desorden per} perso, de la malica, del curmulto, de la sedicién y deli Pevelzon cosas contra las que los defensores de dich} ipotesis gritan a vor en cuello—, debe necesariament) ae ntrar otra teoria que explique él surgimiento del go| bierno y del poder politico, y otro modo de designar conocer a las personas que 2 Vienen, diferente del qui! Sir Robert Filmer ' nos ha ensefiado. f 2. Para este propésito,ereo que no estard de més que yo establezca lo que entiendo por poder politic, |, fin de que el poder de-un magistrado sobre su sibdit pueda distinguirse del que posee un padre sobre sus bi Mes, un amo sobre sus siervos, un esposo sobre su muje, Pn senor sobre su esclavo: Todos estos poderes, 4 Jon distintos entre si, se retinen a veces en un mis hombre; mas si estudiamos a este hombre septin es \ (Sit Robert Filmer, autor de Patriarcha, opisculo de ins hhoblesians cuyas doctrinas Locke se propuso refutar en se. Pri seepciaLa abrita de Filmer, compuesta ances de 1653, fue publ péstumamente en 1680.) Capitulo 2 Del estado de naturaleza 4, Para entender el poder politico correctamente, y para deducirlo de lo que fue su origen, hemos de con- Siderar cudl es el estado en que los hombres se hallan por naturaleza. Y es éste un estado de perfecta libertad para que cada uno ordene sus ucciones y disponga de ‘osesionies y personas como juzgue oportimno, dentro de fos limites de la ley de naturaleza, sin pedir permiso ni der de la voluntad de ningin otro hombre. Es también un estado de igualdad, en el que todo po- der y jrisdiccién son reciprocos, y donde nai los dis. fruta en mayor medida que los ‘demas. Nata hay més} evidente que el que criaturas de la misma especie y ran-| 0, nacidas todas ellas para disfrutar en conjunto las mis-/ mas ventajas naturales y para hacer uso de las mismas facultades, hayan de ser también iguales entre si, sin su- bordinacién o sujecién de unas a otras, a menos que amo y sefior de todas ellas, por alguna declaracién ma- nifiesta de su voluntad, pongz a una por encima de otra, y le confiera, mediante un evidente y claro nombramien Zo, un derecho indudable de dominio y de soberania. Segundo ‘Tratado sobre el Gobierno Civil 7 5, E] juicioso Hooker ® considera’ esta igualdad natu- ral entre los hombres como algo tan evidente en si:mis- no y tap incuestionable, que hace de ello el fundamento de esa obligaci6n que tienen los hombres de amarse mu- fuamente, sobre la cual basa los deberes que tenemos para con los otros, y de la cual deduce las grandes mix Fimas de la justicia y de la caridad. Sus palabras son éstas: ‘La consideracién de la igualdad natural ha hecho que los hom- Hees aepan que n0 es menor su deber de amar sles otros que de amarse a sf miamon, Pues todas aquellas cosas que son {fuses deben nevezariamente medirse de una misma maners yo no puedo evitar el deseo de recibir e bien de cualguict aa hombre Is meds en que ext ove hombre diet én, recbirlo en su propia alma, gedmo podré esperar que sea sauulecha pare alguna de ete deseo wecpods eras au #2 satisfacer el deseo semejante que sin duda tiene lugar en los demas, siendo todos de una misma naturaleza? Ofrecer a los ftzos hombres algo que repugne ese deseo suyo, tiene por fuer Za que causar en ellos el mismo pesar que causaria en mi. De tal manera, que si yo dafo a alguien, debo esperar sufrir, pues no hay raz6n para que los otros muestren para conmigo mis tor que el que yo de mostrado para con ellos. Por lo tant, ro de Ser amado todo lo posible por aquéllos que son tuaturalmenteiguales a mi, me impone el deber natural de con- Cederles a ellos el mismo afecto. Y ningtin hombre ignors las ‘arias reglas y cénones que la razén natural ha deducido de esa raisin de igualdad que existe entre nosotwos y los que son como nosotros, (Eccl, Pol. lib. i.) _ & Mas aunque éste sea un estado de libertad, no es, sin embargo, un estado de licencia. Pues aunque, en un estado asi, el hombre tiene una incontrolable libertad de disponer de su propia persona o de sus posesiones, no tiene, sin embargo, la libertad de destruirse a si mismo, ni tampoco a ninguna criatura de su posesiGn, excepto [Richard Hooker (1554-1600). Eclesiéstco de la Reforma, de Ia Iglesia Anglicana. Su cbr ida —Of the Laws of te clesiastical Polity es la que Locke cita a continuacién.} 38 John Locke en el caso de que ello sea requerido por un fin mas noble] que el de su simple preservacion. El estado de naturaleza tiene una ley de naturaleza que lo gobierna y que obli a y la razén, que es esa ley, ensefia a toda hal “humanidad que quiera consultarla, que siendo todos los f hombres iguales e independientes, ninguno debe daar a otro en Jo que athe a su vida, suds libertad 0 pose. siones. Pues como los hombres son todos obra de _un| ‘omnipotente ¢ infinitamente sabio Hacedor, y todas sier- vor de un sefior soberano enviado a eae mundo por orden suya y para cumplir su encargo, todos son pro. Piedad dz quien los ha hecho, y han sido ay durar mientras a El le plazca, y no a otro. Y asi, habien- } do sido todos: los hombres dotados con las mismas fa} cultades, y al participar todos de una naturaleza comiin, | no puede suponerse que haya entre nosotros una subor. dinaci6n que nos dé derecho a destruir al projimo como si éste hubiese sido creado para nuestro uso, igual que | ‘ocurre con esas cristuras que son inferiores a nosotros, f Por la misma razén que cada uno se ve obligado a pre- servarse a si mismo y a no destruirse por propia volun- j tad, también se verd obligado a preservar al resto de le humanidad en !a medida en que le sea posible, cuando su propia preservaci6n no se ve amenazada por ello; y a menos que se trate de hacer justicia con quien haya cometido una ofensa, no podré quitar Ia vida, ni entor pecerla, ni poner obstéculo a los medios que son nece- sarios para preservarla, atentando contra fa libertad, la salud, fos miembros o tos bienes de otra persona. 7, Y para que todos los hombres se abstengan de in- vadir los derechos de los otros y de dafiarse mutuamen- J ts y sea oboerada esa ley de natraioza que mira por Ja paz y la preservacion de toda la humanidad, los me- dios para poner en prictica esa ley les han sido dados af todos fos hombres, de tal modo que cada uno tiene «lf derecho de castigar a los transgresores de dicha ley en) fa medida en que ésts sea violada. Pues Ja ley de natw- Segundo Teatado sobre el Gobierno Civil 3 raléza, igual que todas las demis leyes que afectan a los fBubves en este mundo, seria vana si no hubiese nadie oy an el estado natural, tuviese el poder de ejecutar Jick ley protegiendo al inocente y poniendo coto al Gfensor. Y'si en el estado natural cualquier persona pue- de castigar'2 otra por el mal que ha hecho, todos pueden fracer lo mismo; pues en ese estado de perfecta igualdad ven el que no hay superioridad ni jurisdiccién de uno sobre otf0, cudlquier cosa que uno pueda hacer para que se cumpla esa ley, sera algo que todos los demés tendrin también el mismo derecho de hacerlo. 44 Y asi es como en el estado de naturaleza un hombre Iega'a tener poder sobre otro. Pero no se trata de un er absoluto 0 arbitrario que permita a un hombre, Pyando un criminal ha caido en sus manos, hacer con al fo que venga dictado por el acalorado apasionamiento © |e dimizada extravganca de ss prop volumad, sino Gnicamente castigarlo segin los dictados de la serena ra. vbny dela conciencia, asigndndole penas que sean pro- porconales a la transgresioa y que stevan para que el r= minal repare el dafio que ba hecho y se abstenga de recaer en su ofensa. Pues éstas son las dos dnicas razones he permien a tn hombre dafar legalmente a otro, es Jeciycastigarlo, Al transgredit la ley de navuraleza, el ue realiza una ofensa esti declarando que vive guidin- dite por reglas diferentes de las que manda la razn y } la equidad comin, las cuales son las normas que Dios ha establecido para regular las acciones de los hombres en beneficio de su seguridad mutua. Y asi, el transgresor es un: peligro para la humanidads pues las ataduras que impedian a los hombres herirse y hacerse violencia unos 2 otros, han sido por él cortadas y rotas. Lo cual, al constituir una transgresin contra todd la especie y con- tra la paz. y seguridad que estaban garantizadas por la ley de naturaleza, permitira que cada hombre, en vircud del derecho que tiene de preservar al género humano eo general, pueda contener 0, si es necesario, destrufr aque- 40 Ilas cosas que le sean nocivas, y castigar asi a quien haya transgredido esa ley haciendo de este modo que se arre- fj pienta de haberlo hecho. Y, mediante este procedimien. fo, lograr que el delincuente se abstenga de volver a co. meter el mismo delito, y disuadir con el ejemplo a otros para que tampoco lo comeran. Y en este caso y con base én este fundamento, cada hombre tiene el derecho de ‘eastigar al que comete una ofensa, y de ser ejecutor de la ley de naturaleza. t 9. Sin duda esta doctrina les resultaré muy: extrafia a algunos hombres. Mas antes de que la condenen, quiero ue me expliquen con qué derecho puede un principe o j tin estado dar muerte o castigar-a un extranjero por tn f crimen que éste haya cometido en dicho estado. Es se- aro que sus leyes, sancionadas por la voluntad expres Hein Iegislatueay no aleanzan a un ciudadano extranjero, ni se sefieren a él, ni tiene éste obligaci6n alguna de prestarlas atencién, La autoridad legislativa por la cual | esas leyes obligan a los stibditos del estado no tiene po- der sobre él. Aquéllos que poseen el poder supremo de hacer leyes en Inglaterra, Francia, u Holanda, son, con respecto a un nativo de la India o de cualquier otra parte del mundo, hombres sin autoridad; y, por lo tanto, si no fuera porque, en virtud de la ley de naturaleza, cada hombre tiene el poder de castigar las ofensas que se co meten contra ella, segin lo que serenamente juzque que es el castigo oportuno en cada caso, no veo como lor magistrados de una comunidad podrfan castigar aun ciu- Tadano extranjero, nacido en otro pais; pues, en lo quel aun ciudadano asi se refiere, los magistrados no tienea mis poder que el que, de manera natural, cada hombre puede tener sobre otro hombre. ; 10. Ademas del crimen que consiste en violar la ley y apartarse de la recta norma de la razén, siempre que uf, hombre se convierte en un degenerado y declara que est apartindose de los principios de la naturaleza humana y Sigundo Tratado sobre el Gobierno Civil 4 sie es una criatura nociva, hay, una injuria comin, co- SR fa tontra alguna persona; y siempre hay un hombre nes sulre dao como consecuencia de esta transgresidn. $e an cas0 ai, quien ha padesid el dato Seg, ademas “ia derecho de castigar —derecho que comparte con otros fombres—, un derecho particular de buscar reparacién Reiguien le ha causado ese dao. Y cualquier otra per- dona gue covsdee esto justo, puede unis a quien ha ‘sido dafiado, asistiéndole en el propésito de recuperar $f olensor fo que sea necesario para sutifacer el dano fe la victina ha sufrido, 11. De estos dos distintos derechos —el de castigar el crimen a fin de contenerlo y de impedir que vuelva a cometerse, derecho que tiene todo el mundo; y el de busear separaciOn, derecho que sélo pertenece a quien ha sido injuriado— proviene el que el magistrado, quien por ser tal tiene el derecho comiin de castigar, pueda en muchas ocasiones, cuando el bien piblico no exige que Iadey se ejecute, remitir el castigo, por su propia auto- ridad, correspondiente a las ofensas criminales cometi- das; sin embargo, no podr perdonar la satisfaccién que sele debe a Ia persona privada que haya recibido el dao. Quien ha sufrido el dao tiene el derecho de exigir, en su propio nombre, una reparacién, y es él y sélo él quien puede perdonarla. La persona dafada tiene el poder de apropiarse de los bienes o del servicio del ofensor. ¥ ello es asi por el derecho de autoconservacién; pues cada hombre tiene el poder de castigar el crimen a fin de prevenir que vuelva a ser cometido; y tiene ese poder en irwd de su derecho de conservar a toda la humanidad y de hacer todo lo que estime razonable para alcanzar ese propésito. Y asi es como cada hombre, en el estado | de naturaleza, tiene el poder de matar a un asesino, para disuadir a otro de cometer la misma injuria, la cual no admite reparacién, sentando ejemplo en lo que se refiere al-castigo que debe aplicdrsele; y tiene también el poder de proteger a los hombres de los ataques de un criminal Set cast do: ‘Cada u : ficients S00 6 af gtado y con Ta sevendad que seuss motive Pitt que el ofensor salge perdiendo, mes St ay le pi do lon pia ae semejante. Cada ofensa_ de awe no cometan un hecho grado de naturaleza puede la en que puede serlo dent a ‘ oer tro de . eneribe tebasatia los limites de mi presente sea cospee J resente propé: = ‘i Particulares de la ley de naturale ee Fiz6n son mis fiellee a UIM, We los dictados de la {abrcacones de los nb Bet gue las incrincadas es , 7 7 escondides ¢ T2ducit en palabras una serie dei ¥ contrarios. Tal cosa son, ciertamener ee. , mu } | ‘Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil “a chas de Jas leyes municipales de los diferentes paises; y Sdlo resultan justas cuando se basan en la ley de natu- Stjeva mediante la cual deben ser reguladas e interpreta- das. 13. A esta extrafia doctrina —es decir, a la doctrina de que en el estado de naturaleza cada hombre tiene el poder de hacer que se ejecute la ley natural— se le pon- rg, sin duda, la objecion de que no es razonable que Jos hombres sean jueces de su propia causa; que el amor propio los hard juzgar en favor de si mismos y de sus amigos, ¥ que, por otra parte, sus defectos naturales, su sion y su deseo de venganza los llevara demasiado le- jos al castigar a otros, de lo cual s6lo podra seguirse la confusién y el desorden y que, por lo tanto, es Dios el que ha puesto en el mundo los gobiernos, a fin de poner ito 2 fa parcialidad y violencia de los hombres © Con- cedo sin reservas que el gobierno civil ha de ser el re- medio contra las inconveniencias que lleva consigo el estado de naturaleza, las cuales deben ser, ciertamente, muchas cuando a los hombres se les deja ser jueces de su propia causa. Pues no es facil imaginar que quien fue tan injusto como para cometer una injuria contra su pro- jimo, sea al mismo tiempo tan justo como para castigarse asi mismo por ello. Pero quiero que quienes me hagan esta objeccién recuerden que los monarcas absolutos son también simples hombres; y si el gobierno ha de ser el remedio de esos males que se siguen necesariamente del que los hombres sean jueces de su propia causa, siendo, ” pues, el estado de naturaleza algo insoportable, desearia saber qué clase de gobierno sera, y si resultara mejor que el estado de naturaleza, aquél en el que un hombre, con mando sobre la multicud, tiene 4a libertad de juzgar su propia causa y de hacer con sus sébditos lo que le pa- rezca, sin darle a ninguno la oportunidad de cuestionar > {Clara alusion a Hobbes y.a la justficacin del gobierno absoluto que constivuye el punto central de Leviatén,] “ John Locke © controlar a quien gobierna Segin su propio gusto, y« duien debe someterse en todo lo que fags, yess 2d conanietiadas por Is razéa, por el error o por el apa, fignamiento, Mucho mejor sera la condicibe del hee duce 14 ¢st2d0 natural, donde, por lo menos, los ied, Niduos no estén obligedos 2 someterse a Is inher, luntad del préjimo; y si el que juzga To hace wet sea elle pe Ht ausa 0 en Ia de otro, serd responsable pen ello ante el resto de la humanidad’ alguna vez? A esta pregunta baste or ahora responder diciendo que, como flees prin- eibes y jfes de tos gobiernos independientes del expen Gintro S€ encuentran en un estado de naturaleza, os eee fio gue munca faltaron nj nunca faltarén seag nates de comunidades independientes, ya estén it: pacto’pone fin al sino solamente promene titad y formar un cuerpo politico. Hay etnc promesas ¥ convenios que los hombres pueded Kees prameangStt dsiar por ello el estado de naturalera, Lac ¥ compromisos de trueque, etc., entre Ios de Américs, los obliga a » funque siguen halléndose en un estado de neva: a el uno con respecto af otro. Pues la sincerides 2 en el projimo son cosas que pertenecen nie ¥ ho en cuanto miembros de ung aml de Is Vega (1535-1616), Mamado también Inca Gacila- co feces aa Amen olay wa en la América espafiola.) - 5 ado sobre el Gobierno Civil segundo Tra : 7 ienes dicen que nunca hubo hombres en el 15 se eaees ne aslo me oponge recur oid ad del juicioso Hooker (Ect. Poli, Secci quando nos dice que: . . de ido aqui mencionadas (i.e. las leyes oa Te ee ee aos omnes de manera absolute en aan rce que son hombres, aunque junds hayan esablesdo ined ertbn ni un acuerdo solemne ene ells acess de lo unt tienen o 10 ti hacer. Ademés, no somos I oporcionarnos por nosotros mismos saves cos que saPnevesaras para Ia vida que nuestra nacuraleza desea, in SG que responda a la dignidad humana. Por lo sms pet Tis acon defestos ¢ imperfecciones que estin en esate supli oe snot aslados yon coledad, nee vemos oatraiment Suthados a busear la comunicacion y le compatia zon ote inne fs eatin de que los hombres 6 unieran en a primeras sociedades politicas. a fi hombres se As alld y afirmo que los Se ili mrament eno ot ue ene fr ce por s propio conics a aac abnor oe gens word pol J no dudo que en lo que sigue dal present quedara muy claro. Capitulo 3 Del estado de guerra 16, El estado de guerra es un estado de enemistad y destruccidn; y, por fo tanto, cuando se declara medion palabras 0 acciones, no como resultado de un impulse apasionado y momenténeo, sino con una premediteda establecida intencidn contra la vida de otro hombre; pon a éste en un estado de guerra contra quien ha declaade dicha intencién. ¥ de este modo expone su vida al riesgo de que sea tomada por aguél o por cualquier otro que se le ina en su defensa y haga con él causa comin ed al combate. Pues es razonable y justo que yo tenga el recho de destruir a quien amenaza con destruirme a mi 0 a mi Br virwd dela ley fundamental de naturaleza, un hom. e debe conservarse a si mismo hasta donde le resulee posible; y si todos no pueden ser preservados, la salva. cién del inocente ha de tener preferencia. Y ua hombre puede destrur a otro que le hace la guerra, o 4 aqucl en quien ha descubierto una enemistad contra Alor len tismas razones que puede matar a un lobo 0.4 un len Porque los hombres asi no se gufan por las normas de a ley comin de la razén, y no tienen més regla que Ia : ” Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil a” dela fuerza y la violencia. Y, por consiguiente, pueden ser tratados como si fuesen bestias de presa: esas criatu- ras peligrosas y dafiinas que destruyen a todo aquél que cae en su poder. 17. ¥ de aqui viene el que quien intenta poner a otro hombre bajo su poder absoluto, se pone a si mismo. en una situacion de guerra con él; pues esa intencién ha de "jnverpretarse como una declaracién o sefial de que quiere atentar contra su vida, Porque yo tengo razén cuando concluyo que aquél que quiere ponerme bajo su poder sin mi consentimiento, podria utilizarme a su gusto en cuanto me tuviera, y' podria asimismo destruirme en cuanto le viniese en gana. Pues nadie desearia tenerme bajo su poder absoluto, si no fuera-para obligarme a hhacer cosas que van contra mi voluntad, es decir, para hacer de mi.un esclavo. Estar libre de esa coaccion es lo nico que puede asegurar mi conservacién; y la razén me aconseja considerar a un hombre tal como a un ene- migo de mi conservacién, capaz de privarme de esa li- bertad que me protege. Aquél que, en cl estado de na- turaleza, arrebatase la libertad de agin otro que se en- cuentra en dicho estado, debe ser considerado , necesa~ riamente, como alguien que tiene la intenci6n de arreba- tar también todo lo dems, pues la libertad es el kinda. mento de todas las otras cosas. Del mismo modo, aquél que en el estado de sociedad arrebata la libertad que pertenece a los miembros de esa sociedad o Estado, debe ser considerado como alguien que tiene la intencién de apropiarse también de todo lo demas, y debe ser mirado igual que lo hariamos en un estado de guerra. 18. Esto hace que sea legal el que un hombre mate a un ladrén que no le ha hecho el menor daio ni ha de- clarado su intencién de atentar contra su vida, y se ha limitado, haciendo uso de la fuerza, a tenerlo®en su po- der arrebatando a ese hombre su dinero 0 cualquier otra cosa que se le antoje. Pues cuando alguien hace uso de “8 John Locke {a fuerza para tenerme bajo su poder, ese alguien, diga lo que diga, no lograra convencerme de que una ver. qee ine ha quitado la libertad, no me quitari también tode lo demas cuando me tenga en su poder. Y, por cone guiente, es legal que yo lo trate como a persona que ha leclarado hallarse en un estado de guerra contra inf: ec decir, que me esta permitido matarlo si puedo, pues ée es el riesgo al que se expone con justicia quien frtrodhies un estado de guerra y es en ella el agrescr. 19. Aqui tenemos la clara diferencia entre el estado de naturaleza y el estado de guerra; y a pesar de que algu: nos los han confundido 5, se diferencian mucky el tro del otro. Pues el primero es un estado de pas, buene Yoluntad, asistencia mutua y conservacidn, mientras que el segundo es un estado de enemistad, malicia, violersis ¥ mutua destrucci6n, Propiamente hablando, el estada dle naturaleza es aquél en el que los hombres viven jun. tos conforme a la razén, sin un poder terrenal, comin superior a todos, con autoridad para juzgarlos, Pero fuerza, o una intencién declarada de utilizar la fueres Sobre la persona de otro individuo alli donde no hay ua poder superior y comin al que recurrir para encontrar en él alivio, es el estado de guerra; y es la falta de ie oportunidad de apelar lo que le da al hombre dl desvche de hacer Ja guerra a un agresor, incluso aunque éste vive en sociedad y sea un conciudadano, Por eso,a un ladion al cual yo no puedo dafar sino recurriendo la ley cuar” do ya me ha robado todo lo que tengo, puedo, cin en bargo, matarlo, aunque slo quiera robarme mi eabcllo 0.4 Babin porque la ley, que fa hecha para mi pro. teccién, me permite, cuando ella no puede fntervenyr en 5 J Nueva alusién 4 Hobbes. Ya no sefialaremos todas las que hay en ol texto) § (La distincién entre ambos casos es clara. Ante el hecho consu- mane, Glo abe recurry a fa Ley. Pero cuando el dlito, aunque sea menor, no se ha cometido aiin, es licito poner todos,lo medios nece- sarios pars imped} pes | ‘Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil ° la defensa de mi_vida en. el momento en que favor oe ade por la fuerza, vida que, una vez, que fide Ya n0 puede secupears, me permite, deo Sefenderme a mi mismo; y me da también el derecho de detendrguerra y la libertad de matar al agresor. Porque {'agresor no me concede tiempo para apelar a nuesteé fuce’comin ni para esperar la deen de ley on aqe~ los que, ante pérdida tan irrepa pasde haber remedio’ para data equa. La fala de it fin que posea autoridad pone a Hombres en un estado de naturaleza; infueran que se erce sin derecho y que aterita contra la pers a PeNiduo produce un estado de guerra, tanto en los ie inves donde hay un juez comin, como en los que no lo ay: ja.de ¢j 7 do la fuerza deja.de ejercerse, cesa el tio de quotes entre quienes viten en vociedsd, yam bor bandos estan sujetos al justo arbitrio de la ley. a entones queda biol revato de buscar romedio par Tnjurias pasadas, y para prevenir daiios ‘ vai darted hay lager « apelaciones “como ocutre @ clextado de guerra por fala de leyes postivas yd jucesautorizados + quienes poder apeay el exado-de guerra continga una vex que empieza;y el inocene viene Serecho de destruir al otro con todos los medios ps ble, asta que el agresorolrezc la paz y dese I re conciliacién en términos que puedan reparar el danio au aha hecho, y que den spuridades farsa nocente Es més: allr donde la posiilidad de apelar a la ley 3 los jages constiuidos ex abi, peo lr fies culpa de una manifies ay ee obvi tenpvereaton ds eyes pra proener ‘dejar indemnes la violencia o las injurias coms algunos hombres por un gap de hombres e ie en oe no'tee ; pre que se hace uso'de la violencia'o se comete una Frjunl, aunque estos delitos sean cometidos por manos wa 7 lo sobre el Gobierno Civil ° John Locke J segundo Tratado sobre comeae aa sstrar juste: , bién Juez», es el que habr scien | sn seb ep 1a Gige al Dios que estden los Clos. Asi est euesion se Aree signficar ao dejarin de apreciar esta di- apropiada para los actos voluntarios. Y’ habrd de conti. ferencia; incluso el més obstinado tendré que reconocer rnuar bajo {fa tutela y gobiemo de otros durante todo | esa compatiblidad. Pues si su doctrina fuese enteramen- tiempo en el que su propio entendimiento sea incapaz P16 Yerdaders es decir, si supiéseinos ahora quién es el de asumir eva tesponsabifded. Por comsigiente los flim heredero de Adin y, baséndones en seg sialo, niticos y los idiotas nunca estin libres del gobierno de ee nes an ore ee on able Se Robes sus padces, de todo ese poder ilimitado de que habla Sir Robert Bimer; y si ee monarea muriese an pronto como su Los nifios que no han Hegado todavia aesa edad en | beredero viniese al mundo, ges que no deberd este hijo Pecden ten! uso de ratnty os ocenes gue pore [| soyor2 pesar de sr libre y soberano, estar sujeto a su algiin defecto natural, estén incapacitados para tener dicho uso; fF madre y'a su nodriza, a sus tutores y mentores, hasta Y, en tercer lugar, los locos que en uh momento dado no pue- ,f) que la edad y la educacién hagan que despierte en él el den hacer recto uso de la razén para guiarse a sf mismos, han [| uso de raz6n y la habilidad de gobernarse a si mismo y de tener como guia a razén que guia a otros hombres, que | i los demds? Las necesidades de su vida, fa salud de su son sus tutores, para buscar y procurar su bien, cuerpo y la formacién de su mente requeriran que sea . ae dirigido por la voluntad de otros, y no por la suya pro- Esto dice Hooker (Eccl. Pol. i, seccién 7). Y ello no pia, Y, sin embargo, gpodria alguien pensar que este con- és mas que ese deber que Dios y la naturaleza han im- ff trol y esta sujeci6n son incompatibles con esa libertad y paesto sobre el hombre y sobre otras criaturas a saber, ff soberania a las que tenia derecho? ¢Podria alguien decir Proteger a su descendencia hasta que ésta pueda valerse J que las entorpecen o que este heredero esti entregando or si misma. Y esto apenas puede considerarse como [| su imperio a quienes se encargan de gobernarlo durante sjemplo o prueba de que los padres posean autoridad de J su.minoria de edad? Este gobierno que se ejerce sobre reyes. va sélo dirigido a prepararlo mejor y més pronto para que pueda asumir el mando. Si alguien me pregunta en jué momento mi hijo tiene edad para ser libre, respon- jeré: «En el mismo en que su monarca alcance la edad 61, De manera que cuando nacemos somos libres, y somos también racionales; mas ello no quiere decir juick ejerzamos entonces ninguna de esas froule des, Es le edad de gobernar». Y, como dice el juicioso Hooker (Eccl. * “eg Pol. lib. i. seccién 6), «en lo referente a cuando puede 4 due, al traer una de elas consigo, trac también la otr. fF ecirse que un hombre ha alcanzado suficiente uso de asi, vemos cémo la libertad natural y ta sujecién alos Si ha ible las k I 4 a ma aly ls sujecn 2 ks zn para hacer posible que las leyes a las que est Padres son cosas compatibles y estén indadas 1 sujeto guien sus acciones, ello puede disceinirse mucho en el mismo principio. Un nifio es libre en virtud de que wero Bu vem P

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