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El agrarismo y su problemática

El agrarismo soslayado:

Francisco I. Madero no mostró gran interés por cuestiones agrarias, llegando a lo mucho a

prometer el fomento agrícola mediante préstamos y sistemas de riego, sino que se centró

más en la reorganización política del país.

Planteamientos agrarios:

Si bien Madero en el artículo 3° del Plan de Sal Luis, se refirió a la restitución de tierras

que habían sido despojadas, no llegó a referirse a los propietarios de enormes extensiones

de tierras, lo cual no llegó a inquietarlos, en el caso de la cúpula de la Cámara Agrícola

Jalisciense no se tuvo rechazo, ya que las reformas en materia agraria se reducían:

Incluso en afán de mejorar la situación de los labradores pobres, el gobierno pensó en crear

una especie de tienda de raya, como las que en funcionaban en las haciendas, el propósito

de esta sería controlar la especulación de precios por parte de particulares e intermediarios,

además de estimular la organización de cooperativas, cajas de crédito agrícola, bancos

hipotecarios rurales, por otra parte, los grandes propietarios y empresarios, si mostraron su

malestar hacia Madero, por su incapacidad para pacificar al país, exigiendo el fin del

bandolerismo.

El agrarismo forzado:

Carranza ante la presión, en la Ley del 6 de enero de 1915, establece un carácter legal a las

innovaciones agrarias, reconociéndose la restitución de tierras despojadas, así como la

dotación a los pueblos que no la hubieran tenido.


La reforma de Diéguez:
Al arrebatar Carranza la bandera agrarista a villistas y zapatistas, ganó empatía en Jalisco,
con lo que Manuel M. Diéguez contribuyó a consolidar su prestigio y el de Carranza entre
los grupos campesinos mediante las transformaciones socioeconómicas que éstos más
requerían.
Se reglamentó el contrato de aparcería, se decretó la abolición de las tiendas de raya y del
pago en especie, se legisló sobre salario mínimo. (…) Diéguez principió el proceso de
reforma agraria otorgando tierras a los indígenas de San Sebastianito, Santa Cruz de la
Soledad, Ocotlán, San Martín Hidalgo, Zapotlán del Rey, Ahuatlán, San Luis de
Aguacaliente, Santiago Totolimizpa, etcétera.
El artículo 27
Siendo hombres como Diéguez, quienes hacen posible que las entidades tengan en control
de la distribución y aprovechamiento territorial, encargándose del fraccionamiento de
grandes latifundios con arreglos particulares, mientras que el gobierno federal se quedó con
la labor de legislar sobre el uso de terrenos baldíos, obras de riego, leyes de colonización,
crédito rural, capacitación agrícola, etc.

Y aunque el reparto agrario en Jalisco se agilizó, no se puede asegurar que obtuvieran


tierras los más necesitados.
Esta estrategia de dotación, probablemente tuvo la intención de manejar a conveniencia a
los pueblos más aguerridos.
Burocracia agrarista:
La infraestructura era la siguiente, la Secretaría de Fomento abrió una sección para tratar
asuntos de petición de tierras, además en las entidades se creo la Comisión Local Agraria
que tramitaba solicitudes de comunidades, creándose también comités particulares
subalternos a la comisión.
El antilatifundismo
La pequeña propiedad:
Ya con Obregón se expidieron una serie de decretos encaminados a regular la extensión y
funcionamiento de los ejidos, con lo cual se le considera partidario de la pequeña
propiedad, en Jalisco se siguió con esa tendencia.
El reparto agrario:
Aunque el reparto no era como se esperaba, originándose descontento entre las personas
que no podían acceder a dotación de tierras o les correspondía un reducido espacio.
Las reacciones de los hacendados:
Terratenientes agrupados, presionaron para que la Comisión Nacional Agraria desistiera de
la dotación de tierras, tomaron también un papel un tanto victimista porque si bien la
producción agrícola vivió una descenso con la caída de los sistemas de haciendas, el costo
que tenía la calidad de vida de las personas relacionadas al campo que no fueran
propietarios o pequeños no ameritaba la perpetuación de grandes propiedades en manos de
una sola persona, incluso se atrevieron de pedir participación en asuntos de expedición de
leyes o se les consultase como en el caso de la CANJ.
Dejando ver además las reminiscencias de autoridad con cuerpos de
seguridad, mediante los cuales se siguieron cometiendo abusos y hostigamiento a los
ejidatarios, incurriendo incluso en asesinatos.
Antiagrarismo delahuertaista:
Adolfo de la Huerta, previendo la imposición de Plutarco Elías Calles por parte de
Obregón, se levantó en armas en favor de la soberanía de los estados, sumandos a la
insurgencia el general Enrique Estrada en Jalisco, obligando a Zuno ocultarse en diferentes
casas en la ciudad.

Aunque hubo quienes desconfiaron de Huerta, considerándolo un defensor de latifundistas,


y que muchos de los grandes y pequeños propietarios creyeron que se les serian despojados
todos sus bienes lo respaldaron, sea como fuere, Jalisco fue un sitio de gran efervescencia
social y política, en torno al tema agrario.

Antidelahuertismo agrarista:
En defensa de los campesinos, se les armó para protegerse de los hacendados, incluso en
Jamay se creó el Primer Cuerpo Agrarista Regional de Ocotlán, que combatió en diferentes
partes del país a quienes se oponían al reparto agrario. Aunque también hubo otros casos
que tuvieron que alinearse al gobierno y lideres ejidatarios, para apoyar forzosamente sus
propios intereses, por lo que el abanico de realidades es más amplio que la inclinación hacia
la justicia social por medio del agrarismo que la historia oficial ha implantado.
Agrarismo y antiagrarismo oficial:
Aunque de la decisión de armar al pueblo, el gobierno luego se arrepintió:
“porque es más peligroso que en la sociedad existan gavillas de agraristas armadas que
cuerpos organizados bajo el mando y control de autoridades militares”.
La realidad era que el gobierno jalisciense no podía contener ni una, ni otras reacciones, por
lo que buscaron la conciliación, ya que tenían en puerta problemas más preocupantes como
la crisis económica que agravó la relación entre el gobierno estatal y ciertos grupos al
interior del estado, demostrándose además de la efervescencia política y social en pleno
agrarismo, una situación más compleja con diferentes aristas.
Fomento rural:
Al entrar Calles, intenta limitar el poder de las autoridades ejidales con la Ley de
Patrimonio Ejidal y sin dejar de lado el asunto agrarista, planteó una forma más integral, no
obstante, se considera que dicha ley era otra forma de control por parte gobierno,
intenciones que en Jalisco se enfrentaron a un fuerte arraiga regionalista.

Cristeros y agraristas:
Entonces viene la cristiada, en la que grupos internos se contraponen por distintas razones y
motivaciones, trayendo resultados diferentes para ambas partes, pero que en cierto modo
beneficio más a grandes propietarios y militares que se aprovecharon de la situación que a
ejidatarios.
Reforma y contrarreforma agraria:
Política agraria del PNR:
Fue entonces que se crea el PNR en 1929, que fungió como elemento unificador desde el
Estado, a falta de una clase social hegemónica, a través de reformas sociales que en materia
agraria.

El Plan Sexenal y el Código Agrario de 1934:


Las legislaciones propuestas por el PNR, evidentemente iban encaminadas hacia la
recuperación económica del país, impulsando el sector agrícola, propiciando su
modernización, además de hacerse cargo del tema agrario, dotando tierras y controlando las
organizaciones ejidales.

El agrarismo institucionalizado:
Con la llegada de Cárdenas a la presidencia, se reforzó la idea de reforzar al ejido como
unidad de producción fundamental, reemplazando a las haciendas, promoviendo ciertas
acciones como:
Lo cual trajo que campesinos se tomaran atribuciones sobre propiedades que no les
correspondían, como ejemplo Cuervo y Sauza, además de terrenos ociosos por no ser aptos
para sembrar, aunque por otra parte, se comienzan a llevar a cabo asociaciones que
integraron a campesinos que básicamente se trataban de mecanismos para someter atisbos
de rebeldía, centralizándose también el aparato burocrático.

Oposición solapada:
El robustecimiento del gobierno en el periodo cardenista, orillo a los grandes propietarios a
buscar las formas legales que les permitieran seguir manteniendo sus vastas posesiones,
como el fraccionamiento de terrenos y dejarlo en manos de familiares, mostrando aun
resistencia a la dotación de tierras y a desaparecer como actores sociales.
Hacia el imperio del capital:
Al concluir Cárdenas su periodo presidencial, la velocidad con la que venía dándose el
reparto agrario, disminuyó su marcha:

Realizándose modificaciones a las legislaciones en materia agraria que poco a poco quitó
apoyo a dicho sector, que en resumidas cuentas no habría otorgado la tan anhelada justicia
social a los campesinos pobres, en cambio latifundistas consiguieron expandirse a otros
sectores, más orientados a la dinámica urbana que los llevó a muchos de ellos a
transformarse en empresarios.

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