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Etopeya y prosopografía.
1. Alquilamos un señorial caserón en ruinas. Las grietas anunciaban la demolición. Para tapar las bocas que hacían
gestos en los cuartos distribuimos pinturas y cuadros sin interesarnos las conveniencias estéticas. Cuando la
rajadura era larga como un túnel la cubríamos con algún gobelino en donde las garzas, que nadaban en punto de
cruz de añil, hubieran podido excursionar por el hondo agujero. Si la grieta era como una cueva, le sobreponíamos
un plato fino, un listón o dibujos de flores. Hubo un problema con el socavón inferior de la sala; no decidíamos
si cubrirlo con un jarrón ming o decorarlo como oportuno nicho o plantarle un pirograbado japonés.

¿Hay etopeya en el fragmento? _______________ ¿Dónde o cuándo hay etopeya?


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¿Hay prosopografía en el fragmento? _______________ ¿Dónde o cuándo hay prosopografía?
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2. Por la puerta se veía el amanecer en el cielo. No había estrellas. Sólo un cielo plomizo, gris, aún no aclarado
por la luminosidad del sol. Una luz parda, como si no fuera a comenzar el día, sino como si apenas estuviera
llegando el principio de la noche.
Afuera en el patio, los pasos, como de gente que ronda. Ruidos callados. Y aquí, aquella mujer, de pie en el
umbral; su cuerpo impidiendo la llegada del día; dejando asomar, a través de sus brazos, retazos de cielo, y debajo
de sus pies regueros de luz; una luz asperjada como si el suelo debajo de ella estuviera anegado en lágrimas. Y
después el sollozo. Otra vez el llanto suave pero agudo, y la pena haciendo retorcer su cuerpo.

¿Hay etopeya en el fragmento? _______________ ¿Dónde o cuándo hay etopeya?


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¿Hay prosopografía en el fragmento? _______________ ¿Dónde o cuándo hay prosopografía?
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3. ¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que
estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el
más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo
puedo estar loco, entonces? Escuchen… y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi
historia.

¿Hay etopeya en el fragmento? _______________ ¿Dónde o cuándo hay etopeya?


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¿Hay prosopografía en el fragmento? _______________ ¿Dónde o cuándo hay prosopografía?
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4. Era Robert Ackley, el tío de la habitación de al lado. En esa residencia había entre cada dos habitaciones una
ducha que comunicaba directamente con ellas, y Ackley se colaba en mi cuarto unas ochenta y cinco veces al día.
Era probablemente el único de todo el dormitorio, excluido yo, que no había ido al partido. Apenas iba a ningún
sitio. Era un tipo muy raro. Estaba en el último curso y había estudiado ya cuatro años enteros en Pencey, pero
todo el mundo seguía llamándole Ackley. Ni Herb Gale, su compañero de cuarto, le llamaba nunca Bob o Ack.
Si alguna vez llega a casarse, estoy seguro de que su mujer le llamará también Ackley. Era un tío de esos muy
altos (medía como seis pies y cuatro pulgadas), con los hombros un poco caídos y una dentadura horrenda. En
todo el tiempo que fuimos vecinos de habitación, no le vi lavarse los dientes ni una sola vez. Los tenía feísimos,
como mohosos, y cuando se le veía en el comedor con la boca llena de puré de patata o de guisantes o algo así,
daba gana de devolver. Además, tenía un montón de granos, no sólo en la frente o en la barbilla como la mayoría
de los chicos, sino por toda la cara. Para colmo tenía un carácter horrible. Era un tipo bastante atravesado. Vamos,
que no me caía muy bien.
¿Hay etopeya en el fragmento? _______________ ¿Dónde o cuándo hay etopeya?
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¿Hay prosopografía en el fragmento? _______________ ¿Dónde o cuándo hay prosopografía?
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