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1/7/22, 14:30 113.

El fusilamiento de los Calisto - Rodolfo Perez Pimentel

113. El fusilamiento de los Calisto


Declarada la revolución quiteña del 10 de agosto de 1.809 los patriotas cayeron en el error de comisionar a
Pedro Calisto y Muñoz (Hijo legitimo de Nicolás Calisto y Alarcón) para que se traslade a los pueblos del Sur
con el fin de lograr la adhesión a la nueva causa; mas, por desgracia, el muy taimado, en lugar de cumplir con
su cometido o de excusarse, que hubiera sido lo más prudente dadas sus ideas, intrigó en cada pueblo que
visitaba, sublevando a los principales vecinos a quienes convencía en favor del rey.

Así logró atraerse a Antonio de la Peña, Comandante del Destacamento de Alausí; al Cabildo de Riobamba, que
obligó a su corregidor Pedro Montufar a abandonar el lugar; al pueblo de Guaranda, que sacó en fuga al
corregidor José de Larrea; al Corregidor de Latacunga y al grueso de las tropas de los Capitanes Manuel Aguilar
y Feliciano Checa, permitiendo de esta criminal manera, el ingreso a Quito de las tropas realistas a fines de año,
finalizando la primera revolución.

Calisto era un riobambeño casado con Francisca Borja y Chiriboga y estaba rico desde que en 1.784 había
adquirido a la Junta de Temporalidades las haciendas “Agualongo”, “Caldera”, “Chalguayacu”, “Cabra” y el
Obraje de Laguna en la hoy provincia de Imbabura, que le fueron adjudicadas en 140.000 pesos y con
facilidades, a pagar 120.000 a dos años plazo y el saldo mediante hipoteca a censos. Para 1.809 era uno de los
más importantes terratenientes de la región por eso su acendrado realismo.

Y pasaron los años, en 1.812 la situación política se tornó gris para los patriotas. La vanguardia del Presidente
Toribio Montes ocupaba el sitio “El Calzado” y amenazaba invadir Quito. El coronel Carlos Montúfar trataba
inútilmente de detenerlos. Un día, los montufaristas descubrieronpor uno de los caminos del Norte a Pedro
Calisto y a su hijo Nicolás que huían de la capital con cuarenta mulas cargadas de oro y municiones y sesenta
hombres armados para unirse a los realistas de Pasto. Apresados infraganti, fueron conducidos a Quito, donde
se vivía el frenesí de la guerra, esperando en cualquier momento el ataque del enemigo.

Los prisioneros iban a caballo, amarrados, pero altivos, como desafiantes y casi fueron linchados por el
populacho, siendo encerrados en la cárcel de la Audiencia. Entonces Ignacio Zaldumbide Izquierdo, que le tenía
ojeriza a Calisto por asuntos de tierras desde que en 1.794 Calisto le había ganado algunas haciendas en la
Junta de Temporalidades, intrigó contra los presos y consiguió malquistarlos con los miembros de la Junta de
Gobierno. El 28 de octubre fueron sentenciados a morir fusilados y a las 8 de la noche se les intimó e hizo
conocer tal orden. Don Pedro era Regidor del Cabildo y replicó: “Recibo esta sentencia de muerte porque viene
de la voluntad de Dios, no reconozco autoridad en quien me la notifica y declaro no haber cometido delito
alguno. Jamás podré variar mis principios. A los facciosos los reputo como aguateros de la plaza, sin otro valor
superior a eso”. El hijo se quedó callado, sin deseo de lanzar discursos o peroratas. A las doce de la mañana del
29 fueron conducidos al cadalso entre repiques de tambores; iban vestidos con túnicas blancas y cruces rojas

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1/7/22, 14:30 113. El fusilamiento de los Calisto - Rodolfo Perez Pimentel

de seda, llevaban cadenas en los brazos y piernas, sendos cristos en las manos izquierdas y mientras doblaban
las campanas murieron fusilados con todas las de ley.

La multitud se dispersó en sepulcral silencio, escondiéndose en sus casas. Esa tarde parecía Quito una ciudad
desierta. ¡Tan fuerte habla sido la impresión del aparato inquisitorial desplegado contra los Calisto!

Cinco años más tarde en 1.817 una hija de don Pedro Calisto y Muñoz llamada Teresa Calisto y Borja obtuvo en
favor de su hijo Pedro Pérez Calisto, vecino de Cádiz, la concesión del título de Marqués de Casa Fiel Pérez
Calixto (así lo escribe la Real Cédula) en retribución por las vidas de su padre y hermano, conjuntamente con el
derecho a usar un Escudo Nobiliario con una corona de oro en el centro, sostenida en alto por dos leones
afrontados.

Los actuales Marqueses descienden de este joven Pedro que no quiso regresar a Quito donde los habían
tratado con tanta crueldad. I cabe mencionar que en España no existe el apellido Calisto siendo una
deformación del nombre romano Calixto, que pronunciado en Andalucía cambió la x intermedia por s.

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