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LA PUERTA MÁGICA

Era un día normal en el que salí a pasear a mi perrita Linda. En ese entonces yo tenía 14
años. Tomé el sendero que siempre tomaba, que iba por un bosque, daba la vuelta y
volvía a la casa. Pero esa vez vi algo diferente en el bosque y decidí ir a investigar. Era una
puerta en perfecto estado, parada en la mitad de un bosque. Lo encontré raro y decidí
abrirla. Me llevó directamente con mi perrita a un lugar que ya no era la Tierra, la
gravedad era distinta y todo era increíble.
Era una sala blanca, grande, sin paredes y en vez de ellas había oscuridad en todos lados,
menos en ese piso iluminado. Todo se veía tecnológico. De pronto una voz que venía de
todas partes me dijo que pensara y dijera lo que quisiera y siguiera el camino que se me
abriera. Yo en ese momento solo dije lugares que me gustan. No sé qué hubiese pasado si
me hubiese imaginado un lugar terrorífico o embrujado. En fin, no lo hice.
A mí me gustan mucho los caballos por lo que a uno de los lugares que fui fue a un establo
muy lindo que tenía muchos caballos y un paisaje con mucha vegetación. Me puse a
galopar con un caballo y mi perro corriendo al lado mío y del caballo. Lo estaba pasando
muy bien, pero empecé a extrañar a mi familia e imaginé volver a casa. En los primeros
minutos no pasó nada y eso me asustó, pero un tiempo después viajé al lugar donde había
abierto la puerta, pero esta vez del otro lado, la tiré hacia mí y regresé al bosque.
Fui corriendo con mi perro a la casa a contarle a mi familia lo que había pasado y les dije
que había atravesado una puerta mágica en el bosque que me llevó a otro lugar que no
era este mundo, les dije: “¡Fue increíble!”. Algunos dijeron: “No te creo”, otros no estaban
seguros de qué decir. Pero cuando volví al bosque para mostrarles la puerta, ya no estaba.
Sé que fue real, por lo menos mi perro lo vio. No voy a olvidar ese día, aunque pocos me
crean lo que pasó.

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