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Derecho sucesorio FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ACATLAN Profesora: Maria Teresa Toledo Scherzer ‘ALUMINA: ROCIO ELIZABETH ESPINOSA DIAZ a? rs rsa in a een ee ‘Reapeoto # Isa suoesionss Loe Pegs cmtdtraten Spee (Spuivalencia ellos no exsncipadose 456 DERECHO PRIVADO ROMANO : dad terminolégica nada rara en nuestra ciencia, uti- lizamos la palabra “sucesién” en dos sentidos distintos; en primer lugar, para designar la trasmision de un patrimonio inter vives o mortis causa; ys em segundo lugar, para indicar el patrimonio mismo que se trasmite. En este capitulo utilizaremos el término en su primera acepcién, limi- tndonos a trasmisiones mortis causa. Estas pertenecen, tipicamente, a la categoria de las trasmisiones universales: un conjunto de bienes materia- les, créditos y deudas pasa “en bloque” de un titular a otro, con excepcién de algunos derechos y deberes de cardcter personalisimo, como las facul- tades derivadas del derecho de familia, algunos derechos reales (usufructo, uso, habitacién), algunas acciones (accién por difamacién), derechos y deberes que se extinguen por confusién, futuros derechos que podrn deri- varse de previos contratos de mandato o de sociedad, etc. Observemos aqui que, en su origen, la sucesién romana no s6lo com- prendia cl patrimonio del difunto, sino que inclufa también los ideales, las simpatias y las antipatias del difunto; el heredero continiia la persona- lidad entera del difunto, y no sélo su personalidad patrimonial. El tema de las sucesiones tiene un especial interés en el derecho roma- no por las siguientes consideraciones: a) Desde el punto de vista de la sociologia juridica, por ser precisa- mente aqui donde notamos con toda claridad la influencia que en el dere- cho tuvo Ia metafisica, popular y ¢l cambio de aquél en el curso de mil trescientos afios, concomitantemente con el cambio de ésta, b) Desile el punto de vista juridico, por permitirsenas, precisamente aqui, observar de un modo claro c6mo el pretor interviene en el ius civile, “ayudando, completando y corrigiendo”; por encontrarnos aqui, ademas, importantes antecedentes del derecho actual; y, por diltimo, precisamente en rélaci6n con esta materia, por presentarnos el Digesto una serie de pro- blemas dogmétices que no pueden dejar de apasionar a cualquier persona con ¥¢ ion de jurista ya que ésta se retiraba inmediatamente cuando sc presentaba un testa- mento; pero la més fuerte era la yi oficiosa, ya que éta corregia inclusive la reparticién prevista por un testamento. La via legitima y la testamen- taria no podian aplicarse simulténeamente a una sola sucesién, segin el sistema romano, salvo algunas excepcione: encontramos de Tuevo 2 que sobrevive en el mundo clisico y_postclésico; para cada reclamacién, una sola accién; para cada deber, un solo negocios? “pacta adiecta ex intervallo” no deben modificar una relacién juridica, cte., 1D. 50. 17. 7 dice al respecto que ius nostrum nom patitur eundem et testato et intestato decedisse. 2 Gir, la compraventa precdisien mediante tipulatinnss eoriprocas. LAS SUGESIONES 457 encontrarnos aqui otra maxima imbuida del mismo espiritu: para cada suce« sién, una sola via. Sin embargo, poco a poco se fueron permitiendo excepciones a este principio. Primero, se autorizé al soldado que hiciera un testamento sdlo por una parte de su patrimonio, distribuyéndose el resto de acuerdo con la via legitima. Otra importante —y justificada— excepcidn se presenta en el siguiente caso: si el pretor anulaba un testamento a causa de prete- ricién,? de todos modos conservaba en vigor algunas disposiciones testa- mentarias —como legados a favor de la viuda y desheredaciones— mien- tras que por lo demas se repartia la sucesién por via legitima. El derecho modegno ha abandonado el citado principio romano.* En cambio, la via oficiosa y la testamentaria no se excluian reciproca~ mente. Es verdad que la querella inofficiosi testamenti, que pronto cono- ceremos, anulaba el testamento, de manera que la sucesién en cuestiGn se repartia por via legitima, pero la actio ad supplendam legitimam, crea- cidn postelsica, se limitaba a corregir algunas injusticias cometidas por el testador, permitiendo que las dems disposiciones testamentarias conserva- ran su validez. 234. Sucesién por via Lecitima srcén Las Doce TAstas. Esta via era la procedente cuando no habia testamento o, en caso de que lo hu- biera, no tenia validez o el heredero testamentario.no queria o no podia aceptar la herencia, sin haberse previsto un sustituto cn el testamento. En tales casos, se abria la sucesién por via legitima. A falta de testamento, la ley prescribla como debia repartirse el patrimonio del difunto. Desde las XU Tablas, el ius ciuile preveia. que, por via legitima, la sucesién se ofreciera a los siguientes herederos: 1. En primer lugar a los heredes sui: “herederos de si mismos”, es decir, a los que se volvian sui iuris por la muerte del autor de Ia herencia) o sea, del de cuius (expresion abreviada de de cuius successione agitur, o sea: “la persona de cuya herencia se trata”). Son, por tanto, los hijos del difunta, salvo los emancipados que ya eran sui furis; los nietos del difunto, en caso de muerte previa del padre de ellos; y también los péstumos, siem- pre que hubicran nacido dentro de los trescientos dias, contados a partir de la muerte del de cuius. La herencia se reparte por cabezas, si todos los herederos son del pri- mer grado; si son de grados distintos, se reparte por estirpes; y, dentro de cada estirpe, por cabeza. El término de heredes sui no deja de ser un poco extrafio; en realidad, sugiere la existencia de uma copropiedad familiar. Ya antes de Ja muerte del paterfamilias, los hijos eran en realidad copropictarios, aunque en for- ma eventual. Gayo, quien escribe en una época en que tales sentimientos 8 Véase el fo 246. 4 Gfr. art. 1283 del Cédigo Gi heveAQ Su 458 DERECHO PRIVADO ROMANO: juridicos estaban todavia mis vivos que en tiempos de Justiniano, dice que i hereder sui ya podian considerarse, en vida del padre, quodammodo lomini.* Por Ia muerte dél de ciius, los Heredes sui Negan a tener la titularidad manifiesta de un patrimonio, del cual ya eran titulares en forma sélo la- tente: son “herederos de si mismos”. El derecho germanico expresa la misma idea en la férmula plastica de que “el muerto abre los ojos a los vivos". Una consecuencia de esta latente copropiedad familiar es que los heredes sui no pueden repudiar la herencia, aunque esté sobrecargada de deudas. Esto es Idgico. En cierto sentido, se trata de deudas de ellos mismos, a las cuales no deben sustraerse. Poste- riormente, cuando este antiguo scntimiento juridico respecto de la copro- piedad familiar ya va desapareciendo, el pretor comienza a conceder a los heredes sui el derecho de repudiar expresamente la herencia; he aqui otro ejemplo de cémo el ius honorarium corrige el ius civile. Era frecuente dejar la herencia en forma indivisa a la disposicién de los heredes sui, que formaban asi un consortium. Sin embargo, esta cotitu- laridad respecto de Ia herencia cra fuente de posibles litigios y fricciones, y el derecho romano permitié que esta figura indeseable desay iniciativa de cualquiera de los coherederos. Cada amo-de Gites podia exigit la divisién, mediante la actio ilic is jy f j actualidad— mayoria de coherederos. Desde luego las muje f; pero si podian pertenecer a la categoria de los heredes sui. 2. A falta de heredes sui, la herencia se ofrecia a los agnados, es decir, a los parientes por linca masculina. Las personas unidas al de cuius por via femenina no contaban para la sucesién legitima del ius civile, ni si- quiera.los mas cercanos. Un agnado de décimo grado podia recibir la he- rencia por via legitima, pero un hijo no pod{a recibir por esa misma via Ia herencia de su propia madre, siempre gue clla no se hubiera convertido en agnada de sus hijos, mediante una conventio in manum.* Las mujeres, en caso de ser agnadas del de cuius, debian tener con el difunto un parentesco de cuando més dos grados. Desde la Lex Voconia, de 169 a, de J. C., se preferia, por tanto, al agnado de décimo grado sobre la agnada de tercer grado. Traténdose de agnados, no sc repartia la herencia por estirpes; se ofre- cfa simplemente al agnado o a los agnados de grado mAs cercano, repar- tiéndola por cabezas, en caso de encontrarse varios agnados dentro del mismo grado. Si uno de ellos rechazaba Ia herencia, los demas obtenian reiones mayores; y, si todos la repudiaban, no se ofrecta la herencia a los agnados del préximo grado, sino que se declaraba que ningén agnado tenia derecho a la herencia y se ofrecia ésta a la gens. # TL. 157. Véase también D. 28, 2, 11. * Por la conventio in manum la esposa Hegaba a ser —j “una hija de su marido” y, por tanto, hermana y agnada de sus LAS SUCESIONES 459 3. La gens. No sabemos cxactamente si esta organizacién tenia bienes propios. Si era asi, las sucesiones de sus miembros, a falta de herederos testamentarios, heredes sui y agnados, o en caso de repudiacién por los agnados més cercanos, deben haber entrado en ¢l patrimonio gentilicio. Actualmente se cree, empero, que no era la gens, como tal, la que he- redaba sino més bien los miembros individuales de la gens que tenian un derecho de eccupatio. De todos modos, por la creciente influencia de Ja civitas, la gens decae en los iiltimos siglos republicanos, y este privilegio sucesorio de la gens o de sus miembros desaparece al comienzo de la época imperial, como se ve en Gayo, En cuanto al liberto, podia tener heredes sui, pero gpodia tener agna- dos por linea ascendente o colateral? Como las relaciones de parentesco anteriores a la manumisién no tenian validez para efectos de la sucesién legitima, a falta de Aeredes sui, sucedia el manumitente 0 los herederos de &te (recuérdese el derecho a los bona, como parte de los iura patronatus).? Lo anterior tenia gran importancia practica, ya que la nutrida clase de los latini iuniani no tenia la d 235. | La via vecirima civile para Ta sucesiOn Teg! antigua ideologia religiosa, que era la base de la agnacién, comenzé a perder vigor. Paula- tinamente, la conciencia juridica popular empezé a exigir que la sucesi6n legitima se inspirara en el presunto afecto que domina las relaciones fami- liares, y que se concedicran derechos a los parientes por via femenina, al hijo emancipado o la madre que no se hubiera casado cum manu y a la viuda sine manu. También comenzé a considerarse injusta la prohibicién de Ja sucesién de grados en materia de agnaciGn, es decir, el hecho de que, en caso de repudiacin de una herencia por los agnados del grado mds cercano, éta se ofreciera inmediatamente a la gens, en vez de ser ofrecida al grado si- guiente entre los agnados. Como sucede habitualmente, el pretor se hizo intérprete de estas quejas contra el ixs civile e intervino, no cambiandolo —cosa que no podia hacer, ya que no cra-legislador, ni queria tampoco, pues el romano era tradicio- nalista—, sino construyendo, paralelamente al ius civile, instituciones juri- dicas mas equitativas. Estas encontraban su fundamento, no en alguna ley, sino en las acciones y excepciones que el pretor concedia para’ dar eficacia procesal a las figuras juridicas por él ideadas. Esta segunda co- ariente del derecho sucesorio ya habia cristalizado en tiempos de Cicerén, Se sirve de una terminologia propia, por respeto al sistema sucesorio del ius civile. Asi, en vez de la herencia y del “‘heredero” del ius civile, el pre- tor crea las instituciones de la bonorum possessia y del banorum possessor, mds en armonfa con la conciencia jurfdica de una época ulterior y pro- vistas de mayor eficacia procesal que la hereditas o el heres. ¥ Véase el parrafo 65. LIBERI, LEGITIMI, COGNATI 460 DERECHO PRIVADO ROMANO Estas dos corrientes —la del ius civile con su hereditas y la del derecho honorario con su bonorurm possessio— se fusionaron en tiempos de Jus- tiniano. El pretor se declaraba dispuesto a entregar, por orden de preferencia, la bonorum possessio a las siguientes categorias de personas: 1. Los liberi (iio. Esta categoria corresponde a los antiguos heredes sui, pero comprende, ademas, a Sie puesto que la emancipa- cién ya no era un castigo, como antes, sino un favor que se hacia a un hijo que queria tener la libertad de trabajar por cuenta propia; el pretor consideraba que no debia excluirse de la sucesién legitima a los emancipados. Se presenta aqui una pequefia complicacién. Si se emancipaba a un hijo, pero los hijos de éte quedaban bajo la potestas de su abuelo, enton- ces, por la muerte de éste, los nietos se volvian sui iuris. Si entonces se ofrecia también al padre de los nietos una participacién en la herencia, los hijos no emancipades del difunto sufrfan un perjuicio.* Este inconve- niente de Ja solucién pretoria desaparecié cuando Salvio Juliano, el com- pilador del Edicto de Adriano, inserté en dicho edicto la disposicién de que, en tal caso, el hijo cmancipado y sus hijos recibirian juntos una sola porcién, igual a la que recibirian los hijos no emancipados del de cuius, la_cual se repartirfa entonces por partes iguales entre el emancipado y sus hijos en conjunto.? Les Tepitimi, Este grupo comprendia a tedos los que podian recibir la herencia por via legitima, de acuerdo con el ius civile, pero como la categoria de los heredes sui ya estaba absorbida por los liberi, y como la gens no podia recibir herencias por via legitima, en la época de florecimiento del derecho pretorio, este grupo de los legitimj correspondia prdcticamente al de los agnados a que hemos aludido en relacién con la via legitima del ius civile. De nuevo s¢ prohibia la sucesi6n de grados, en relacién con este grupo, pero esta circunstancia ya no fue um inconveniente, como Jo habia sido en el sistema del ius civile. Al contrario, ahora era‘una ventaja, pues a consecuencia de esta prohibicién ocurriria m4s a menudo que se ofre- ciera la herencia al préximo grupo, el de los cognados, lo cual constituia un gran progreso. —3. Los cognados. He aqui un gran avance. Al fin, la madre sine manu tenia una posibilidad, aunque lejana, de recibir abintestato la herencia de su propio hijo; al fin, el hijo tenia una posibilidad de heredar a su madre, casada sine manu. La falta de una successio graduum, después de la repu- diacién hecha por los agnados del grado mis cercano —que tenia en el ius civile el efecto desagradable de que la gens se quedaba con Ja herencia— produjo en el derecho honorario precisamente un efecto benéfico. Este de- recho de los cognades se limitaba, empero, a seis grados (0 siete, en algu- nos casos). Senado consulto tertuliano 462 DERECHO PRIVADO ROMANO En tiempos de Adriano, un senadoconsulto Tertuliano dispuso que, a falta de testamento y de heredes sui del difunto, se ofreciera la herencia, primero, al padre; luego, a los hermanos; y, si resultare que también éstos faltaban, a la madre conjuntamente con las hermanas. En otras palabras, se excluye a la madre de la categoria de los cognados, para colocarla en una de las primeras filas de ordo anterior, de los legitimi.? 7 después, baji fo, un ito, Orfitiano intro- dujo a favor de los hijos, respecto a la herencia materna, un privilegio ido al que concedia el senadoconsulto Tertuliano a las madres; tras- Jadé a Ios hijos del grupo de Ios cognados al primer rango de los liberi, considerandolos como si fueran heredes sui respecto de su madre, Como estos senadoconsultos pertenecian a Ia corriente del ius civile, estas medidas significan, desde luego, que la idea de la cognatio ya iba penetrando en el derecho quiritario. Con estos dos senadoconsultos, seguidos luego por una constitutio Va- lentiniana (386) sobre la sucesion de los nictos y una consiatio Anata siana que concedia a hermanos emancipados al menos la mitad “@ue correspondia a los no emancipados, mejoré mucho el panorama ge- neral de la sucesién por via legitima, Quedaron todavia los defectos de la desfavorable posicién de viudos y viudas, y el hecho de que un agnado Iejano podia guitar la herencia a un cognado cereano, siempre que éste no fuera un hijo de la difunta o la madre del de cuius. Ademds, debe re- procharse al sistema su gran complicacién: dos corrientes paralelas con sus propias instituciones y soluciones, o sea, dos sistemas coexistentes entre los que se aplicaba el régimen del ius civile, mientras algin interesado no pi- diera que se pasara al sistema del derecho honorario. Ademas de este dua- lismo, encontramos muchas enmiendas parciales; mds de lo que resulta de esta breve descripcién. Se imponfa una simplificacion general de la via legtt 237, La via LEGfmMtA EN EL DERECHO JUSTINIANEO. La reforma to- tal, necesaria desde hacia tanto tiempo, vino finalmente en Ia época del emperador Justiniano, y cristalizé en las Novellae 118 (543 d. de J. C.)° y 127 (547 d. de J. C.). La base del nuevo sistema es el parentesco mo- demo por ambas lineas. Como segunda caracteristica, no hay ninguna dife- renciacién por sexos. Y un tercer rasgo es el hecho de que la hereditas y la bonorum possessio se equiparan, acabando con el ttadicional dualis- mo en esta materia. En gencral, mientras la antigua via legitima estuvo influida por ideas de copropiedad familiar y un parentesco artificial agnético —y complicada por el famoso dualismo del derecho romano—, la via legitima del derecho justinianeo buscaba, como fundamento, el afecto que normalmente existe entre parientes, llegando, empero, a resultados que en casos concretos no armonizaban con las relaciones afectivas que realmente existen. 3 Inst, 3.3. 2. 466 DERECHO PRIVADO ROMANO el testamento cs “una correcta fijaci6n de nuestra mentalidad,** hecha so- lemnemeute, para que valga después de nuestra muerte”. Para que ¢l testa- mento sea un espejo fiel de nuestra manera de ser, de nuestra personali- dad, es también necesario que contenga indicaciones respecto de nuestros ideales, simpatias y antipatias, y asf encontramos en Suctonio® y Tacito™ que el romano solfa llenar su testamento con multa et alxocia, insultos dirigi- dos a sus enemigos, haciendo de él un monumento de odio. (“2Quién po- dré lastimarme en mi tumba?") Lo anterior lleva a F, Lassalle a su formula de que “el testamento romano es la inmortalidad romana”, frase confirmada por Quintiliano cuando dice: negue enim aliud videtiy solatinm mortis, quam voluntas ulira morten,® no queda otro consuelo de la muerte que la superivencia de la voluntad. Como veremos, esta interpretacién que Lasalle daba al testamento romano, permite quizas explicar una curiosa pugna entre el heredero, por una parte, y el testador y el legatario, por otra, cuyas diversas fases estudia- vemos pronto, y que termind con el compromiso de la Lex Falcidia y el senadoconsulto Pegasiano Este concepto original del testatnento romano enicontraba su base en antiguas ideas metafisicas populares. Desde las guerras prinicas, con la internacionalizacin de Roma, comenz6 a cambiar este concepto, ante la decadencia de las ideas heredadas de la Roma arcaica. Paulainamente, €l testamento se convirtié en una base para el reparto de un patrimonio, nada mas, y, por tanto, la funcién del heredero se asimilé a la funcion del Tegatario, cn un largo proceso que en nuestra época ha legado a su fin. Nosotros ya no ligamos la eficacia del testamento a la aceptacion de si Papel por el heredero. Aunque éste repudie la herencia, los legados mencionados en el testamento pueden entregarse, y silos legados agotan los bienes de la herencia 0 no dejan lo suficiente para cubrir as deudas del difunto, los legatarios responden, proporcionalmente, de estas deu- das, en cuyo caso el degado da lugar a una trasmision a titulo universal {algo que el jurista romano hubiera considerado una monstruosidad) Asi, el heredero dejé de ser el fundamento de la vfa testamentari al mismo tiempo, su funcién se redujo paulatinamente a los aspectos pa- érimoniales; mientras que, originalmente, la sucesion patrimonial se rela-

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