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HIP.I. 4. Fin polis,nuevas escuelas.
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HIP.I. 4. Fin polis,nuevas escuelas.
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HIP.I. 4. Fin polis,nuevas escuelas.
y utensilios y desprecian riqueza y honores, y declaran inútiles las artes y las humanidades.
Atacan frontalmente toda suerte de prejuicios sociales:
− Admiten la plena igualdad entre hombres y mujeres.
− Son pacifistas: consideran la guerra fruto de la ambición.
− Asumen y aplauden el cosmopolitismo y la movilidad social de su época.
− Y rompen barreras convencionales declarando lícito, por natural, comer carne humana o
cometer incesto, o bien defecando, masturbándose o practicando relaciones sexuales en
público.
Su propuesta política era la “república natural” que trasladase la sencillez innata en el hombre a la
vida pública, basada en una completa comunidad de bienes a la que no debían sustraerse ni siquiera los
custodiados en los templos.
Sin embargo no reniegan de toda cultura. Siguiendo la tradición socrática, confían en la educación
en el bien y la virtud pero rechazan el aprendizaje intelectual pues la virtud está en los hechos y a
traves del prolongado ascetismo se alcanza un estadio de virtud superior, que identifican como la
prudencia.
Esta insistencia “anti-intelectual” en su propuesta entendida como estilo de vida, sumada a los
escasos fragmentos conservados de su doctrina, han alimentado dudas acerca de hasta qué punto deben
ser considerados como verdadera escuela filosófica. En todo caso, fue una propuesta que también
suscitó respeto y hasta veneración en sus contemporáneos.
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HIP.I. 4. Fin polis,nuevas escuelas.
racionalmente sea preferible a otro que tan sólo satisfaga sensorialmente aunque no desechan los
placeres que pueden expandir o relajar el ánimo.
Para alcanzar este bien, debemos vivir de acuerdo con la naturaleza, aprendiendo a gozar de una
vida sencilla, en el campo, lejos del ruido y la ambición.
4.2. El camino epicúreo hacia la perfección
a) La práctica de la virtud. Para alcanzar esa tranquilidad de ánimo se requiere en primer lugar ser
virtuoso: la injusticia, el vicio y la maldad inquietan el ánimo e inducen a la venganza o al castigo de
aquellos a quienes hemos dañado o de las leyes de la ciudad.
b) Limitar pasiones y deseos. Sólo es tranquilo el espíritu libre: el deseo y el exceso de placeres
corporales son fuente de insatisfacción y de dolor.
c) Liberarse del temor. Para esto es imprescindible la filosofía que disipa nuestros miedos, nacidos
del desconocimiento de la naturaleza de las cosas.
c1) Del temor al destino. Epicuro no cree en el destino: pone de relieve el papel del azar y aumenta
las posibilidad de control discrecional sobre la propia vida.
c2) Del temor a los dioses. No niega que haya seres divinos pero son de tal excelencia que los coloca
en un plano tan infinitamente superior que no tiene sentido invocar su protección o temer su castigo.
Cabe el aprecio y la meditación en sus cualidades superiores, que brindan un modelo feliz de
existencia. Pero es inútil la subordinación.
c3) Del temor a la muerte. No cree en la inmortalidad del alma y por tanto no tiene sentido temer a la
muerte: si vivimos, no ha venido ella, y si ha venido, ya no vivimos. Con ello tiene gran valor la vida
mortal, un bien del que debe disfrutarse felizmente, en una paz no alterada.
4.3. El concepto epicúreo de sociedad
Con el epicureísmo se consuma en la filosofía el retiro hacia el individuo: al contrario del
estoicismo, supone una entera renuncia a reformar o educar a la sociedad. No es el individuo quien
contrae deberes para con la sociedad sino más bien es la sociedad la que debe proteger los intereses
del individuo:
− La sociedad es una convención para la defensa mutua de los intereses individuales: no tiene
origen divino ni es un hecho natural
− Justicia e injusticia son también categorías convencionales, variables a conveniencia de los
individuos. No existe pues ningún universal de referencia para la ley.
− El filósofo, por tanto, no debe ocuparse en rehacer el pacto social y le bastará cumplir la ley del
lugar, evitando perjudicar a otros.
4.4. Proyección del epicureísmo
Aunque menos influyente políticamente que el estoicismo, fue una doctrina atractiva para muchos
intelectuales helenísticos y romanos, que apreciaban su ideal de vida digna y elegante, entregada al
ocio filosófico.
Por lo demás, su concepto de sociedad y la fundamentación que propone para la idea de justicia,
sumado al tono escasamente retórico de sus escritos, constituyen un anticipo de ideas posteriores y le
confieren un cierto aire de modernidad.
Por último, su propuesta de retiro de la vida pública y refugio en una vida sencilla y de meditación
en contacto de la naturaleza ha sido un topos literario y cultural muy cultivado por filósofos, poetas y
artistas a lo largo de toda la historia de la civilización occidental.