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“El viaje de la palabra cruzada”

Benjamin Weber, The Conversation


[La conversación], artículo del 5 de marzo de 2020

Greta Thunberg está en una cruzada para salvar el planeta. Elizabeth


Warren está en una cruzada contra Bernie Sanders. Los parques de
Yorkshire están en una cruzada para salvar a la tórtola en peligro de
extinción. Busque la palabra “cruzada” y obtendrá resultados de todas las
áreas de interés, desde deportes hasta política y todo lo demás.

[…] La palabra “cruzada” se ha vuelto común en el vocabulario de


los extremistas. Las guerras en el Medio Oriente son etiquetadas como
tales, en un afán condenatorio, por los fundamentalistas musulmanes.
Mientras que los radicales cristianos de extrema derecha a menudo la usan
para describir la fuerza que impulsa sus asesinatos.

Este tipo de uso es un reflejo de las visiones modernas de las


“cruzadas” medievales dirigidas por los cristianos occidentales para
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conquistar Jerusalén desde el siglo XI al XIII. Tales percepciones han


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cargado esta palabra con un gran número de significados ideológicos, a
menudo contrarios entre sí. […] La investigación histórica demuestra que,
desde su aparición en la Edad Media, la palabra cruzada siempre ha
tenido significados muy diversos y ha servido en repetidas ocasiones
como instrumento político. […]

El término “cruzada” apareció en la década de 1210, más de un siglo


después del lanzamiento de la primera expedición a Jerusalén en 1095. A
pesar de nuestra comprensión de lo que son “las cruzadas”, no se usó para
describir estas expediciones. En cambio, se usó en referencia a otras
guerras promovidas por el Papa, contra los musulmanes en España [sic] y
los “herejes” cátaros en el sur de Francia.

Este uso de la palabra creó una categoría común, la “cruzada”: una


campaña militar emprendida para defender la fe. Este significado ahora
asociaba estos conflictos con las expediciones en Próximo Oriente, y abrió
el camino para la completa asimilación de las guerras libradas contra
diferentes enemigos, en lugares variados y muchas veces por razones
similares.

Considerando la santidad moral asociada con la defensa de la “Tierra


Santa” en la mente cristiana, la palabra rápidamente asumió una función
legitimadora. Cualquier acción impugnada podría justificarse
calificándola de “cruzada”. Por lo tanto, se convirtió en una palabra
utilizada para ejercer el poder y silenciar a los denunciantes. En la Edad
Media, el término describía los nuevos impuestos establecidos por los
reyes de Castilla, las guerras dirigidas por los papas contra sus oponentes
políticos o las colectas de fieles donaciones en toda Europa (llamadas
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indulgencias).
Las indulgencias fueron el motivo principal de la crítica protestante
contra el liderazgo papal en el siglo XVI. La palabra “cruzada” se asoció
entonces con los excesos papales y, en el norte de Europa, se convirtió en
sinónimo de cualquier forma de campaña violenta impulsada por motivos
religiosos.

Del mismo modo, y adoptando una visión despectiva de esta palabra,


los filósofos de la Ilustración consideraron las expediciones a Jerusalén
como una demostración de la actitud violenta e intolerante del
catolicismo. El filósofo escocés David Hume, en el primer volumen de su
Historia de Inglaterra, escribió sobre ellos esto: “Las Cruzadas: el
monumento más destacado y duradero de la locura humana que ha
aparecido hasta ahora en cualquier época o nación”. Por lo tanto, la
connotación negativa de la palabra se vio fuertemente reforzada.

Desde finales del siglo XVIII, la palabra “cruzada” fue ampliamente


utilizada para criticar cualquier movimiento considerado reaccionario o
innecesariamente agresivo. Las actitudes políticas conservadoras, en
particular, fueron frecuentemente descalificadas como “cruzadas”.

La interpretación de las cruzadas cambió nuevamente hacia fines del


siglo XIX: pasaron a ser vistas como empresas heroicas dirigidas por
caballeros puros y generosos. La idea y el uso de la palabra evolucionaron
en consecuencia, pasando a designar el concepto “cruzada” una causa
noble.

Luego, ambas guerras mundiales estuvieron dominadas por


ideologías de oposición maniquea: [unos y otros pensaban que] era la
lucha del bien contra el mal. […] Como resultado, las cruzadas contra las
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enfermedades, la guerra o el desempleo, las cruzadas por la templanza,


los niños o las buenas costumbres florecieron en las sociedades
occidentales en las décadas de 1940 y 1950, particularmente en los países
católicos y anglosajones. Pero en los países germánicos y de Europa del
Este, la comprensión negativa de “cruzada” siguió siendo más fuerte y la
palabra no se usó con tanta frecuencia.

El cambio final se produjo en la década de 1960. Las críticas contra el


colonialismo y las intervenciones occidentales consideraron las
expediciones medievales en Oriente Próximo como actos de racismo y
conquista violenta. Los significados positivos se condenaron o evitaron
con mayor frecuencia.

Todavía estamos fuertemente influenciados por estas concepciones,


pero los significados anteriores no han desaparecido. “Cruzada” puede
entenderse y emplearse hoy en día con una variedad casi infinita de
sentidos según el origen, la cultura, la educación o la posición religiosa de
la persona. Por eso la “cruzada contra el terrorismo” de George Bush
suscitó muchas más críticas que la “cruzada contra el comunismo” de
Harry Truman en los años cincuenta.

Mientras tanto, cuando usan la palabra, los extremistas confían en un


solo significado basado en su comprensión de las "cruzadas" medievales.
Los supremacistas cristianos se mantienen fieles a las visiones de
principios del siglo XX y consideran la cruzada como una causa sagrada.
Los fundamentalistas musulmanes están influenciados por concepciones
posteriores y las condenan como un acto de imperialismo. En ambos casos,
las cruzadas se leen como una oposición básica entre cristianos y
musulmanes.
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El término puede, por lo tanto, usarse para promover una idea
simplista de la eterna lucha entre el bien y el mal. Al hacerlo, los
extremistas no están haciendo un mal uso de la palabra “cruzada”. Lo
están usando como siempre se ha usado: para apoyar una ideología.

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