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Wuolah Free Crim Bloque Socio
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zozo18
Introducción a la Criminología
Facultad de Derecho
Universidad de Alicante
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
TEMA 1: EL PENSAMIENTO TEOLÓGICO-POLÍTICO Y EL ESTADO CAPITALISTA.
LAS EXPRESIONES CRIMINOLÓGICAS DEL ESTADO ABSOLUTISTA
1. LA APARICIÓN DEL ESTADO MODERNO Y LA “EXPROPIACIÓN” DEL CONFLICTO
El surgimiento del Estado lo hace con las monarquías absolutas, donde el Estado y capitalismo están unidos y
donde el poder punitivo es el más importante. La “soberanía” implicaba que la autoridad podía dictar leyes, y no
limitarse a aplicar las existentes o consuetudinarias, teniendo la capacidad de transformar la naturaleza y las
relaciones sociales.
Esto produjo la quiebra del sistema acusatorio y abrió paso, de la mano del derecho canónico, al sistema
procesal inquisitivo, que se basaba en unos cuantos conceptos. En primer lugar apareció la “infracción” en
reemplazo del daño. Ahora el Estado es el lesionado por la acción de un individuo sobre otro y, por tanto, es el
Estado el que exige la reparación. Así, apareció tanto la noción de “delito” como la de “castigo”.
La decisión sobre la existencia de delito y necesidad de castigo sería una “sentencia” emitida en nombre de
Los individuos de las sociedades medievales resolvían sus problemas mediante la disputa entre los titulares
del conflicto originario. No había una reacción pública frente al daño sino que el que afirmaba haberlo sufrido debía
señalar al supuesto victimario como adversario. En todo caso, el grupo respondía al daño (y a la denuncia del mismo)
mediante la pérdida de la paz del ofensor, que quedaba expulsado de la comunidad y a merced de la reacción de la
víctima o de la familia de la víctima.
Los afectados solían exigir una contraprestación económica que solía resolver el conflicto. Pero en el caso en
que esto no sucedía, el modelo de la lucha o combate judicial se utilizaba como ritualización o simbolismo de la
guerra física. El modelo era el de “juicio de Dios”, donde no había intervención del representante de la autoridad,
pero sí resolución pública de la lucha, ya que el público cuidaría del cumplimiento de las reglas.
Las reglas mencionadas no estaban impuestas “desde arriba” sino que eran producto de un consenso
comunitario siempre abierto, y que a veces era útil a los poderosos (cuando se imputaba a alguien odiado por la
comunidad), pero en otras iba en contra de sus intereses. Ese componente de azar fue eliminado por el Estado
moderno.
Cuando apareció un poder centralizado y burocratizado, un nuevo modelo punitivo reemplazó al de la lucha.
La averiguación y la prueba para verificar una hipótesis fue el nuevo modelo de resolución de conflictos
interindividuales. De hecho, dejarían de ser interindividuales puesto que lo hacía el Estado con tal método era
confiscar el conflicto: el daño no afectaba a otro individuo, sino que afectaba en todo caso al soberano.
En realidad, el daño ya no importaría, sino que lo que resultaba trascendente era la indisciplina, la
desobediencia, la falta de respeto a la ley del soberano. Así surgió el concepto de “delito” y “delincuente”.
Desde entonces, la justicia ha impuesto una resolución de poder exterior, judicial y político.
Junto a la aparición y justificación de este nuevo ejercicio del poder se verificó la decadencia de una
convicción sobre lo “universal” que había continuado a pesar de la caída del Imperio romano. La idea de “Imperio” y
la de “Iglesia” persistieron durante toda la Edad Media, otorgando un sentido de unidad en el que no pocas veces
importaría la lucha entre el poder político y el religioso, por ser la única representación de ese poder sobre Europa.
Los glosadores asumirían un saber o conocimiento basado en la deducción de los textos sagrados o
mitificados. El nombre les viene de su actividad, la “glosa”, ya que se limitaban a glosar o comentar textos jurídicos
romanos y teológicos cristianos de tal forma que nunca cometerían la herejía de alejarse del “Corpus” originario y
revelado por Dios o la autoridad. La glosa era el estudio y explicación literal del texto sagrado.
Las fuentes de autoridad implicaban un método científico y político. La obra de TOMASSO DE AQUINO unió
el pensamiento aristotélico con el cristiano. La “racionalización” es entendida aquí como justificación del poder de la
Iglesia y el de los poderes terrenales, todos orientados hacia el bien común por su origen divino. Existía para él un
derecho divino (o ley eterna) que emanaba directamente de la razón de Dios y por tanto solo por este y por los
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santos entendible, pero también existía un derecho natural más asequible y que participaba del eterno. La
justificación del poder se logra por la supuesta existencia de ese derecho natural, del cual derivaría el derecho
humano y con él el del delito como una violación a ese derecho natural que prescribe que se debe hacer el bien y
evitar el mal. La asociación entre delito y pecado es total: el delito es la demostración del estado en pecado y algo
antinatural.
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de esta vía les llegaba a los gobernantes modernos, siendo uno de los orígenes del método inquisitivo. El otro es el
convertir al infractor en enemigo de la sociedad.
El sistema penal que nació en estas épocas tomó como referencia al otro como un inferior y también como
un enemigo. Este modelo de usar el poder, de aplicar penas y de averiguar verdades es consustancial a una política
impulsada desde la Iglesia Católica. Con el objetivo de impedir las luchas entre reinos cristianos, y para poder
extender los terrenos necesarios para el desarrollo capitalista a otras zonas, impulsarían las Cruzadas. Este
movimiento era útil para reforzar la idea de cristiandad unificada, para expandir el mercado y solidificar los Estados
nacionales.
La mayor expresión de este método procesal penal lo constituyó la Inquisición, una institución que surgió en
el año 1215 en el IV Concilio de Letrán y con una finalidad concreta de perseguir a la herejía de los cátaros del
Languedoc.
El tribunal jurídico-teológico de la Inquisición estaría integrado por sacerdotes juristas que en un primer
El proceso penal comenzaba con la prisión preventiva del imputado de herejía, se secuestraban entonces sus
bienes y se le interrogaba para obtener la confesión. Si negaba el “crimen” que se le imputaba se le consideraba
como “obstinado”. La misión fundamental de la tortura era la averiguación de la verdad (además de la purificación
de los pecados con aplicación del tormento, que se extendió finalmente a la muerte como pena, significativamente
en la hoguera).
El método de averiguación de la “verdad” fue adoptado por la justicia real durante el absolutismo en Europa.
La confiscación a los particulares de sus problemas y la creación de otros que no lo eran con objetivo de acrecentar
el poder, son un producto moderno, del que son sus expresiones el proceso inquisitorio y las penas crueles con
objetivo de imponer el terror sobre la comunidad.
La Inquisición fue la primera agencia burocratizada dominante sobre la aplicación de castigos y definición de
verdades, y por ello, la primera que realizaría un discurso de tipo criminológico.
Pero, además de reforzar la verticalidad de las relaciones del poder mediante la estigmatización y conversión
en “chivos expiatorios” de quienes podían ser competencia en materia política y teológica, la Inquisición centraría su
accionar en el control de la mujer, para lo cual convirtió la “brujería” en un mal cósmico que debía ser eliminado
para defender a la sociedad. Así, transformaban a las personas de género femenino en el “otro” aumentando la
represión. Esta estigmatización de la mujer no era original, ya que remitía a textos de la Roma Imperial y de los
“padres de la Iglesia”, que permitían que las nuevas disciplinas científicas discriminaran y controlaran a los señalados
como inferiores.
Malleus Maleficarum, manual inquisitorial destinado a los jueces religiosos y a los seglares. Es conocido
como el Martillo de las brujas y es el primer discurso criminológico moderno. Explica las causas del mal, las formas
en que se presenta y los síntomas en que aparece, así como los modos y métodos para combatirlo. Todo ello bajo
una orientación político criminal destinada a reforzar el poder burocrático y centralizado y reprimir la disidencia.
La corporación dominante ya no señalaba como “enemigo” a un grupo minoritario, sino que se dedicaba a
reforzar la exclusión y represión de un grupo mayoritario: el de las mujeres. Estereotipar a cualquier grupo refuerza
al diseño del poder estatal.
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3. LAS CIUDADES, LOS INDIVIDUOS Y LOS MERCADOS, EL MODO CAPITALISTA DE PRODUCCIÓN Y LAS “EMPRESAS”
COMERCIALES, CIENTÍFICAS Y DE CONQUISTA
Las formas políticas y económicas pre-estatales y pre-capitalistas se transformaron en las estatales y
capitalistas por los hechos derivados de las contradicciones que supusieron internamente en su intento de
mantenerse.
Desde un punto de vista económico esto se verifica con la aparición de nuevas y crecientes necesidades de
renta de los grupos dominantes que no podían ser realizadas por la ineficacia del sistema feudal. Así se expone la
crisis del sistema de explotación feudal. Por ello se produjo el cambio del modo de producir, en el cual la ciudad
tendría otra vez un papel importante, con la burguesía como clase económica emergente y la emigración de los
siervos.
Desde un punto de vista político, la aparición de estructuras centralizadas y con más poder (donde el rey es
el favorecido) fue beneficiosa tanto para los nobles como para los burgueses. Se produjo entonces una solidaridad
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entre poder político y poder económico.
En el s. XV destaca ERASMO y su obra Sobre la civilidad de los niños. Su teoría parte del individuo para llegar
a la totalidad; partía de imperativos morales para prescribir políticas concretas, con lo que podía haber dado origen a
una forma distinta de la política y de la justicia en el mundo moderno de haberse impuesto en su momento. De
hecho, el “erasmismo” se convirtió en la doctrina de los burgueses más educados de la época, siendo derrotada por
los fundamentalismos de la Reforma protestante y la Contrarreforma. El “erasmismo” hacía una apología de la
moderación y la tolerancia. (ERASMO = representante del individualismo)
En esta época surgió el individualismo, basado en la ruptura con la idea organicista y con ese representante
del “Todo” que es Dios va a verse en el peso de personas individuales, en su posibilidad de cambios y de triunfos o
derrotas. Como señalaba BOBBIO, el individualismo es el primer paso del liberalismo, y en el reconocimiento de
Como decía el gran teorizador de una nueva virtud del gobernante (basada en el poder y la fuerza),
MAQUIAVELO en El Príncipe, la racionalidad moderna tiene origen en esas prácticas mercantiles, que asimismo
destruirían la idea de que habría un problema moral en el enriquecimiento y en el goce de los bienes terrenales.
Los mercaderes y el Estado se apoyaban mutuamente en la tarea de aumentar el propio beneficio, acumular
riqueza medida primero en mercancías y luego en dinero. La preocupación individual del mercantilista estaba en el
comercio y en la banca antes que en la industria.
La “cientifización” de las formas de pensamiento dio lugar a nuevas formas de pensamiento que intervenían
en la realidad, tras haberla comprendido y dominado. Para ello, los nuevos esquemas de pensamiento contarían con
modernas técnicas de gobierno y de técnicas propiamente dichas.
La expansión del mundo europeo fue un intento de dominar el Mediterráneo y el cercano oriente con el
objetivo puesto hacia Jerusalén, considerada “Tierra Santa”. Pero luego, el mismo espíritu de cruzada, encabezada
por los nuevos mesías, continuaría hacia el este de Europa, hacia la península ibérica y hacia los cristianos no
sometidos al poder central de la Iglesia Católica. Esa persecución aplicada a los europeos considerados demoníacos
sería la más cruel aplicada hacia los de “afuera”.
El pensamiento criminológico del tipo inquisitivo haría crecer el temor a este “otro” asociado a lo demoníaco
y a la vez imponer un miedo al propio poder para sofrenar la desobediencia.
Fue el miedo la herramienta principal para la imposición de las modernas burocracias, para imponer el
Estado y el sistema punitivo que hoy sigue existiendo. Esto fue advertido por HOBBES; ese miedo al “otro”, también
era miedo al “poder”.
La creación de la identidad del “nosotros”, la unificación lingüística y cultural se hizo por una doble función
de expulsión e inclusión de las diferencias. Esta doble función será la característica de los sistemas penales y de los
pensamientos criminológicos hasta la actualidad.
Lo importante de construir una identidad para el nosotros sería el identificar al “otro”. Una tarea que parecía
simple en el caso de la conquista colonial, donde el otro tenía unas características que permitirían “naturalizar” la
diferencia en inferioridad. Esta diferencia “natural” sería la “marca”, el “estigma” que denotaba la maldad del alma.
Esta tarea se realizará en el propio lugar metropolitano: el enfermo, el pobre, el que no podía encubrir el
efecto físico de las privaciones mediante el poder del dinero, sería señalado como portador de esa maldad. De la
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misma forma que las cosas feas no deberían ser visibles, los individuos malos y por tanto feos, deberían ser
castigados.
Lo anterior hace referencia al proceso de construcción social de la belleza que también daría punto de origen
al racismo de nuestro tiempo. El otro sería el que tiene una marca en su cuerpo que hace evidente su detección y
tratamiento. Si este rasgo no era de nacimiento, la función del castigo era la de marcar o deformar, para que en el
futuro no pueda el sujeto malvado engañar a las autoridades.
El primer criminólogo en buscar una etiología de la criminalidad en causas individuales fue DELLA PORTA,
que elaboró una clasificación de los hombres y de los delincuentes en tipos, comparando tipos con las características
físicas de los animales no humanos a los que se parecerían.
Él no creía en la corrección de los individuos por medio de la enseñanza o la moralidad y en cambio creía en
la prevención situacional, que podía aplicarse cada uno a sí mismo si conocía a qué grupo pertenecía. Era partidario
HOBBES defiende teóricamente el absolutismo monárquico a través de obras como De Cive y Leviatán. Ya no
el conflicto sino el consenso es el que explicará la naturaleza política del Estado. Los individuos en estado de
naturaleza siguen sus impulsos y deseos y provocan las luchas de todos contra todos, lo que lleva a la inseguridad y
al miedo. Para evitar ello, y mediante la razón, logran alcanzar un acuerdo o contrato para asegurar el orden, la paz y
la seguridad de todos. Este contrato crea la figura del Estado, como ente artificial o “Leviatán”, que con una única
voluntad protege a los individuos con su autoridad de las luchas internas y frente a las invasiones extranjeras.
El estudio también es el de la legitimación del poder o autoridad. Esta autoridad, transferida por cada
hombre al Estado, tiene y emplea poder y fuerza tales que por el temor que suscita es capaz de conformar todas las
voluntades para la paz. En esto radica la esencia del Estado, que puede definirse como persona resultante de los
actos de una gran multitud que, por pactos mutuos, la instituyó con el fin de que esté en condiciones de emplear la
fuerza y los medios de todos, cuando y como lo repute oportuno, para asegurar la paz y la defensa comunes. El
titular de esta persona se denomina soberano y su poder es el único que puede proveer seguridad jurídica.
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5. EL DERECHO Y LA JUSTICIA DEL ANTIGUO RÉGIMEN. LA MARCA EN LOS CUERPOS Y EL ESCENARIO DEL PATÍBULO
Durante el Estado absolutista se realizó otro invento para controlar a los individuos: el de los pasaportes y
papeles de identificación. Los que no portaban esos privilegiados papeles tenían que lucir ropas, peinados u otras
señales para identificarse a simple vista: a los convictos solía cortárseles la nariz o una oreja, algo que a simple vista
permitiera saber quiénes eran. Simular una identidad no real constituiría la traición.
Estigmatizar (“estigma” significa en griego tatuaje) a otros era una cuestión de gobierno necesaria y en la
que el poder penal, la justicia penal del Antiguo Régimen, cumpliría un rol fundamental. Asegurar la identidad tenía
que ver también con asegurar la propiedad.
“Marcar” con la condena el cuerpo del condenado era tan importante como marcar la conciencia de él
mismo y de toda la sociedad acerca del poder del monarca. El estigma era una herramienta de exclusión importante
por lo que imponerla significaba algo más que imponer una grave molestia física al condenado. En la Edad Moderna
estaba perfectamente regulada la imposición de penas que perduraran en el cuerpo.
La aplicación de castigos visibles contrastaría con la racionalización basada en el secreto y en el ocultamiento
del conflicto.
Un esquema procesal organizado de tal manera solamente permitía al imputado privado preventivamente
de su libertad 2 caminos: o esperar simplemente la aplicación de un castigo que cuando llegaba en la mayoría de los
casos se encontraba cumplido, o confesar el hecho y su responsabilidad para con ello obtener la indulgencia del
juzgador. En todo caso, la tortura iba aliada a la búsqueda de la confesión privada, y los castigos eran algo público
con efectos hacia la comunidad.
Las técnicas del método inquisitivo se aplicaron a funcionarios reales.
Pero, al lado de las técnicas secretas de averiguación de la verdad, también se ejercía el poder por otras
técnicas públicas que fueron denunciadas, ya que se realizaban por medio del espectáculo. Un espectáculo brindado
en la ejecución de los castigos, considerados un derecho del monarca y del Estado. El principal dispositivo era el
castigo mediante el suplicio. En él, el rey, a través del verdugo, ejercía sobre el cuerpo del condenado la mutilación o
la muerte frente a los ojos del pueblo, a fin de que la marca en el cuerpo individual se grabase en los corazones de
los otros individuos.
Frente a un 1º momento de exceso de fuerza de trabajo se intentó canalizar a estos individuos hacia las
actividades de conquista y navegación, pero de todas formas se aplicaría una política de exterminio y de terror sobre
los individuos “sobrantes” del sistema capitalista mercantil que se estaba constituyendo.
Otra forma de castigar a estos “otros” era expulsándolos (encerrando) e incluyéndolos (disciplinando),
produciéndose los 1º dispositivos de disciplinamiento a través del secuestro institucionalizado. La enseñanza de la
técnica del trabajo y la idea de beneficencia darían lugar al encierro de individuos en hospicios, casas de trabajo o de
caridad, debido a la necesidad de separar al pobre “inocente” del pobre “culpable”.
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Pero esta distinción, en realidad, pretendía separar al apto para trabajar del que no puede hacer otra cosa,
surgiendo la posibilidad de “expulsar” mediante el secuestro. JAIME I de Inglaterra ordenó que cada condado
contase con su prisión y asilo, con el objetivo de expulsar hacia adentro.
En un principio, estos expulsados eran enviados a estas cárceles a morir, siendo así hasta que las necesidades
estructurales llevaron a intentar aprovechar esta mano de obra y crear mecanismos de disciplina que iban
acompañadas de una función de disuasión, pues los pobres del lugar eran obligados a trabajar bajo la amenaza al
encierro en donde lo pasarían peor que en las terribles condiciones del trabajo manufacturero.
Fue allí donde se distinguió entre aquellos que serán mantenidos por la comunidad y aquellos que se
ganarían el sustento de las recién nacidas casas de trabajo. Este trabajo obligatorio serviría para disciplinar a estos
sujetos y, a la vez, para asegurar el máximo de plusvalía tirando a la baja también el salario de los trabajadores libres.
Es en Holanda donde se desarrolla esta idea de la “casa de trabajo” en 1596. Las nuevas casas de trabajo
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manufacturero recibirían el nombre común de Rasp-huis o “casa de raspado”, puesto que la actividad que
desarrollaban era la de raspar la madera
Según SELLIN, el temor a Dios era la forma de imponer la disciplina. Para ello debía enseñarse a leer y
escribir, en horarios nocturnos, para poder catequizar correctamente con libros escritos especialmente para los
detenidos. Esto se reforzaba con castigos “extra” (que iban desde los castigos físicos y torturas hasta la reducción de
comida o alargamiento del encierro), para quien provocara peleas, dijera mañas palabras, se negara al catecismo,
diera comida o bebida a los castigados, se insubordinara, destruyera bienes, se negase a trabajar o intentara huir,
contenido en el Plan del modo y forma de la disciplina de 1595.
La duración de las penas estaba a disposición del administrador, en que el trabajo obligatorio se hacía en
común y se recibía un salario por el trabajo, preparando a estos penados para la vida del obrero.
La versión francesa de estas casas de trabajo sería el “hospital general” y luego la “maíson de forcé”, que
PÉREZ DE HERRERA fue el más importante teorizador de la distinción entre los verdaderos o legítimos
pobres, y por tanto incapaces de trabajar, y los que fingen serlo y que, por tanto, mendigan y vagabundean solo por
vicio. Estos últimos eran los culpables de una nueva forma delictiva.
Todos estos antecedentes de la cárcel produjeron un nuevo sujeto adecuado a la normalización disciplinaria
propia del sistema capitalista que se estaba imponiendo.
La finalidad disciplinaria se unió a la de aprovechar la fuerza de trabajo a favor del Estado, que se convirtió
en el “dueño” de los cuerpos condenados.
A menudo se piensa en la moderna prisión cuando se alude a los “presidios” o “cárceles”, pero estos en
realidad eran una explotación especia de la fuerza de trabajo.
En toda esta 1º época de la modernidad, el encierro no era considerado en sí mismo como una pena. Con la
excepción del derecho canónico y sus condenas penitenciales, se consideraba entonces que las privaciones de
libertad estaban destinadas como precauciones para mejor obtener la confesión o lograr que el acusado no se
escape al cumplimiento del castigo en el patíbulo.
Es necesario advenir que esta 1º expansión de la práctica del secuestro a partir del s. XVI no significó la
suplantación del castigo físico sino que por el contrario permitió una ampliación del mismo a muchos más individuos,
y un agravamiento de las condiciones de vida de amplias capas de la población.
Pero no pueden considerarse como antecedentes de la reforma penitenciaria que daría origen a la
criminología en cuanto ciencia. No había en los mencionados establecimientos ninguna tentativa de rehabilitación
del castigado.
Los calabozos eran lugar de exclusión, lugar al que se enviaba a morir. HOWARD realizó críticas sobre las
condiciones de vida de allí.
También tenía una función económica a favor del Estado el “derecho de carcelaje” que cobraran los
custodios que así se beneficiaban de los internos con bienes y, a cambio de ellos, podían mejorar o empeorar la
condena.
Ello representa la forma política y económica previa a la de la edad contemporánea. Estos siglos de “gran
encierro” dejaron su huella en la actual sociedad y también en la institución penitenciaria.
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reconocimiento de que esta no es propiedad de un particular, sino que está conformada por todos los que han
pasado de ser súbditos a ciudadanos.
Otra contradicción surgiría de la idea del “contrato”. Era una concepción individualista la que ponía su fe en
la razón humana es la que está en el origen de los diversos modelos de “contrato”, que explicarían en la Ilustración
las formaciones políticas basadas en el individuo, características del pensamiento liberal y opuestas a las previas y
posteriores formas organicistas.
El individualismo también había engendrado 2 formas de hacer ciencia: el racionalismo, cuyo representante
El contrato de HOBBES afirma y legitima el poder absoluto del Estado representado por el monarca, y por
ello su metáfora de contrato (al que llamaba “razón artificial”), señala que los individuos ceden por miedo todas sus
capacidades al soberano en el acto de constituir la sociedad política y luego este administra ese poder concentrado
como le place.
El liberalismo, heredero del “contrato social”, aparece reflejado en la obra de LOCKE, pensador del s.XVII que
hizo hincapié en la tolerancia y en los derechos naturales (luego, humanos), como límites al accionar de los
gobiernos. Los avatares políticos de Inglaterra en aquel siglo impusieron la idea de un gobierno basado en la
exigencia de la libertad de los individuos. Es por tanto en obras como el Segundo tratado sobre el gobierno o Epístola
sobre la tolerancia, donde se teoriza un Estado liberal en política y en economía. Un Estado que tiene limitados sus
poderes y sus funciones y que solo se justifica, y al que solo querrían dar origen los seres racionales.
El contrato, entonces, tiene 2 partes: en la primera los individuos deciden entre ellos crear la autoridad
superior, y en la segunda, pactan con esta autoridad el entregarle el manejo de algunos intereses para su mejor
consecución, pero con la salvedad de que los derechos naturales no dependen de esa institución.
No es el miedo lo que lleva a los hombres a construir el Estado, sino la búsqueda de un estadio superior en el
que se garanticen y puedan actuar sus derechos naturales. Se recurre así a una figura contractual históricamente
fundada, en la que el consenso de los individuos para conformar un Estado político no significa la cesión de todos sus
atributos ni la aparición de estos como derechos en el “contrato”, sino que algunos de estos atributos preexisten y
subsisten a la constitución del Estado. Pueden ser más importantes que la forma política puesto que son naturales. Y
son naturales porque también están en el estado de naturaleza, que no es el reino de la fuerza, ya que la naturaleza
humana lockiana es un estado de libertad, de igualdad y, sobretodo, de racionalidad. Ello implica la universalidad de
los DDHH y, por ello, las leyes que dicte el Estado deben estar de acuerdo con ellos, que sirven para proteger y
acrecentar la libertad individual.
Todo el Estado sirve para regular esa libertad humana a través del dictado de leyes racionales y el
juzgamiento imparcial de las relaciones entre individuos libres. Los límites no los tiene el individuo sino el Estado,
tanto para juzgar como para legislar.
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Para ROSSEAU es el propio contrato el que a la vez que crea el Estado de Derecho establece los deberes y
obligaciones de los individuos de acuerdo a la “voluntad general”. Este contrato inspiraría a la Revolución Francesa y
a gran parte del pensamiento político contemporáneo. El contrato es un acto originario de una forma social que
defienda y proteja con toda la fuerza a la persona de cada uno de los asociados y por la cual cada uno no obedezca
sino a sí mismo y que por lo tanto, sea libre siguiendo la “voluntad general”, que será la misma que la de cada uno
de los individuos contratantes.
Él no concibe oposición entre los intereses estatales e intereses individuales, ni entre los de los individuos
entre sí una vez están hermanados como ciudadanos. Esta voluntad consensual emanará de la ley, la real fundadora
de los derechos civiles. Su Estado democrático es más ético que de derecho y sus obras justificarían una democracia
directa o participativa.
Otra diferencia de su obra es la de tener una concepción moral del hombre distinta (optimista) y una crítica
Por su lado, entendiendo el castigo como una actividad estatal, y el que también están comprometidas las
leyes, es en la base contractual del Estado, y en su definición como Estado autoritario (HOBBES), Estado de derecho
(LOCKE) o Estado ético (ROSSEAU), en donde se encontrarían los intentos de justificar lo que hacían los Estados del
momento. Las ideas ilustradas son ideas críticas e ideas de cambio, y en ellas se basaron las formas políticas que
surgieron de las revoluciones políticas de fines del s. XVIII.
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1. LOS DISCURSOS DISCIPLINARIOS Y UTILITARIOS. EL NACIMIENTO DE LA POLÍTICA Y LA PRISIÓN
Durante el s. XVIII se produjo el 1º desarrollo de la Revolución Industrial. Las innovaciones tecnológicas, los
cambios en la explotación agraria y en los transportes, establecieron una producción industrial. Esta reemplazaba
tanto a la manufactura y al artesanado como a la economía de subsistencia de los campesinos sin tierra.
Este desarrollo económico venía acompañado de la idea del capitalismo liberal. Este liberalismo
teóricamente sin reglas produjo las cotas más altas de injusticia social y de explotación de la nueva clase social
trabajadora, que se llamará desde entonces proletariado. Las condiciones de trabajo que permitían aumentar la
ganancia de los intereses privados fueron infrahumanas.
Este liberalismo no se basaba en la práctica en la falta de intervención estatal, sino que los Estados
resultaron funcionales a esta forma de producción, a través de la contención y el control de los explotados. Tras las
ceremonias represivas del Antiguo Régimen y del período de acumulación de capital, las necesidades de la
revolución industrial provocarían un cambio en la forma de ejercer el control estatal a través de los castigos. Se
buscaba una utilizada también con la pena, y esa utilidad estaría dada en el disciplinamiento de los explotados en las
Durante este período de tiempo surgen nuevas políticas penales, utilitarias y disciplinarias, donde destaca el
pensamiento de BENTHAM, que piensa que la prisión nace directamente justificada por las necesidades
disciplinarias. Una de sus fuentes ideológicas proviene del pensamiento puritano, ya que la disciplina, el encierro y el
ascetismo, como condiciones de orden y progreso espiritual influyeron en el diseño de orden democrático y del
sistema penitenciario en EE.UU.
A lo largo del s.XIX se produce un incremento considerable del gasto público dedicado a las herramientas
disciplinarias, tanto del ejército como de la nueva policía burocratizada que comienza a gestarse. Las policías
nacionales, tal como hoy funcionan, se difundieron en el s.XIX, aunque tienen su origen en Francia.
Fue FOUCHÉ quien organizaría la policía en su función disciplinaria, burocrática y represiva. El éxito
conseguido por este personaje demuestra su poder y su mantenimiento en el cargo tras la restauración monárquica,
la que debió pactar con el que era el verdadero dueño de las calles y por tanto, garantizador del orden con la
Gendarmerie.
La Gendarmerie se apoyaría en el procesamiento de datos de todo tipo que su estructura burocrática se
encargaba de recoger y catalogar.
En todos los países, la justificación de estos cuerpos especiales de policía estaba dada por el control de las
clases peligrosas, la constituida por el nuevo proletariado urbano y sus posibilidades de huelgas y de sabotajes.
Todos los ilegalismos que eran tolerados antes del capitalismo industrial se vuelven intolerables ahora para los
propietarios comerciales e industriales. Junto a la exigencia del castigo debía organizarse un sistema que evitase las
pérdidas de los comerciantes e industriales. Las burocracias, las de la prisión, la justicia o la policía serían unas
máquinas de eliminar la responsabilidad individual de sus propios miembros.
Aunque estas burocracias estatales reconocen su origen en el continente europeo antes que en Inglaterra,
no debe dejar de prestarse atención a que es el mismo capitalismo industrial, particular o privado, el que cuando no
tiene todo el control del Estado genera burocracias con funciones de control parecidas.
Los grandes tumultos de 1780, en los que el rey Jorge III reprimió con el ejército en la misma Londres,
demostraron que las viejas rondas de vigilantes no podían solucionar la cuestión del orden en las nuevas
circunstancias. Tampoco eran efectivas las severas penas existentes en aquel país, las más duras del mundo. Para los
conservadores esas penas disuasorias eran garantía de libertad que sería perdida de aceptar el invento “continental”
de la policía. Los reformistas creían en la prevención y la evitación de delitos. Y ello sería posible con medidas de
control, entre las que se destacaba un cuerpo policial burocratizado.
El inspirador de la policía inglesa, COLQUHOUN, en su Tratado sobre la policía de Londres propone un cuerpo
de policía profesional que reemplace a los antiguos serenos, organizado jerárquicamente y repartido en varios
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distritos que respondan a un mando único y que cuenten con importantes servicios de inteligencia. Decía que la
clase obrera debía ser vigilada y, como consecuencia de este estudio, se organizan trabajos de estadísticas criminales
de diversos cuerpos de patrullaje y control, muchos de ellos dependientes directamente de la autoridad portuaria.
Durante la segunda década del s.XIX, PEEL, reúne todos esos cuerpos especiales y privados y los pone bajo
un mando estatal.
En 1829 se produce la formalización efectiva de la Policía Metropolitana londinense, cuyos miembros se
denominan “bobbies”. También abogaban por estas reformas penales (reemplazo de la dudosamente disuasoria
horca, por efectivos cuerpos burocratizados de policías y penitenciarios) sectores progresistas, como los de los
discípulos de BENTHAM.
El promotor de una extensión de la ley de policía fue CHADWICK, que proponía una breve estancia en prisión
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seguida de un mayor control policial afuera. También redactó en 1834 la “nueva ley de pobres”, en teoría menos
“sangrante” pero en la práctica mucho más efectiva y represiva que la anterior legislación isabelina.
No debe olvidarse que a la idea de prevención del delito iba unida directamente a la de la protección de la
propiedad privada, comercial e industrial. De esta forma es posible percibir la labor de la burguesía como sujeto
beneficiario de la reforma penal del s.XIX en los Estados industrializados. En los Estados con menor desarrollo
industrial, los cuerpos de policía tenían una función más rural que urbana, pues se trataba de proteger los caminos y
también la propiedad del pillaje campesino. Se establecen así sistemas de control que sirven a la clase industrial y
propietaria, pero organizados desde el propio Estado.
Junto a las burocracias de la industria aparecerán otras burocracias estatales que se harán cargo de la cosa
pública en lugar de sus verdaderos dueños, teniendo como principal función el control y la disciplina de los otros.
Las distintas fases del movimiento penitenciarista coinciden con las fases revolucionarias. Así, tras el
momento revolucionario de 1789, el penitenciarismo sería filantrópico, se fijaría en las condiciones de vida de las
prisiones existentes y reclamaría su mejora. En las revoluciones de 1830 se expresaría el repudio a la pena de muerte
y a otras penas corporales. Y luego, tras el aplastamiento de las revoluciones de 1848, vendría el reemplazo de los
reformadores por burócratas y especialistas en actividad penitenciaria que endurecerían el cumplimiento de tales
sistemas.
En el momento revolucionario de 1789 queda reflejado la prohibición constitucional de castigos crueles e
inusuales. El mismo FRANKLIN integró una de las primeras sociedades de mejora de las prisiones, creada con el fin de
descubrir y sugerir formas de pena destinadas a encaminar a los ciudadanos por la senda de la virtud y la felicidad.
HOWARD inspiró la supresión de las penas corporales y trabajos forzados y su reemplazo, primero con un
periodo de prueba, mediante el aislamiento silencioso. Este autor tendría gran influencia en la Sociedad de Prisiones
de Pensilvania, que sería la propagadora e impulsora del sistema educativo y disciplinario con base en el encierro
solitario a imponerse desde entonces.
Por un lado se elaboraban críticas humanitarias que atendían al alto índice de suicidios y de locura. Y
también críticas utilitarias, pues la arquitectura y el régimen se consideraban muy costosos. Pero las críticas se
ampliaron cuando los cambios económicos hicieron necesaria la reintroducción del trabajo productivo en la prisión.
La modificación para permitir el trabajo de las prisiones la realiza en 1821 LYNDS, que modificó la
arquitectura al adoptar el pabellón rectangular “tipo Bastilla”, de pabellones laterales y oscuras celdas interiores. En
el sistema auburniano se mantenía el aislamiento durante la noche pero se introduciría el trabajo colectivo en
estricto silencio durante el día.
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Se pretendía la educación del preso en una actividad útil y en los hábitos de docilidad productiva. El sistema
de trabajo ya era el de modernas fábricas, aunque con horarios que llegaban a las 10h diarias los 7 días de la
semana. La disciplina en la organización del trabajo reemplazaría la disciplina de la simple vigilancia. Además, se
permitía a un particular aprovechar mano de obra esclava.
El trabajo introdujo la posibilidad de intervenir sobre el preso tanto con la amenaza de castigos como por la
promesa de premios (el más importante, el de la conmutación de parte de la condena).
En Europa no pasarían desapercibidos tales proyectos: la importancia que se le daba al trabajo forzado haría
inclinarse primero hacia el sistema auburniano, pero el componente humanitario haría progresar el otro sistema
(denominado filadéfico, pensilvánico, celular o de confinamiento separado), al cual la dificultad arquitectónica haría
posteriormente preferir un sucedáneo.
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En estas prisiones la vida ha de seguirse sin recurrir al castigo corporal, no ha de ser mejor que la vida en
libertad y han de evitarse los gastos innecesarios. Por otro lado, habrá una separación por sexos, se dotará de
trabajo a los condenados, se les alimentará y vestirá, será elemento fundamental la higiene y también la atención a
los liberados.
En su libro, De los delitos y las penas, se critica la injusticia de la legalidad de su época, pugnando por la
legalidad en materia penal.
No obstante, sus pensamientos olvidan todo lo que puedan significar las motivaciones, las causas del
delincuente y del delito. Importaba tan solo la defensa de un nuevo orden social basado en la propiedad y
sustentado en la burguesía como nueva clase social emergente.
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Se aplicarán contra la voluntad del que la padece.
Solo pueden imponerse al responsable del delito.
Deben derivarse de la naturaleza de los hechos.
Serán proporcionales a los mismos.
Serán públicas.
De imposición rápida.
Irremisibles.
Necesarias.
Lo menos rigurosas que sea posible.
La pena favorece la seguridad del Estado y debe procurar la corrección del delincuente.
2.1 La Psiquiatría
Es a partir de finales del s. XVIII cuando se comienza a distinguir a los enfermos mentales de los delincuentes
para evitar el sufrimiento de estos enfermos en prisión e iniciar su tratamiento.
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2.1.1 Philippe Pinel (1745-1826)
Director del hospicio de Bicetre, que era un lugar que acogía a alienados mentales, presos políticos,
vagabundos, prostitutas, pobres, huérfanos, marginados y disidentes sociales, luchó por la separación y clasificación
dentro de estas dependencias de los que allí se encontraban, librándolos de las cadenas.
Intentó encontrar una solución y alivio sanitario, y fruto de esta labor es su Tratado médico-filosófico sobre
la alienación mental o la manía. Posteriormente, fue nombrado director de la Salpétrière.
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2.2 La Fisionomía
Eleva a categoría científica la antigua máxima de que cuerpo y alma se encuentran relacionados. La
interdependencia de lo somático y lo psíquico; el cuerpo y la personalidad; lo interno y lo externo. La apariencia
física se corresponde con el estado anímico.
Hablamos de la idea de que cuerpo y alma están relacionados, de tal manera que las deformidades del
cuerpo se corresponden con las anormalidades del alma.
2.3 La Frenología
Se basa en la teoría de la “localización”: cada función tiene su origen en una parte del cerebro. Una
malformación craneal es signo de una malformación cerebral, y en esta se sitúa el origen del crimen.
2.5 La Antropología
Teorías que nacen en un referente en el que la ideología del racismo y la frenología estaban en pleno auge.
El delincuente forma parte de una subespecie humana, de una degeneración, reflejadas en su aspecto exterior.
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fenómeno se tratara.
El crimen puede ser estudiado como un fenómeno social que se comporta con precisión y regularidad
estadística, y que viene unido a la pobreza, a la situación geográfica, al analfabetismo y al clima. Además, elaboró las
Leyes Térmicas:
En el invierno se cometen mayor número de delitos contra la propiedad que en el verano, como
consecuencia también de las mayores dificultades que supone, en cuanto a condiciones de dureza.
Los delitos contra las personas se cometen fundamentalmente en verano.
Los delitos sexuales se presentan con mayor frecuencia en primavera.
Conforme nos acercamos al Ecuador, estas regularidades tienden a no verificarse, toda vez que las
estaciones son menos marcadas.
Si la sociedad se basa en el consenso y las definiciones normativas tienen en él su fundamento, habrá que
analizar las causas ambientales y psicológicas que están en el origen de que determinadas personas, los
delincuentes, no interioricen de forma adecuada los patrones normalizados de comportamiento. El delincuente se
comporta de tal forma sin ser consciente de los motivos que le empujan a ello, no es, por tanto, responsable.
La defensa de la sociedad ante el delito es algo necesario, pero no ha de hacer olvidar que prevalece la
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importancia dada al delincuente frente al delito. De aquí se deriva que la pena tiene que ser individualizada y por
ello la función social del control tiene que pasar de los jueces a mano de los científicos sociales.
El positivismo surge como un movimiento de reforma ante la Escuela liberal, fijando su punto de mira en el
delito, en vez de en la pena, y fijando en el delincuente su objetivo de estudio.
El fundamento del positivismo criminológico será el “método” utilizado: la observación de los fenómenos
sociales y su vinculación con las leyes de la naturaleza a través de la inducción, siendo las premisas fundamentales, la
medición de los hechos (cuantificación), la neutralidad científica y el determinismo.
Así, se hacía necesario distinguir el delito de la conducta normalizada mediante el análisis de las estadísticas
de criminalidad oficiales. Las estadísticas se basan en las definiciones legales preexistentes y suponen el análisis de
los delitos de los que tiene conocimiento la policía.
El positivismo no significa una postura dual, sino más bien una continuidad.
Dio comienzo así a la Antropología Criminal como estudio del criminal nato, que presenta signos de
inferioridad orgánica y psíquica:
Menor capacidad craneana.
Mayor ancho craneal.
Gran capacidad orbitaria.
Escaso desarrollo de las partes anteriores y frontales.
Gran desarrollo facial y maxilar.
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La imprevisión en grado portentoso.
Gran impulsividad.
El delincuente epiléctico se distinguiría del loco moral y del delincuente nato en:
Tendencia a la inactividad.
Amor a los animales.
Sonambulismos.
Disfunciones y precocidad sexual.
Alcoholismo.
Destructividad.
Doble personalidad.
Tatuajes.
Simulación de locura o ataque epiléptico.
Cambios de humos.
Amnesia.
Auras (magnetismo).
Hace una diferencia entre los delincuentes locos y los locos delincuentes, siendo los locos delincuentes los
enfermos dementes, sin capacidad de entender o de querer, que cometen algún crimen sin saber lo que hacen; en
cambio, el delincuente loco es el sujeto que ha cometido un delito y después enloquece en prisión. Distingue tres
tipos de delincuente loco.
Alcohólico: porque el alcohol es un excitante que paraliza, narcotiza los sentimientos más nobles y
transforma el cerebro más sano.
Histérico: se encuentra más comúnmente en las mujeres que en los hombres. Es egoísta cambiante,
colérico, feroz, fácil a simpatías, vengativo y con tendencia a la mentira.
Mattoide: aquel que sin estar loco se encuentra próximo a la locura.
El actuar del delincuente pasional se caracteriza por rarezas, su vínculo a lo circunstancial e inmediato,
elevada afectividad, conmoción posdelictiva, confesión y arrepentimiento.
El delincuente ocasional es aquel que comete delitos involuntarios, no hay perversidad o maldad. Realizan
estos hechos de forma extraordinaria y ocasional.
El delito es algo normal, natural, consecuencia de la vida en sociedad. Por ello que esta esté legitimada para
imponer castigos a los transgresores. Estos castigos no pueden estar determinados a priori y ser generales, toda vez
que el delincuente es un ser único y distinto al resto.
El delincuente puede y debe ser tratado ya que la pena tiene que tener un fin utilitario para la sociedad,
excepto en el caso del delincuente nato, para el que llega a sugerir la pena de muerte si fuera preciso.
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2.7.3 Ferri (1856-1929)
Simboliza la vertiente sociológica de la Escuela Positiva. En su obra son relevantes los aspectos
metodológicos empleados: utilización del método inductivo, cuantificación del fenómeno estudiado, adopción de
neutralidad científica al respecto y enunciación de leyes naturales explicativas.
El comportamiento del hombre viene determinado por múltiples factores. No existe el hombre libre. El delito
es producto de una anomalía biológica, física y social, como la densidad de población, la religión o el alcoholismo.
Elaboró su idea de “saturación criminal”: en un medio social determinado, en que el individuo se halla en
condiciones físicas definidas, se observa la comisión de una cantidad fija de crímenes.
La imposición de la pena ante conductas delictivas no tiene como finalidad el castigo del delincuente, sino la
defensa de la sociedad. Ha de cumplir una prevención especial (rehabilitando al delincuente), una prevención
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general (intimidando a las personas proclives al delito) y una prevención indirecta (para favorecer la aversión al
delito en el resto de los miembros de la comunidad).
Defiende la indeterminación de la pena e individualización del tratamiento. Como la pena no modifica los
aspectos que están en el origen de la conducta desviada, la imposición de la misma es ineficaz como mecanismo
neutralizador. Por ello apuesta por los sustitutivos penales: acciones preventivas de política criminal que se anticipen
al crimen.
3. APORTACIONES ESPAÑOLAS