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TEMA 6.

LA APLICACIÓN DE LAS
NORMAS JURÍDICAS

La norma jurídica no tiene sentido si no es porque trata de ser aplicada a la


realidad, nacen con la pretensión de ser aplicadas lo cual significa que lo que la
norma pretende es que la realidad se adapte a lo dictado por la norma. La norma
es un imperativo, una forma de resolver conflictos que en cualquiera de los casos
se pretende que la realidad social se aplica a los dictados de la norma. Por tanto, el
conjunto de actividades o actuaciones que se llevan a cabo para tratar de ajustar la
realidad a los tratados de la norma es lo que se conoce como aplicación del derecho
o de las normas jurídicas.

El código en el título preliminar dedica un capítulo (el capítulo II) a la aplicación de


las normas jurídicas, que contiene los artículos 3,4 y 5. Este capítulo no abarca
toda la materia, sino que regula únicamente la interpretación, la aplicación
equitativa y la aplicación analógica de las normas. Pero las reglas de la aplicación
pueden ser mucho más amplias.

Artículo 3 CC
1. “Las normas se interpretarán según el sentido propio de sus palabras, en
relación con el contexto, los antecedentes históricos y legislativos, y la
realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas, atendiendo
fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquellas.”
2. “La equidad habrá de ponderarse en la aplicación de las normas, si bien las
resoluciones de los Tribunales sólo podrán descansar de manera exclusiva en
ella cuando la ley expresamente lo permita.”
Artículo 4 CC
1. “Procederá la aplicación analógica de las normas cuando éstas no contemplen
un supuesto específico, pero regulen otro semejante entre los que se aprecie
identidad de razón.”
2. “Las leyes penales, las excepcionales y las de ámbito temporal no se
aplicarán a supuestos ni en momentos distintos de los comprendidos
expresamente en ellas.”
3. “Las disposiciones de este Código se aplicarán como supletorias en las
materias regidas por otras leyes.”

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Artículo 5 CC
1. “Siempre que no se establezca otra cosa, en los plazos señalados por días, a
contar de uno determinado, quedará éste excluido del cómputo, el cual
deberá empezar en el día siguiente; y si los plazos estuviesen fijados por
meses o años, se computarán de fecha a fecha. Cuando en el mes del
vencimiento no hubiera día equivalente al inicial del cómputo, se entenderá
que el plazo expira el último del mes.”

2. “En el cómputo civil de los plazos no se excluyen los días inhábiles.”

Cuando hablamos de la aplicación de las normas, entendemos que para aplicar una
norma jurídica lo que hay que hacer es subsumir el supuesto de hecho que
acontece en la realidad a lo previsto en la norma jurídica, es decir, ver si lo ocurrido
en la realidad es el supuesto de hecho en la norma jurídica para poder aplicar la
consecuencia. Para hacer esto hemos de seguir unos pasos previos: primero la
fijación exacta de los hechos con sus componentes y circunstancias, es decir, ver lo
que ha ocurrido con todos sus elementos para saber si eso puede encajar dentro
del supuesto de hecho de una norma; después, tengo que buscar la norma
aplicable, seguir un proceso de selección de las normas del ordenamiento jurídico,
esta elección debo realizarla a partir de las fuentes del ordenamiento jurídico de las
que dispongo.

La selección de la norma requiere una previa labor de interpretación, de estudio, de


análisis de la norma para descubrir su sentido, para saber si lo que esa norma
prevé es lo que puedo aplicar al supuesto de hecho acontecido en la realidad.
Entramos aquí en algo complejo en la práctica, la interpretación de las normas.

LA INTERPRETACIÓN DE LAS
NORMAS: CONCEPTO Y CLASES

La interpretación buscar descubrir el sentido de la norma y ello se hará a través de


los medios por los que la norma se exterioriza y manifiesta; así pues, toda norma
tiene que ser objeto de interpretación, siendo incluso la simple lectura una
interpretación. Los medios de los que el intérprete se va a servir para esta labor
van a ser cualesquiera que le sirvan para precisar su sentido.

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Por tanto, el objetivo de la interpretación es el de hallar el sentido de la norma,
sobre esta base se han construido diversas teorías y doctrinas; por ejemplo
encontramos la teoría de la interpretación literal, según la cual el sentido de la ley
es el que se deduzca rigurosamente de la letra; según la teoría de la voluntad del
legislador, el sentido que hay que encontrar es el que quiso encerrar en esa norma
el legislador que la dicto, lo que el legislador quiso al dictar esa norma; según la
teoría de la voluntad de la ley, se entiende que una vez la norma se independiza de
su autor, hay que buscar el sentido que objetivamente encierra la norma, no lo que
el legislador quiso subjetivamente; o según la escuela de derecho libre, según la
cual el juez no está sujeto a nada sino que debe interpretar la norma como a él le
parezca.

ELEMENTOS DE INTERPRETACIÓN
Tenemos que buscar el sentido de la norma y para ello nos vamos a servir de todos
los elementos posibles que tengamos a la disposición del interprete, sin importar la
cantidad de criterios que necesitemos, pues lo importante es el resultado.

Pese a esta libertad de elección, normalmente se ha hablado de 4 elementos:


gramatical, lógico, histórico y sistemático; pudiendo encajar casi todos los otros
elementos existentes dentro de estos. Por su parte, la jurisprudencia a cerca de la
interpretación ha dicho que hay que precisar el sentido intrínseco de la norma
atendiendo a su enunciado, sentido lógico, razón o finalidad del precepto,
antecedentes de este y sistemática de sus preceptos en relación con el que trata de
determinar.

El código en el artículo 3 nos dice que las normas se interpretaran según el sentido
propio de sus palabras, en relación con el contexto, los antecedentes históricos y
legislativos, y la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas, atendiendo
fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquellas.

Encontramos aquí todos los criterios interpretativos que pueden y deben utilizarse.

 Elemento gramatical: es el primer paso pues la ley se manifiesta mediante


palabras, y habrá que ver el significado de estas en su conjunto, pues puede

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ocurrir que una palabra tenga diversos significados. Frecuentemente se dice
que este elemento es el primero en tener en cuenta, sin embargo, no
significa que sea el principal o prevalente.

Es decir, antes de entrar en otra averiguación es lógico que se ha de ver si


de la letra se deduce el sentido, pero que exista una letra clara no garantiza
que exteriorice el sentido del precepto por lo que tendremos que acudir a
otros elementos interpretativos

 Elemento lógico: se suele entender en dos sentidos, uno buscar el sentido


atendiendo al motivo o finalidad con que se dictó; o a la utilización de
razonamientos o reglas lógicas en la interpretación. En un proceso
interpretativo es razonable que se utilizan razonamientos lógicos, esto se
traduce en que han ido creando una especia de reglas que nos sirven como
criterios lógicos a la hora de interpretar, por ejemplo: debe rechazarse la
interpretación que conduzca al absurdo; o la norma que autoriza a lo más,
autoriza implícitamente a lo menos; o donde la ley no distingue, el
intérprete no debe distinguir.

 Elemento histórico: sobre lo que es el sentido de la norma a veces es


esclarecedor conocer los antecedentes históricos, es decir, la necesidad que
la norma vino a suplir, con todos los datos del proceso de creación; todo
esto nos lleva a conocer el sentido del precepto hoy, no el sentido en el
momento de creación sino el que tiene hoy.

 Elemento sistemático: hay que pensar que el ordenamiento jurídico es un


todo sistemático, que las cosas están ordenadas, clasificadas con arreglo a
determinados criterios; y el saber donde está ubicada una norma, nos ayuda
a interpretar la normas porque se supone que las normas están
sistematizadas.

 Elemento sociológico: se ha de descubrir el sentido de la norma hoy, no lo


que el legislador quiso decir o lo que se interpretó antes, sino con las
circunstancias y realidad social de hoy.

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Una vez obtenido el sentido de la norma, si se compra con la letra de la ley puede
ocurrir que coincida o que no, puede ser que el sentido obtenido es mucho más
amplio o mucho más reducido de lo que dice la norma; esto confirma que el
elemento literal no es el que deba prevalecer. Si el sentido coincide es una
interpretación declarativa, pero puede darse una declaración extensiva si el sentido
hallado es más amplio que el que el legislador utilizo; o restrictiva si el sentido
hallado es más reducido que el que se deduce de la letra de la ley.

Estas tres clases de interpretación no se van buscando, no se tiene una


predisposición, sino que es el resultado, cuando ya se ha descubierto el sentido de
la ley; sin embargo, el tribunal supremo en ocasiones declara que una norma es de
interpretación extensiva o restrictiva, pero aquí no debe entenderse que el tribunal
supremo quiere decir que cuando se aplique la norma su ámbito debe ser ampliado
o reducida, puesto que esto no es correcto; lo que el supremo dice es que se debe
buscar el verdadero sentido, sea cual sea, de la norma a partir de los elementos
interpretativos, pero ante ambigüedad o en caso de duda, se debe aplicar de forma
extensiva lo que beneficia y restrictiva lo que perjudica.

También se habla de clases de la interpretación atendiendo al autor, a quien la


hace. El sentido de la norma nos interesa a todos, pero la pregunta es: ¿quién debe
extraerlo? La interpretación que nos interesa es la interpretación pública que es la
que procede de una autoridad u organismo público; esta puede proceder del propio
legislador, llamándose interpretación autentica, y se produce cuando el propio
legislador ve que su legislación produce dudas y especifica o desarrolla a través de
una norma complementaria. La otra interpretación publica es la interpretación usual
que es la que realizan los tribunales y que solo se extiende al caso concreto, a
excepción del tribunal supremo que crea jurisprudencia.

Se habla además de una interpretación privada, la interpretación doctrinal, que es


la realizada por los juristas y estas tiene el valor del prestigio de quien la hace y los
argumentos sobre los que se apoya; pero no tiene valor oficial.

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INTEGRACIÓN DE LAS NORMAS
JURÍDICAS

Cuando hablamos de integración hablamos de algo ligado a la interpretación, pero


no igual, estamos partiendo de admitir que el material normativo del que
disponemos no está contemplando rigurosamente el supuesto que se plantea en la
realidad, es decir, estamos ante un supuesto con una laguna legal o del derecho, es
decir, una zona no regulada. Para esto hemos de distinguir dos conceptos: la
laguna de la ley y las lagunas del ordenamiento jurídico.

La laguna de la ley se produce cuando la norma que tenemos no regula


exactamente el supuesto de hecho producido en la realidad, esto puede ocurrir
porque por muy abstracto y genérico que estén redactados los preceptos, es
imposible que el legislador haya imaginado todas las posibles situaciones que no
existían en su momento; o también pueden darse estas lagunas por la poco
cuidada redacción de las normas, existiendo preceptos contradictorios.

Por otro lado, la laguna del ordenamiento jurídico se trata de un problema de


filosofía del derecho acerca de si el ordenamiento jurídico en su totalidad puede
tener vacíos; y debemos decir que el derecho positivo no admite las lagunas del
ordenamiento jurídico puesto que, a partir del sistema de fuentes, el juez tiene que
encontrar la norma aplicable al supuesto concreto.

Cuando se da una laguna en la ley, el juez tiene que encontrar la norma aplicable,
y para ello podemos encontrar dos sistemas: la heterointegración (integrarse con
otras cosas externas) y la autointegración (integrar con el propio material).

La heterointegración opera cuando un sistema jurídico acude para llenar sus


lagunas a otro sistema jurídico, esto supondría afirmar que existe un sistema
jurídico externo que es mejor mientras que el propio es imperfecto, y esto no
ocurre actualmente en España, aunque si ha ocurrido en las épocas previas a la
codificación e incluso en el proceso de codificación; siendo el derecho romano como
derecho común, derecho supletorio para llenar las lagunas de los ordenamientos
imperfectos de la época. Lo que si ocurre dentro de nuestro ordenamiento como

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sistema de heterointegración no es referido al conjunto del ordenamiento sino
respecto a las partes, es decir, que hay partes del ordenamiento que se refieren a
otra parte del ordenamiento para llenar sus lagunas.

El otro sistema, el de la autointegración excluye la remisión a otro ordenamiento, y


es el propio ordenamiento el que debe tener mecanismos para llenar las posibles
lagunas, esto se hace a través de: la expansión lógica de las normas, a través del
procedimiento analógico o mecanismo de la analogía (sistema defendido por las
corrientes doctrinales que defienden que no puede haber normas que no sean
dictadas positivamente). Dentro de la autointegración y aparte de la analogía hay
otro sistema que es el de colmar las lagunas mediante la búsqueda y aplicación de
los principios generales del derecho, es decir, sabemos que es la segunda fuente
supletoria y a partir de estos debemos buscar la norma que llene el vacío de ese
supuesto. Autointegración principal.

Incluso se puede acudir mucho más excepcionalmente a criterios o valores de


naturaleza no jurídica, se lleva a cabo una interpretación libre del derecho que da
gran arbitrariedad al juez.

El CC acerca de esto contiene un sistema de autointegración principal, es decir a


través de los principios generales del derecho. Sin embargo, cuando se reformó el
Título preliminar se añadieron dos referencias que complican este sistema tan claro
de acudir a la ley, sino a la costumbre y sino a los principios generales del derecho,
es la referencia que se hace a la analogía y a la equidad. (Art. 1.1 CC)

LA ANALOGÍA

La analogía no quiebra el sistema de integración principal a través de los principios


generales del derecho, pero si lo trastoca, siendo la analogía un sistema para llenar
las lagunas a través de la expansión lógica de las normas.

En un sentido estricto diríamos que la analogía supone la aparición de un hecho en


la realidad y que no hay una norma o precepto legal que contemple este supuesto

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de forma directa, sin embargo, existe una norma que se ha dictado para otro
supuesto distinto al ocurrido en la realidad pero que tiene alguna semejanza con
este. Las características o requisitos serian por consiguiente tres: no hay ninguna
norma que regule el supuesto de hecho acontecido en la realidad, hay una norma
que contempla y regula un supuesto de hecho distinto, hay una cierta relación de
similitud entre el supuesto de hecho acontecido en la realidad y el supuesto de
hecho previsto en la norma jurídica.

El problema de la analogía radica en determinar cuándo se considera que dos


supuestos son parecidos, este tema supone una inseguridad a cerca de cuántos
rasgos deben de ser análogos. Por otro lado, no basta para colmar la laguna aplicar
analógicamente la norma solo porque se parezcan, sino que a mayores faltas algo
decisivo: un juicio de valor sobre la conveniencia, es decir, si es justo o no que a
este hecho no regulado le apliquemos la norma que ha previsto otro supuesto, si es
lógico y razonable.

En la analogía se habla normalmente de dos tipos: analogía legis y analogía iuris.


La analogía legis supone que se procede de lo particular a lo particular, es decir,
hay un supuesto regulado y otro que no y entre ambos hay una cierta similitud y
hay una identidad de razón, un juicio de valor que contempla positivamente la
aplicación de la norma al supuesto no regulado. Por su parte, la analogía iuris va de
lo particular a lo general (principio general) y de lo general a lo particular. Es decir,
se parte de otras premisas; hay un hecho en la realidad no regulado y en vez de
partir de otra norma, se parte de múltiples normas y mediante abstracción (es
decir, no atendiendo al caso que regula sino al principio inspirador de esa
regulación) llegaríamos a obtener la norma aplicable a ese supuesto. Esta analogía
iuris no supone los problemas de la aplicación de la analogía legis.

El código contempla la analogía iuris, pero hace referencia a la analogía legis en el


artículo 4.1:

Art. 4.1: “Procederá la aplicación analógica de las normas cuando éstas no


contemplen un supuesto específico, pero regulen otro semejante entre los
que se aprecie identidad de razón”.

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El articulo esta por tanto recogiendo los requisitos para la aplicación de la analogía
legis.

El procedimiento analógico, está basado en muchas reglas de experiencia recogidas


por la jurisprudencia y la doctrina; así pues, puede suceder que aun dances las
condiciones necesarias para el uso de la analogía con carácter general, sin
embargo, el recurso a la analogía se encuentre vedado, como ocurre expresamente
con:

 Las normas penales, excepcionales y temporales. Esto se haya recogido en


el artículo 4.2 CC que nos dice que:

Art. 4.2 CC: “Las leyes penales, las excepcionales y las de ámbito
temporal no se aplicarán a supuestos ni en momentos distintos de los
comprendidos expresamente en ellas”.

 También se ha dicho que las normas prohibitivas y las normas


sancionadoras no aceptan la analogía y deben aplicarse de manera
restrictiva.

 Por otro deben considerarse como odiosas las normas limitativas de la


capacidad de la persona y las limitativas de los derechos subjetivos
individuales.

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