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tras saltar a la actualidad los

casos de un supuesto plagio de la


tesis doctoral de Pedro Sánchez y
también del trabajo de fin de
Grado de la ex ministra de
Sanidad Carmen Montón
ocasionando la dimisión de ésta última, la cuestión del copy-
paste se ha puesto de moda. Hoy, la Universidad de Barcelona
ha retirado el doctorado a un cargo del PDeCAT por plagio.
Este, sin embargo, no es un tema nuevo.

Según la Real Academia de la Lengua, plagiar consiste en


copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias.
Cualquier obra literaria, artística o científica puede ser objeto de
este delito, pero también los libros, folletos, impresos, incluso
los discursos las conferencias, gráficos, planos o maquetas... la
lista es larga. Es importante saber que no toda coincidencia
entre dos o más trabajos supone un plagio: solo cuando
hablamos de coincidencias estructurales básicas y
fundamentales, y no cuando son accesorias o añadidas, es
decir, no transcendentales

a propiedad intelectual de una obra supone que su autor tiene


la plena disposición y un derecho exclusivo de explotación. El
Código Penal en sus artículos 270 a 272 castiga las conductas
que, de forma intencionada y para obtener un beneficio,
atenta contra este derecho, como es el plagio. Quien cometa
este delito puede ser condenado a prisión de 6 meses a 4 años,
dependiendo de la gravedad. Pero siempre, para advertir la
existencia del delito es necesaria una intencionalidad, es decir
realizar la conducta prohibida a sabiendas y conocimiento y
voluntad. También es necesario que no exista autorización por
parte del titular de los derechos, y la obtención de un
beneficio, ya sea directo o indirecto.
No solo los individuos pueden plagiar, también el Código
penal prevé la responsabilidad penal de las personas jurídicas.
Además, los que cometan el delito pueden incurrir también en
responsabilidad civil, lo que conlleva la adopción de
determinadas medidas que establece la Ley de Propiedad
Intelectual, pagando la correspondiente indemnización por los
daños causados, incluyendo los daños morales. Son
precisamente estas demandas por responsabilidad civil en
reclamación de indemnización, las más examinadas por los
tribunales.
Trabajos académicos

Los casos más numerosos de plagio que han llegado a los


tribunales se refieren a los trabajos académicos, como las tesis
doctorales, los trabajos fin de grado y otros similares. Una
reciente sentencia dictada por la AP de Granada (accede aquí al
texto) confirmó la condena a 6 meses de prisión a un doctor de
la Universidad de Granada que ayudó a su esposa a presentar su
tesis doctoral, para lo que utilizaron trabajos realizados por
otros académicos en un proyecto de investigación. Se concluyó
la existencia de plagio aunque se alterara algún título o se
añadieran otros, pues la estructura era idéntica al original
copiado: orden de presentación, objetivos, metodología...

La justicia ha señalado también que la mera recogida de datos,


por muy trabajosa y meritoria que sea, no constituye la
creación de una base de datos, ni confiere derechos de
propiedad intelectual sobre
ellos. De esta manera el
juzgado de lo mercantil de
Murcia en una sentencia
dictada en 2015 (accede aquí
a al texto) rechazó la
demanda de
indemnización por plagio a
un estudiante que utilizó
dichos datos para su Trabajo Fin de Master. Aunque la
conducta del estudiante fue reprochable moralmente, no existía
vulneración de los derechos de autor protegidos, y por tanto no
cabía indemnización.

Para poder acreditar que ha existido un plagio en una obra de


estas características hay que probar, claro está, que el original
se confeccionó antes que la supuesta copia. Así, el Tribunal
Supremo (accede aquí a la sentencia) concluyó que no existió
vulneración de los derechos de propiedad intelectual porque el
supuesto perjudicado no había podido probar que su tesis
doctoral se realizó antes que la supuesta copia.
Cine y televisión

Programas de televisión como La botica de la abuela y La


botica de Txumari han llegado a la justicia (accede aquí a la
sentencia dictada por el Tribunal Supremo) por un supuesto
plagio, aunque en este caso se concluyó su inexistencia pues
aunque había coincidencias entre ambos formatos, se
encontraron numerosas diferencias entre ambos programas.

Copia un catálogo de productos de bricolage empleado como


medio comercial no constituye una obra de propiedad
intelectual, porque carece de la originalidad en la selección y
disposición de sus contenidos. El Tribunal Supremo (accede
aquí a la sentencia) consideró que copiar el diseño o la forma
del catálogo no es un acto de aprovechamiento del esfuerzo
ajeno y una vulneración del derecho a la propiedad intelectual.
Los guiones de cine, como no, puede ser objeto de copia y
pega. La Audiencia Provincial de Madrid condenó a pagar una
indemnización de más de 80.000 euros a los autores de un
guión cinematográfico que fue plagiado. La sentencia (puede
acceder aquí a la misma) examinó al detalle el argumento de
las obras enfrentadas y constató la existencia de similitudes y
coincidencias en el desarrollo de la trama y su desenlace, los
personajes protagonistas y secundarios y sus interrelaciones.
¿Los escritos de los abogados pueden ser objeto
protección? una curiosa sentencia dictada por la Audiencia
Provincial de Salamanca (accede aquí al texto), examinó un
caso en el que se reclamaba una indemnización por una pasante
de un despacho de abogados, contra uno de los socios, pues
según ella había utilizado una demanda elaborada por ella y
presentada al juzgado como propia. La Sala señaló que en este
caso no hubo plagio. Aunque los escritos profesionales de los
abogados pueden considerarse obras literarias de modo que, si
son originales, podrán acceder a la protección que brinda el
derecho de autor. Pero si, como en este caso, el abogado
modifica en mayor o
medida ese escrito para
corregirlo y adaptarlo a las
necesidades del proceso se
está en presencia de una
obra compuesta que
excluye el plagio.

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