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TRABAJAMOS EL CUENTO
Había una vez un pueblo al que un día llegó un payaso malabarista. El payaso iba de pueblo en
pueblo ganando unas monedas con su espectáculo. En aquel pueblo comenzó su actuación en la
plaza, y cuando todos disfrutaban de su espectáculo, un niño insolente empezó a burlarse del
payaso y a increparle para que se marchara del pueblo. Los gritos e improperios terminaron por
ponerle nervioso, y dejó caer una de las bolas con las que hacía malabares. Algunos otros
comenzaron a abuchearle por el error, y al final el payaso tuvo que salir de allí corriendo, dejando
en el suelo las 4 bolas que utilizaba para su espectáculo.
Pero ni aquel payaso ni aquellas bolas eran corrientes, y durante la noche, cada una de las bolas
mágicamente dio lugar a un niño igual al que había comenzado los insultos. Todas menos una,
que dio lugar a otro payaso. Durante todo el día las copias del niño insolente anduvieron por el
pueblo, molestando a todos, y cuando por la tarde la copia del payaso comenzó su espectáculo
malabarista, se repitió la situación del día anterior, pero esta vez fueron 4 los chicos que
increparon al payaso, obligándole a abandonar otras 4 bolas. Y nuevamente, durante la noche, 3
de aquellas bolas dieron lugar a copias del niño insolente, y la otra a una copia del payaso.
Y así fue repitiéndose la historia durante algunos días, hasta que el pueblo se llenó de chicos
insolentes que no dejeban tranquilo a nadie, y los mayores del pueblo se decidieron a acabar con
todo aquello. Firmemente, impidieron a ninguno de los niños faltar ni increpar a nadie, y al
comenzar la actuación del payaso, según empezaban los chicos con sus insultos, un buen montón
de mayores les impidieron seguir adelante, de forma que el payaso pudo completar su
espectáculo y pasar la noche en el pueblo. Esa noche, 3 de las copias del niño insolente
desaparecieron, y lo mismo ocurrió el resto de días, hasta que finalmente sólo quedaron el payaso
y el niño auténtico.
El niño y todos en el pueblo habían comprobado hasta dónde podía extenderse el mal ejemplo, y a
partir de entonces, en lugar de molestar a los visitantes, en aquel pueblo ponían todo su empeño
para que pasaran un buen día, pues habían descubierto que hasta un humilde payaso podía
enseñarles mucho.
TRABAJAMOS EL CUENTO
ESCENA:
Personajes……………………………………………………………………………………………………………………………………….
Lugar……………………………………………………………………………………………………………………………………………….
TEMA O ARGUMENTO
Acciones que suceden
……………………………………………………………………………………………………………………………………………
Problemas y objetivo………………………………………………………………………………………………………………………………..
FINAL O DESENLACE:
Resolución…………………………………………………………………………………………………………………………..
Hay una antigua leyenda acerca de tres hombres, cada uno de los cuales, cargaba dos sacos,
sujetos a sus cuellos, uno al frente y el otro a sus espaldas.
Cuando al primero de ellos le preguntaron que había en sus sacos, él dijo: -Todo cuanto de
bueno me han dado mis amigos se halla en el saco de atrás, ahí fuera de la vista, y al poco
tiempo olvidado. El saco de enfrente contiene todas las cosas desagradables que me han
acontecido y, en mi andar, me detengo con frecuencia, saco esas cosas y las examino desde
todos los ángulos posibles. Me concentro en ellas y las estudio. Y dirijo todos mis
sentimientos y pensamientos hacia ellas.
En consecuencia, como el primer hombre siempre se estaba deteniendo para reflexionar
sobre las cosas desafortunadas que le habían sucedido en el pasado, lo que lograba avanzar
era muy poco.
Cuando al segundo hombre le preguntaron qué era lo que llevaba en sus dos sacos, el
respondió: -En el saco de enfrente están todas las buenas acciones que he hecho. Las llevo
delante de mí y continuamente las saco y las exhibo para que todo mundo las vea. Mientras
que el saco que llevo atrás, contiene todos mis errores. Los llevo consigo a dondequiera que
voy. Es mucho lo que pesan y no me permiten avanzar con rapidez, pero por alguna razón,
no puedo desprenderme de ellos.
Al preguntarle al tercer hombre sobre sus sacos, él contestó: -El saco que llevo al frente,
está lleno de maravillosos pensamientos acerca de la gente, los actos bondadosos que han
realizado y todo cuanto de bueno he tenido en mi vida. Es un saco muy grande y está lleno,
pero no pesa mucho. Su peso es como las velas de un barco “lejos de ser una carga” me
ayudan a avanzar. Por su parte, el saco que llevo a mis espaldas está vacío, pues le he hecho
un gran orificio en el fondo. En ese saco, puse todo lo malo que escuché de los demás así
como todo lo malo que a veces pienso acerca de mí mismo. Esas cosas se fueron saliendo
por el agujero y se perdieron para siempre, de modo que ya no hay peso que me haga más
penoso el trayecto.
Autor:
Eva María Rodríguez
Valores:
No juzgar por las apariencias, soberbia, respeto
Colorao era un mono muy particular que vivía en un circo. El circo recorría pueblos y ciudades
anunciando a bombo y platillo la gran actuación del mono Colorao. La expectación era tal que el
circo vendía todas las localidades en cuanto salían a la venta.
Pero la función era tan larga y tan espectacular que a la mayoría de los espectadores se olvidaban
del mono Colorao. De hecho, la mayoría de asistentes no se acordaban de él hasta que llegaban
hasta que llegaban a casa.
Pero un día el circo llegó a un pueblo con unos vecinos muy exigentes, de esos a los que no se
les pasa una. Villacriticona La Mayor se llamaba el lugar; no te digo más.
El caso es que el pueblo en pleno compró entradas para el circo. No había empezado el
espectáculo y algunos ya habían empezado a poner pegas. Que si los asientos estaban faltos de
pintura, que si la carpa tenía más remiendos que las velas de un barco pirata, que si faltaban
acomodares… Cualquier excusa era buena para criticar. Y si no había algo que criticar, se lo
inventaba…
El espectáculo empezó, y entre el público se oían más abucheos y críticas que aplausos y vítores.
Los artistas estaban desesperados. Actuar así no resulta nada motivador, sobre todo cuando
tienes que hacer esfuerzo sublime para sonreír con dolor de muelas, como le pasaba a uno de los
payasos.
Y de esta manera llegó la despedida final, sin que el mono Colorao apareciera.
Los del circo estaba en graves apuros. Tenían que sacar al mono Colorao.
¡Pero el mono Colorao no quería salir nunca!
-No es colorao.
Era verdad, el mono era un mono normal, de color pardo. Pero tenía una particularidad: tenía muy
mal genio.
Y poco a poco, el mono Colorao empezó a enfadarse. Apretó los labios y la boca, entrecerró los
ojos y empezó a respirar muy deprisa. Casi parecía que se empezaba a hinchar.
Hasta que, de repente, la cara se le puso rojo como un tomate madura y gritó:
-¡Aaaahhh!
El mono Colorao salió corriendo y empezó a repartir mandobles a diestro y siniestro. El que no se
apartó a tiempo se llevó una buena bofetada.
Pero Colorao no atendía a razones. No se quedó a gusto hasta que todos se fueron de la carpa.
Y como los de Villa criticona La Mayor no dijeron nada, el circo siguió haciendo lo mismo: anunciar
al mono Colorao y luego no sacarlo. Quién sabe, lo mismo el rumor corrió y simplemente nadie
tenía ganas de llevarse un sopapo de un mono rabioso.
Sirácides (Eclesiástico), 28 – 2 – 5 Biblia
Lentamente, el joven limpió las manos de su madre. Las lágrimas bañaron su rostro
mientras lo hacía. Era la primera vez que notaba que las manos de su madre
estaban muy arrugadas y llenas de moretones. Algunos le dolían tanto, que su
madre hacía gestos de dolor cuando él los tocaba.
Esa fue la primera vez que el joven se dio cuenta de que esas manos lavaron ropa
diariamente para que el pudiera ir a la escuela. Las heridas fueron el precio que ella
pagó por la educación y el futuro de su hijo.
Al terminar de lavar las manos, el joven silenciosamente lavó el resto de la ropa de
su madre.
El director notó las lágrimas en los ojos del joven cuando le preguntó:
“¿Podrías decirme qué aprendiste ayer en tu casa?”.
El joven contestó: “Limpié las manos de mi mamá y también terminé de lavar la ropa
por ella”.
-Ahora ya sé lo que es el aprecio. Sin mi madre, no sería el hombre que ahora soy.
Al ayudarla, aprendí lo difícil y duro que es tener tus propios logros. Y ahora aprecio
la importancia y valor de ayudar a la familia.
El director le dijo: “Esto es lo que busco en un gerente. Quiero reclutar a una
persona que valore la ayuda de otros, una persona que conozca el sufrimiento de
los demás para lograr las cosas y que el dinero no sea el único valor en su vida”.
-Quedas contratado.
Un niño sobreprotegido y a quien se le ha dado todo lo que pide, desarrollará una
“mentalidad con derechos” y siempre será egoísta. No le importarán los esfuerzos
de sus padres. Si somos este tipo de padres sobreprotectores, ¿estamos realmente
mostrando amor o estamos destruyendo a nuestros hijos?
Tus hijos podrán vivir en una gran casa, comer una gran comida, aprender piano y
tener una gran pantalla de televisión. Pero cuando cortes el césped, deja que ellos
lo experimenten también. Después de comer, permite que ellos laven sus platos con
sus hermanos y hermanas. No es porque no puedas contratar a una mucama, sino
porque debes amarlos de la forma correcta. Quieres que entiendan que no importa
qué tan ricos sean sus padres, algún día tendrán canas, al igual que la mamá del
joven de la historia.
Lo más importante es que tus hijos aprendan a valorar el esfuerzo, experimenten la
dificultad y que aprendan a trabajar en equipo para hacer las cosas.
Bonita Historia de Reflexión sobre la Gratitud
Había una vez un Zar que se encontraba muy enfermo. Un día no puedo más y en
su desesperación por librarse de ese mal que le aquejaba desde hacía ya mucho
tiempo pronunció las siguientes palabras:
A punto de darse por vencidos, uno de ellos exclamó: ¡Hay una forma de curar al
zar!, los demás médicos y sabios lo miraron con asombro y preguntaron: “¿cuál es
la solución?”, el sabio respondió: “si logramos encontrar a un hombre de emociones
positivas que sea verdaderamente feliz, basta con quitarle su camisa y ponérsela
al zar para que se cure.”
Cierta noche el hijo del zar pasaba afuera de una choza muy sencilla y escuchó que
adentro alguien exclamaba: “Gracias Dios mío porque tengo todo para ser
feliz. He trabajado y he comido bien. Nada me falta.” El hijo del zar se sintió lleno
de alegría y mandó a sus sirvientes a que le llevaran la camisa de aquel hombre, a
quien en cambio había que darle cuánto dinero exigiera.
Se dirigieron a toda prisa a la choza para quitarle la camisa al hombre feliz, pero
GRANDE fue sorpresa pues éste hombre era tan pobre que no tenía camisa.
¡NO ES QUE LAS PERSONAS FELICES SEAN AGRADECIDAS, SINO QUE SON
LAS PERSONAS AGRADECIDAS LAS QUE SON FELICES?
Te pido también por todos aquellos que terminan este mes de septiembre con
alguna carencia y tristeza en su corazón, por los padres desesperados, por los niños
huérfanos, por las personas enfermas y por todo aquel que está atravesando alguna
gran necesidad. Te suplico que tu mano misericordiosa sea derramando una lluvia
de bendiciones y bienestar sobre aquel que necesite con urgencia de Ti.
AMADO DIOS, te doy gracias por este mes que termina y por la certeza de que Tú
siempre estarás conmigo. Te pido que tu bendición descienda en esta noche sobre
mi hogar y mi familia y que desde mañana podamos vivir un mes de octubre en
propósito, bonanza, felicidad y bienestar, AMÉN.
Cultivar la Gratitud
La Gratitud
aporta sentido al pasado, paz al presente y perspectiva al futuro
– Melody Beattle
La señorita Paz era la joven más bella y deseada en el mundo de los pensamientos.
Era tan buena y bonita, que todos se morían por casarse con ella. Pero había
nacido con una maldición, y el más mínimo problema o dificultad podía transformarla
en una horrible bruja llamada Guerra, tan malvada que destrozaba todo cuanto
tocaba. Por eso tenía que tener mucho cuidado con sus novios, para evitar que
pasara lo que en su primera cita con el poderoso señor Venganza, donde nada más
como ocurrió con el señor Ira, que la transformó con solo besarla.
Aunque no todas sus historias de amor fracasaron tan pronto. Con el serio señor
Justicia llegaron a pensar en la boda, pero un día la señorita Paz se equivocó, don
Justicia aplicó su justo castigo, y poco después una espantosa bruja corría tras el
Fue otro antiguo novio, el señor Miedo, quien convenció a todos de que lo mejor
un pequeño carcelero cuyo nombre nadie se atrevía a pronunciar. Era un tipo tan
distinto a otros pensamientos que Orgullo y Vanidad, la pareja más famosa del cine,
Pero algo tenía de especial el pequeño carcelero porque, pasara lo que pasara,
como nunca. Tanto, que doña Envidia hizo desear a todo el mundo haber
Al final, resultó que hasta Orgullo y Vanidad rodaron una película sobre sus vidas.
que la magia que había acabado con la maldición residía precisamente en aquel
Así que ya sabes: evita romper la Paz, y llena el mundo de amor, sabiendo decir
"Perdón".
EL SARTENAZO
delicias que ninguna rana debía dejar de probar, y aquello hacía sentirse a Renata
verdaderamente orgullosa.
comenzó a protestar diciendo que aquello no era comida, y que lo que él quería era
una buena hamburguesa de moscardón. Renata acudió a ver cuál era la queja de
Sopón con sus platos, y cuando este dijo que todas aquellas cosas eran
"pichijiminadas", se sintió tan furiosa y ofendida, que sin mediar palabra le dio un
buen sartenazo.
Menuda trifulca se armó. A pesar de que Renata enseguida se dio cuenta de que
tenía que haber controlado sus nervios, y no dejaba de pedir disculpas a Sopón,
éste estaba tan enfadado, que decía que sólo sería capaz de perdonarla si él mismo
Sopón no aceptaba las disculpas, y Renata se sentía fatal por haberle dado el
sartenazo, Renata comenzó a hacer de todo para que le perdonara: le dio una
pomada especial para golpes, le sirvió un exquisito licor de agua de charca e incluso
Pero Sopón quería devolver el porrazo como fuera para quedar en paz. Y ya
Sapiencio, su viejo profesor que un día le había salvado de unos niños groceros
cuando era pequeño, y que al hacerlo se dejó una de sus patas. Recordaba que
todo aquello ocurrió porque Sopón había sido muy desobediente, pero Sapiencio
Entonces Sopón se dio cuenta de que estaba siendo muy injusto con Renata.
Todos, incluso él mismo, cometemos errores alguna vez, y devolver golpe por golpe
y daño por daño, no hacía sino más daño. Así que, aunque aún le dolía la cabeza y
pensaba que a Renata se le había ido la mano con el sartenazo, al verla tan
Amigo Jesús,
Y con tu encarnación en nuestra Madre María nos mostraste que eres Dios que salva.
Y encontremos en ellas
Amen.
LAS CONEJITAS QUE NO SABÍAN RESPETAR
Había una vez un conejo que se llamaba Serapio. Él vivía en lo más alto de una montaña con sus
nietas Serafina y Séfora. Serapio era un conejo bueno y muy respetuoso con todos los
animales de la montaña y por ello lo apreciaban mucho. Pero sus nietas eran diferentes: no
sabían lo que era el respeto a los demás.
Serapio siempre pedía disculpas por lo que ellas hacían. Cada vez que ellas salían a pasear,
Serafina se burlaba: 'Pero mira qué fea está esa oveja. Y mira la nariz del toro'. 'Sí, mira qué feos
son', respondía Séfora delante de los otros animalitos. Y así se la pasaban molestando a los
demás, todos los días.
Un día, cansado el abuelo de la mala conducta de sus nietas (que por más que les enseñaba, no
se corregían), se le ocurrió algo para hacerlas entender y les dijo: 'Vamos a practicar un juego en
el que cada una tendrá un cuaderno. En él escribiréis la palabra disculpas, cada vez que le
faltéis el respeto a alguien. Ganará la que escriba menos esa palabra'.
'Está bien abuelo, juguemos', respondieron al mismo tiempo. Cuando Séfora le faltaba el respeto a
alguien, Serafina le recordaba el juego y hacía que escribiera en su cuaderno la
palabra disculpas (porque así Séfora tendría más palabras y perdería el juego).
De igual forma Séfora le recordaba a Serafina cuando le faltaba el respeto a alguien. Pasaron los
días y hartas de escribir, las dos se pusieron a conversar: '¿No sería mejor que ya no le faltemos
el respeto a la gente? Así ya no sería necesario pedir disculpas'.
Llegó el momento en que Serapio tuvo que felicitar a ambas porque ya no tenían quejas de
los vecinos. Les pidió a las conejitas que borraran poco a poco todo lo escrito hasta que sus
cuadernos quedaran como nuevos.
Las conejitas se sintieron muy tristes porque vieron que era imposible que las hojas del cuaderno
quedaran como antes. Se lo contaron al abuelo y él les dijo: 'Del mismo modo queda el corazón de
una persona a la que le faltamos el respeto. Queda marcado y por más que pidamos disculpas,
las huellas no se borran por completo. Por eso debemos respetar a los demás así como nos
gustaría que nos respeten a nosotros'.
Además de hablar sobre el valor del respeto, con este cuento puedes aprovechar para trabajar
una de las habilidades que los niños deben adquirir a lo largo de su paso por el colegio. Nos
referimos a la comprensión lectora. Y es que, como se detalla en el estudio realizado por Juan
Gómez Palomino, de la Universidad Nacional del Altiplano de Perú, y publicado en la revista
Comuniaccion, una buena comprensión lectora por parte de los alumnos es vital para la clase de
lengua, pero también influye en otros campos como las matemáticas, la ciencia y ambiente o la
formación religiosa.
- Las conejitas aprendieron que pedir disculpas lo soluciona todo y por ello no es importante
aprender a respetar.
- En este cuento se dice que solo debemos respetar a nuestros padres y maestros.
- Finalmente, las conejitas se dan cuenta de que las heridas provocadas por las burlas no se
llegan a borrar del todo.
- Serapio.
- Serafina y Séfora.
4. Recuerda alguna vez en la que sentiste que alguien te faltó el respeto (puede ser alguna vez en
que alguien se burló de ti por algo). ¿Cómo te sentiste en ese momento?
5. Subraya las palabras que no conozcas del texto, búscalas en un diccionario e intenta utilizarlas
cuando converses con tus papás y maestros.
os dos profes
Cuentos originales
Autor:
Soledad Antelo
Edades:
A partir de 6 años
Valores:
empatía, aprendizaje
En el vecindario de Teo vivían dos ancianos que llamaban la atención del niño.
A Teo le daba curiosidad que ambos tenían vidas muy distintas, uno de ellos
vivía en su casa solo, nadie lo visitaba y tenía cara de amargado
constantemente.
Por su parte, la otra anciana vivía con uno de sus hijos, su nuera y nietos, además recibía
constantemente visitas de sus otros hijos, nietos y unos cuantos amigos. Un buen día, de
camino hacia la plaza, Teo le preguntó a su padre.
—Papá, ¿por qué la anciana está siempre rodeada de sus seres queridos, y el hombre de
la otra casa siempre solo?
En la escuela del pueblo había muchos profesores, pero dos se destacaban sobre el resto,
una de ellos por su amabilidad y bondad, y el otro por cascarrabias y malvado. La
profesora era muy amorosa con todos sus alumnos. Enseñaba muy bien a todos los niños
y se preocupaba por ellos. Cada día los saludaba amorosamente, y los despedía al final de
las clases de la misma manera. Si se equivocaban con las tareas o en los exámenes, con
mucha paciencia les explicaba el asunto para ayudarlos a mejorar. Si debía regañarlos por
algún asunto, lo hacía haciéndose respetar pero sin maltratar a los alumnos.
El otro profe, en cambio, era muy estricto. Llegaba con cara de haberse chupado un limón
y siempre se dirigía a los alumnos de una manera muy fría. Apenas se acordaba sus
nombres. Tenía poca paciencia para explicar, cuando le hacían una pregunta, respondía
de mal humor como si los niños no hubieran entendido por tontos. A la hora de regañarlos
lo hacía de muy malos modos.
—-Pues si, esa escuela era la mía y esos fueron dos de mis profesores. Y tú los conoces.
T eo tardó muy poco en
entender que los dos profesores de su papá eran los ancianos del vecindario que llamaban
su atención.
—Los dos profesores aún viven en el pueblo, y son esos ancianos que me preguntabas.
¿Ahora entiendes?
—Nuestras acciones tienen consecuencias Teo, si no somos amables con quienes nos
rodean y no actuamos con buenos valores, no es lógico esperar retribución de los demás.
—Pobre anciano, qué pena que no lo haya entendido antes —suspiro Teo, que con su
buen corazón solía preocuparse por los demás, incluso siendo tan pequeño.
Después de la charla, Teo jugó y correteó por la plaza. Desde ese día siempre recordó la
historia de los dos profes que paso a formar parte de sus valores personales.
En un rincón de la clase del primer grado lloraba Ana, una de las pequeñas estudiantes. Aquello
era muy raro, ella era una niña que siempre vivía feliz y sonriente. —¿Por qué lloras? ¿Te duele
algo? —le pregunta la profe a la pequeña. —Maestra, Juanita me ha dicho que soy muy fea —
respondió la niña entre lágrimas y sollozos—. ¡La más fea de toda la clase! —Eso no es verdad —
le dice la maestra mientras le seca con ternura las lágrimas—. Eres una pequeña muy hermosa.
—¿Por qué has dicho eso Juanita? —pregunta la maestra un poco enojada. —Porque ella es muy
oscura —responde la niña un poco dudosa. —Juanita, todos tenemos un color de piel con el que
nacemos —explica la maestra—, unos son más claros y otros más oscuros, pero todos igual de
bellos. ¿Niños y niñas han pensado en cómo sería el mundo si no existieran los diferentes
colores? —preguntó la maestra a su clase. —¡Muy aburrido! Como un día de lluvia —respondió el
más travieso. —Las flores serían todas iguales— dijo Ana. —No existiría el arcoíris — agregó
Juanita. —¿Ya lo ven niños? —preguntó la maestra—.¡Es maravilloso que seamos diferentes! Al
final la maestra dio un gran suspiro y agregó: ¡El mundo es como una caja de colores, es más
bella mientras más colores tenga! © 2014 Liliana Mora León Imagen: morguefile
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Un tazón de sopa
Hacía varios años que José vivía en la calle. Tantos, que creía haber nacido allí. Ya
no le importaba ni el por qué, ni el cómo. Casi tampoco el hasta cuándo.
María era una mujer sola. Se había mudado al barrio hacía poco tiempo y no había
hecho muchos amigos. Tenía un alma noble, pero un carácter algo difícil.
De pronto recordó al hombre que había visto muy a la pasada. Miró el plato de
humeante sopa que tenía en frente y se dejó llevar por su impulso. Buscó un envase
de plástico para colocar una porción de sopa, pero no encontró.
Quería llevarle algo calentito para que ese hombre, cuyo rostro no recordaba, no
sintiese tanto frío. Buscó y no encontró nada que la convenciera. Tomó entonces un
tazón de porcelana viejo y algo cachado, lo llenó, lo tapó con un plato y envuelto en
un repasador, se lo llevó.
El hombre seguía allí, cobijado por las frazadas agujereadas.
María, sin decir palabra, depositó el tazón junto a José y se fue rápido tal vez
perseguida por el frío o algo de vergüenza, de esa que no debe tenerse, pero que a
veces se siente. José comenzó a creer en los milagros, ya no recordaba cuánto
hacía que no tomaba un plato de sopa caliente.
El aroma lo embriagó y el sabor recorrió cada fibra de su cuerpo, igual que el calor
de ese caldo que curó por un instante, sólo por un instante, tantos años de frío y
hambre. Fue tal la avidez con la que tomó la sopa que recién luego de acabarla, se
preguntó quién la habría dejado.
Miró el coqueto tazón de porcelana, lo tocó –aún estaba tibio- y la textura de esa
fina loza lo maravilló y lo intrigó también. Agradecido y con menos frío del habitual
se dispuso a dormir.
Se preguntó cómo habría sido la vida de José, qué habría pasado para que
terminase viviendo en la calle. ¿Cómo se sentiría vivir a la intemperie, pasar
hambre, frío y soledad? María no tenía una respuesta para la mayoría de sus
preguntas. Lo que sí sabía era cómo se sentía la soledad, lo sabía muy bien.
María comenzó a sentirse menos sola, pues sabía que mientras ella
cenaba, José también lo estaba haciendo. Por primera vez en su larga vida,
comenzó a cocinar no sólo para ella y el sentir que alguien la necesitaba y la
esperaba, del modo que fuese, la alivió y curó en parte su soledad.
Sabía más allá del frío, la lluvia o las penurias que el día le deparase, por la noche,
llegaría esa caricia contenida en el tazón de sopa caliente.
La señora quedó curiosa en saber cómo alguien que teniendo tan poco,
podía tratar tan bien a un extraño. Entonces se acordó de Cristian. Después
que termino su comida, y mientras la camarera buscaba cambio, la señora
se retiro…
Cuando la camarera volvió quiso saber dónde la señora pudo haber ido,
cuando noto algo escrito en la servilleta, sobre la cual tenía 5 billetes de 100
euros.
Le cayeron las lágrimas de sus ojos cuando leyó lo que la señora escribió.
Decía:
Tú no me debes nada, yo tengo bastante. Alguien me ayudo hoy y de la
misma forma te estoy ayudando. Si tú realmente quisieras reembolsarme
este dinero, no dejes que este círculo de amor termine contigo, ayuda a
alguien…
Aquella noche, cuando fue a casa, cansada se acostó en la cama, su
marido ya estaba durmiendo y ella quedó pensando en el dinero y en lo que
la señora dejó escrito…
Como puede esa señora saber cuánto ella y el marido precisaban de aquel
dinero? Con él bebe que estaba por nacer el próximo mes, todo estaba
difícil…
Cathi, una periodista de un país muy rico, viajó a la India, y mientras caminaba cerca
de un hotel un niño se le acercó y le dijo:
Ella bajó la cabeza para ver quien le hablaba. Al hacerlo, vio a un pequeño niño, con
la ropa rota y muy sucia, y los pies descalzos.
—Mi nombre es Cathi —se presentó ella, mientras sonreía del ingenio del pequeño
—, y hoy te daré ese regalo que me pides.
Al frente del lugar había un almacén, entraron y compraron los zapatos que el niño
eligió. Al salir, Mishka dio las gracias y se marchó muy contento.
Otro día, nuevamente el niño, al verla salir del hotel, le pide un par de zapatos.
—¿Qué hiciste los que te compré? —preguntó Cathi.
—Los he regalado porque me quedaron pequeños —dijo Mishka algo apenado, pero
con una leve sonrisa.
Entraron a la tienda y compraron un nuevo par de zapatos, esta vez más grandes
que los anteriores. El niño salió feliz con su regalo.
El tercer día, ocurre la misma escena, pero esta vez Mishka le pedía zapatos a otro
turista. Cathi, como buena periodista decide poner atención a lo que pasaba y
escuchó:
—Me parece que esos zapatos son de niña —le dijo el hombre a Mishka.
—Señor, estos son los zapatos que me gustan, así se usan en la India —respondió
Mishka con algo de picardía.
El hombre decidió comprarle los zapatos al gusto del niño, al fin de cuentas eran
zapatos muy baratos, y qué sabía él de la moda en la India.
Cathi al ver a Mishka salir del almacén y separarse del turista, lo siguió sigilosa, para
no ser descubierta.
—¿Mishka está engañando a los turistas? ¿Trabajará para algún ladrón que explota
a los niños?, se preguntaba Cathi mientras lo seguía por diversas calles de la
ciudad.
Al final, llegaron a un callejón sin salida; era un sitio sucio y oscuro, que se veía
bastante peligroso. Mishka dio un silbido, y después otro más fuerte, y de la nada
comenzaron a llegar niños y niñas; todos muy pobres y más pequeños que Mishka.
Ese día Cathi descubrió porque Mishka era: “Un regalo de amor”.
ORACION DE LA MAÑANA
El día de los encargos era uno de los más esperados por todos los niños en clase.
Se celebraba durante la primera semana del curso, y ese día cada niño y cada niña
recibía un encargo del que debía hacerse responsable durante ese año. Como con
todas las cosas, había encargos más o menos interesantes, y los niños se hacían
ilusiones con recibir uno de los mejores. A la hora de repartirlos, la maestra tenía
muy en cuenta quiénes habían sido los alumnos más responsables del año
anterior, y éstos eran los que con más ilusión esperaban aquel día. Y entre ellos
destacaba Rita, una niña amable y tranquila, que el año anterior había cumplido a la
Pero aquel año, la sorpresa fue mayúscula. Cada uno recibió alguno de los
encargos habituales, como preparar los libros o la radio para las clases, avisar de
la hora, limpiar la pizarra o cuidar alguna de las mascotas. Pero el encargo de Rita
fue muy diferente: una cajita con arena y una hormiga. Y aunque la profesora
insistió muchísimo en que era una hormiga muy especial, Rita no dejó de
sentirse desilusionada.
profesora, prefería mostrarle su error haciendo algo especial con aquel encargo tan
poco interesante:
Así que Rita investigó sobre su hormiga: aprendió sobre las distintas especies y
para que fuera perfecta. Cuidaba con mimo toda la comida que le daba, y
esperado...
ha sido seleccionada para acompañarme este verano a un viaje por la selva tropical,
región, sin duda es aquí donde mejor habéis sabido cuidar la delicada hormiga
Ese día todo fue fiesta y alegría en el colegio: todos felicitaban a la maestra por su
responsable. Muchos aprendieron que para recibir las tareas más importantes, hay
que saber ser responsable con las más pequeñas, pero sin duda la que más disfrutó
fue Rita, quien repetía para sus adentros "convertiré ese pequeño encargo en algo
grande" .
bien, como el personal de limpieza y cocina, o los que cambian bombillas y hacen
las reparaciones? ¿Qué pasaría si no hicieran bien su trabajo? Seguro que después
Seguro que puedes contarle a tu hijo alguna historia personal que le ayude a
entender que detrás de un éxito siempre hay muchos pequeños trabajos hechos con
¿Y si pasamos a la acción?
son las construcciones de obejtos creativos. Podéis hacer juntos una casa de
cerillas o un gran puzzle que os recuerde que cada pieza es importante para el
UN NUDO EN LA SÁBANA
En la reunión de padres de familia de una escuela, la directora resaltaba el apoyo
que los padres deben darle a los hijos.
Cuando salía para trabajar era muy temprano y su hijo todavía estaba durmiendo y
cuando regresaba del trabajo era muy tarde y el niño ya estaba acostado.
Explicó además, que tenía que trabajar de esa forma para proveer el sustento de la
familia.
Dijo también que el no tener tiempo para su hijo lo angustiaba mucho e intentaba
reemplazar esa falta dándole un beso todas las noches cuando llegaba a su casa y
para que su hijo supiera que él le había ido a ver mientras dormía, hacía un nudo en
la punta de la sábana.
Este hecho nos hace reflexionar sobre las muchas formas en que las personas
pueden hacerse presentes y comunicarse con otros.
Aquél padre encontró su forma, una forma simple pero eficiente. Y lo más
importante es que su hijo percibía a través del nudo, todo el afecto de su papá.
Algunas veces nos preocupamos tanto con la forma de decir las cosas que
olvidamos lo principal que es la comunicación a través del sentimiento.
Simples detalles como un beso y un nudo en la punta de una sábana, significaban
para aquél hijo, muchísimo más que un montón de regalos o disculpas vacías.
Es válido que nos preocupemos por las personas, pero lo más importante es que
ellas sepan y puedan sentir nuestra preocupación y cariño por ellas.
Las personas tal vez no entiendan el significado de muchas palabras, pero saben
distinguir un gesto de afecto y amor, aunque ese gesto sea solamente un nudo en la
sábana. Un nudo cargado de afecto, ternura y amor.
“Vive de tal manera que cuando tus hijos piensen en justicia, cariño, amor e
integridad, piensen en ti”
Pagado con un vaso de leche
Un joven que pagaba sus estudios trabajando de vendedor ambulante, sentía hambre pero no tenía dinero
para almorzar. Decidió vencer la vergüenza que le daba mendigar y pedir algo de comer en la próxima
puerta que tocase. No obstante, perdió su nervio cuando una hermosa joven le abrió la puerta. En lugar de
pedir comida pidió solo un vaso de agua.
Ella, sin embargo, se apiadó de el y le trajo un vaso de leche. El se lo tomó tímidamente y preguntó, -
¿Cuánto le debo?
-No me debe nada, respondió ella. -Mi madre nos enseñó a nunca aceptar pago por hacer un favor.
Aquel joven llamado Howard Kelly se fue de aquella casa, no solo sintiéndose fortalecido en su cuerpo sino
también en su fe en Dios y en la humanidad. Antes del incidente estaba pensando en rendirse y renunciar.
Muchos años más tarde aquella joven, ya mayor, se enfermó gravemente. Los doctores locales estaban muy
preocupados. Finalmente la enviaron al hospital de una gran ciudad donde practicaba un famoso
especialista en aquella enfermedad.
Cuando el médico se dio cuenta del nombre de su nueva paciente y del pueblo de procedencia,
inmediatamente se levantó y fue a verla. La reconoció inmediatamente. Volvió a su oficina resuelto a hacer
todo lo posible para salvar su vida. La lucha fue larga pero la señora se salvó.
Por su parte la señora andaba muy preocupada sabiendo que el precio de su estancia en el hospital sería
astronómico. Sin que ella supiese, el doctor envió órdenes que le pasaran a en la cuenta final. Después de
examinarla escribió un mensaje al pie de la cuenta antes de que fuese enviada a la señora.
Ella abrió aquella cuenta con gran temor, pensando que pasaría el resto de sus días pagándola. Finalmente
miró y cuál fue su asombro cuando leyó al pie de la lista de enormes cifras:
1.- Te Amo
Ningún ser humano puede sentirse realmente feliz hasta escuchar que alguien le diga: “te amo”.
Atrévete a decirlo a la otra persona, a tu cónyuge, a tus padres, a tus hermanos, a tus hijos, si es que
nunca lo has hecho, haz la prueba y verás el resultado.
2.- Te Admiro
En la familia, cada miembro tiene alguna cualidad o habilidad que merece reconocimiento: Todos, en
algún momento, sentimos la necesidad de que se nos reconozca algún logro o meta alcanzada…
¿Cuándo fue la última vez que le dijiste esto a alguien?
3.- ¡Gracias!
Una necesidad básica del ser humano es la de ser apreciado. No hay mejor forma de decir a una persona
que es importante lo que hace por nosotros, que expresarle un ¡gracias!, no en forma mecánica, sino
con pleno calor humano.
Decir esto no es tan fácil, sin embargo, cuando cometas un error que ofenda o perjudique a otras
personas, aprende a decir con madurez: “perdóname, me equivoqué”.
Cuando no podemos o no queremos admitir o expresar nuestra fragilidad o necesidad de otros, estamos
en un grave problema. No te reprimas. ¡Pide ayuda! Que también son muy importantes las palabras.
¿Cuántas veces le has dicho a algún miembro de tu familia: “A ver, háblame, qué te pasa?”. Tal vez
muchos problemas y mal entendidos se resolverían si tan sólo escuchásemos lo Que nos tratan de
decir.
Es importante hacerles saber a tus seres queridos cuanto ellos significan para ti.
Que es la riqueza?
¿Que es la riqueza?
A dos grupos de personas se les hizo la siguiente pregunta:
¿Qué es la riqueza?
Abogado: tener muchos casos que dejen buenas ganancias y tener un BMW.
Médico: tener muchos pacientes y poder comprar una casa grande y bonita.
“No midas tu riqueza por el dinero que tienes, mide tu riqueza por aquellas cosas que no cambiarías por
dinero”
Eres feliz?...
El esposo, quien estaba en ese momento no estaba su lado, pero sí lo suficientemente cerca
para escuchar la pregunta, prestó atención a la conversación e incorporó ligeramente su
postura, en señal de seguridad, y hasta hinchó un poco el pecho
, orgullosamente, pues sabía que su esposa diría que sí, ya que ella jamás se había quejado
durante su matrimonio.
Sin embargo, para sorpresa suya y de los demás, la esposa respondió con un rotundo
- No, no me hace feliz.
En la sala se hizo un incómodo silencio como si todos los presentes hubieran escuchado la
respuesta de la mujer.
El marido estaba petrificado.
No podía dar crédito a lo que su esposa decía, y menos en un momento tan importante para
él.
- Todo lo que existe en esta vida cambia continuamente: el ser humano, las riquezas, mi
cuerpo, el clima, los placeres, etc.
- No puedo ser feliz porque estoy enfermo, porque no tengo dinero, porque hace mucho
calor, porque me insultaron, porque alguien ha dejado de amarme, porque alguien no me
valoró!
Pero lo que no sabes es que puedes ser feliz aunque estés enfermo, aunque haga calor,
tengas o no dinero, aunque alguien te haya insultado, o alguien no te amó o no te haya
valorado.
En la pequeña escuelita rural había una vieja estufa de carbón muy anticuada. Un chiquito tenía asignada la
tarea de llegar al colegio temprano todos los días para encender el fuego y calentar el aula antes de que
llegaran su maestra y sus compañeros.
Una mañana, llegaron y encontraron la escuela envuelta en llamas. Sacaron al niño inconsciente más
muerto que vivo del edificio. Tenía quemaduras graves en la mitad inferior de su cuerpo y lo llevaron
urgente al hospital del condado.
En su cama, el niño horriblemente quemado y semi inconsciente, oía al médico que hablaba con su madre.
Le decía que seguramente su hijo moriría que era lo mejor que podía pasar, en realidad -, pues el fuego
había destruido la parte inferior de su cuerpo.
Una vez superado el peligro de muerte, volvió a oír a su madre y al médico hablando despacito. Dado que el
fuego había dañado en gran manera las extremidades inferiores de su cuerpo, le decía el médico a la
madre, habría sido mucho mejor que muriera, ya que estaba condenado a ser inválido toda la vida, sin la
posibilidad de usar sus piernas.
Una vez más el valiente niño tomó una decisión. No sería un inválido.
Caminaría. Pero desgraciadamente, de la cintura para abajo, no tenía capacidad motriz. Sus delgadas
piernas colgaban sin vida.
Finalmente, le dieron de alta.
Todos los días, su madre le masajeaba las piernas, pero no había sensación, ni control, nada.
No obstante, su determinación de caminar era más fuerte que nunca.
Ese día en lugar de quedarse sentado, se tiró de la silla. Se impulsó sobre el césped arrastrando las piernas.
Llegó hasta el cerco de postes blancos que rodeaba el jardín de su casa. Con gran esfuerzo, se subió al
cerco. Allí, poste por poste, empezó a avanzar por el cerco, decidido a caminar.
Empezó a hacer lo mismo todos los días hasta que hizo una pequeña huella junto al cerco. Nada quería más
que darle vida a esas dos piernas.
Por fin, gracias a las oraciones fervientes de su madre y sus masajes diarios, su persistencia férrea y su
resuelta determinación, desarrolló la capacidad,
primero de pararse, luego caminar tambaleándose y finalmente caminar solo y después correr.
Empezó a ir caminando al colegio, después corriendo, por el simple placer de correr. Más adelante, en la
universidad, formó parte del equipo de carrera sobre pista.
Y aun después, en el Madison Square Garden, este joven que no tenía esperanzas de sobrevivir, que nunca
caminaría, que nunca tendría la posibilidad de correr, este joven determinado, Glenn Cunningham, llegó a
ser el atleta estadounidense que ¡corrió el kilómetro más veloz el mundo!
Glenn Cunningham
mensaje
Tener el valor y la fuerza para tomar tus decisiones y ser constante a la hora de darles forma
El árbol triste
Había una vez, algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser
cualquier tiempo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales,
todos ellos felices y satisfechos. Todo era alegría en el jardín, excepto por un
árbol profundamente triste.
- Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ves qué fácil es?
- No lo escuches, exigía el rosal, es más sencillo tener rosas y ¿Ves qué bellas son?.
Y el árbol desesperado intentaba todo lo que le sugerían y, como no lograba ser como los
demás, se sentía cada vez más frustrado.
Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del
árbol, exclamó:
Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior
diciéndole:
Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque
no eres un rosal. Eres un roble y tu destino es crecer grande y majestuoso, dar cobijo a las
aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje... Tienes una misión: cúmplela.
Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual
estaba destinado.
Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces el jardín
fue completamente feliz.
- ¿Cuántos serán rosales que, por miedo al reto, sólo dan espinas?
En la vida, todos tenemos un destino que cumplir, un espacio que llenar y una vida que vivir.
No permitamos que nada ni nadie nos impida conocer y compartir la maravillosa esencia
de nuestro ser. Démonos ese regalo a nosotros mismos y también a quienes amamos.
El árbol triste
Lectura De Reflexión
Había una vez, algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier
tiempo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y
satisfechos. Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol
- Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ves qué fácil es?
- No lo escuches, exigía el rosal, es más sencillo tener rosas y ¿Ves qué bellas son?.
Y el árbol desesperado intentaba todo lo que le sugerían y, como no lograba ser como los demás, se
sentía cada vez más frustrado.
Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol,
exclamó:
- ¿Mi voz interior...? ¿Ser yo mismo...? ¿Conocerme...? , se preguntaba el árbol desesperado, cuando, de
pronto, comprendió...
Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole:
Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un
rosal. Eres un roble y tu destino es crecer grande y majestuoso, dar cobijo a las aves, sombra a los
viajeros, belleza al paisaje... Tienes una misión: cúmplela.
Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba
destinado.
Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces el jardín fue
completamente feliz.
- ¿Cuántos serán rosales que, por miedo al reto, sólo dan espinas?
Yo era un estudiante consciente y leí rápidamente todas las preguntas, hasta que leí la
última:
Seguramente este era algún tipo de broma. Yo había visto muchas veces a la mujer
que limpiaba la escuela. Ella era alta, cabello oscuro, como de cincuenta años, pero,
¿cómo iba yo a saber su nombre?
Derechos Reservados:
Un hombre después de pensarlo se decidió a reparar una vieja casa que tenía en una
granja. Entonces, contrató a un carpintero que se encargaría de todos los detalles
logísticos de restauración.
Un día decidió ir a la granja, para verificar como iban todos los trabajos. Llegó temprano
y se dispuso a colaborar en los quehaceres que realizaba el carpintero. Ese día parecía
no ser el mejor para el carpintero. Su cortadora eléctrica se había dañado, haciéndole
perder dos horas de trabajo. Después de repararla, un corte de electricidad en el
pueblo le hizo perder dos horas más de trabajo. Tratando de recuperar el tiempo, partió
dos cierras de su cortadora. Ya finalizando la jornada, el pegamento que disponía no le
alcanzaba para mezclar su fórmula secreta de acabado.
“Tenemos que saber que el mundo sólo se puede captar mediante la acción y no
la contemplación. El impulso más poderoso, en el ascenso del hombre, es el
placer que le produce su propia habilidad. Gocemos haciendo lo que hacemos
bien, y habiéndolo hecho bien, gocémonos haciéndolo mejor y lo que no
sabemos aprendámoslo y gocemos aprendiendo y luego seremos mejores
porque habremos aprendido con gozo”.
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El patito feo
¡Sí, había llegado la hora! Los cascarones comenzaron a romperse y muy despacio, fueron
asomando una a una las cabecitas de los pollitos.
– ¡Pero qué preciosos sois, hijos míos! – exclamó la orgullosa madre – Así de lindos os había
imaginado.
Sólo faltaba un pollito por salir. Se ve que no era tan hábil y le costaba romper el cascarón con
su pequeño pico. Al final también él consiguió estirar el cuello y asomar su enorme cabeza
fuera del cascarón.
– ¡Mami, mami! – dijo el extraño pollito con voz chillona.
¡La pata, cuando le vio, se quedó espantada! No era un patito amarillo y regordete como los
demás, sino un pato grande, gordo y negro que no se parecía nada a sus hermanos.
– ¿Mami?… ¡Tú no puedes ser mi hijo! ¿De dónde habrá salido una cosa tan fea? – le increpó
– ¡Vete de aquí, impostor!
Y el pobre patito, con la cabeza gacha, se alejó del estanque mientras de fondo oía las risas de
sus hermanos, burlándose de él.
Durante días, el patito feo deambuló de un lado para otro sin saber a dónde ir. Todos los
animales con los que se iba encontrando le rechazaban y nadie quería ser su amigo.
Un día llegó a una granja y se encontró con una mujer que estaba barriendo el establo. El patito
pensó que allí podría encontrar cobijo, aunque fuera durante una temporada.
– Señora – dijo con voz trémula- ¿Sería posible quedarme aquí unos días? Necesito comida y
un techo bajo el que vivir.
La mujer le miró de reojo y aceptó, así que, durante un tiempo, al pequeño pato no le faltó de
nada. A decir verdad, siempre tenía mucha comida a su disposición. Todo parecía ir sobre
ruedas hasta que un día, escuchó a la mujer decirle a su marido:
– ¿Has visto cómo ha engordado ese pato? Ya está bastante grande y lustroso ¡Creo que ha
llegado la hora de que nos lo comamos!
El patito se llevó tal susto que salió corriendo, atravesó el cercado de madera y se alejó de la
granja. Durante quince días y quince noches vagó por el campo y comió lo poco que pudo
encontrar. Ya no sabía qué hacer ni a donde dirigirse. Nadie le quería y se sentía muy
desdichado.
¡Pero un día su suerte cambió! Llegó por casualidad a una laguna de aguas cristalinas y allí,
deslizándose sobre la superficie, vio una familia de preciosos cisnes. Unos eran blancos, otros
negros, pero todos esbeltos y majestuosos. Nunca había visto animales tan bellos. Un poco
avergonzado, alzó la voz y les dijo:
– ¡Hola! ¿Puedo darme un chapuzón en vuestra laguna? Llevo días caminando y necesito
refrescarme un poco.
-¡Claro que sí! Aquí eres bienvenido ¡Eres uno de los nuestros! – dijo uno que parecía ser el
más anciano.
– ¿Uno de los vuestros? No entiendo…
– Sí, uno de los nuestros ¿Acaso no conoces tu propio aspecto? Agáchate y mírate en el agua.
Hoy está tan limpia que parece un espejo.
Y así hizo el patito. Se inclinó sobre la orilla y… ¡No se lo podía creer! Lo que vio le dejó
boquiabierto. Ya no era un pato gordo y chato, sino que en los últimos días se había
transformado en un hermoso cisne negro de largo cuello y bello plumaje.
¡Su corazón saltaba de alegría! Nunca había vivido un momento tan mágico. Comprendió que
nunca había sido un patito feo, sino que había nacido cisne y ahora lucía en todo su esplendor.
– Únete a nosotros – le invitaron sus nuevos amigos – A partir de ahora, te cuidaremos y serás
uno más de nuestro clan.
Y feliz, muy feliz, el pato que era cisne, se metió en la laguna y compartió el paseo con aquellos
que le querían de verdad