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1º Libro DDHH y Educacion
1º Libro DDHH y Educacion
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A lo largo de la segunda mitad del siglo XX los derechos humanos se han convertido en
uno de los referentes más destacados de la vida política, jurídica, social, educativa y
cultural de tal forma que han sido proclamados en casi todas las constituciones estatales
y en documentos de proyección internacional como los pactos de la ONU, el Consejo de
Europa, la Organización de Estados Americanos, la Organización de la Unidad
Africana, la Unión Europea, etc.
El hecho que los derechos humanos sean un referente desde distintos puntos de vista les
confiere un carácter pluridimensional que a su vez les confiere a los mismos una
apertura a diferentes perspectivas de análisis de diversa operatividad en relación con los
conceptos y problemas planteados en ellos.
Por su parte la dimensión jurídica de los derechos humanos, les confiere un carácter
multidisciplinar ya que forman parte de diferentes disciplinas jurídicas existentes,
Derecho internacional, Derecho estatal, Filosofía del derecho, que hace que no puedan
ser materia de estudio de una sola.
Desde hace tiempo los derechos humanos constituyen un fenómeno cultural, y esta
dimensión es la que hace que formen parte del horizonte de preocupaciones y del
sistema de valores básicos de una buena parte de los habitantes del mundo. A partir de
la Declaración de 10 de Diciembre de 1948, los países del mundo van a disponer de un
código mundial ético- político, de unas categorías ideológicas normativas capaces de
juzgar los comportamientos humanos a nivel universal.
Los derechos humanos son sin duda una realidad cultural que ha tenido su
correspondiente periodo de desarrollo y que ha experimentado desde su nacimiento un
proceso de crecimiento y transformación que se ha visto influido por un gran número de
factores condicionantes que ha hecho que toda la problemática de los mismos ha ido
cambiando evolucionando de una forma u otra siendo noticia tanto por su
conceptualización y características como por su violación. Todas estas características
hacen que sea un foco importante de estudio para los historiadores, por lo que el
Los derechos humanos son un fenómeno bastante complejo en el que anida una rica
variedad de aspectos y dimensiones que precisan de muchas disciplinas para poder
estudiarlos y abordarlos de una forma integral. Esta necesidad holística de los derechos
humanos es lo que demanda un carácter multidisciplinar para su estudio de tal forma
que se de una apertura de diferentes perspectivas de análisis. Pero a su vez esta misma
problemática, hace que deban ser estudiados de una forma unitaria, que contemple el
fenómeno dentro de una visión que aúne todas las perspectivas.
Uno de esos derechos que sin duda afectan a la dignidad del hombre es el de la libertad
y la historia nos demuestra como ha ido evolucionando ese concepto y como a su vez
afortunadamente han ido evolucionando ese consenso social.
A finales del siglo XVIII los derechos humanos eran fundamentalmente la expresión de
un ideal de libertad formal. Pero este ideal de libertad no era real ya que lejos de
representar la emancipación del ser humano lo que hacia era sacralizar las diferencias
sociales y económicas entre los individuos de tal forma que era una sola clase social, la
burguesía la que gozaba de este privilegio. También se reconocía el derecho a la
propiedad privada pero no estaba regulado ni se tenían criterios igualitarios para
disfrutar de la misma, se reconocía una libertad política pero solo podían ejercerla
aquellos que tenían una situación social y económica privilegiada. Esta situación vista
desde la perspectiva actual no podría pensarse que respondiera a un consenso social
pero así fue y los derechos humanos en la primera fase de la evolución histórica, en
concreto en su plasmación jurídica, los derechos humanos representaron una traducción
más o menos perfecta de un cierto consenso social. Este consenso social,
afortunadamente, iría cambiando y evolucionando apareciendo nuevos consensos que
reflejaran un estado de opinión mucho más sensible y matizados con respecto a las
necesidades básicas del individuo, como la necesidad del trabajo remunerado, una
vivienda digna, un nivel de instrucción, asistencia sanitaria, en definitiva el avance en el
consenso no solo en derechos políticos sino también sociales. (De Castro Cid, 2004:78)
El paso del tiempo nos sigue mostrando el carácter evolutivo de los derechos humanos
vinculados a la evolución de la propia naturaleza humana. Los derechos humanos se
presentan en este sentido como unos derechos naturales, con un contenido dinámico que
ha ido cambiando y que cambiará a lo largo de los tiempos dependiendo del los
sucesivos consensos sociales que constituyen su fuente de justificación.
Los derechos humanos tienen una pretensión de validez que excede a cualquier acuerdo
social y esa pretensión es la pretensión moral. La pretensión moral de los derechos nos
explica su vinculación directa con los principios morales y son estos los que hacen que
no necesiten estar apoyados en ninguna norma jurídica ni en ningún acuerdo social para
alcanzar la plenitud de su validez, es decir, aunque los derechos humanos precisen,
como lo hacen, de una norma jurídica como garantía de su eficacia frente a distintos
poderes como por ejemplo el político o el de particulares, esa norma es un elemento
esencial en el plano de las garantías pero no en el plano de su existencia y definición, en
ese plano la norma que los sustenta es la norma moral.
Según esto: “La nota que proporciona a los derechos humanos la dimensión de atributos inderogables
del hombre es sin duda el hecho de ser pretensiones moralmente justificadas que no necesitan estar
apoyadas en ninguna norma jurídica ni en ningún derecho social para alcanzar la plenitud de su validez al
encontrarse fundamentadas en principios morales”. (De Castro Cid, 2004:83).
La dimensión moral de los derechos humanos está basada en los principios morales y es
precisamente ese contenido moral el que les hace fuertes frente a cualquier decisión
jurídica que pueda contradecir su vigencia o cualquier acuerdo social y son referibles
por igual a todos los miembros de la especie humana. Esta dimensión apoya y sustenta
la identificación de los derechos humanos, y les hace independientes no necesitando de
otras connotaciones para reconocerles como atributos inderogables del individuo, pero
eso no significa que no necesite de una norma que los sustente ya que si no hay norma
no hay derecho y si los derechos humanos son derechos propios presuponen una norma,
pues bien esa norma, tal y como hemos dicho, es la norma moral basada en los
principios morales.
Esto nos lleva a plantearnos la pregunta de ¿qué tipo de principios morales son los que
atribuyen o reconocen los derechos humanos? El profesor de Castro nos contesta esta
pregunta presentándonos dos enfoque, por un lado la moral individual y por otro la
moral social. Según la moral individual seria el individuo el que haría su propia
configuración sobre las obligaciones que le incumben con respecto a la salvaguardia de
los derechos básicos del individuo, quedando los derechos humanos de esta forma,
configurados según la convicción moral de cada individuo particular lo que supondría
una acepción relativa y variable de su contenido. Por su parte, según la moral social los
principios morales serian el conjunto de convicciones, que por su aceptación
generalizada, configuran el código moral dominante en la comunidad en la que se trate.
Esta segunda posibilidad reduce el riesgo de basar los derechos humanos en posturas
individuales arrimándolos más a un consenso social, pero bien es verdad que un
enfoque sin el otro no tendría sentido ya que si son derechos reconocidos y
generalizables para todos, han de estar apoyados por la moral de un grupo y esto a su
vez ha de ir avalado por la moral individual de cada individuo.
¿Moral individual?, ¿moral social?, esta diyuntiva nos lleva a que la solución podría
pasar por lo que se llama la moral mínima. “La moral mínima es el conjuntos e convicciones
comunes a todos los seres humanos en relación con las obligaciones y facultades inderogables del
individuo por su directa vinculación con la dignidad que expresa la común naturaleza de todos los
hombres”. (De Castro Cid., 2004:85).
Esta moral mínima aclararía unas posturas pero reduciría otras de tal manera que no
podemos decir que sea la moral la dimensión que justificaría la esencia de los derechos
humanos sino una dimensión más que le confieren como ya hemos dicho un carácter
pluridimensional.
Hemos visto como los derechos humanos tienen una dimensión histórica que nos los
presenta como algo inacabado y en constante evolución, una dimensión moral basada
en una norma moral que atañe, principalmente, a su esencia y existencia que les hace
independientes de cualquier otra dimensión, pero sin duda necesitan también de una
dimensión política que va a operar principalmente en la determinación de su contendido
y en la consideración como criterio de legitimación de los órdenes políticos.
La dimensión política de los derechos humanos tiene un doble sentido por un lado lo
concerniente a su origen y contenido y por otro a su consideración como criterio de
legitimación de los órdenes políticos. Con respecto a su origen y contenido los derechos
humanos constituyen la respuesta que el grupo social da a una determinada situación de
hecho, reivindicando una serie de atributos que se consideran especialmente valiosos
por representar las exigencias inherentes a la naturaleza humana.
Si anteriormente, hemos dicho que los derechos humanos precisan de una norma
natural, y desde la perspectiva moral, norma moral, ahora profundizamos un poco más
afirmando que no solo se precisa de una norma natural y moral sino también de una
norma jurídica, norma jurídica que es dispuesta no por el grupo social determinado, sino
por el hombre, que va a regular la vida social. Norma jurídica que va a dotar a los
derechos humanos de la garantía de su eficiencia frente a la acción del poder político y
de los particulares, que quedan así constreñidos a la preservación de su integridad. La
incorporación de los derechos humanos al ámbito jurídico, constituyen la última razón
de su propia elaboración teórica ya que supone, no solamente el reconocimiento
genérico del individuo como portador de una serie de atributos consustanciales con su
propia naturaleza, sino que tales atributos han de ser garantizados frente a cualquier
ingerencia que pueda menoscabar su integridad constituyéndose así en atributos
esenciales del individuo que son jurídicamente exigibles lo que supone una garantía
para su realización. (De Castro Cid., 2004:91).
Al igual que del resto de las dimensiones, no podemos decir que sea cada una de ellas
las que justifican y explica toda la problemática de los derechos humanos ya que estos
tienen un objetivo mucho más amplio del que pudiera tener cada una de las dimensiones
por separado, que es salvaguardar los atributos esenciales del individuo de capital
importancia para su propia realización como ser humano, pero si se puede afirmar que
los derechos humanos alcanzan la plenitud de su sentido a través de la dimensión
jurídica, pasando a formar parte de lo que se llama el derecho positivo porque es a
partir de ese momento cuando el hombre dispone de los medios jurídicos necesarios
para su defensa y protección.
En esta relación entre educación y derechos humanos hemos de distinguir dos aspectos
importantes por un lado lo que seria la enseñanza de los derechos humanos con un
carácter instructivo y curricular, es decir cuando se enseñan y por otro la educación en
derechos humanos con una serie de consideraciones diferenciadas sobre esos derechos
aplicables a la acción educativa en general, de tal forma que podamos realizar proyectos
educativos auténticamente humanizadores, lo que supone un estudio más amplio que el
derivado de su enseñanza instructiva ya que nos hacen reconsiderar la educación en
términos de educación de la persona desvelando así la importancia que estos tienen en la
teoría y en la práctica de la educación, es decir cuando se consideran en toda la
educación.
Ya hemos comentado el creciente interés suscitado por los derechos humanos en todos
sus aspectos, pero si cabe uno de los más discutidos es el relacionado con su
fundamentación y justificación. Sobre este aspecto son muchas las posturas que se
manifiestan por un lado están quienes opinan que la justificación de los derechos
humanos es innecesaria desde el momento en que existe un cierto consenso
internacional a cerca de la validez de los derechos humanos, representado por la
Declaración Universal de los derechos humanos de 1948, ya que según los defensores
de esta postura, el hecho de que la comunidad internacional acepte la validez de tales
derechos hace innecesario la justificación o fundamento de los mismos, siendo lo más
importante, según sus defensores, dar eficacia a los textos ya existentes. Pero esta no es
la única postura, están también los que consideran que es necesario fundamentar los
derechos humanos y además que no es una sola fundamentación la que se necesita sino
varias centrándose en el esfuerzo de clarificar y delimitar las diversas justificaciones y
apoyos que proporcionan la historia y la propia realidad sociológica actual,
esforzándose sobre todo en descubrir y aprovechar los distintos factores que pueden
contribuir a una mejor y más amplia realización efectiva de los derechos
Los defensores de esta postura lo hacen por tres motivos. Uno de esos motivos es la
propia lógica, ya que según estos autores, mal se puede defender algo que carece de
fundamento, y como este no puede darse por supuesto, resulta necesario afrontar la
justificación. El siguiente motivo esta relacionado con la teoría y la práctica de los
mismos. La teoría y la práctica de los derechos humanos han de ir conectadas. Según
sus defensores solo una justificación sólida permite una defensa clara de los mismos
mientras que la ausencia significaría una postura débil e incluso carencia de protección.
Según esta postura para la protección de los derechos humanos, no es suficiente con
técnicas jurídicas, económicas, políticas y sociales, sino también con el respaldo de
buenos argumentos y razones para defenderlos. El tercer motivo esta relacionado con su
violación, la constante violación de los mismos, la disparidad de presupuestos
ideológicos en los distintos sistemas políticos, y demás circunstancias, deja de
manifiesto la ausencia de convicciones compartidas para alcanzar un acuerdo
internacional o consenso social, por este motivo la justificación y la fundamentación son
argumentos importantísimos para conseguir ese consenso y acuerdo social que garantice
el respeto de los derechos humanos (Mejas Quiros, 2006:164).
El propio carácter plural y de los derechos humanos hace que no haya una sola teoría
justificadora de los mismos, sino que pueda haber distintas y que cada una de ellas
puede aportar algo de tal forma que ninguna de ella puede ni debe ser rechazada.
Cada una de las teorías que expondremos a continuación buscan la base desde la que
justificar los derechos humanos, unas hacen mención a principios básicos, otras a
estamentos… Tal y como hemos dicho anteriormente estas teorías no son excluyentes
sino complementarias que han de ser tenidas en cuenta para entender la problemática de
la justificación de los derechos
Una de esas teorías son las teorías objetivistas. Estas teorías se basan en la existencia de
un orden de valores, reglas o principios que poseen una validez objetiva absoluta y
universal con independencia de la existencia de los individuos o de su conciencia
valorativa. (Pérez Luño, 1984: 133-184).
Esta teoría cuenta con defensores y detractores de tal forma que unos la consideran
suficiente para justificar los derechos humanos y otros no. Entre las críticas destacar la
subjetividad a la hora de decidir si es una necesidad relevante para justificar los
derechos humanos o en realidad no lo es, o si siéndolo se cuenta con los medios
necesarios para satisfacerla.
“Los derechos humanos serán aquellas exigencias morales de tal importancia que, mediante un proceso
deliberativo público especial, se ha decidido incluir en la Constitución para salvaguardarlas de la
arbitrariedad tanto del resto de ciudadanos como de los poderes públicos” (Delgado Pinto, J , en J.
MUGUERZA Y OTROS , 1989: 135-144).
Otras teorías que fundamentan los derechos humanos son las teorías subjetivistas. Estas
teorías parten exclusivamente desde la contemplación del sujeto, tratan de fundamentar
los derechos individuales por encima de todo rechazando el carácter jurídico a las
exigencias sociales dejando a estos en un segundo plano. Para estas teorías lo más
importante es el orden natural y destaca principalmente el principio de la libertad.
En esta postura podemos destacar como representante a KARL POPPER. Esta filósofo
concede una gran importancia la individuo a su subjetividad, de tal forma que según él,
la conducta del hombre no debe estar dirigida por ningún dogma ni político ni jurídico,
ni social, sino que es el propio hombre y de forma individual el que debe decidir y
jerarquizar cuales son los principios, que han de regir su conducta y luego contrastarlo
con el resto de los ciudadanos. Según este autor al final del proceso y en la cúspide del
mismo debería estar el principio de libertad.
ROBERT NOZICK es otro representante de las teorías subjetivistas. Este autor defiende
determinados derechos humanos como límites absolutos para las acciones ajenas, ya
procedan de otros individuos o del Estado. Propone como principios fundamentadores
de los derechos humanos los derechos naturales básicos: garantía de la vida, posesiones
y libertad. Para este autor, los individuos como tal tenemos unos derechos que impiden
a los demás realizar determinadas acciones, ya que si estas se produjeran conllevarían
una violación de nuestros derechos.
Los derechos humanos derivan del hecho de ser persona con autonomía moral,
capaz de decidir por sí mismo y elegir.
Cada sujeto da a su vida el sentido que quiere, siendo ilegítimas las injerencias
ajenas
Estos derechos constituyen límites absolutos para el Estado.
Según estas teorías la humanidad comparte unos valores comunes y podemos creer en la
universalidad de los valores en el único sentido en que tal creencia es históricamente
legítima, es decir en el sentido en que universal significa un dato aceptado no
objetivamente sino subjetivamente. El reconocimiento de esos valores no proviene de
un reconocimiento de algo como valioso en sí mismo, sino de haberle otorgado por el
sujeto un valor.
Ya hemos visto como de uno de los problemas de los recursos humanos ha sido y es su
justificación, vamos a tratar a hora su fundamentación teórica. La fundamentación
teórica es si cabe un proceso bastante más peliagudo que el de la justificación, ya que a
través de esta fundamentación lo que se intenta o persigue son las bases doctrinales
capaces de sustentar la proclamación de los derechos humanos como facultades o
poderes que han de ser reconocidos a todos los hombres por los respectivos
ordenamientos jurídicos. En este intento estudiaremos distintas fundamentaciones con el
objetivo de aclarar el sentido y hasta donde llega la capacidad fundamentadora de las
distintas doctrinas desarrolladas a lo largo de la historia, así como saber si hay alguna
base o fundamento que obligue a reconocer que la proclamación y garantía de esos
derechos constituye una exigencia ética y primaria.
Tal vez la fundamentación racional de los derechos humanos sea la más compleja y
polémica ya que intenta encontrar unas raíces filosóficas y espirituales, unos axiomas o
principios cuya validez no dependa de la de ningún otro. Esta búsqueda, desde posturas
pesimistas, ha supuesto un reto difícil de alcanzar hasta el punto de que se llegó a pensar
que este objetivo era radicalmente imposible de conseguir, ya que no existe un
fundamento racional que tenga una validez incontrovertible.
formula, de tal forma que no habría una sola fundamentación racional comúnmente
aceptada sino varias fundamentaciones racionales, debido a que cualquier
fundamentación teórica se construye dentro de un determinado contexto de pensamiento
racional y queda circunscrita por los límites que definen al alcance de tal contexto. Esto
es lo que hace pensar desde una primera postura la dificultad e imposibilidad de una
fundamentación racional común y universalmente aceptada.
Desde posturas más positivas y más integradoras postulan la idea de que no solamente
es posible sino necesaria e imprescindible la búsqueda de un fundamento racional, para
que a través de una capacidad firme y persistente convicción, conseguir una aceptación
social de los derechos humanos que sea generalizada y permanente. Esta postura más
optimista se basa en la idea, y la acepta, de que en un universo plural de contextos de
racionalidad se da el hecho de que existan distintas fundamentaciones racionales pero
no ven en ello un problema sino algo positivo. Pero a pesar de esta pluralidad de
fundamentaciones racionales consideran imprescindible y necesario que sea cual sea el
tipo de fundamentación racional, debe de existir unos axiomas o principios comúnmente
aceptados y que queden fuera de la discusión de la que forman parte como punto de
partida. Sin estos postulados o axiomas no seria posible hablar de una fundamentación
racional.
Mantienen que los derechos humanos son ya derechos antes de una concreción
positiva, pues reflejan las necesidades y aspiraciones naturales de cada persona. Para
esta tradición, los derechos humanos constituyen la expresión de la ley natural, de un
orden de obligaciones morales, superior, objetivo y universal, que le son debidos por
imposición de su propia naturaleza intrínseca y no por cualquier tipo de concesión
positiva de la sociedad políticamente organizada de la que son miembros.
Uno de los problemas que tiene esta fundamentación es la de delimitar cuales son esos
derechos naturales ya que muchos de los actuales derechos humanos, no son derechos
originales y primarios sino que surgen como una derivación de los mismos. Delimitar
cuales son esos derechos naturales ha sido algo complejo a lo largo de la historia, auque
ahora se entiendan por derechos naturales aquellos que corresponden a los hombres
bajo todas las circunstancias y situaciones y que, en consecuencia no pueden serles
negados nunca.
Esta idea de los derechos naturales que defiende la postura iusnaturalista está muy
relacionada con la teoría de las necesidades básicas ya que esta afirma que la
fundamentación de los derechos humanos reside en el consciente despliegue de
necesidades humanas que surgen de forma continua y multilateral dentro de la
experiencia concreta de la vida práctica. Estas necesidades básicas poseen una
objetividad y una universalidad que permiten, por encima de su dimensión vivencial
subjetiva su generalización a través de la discusión racional y el consenso. ( De Castro
Cid, 2004:138)
En la corriente positivista los derechos humanos expresan una buena voluntad pero no
puede considerarse derechos hasta que no son plasmados en un sistema jurídico,
respaldado y apoyado por el poder político. En este caso la fuente de derecho no
corresponde en rigor ni a las aspiraciones morales de las grandes declaraciones, ni al
sujeto, sino a los criterios de un ordenamiento jurídico concreto que será el que
establezca qué y cuáles son en realidad los derechos básicos de las personas (Solozabal,
1998: 223-231).
Esta fundamentación supone una vía de acercamiento entre las dos anteriores. Este
enfoque trata de armonizar los desacuerdos entre los dos anteriores, aceptando la
objetividad y la universalidad de los derechos humanos pero como proceso y producto
histórico y no como una derivación de una ley natural, al mismo tiempo que reclama la
necesidad de positivizar dichos derechos en los diversos textos legales para seguir
profundizando en los nuevos retos que plantea el reconocimiento de la dignidad
humana. De esta forma los derechos humanos son criterios, expectativas y exigencias de
moralidad (Cortina 2003:25) que surgen y evolucionan históricamente. Pero lo que los
concede su condición de derechos no es simplemente quedar recogidos en leyes, sino el
estar enraizados en lo más propiamente humano. Gil Cantero y Jover Olmeda en Hoyos
Vázquez, G, (2008:232).
Las teorías humanistas presentan a los derechos humanos como prerrogativas que le son
debidas a los hombres dentro de la sociedad en razón de su propia importancia y
dignidad. Estas fundamentaciones se definen por afirmar la dignidad de la persona
humana como raíz y principio de los derechos fundamentales. Para estas teorías los
hombres poseen una dignidad preeminente, llegando a la conclusión de que esta
dignidad proyecta sobre el sistema de las relaciones sociales una amplia gama de
exigencias radicales e insobornables que han de ser reconocidas como derechos por la
organización estatal, dado que esta está al servicio de los hombres. (De Castro Cid,
2004:144).
en la virtualidad de los mismos, se es más digno en la medida que se es más virtuoso sin
embargo la idea de dignidad humana en su sentido más radical, y en el más preciso para
delimitar el concepto de los derechos humanos, no puede interpretarse desde esta
perspectiva, pues entonces estaríamos negando o cuestionando la titularidad de esos
derechos a quienes por defecto, inmadurez o deterioro no son sobresalientes ni
virtuosos, lo que en el fondo seria negarles su condición personal, a aspirar a ser
ayudados al alcanzar los mejores modos de vida que pueda desarrollar. De esta forma la
dignidad humana solo puede constituirse como verdadero fundamento de los derechos
humanos, cuando se conciba como un valor intrínseco independiente del grado de
virtud.
BIBLIOGRAFIA
PEREZ LUÑO, A .E. 1984): Los derechos humanos, estado de derecho y constitución.
Madrid, Tecnos.
Índice
Quienes primero apuntaron la idea de igualdad entre los seres humanos fueron los
sofistas, ellos defendían la igualdad entre los seres humanos por entender que todos
participaban de la misma naturaleza humana. Se oponían a la discriminación entre
griegos y bárbaros considerando la llamada nobleza de sangre como una necedad y
consideraban la esclavitud como una práctica ilícita.
En Roma los derechos del hombre eran solo reconocidos al ciudadano romano que eran
los únicos que podían formar parte en el gobierno, en la administración de la justicia,
en la elección de funcionarios públicos, etc. A pesar de esto se logro constituir una
definición práctica de los derechos del hombre. El derecho romano según fue aplicado
en el common law (derecho anglosajón) fue considerado como el Derecho Civil del
continente europeo, ofrece un patrón subjetivo para juzgar la conducta desde el punto de
vista de los derechos y libertades individuales.
Los efectos de estas teorías en el reconocimiento de los derechos humanos fueron los
siguientes :
“El iusnaturalismo fundamenta el reconocimiento de unos derechos que ostenta todo ser humano
y que son previos a la existencia del estado, lo que significa que los derechos humanos son
subjetivos, innatos e imprescriptibles. No son una concesión del estado al individuo. Se trata de
derechos que ya poseía en un estado de naturaleza anterior a la constitución de la comunidad
política”.
En este proceso gradual nos remontamos a la Edad Media donde los monarcas a través
de unas cartas manifiestan el compromiso de respetar prerrogativas de los estamentos:
nobleza, religión y estado. Estas cartas suponen un compromiso del control real
Ejemplo de esto tenemos la Carta Magna de 1215, la carta de las libertades de Enrique I
en 1100. Estas cartas suponen un paso importante ya que a través de ellas, se consigue
un documento escrito con valor jurídico, donde se exponen una serie de normas
reconocidas así como el mecanismo para asegurar su práctica. Aunque estas cartas no
están reconocidas en sentido estricto como documentos que perseveran los derechos
humanos, ya que se veían más como la forma de conservar unos privilegios de unas
clases sobre otras lo que si se aprecia y esto forma parte de esa evolución es que
suponen una autolimitación del soberano en el ejercicio de su poder.
De Castro Cid, 2004 nos presenta dos etapas en el proceso de reconocimiento de los
derechos humanos, esas etapas son por un lado la que le confiere un reconocimiento
estatal y nacional y por otro la que les confiere un reconocimiento supraestatal e
internacional. Veamos, siguiendo a este autor, cada una de ellas.
Es a finales deL XVIII con la actitud revolucionaria, en especial del movimiento francés
cuando empieza a consolidarse en el mundo occidental una nueva organización social
constituyéndose los derechos humanos en principios fundamentales de organización. La
primera fase o de reconocimiento nacional se inicia con las declaraciones de algunas
colonias inglesas de América del Norte y se prolonga hasta mediados del siglo XX. A
esta fase se le denomina como la proyección de la Declaración de los derechos del
hombre y del ciudadano.
Esta primera etapa se caracteriza por dos aspectos importantes, uno es que los
derechos proclamados, aunque en un principio fueron concebidos como facultades
naturales de raíz presocial y de carácter abstracto y absoluto, acabaron siendo
entendidos y configurados como derechos propios del ciudadano que el Estado
reconocía concedía y garantizaba a sus súbditos. El segundo aspecto importante fue la
integración de estas declaraciones en los textos constitucionales y se integraran como
cabecera de los mismos y como núcleo catalizador Su ideario político. De esta forma las
declaraciones de los derechos humanos, no solo desempeñaban la función de proclamar
los derechos básicos de los ciudadanos, sino que imprimían un nuevo enfoque a la
concepción de los principios organizativos de la sociedad, un nuevo enfoque de las
funciones del Estado y del ejercicio del poder político.
Distintos factores ha llevado a que esto sea así, por un lado la creciente socialización de
la convivencia a través de la cual se han impulsado a través de los propios Estados o las
organizaciones supraestales acciones para garantizar la colectivización de los servicios
para garantizar la igualación de los sujetos de cara al nivel de vida. Otro factor ha sido
la internacionalización de la vida política con el nacimiento de la Sociedad de Naciones
y la consolidación de la ONU a través de la cual se pretende restar protagonismo al
Estado propio en el disfrute del hombre de esos derechos y hacerlos más extensivos y a
la vez obligados en ámbitos no solo nacionales sino internacionales. Otro factor es el
control jurisdiccional a través del cual se crean órganos específicos para el control
jurisdiccional del cumplimiento de los acuerdos. Hay que destacar como factor también
el movimiento descolonizador mediante los llamados derechos de los pueblos que apoya
los derechos de los pueblos minoritarios tanto étnicos como religiosos o culturales.
El proceso de postivación de los derechos humanos que como vimos comenzaba con las
teorias iusnaturalistas racionalistas que reconocían los derechos naturales como
inherente al hombre por su propia naturaleza y por lo tanto algo universal, culmina en el
siglo XVIII con dos declaraciones de los derechos del hombre, la norteamericana
denominada como Declaración de Independencia de 1776 y la francesa o declaración
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1.789.
Otro aspecto importante de esta declaración es la idea del contrato o pacto social. Según
esto los gobiernos se constituyen para garantizar los derechos declarados y si no lo
consiguen los ciudadanos pueden deponerlo y nombrar otro gobierno. Esto supone la
idea de un pacto en el que la legitimidad del poder del gobierno descansa en el
consentimiento de los gobernados.
Acusación donde se hace mención a una lista de las "repetidas injurias y usurpaciones
cuyo fin era el establecimiento de una absoluta tiranía sobre estos estados
Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas colonias; y tal es ahora la necesidad que las
compele a alterar su antiguo sistema. La historia del presente Rey de la Gran-Bretaña, es una
historia de repetidas injurias y usurpaciones, cuyo objeto principal es y ha sido el
establecimiento de una absoluta tiranía sobre estos estados. Para probar esto, sometemos los
hechos al juicio de un mundo imparcial.
Ha rehusado asentir a las leyes más convenientes y necesarias al bien público de estas colonias,
prohibiendo a sus gobernadores sancionar aun aquellas que eran de inmediata y urgente
Ha convocado cuerpos legislativos fuera de los lugares acostumbrados, y en sitos distantes del
depósito de sus registros públicos con el único fin de molestarlos hasta obligarlos a convenir
con sus medidas, y cuando estas violencias no han tenido el efecto que se esperaba, se han
disuelto las salas de representantes por oponerse firme y valerosamente a las invocaciones
proyectadas contra los derechos del pueblo, rehusando por largo tiempo después de desolación
semejante a que se eligiesen otros, por lo que los poderes legislativos, incapaces de
aniquilación, han recaído sobre el pueblo para su ejercicio, quedando el estado, entre tanto,
expuesto a todo el peligro de una invasión exterior y de convulsiones internas.
Ha atentado a la libertad civil de los ciudadanos, manteniendo en tiempo de paz entre nosotros
tropas armadas, sin el consentimiento de nuestra legislatura: procurando hacer al militar
independiente y superior al poder civil: combinando con nuestros vecinos, con plan despótico
para sujetarnos a una jurisdicción extraña a nuestras leyes y no reconocida por nuestra
constitución: destruyendo nuestro tráfico en todas las partes del mundo y poniendo
contribuciones sin nuestro consentimiento: privándonos en muchos casos de las defensas que
proporciona el juicio por jurados: transportándonos mas allá de los mares para ser juzgados
por delitos supuestos: aboliendo el libre sistema de la ley inglesa en una provincia confinante:
alterando fundamentalmente las formas de nuestros gobiernos y nuestras propias legislaturas y
declarándose el mismo investido con el poder de dictar leyes para nosotros en todos los casos,
cualesquiera que fuesen.
Ha compelido a nuestros conciudadanos hechos prisioneros en alta mar a llevar armas contra
su patria, constituyéndose en verdugos de sus hermanos y amigos: excitando insurrecciones
domésticas y procurando igualmente irritar contra nosotros a los habitantes de las fronteras, los
indios bárbaros y feroces cuyo método conocido de hacer la guerra es la destrucción de todas
las edades, sexos y condiciones.
A cada grado de estas opresiones hemos suplicado por la reforma en los términos más humildes;
nuestras súplicas han sido contestadas con repetidas injurias. Un príncipe cuyo carácter está
marcado por todos los actos que definen a un tirano, no es apto para ser el gobernador de un
pueblo libre.”
Conclusión Los signatarios afirman que existen condiciones bajo las cuales el pueblo
debe cambiar su gobierno, y es necesario que las colonias anuncien su separación y
disuelvan sus lazos con la corona británica
“Por tanto, Nosotros, los Representantes de los Estados Unidos, reunidos en Congreso General,
apelando al Juez supremo del Universo, por la rectitud de nuestras intenciones, y en el nombre y
con la autoridad del pueblo de estas colonias, publicamos y declaramos lo presente: que estas
colonias son, y por derecho deben ser, estados libres e independientes; que están absueltas de
toda obligación de fidelidad a la corona británica: que toda conexión política entre ellas y el
estado de la Gran Bretaña, es y debe ser totalmente disuelta, y que como estados libres e
independientes, tienen pleno poder para hacer la guerra, concluir la paz, contraer alianzas,
establecer comercio y hacer todos los otros actos que los estados independientes pueden por
derecho efectuar. Así que, para sostener esta declaración con una firme confianza en la
protección divina, nosotros empeñamos mutuamente nuestras vidas, nuestras fortunas y nuestro
sagrado honor”.
La declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, asume los presupuestos
iusnaturalistas y proclama la igualdad de los hombres y la universalidad de los
derechos, Aun cuando establece los derechos fundamentales de los ciudadanos
franceses y de todos los hombres sin excepción, no se refiere a la condición de las
mujeres o la esclavitud ya que excluye del concepto de hombre a las mujeres, a los
campesinos y los esclavos, considerándoles inferiores por diversos motivos justificando
así su exclusión de este derecho de igualdad. Aún así es considerado un documento
precursor de los derechos humanos a nivel nacional e internacional. No fue hasta que
Olympe de Gouges, en 1791, proclamo la Declaración de los Derechos de la Mujer y la
Los principales derechos naturales en los que se basa esta declaración fueron la
libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión, el libre ejercicio de los
derechos naturales, la libertad de palabra y de imprenta. En esta etapa comienzan a
dictarse las constituciones de carácter liberal, que protegían los derechos civiles y
políticos, así como la búsqueda de la protección de las libertades de propiedad y de la
vida.
La declaración Francesa tiene dos aspectos importantes que la van a llevar a convertirse
en un referente para Europa. Uno es el gran interés por los aspectos sociales, interés que
se manifiesta en el aumento de artículos sobre este tema en distintas etapas de la
declaración y la separación de poderes, Así lo afirma en su conocido artículo 16: “Toda
sociedad en la cual la garantía de los derechos no está asegurada, ni a la separación
de poderes establecida no tiene constitución.
Texto
Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano (26 de agosto de 1789)
Artículo primero.- Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las
distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común.
Artículo 4.- La libertad consiste en poder hacer todo aquello que no perjudique a otro:
por eso, el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no tiene otros límites que
los que garantizan a los demás miembros de la sociedad el goce de estos mismos
derechos. Tales límites sólo pueden ser determinados por la ley.
Artículo 5.- La ley sólo tiene derecho a prohibir los actos perjudiciales para la sociedad.
Nada que no esté prohibido por la ley puede ser impedido, y nadie puede ser
constreñido a hacer algo que ésta no ordene.
Artículo 6.- La ley es la expresión de la voluntad general. Todos los ciudadanos tienen
derecho a contribuir a su elaboración, personalmente o por medio de sus representantes.
Debe ser la misma para todos, ya sea que proteja o que sancione. Como todos los
ciudadanos son iguales ante ella, todos son igualmente admisibles en toda dignidad,
cargo o empleo públicos, según sus capacidades y sin otra distinción que la de sus
virtudes y sus talentos.
Artículo 7.- Ningún hombre puede ser acusado, arrestado o detenido, como no sea en
los casos determinados por la ley y con arreglo a las formas que ésta ha prescrito.
Quienes soliciten, cursen, ejecuten o hagan ejecutar órdenes arbitrarias deberán ser
castigados; pero todo ciudadano convocado o aprehendido en virtud de la ley debe
obedecer de inmediato; es culpable si opone resistencia.
Artículo 8.- La ley sólo debe establecer penas estricta y evidentemente necesarias, y
nadie puede ser castigado sino en virtud de una ley establecida y promulgada con
anterioridad al delito, y aplicada legalmente.
Artículo 9.- Puesto que todo hombre se presume inocente mientras no sea declarado
culpable, si se juzga indispensable detenerlo, todo rigor que no sea necesario para
apoderarse de su persona debe ser severamente reprimido por la ley.
Artículo 10.- Nadie debe ser incomodado por sus opiniones, inclusive religiosas, a
condición de que su manifestación no perturbe el orden público establecido por la ley.
Artículo 12.- La garantía de los derechos del hombre y del ciudadano necesita de una
fuerza pública; por lo tanto, esta fuerza ha sido instituida en beneficio de todos, y no
para el provecho particular de aquellos a quienes ha sido encomendada.
Artículo 14.- Los ciudadanos tienen el derecho de comprobar, por sí mismos o a través
de sus representantes, la necesidad de la contribución pública, de aceptarla libremente,
de vigilar su empleo y de determinar su prorrata, su base, su recaudación y su duración.
Artículo 15.- La sociedad tiene derecho a pedir cuentas de su gestión a todo agente
público.
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Tema 2: HISTORIA DEL NACIMIENTO DE LOS DRECHOS HUMANOS: ETAPAS DEL PROCESO DE
CONSOLIDACIÓN
Artículo 16.- Toda sociedad en la cual no esté establecida la garantía de los derechos, ni
determinada la separación de los poderes, carece de Constitución.
Artículo 17.- Siendo la propiedad un derecho inviolable y sagrado, nadie puede ser
privado de ella, salvo cuando la necesidad pública, legalmente comprobada, lo exija de
modo evidente, y a condición de una justa y previa indemnización.
En este apartado pretendemos explicar como han sido entendidos los derechos humanos
en las diferentes etapas a lo largo de la historia, para poder aproximarnos a una
delimitación conceptual de los mismos. Cada una de las denominaciones, o cada uno de
los diferentes nombres que han tenido refleja el sentir general del momento y está
relacionado con la forma de entenderlos. No intentamos hacer un estudio exhaustivo de
esta problemática ya que se escaparía a nuestro objetivo. En la bibliografía se reflejan
distintos libros donde los autores, y verdaderos especialistas en el tema, presentan una
visión amplia y detallada de cada una de las denominaciones. Tan solo pretendemos
presentar al alumno unas nociones básicas de cada denominación para que pueda
distinguir unas de otras y así fundamentar la denominación actual de derechos
humanos.
Los rasgos que caracterizan a esta denominación de los derechos humanos son las
siguientes:
Su existencia está sustraída de las decisiones del soberano político, por lo que
los ciudadanos son titulares de tales derechos aún cuando ese soberano
desconozca o niegue tales derechos.
Esta denominación supuso una ventaja muy importante que fue la de proclamar
explícitamente la independencia de la validez política y jurídica de los derechos
humanos con respecto a las decisiones de los gobernantes.
Con todo esto los derechos naturales pasarían a inscribirse en un sistema de relaciones
jurídicas entre el Estado como persona jurídica y los particulares. Los derechos
subjetivos públicos eran entendidos como autolimitaciones del poder soberano del
Estado en beneficio de determinadas esferas de interés privado y libre actuación que se
reconocía a los ciudadanos. Lo derechos del hombre dejan de ser derechos naturales del
hombre por su propia naturaleza y anterior a ser ciudadanos y pasan a ser derechos que
tiene el individuo por su posición de miembro en el Estado. Son derechos que el Estado
reconoce y crea a través de un sistema juridico que regula sus relaciones ya que se
entendía que no existía ni podía existir ninguna autoridad anterior al Estado. Suponen,
al igual que en los derechos naturales, una limitación en el poder del Estado pero es una
limitación que se impone el propio Estado (Megías Quirós: 2006: 55).
Tal vez la característica más representativa de esta denominación tal vez sea que se
tratan de posiciones subjetivas jurídicamente fuertes, al estar amparadas por una
regulación explícita del ordenamiento estatal y por los correspondientes mecanismos
jurisdiccionales de defensa.
Como resumen de esta denominación diremos que esta denominación refuerza la idea
de que los derechos básicos que tienen los ciudadanos en el marco del Estado de
Derecho son una concesión gratuita del propio Estado con el fin de garantizar la
autonomía de su participación en el respectivo campo de la actividad social.
No hay una unanimidad con respecto a la definición del término ya que para unos es una
expresión del todo equivalente a la de derechos humanos y del ciudadano, para otros es
Una designación parcial y aplicable solamente a algunos de ellos. Los que defienden
esta postura lo hacen explicando las diferencias entre ellos:
El término libertades contiene una mayor carga política frente a la mayor carga
filosófica, iusnaturalista e individualista del término derechos.
Los derechos serían los más inherentes a la persona humana, los indiscutibles y
los difícilmente limitables, en cambio las libertades públicas, pueden ser
limitadas e incluso suprimidas.
Los derechos humanos, los de carácter individual, suelen ser reconocidos aún en
los regímenes dictatoriales, no así sucede con las libertades públicas que sólo se
hallan plenamente reconocidas en los regímenes democráticos.
Las libertades públicas, son de más fácil politización tanto desde la perspectiva
de sus titulares como de los poderes públicos, siempre reacios a su
reconocimiento. En lo que respecta a los titulares, aún en los momentos
históricos en que la reivindicación de las libertades públicas se reduce a los
propósitos y actividades más inofensivas, siempre acaban utilizadas con fines
políticos. Desde la perspectiva del poder, también son derechos de fácil
politización, así se explica, el que los propios regímenes democráticos recurran
a la suspensión de las libertades públicas cuando circunstancias extraordinarias
así lo aconsejan en defensa del propio orden democrático y constitucional.
Como resumen podemos decir que esta denominación responde a la concepción de los
derechos humanos como espacios de libertad individual que el respectivo ordenamiento
jurídico pone al abrigo de las intromisiones de la organización social.
A finales del siglo XVIII comenzó, en un primer momento, a ser utilizada la expresión
de derechos fundamentales para asignar aquellos derechos que debían se considerados
como el fundamento de cualquier ordenamiento jurídico. Es decir para aquellos
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CONSOLIDACIÓN
derechos que les han sido reconocidos a los ciudadanos por las respectivas
constituciones y leyes fundamentales. Con el uso de esta denominación se empezaron a
considerar como derechos fundamentales, debido al término, aquellos derechos que
eran básicos y de radical importancia en la vida de todos los hombres. Esto fue lo que
origino que en un principio, se considerasen o igualasen las denominaciones de los
derechos naturales, derechos humanos, y derechos fundamentales.
MARTINEZ VALLEJO, nos explica las diferencias entre derechos humano y derechos
fundamentales desde otra perspectiva, para el autor la distinción entre derechos
humanos y derechos fundamentales, radica en que los derechos humanos son los
derechos humanos positivizados en el ámbito internacional como las Declaraciones,
Convenios internacionales, etc. Serian aquellas exigencias que no han alcanzado un
ordenamiento jurídico positivo, mientras que los derechos fundamentales serian
aquellos derechos positivizados en el ámbito interno, es decir los derechos humanos
garantizados por los derechos jurídicos positivos estatales. (Martínez Vallejo en
Ballesteros, 1992: 44-45
Esta postura nos lleva a la conclusión de que no se pueden identificar plenamente los
derechos humanos con los fundamentales por dos razones: la primera es que los
derechos humanos son más amplios que los establecidos como fundamentales en los
textos constitucionales y la segunda es que constituyen una clase de derechos que están
Resumiendo estos derechos aluden a los derechos básicos que han sido reconocidos los
las leyes fundamentales- constituciones del respectivo ordenamiento jurídico.
Para los defensores de esta denominación los derechos morales serían aquellas
exigencias o prerrogativas de los individuos ancladas en valores morales básicos
(dignidad de la persona) que tienen una existencia anterior al Estado y su Derecho. De
esta denominación se desprende que la raíz o fundamento de los derechos básicos de las
personas está en el reino de los valores morales con independencia de los ordenamientos
jurídicos; al ser independientes de la regulación política tienen una superioridad
deontológica sobre esa regulación, y que al ser pretensiones morales llevan en sí
mismas la exigencia de ser incorporadas a los ordenamientos jurídicos positivos (De
Castro Cid 2004:102).
Como resumen podemos decir que esta denominación pretende configurar a los
derechos humanos como prerrogativas que corresponden a los individuos por exigencia
de ciertos valores morales, tales como la dignidad personal, y que, en consecuencia
deben ser reconocidos por el derecho.
Acabamos esta seria de definiciones con la más general Derechos humanos Esta es la
denominación más extendida y la más generalizada, lo que llevaría a pensar que todos
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Tema 2: HISTORIA DEL NACIMIENTO DE LOS DRECHOS HUMANOS: ETAPAS DEL PROCESO DE
CONSOLIDACIÓN
los que la usan están de acuerdo de su significado y contenido, pero la realidad es que
tanto la terminología como el contenido va a depender de la carga sentimental de
quienes la usan. Esta terminología está presente en la mayoría de los contextos, ya sean
sociales, culturales, económicos y políticos de tal forma que en la mayoría de las
situaciones desde la denominación de derechos humanos se cuelgan distintos y
diferentes significados siendo necesario buscar un punto común para que desde el
enfoque o el contexto del que se trate se pueda designar un significado preciso.
El significado actual de los derechos humanos conserva la idea que apoyaba la doctrina
clásica como aquel conjunto de facultades o poderes que le corresponden a cada uno de
los miembros de la especie humana en razón de su propia humanidad. Se trataría por
tanto no a los derechos que cada uno tiene en virtud de la regulación de un
ordenamiento jurídico determinado estatal o supraestatal sino aquellos otros que todos
los hombres tienen con independencia de que hayan sido reconocidos o no por los
ordenamientos jurídicos.
Son entendidos también como facultades o poderes de actuación individual que posen
todos los hombres por el hecho de serlo como derechos subjetivos originarios que
constituyen un muro de contención frente a cualquier intromisión arbitraria de los
gobernantes. Lo más importante de todo esto es salvaguardar el principio de que su
consistencia y vigor no dependen del reconocimiento y protección que les otorgan las
declaraciones que los proclaman sino que son previos a tales declaraciones y que
además no pueden depender de la arbitrariedad y decisión del gobernante de turno.
BIBLIOGRAFIA
APARISSI, A (1999): Alcance de los derechos del hombre a la luz del pensamiento
cristiano. En Fidelium Iura,9
Índice
Ya hemos estudiado las distintas denominaciones de los derechos humanos, ahora nos
preguntamos cual es la naturaleza de los mismos. Preguntarse por la naturaleza de los
derechos humanos es intentar resolver preguntas sobre lo que son, lo que significan las
características que tienen, en que consisten.. Determinar su naturaleza es algo complejo
ya que las posiciones son muy variadas. Hemos visto como hay distintas
denominaciones de los derechos humanos cada una de ellas lleva implícito su propia
naturaleza. De la misma forma que no podíamos dar una sola denominación no
podemos hablar de una sola naturaleza, para unos son derechos subjetivos, para otros
naturales, para otros morales no siendo fácil ponerse de acuerdo ni en el significado ni
en el contenido ya que unos autores hablan de derechos humanos desde un punto de
vista político, económico, deontológico religioso etc.
Otra teoría que justificaría la naturaleza de los derechos humanos seria la concepción
ética. Desde esta teoría aparece una doble vertiente en ocasiones y para algunos
contradictoria, seria por un lado la vertiente ética y por otro la jurídica. Según la
vertiente ética la naturaleza de los derechos humanos serian los principios morales
básicos basados en los valores cuyo contenido es el de las exigencias de una vida digna.
Estas exigencias serian propias de todos los hombres, por el hecho de serlo, lo que
significa que todos tienen un derecho igual a su reconocimiento y garantía por parte del
poder político del Estado, no obstante, no pertenecerían a un orden jurídico superior
sino que son derechos prevalentes no positivos que deben ser incorporados a los
ordenamiento jurídicos de los Estados.
Hemos visto esa doble vertiente ético jurídica de los derechos humanos, pero
atendiendo a su definición desde el punto de vista de la ética y la moral surge la
pregunta de cuales son esos principios morales sobre los que se asentarían los derechos
humanos o que darían lugar a los derechos humanos. Nino 1989 serian la dignidad, la
autonomía y la inviolabilidad de la persona. Principios que según el autor, pueden
resumirse en la posesión de la conciencia de su propia identidad. En definitiva serian los
derechos morales de los que gozan aquellos seres con capacidad potencial para tener
conciencia de su identidad (Nino, 1989: 46 y 92).
El otro problema se deriva de esta última idea, ya que surge la duda sobre cual seria la
naturaleza de aquellos derechos que no aparecen en los preámbulos de las
constituciones. Según lo anterior esos derechos no serian principios de ordenamiento
jurídico sino simple principios del derecho. El problema está en que puede haber
derechos que no estén recogido en las constituciones y no se considerarían derechos
humanos.
Universales. Son universales porque pertenecen a todas las personas, sin importar su
sexo, edad, posición social, partido político, creencia religiosa, origen familiar o
condición económica. Se extienden a todo género humano y son válidos en cualquier
momento de la historia de la humanidad es decir en todo tiempo también en todos los
lugares geográficos y todas las culturas sin discriminación de ningún tipo. Todo
individuo de la especie los posee por lo tanto no pueden invocarse diferencias
culturales, sociales, o políticas como excusa para su desconocimiento o aplicación
parcial. Esta característica está directamente ligada con la prohibición de
discriminación.
Inherentes: porque son innatos a todos los seres humanos sin distinción alguna pues se
asume que nacemos con ellos. Por tanto, estos derechos no dependen de un
reconocimiento por parte del Estado. Los estados deben reconocer estos derechos pues
el individuo los trae consigo por su nacimiento como ser humano, no por concesión
estatal, sino como don de la naturaleza. En caso de que el estado no los reconozca puede
exigírsele que lo haga.
Obligatorios: Aunque no exista ley que prevea condena por su violación, toda persona e
incluso el estado, debe respetarlos.
Inalienables: Esto significa que no pueden ser transferidos a otro titular, están ineludible
necesaria y consustancialmente unidos a la existencia de cada ser humano. Su propio
carácter de irrenunciables, los hace también intransmisibles a otra persona por venta, ni
susceptibles de apropiación por parte del estado. No pueden ni deben separase de la
persona, y en tal virtud no pueden transmitirse o renunciar a los mismos bajo ningún
título
otros derechos que en el pasado no se reconocían como tales o aparezcan otros que en
su momento se vean como necesarios a la dignidad humana. Y por tanto inherentes a
toda persona.
En principio podemos decir que ellos sirven de ideas de fuerza, ya que disponen vigor
para canalizar el derecho futuro, para perfeccionar el existente y para acelerar el cambio
y la transformación.
Los derechos humanos cumplen otras funciones, dentro del orden social.
Desde un punto de vista filosófico, dan la orientación necesaria para introducir
dentro del derecho los derechos humanos. Dentro del derecho, son los que hacen
que se pueda llegar al bien común dentro de la sociedad, garantizando el
desarrollo de todas las personas, teniendo como base a la dignidad de la persona.
Los derechos humanos marcan los límites del abuso del poder, y nos defienden
contra la opresión, se fundan en la ética de la libertad, la igualdad y la paz.
Constituyen en este sentido una reivindicación por un mundo más justo, asumida
desde la perspectiva del individuo sometido en frecuencia a situaciones de
injusticia y opresión que obstaculizan el libre desarrollo de su personalidad
moral. El lema de los derechos humanos representa en este sentido la
reivindicación de un área de inmunidad personal frente al poder, y de manera
especial frente al poder institucionalizado en las diferentes comunidades
políticas.
BIBLIOGRAFIA
PEREZ LUÑO, A .E. (1984) Los derechos humanos, estado de derecho y constitución.
Madrid, Tecnos.
De lo anterior deducimos que una definición de qué son los derechos humanos,
jamás puede ser exhaustiva en el sentido geográfico, es decir para cualquier lugar
del mundo, ni en el sentido histórico, es decir para toda época, ni en el filosófico y ni
siquiera en el jurídico, ya que sin apartarnos del principio de universalidad la
elaboración del concepto en sí siempre va a estar influida por el entorno en que se
desempeña el autor, y la teoría en la que se base la definición. Es por ello que a lo
largo del tiempo se han sucedido diversas definiciones o esbozos del concepto de los
derechos humanos, dependiendo del entorno político, económico, social, histórico
(Nino, 1989).
Otro aspecto importante es que estos derechos son anteriores a las leyes
positivas. El hombre es anterior al Estado y sus derechos al ser naturales han de ser
anteriores al derecho positivo, pero necesitan que sean respetados por el Estado.
Todos estamos obligados a respetar los derechos humanos de las demás personas.
Sin embargo, según el mandato constitucional, quienes tienen mayor
responsabilidad en este sentido son las autoridades gubernamentales, es decir, los
hombres y mujeres que ejercen la función de servidores públicos. La tarea de
proteger los derechos humanos representa para el Estado la exigencia de proveer y
mantener las condiciones necesarias para que, dentro de una situación de justicia,
paz y libertad, las personas puedan gozar realmente de todos sus derechos, de tal
forma que ni el Estado ni el derecho positivo pueden contravenirlos.
La igualdad de todos antes los derechos humanos sin distinción de sexo, raza,
edad, condición, es otro aspecto importante que no puede pasar de alto a la hora de
dar una definición de los derechos humanos. Al ser derecho naturales en esa
condición están incluidos todos los seres humanos.
Actualmente todas las sociedades reconocen que los seres humanos poseen
derechos para poder llevar una vida digna. Estos derechos deben ser respetados y
garantizados por el Estado sin ningún tipo de discriminación y éste debe tener una
estructura institucional y legal que garantice su realización. Los derechos humanos
son esos derechos que el Estado está obligado a respetar y velar porque se respeten
ya que constituyen el bienestar común y este supone que el poder público debe
hacer todo lo necesario para que, de manera paulatina, sean superadas la
desigualdad, la pobreza y la discriminación.
Otro aspecto importante que debe quedar patente en una definición de derechos
humanos, es el que estos derechos generan a su vez unos deberes y obligaciones.
Los derechos humanos incluyen tanto derechos como obligaciones. Los Estados
asumen las obligaciones y los deberes, en virtud del derecho internacional, de
respetar, proteger y realizar los derechos humanos. La obligación de respetarlos
significa que los Estados deben abstenerse de interferir en el disfrute de los derechos
humanos, o de limitarlos. La obligación de protegerlos exige que los Estados impidan
los abusos de los derechos humanos contra individuos y grupos. La obligación de
realizarlos significa que los Estados deben adoptar medidas positivas para facilitar el
disfrute de los derechos humanos básicos.
Los deberes y obligaciones no solo deben ser, como hemos dicho, respetados
por el Estado, sino también por los propios ciudadanos unos sobre otros. En el plano
individual, así como debemos hacer respetar nuestros derechos humanos, también
debemos respetar los derechos humanos de los demás. Todas las personas tienen
unas necesidades básicas naturales pero a su vez tienen el deber de respeto a esas
mismas necesidades en los demás. Desde este enfoque los derechos humanos
pueden llegar a ser limitables si entran en colisión con idénticos derechos de otro
hombre.
Por último, antes de dar una definición de los derechos humanos, debemos
hablar del carácter tanto nacional como internacional. No se concibe, hoy en día la
existencia de derechos humanos para algunos y no para otros, ni derechos que sean
distintos en una región que en otra. A nivel Nacional o de Estado ya hemos hablado
de la importancia del reconocimiento de los derechos humanos, pero no es suficiente
que con ese reconocimiento se realice solo en un Estado determinado. La
universalidad de la que hablábamos como punto de partida se ha de reflejar en el
carácter internacional, para eso es importante que el reconocimiento jurídico del que
hablamos se realice tanto a nivel nacional como internacional, de manera que estén
por encima de cada Estado. Desde la comunidad internacional, todos los Estados,
deben de tratar, promover y proteger, los derechos humanos de forma global sean
cuales fueren sus sistemas políticos religiosos, económicos y culturales garantizando
que los derechos humanos deben regir para todo el mundo y del mismo modo.
PÉREZ LUÑO los define como "Conjunto de facultades e instituciones que, en cada
momento histórico, concretan las exigencias de la dignidad, libertad y la igualdad
humanas, las cuales deben ser reconocidas positivamente por los ordenamientos
jurídicos a nivel nacional e internacional (Pérez Luño, 1984:48).
Otra definición podría ser: Los derechos son aquellas libertades, facultades,
instituciones o reivindicaciones relativas a bienes primarios o básicos que incluyen a
toda persona, por el mero hecho de su condición humana, para la garantía de una
vida digna. Son independientes de factores particulares como el estatus, sexo, etnia
o nacionalidad; y son independientes o no dependen exclusivamente del
ordenamiento jurídico vigente. Desde un punto de vista más relacional, los derechos
humanos se han definido como las condiciones que permiten crear una relación
integrada entre la persona y la sociedad, que permita a los individuos ser personas,
identificándose consigo mismos y con los otros (Wikipedia).
MEDINA RUBIO nos dice: "Los Derechos humanos son un conjunto de facultades o
atribuciones histórico-culturales (derechos) reconocidos jurídicamente a toda
persona, por el hecho de ser persona, por las cuales ésta puede actuar para
satisfacer unas necesidades o aspiraciones inherentes a su cualidad humana, y que
tienen, por eso una radical importancia para ella. Tales derechos suponen la
creencia fundada de que el ser humano, y sólo por el hecho de serlo exige la
protección de ciertos intereses o aspiraciones para su autorrealización sin los cuales
él y la misma comunidad, no podrían satisfacer las necesidades de su propia
dignidad en pie de igualdad y libertad".
"Los Estados tienen el deber, sean cuales sean sus sistemas políticos,
económicos y culturales, de promover y proteger todos los derechos humanos y las
libertades fundamentales".
Una vez definidos los derechos humanos, podemos preguntarnos, ¿Cuáles son
esos derechos humanos? Entre los más conocidos podemos citar:
- Derecho a la vida.
- Derecho a la libertad.
- Derecho a la igualdad.
- Derecho a la seguridad de la persona.
- Derecho a no ser sometido a esclavitud ni servidumbre.
- Derecho a no ser sometido a torturas ni a penas o tratos inhumanos y
degradantes.
- Derecho a la igualdad ante la ley y a la protección frente a la detención o
encarcelamiento o el exilio arbitrario.
- Derecho a la justicia.
- Derecho a un proceso justo y a la presunción de inocencia mientras no se
pruebe su culpabilidad.
- Derecho al respeto de la vida privada y familiar, del domicilio y la
correspondencia.
- Derecho a la libertad de circulación y de residencia.
- Derecho al asilo.
- Derecho a la paz en el mundo.
- Derecho a la nacionalidad.
- Derecho a casarse y fundar una familia.
- Derecho a la propiedad.
- Derecho a ejercer la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión.
- Derecho al a libertad de expresión y de opinión.
- Derecho a la libertad de reunión y de afiliaciones pacíficas.
- Derecho a participar en el gobierno del propio país directamente o por medio de
los representantes libremente escogidos.
- Derecho al trabajo.
- Derecho a la salud.
- Derecho a la seguridad social.
- Derecho a un salario justo por un trabajo igual.
- Derecho a fundar sindicatos y sindicarse.
- Derecho al descanso y disfrute de tiempo libre, jornada de trabajo razonable y
vacaciones periódicas.
- Derecho a un nivel de vida adecuado que asegure el bienestar del individuo y el
de su familia.
- Derecho a la educación y a participar libremente en la vida cultural de la
comunidad.
Índice
Los artículos 1 y 2 recogen principios básicos en los que se sustentan los derechos:
libertad, igualdad, fraternidad y no discriminación.
Los artículos 29 y 30 recogen las condiciones y límites con que estos derechos deben
ejercerse.
Texto de la declaración
PREÁMBULO
Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de
Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión
contra la tiranía y la opresión;
Considerando que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe
en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona
humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y se han declarado
resueltos a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto
más amplio de la libertad;
Artículo 1.
Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como
están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Artículo 2.
Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración,
sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de
cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o
cualquier otra condición.
Artículo 3.
Artículo 4.
Artículo 5.
Artículo 6.
Artículo 7.
Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la
ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja
esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación.
Artículo 8.
Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales nacionales
competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales
reconocidos por la constitución o por la ley.
Artículo 9.
Artículo 10.
Artículo 11.
Artículo 12.
Artículo 13.
2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a
regresar a su país.
Artículo 14.
2. Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada
por delitos comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de las
Naciones Unidas.
Artículo 15.
Artículo 16.
1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción
alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y
disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en
caso de disolución del matrimonio.
2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse
el matrimonio.
Artículo 17.
Artículo 18.
Artículo 19.
Artículo 20.
Artículo 21.
3. La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad
se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente,
por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que
garantice la libertad del voto.
Artículo 22.
Artículo 23.
2. Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo
igual.
Artículo 24.
Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación
razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas.
Artículo 25.
1. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a
su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la
vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo
derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u
otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias
independientes de su voluntad.
Artículo 26.
3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de
darse a sus hijos.
Artículo 27.
Artículo 28.
Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que
le correspondan por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que
sea autora.
Artículo 29.
1. Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede
desarrollar libre y plenamente su personalidad.
Artículo 30.
El alcance de la Declaración
Con el transcurso de los años sus principios fundamentales han adquirido la condición
de normas que todos los estados deben respetar, se la ha considerado como el ideal
internacional por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, es conocida y
aceptada universalmente como un documento histórico que enuncia una definición
universal de la dignidad de la persona así como de los valores y los derechos humanos
que han de ser respetados y garantizados. Desde hace mucho tiempo los derechos
enunciados en la Declaración Universal han adquirido tal fuerza y grado de adhesión
que han sido considerados como preceptos jurídicos de derechos consuetudinario
Internacional. En realidad ha existido un consenso generalizado de su exigibilidad y
por tanto de su valor jurídico. (Martínez Morán en De Castro Cid, 2004:230).
Los derechos humanos, tal y como ya hemos explicado en apartado anteriores, no son
estáticos e inalterables, sino realidades que han ido evolucionando y desarrollándose, en
los mas de 50 años transcurridos desde su Declaración, por la presión de nuevas
necesidades o situaciones sociales y como manifestación de valores sociales
emergentes. El hombre no puede evitar nacer y formarse en un contexto cultural
determinado, experimentando igualmente los condicionamientos que le impone la
coexistencia con el grupo social más próximo. Los derechos humanos se presentan en
este sentido con un contenido dinámico que ha ido cambiando y cambiará
necesariamente a lo largo del tiempo, dependiendo de los sucesivos consensos sociales
que, en cualquier caso constituyen su fuente de justificación. El desarrollo de sus
formulaciones y clasificaciones dependerá necesariamente siempre de las impredecibles
decisiones del grupo social sometido a múltiples condicionamientos.
Una de las clasificaciones que mejor han sido acogidas a la hora de analizar los
derechos humanos es la que los distingue en diferentes generaciones. Esta clasificación
tiene la ventaja de permitir el examen de su proceso evolutivo en el tiempo de cuerdo,
como ya hemos dicho, con las necesidades de la sociedad en cada momento. (Escámez
Sánchez, 2004)
Los derechos humanos nacen con una marcada impronta individualista, como libertades
individuales que configuran la primera fase o generación de derechos humanos, y se la
denomina la generación de derechos y libertades civiles políticas y religiosas. Dicha
matriz ideológica individualista sufrirá un amplio proceso de erosión e impugnación en
las luchas sociales del siglo XIX. Estos movimientos reivindicativos evidenciarán la
necesidad de completar el catálogo de los derechos y libertades de la primera
generación con una segunda generación de derechos, denominada como generación de
derechos económicos sociales y culturales. Pero estos derechos sociales de la segunda
generación para que tengan incidencia y relevancia han de ir anudados entre sí por su
incidencia universal en la vida de todos los hombres y exigen para su realización un
esfuerzo solidario de sinergia, una cooperación y sacrificio de los intereses individuales
para satisfacer plenamente las necesidades y aspiraciones globales. Nacen así los
derechos de la tercera generación o derechos colectivos y de la solidaridad y calidad de
vida. En esta evolución algunos autores hablan ya de una cuarta generación de derechos
relacionados con las nuevas tecnologías, y el uso adecuado de ellas. Veamos un poco
más despacio cada una de estas generaciones.
Primera generación de derechos.- A esta primera generación, tal y como hemos dicho,
corresponden a los derechos civiles y políticos. Entendemos por derechos civiles,
aquellos que le corresponde a un persona como individuo, independientemente de su rol
social, y que hacen a su vida y a su libertad personal. Son exigibles contra cualquiera,
que ose perturbarlos. Así son derechos civiles el derecho a la vida, a la libertad
personal, a ejercer libremente su culto, a reunirse, a asociarse con fines útiles, a la
dignidad, al honor, al nombre.
Por su parte so derecho políticos los que corresponden al ciudadano para participar
como miembro activo del poder político en un gobierno democrático, por sí o a través
de sus representantes. El derecho de sufragio, a afiliarse a un partido político, a ser
Tanto los derechos civiles como los políticos se presentan como libertades exclusivas o
privilegios, de modo que permiten excluir a todos los demás de nuestras decisiones.
Están ligados al tipo de Estado en el que surgieron; del Estado absolutista se pasó al
Estado liberal de Derecho que vino a garantizar las esferas de libertad de sus
ciudadanos, con el menor intervencionismo posible. El Estado es un Estado pasivo que
no favorece el desarrollo o las mejoras que solo se pone en acción cuando debe restituir
el orden vulnerado por un ciudadano afectando a los demás ciudadanos en sus esferas
privadas, en sus libertades personales o en sus derechos de participación, es decir el
Estado no tiene que realizar gastos o disponer de recursos para proporcionar estos
derechos, sino permitir y favorecer que se ejerzan. Algunos autores han denominado a
estos derechos como libertades burguesas, ya que en su origen estuvo la lucha de la
burguesía contra los privilegios feudales o nobiliarios de la época. (Megías Quirós
2006:99)
Los derechos de esta generación tienen dos características importantes, por un lado la
que hace referencia a la titularidad individual y el carácter absoluto y por otro el ser
reconocidos como derechos de autonomía. La titularidad individual o implica que es
siempre un sujeto individual, una persona, el que aparece como sujeto o titular de
derecho en cuestión, y a él compete su ejercicio y disfrute, es decir responde a la idea ya
tan estudiada, de que el hombre es considerado en abstracto, todos los hombres son
igualmente libres, porque se prescinde de sus circunstancias concretas y reales, y a
todos corresponden los mismo derechos por el hecho de ser hombre.
Es por ello que la ley toma posición para lograr equidad, estableciendo por ejemplo que
las condiciones de trabajo deben ser dignas, que deben respetarse horarios de trabajo,
impide o regula el trabajo de menores, concede vacaciones, pagas, un salario mínimo
vital, el derecho a agremiarse, el derecho de los gremios a la huelga, a concertar
convenios colectivos de trabajo, a recurrir a la conciliación y al arbitraje etc. En otros
casos el estado interviene para proteger a aquellos miembros del cuerpo social que se
hallan en situación de inferioridad y necesitan mayor atención por su estado de salud o
por su edad avanzada, concediéndoles seguro social, pensiones y jubilaciones. Pero no
solo el derecho al trabajo y a la seguridad social, los derechos sociales también cubren
aspectos como la educación, el hambre, las necesidades económicas, la incultura, el
descanso etc.
Poco a poco se fue tomando conciencia de que para salvaguardar la dignidad humana no
solamente es necesario librar al hombre de la opresión y de la tiranía sino también de la
necesidad económica, del hambre de la miseria de la incultura. Y así el movimiento
obrero y el socialismo democrático fundamentalmente a partir de la segunda mitad del
siglo XIX, empezaron a reivindicar y a exigir una serie de derechos de carácter social,
económico y culturales necesarios para que las libertades sean reales y efectivas para
todos. (Megías Quirós, 2006: 104).
El profesor Escamez nos presenta y hace notar una diferencia importante entre los
derechos de la primera y de la segunda generación. Mientras que en los de la primera
generación, derechos civiles y políticos, postulan la reducción de la presencia del Estado
en la vida pública para garantizar la libertad del individuo por lo que la participación
del Estado tenia que ser prácticamente nula En la segunda, derechos económicos,
sociales y culturales se postula la participación directa del estado como garante de
igualdad en los bienes sociales para todos los ciudadanos.
Esta diferencia ha llevado al enfrentamiento entre los países occidentales ricos y los
países en vía de desarrollo. Por su parte los países occidentales enfatizan sobre los
derechos civiles y políticos acusando a otros países de necear esos derechos a sus
ciudadanos, los países en vía de desarrollo se centran más en los derechos económicos y
sociales, criticando a los países occidentales su egoísmo que impide disfrutar de esto
derechos a piases más pobres. El enfrentamiento sobre esta cuestión se ha visualizado
con la existencias del Pacto internacional referido a los derechos civiles y políticos y el
Pacto Internacional referido a los derechos económicos, sociales y culturales alcanzados
en 1966 , cuya entrada en vigor fue en 1.976. A pesar de estos pactos sigue habiendo
grandes diferencias en dicho bloques de países tanto en los derechos civiles y políticos,
ya que en mucho países no se fan esas libertades fundamentales, como en los derechos
económicos y sociales donde se dan grandes diferencias de unos países a otros
(Escamez Sánchez, op cit. : 84).
Una de las principales críticas que se le hizo a la Declaración Universal es que se centra
exclusivamente en los derechos individuales, acogiendo solo los derechos de primera y
segunda generación, relegando a los colectivos. Esa necesidad de fomentar los
derechos colectivos hace que surjan los derechos de tercera generación o derechos
colectivos y de solidaridad complementadota de las dos anteriores. Los derechos de la
tercera generación comportan formas de titularidad colectivas, pues afectan a intereses
y/o a bienes que son patrimonio de todos de modo que a todos compete el ejercicio de
su defensa y de su tutela. Son los derechos de los pueblos a la diversidad y a la cultura
socioidentitaria, es decir nuevos derechos humanos surgidos de la especificidad de las
circunstancias y condiciones socioidentitarias de los pueblos y grupos.
Los derechos de la tercera generación se hallan anudados unos con otros por su
incidencia universal en la vida de todos los hombres y exigen para su realización la
comunidad de esfuerzos y responsabilidades a escala planetaria. Solo desde y mediante
un esfuerzo solidario de sinergia de cooperación y sacrificio voluntario y altruista de los
intereses egoístas, será posible satisfacer las aspiraciones globales comunes relacionadas
con estos derechos de tercera generación como son el derecho a la paz, a la calidad de
vida, al desarrollo y autodeterminación de los pueblos, al desarrollo sostenible y un
La lista de los derechos de la tercera generación puede ser y es muy larga, veamos
brevemente algunos de los más renombrados.
En el curso de los últimos años pocas cuestiones han suscitado tan amplia y heterogénea
inquietud como la que se refiere a las relaciones del hombre con su medio ambiental, en
el que se halla inmerso y que condiciona su existencia. El expolio acelerado de las
fuentes de energía, así como la contaminación y degradación del medio ambiente, han
tenido una gran repercusión en el habitat humano y en el propio equilibrio
psicosomático de los individuos afectando a su calidad de vida. La inmediata incidencia
del ambiente en la existencia humana, la contribución decisiva a su desarrollo y a su
misma posibilidad, es lo que justifica su inclusión en el estatuto de los derechos
humanos. . Pero además el hombre tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le
asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el
vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios que le
garanticen una calidad de vida.
internacionales más importantes, como la Carta de las Naciones Unidas o los Pactos
Internacionales de Derechos Humanos, aunque no en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos.
Los derechos de solidaridad son derechos universales tanto desde su punto de partida
como del de llegada, son caros y difíciles de satisfacer y exigen la renuncia a nuestros
privilegios egoístas e injustificados y precisan de una responsabilidad personal y social
donde la solidaridad se opone a la concepción voluntarista. Los derechos de la primera
generación a pesar de ser reconocidos como derechos del ciudadano carecían de una
autentica consciencia del carácter universal de estos derechos, y estaban relegados a una
óptica individual principalmente a la burguesía. La segunda generación corrige esto
extendiendo la titularidad de los mismos a distintas colectividades, pero será esta tercera
generación de derechos la que, de forma más decisiva, contribuya a que se cobre
consciencia de la necesidad de ampliar a escala planetaria el reconocimiento de su
titularidad para asegurar el logro de su total y solidaria realización. Hoy en día ni el
individuo por si solo ni las propias colectividades son suficientes para responder a unos
retos y agresiones que por afectar a todos los seres humanos, solo pueden ser
contrarestados a través de derechos cuyos titulares sean conscientes de que la plena
realización de sus libertades es algo que incumbe, a todos los seres humanos. La tercera
generación de derechos humanos exige, en definitiva la plena consciencia de la
universalidad y solidaridad que los fundamenta. (Pérez Luño, 2006:41)
Es por eso necesario crear o generar una cultura de reconocimiento de los nuevos
derechos y el compromiso de las organizaciones de la sociedad civil de presionar a la
instituciones internacionales y a los gobiernos para que provean un ordenamiento
juridico que haga efectiva, llegado el caso, la implantación de esos nuevos derechos.
Pero esos nuevos derechos no son solo derechos individuales del hombre sino también
de los pueblos. En los últimos años se ha comenzado a tomar conciencia de la
importancia que tiene en los países del tercer mundo el concepto de supervivencia y
participación de los beneficios del desarrollo. Esta conciencia ha generado el concepto
de derecho al desarrollo económico como derecho a participar en ese proyecto y
derecho a obtener una parte equitativa de sus beneficios. Desde esta otra perspectiva se
puede hablar de una cuarta generación, como respuesta al nuevo marco caracterizado
por las nuevas necesidades y vínculos sociales surgidos en relación en el desarrollo
científico de las nuevas tecnologías y de la sociedad de la información, siendo la
libertad de expresión en el ciberespacio uno de los derechos, el desarrollo sostenible y
los derechos derivados de los avancen del desarrollo científico-técnico en el ámbito
genético y en el entorno ambiental. (Touriñan 2008:201)
BIBLIOGRAFIA
Índice
Dignidad humana
Derecho a la vida
Libertad
Autonomía y responsabilidad personal.
Igualdad y diferencia personal.
Autoestima
Integridad
Respeto y tolerancia
Justicia
Solidaridad
Paz
Coraje cívico
Introducción
El avance histórico de los Derechos humanos no se hubiera podido realizar sin el necesario
consenso universal sobre su valor para la construcción de un mundo más justo y en paz. Esa
construcción de un mundo más justo y en paz precisa de una serie de consensos entre diferentes
visiones culturales en el que deben armonizarse una serie de ideales, en todo esto tiene una gran
importancia la voluntad de un diálogo, racional, abierto y libre.
La Declaración Universal es un texto en el que se alcanzan algunos de principios de ese
consenso que está cumpliendo una función pedagógica colectiva. Es un punto de convergencia
ideológica entre diferentes tradiciones culturales y, por otra parte un horizonte ideal y hasta
utópico para la humanidad.
La Declaración contiene lo que podríamos llamar el código de conducta internacional basado
principalmente en aquellos valores que orientan la promoción de los derechos humanos. Autores
de las más variadas tendencias y tradiciones no dudan en apuntar a la dignidad humana como la
condición de los mismos.
La dignidad humana solo puede constituirse en el verdadero fundamento de los derechos
humanos y en la aspiración dinamizadora y alentadora de su evolución y extensión, cuando se
conciba en términos referidos al reconocimiento de que la condición humana y su reconocimiento
tienen un valor intrínseco. A partir de este presupuesto lo que se necesita es una manifestación
jurídica de la misma que se exprese en la protección necesaria para que cada hombre y mujer
pueda participar de un conjunto fundamental de derechos iguales para todos, así como en
respetar y apoyar los particulares proyectos personales de vida que cada sujeto decida
desarrollar desde esa participación en un horizonte común de humanidad. Valores como la
igualdad, la libertad, la autoestima, respeto, autonomía, tolerancia, justicia, solidaridad...etc son la
base para el respeto de la dignidad humana.
Desde la vertiente educativa los derechos humanos presentan muchos puntos de confluencia:
filosóficos, antropológicos, históricos, políticos, sociales, didácticos, y desde nuestro punto de
vista, también éticos. La mejor manera de reconocer está vinculación estriba en observar que los
valores que tratan de fundamentar y extender los derechos humanos son los valores que hoy
están insertos en el proyecto de humanización al que aspira la educación.
Este es un tema importante y el alumno debe prestar especial atención en él ya que en el
mismo, se justifica la importancia de una educación en valores para llegar a una educación en
derechos humanos. El alumno no ha de pasar por alto el estudio del apartado relacionado con la
dignidad humana y el de la educación en la ética de los derechos humanos, ya que son los
puntos clave sobre los que se asentará el estudio de los distintos puntos. Al final del estudio del
tema el alumno debe tener una visión clara de cuáles son los valores más importantes sobre los
que se asienta la educación en y para los derechos humanos.
Tema 5: LOS VALORES COMO PRINCIPIOS UNIVERSALES E INSPIRADORES DE LOS DERECHOS HUMANOS
Hablar de los valores como guía de los derechos humanos, es en parte, volver a
plantearse la fundamentación de los mismos, pero esta vez desde un punto común, el de
los valores como elementos fundamentales para todos los hombres.
Decimos que los valores son la guía de los derechos humanos, pero ¿Qué entendemos
por valores? Los valores han sido estudiados desde distintas enfoques desde la filosofía,
desde la ética, desde la sociología desde la educación, desde un enfoque subjetivista,
objetivista, desde el relativismo o desde el absolutismo, se habla de valores económicos,
políticos, religiosos, morales, etc. no seria adecuado dar una definición basándonos en
uno de estos enfoque o aspectos y obviando el resto. No vamos a hacer un análisis de
este tema tan apasionante ya que no es el motivo de nuestro estudio, pero si
presentaremos algunos conceptos o enfoques que nos parecen adecuadas al tema de los
derechos humanos.
Desde tiempos inmemoriales y antes de que los valores hayan sido objeto de estudio
desde ciencias como la filosofía o la ética, los hombres han establecido criterios para
calificar los actos humanos de acuerdo con las expresiones y costumbres, que varían de
acuerdo al tiempo, el espacio geográfico o las circunstancias en que estos se desarrollen.
El conjunto de normas que rigen nuestras vidas ha sido muy importante a lo largo de la
historia de la humanidad y en el desarrollo de las culturas indistintamente de los lugares
de asentamiento humano y de las concepciones del bien o del mal que se ha tenido en
este camino evolutivo. Desde este enfoque los valores serian los parámetros que nos
permiten juzgar si un acto es moralmente bueno o malo, conforme a los acuerdos
implícitos o explícitos que ha denotado una sociedad. Son el fundamento por el que
hacemos o dejamos de hacer una cosa en un determinado momento, dicho de otra
manera los valores son creencias perceptivas o, si se prefiere, principios normatifvo9s y
duraderos que nos sugieren que una determinada conducta o un estado final de
existencia es personal y socialmente preferible a otros que consideramos opuestos o
contradictorios. (Carrera y otros: 2006:14).
En sentido humanista, se entiende por valor lo que hace que un hombre sea tal, sin lo
cual perdería la humanidad o parte de ella. El valor se refiere a una excelencia o a una
perfección.
Desde un punto de vista socio-educativo, los valores son considerados referentes o
pautas que orientan el comportamiento humano. Son guías que dan determinada
orientación a la conducta y al comportamiento de cada individuo y de cada grupo social.
La visión subjetivista considera que los valores no son reales, no valen en sí mismos,
sino que son las personas quienes les otorgan un determinado valor, dependiendo del
agrado o desagrado que producen. Desde esta perspectiva, los valores son subjetivos,
dependen de la impresión personal del ser humano.
Como podemos observar la variedad está servida, pero cuando en el desarrollo de este
apartado hablemos de valores como guía nos referiremos a una mezcla de estos
enfoques, primeramente el enfoque humanista y después el socioeducativo sin
despreciar el subjetivista.
Son muchos los autores que ven a los valores como la guía de los Derechos humanos,
para algunos serán los valores morales la guía de esos derechos humanos y para otros
serán unos valores superiores, producto del proceso histórico-social.
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Grado Educación Social
Tema 5: LOS VALORES COMO PRINCIPIOS UNIVERSALES E INSPIRADORES DE LOS DERECHOS HUMANOS
Por su parte Andrés Ollero en la misma línea afirma que existe un fundamento,
intuitivamente captable, que permite privilegiar determinadas exigencias éticas hasta
hacerlas merecedoras de relevancia jurídica (De Castro Cid, 2004:149).
Estos autores como podemos observar prestan su atención sobre los valores morales
como base o guía de los derechos humanos
En otra línea Peces Barba mantiene la existencia de unos valores superiores, producto
del proceso histórico-social configurados en el transito de la modernidad, que actuarían
como guía y límite para el desarrollo del ordenamiento jurídico.(Peces Barba, 1984).
En una posición intermedia Benito de Castro, afirma que los derechos humanos, en
sentido propio, no son ni los principios o criterios éticos determinantes de la concreta
ordenación jurídica ni las exigencias o aspiraciones del ser humano que se constituyen
en contenido de reconocimiento o protección. La afirmación y defensa crítica de los
derechos humanos ha de apoyarse en unos principios que la discusión racional
establezca como puntos de apoyo y referencias últimas para la ordenación de la vida
social. La argumentación racional exige la aceptación de una serie de principios o
presupuestos fundamentales que tengan carácter axiomático comúnmente aceptados y
que queden fuera de la propia discusión (De Castro Cid 2004:149).
Bien es verdad que la sociedad actual en la que vivimos en lo que se refiere a creencias
morales se dan una mezcla de doctrinas, ideas y teorías que provienen de culturas y
épocas distintas que tal vez fuese muy difícil de fundamentar, pero también es verdad
que los principios axiológicos parecen avanzar progresivamente hacia el reconocimiento
universal alcanzando para una importante parte de la humanidad un autentico valor de
paradigmas morales.
Es verdad que hemos dicho que vivimos en una sociedad y en un mundo axiológico
plural pero esto no puede impedir reconocer que todos los seres humanos deben de
tener unos valores comunes porque de lo contrario dejarían de ser humanos, es verdad
también que pueden poner objeciones sobre ese consenso sobre valores que
fundamenten los derechos humanos considerándolo un consenso de mínimos, y que, tal
vez se trate únicamente de unos principios “éticos de mínimos”, una “ética mínima”
pero no es menos verdad ha habido en todo este proceso una carácter transformación
de la propia sociedad que avanza no solo en ese consenso sino en el contenido del
mismo.
Desde el punto de vista educativo hay una gran vinculación de los valores y los
derechos humanos, ya que los valores que tratan de fundamentar y extender los
derechos humanos son hoy los valores insertos en el proyecto de humanización en el
que aspira la educación. Desde esta vertiente educativa los Derechos humanos
representan la expresión de una moral civil, con el contenido de una ética mínima, para
una sociedad pluralista, democrática, cualquiera que se la cosmovisión social, religiosa,
ideológica o política. Moral civil que supone la existencia de un consenso acerca de lo
que minimamente debe ser la perfección de la vida en convivencia, cualquiera que sean
las estimaciones o preferencias valorales de los grupos sociales. (Cortina, A 1994)
También es verdad que los valores que inspiran los derechos humanos son valores
abstractos y formales; que es difícil conseguir resultados tangibles partiendo de
conceptos sin aparente univocidad y sentido, pero en su significación y alcance moral
no son tan abstractos y formales que no puedan considerarse como pautas de referencia
de las normativas jurídico-políticas (Medina Rubio en López Barajas y Ruiz Corbella
coord. 2000:35) Tales valores aunque entrañan exigencias constantes y permanentes,
por ser intrínsecas a la propia personalidad humana precisan especificarse y ampliarse
en los sucesivos avatares de la cultura y de la historia. (Pérez Luño, A.E. (1989)
En la construcción de ese consenso, teórico y social sobre los valores que sirven como
punto de anclaje de los Derechos Humanos estarían en un primer término los valores
que podrían considerarse constitutivos o esenciales de una vida digna, así serian la
dignidad humana; la libertad; la autonomía y la responsabilidad personal; la igualdad
y el derecho a la diferencia; la autoestima y la integridad. Por otro lado estarían
aquellos que cualifican lo que el profesor Medina Rubio llama “Ethos democrático” en
la vida humana que serian: tolerancia; justicia; solidaridad; paz, coraje cívico; el
diálogo, la confianza y la participación.
Cuando hablamos de valores de una vida digna nos podemos preguntar, ¿que son los
valores de una vida digna? ¿Cuáles son esos valores?. A la primera pregunta podemos
responder diciendo que son un conjunto de valores imprescindibles e iguales para todos
los hombres que les permitan un desarrollo integral. Valores, que como indicamos, son
iguales para todos sin ninguna distinción. Sobre este aspecto la propia Declaración
Universal dice en el artículo 2:
Para responder a la segunda pregunta y a pesar de que, los valores de una vida digna no
son algo fácil de reducir o acotar, la propia Declaración parece considerar como valores
mínimos en este sentido: la dignidad humana, el derecho a la vida; la libertad; la
igualdad y diferencia personal; la autoestima y la integridad.
medio. Diversos autores como Ciceron hacen referencia a la existencia de una cierta
igualdad esencial entre todos los seres humanos. Estos tienen una naturaleza común,
que en virtud de sus caracteres propios es radicalmente valiosa. Por ello, tiene un
carácter normativo, generando demandas y deberes frente a los demás e, incluso, frente
a uno mismo. En este sentido afirmaba Cicerón:
“El interés de cada uno y el de todos es una misma cosa. Luego todos deben proponerse una sola cosa:
que el bien particular de cada uno debe ser el mismo que el de todos. Si cada uno trata de llevárselo para
sí, quedará destruida la sociedad humana y si la naturaleza prescribe también que el hombre mire por el
hombre, cualquiera que sea su condición, por ser precisamente hombre, es necesario, según la misma
naturaleza que sea común la utilidad de todos. Y, siendo esto así todos estamos contentos por la misma y
única ley natural, y en este caso ciertamente se nos prohibe por la ley natural cuasar daño a otro”. (En
Megias Quirós, 2006:166).
Kant subraya el valor de la persona humana como un fin en sí, para el ser persona
implica un valor intrínseco al que llamamos dignidad. Para Kant personalidad y
dignidad es lo mismo, la humanidad es una dignidad porque el hombre no puede ser
tratado por ningún hombre, ni por otro ni siquiera por sí mismo como un simple medio
sino siempre como un fin y en eso reside su dignidad. (Barrio, J.M. 2004: 128).
Kant distingue entre persona y cosa, para ello nos explica como el ser humano como
poseedor de esta dignidad ontológica, tiene un valor inconmensurable, así “aquello que
tiene precio puede ser sustituido por algo equivalente, en cambio lo que se halla por
encima de todo precio, y por tanto no admite nada equivalente, eso tiene dignidad”.
Kant 1983:92). Las cosas tienen un valor de cambio y pueden ser sustituidas por otras.
Las personas son insustituibles y nunca deben verse reducidas a las condiciones de
objeto.
Como hemos dicho la dignidad humana es un presupuesto axiomático, que como tal, no
necesita definición ni delimitación conceptual. Hablar del hombre, reconocer al
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Tema 5: LOS VALORES COMO PRINCIPIOS UNIVERSALES E INSPIRADORES DE LOS DERECHOS HUMANOS
Esto presupone el reconocimiento de una igualdad ontológica entre los seres humanos,
de tal forma que, aunque las personas seamos diferentes en múltiples aspectos como
puede ser el sexo, aptitudes, inteligencia, raza, y cada individuo posea unas
características individuales que los diferencia de los demás, existe una igualdad
esencial y esa igualdad es la naturaleza en la que se asienta la dignidad.
El derecho a la vida
El derecho a la vida ha de ser entendido como una facultad o atributo que tienen los
individuos de no ser privado de la vida que poseen es pues un derecho a conservar o
mantener la vida, no un derecho a tenerla. Se trata un derecho de los seres vivos sobre
su propia vida. Se trata de un derecho primario y radical, por cuanto es el camino que
permite acceder al disfrute de todos los demás derechos humanos. Si no se respeta la
vida, todos los otros derechos del hombre incluidos los derechos de libertad y de
igualdad, serian perfectamente superfluos.
En la medida que el hombre es racional también es libre, de modo que puede afirmarse
que la libertad es un concepto integrado en la misma vida humana, ya que resulta del
todo imposible definir una vida como humana sin incluir la definición del principio de
libertad.
Todo hombre por el hecho de ser persona ha de ser libre de tomar sus propias
decisiones, y estas decisiones y han de ser el resultado de una libertad interior donde el
hombre hace lo que quiere y porque quiere sin estar sometido a determinación alguna.
Así tenemos la libertad física o derecho a no ser sometido a esclavitud, libertad de
pensamiento, discusión y acción moral, libertad de religión y de culto, libertad de
autodeterminación, libertad de autonomía, libertad de expresión.
La libertad exterior estaría ligada en el marco de las relaciones sociales del ser humano
individual con los restantes miembros del grupo social. Así Locke identifica la libertad
como la ausencia de coacción y de obstáculos de los restantes miembros del grupo
social o del Estado. El hombre transformado en ciudadano mantiene un ámbito de
libertad personal que no puede ser violado. Así tenemos libertad de movimiento,
Tanto desde una perspectiva interna o individual como externa o social o cualquier otro
tipo de manifestación el hombre es libre cuando se libera de influencias o presiones
externas y elige en función de las exigencias y de los valores que deben orientar su vida.
Es esencial en el ejercicio de la libertad optar entre diversas posibilidades que permitan
realizar un ideal de vida humana personal. El ejercicio de la libertad supone igualmente
el reconocimiento de otros valores como el juicio crítico y la autonomía y
responsabilidad personal. (Medina Rubio en López Barajas y Ruiz Corbella, 2000:37).
En general el ser poseedor de los derechos humanos, cada uno de ellos en sus
contenidos, confiere al hombre un sentido de autonomía general, una autonomía que le
da una soberanía en sus creencias, en la expresión de sus ideas, en su intimidad, en sus
decisiones de tal forma que presenta una inmunidad del individuo frente a la acción de
cualquier otro sujeto que pudiera obstaculizar su libre ejercicio. La autonomía tiene que
ver con la independencia para pensar, decidir y actuar; con moverse en la existencia de
acuerdo con las propias creencias, criterios convicciones, en vez de cómo seguimiento
del ritmo de quienes nos rodean. No se puede vivir para complacer expectativas de
amigos, parientes o ideologías prestadas, mientras algo dentro de nosotros grita su
desacuerdo y pide un cambio de dirección.
ideal de vida. En definitiva ser autónomo y responsable, es tato como prestar atención a
cuanto es valioso e insta a ser asumido y realizado. (Medina Rubio en López Barajas y
Ruiz Corbella, 2000:37).
La Declaración Universal de los derechos humanos dice que todos los hombres nacen
libres e iguales en dignidad y derechos, igualdad básica en derechos y oportunidades.
Esta igualdad se ha de manifestar en todas las esferas o facetas de la vida, en lo
educativo, en lo social, en lo sanitario, en lo laboral, en lo cultural.. pero también en el
reconocimiento, junto a unos derechos universales, de las diferencias o identidades
culturales o de la propia individualidad.
Es necesario distinguir dos tipos de igualdad, por un lado la igualdad social y la política.
La igualdad social defiende que todos los ciudadanos tengan las mismas oportunidades
en la vida. Es una situación según la cual las personas tienen las mismas oportunidades
o derechos en algún aspecto como Igualdad entre personas de diferente sexo; Igualdad
entre personas de distintas razas; Igualdad entre los individuos de otras especies;
Igualdad entre personas discriminadas o de distintos países con respecto a las
oportunidades de empleo; Igualdad de diferentes razas respecto a derechos de tránsito,
igualdad en el ámbito educativo, sanitario, cultural. Estas igualdades son necesarias ya
que sin un nivel educativo adecuado, sin una vivienda digna que habitar, sin la debida
asistencia sanitaria, sin un trabajo suficientemente remunerado es difícil pensar en los
derechos clásicos de libertad porque el individuo tiene sin cubrir las necesidades
básicas. La igualdad social debe permitir y promover situaciones de equilibrio social y
económico.
Por su parte la igualdad política se refiere a las normas de distribución de los valores
sociales. No se refiere a la igualdad de las características personales, sino, por ejemplo,
a la igualdad de tratamiento, dos personas son tratadas iguales no si ambos reciben igual
asignación sino si a ambos se les aplica la misma norma de distribución en forma
imparcial. Políticamente hay dos igualdades que tienen especial importancia: la
igualdad ante la ley, que es la negación de fueros y privilegios y la compensación de
quien no tiene recursos para afrontar su juicio, y la igualdad de oportunidades.
se puede expresar como el amor que tenemos hacia nosotros mismos. Es la forma de
amar y quererse a uno mismo, sintiendo aprecio por las demás personas. Significa saber
que eres valioso, digno y afirmarlo. Implica respetarse a si mismo y enseñar a los demás
a hacerlo.
Se puede considerar a la autoestima como el sentimiento valorativo de nuestro ser, de
nuestra manera de ser, de quienes somos nosotros, del conjunto de rasgos corporales,
mentales y espirituales que configuran nuestra personalidad, es la percepción personal
que tiene un individuo sobre sus propios méritos y actitudes, se construye a partir de las
personas que nos rodean, de las experiencias, vivencias y sentimientos que se producen
durante todas las etapas de la vida, se aprende, cambia y la podemos mejorar ya que
una autoestima adecuada, vinculada a un concepto positivo de mí mismo, potenciará la
capacidad de las personas para desarrollar sus habilidades y aumentará el nivel de
seguridad personal afrontando cualquier reto que se le presente, mientras que una
autoestima baja enfocará a la persona hacia la derrota y el fracaso.
La autoestima es un valor importante para una vida digna ya que la vida humana es un
transcurrir de experiencias y eventos que nos obligan a permanentes readaptaciones En
ciertas circunstancias, nuestro sentido de valor personal y de confianza en las propias
capacidades pueden verse afectados y hacernos creer que vivimos a merced de las
contingencias. En esos momentos la confusión, la impotencia y la frustración
producidas por el no logro, nos lleva a dudar de nuestro poder creador, de la capacidad
natural de restablecernos, y es entonces cuando optamos por crear y a veces sostener
conductas autodestructivas, lejanas al bienestar generado por la Autoestima y la
confianza en uno mismo.
Una vida digna precisa de autoestima ya que la falta de ella lleva al hombre a funcionar
automáticamente dependiendo de las eventualidades y contingencias ignorando sus
motivaciones, creencias, criterios y los valores que le hacen funcionar. Una persona con
autoestima baja no confía en sí mismo, teme enfrentar las situaciones de la vida y se
siente incapaz de abordar exitosamente los retos cotidianos; se percibe incompleto y
vacío; carece de control sobre su vida, en definitiva no se siente libre ya que necesita
consultar sus decisiones con otros porque no escucha ni confía en sus mensajes
interiores, en su intuición, en lo que el cuerpo o su verdad profunda le gritan. Y asume
como propios los deseos de los demás
Hemos hablada de la responsabilidad personal, en el apartado anterior, como un valor
importante para una vida digna, pues bien una persona con autoestima baja tiene
generalmente una falta de responsabilidad ya que Niega o evade sus dificultades,
problemas o conflictos. Culpa a los demás por lo que sucede y opta por no ver, oír o
entender todo aquello que le conduzca hacia su responsabilidad, no asume desde la
consciencia adulta las consecuencias de sus actos, de su interacción con el mundo.
Una autoestima baja no es compatible con una vida digna es necesario desde los
derechos humanos potenciar esta autoestima en el hombre ya que cuando la vida se vive
desde una autoestima positiva todo es diferente ya que nos conectamos con nosotros
mismo y con el mundo desde una perspectiva más amplia equilibrada consciente y
productiva que nos permite un desarrollo integral.
lesiones, tortura o muerte. Desde el punto de vista ético, seria la manera de manejarse
coherentemente con los valores personales y compartidos con la comunidad a la que se
pertenece. Desde el punto de vista de los derechos humanos es aquel derecho
fundamental y absoluto que tiene su origen en el respeto debido a la vida y sano
desarrollo de ésta. Es el derecho al resguardo de la persona, en toda su extensión, bien
sea en su aspecto físico, mental y moral.
El ser humano por el hecho de ser tal tiene derecho a mantener y conservar su integridad
física, psíquica y moral. La Integridad física implica la preservación de todas las partes
y tejidos del cuerpo, lo que conlleva al estado de salud de las personas. La integridad
psíquica es la conservación de todas las habilidades motrices, emocionales e
intelectuales. La integridad moral hace referencia al derecho de cada ser humano a
desarrollar su vida de acuerdo a sus convicciones. El reconocimiento de este derecho
implica, que nadie puede ser lesionado o agredido físicamente, ni ser víctima de daños
mentales o morales que le impidan conservar su estabilidad psicológica.
En este apartado trataremos algunos de ,los valores que pueden servir como fundamento
de los derechos humanos desde un enfoque social, sin desvincularnos del enfoque
individual ya que en la mayoría de estos valores presentan las dos vertientes, cosa que
es lógica ya que el hombre como persona y como ser es un ente tanto individual como
social. Estas dos vertientes se dan en el hombre como las dos caras de una misma
moneda, de tal forma que una sin la otra no existirían. No pretendemos hacer un estudio
profundo y minucioso sobre estos valores, simplemente presentar una aproximación
conceptual a cada uno de ellos y su aporte a los derechos humanos como una base sobre
la que se han de apoyar los derechos humanos.
Respeto y tolerancia. Son dos valores muy importantes que van unidos y necesarios
para el fundamento de los derechos humanos. El respeto es la consideración, atención,
deferencia o miramiento que se debe a una persona. Es el sentimiento que lleva a
reconocer los derechos y la dignidad del otro. Este valor se fundamenta en la dignidad
de la persona dignidad de igual a igual compartida con todos. Cuando hablamos del
respeto como valor lo hemos de hacer entres dimensiones, por un lado la individual o
respeto a uno mismo, el respeto a los demás y el respeto a lo que nos rodea. El respeto
sobre una mismo se basa en el respeto que se profesa al otro como persona ya que
nuestra dignidad como persona se sitúa entre el respeto a uno mismo y el respeto a los
demás. Por su parte el respeto a los demás es la base para una autentica convivencia
pacífica y el respeto a lo que nos rodea pasa por valorar nuestro entorno, plantas,
naturaleza, animales, etc. (Carrera y otros, 2006:199).
Esta vinculación entre los dos valores la podemos apreciar también a la hora de definir
lo que es la tolerancia según la Real Academia Española la tolerancia es el "Respeto y
consideración hacia las opiniones y prácticas de los demás, aunque discrepen de las
nuestras. En ocasiones se puede pensar en la tolerancia como sinónimo de indiferencia,
permisividad indiferente o pasividad, pero todo lo contrario , de la definición expuesta se
denota una disposición decidida a prestar atención activa con nuestro pensamiento o
acciones a las diferentes opiniones, creencias, valores y conductas concretas que difieren
de las nuestras desde la consideración que aquellos puedan tener una parte de verdad o que
las nuestras no contienen toda la verdad, así podemos decir que la tolerancia se opone al
autoritarismo y dogmatismo.
La tolerancia debe ser un paso a la práctica de las virtudes sociales, relaciones familiares,
camaradería, cooperación, transigencia... etc) que haga del hombre un ciudadano y una
persona más aptos para una vida bañada de halos de libertad y respeto entre los hombres.
La difícil tarea de convivir es un reto cada vez más exigente en una civilización como la
nuestra caracterizada por la complejidad y la conflictividad de las relaciones sociales, una
sociedad que cada vez es más tecnificada e institucionalizada, y donde las relaciones son
cada vez más despersonalizadas y las comunicaciones personales en cuanto a vínculo
social peligran, es necesario una educación social con una opción moral donde reine la
tolerancia. (Albert Gómez en López Barajas, coord., 1996:131)
La tolerancia ha de tener unos límites porque sino se destruiría a ella misma, el problema
está en cuales deben ser los criterios que nos marquen la diferencia entre lo tolerable y lo
intolerable. Camps, 1994 afirma que esos criterios se encuentran en los valores universales
y en los derechos humanos proclamados universalmente (respeto a la dignidad, respeto a la
vida… etc) la violación de esos valores y derechos humanos serían los criterios en los que
basarse.
Se pueden dar distintas razones para la intolerancia entre otras podemos destacar las
producidas por las diferencias entre las personas, diferencias de creencias y opiniones,
económico sociales, y físicas.
Hoy en el siglo XXI y en los países desarrollados nadie se atreve a justificar una
discriminación por ninguna de las diferencias anotadas anteriormente, porque sabemos que
todos los seres humanos somos iguales, pero también es verdad que sabemos disimularlo.
Sabemos de sobra que no hay razones objetivas para excluir a nadie de la categoría de ser
humano, pero las exclusiones están ahí y hay cínicas justificaciones para ellas." No
rechazamos al otro, simplemente pretendemos preservar puro y limpio lo que es nuestro" o
rechazamos al otro porque "la presencia u opiniones de otros afectan desfavorablemente
las formas de vida o las costumbres de aspectos importantes".En definitiva aún a sabiendo
que no es lícita, en nuestra sociedad se da bastante la intolerancia (Camps, 1994).
Por otro lado hablábamos de la indiferencia. Si predicamos que hay que tolerar cualquier
opinión o forma de vida, podríamos pensar e incluso llegar a caer en un relativismo a
ultranza, y hace uso de lo que MILL, llama tolerancia negativa, instalándose en la ausencia
de principios, ideas y opiniones por comodidad. Es fácil abandonarse al relativismo
cultural que se niega a juzgar nada porque cualquier punto de vista es igualmente válido.
Esta postura produce una parálisis de entendimiento que acaba con la idea y con la
voluntad de discernimiento que se considera como una característica de la inteligencia
humana.
Ser tolerante no implica la abdicación de lo que uno cree o piensa, sino que cuenta con la
validez relativa de las propias creencias pero defendiéndolas sin titubeos, esto es lo que
distingue al hombre civilizado del bárbaro. (Isaiah Berlin en Camps 1994:99).
La tolerancia supone una serie de valores en los que se apoya como pueden ser la apertura
al otro con una actitud de apertura y escucha. El sentido de la generosidad o de estima y
respeto por las ideas y actitudes de los demás. El encuentro con el otro sustentado en la
veracidad, la fidelidad, la paciencia y la tenacidad, y la disponibilidad de asumir las ideas y
los valores ajenos. (Medina Rubio en López Barajas y Ruiz Corbella, 2000:38).
Justicia Todos los valores que hemos estudiado anteriormente como base de los
derechos humanos, y sobre todo los se origen social, se centran en la justicia, en cuanto
a virtud general que dirige y pone en ejercicio todas las demás virtudes ya que la justicia
incluye de alguna manera, como ingredientes esenciales, a todos los valores
anteriormente citados. La justicia es el eje central significa libertad, e igualdad pero
también tolerancia, paz reconocimiento de la dignidad. Promueve la felicidad tanto
individual como la colectiva.
Se puede definir la justicia como “Actitud moral o voluntad decidida a dar a cada uno lo
suyo. Es un valor que supone siempre, siempre, al menos otra persona a quien debe
respetarse. Es la virtud de la equidad, la medida, la igualdad, el orden. Conocer este
valor es fundamental porque es la base, tal y como hemos dicho de otros valores, sin
justicia es falsa la actitud de paz, cooperación, tolerancia etc. Se necesita la justicia para
soportar el resto de los valores y su vinculación con los derechos humanos.
Solidaridad. Supone la vinculación de varias personas por unos mismos valores que se
comprometen y sacrifican activamente, en común, cuando esos valores están
amenazados. Consiste en un sentimiento y actitud participativos compensadores de las
insuficiencias de la justicia, que se concretan en la disposición a compartir la
corresponsabilidad en las necesidades ajenas. (Medina Rubio en López Barajas y Ruiz
Corbella, 2000:39).
Durkeim señala dos tipos de solidaridad por un lado la que llama orgánica y por otro la
mecánica. Afirma que la fuerte especialización de cada individuo origina una gran
interdependencia, base de la cohesión y solidaridad grupal, de las personas con su
sociedad. A esta clase la llama "solidaridad orgánica". Así, cada miembro posee una
parte de los conocimientos generales y sus recursos, por lo que todos dependen de
todos. Este tipo de solidaridad se suele presentar en las sociedades desarrolladas.
Por otro lado una sociedad regida por la "solidaridad mecánica" se caracteriza por una
total competencia de cada individuo en la mayoría de los trabajos, surgiendo una
mínima diferenciación debida a la edad y sexo. Cada individuo posee los recursos de su
sociedad, tanto económicos como intelectuales, por lo que la sociedad no está
especializada; en ella todos saben lo que tienen que hacer para sobrevivir. Este tipo de
sociedad se da en los países no desarrollados y permite la subsistencia de grupos
menores y alejados del resto de pueblos. (htt://es.wikipedia.org/wiki/Soliradidad).
BIBLIOGRAFIA
GRAMAJO http://www.javiergramajo.info
MARIN IBAÑEZ, R (1998): Los valores claves del siglo XXI. Madrid. Real Academia
de Doctores.
PEREZ LUÑO, A.E. (1989): Sobre los valores fundamentales de los derechos humanos
en Muguerza, J 1.989
PUIG ROVIRA, J.M. (1993): Toma de conciencia para las habilidades del diálogo.
Madrid. Viso.
Índice
Todas las personas tienen derecho a la educación. Esto implica el derecho que el
individuo tiene a desarrollar todas sus posibilidades y la obligación de la sociedad de
transformar esas posibilidades en relacionas efectivas y útiles
El mismo profesor nos indica como en la parte más reciente de esta evolución, la
ampliación de los derechos humanos para acoger los llamados derechos de solidaridad,
no ha dejado de afectar a la configuración normativa del derecho de todos a la
educación, en dos sentidos. Por una parte, el desplazamiento creciente de flujos de
población está forzando a las legislaciones nacionales al reconocimiento de este derecho
más allá de la condición jurídica de ciudadanía nacional. Por otra parte, la percepción de
interdependencia planetaria han generado una mayor conciencia de que su garantía
como derecho humano trasciende al ámbito de los estados, y apela a un compromiso
mundial amplio que ayude a paliar la situación deficitaria de este derecho en numerosas
partes del mundo, tal y como han puesto de manifiesto la Declaración de Educación
para Todos, aprobada en Jomtien en 1990 y su continuación en el Marco de Acción
adoptado en Dakar en el año 2000. (Jover, G 2006).
Ese compromiso mundial está avalado por la importancia de la educación tanto a nivel
individual como a nivel social. A nivel individual se pretende el logro del desarrollo
integral de cada persona para la cual no es suficiente con tener una escuela donde ir y
aprender matemáticas, literatura y física, sino fomentar un determinado tipo de
individuo con el desarrollo de sus plenas capacidades que sea capaz de integrase a la
sociedad como un ciudadano responsable y activo tanto física como mentalmente. Se
La educación debe ser global y plural. Global porque debe atender a las distintas facetas
en que el hombre desarrolla su personalidad, abarcando tanto los conocimientos que
posibilitan su desarrollo estrictamente científico y tecnológico, como los que hacen
viable su desarrollo interno. Plural porque nada hay más peligroso para el libre
desarrollo del individuo que el dirigismos educativo, esto es, las actitudes sectarias
tendentes a privilegiar alguna o algunas de las opciones vitales a las que habrá de hacer
frente el hombre a lo largo de su existencia.
La educación es una fuente de riqueza tanto para el individuo como para la sociedad.
Gracias a ella podemos plantear cotas más altas de convivencia y de ser, se trataría en
definitiva el derecho de ser hombre, que es también el deber de esforzarse por alcanzar
la plenitud propia de cada ser humano (Gil Cantero, 1991).
El derecho a la cultura tiene dos vertientes, por un lado lo que es el derecho a la cultura
propia y por otro lado como derecho al conocimiento cultural.
La otra vertiente del derecho a la cultura, derecho al conocimiento cultural, basado por
un lado en el derecho del hombre a conocer sus raíces y el fondo cultural del grupo al
que pertenece y en el que se forja, y por otro el derecho al conocimiento de las demás
culturas o derecho al conocimiento cultural en sentido amplio.
“La educación es el principal medio que permite a adultos y menores marginados económica y
socialmente salir de la pobreza y participar plenamente en sus comunidades. La educación desempeña un
papel decisivo en la emancipación de la mujer, la protección de los niños contra la explotación laboral, el
trabajo peligroso y la explotación sexual, la promoción de los derechos humanos y la democracia, la
protección del medio ambiente y el control del crecimiento demográfico.” (Comité de derechos
económicos, sociales y culturales, 1999 pto. 1)
Coomans distingue a su vez tres niveles distintos donde se pueden reflejar los objetivos
del derecho a la educación y a la cultura. En un primer nivel tendríamos la obligación
de respetar prohibiendo la actuación del Estado en contra de derechos y libertades
reconocidos a los ciudadanos. Un segundo nivel estaría definido por la obligación de
proteger, prevenir y prohibir la violación de este derecho, y por último nivel la
obligación de cumplimiento. Esto implica la aplicación de programas de
implementación y una visión a largo plazo en el cumplimiento del derecho a la
educación (Coomans, 2004:94).
1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos
en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental
será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el
acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos
respectivos.
3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de
darse a sus hijos.
Asignatura de Derechos Humanos y Educación 6 de 14
Prof. María José Albert
Grado Educación Social
Tema 6: EL DERECHO A LA EDUCACIÓN Y A LA CULTURA
2. Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que
le correspondan por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que
sea autora.
Este pacto, en sus artículos, se basa a la concreción del logro de este derecho por parte
de todos los Estados participantes. Considera que, conforme a los principios enunciados
en la Carta de las Naciones Unidas, la libertad la justicia y la paz en el mundo tienen por
base el reconocimiento de la dignidad inherente a todos los miembros de la familia
humana y de sus derechos iguales e inalienables. Así en sus artículos 13 y 14 considera
Artículo 13
1. Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a
la educación. Convienen en que la educación debe orientarse hacia el pleno
desarrollo de la personalidad humana y del sentido de su dignidad, y debe
fortalecer el respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales.
Convienen asimismo en que la educación debe capacitar a todas las personas
para participar efectivamente en una sociedad libre, favorecer la comprensión, la
tolerancia y la amistad entre todas las naciones y entre todos los grupos raciales,
étnicos o religiosos, y promover las actividades de las Naciones Unidas en pro
del mantenimiento de la paz.
2. Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen que, con objeto de lograr el
pleno ejercicio de este derecho:
a) La enseñanza primaria debe ser obligatoria y asequible a todos
gratuitamente;
b) La enseñanza secundaria, en sus diferentes formas, incluso la enseñanza
secundaria técnica y profesional, debe ser generalizada y hacerse
accesible a todos, por cuantos medios sean apropiados, y en particular
por la implantación progresiva de la enseñanza gratuita;
c) La enseñanza superior debe hacerse igualmente accesible a todos, sobre
la base de la capacidad de cada uno, por cuantos medios sean apropiados,
y en particular por la implantación progresiva de la enseñanza gratuita;
d) Debe fomentarse o intensificarse, en la medida de lo posible, la
educación fundamental para aquellas personas que no hayan recibido o
terminado el ciclo completo de instrucción primaria;
e) Se debe proseguir activamente el desarrollo del sistema escolar en todos
los ciclos de la enseñanza, implantar un sistema adecuado de becas, y
mejorar continuamente las condiciones materiales del cuerpo docente.
Articulo 14
Todo Estado Parte en el presente Pacto que, en el momento de hacerse parte en él, aún
no haya podido instituir en su territorio metropolitano o en otros territorios sometidos a
su jurisdicción la obligatoriedad y la gratuidad de la enseñanza primaria, se compromete
a elaborar y adoptar, dentro de un plazo de dos años, un plan detallado de acción para la
aplicación progresiva, dentro de un número razonable de años fijado en el plan, del
principio de la enseñanza obligatoria y gratuita para todos.
Al mismo tiempo, el mundo tiene que hacer frente a problemas pavorosos: en particular,
el aumento de la carga de la deuda de muchos países, la amenaza de estancamiento y
decadencia económicos, el rápido incremento de la población, las diferencias
económicas crecientes entre las naciones y dentro de ellas, la guerra, la ocupación, las
contiendas civiles, la violencia criminal, los millones de niños cuya muerte podría
evitarse y la degradación generalizada del medio ambiente. Estos problemas frenan los
esfuerzos para satisfacer las necesidades básicas de aprendizaje y, a su vez, la falta de
educación básica que sufre un porcentaje importante de la población impide a la
sociedad hacer frente a esos problemas con el vigor y la determinación necesarios.
Esa visión ampliada, tal como se expone en los Artículos 3 al 7 de esta Declaración,
comprende lo siguiente:
Universalizar el acceso a la educación y fomentar la equidad;
Prestar atención prioritaria al aprendizaje;
Ampliar los medios y el alcance de la educación básica;
Mejorar el ambiente para el aprendizaje;
Fortalecer concertación de acciones.
Convertir en realidad el enorme potencial existente para el progreso y el
incremento de las posibilidades de los individuos depende de que se posibilite a
éstos para adquirir la educación y el impulso necesarios a fin de utilizar la masa
en constante expansión de conocimientos útiles y aprovechar los nuevos medios
de transmisión de esos conocimientos.
BIBLIOGRAFIA
Índice
Introducción
Introducción
La educación es uno de los conceptos más amplios y con más posibilidades de propiciar
y generar una convivencia armónica entre sociedades. La educación no solamente
consiste en formar individuos, sino seres sociales abiertos a la comunicación, al diálogo,
individuos capaces de asumir responsabilidades tanto desde un punto de vista individual
como social. Desde este enfoque puede considerarse como un factor de armonía en el
contexto de mundalización creciente de la sociedad humana. Para esa mundalización los
derechos humanos y la educación en y para ellos es algo esencial e imprescindible ya
que no hay sociedad justa y equilibrada que se precie sino se respetan los derechos
humanos.
Las sociedades se han vuelto cada vez más complejas de tal forma que exigen cada vez
nuevos patrones de conducta social basados en una ética del reconocimiento recíproco y
de la construcción de una nueva idea de estabilidad en la sociedad orientada a fortalecer
el autogobierno y el sentido de la colectividad que obliga a redefinir los conceptos de
política social, diseñar y ajustar instrumentos que propicien el autogobierno así como
que fortalezcan la solidaridad como un medio público e impulsar la coordinación entre
todos los sectores sociales. Para el logro de todo esto los derechos humanos se presentan
como la clave y la orientación adecuada par la política social. Una política social basada
en los derechos humanos supone una nueva relación entre el Estado y la Sociedad y
requiera le revisión de los conceptos tradicionales de política social.
Por su parte Ceja la define como “la forma que por medio de estrategias y políticas
concretas tiene el Estado para construir una sociedad cohesionada y equitativa. En una
perspectiva de mayor equidad e integración social, la política social tiene como fin
principal facilitar la convergencia entre los intereses individuales y los intereses
comunes de la sociedad” (Ceja Mena, 2004: 1)
este nuevo enfoque propicia una articulación de todos los derechos sociales como una
parte constitutiva de la identidad del sujeto definido como un ser autorreflexivo y
activo.
Otra característica importante del enfoque de los derechos humanos, es que este tiene
una visión más global de lo que es la política social ya que desarrolla una doble
preocupación: por un lado la atención a las necesidades y por otro la atención a las
identidades. La política social tradicional tan solo se centraba en las necesidades, sin
considerar los aspectos subjetivos y específicos de los grupos beneficiarios y de los
individuos.
Esta atención a la especificidad de los grupos constituye una nueva característica de tal
forma que se visualizan dimensiones que van más allá del acceso a los derechos
colectivos y que se refieren al desarrollo de la autonomía y de la libertad de las
personas.
El enfoque de los derechos humanos de la política social apunta a construir una nueva
cultura social e institucional que se exprese en prácticas sociales ajustadas a los aspectos
normativos de los derechos humanos y en quehaceres institucionales distintos, que
redefinan los contenidos la organización para garantizar el acceso universal a los bienes
y servicios de una vida digna.
La política social con el enfoque de los derechos humanos es una política de garantías
de los derechos en el sentido de que debe propiciar el acceso al cumplimiento de los
derechos y estar atenta a establecer el vínculo entre la ley, los derechos y las exigencias
sociales. Constituye el medio por el cual el Estado garantiza los derechos colectivos y
promueve el cumplimiento de los derechos individuales.
Una característica más es la que nos lleva a reconocer que esta política obliga a una
mayor integración de acciones, lo cual provoca que la toma de decisiones sea un asunto
cada día más interdependiente, destacando la necesidad de construir consensos técnicos
y políticos en instancias de decisiones compartidas (Guendel, L, 2001).
7.1.3.- Aspectos estratégicos para una política social basada en los derechos humanos
Los aspectos más importantes de una política social basada en los derechos humanos,
tal y como hemos dicho anteriormente, está basada en la planificación de nuevos
proyectos y programas sociales, estos proyectos han de tener una estructura básica, cuya
piedra angular sea la educación para una ciudadanía libre y responsable basada en la
socialización, en el respeto de los derechos humanos, y en la utilización de unos
instrumentos que favorezcan el desarrollo de estos proyectos y programas.
Con el enfoque de los derechos humanos la información cambia, deja de estar orientada
únicamente a las necesidades como objetivaciones de la vida social y se enfilan a
mostrar lo conflictivo del desarrollo de las identidades, o sea la manera como se
estructuran las relaciones sociales en los ámbitos de la cotidianidad y de la vida
institucional con ele objetivo de estimular “políticas de atención a la vida y de generar
nuevos patrones de comportamientos en las relaciones sociales.
La comunicación social tiene una doble potencialidad, por un lado una potencialidad
pedagógica y por otro la social ya que lleva implícito una asignación explícita de
valores que generan una acción social. La comunicación social como instrumento de la
política social en el enfoque de los derechos humanos, va mucho más allá de un
discurso mediático con sentido y procura generar una actitud reflexiva en el receptor. Se
trata de que el mensaje, propio de toda comunicación, y la acción generadora se
La comunicación social se visualiza como un medio para que las reglas basadas en los
derechos humanos sean internalizadas como mecanismos de autocontrol social. Es el
instrumento por excelencia que debe transmitir toda la potencialidad ética de la nueva
moral de los derechos humanos, así debe transmitir los datos generados por la ciencia
social y transformarlos de un hecho social a un hecho político que sea tematizado
ampliamente por la ciudadanía y que genere movilización social.
Es justo en esa construcción y fundamentación del edificio social donde entran en juego
aspectos importantes como la educación, la socialización y la ciudadanía. Ya hemos
visto como a través de la política social se realizan una serie de actividades que
contribuyen a la salud, educación, asistencia pública, seguridad social y vivienda de la
población, y también aquellas que afectan, en general, la redistribución y distribución
del ingreso y las dirigidas a construir y conservar el capital social.
La política social necesita y se ha de ver reflejada, tal como hemos dicho, en una
planificación social donde la educación ha de ser el punto de partida y el respeto a los
derechos humanos el punto de llegada. La educación, según la Constitución, tiene por
objeto el pleno desarrollo de la personalidad en el respeto a los principios democráticos
de convivencia y de los derechos y libertades fundamentales (art, 27.2). Este objetivo
ha de ir en encaminado al desarrollo de su capacidad de ejercer, de manera crítica y en
una sociedad axiológicamente plural la libertad la tolerancia y la solidaridad, principios
fundamentales de los derechos humanos.
Es justo en este proceso donde se debe incidir en los derechos humanos ya que es en
este proceso donde el individuo asume o toma conciencia de la estructura social a la que
pertenece gracias a los agentes sociales, que son las instituciones e individuos
representativos con capacidad de transmitir e imponer los elementos culturales
apropiados. Los agentes sociales más representativos son la familia, la escuela, los
grupos de amigos, el trabajo etc.
Cada uno de estos grupos tienen una función específica en la socialización del ser
humano y cada uno de ellos deben basarse en los derechos humanos. Desde la familia es
donde el individuo, niño, adquiere las primeras capacidades intelectuales y sociales y es
desde ella donde se va construyendo su propia identidad constituyendo esto lo que se
llama la socialización primaria. Esta socialización, es la primera por la que el individuo
atraviesa en su niñez, y que por medio de ella se convierte en miembro de la sociedad.
Esta se da en los primeros años de vida y se remite al núcleo familiar, se caracteriza por
una fuerte carga afectiva. En esta socialización primaria los derechos humanos han de
estar presentes y deben guiar todo el proceso.
Familiarizar al hombre con los esquemas normativos y los valores del grupo
respetando los derechos tanto individuales como colectivos.
Así ya desde los primeros momentos de la vida del hombre la socialización contribuye a
misiones basadas en los derechos humanos como pueden ser:
conciudadanos se eleva al rango de dignidad moral, base de los derechos humanos, cuyo
respeto puede ser exigido a todo Estado en el que se encuentre. Los derechos humanos,
al igual que otro código, establecen un contenido heredado o tradicional, a través del
cual el sujeto va incorporándose a la comunidad como un miembro más al que se
demanda su ayuda para mantenerlo y mejorarlo.
La ciudadanía implica elementos tanto políticos como jurídicos y éticos; factores por los
que entraña un rasgo de dignidad moral: un ciudadano es alguien digno de poseer
derechos en una comunidad determinad. Este rasgo ético moral de la ciudadanía se
constituye como parte inalienable de la identidad de la persona, en tanto implica aun
sentido de pertenencia a un todo mayor en el cual se es oído, se es visto, se es
reconocido. Por otra parte, el ciudadano se encuentra por su condición de tal, impedido
a ver, oír y reconocer a los demás como sus iguales.
7.3.1.-Reconocimiento histórico
El término ciudadanía para hacer alusión a esta participación comunitaria debe su uso a
circunstancias históricas que nos retrotraen a la civilización griega. En esa época, la
organización política estaba centralizada en cada ciudad, que conformaba un verdadero
estado. Es particularmente famoso, como hemos dicho, el ejemplo de Atenas, que
consistió en el primer caso de ejercicio de la democracia. En estas ciudades solo se
consideraban ciudadanos a los hombres, en la medida en que solo estos podían tomar las
armas para proteger la ciudad ante potenciales ataques externos. En la democracia
ateniense era ciudadano todo varón libre, mayor de dieciséis años y descendiente de
atenienses que participaba en los asuntos públicos. La ciudadanía definía, en Atenas, al
hombre, al ser un animal político, ser ciudadano era casi sinónimo de ser humano. Los
ciudadanos eran participantes libres e iguales en un orden político cuyas leyes
obedecían y dictaban ellos mismos.
Dar una definición de ciudadanía es una tarea compleja y un tema muy debatido. En
este apartado estudiaremos la ciudadanía desde un punto de vista social y desde la
educación es decir la educación y la formación del buen ciudadano.
El ser humano no nace ciudadano sino que tiene que hacerse en el tiempo y en el
espacio ya que ser ciudadano implica formar parte de la Civis con una serie de derechos
y de deberes. No es una tarea sencilla sino que presenta una serie e exigencias y no
resulta una tarea cómoda. Exige informarse, aprender, cuestionarse y cuestionar y, sobre
todo, participar en la causa pública. Para esta participación es necesaria la integración
ciudadana para lo que se precisa una serie de conocimientos básicos sobre el
comportamiento de la sociedad y su organización política. Es por ello que durante el
proceso educativo que forma a cada individuo y que es obligatorio, están incluidos
contenidos obligatorios sobre participación ciudadana. En estos se da cuenta de los
derechos y obligaciones que el educando obtendrá al llegar a la edad correspondiente.
Desde un punto de vista social podemos definir la ciudadanía como el proceso histórico
dinámico de la transformación social, a través de la cual, la demanda de una gran
justicia social y un orden social más igualitario ha sido gradualmente promovido y
realizado. En este sentido la ciudadanía es aquel conjunto de prácticas que definen a
una persona como miembro de pleno derecho dentro de una sociedad y una determinada
comunidad política, esta le otorga una serie de derechos y obligaciones que deben ser
respetados. Entre los derechos puede citarse el derecho a votar y elegir a las autoridades
que se consideren pertinentes, como asimismo participar de cualquier bien que se derive
de la participación comunitaria. Entre las obligaciones puede citarse, a modo de
ejemplo, la obligación de pagar impuestos; puede resumirse este aspecto en el
cumplimiento de la ley en general.
Todo ciudadano tiene el derecho a determinar el rol que desea jugar dentro del proceso
político con el objeto de poder realizar inteligentes decisiones, y como ayuda en su
proceso de autodefinición, los ciudadanos deben comprender las diferentes tradiciones
relativas a las responsabilidades cívicas, participación y demás problemas que plantea la
ciudadanía.
La consecución de los derechos humanos así como su desarrollo progresivo es una tarea
siempre inacabada sobre la que se ha de estar trabajando siempre. La educación para la
ciudadanía es una forma de ahondar profundizar y consolidar los derechos humanos.
Implica la participación activa en la vida de la comunidad, el fomento y desarrollo de
los derechos para todos, constituye un elemento esencial para la formación integral del
ser humano, promueve el aprendizaje de los valores democráticos y de participación
democrática para crear ciudadanos cívicos y activos. Tiene por finalidad la formación
de personas libres, capaces de articular relaciones humanas con los restantes miembros
de la sociedad, crear hábitos cívicos y desarrollar la dimensión social. Aspira a formar,
ciudadanos bien informados y miembros activos de la comunidad, conocedores de los
derechos cívico-sociales que la ciudadanía entraña.
La educación para la ciudadanía y los derechos humanos es algo que no debe estar
ligado a la escuela únicamente, y a pesar de que deben partir de experiencias educativas,
ha de estar ligada a ese proceso de socialización que abarca toda la vida del hombre ,así
una educación para la ciudadanía y los derechos humanos debe articular los esfuerzos
de las organizaciones civiles con los programas y políticas gubernamentales, activando
en las situaciones concretas la participación de otros actores sociales, como el sector
privado, las autoridades locales, asociaciones comunitarias etc. Ha de ser un proceso
coherente con su propósito y debe educar y formar desde la elaboración de proyectos
comunes, desde el diálogo, desde el reconocimiento del otro y desde la democracia.
Podemos señalar los siguientes objetivos de una educación para la ciudadanía basada en
los derechos humanos:
En definitiva y como resumen podemos decir que la formación del buen ciudadano
implica, por tanto, desarrollar el sentido cívico y comportarse como crítico con lo que
no se considere justo. La capacidad de compromiso así como el sentido crítico de
transformación y mejora de las personas es la principal motivación que nos lleva a la
acción. Un ciudadano que se identifique como miembro vivo de la comunidad, con una
conciencia nítida respecto a los deberes, y derechos vivirá una ciudadanía desde el
horizonte más amplio de unos principios universales, los derechos humanos,
implicándose activamente para realizarlos en la vida cotidiana. (Pérez Serrano, en
López Barajas y Ruiz Corbella, 2000:56).
BIBLIOGRAFIA
CEJA MENA (2004): La política social mexicana de cara a la pobreza, Geo Crítica
Scripta Nova, Revista electrónica de geografía y ciencias sociales, Universidad de
Barcelona, Vol. VIII, núm. 176, 1 de noviembre de 2004, p. 1
Índice
En este mundo globalizado una de las características más importantes desde el punto de
vista social son los movimientos migratorios que se producen de unos países a otros
originando una nueva realidad sociológica a la que es necesario dar respuesta. Las
gentes abandonan sus países, sus raíces, sus culturas y van en busca de una nueva forma
de vida. Esta nueva forma de vida debe estar fundamentada en una relación bilateral
basada en el respeto, la igualdad la libertad y la tolerancia. En definitiva basada en el
respeto a los derechos humanos.
En todo este proceso de convivir con otras personas, otras culturas, otras sociedades,
han surgido distintos términos que como multiculturalismo, interculturalismo que en
ocasiones pueden llegar a confundirse. Antes de explicar su relación con los derechos
humanos, daremos una definición de cada uno de ellos
Se puede definir también como “las distintas formas en que cada uno de los pueblos
manifiesta sus costumbres, tradiciones y fundamentos”. (Quicios, P. en López-Barajas,
2007:416).
Desde el punto de vista de los derechos humanos y en una sociedad multicultural como
la que nos toca vivir, es muy importante el derecho a la cultura propia entendida como
el derecho a la realización de los hábitos y conductas propios de la cultura de origen de
cada cual, o lo que es lo mismo como derecho a la coherencia de las actitudes del
individuo con la cultura a la que pertenece, de tal forma que esa cultura preserve sus
rasgos distintivos a pesar de estar inmersa en una civilización donde predominan otros
principios y dominan otras actitudes. Se trata un derecho de la identidad de cada cultura
y de cada pueblo sin tener que someterse al otro reconociendo una reivindicación de la
diversidad cultural y del debido respeto a la cultura de los diferentes individuos que
integran una comunidad social cada vez más multicultural. (De Castro Cid: 2003:304)
Es importante que desde tanto un enfoque social, cultural y de los derechos humanos, se
de una integración de ambas culturas, que no haya diferencias entre la cultura
mayoritaria y minoritaria sino que todos los componentes del grupo sean considerados
iguales con los mismos derechos y libertades y por supuesto con la mismas
responsabilidades. Es decir se trata de ver cómo y en qué medida se pueden compaginar
y equilibrar los derechos grupales de las etnias y los derechos humanos.
Respetar las culturas porque los individuos se identifican y estiman desde ellas.
No renunciar a priori a la riqueza que una cultura pueda aportar,
Estos dos supuestos tienen que llevar a un diálogo desde el que los ciudadanos puedan
discernir qué valores y costumbres merece la pena reforzar y cuáles obviar. Las culturas
no son estáticas ni homogéneas, evolucionan, han aprendido históricamente unas de
otras, son dinámicas por lo que se puede suponer que la convivencia de personas con
distintas culturas propiciará cada vez más el diálogo y el aprendizaje mutuo.
Desde ella se apuesta por la integración de los distintos grupos, de tal forma que
en un mismo espacio social convivan personas con distintos bagajes culturales y
desde este entendimiento puede tener distintos puntos de vista reconociendo que
tienen derecho a mantener sus diferencias participando de la vida común
planteándose la misma no sólo como un hecho, sino también como un proyecto
en una sociedad liberal, donde se debe tratar a todos con igual consideración y
respeto. Una sociedad liberal, no puede permitir que haya ciudadanos de primera
(los de la cultura dominante) y de segunda (los de las culturas relegadas), sino
que han de ser iguales.
Respeta y potencia el carácter universal del derecho humano según el cual estos
pertenecen a todas las personas, sin importar su sexo, edad, posición social,
partido político, creencia religiosa, origen familiar o condición económica. Se
extienden a todo género humano y son válidos en cualquier momento de la
historia de la humanidad es decir en todo tiempo también en todos los lugares
geográficos y todas las culturas sin discriminación de ningún tipo. Todo
individuo de la especie los posee por lo tanto no pueden invocarse diferencias
culturales, sociales, o políticas como excusa para su desconocimiento o
aplicación parcial. Esta característica está directamente ligada con la prohibición
de discriminación.
El problema que se presenta es que los derechos humanos con esta intención de
universalidad pueden ser diferentemente entendidos por distintas culturas, o incluso
negados y violados. Por eso es necesario tratar de ver como se pueden sustentar de
manera pluricultural, tratando de salvaguardar lo más posible las diferencias que se dan
en las culturas, pero sin sacrificar esa intención de universalidad o identidad que se
requiere para tales derechos y que es inherente a su propia condición de derechos
humanos.
Las culturas tienen una identidad y unas vidas propias, que van desarrollando
continuamente, en este desarrollo surgen conflictos acerca de la comprensión o la
valoración de los derechos humanos surgiendo la crisis cuando son diferentemente
entendidos o diferentemente valorados. Cuando distintas culturas conviven juntas en
países vecinos o en el mismo país pueden tener diferentes visiones de los derechos
humanos, entender los derechos humanos de manera diferente o no reconocer algunos
derechos. Esto crea un conflicto y es entonces cuando necesitamos interpretar,
comunicar, comprender las distintas culturas de tal forma que se puedan destacar las
diferencias sin acabar con la identidad de las culturas que nos permita tanto aprender de
ellas como criticarlas, esto es tanto juzgar favorablemente ciertos aspectos suyos como
juzgar desfavorablemente otros.
No hay cultura ideal, sino culturas concretas, con aciertos y con errores, con unos
valores u otros, y hay que aprender a vivir entre ellas utilizando el diálogo. Está claro
que en relación con los derechos humanos, no todas las culturas los ven igual, y eso
causa un conflicto, para solucionarlo es necesario enseñar a ayudar a ciertas culturas a
comprenderlos, reconocerlos, apreciarlos y a otras a valorarlos. Esto precisa de situar
situarlos en su contexto natural, pero también en un diálogo más amplio que trate de oír
las razones de unas culturas y otras, y llegar hasta la generalización que le compete. La
interculturalidad nos ayuda en este proceso ya que nos capacita para dialogar
adecuadamente sobre esos derechos con las otras culturas. Ese diálogo ha de estar
Asignatura de Derechos Humanos y Educación 5 de 8
Prof. María José Albert
Grado Educación Social
Tema 8. DERECHOS HUMANOS E INTECULTURALIDAD. UN RETO ANTE LA DIVERSIDAD SOCIAL
El conflicto entre las culturas y los derechos humanos pueden aparecer tanto entre
culturas como en una misma cultura. Las culturas tienen su identidad, es decir, cierta
permanencia y continuidad, pero también tienen su proceso, su evolución, su dinámica,
y en ella es donde se dan ciertos conflictos, sobre todo ante otras culturas, y también
dentro de la misma cultura. Se trata en ambos casos de crisis de identidad, crisis de
crecimiento.
Las crisis de las culturas nacen en ocasiones del propio proceso de desarrollo interno,
cuando se generan en su interior elementos que producen conflictos con otros elementos
de la misma cultura. Los elementos culturales están siempre revestidos de una
valoración axiológica que hace que dentro de una misma cultura desaparezcan sean
cuestionados o cambien ciertos valores, o aparezcan nuevos.
Otra manera de crisis dentro de las culturas se produce cuando hay contacto con otras
culturas y elementos de la propia son puestos en tela de juicio por el conocimiento de
elementos de otras culturas con la que interaccionan que perturban la propia, o por
elementos de otra cultura que son incorporados a la propia y causan problemas, como
suele ser el caso de la influencia de la cultura mayoritaria sobre la minoritaria con el
riesgo, en ocasiones de desaparición de esta.
Es importante evitar esa influencia avasalladora ya que si esto es así estaría en juego el
derecho a la igualdad y el derecho a la diversidad y no se deben permitir prácticas
contrarias a los derechos humanos.
La diferente valoración de los derechos humanos, por las distintas culturas causa un
conflicto grave entre las misma que al igual de grave presenta difícil solución ya que
los derechos humanos tienen una interpretación de suyo, independientemente de que
una cultura los entienda de manera distinta.
Hay distintas posturas para estudiar este conflicto, por un lado está el relativismo
extremo que diría que las distintas culturas son como son, que siempre han vivido y
tenido unos valores determinados, que han vivido siempre de una manera y no aceptan
cumplir ni respetar unos derechos que no consideran de su cultura. Por otra parte la otra
postura seria la absolutista según la cual habría que obligar a aceptar y a valorar esos
derechos incluso por la fuerza.
Esto nos lleva a un conflicto entre derechos individuales y derechos colectivos ya que
en ocasiones esos derechos colectivos, lenguas, religiones, cultos, creencias sacrificios,
pueden estar enfrentados a los derechos individuales de la persona, como derecho a la
vida, dignidad y la libertad.
Evidentemente es un problema con difícil solución al que está enfrentado una sociedad
multicultural en la que vivimos.
Beuchot, 2005 Presenta una solución basada en la importancia que tiene para el estudio
de los derechos humanos, desde un punto de vista intercultural, del diálogo, la
interpretación, comprensión y explicación de los mismos, pero no solo desde un punto
de vista sino desde varios.
Es necesario dialogar con las otras culturas con una doble actitud: por un lado la de
aprender de ellas y también la de criticar sus elementos. Un diálogo que permita superar
una postura univocista en la que se trataría de imponer un modelo universal, pero
también superar la postura equivocista que defiende un relativismo cultural que
promueve la diferencia a ultranza.
Recoger el interés por la minoría y el respeto por las diferencias. Para favorecer
el encuentro entre personas y culturas.
Promover el conocimiento de las culturas, aceptando las diferencias como algo
positivo e enriquecedor.
Enseñar a afrontar los conflictos de forma positiva.
Favorecer la integración de individuos procedentes de otras culturas, sin
eliminar la cultura de origen.
Establecer contacto, intercambio y reconocimiento mutuo entre las diferentes
culturas.
Manifestar una tolerancia activa de la diferencia cultural.
Establecer relaciones de igualdad entre las distintas culturas.
Esto no es suficiente para lograr un respeto y aceptación de los derechos humanos por
las diferentes culturas ya que se necesitan de otros factores no solo educativos sino
sociales, culturales políticos y económicos, pero se puede considerar como una
aportación de la educación y en concreto de la interculturalidad par lograr el respeto de
los derechos humanos.
BIBLIOGRAFIA
SABARIEGO, M (2002): La educación intercultural ante los restos del siglo XXI.
Bilbao. Desclée de Brouwer
Índice
Se cual sea sus definición la formación concierne al porvenir del hombre de una manera
profunda y radical designa algo que se tiene, algo adquirido, algo de valor para el que
dispone de ello, por este motivo la formación debe ser y es un derecho del ser humano.
Desde cualquier punto de vista la separación estos dos enfoque no tendrían sentido, pero
desde el de los derechos humanos, menos todavía ya que el hombre como persona tiene
dos vertientes una individual otra social, y los derechos humanos han de velar por ellas,
tanto como miembro independiente con unos derechos y libertades y como ser social y
miembro de la comunidad en la que vive.
El artículo 26.2 de la Declaración dice, al fijar los objetivos de la educación, que “La
educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el
fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales;
favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos
los grupos étnicos o religiosos y promoverá el desarrollo de las actividades de las
Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz”.
Este punto nos puede servir como referencia o punto de partida para llegar a ese derecho
importantísimo para el hombre como es el derecho a la formación. Veamos porqué.
La educación para toda la vida se presenta como una de las claves para el progreso en el
siglo XXI. Esta noción va más allá de la distinción tradicional entre educación básica y
educación permanente, destacándose la necesidad de volver a la escuela para afrontar
las novedades que surgen tanto en la vida privada como en la vida profesional
En esta sociedad se van perfilando distintas necesidades que deben tener respuesta, la
necesidad de una formación continua del hombre que le permite adaptarse a las
necesidades que le van surgiendo a lo largo de su vida tanto desde un punto de vista
profesional como personal es un hecho.
La formación como derecho no debe servir únicamente para dotar al mundo de personas
muy preparadas y cualificadas en todas las técnicas que la sociedad va demandando, no
se dirige como hemos dicho al hombre como agente del desarrollo sino como finalidad
del mismo. La formación como derecho ha de permitir desarrollar el talento que cada
persona lleva dentro, encaminado a conseguir a un desarrollo interior y exterior ambos
respetuosos con el medio ambiente humano y natural y la diversidad de tradiciones y
culturas.
Por último se hace referencia a la igualdad en el artículo 14 al decir que “los españoles
son iguales ante la ley, sin que puede prevalecer discriminación alguna por razón de
nacimiento, raza, sexo o religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia
personal o social” es decir lo que se llama igualdad ante la ley, que es la que nos
interesa en este momento, junto con la llamada igualdad de oportunidades.
Cuando hablamos de que todos los hombres somos iguales no nos estamos refiriendo a
que todos tienen más o menos las mismas capacidades o talento sin distinción de sexo o
raza, ya que es verdad que existen diferencias entre los hombres y es muy difícil
encontrar dos personas que tengan las mismas cualidades. A lo que este principio se
refiere es que todos los hombres son iguales ante ley. El principio de igualdad no es un
principio descriptivo de la realidad social, sino que es una exigencia del pensamiento
político contemporáneo que nos indica como deben ser los hombres en una sociedad
justa. (Muguerza y otros 1989).
Esta claro que existen unos límites del principio de igualdad ya que la existencia de
unos límites en el ejercicio de los derechos humanos, es algo totalmente aceptado, y
compartido por las distintas líneas doctrinales de los derechos humanos. Así la
Declaración de derechos del hombre y del ciudadano afirma en el artículo 4 :
“El ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no tiene más límites que los que
aseguran a los demás miembros de la sociedad el goce de estos mismos derechos. Estos
límites solo pueden ser determinados por la ley”(Labrada Rubio 1998 pp-192). Por
tanto uno de los límites de los derechos humanos es el que roza con los derechos ajenos
Para conseguir esa igualdad de oportunidades no solo nos interesa la igualdad jurídica
de la que ya hemos hablado y que esta admitida en la mayoría de los países de cultura
occidental, sino también de la igualdad diaria que permita avanzar a la vez tanto a
hombres como mujeres, blancos y negros, ateos o religiosos, es el principio de la
igualdad del día a día, el principio que se ejerce al buscar trabajo, o al querer ejercer un
derecho como es el de la educación, la formación o la sanidad.
Por último hemos de señalar que la formación ha de tener como meta en siglo XXI, el
desarrollo centrado en el ser humano, entendido este como el despliegue total de las
posibilidades humanas en el mundo entero. La formación en este siglo ha de ser un
proceso dinámico y complejo, que englobe las dimensiones económicas, políticas,
sociales, humanas, ecológicas y culturales. El desarrollo y la puesta en práctica del
derecho a la formación es en si mismo un paso importante para la defensa de la igualdad
de oportunidades, sin un derecho a la formación previo no podemos hablar de igualdad
de oportunidades.
Antes de estudiar el derecho al trabajo es importante que veamos que se entiende por
trabajo y cuales son sus distintas funciones.
La delimitación del concepto del trabajo es una tarea difícil, por varias razones. En
primer lugar debido a su naturaleza compleja y multifacético. Según su naturaleza al
estudiar al trabajo podemos estar haciendo referencia al trabajo como actividad o
conducta, al trabajo como situación o contexto, es decir los aspectos físico-ambientales
del trabajo y al trabajo como un fenómeno con significado personal y social. En
segundo lugar la definición de trabajo dependería de la disciplina desde la que se
estudiase ya que cada una de ellas lo describiría desde sus fundamentaciones teóricas y
empíricas. En tercer lugar, tanto en el lenguaje coloquial como en el de las ciencias
sociales se tiende a identificar el trabajo con otros términos, como empleo, ocupación o
puesto. Por último la perspectiva histórica, ya que el contenido y las representaciones
del trabajo han sido diferentes a través de las diversas culturas y épocas históricas.
Uno de los problemas sobre el cual se ha venido discutiendo desde la antigüedad hasta
hoy día es el referido a la división entre trabajo manual e intelectual. La oposición al
trabajo manual al intelectual o vida contemplativa constituye el centro de un debate que
ocupa buena parte del interés reflexivo e intelectual que gira en torno al trabajo.
Aristóteles declaraba el trabajo manual como una actividad innoble, mientras que Platón
describía al trabajo manual, al operario como un ser deforme.
Por su parte el trabajo intelectual ha venido asociado con la antigüedad griega cuya
sociedad, preponderantemente, aboga por una vida contemplativa, que rechazaba
cualquier actividad manual por indigna y degradante propia de personas inferiores.
Existe un extenso consenso en definir el trabajo como una actividad humana que
permite a las personas obtener los recursos para cubrir sus necesidades básicas de
existencia, y así poder vivir en el entorno en el que se encuentra. A su vez el trabajo es
un bien de todos, que debe estar disponible para todos aquellos capaces de él. La “plena
ocupación” es, por tanto, un objetivo obligado para todo ordenamiento económico
orientado a la justicia y al bien común. Una sociedad donde el derecho al trabajo sea
anulado o sistemáticamente negado y donde las medidas de política económica no
permitan a los trabajadores alcanzar niveles satisfactorios de ocupación, “no puede
conseguir su legitimación ética ni la justa paz social.
El Derecho Laboral nace como consecuencia de las malas condiciones de trabajo a las
que a lo largo de la historia han estado sometidas las personas, primero los esclavos
durante la época de la Roma y la Grecia Clásicas, luego la situación de los siervos (casi
esclavos) durante la Edad Media y por último las pésimas condiciones de trabajo
durante la Revolución Industrial, en la que los trabajadores no tenían ningún tipo de
seguro social, la jornada era agotadora, se explotaba a mujeres y a los niños, los
salarios apenas alcanzaban para comer y no existían condiciones de seguridad e higiene
en el trabajo.
Hoy en día la situación ha cambiado algo, pero no obstante aún la situación actual del
trabajador, lo coloca en una posición susceptible de ser objeto de abusos tal y como
había sucedido durante la revolución industrial, que fue más que elocuente de lo que
pueden hacer los empleadores con sus empleados sino existiesen leyes que limiten sus
acciones. Es por ello que la ley toma posición para lograr equidad, estableciendo por
ejemplo que las condiciones de trabajo deben ser dignas, que deben respetarse horarios
de trabajo, impide o regula el trabajo de menores, concede vacaciones, pagas, un salario
mínimo vital, el derecho a agremiarse, el derecho de los gremios a la huelga, a concertar
convenios colectivos de trabajo, a recurrir a la conciliación y al arbitraje etc. En otro
caso el estado interviene para proteger a aquellos miembros del cuerpo social que se
hallan en situación de inferioridad y necesitan mayor atención por su estado de salud o
por su edad avanzada, concediéndoles seguro social, pensiones y jubilaciones.
El derecho al descanso. Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo
libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas
pagadas.
La mujer aún en la actualidad está sometida a una serie de discriminaciones que ofenden
a la dignidad y vocación de la mujer en la esfera del trabajo siendo marginada
frecuentemente y reducida a la esclavitud y la explotación. La urgencia de un efectivo
reconocimiento de los derechos de la mujer en el trabajo se advierte especialmente en
aspectos como el acceso al mismo, la retribución, la seguridad y la previsión social.
Otro aspecto importante dentro de esos derechos sociales y sobre todo en el mundo del
trabajo es la protección del menor, el trabajo infantil. Se trata de la protección de los
niños frente a la explotación laboral. El trabajo de menores, en sus formas intolerables,
ha de ser evitado y perseguido ya que constituye una grave violación de la dignidad
humana de la que todo individuo es portador independientemente de la edad.
La emigración es otro aspecto social del trabajo a tener en cuenta .La inmigración puede
ser un recurso más que un obstáculo para el desarrollo. En el mundo actual, en el que el
desequilibrio entre países ricos y países pobres se agrava y el desarrollo de las
comunicaciones reduce rápidamente las distancias, crece la emigración de personas en
busca de mejores condiciones de vida, procedentes de las zonas menos favorecidas de la
tierra; su llegada a los países desarrollados, a menudo es percibida como una amenaza
para los elevados niveles de bienestar, alcanzados gracias a decenios de crecimiento
económico. Los inmigrantes, sin embargo, en la mayoría de los casos, responden a un
requerimiento en la esfera del trabajo que de otra forma quedaría insatisfecho, en
sectores y territorios en los que la mano de obra local es insuficiente o no está dispuesta
a aportar su contribución laboral.
Las instituciones de los países que reciben inmigrantes deben vigilar cuidadosamente
para que no se difunda la tentación de explotar a los trabajadores extranjeros,
privándoles de los derechos garantizados a los trabajadores nacionales, que deben ser
Estos derechos son frecuentemente desatendidos, como confirman los tristes fenómenos
del trabajo infraremunerado, sin garantías ni representación adecuadas. Con frecuencia
sucede que las condiciones de trabajo para hombres, mujeres y niños, especialmente en
los países en vías de desarrollo, son tan inhumanas que ofenden su dignidad y dañan su
salud. El reconocimiento de unas condiciones de trabajo que no atenten contra la
dignidad del hombre es algo importante a conseguir y mantener. En la sociedad que nos
toca vivir las formas de trabajo van cambiando pero lo que no debe de cambiar son sus
exigencias permanentes que las podemos resumir en el respeto de los derechos
inalienables de la persona que trabaja.
El trabajo constituye la base del orden social y económico, que realizándose en un plano
de justicia y satisfaciendo la demanda de ocupación, generan paz, social y estabilidad,
provocando lo contrario un estado de violencia.
Además de a los jóvenes, este drama afecta, por lo general, a las mujeres, a los
trabajadores menos especializados, a los minusválidos, a los inmigrantes, a los ex-
reclusos, a los analfabetos, personas todas que encuentran mayores dificultades en la
búsqueda de una colocación en el mundo del trabajo.
El trabajo debe ser un vínculo social para eso el Estado debe promover políticas que
activen el empelo y favorezcan la creación de oportunidades de trabajo en el territorio
nacional, incentivando para ello el mundo productivo. El deber del Estado no consiste
solo en asegurar directamente el derecho al trabajo de todos los ciudadanos, ha de
respetar la libre iniciativa de las personas secundando la actividad de las empresas,
creando condiciones que aseguren oportunidades de trabajo, estimulándola donde sea
insuficiente o sosteniéndola en momentos de crisis.
Este vínculo social proporcionado por el trabajo no debe quedarse solo en un ambiente
nacional. Teniendo en cuenta las dimensiones que ha asumido el mundo del trabajo y
puesto que es un derecho de todos los habitantes del planeta, los Estados, mediante
tratados, acuerdos y planes de acción comunes han de salvaguardar el derecho al
La conservación del empleo depende cada vez más de las capacidades profesionales. El
sistema de instrucción y de educación no debe descuidar la formación humana y técnica,
necesaria para desarrollar con provecho las tareas requeridas. La necesidad cada vez
más difundida de cambiar varias veces de empleo a lo largo de la vida, impone
favorecer la disponibilidad de las personas a una actualización permanente y una
reiterada cualifica. Los jóvenes deben aprender a actuar autónomamente, a hacerse
capaces de asumir responsablemente la tarea de afrontar con la competencia adecuada
los riesgos vinculados a un contexto económico cambiante y frecuentemente
imprevisible en sus escenarios de evolución. Es igualmente indispensable ofrecer
ocasiones formativas oportunas a los adultos que buscan una nueva cualificación, así
como a los desempleados. En general, la vida laboral de las personas debe encontrar
nuevas y concretas formas de apoyo, comenzando precisamente por el sistema
formativo, de manera que sea menos difícil atravesar etapas de cambio, de
incertidumbre y de precariedad, por este motivo la formación constituye un gran aporte
al derecho del trabajo.
Por su parte entendemos por desarrollo un proceso global económico, social, cultural y
político, que tiende al mejoramiento constante del bienestar de toda la población y de
todos los individuos sobre la base de su participación activa, libre y significativa en el
desarrollo y en la distribución justa de los beneficios que de él se derivan.
El derecho al desarrollo posee tanto una dimensión individual como colectiva que han
de ir unida. En ambas vertientes hoy por hoy, podemos defender la tesis de la vigencia,
aunque limitada, y la plena legitimidad del derecho al desarrollo humano y sostenible
sobre la base de textos jurídicos internacionales elaborados principalmente en el marco
de las Naciones Unidas, por un lado, y, por otro, en base a la cultura y la filosofía de los
derechos humanos y fundamentales, y los valores con vocación universalista en que se
inspiran. Asimismo, debe tenerse en cuenta la satisfacción de las necesidades básicas y
humanas, como la alimentación, el agua potable, la vivienda, la salud o la educación,
aunque el modo de satisfacerlas pueda variar según el contexto histórico y cultural en el
que los distintos grupos e individuos se desarrollen. La satisfacción de estas necesidades
es condición ineludible para que todo individuo pueda estar en condiciones de ejercer y
disfrutar de todos los derechos humanos y libertades fundamentales.
De este modo, todo individuo debe estar en condiciones de poder desarrollar al máximo
sus capacidades y sentirse libre y digno de sí mismo. Por esta razón, la meta final
consiste en lograr el máximo bienestar humano y hacer realidad la dignidad para todos,
sin discriminación, y no sólo para unos pocos privilegiados. En este sentido, el
desarrollo es un derecho humano que engloba el conjunto de los derechos humanos y
pone de manifiesto la universalidad, interdependencia e indivisibilidad de dichos
derechos, tal y como afirma la Declaración y Programa de Acción de Viena de 1993,
fruto de la Conferencia Mundial de Derechos Humanos celebrada en dicha ciudad. Esta
interpretación está en consonancia con lo dispuesto en los preámbulos de los Pactos
Internacionales de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales y de los Derechos
Civiles y Políticos, adoptados en el marco de las Naciones Unidas en 1966, cuando se
afirma lo siguiente:
También puede considerarse como objetivo del desarrollo el logro de una paz justa en la
que se respeten y protejan todos los derechos humanos para todos, pues de lo contrario
sería una paz aparente que oculta una situación de opresión y violencia ejercida desde
los poderes dominantes. Ésta es la mejor garantía de la seguridad para todos, a la cual
debe unirse un desarme progresivo que disminuya la capacidad de amenazar y destruir,
Cuando hablamos del derecho al desarrollo tanto individual como al de los pueblos,
estamos hablando de un desarrollo que va mucho más allá de lo puramente material,
abarcando también consideraciones sociales, ya que un verdadero desarrollo solo
pueden entenderse en el marco del respeto a otros derechos humanos básicos como la
libertad humana, ya que no hay verdadero desarrollo allí donde existe prosperidad
económica pero no se respetan los derechos humanos.(De Castro Cid, 2003:216)
El derecho al desarrollo tanto individual como de los pueblos, debe tener al ser humano
como objetivo principal y debe estar basado en la dignidad de la persona y en la
participación activa de los individuos y colectividades, en el pleno ejercicio de los
derechos humanos y las libertades civiles, sin ningún tipo de discriminación.
Al hablar del derecho al desarrollo de los pueblos, podría pensarse de ser un derecho
eminentemente de carácter colectivo porque al hablar de los pueblos pensamos
principalmente en regiones, países e incluso continentes, pero la idea que debe
preponderar desde el enfoque de los derechos humanos, es el de una perspectiva tanto
individual como social. La parte más individual referida principalmente al
perfeccionamiento humano acorde con los requerimientos de la dignidad humana y el
social encaminado a la prosperidad colectiva.
El derecho al desarrollo, a su vez, presenta una doble versión, por una parte se conforma
como un derecho y por otra como un deber. La persona humana es el sujeto central del
desarrollo y debe ser el participante activo y el beneficiario del derecho al desarrollo,
pero a su vez todos los seres humanos tienen, individual y colectivamente, la
responsabilidad del desarrollo, teniendo en cuenta la necesidad del pleno respeto de sus
derechos humanos y libertades fundamentales, así como sus deberes para con la
comunidad, único ámbito en que se puede asegurar la libre y plena realización del ser
humano, y, por consiguiente, deben promover y proteger un orden político, social y
económico apropiado para el desarrollo.
En definitiva, la idea que debe orientar ambas vertientes debe ser clara: tras la
concepción de un derecho al desarrollo como derecho humano figura la aspiración de
que la libertad y la dignidad deben estar al alcance de todos los seres humanos y no sólo
de unos pocos privilegiados. Además, debe ser realizable, es decir, deben crearse las
condiciones para que todos puedan satisfacer sus necesidades legítimas y realizar sus
proyectos o planes de vida igualmente legítimos. Asimismo, deben tenerse en cuenta no
sólo las generaciones presentes, sino también las futura. (Angulo Sánchez, 2005).
El profesor Escamez hace un estudio, muy interesante, sobre este apartado que nos
parece muy esclarecedor, lo reproducimos textualmente.
Existe un concepto erróneo, muy extendido, en el sentido de que el desarrollo humano trata únicamente
de resultados económicos y sociales, tales como reducir la pobreza y mejorar la salud y la educación.
Aunque estos resultados son importantes para el desarrollo humano, su objetivo es mucho más amplio:
Fomentar La libertad, el bienestar y la dignidad de la persona en todas partes. (PNUD, 2002, 52-53).
En este apartado señalaremos dos aspectos importantes para el desarrollo de los pueblos
por un lado la educación y por otro la formación. El enfoque es por un lado la vertiente
interna o ética desde la educación y por otro la parte de formación tanto desde un punto
de vista individual, para el perfeccionamiento del hombre, como de un enfoque social
para el progreso y beneficio de la sociedad en la que vive, desde la formación.
Los bienes de la tierra son bienes sociales que tienen que se socialmente distribuidos. Y
no solo en un país, sino en el conjunto de la humanidad, que afín de cuentas es la que
los produce (Cortina, 2003). La interdependencia es la clave de la producción, aunque
personas y países sigan aferradas a la falsa ideología del individualismo posesivo, sigan
convencidos que los productos son suyos. Walter (1993) enumera en las esferas de la
justicia, doce bienes, que tendrían que ser compartidos por todos los habitantes de
nuestro planeta: La pertenencia a una comunidad política, la educación, la seguridad y
el bienestar, el dinero y los productos del mercado, los cargos y puestos de
responsabilidad, el trabajo, el tiempo libre, el poder político, la autoestima, los
beneficios de la tecnología, el reconocimiento social, la igualdad; todos estso9 bienes
podrían articularse en lo que se puede llamar las condiciones de libertad que permiten el
desarrollo de las capacidades de las personas para llevar adelante una vida feliz.
En una aldea global, el egoísmo es una actitud pasada de moda como lo son las
pequeñas endogamias, los vulgares nepotismos, la defensa de los míos, los nuestros sea
en la política, en la economía, en la universidad o en el hospital. Ante retos universales,
no cabe sino la respuesta de una actitud ética universalista que tenga por horizonte, para
la toma de decisiones, el bien universal, aunque sea preciso construirlo desde el bien
local. Es necesaria una educación de talante mundialista: para ser integrante de una sola
nación, el Planeta, habitada por unos seres con igualdad de derechos y deberes: la
humanidad, sin ningún tipo de exclusiones. (Colóm 2000).
El mundo ha experimentado durante los últimos cincuenta años un auge económico sin
precedentes, estos avances se deben ante todo a la capacidad del ser humano de dominar
y organizar su entorno en función de sus necesidades. La ciencia y la formación de la
población son los motores del progreso económico de los pueblos.
Todos estos fenómenos han contribuido a acentuar las desigualdades entre los pueblos y
a potenciar la competencia entre los distintos grupos humanos. Debido a todo esto la
tendencia y lo que se pretende es potenciar por un lado la educación y formación de los
pueblos como garantía de igualdad y como pilar del desarrollo económico.
Hablar del deterioro del medio ambiente es hoy día, desgraciadamente un lugar común.
De sobra es sabido que desde que el hombre puebla la tierra existe la posibilidad de que
éste pueda con sus actos, poner en peligro la supervivencia del medio que le rodea. El
efecto invernadero, la contaminación constante de ríos y mares, los vertidos nucleares,
etc. Son buenos ejemplos de los problemas que ha de resolver nuestra especie si de
verdad quiere asegurarse un futuro minimamente aceptable.
Con la supremacía de la ciencia y con el poder de la técnica posibilitada por ella, cada
vez hay más evidencias de que la intervención del ser humano está potenciando, de
modo acelerado, los efectos más negativos, poniendo en peligro el futuro de la vida en
la Tierra, en todas sus formas, también de la vida humana. (Beck, 1998).
Cabe por tanto señalar que urge la creación de una mayor conciencia mundial a cerca de
la importancia de un medio ambiente adecuado a las necesidades humanas. Tanto a los
intereses de los que ya existimos como, sobre todo, los de todos aquellos que existirán
en el futuro así lo exigen.
La mención de la palabra futuro debe llevarnos a pensar que frente a la mayor parte de
los derechos humanos, el horizonte temporal en el que debe situarse esta clase de
derecho va mucho más allá del estrecho marco de una generación para proyectarse
sobre aquellos seres humanos, que habrán de heredar el mismo espacio en el que
habitaron las generaciones anteriores.
Es necesario destacar que el derecho al medio ambiente sano responde a una doble
exigencia, por un lado a la satisfacción de las necesidades de las generaciones presentes
y futuras, y de otro la consecución de unos logros económicos que permitan a los seres
humanos una existencia adecuada a su dignidad.
En esta doble exigencia es preciso que todos y cada uno de los seres humanos sean
capaces de proyectar su actividad vital dentro de un medio que les permita desarrollarse
adecuadamente. De otro, es evidente que dicho derecho puede ser extensivo a
colectividades humanas que han hecho de su relación con el medio que les rodea una
cuestión básica de su forma de vida. De esta doble exigencia podemos deducir que la
característica básica del derecho al medio ambiente es que no debe contemplarse
exclusivamente desde la perspectiva de las generaciones actuales, sino como un
concepto que debe tener en cuenta todas aquellas que las sucederán. Solo conciliando
adecuadamente el derecho al desarrollo con el derecho a un medio ambiente justo a
través a través de una correcta comprensión del concepto de desarrollo sostenible
podremos dar una respuesta adecuada a la dignidad humana. (Castro Cid, 2003:319).
El deterioro ambiental se origina en el estilo de vida del mundo moderno, quien necesita
asumir y comenzar a replantear nuevos modos de vida. Estos nuevos modos pasan por
un cambio de comportamiento tanto en sus actuaciones como en el consumo de
determinados productos.
Desde la educación se puede y se debe abarcar este proceso, ya sea desde el sistema
educativo como desde instituciones sociales. Es importante educar desde la
conservación de los bienes públicos, la preservación de los espacios naturales, la
conservación de las especies, la contaminación del agua y los suelos. El largo plazo y
los intereses generales tienen que ser los aspectos centrales de toda estrategia educativa
y social encaminada a la preservación de la naturaleza para las personas de hoy y para
las generaciones futuras respondiendo esto a la necesidad de preservar la vida.
En esa necesidad de preservar la vida, pueden darse distintas líneas de actuación desde
un punto de vista educativo y social. Por un lado, aquella que va dirigida a la
sostenibilidad, entendiendo por sostenibilidad el ser capaz de sostenerse y desarrollo
sostenible es aquel que renuncia tanto a las aplicaciones científicas y tecnológicas
incompatibles con el funcionamiento indefinido del sistema biosférico como también el
que renuncia al regreso encubierto a la falta de desarrollo.
Una línea más seria la encaminada a una educación para el consumo responsable. El
consumo puede entenderse como un medio para el desarrollo humano siempre y cuando
no afecte negativamente al bienestar de los otros, sea justo para las generaciones
futuras, respete la capacidad del Planeta y estimule el subimiento de comunidades
productivas y creativas. En línea opuesta estaría el consumo superfluo y exhibicionista,
que genera la exclusión y la humillación de quienes, desgraciadamente no pueden
satisfacer sus necesidades básicas.
“Consume de tal modo que tu norma sea universalizable sin poner en peligro el mantenimiento
de la naturaleza” y una segunda formulación diría: “consume de tal modo que respetes y
promuevas la libertad de todo ser humano, tanto en tu persona como en la de cualquier otra,
siempre al mismo tiempo” (Cortina, 2002)
BIBLIOGRAFIA
BECK, U (1998): La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad. Barcelona.
Paidos
CORTINA, A.J. (2002): Por una ética del consumo. Madrid. Laurus