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PASAJE BÍBLICO Génesis 18:16-33

IDEA PRINCIPAL Abraham una persona con un corazón compasivo en


una sociedad malvada

DESARROLLO

La historia que narra este pasaje es una de las más sorprendentes del
Antiguo Testamento. Dios aparece encarnado, como un ser humano.
Incluso comparte con Abraham la hospitalidad que éste le ofrece y
comen juntos.

Precisamente en esta aparición tan inaudita del Señor en forma


humana es cuando Abraham recibe, por fin, la confirmación de la
promesa con un plazo fijo para el cumplimiento de la misma. Pero
Dios tenía otra misión y decide compartir su corazón con una persona
que es definida por el mismo Señor como su escogido.

Dios desvela su propósito de destruir Sodoma y Gomorra a causa de


la maldad que ambas ciudades habían acumulado. Entonces se
produce la curiosa reacción del patriarca. Sin duda Abraham era
conocedor de la fama de depravación de ambas ciudades. No era la
primera ocasión que tenía contacto con las ciudades del valle. Ya en
una ocasión anterior narrada en el mismo libro de Génesis había
intervenido para salvar a su sobrino Lot y los reyes de ambas
ciudades se beneficiaron de su acción militar.

Abraham debía tener plena conciencia del estado moral de los


habitantes de ambas ciudades y, sin embargo, tiene la osadía de
interceder al Señor por la población de ambas ciudades. El pasaje
narra una osada y arriesgada negociación e intercesión de Abraham
ante Dios. El patriarca apela a Dios como juez y apela, por tanto, a su
justicia.

Es interesante que no apela, porque no puede, a la bondad de los


cananeos que vivían en aquellas ciudades. Sin duda era una causa
perdida, la maldad de aquellos hombres debía ser sobradamente
conocida en toda la región. Abraham apela a los pocos justos que
puedan existir y que serían víctimas inocentes del castigo de Dios.

El Señor se muestra de acuerdo con su razonamiento y está


dispuesto a perdonar la ciudad si fuera posible encontrar en ella un
número de cincuenta justos.

El resto de la historia es ampliamente conocido, en una negociación


sin precedentes en la historia de la relación del hombre con Dios,
Abraham va regateando el número de personas necesario para salvar
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la ciudad de la destrucción hasta la irrisoria cantidad de únicamente


diez.

Lamentablemente ni siquiera esos diez fueron encontrados y ambas


ciudades y su entorno fueron destruidas como juicio de Dios contra
sus maldades y pecados.

El lamentable fin de Sodoma y Gomorra no quita ningún mérito al


carácter de Abraham que se mostró como un hombre compasivo,
capaz de arriesgarse a negociar con Dios buscando la salvación de
unos hombres y mujeres que a los ojos de Dios únicamente merecían
la muerte como juicio por sus pecados.

APLICACIÓN EN UN MUNDO POSTMODERNO

Una de las tendencias más acusadas de la sociedad postmodernas es


una creciente falta de sensibilidad hacia el dolor y el sufrimiento
ajeno. Por un lado, los medios de comunicación nos bombardean día
y noche con escenas reales de muerte, destrucción, sufrimiento y
dolor. A la vez, muchos de nosotros hemos de vivir en entornos
donde la pobreza, el sufrimiento y la depravación están presentes y
forman parte de la realidad cotidiana.

Uno de los peligros que corremos es perder nuestra sensibilidad ante


todas estas realidades. La exposición continuada a todo ello puede
llevarnos a habituarnos a las mismas y a inmunizarnos y, por tanto,
perder nuestra capacidad de responder ante tanta necesidad humana.

Abraham nos desafía a conservar nuestra capacidad de ser


compasivos hacia una humanidad en necesidad. Abraham nos desafía
a no racionalizar nuestra falta de compasión en la maldad o
depravación de los seres humanos. Abraham nos desafía a conectar
con Jesús, quien cuando veía a las multitudes las veía desamparadas,
necesitadas, como ovejas sin pastor.

EJERCICIO

1. ¿Qué sientes hacia la gente que te rodea?

2. ¿Qué sientes hacia la gente mala, depravada, violenta, injusta que


te rodea?

3. ¿Intercedes a Dios por ellos? En caso negativo ¿Por qué no?

4. ¿Cómo puedes cultivar un corazón compasivo?

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