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Semana Teológica

Aplicación Pastoral y Catequética de la Conversión y la Misericordia


R.P. Dr. Juan Lydon
Conversión: metanonia. La primera palabra de Jesús en el primer evangelio (Marcos)
Conversión es fruto de la misericordia y misericordia es la consecuencia de conversión.

En sus Confesiones, san Agustín reza a Dios: "La única esperanza, la única confianza, la única
promesa firme es tu Misericordia." Conf. X, 32, 48
Para san Agustín la misericordia de Dios fue algo experimentado, profundo, que le llevó a cambiar
su manera de interpretar el mundo y de hacer un nuevo rumbo para su vida, es decir le llevó a su
conversión y le hizo ser un instrumento de misericordia con sus fieles. Siguiendo a este ejemplo
podemos ver que hablar de una aplicación pastoral y catequética de conversión y misericordia no
podemos comenzar con doctrinas o enseñanzas, sino con una experiencia de Dios y esta experiencia
nos lleva a ser misioneros.

Nuestros obispos en Aparecida hablando de la catequesis subrayan estas dos dimensiones de


experiencia y misión diciendo: "La catequesis no puede limitarse a una formación meramente
doctrinal sino que ha de ser una verdadera escuela de formación integral. Por tanto, se ha de
cultivar la amistad con Cristo en la oración, el aprecio por la celebración litúrgica, la vivencia
comunitaria, el compromiso apostólico" (299) y luego dicen: "Ser discípulos y misioneros de
Jesucristo para que nuestros pueblos, en Él, tengan vida, nos lleva a asumir evangélicamente y
desde la perspectiva del Reino las tareas prioritarias que contribuyen a la dignificación de todo ser
humano." (384)
Creo que la oración del Papa Francisco para el Año de la Misericordia, puede ayudarnos a ver mejor
estas dos dimensiones de experiencia y misión.
Señor Jesucristo,
tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo,
y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la
salvación.
San Juan dice en su evangelio: "Dijo Jesús, Quien me ha visto a mi ha visto al
Padre...Las palabras que yo les digo no las digo por mi cuenta; el Padre que está en mi
es el que hace las obras...Les aseguro quien creen en mi hará las obras que yo hago" (Jn
14, 9-12)

La intimidad entre el Padre y el Hijo, definido en formulas doctrinales por Nicea y Calcedonia,
encuentra su más profunda expresión en estas palabras de Jesús. Y si tenemos esta misma
experiencia de Dios en nuestras vidas, esto nos lleva a hacer las obras de Dios, como Jesús dice en

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esta misma cita. En su última cena, en el momento de lavar los pies, Jesús usa la expresión "cómo
yo he hecho, háganlo ustedes también", este es el evangelio de servicio y humildad que tenemos que
imitar. Pero es posible porque tenemos la experiencia de unirnos a él en la eucaristía, donde
también ha dicho "Háganlo en memoria mía." De hecho el gesto de lavar los pies está junto con la
celebración de la Ultima Cena cuando Jesús nos da la eucaristía, subrayando este vínculo entre
experiencia y misión; entre conversión y servicio. En recibir la Eucaristía cruzamos el umbral de la
vida para participar en la vida divina, para volver diferente y ser entre los que sirven y no los
servidos. La misión de servicio es tejida en el pan de vida.

El Papa Francisco al visitar la carcel y lavar los pies de los presos dijo: "haz este gesto de lavar los
pies, que es un gesto simbólico. Lo hacían los esclavos, los siervos a la gente que venía a comer, en
la cena "Y Jesús hace un gesto, un trabajo, un servicio de esclavo". "Esto lo deja como heredad para
nosotros". "¿Estoy dispuesto a servir, estoy dispuesto a ayudar al otro? Este signo es una caricia de
Jesús que ha venido precisamente para esto, para servir, para ayudarnos".

El encuentro con Jesús nos cambia a ser misioneros de su amor; de no hablar, sino ser Buena
Noticia a los que están fuera de nuestros programas catequéticos y nuestras celebraciones litúrgicas
en el templo parroquial. Como dijo el Papa Benedicto XVI en su discurso abriendo la Conferencia
Episcopal de Aparecida: "El encuentro con Cristo en la Eucaristía suscita el compromiso de la
evangelización y el impulso a la solidaridad; despierta en el cristiano el fuerte deseo de anunciar el
Evangelio y testimoniarlo en la sociedad para que sea más justa y humana. De la Eucaristía ha
brotado a lo largo de los siglos un inmenso caudal de caridad, de participación en las dificultades de
los demás, de amor y de justicia."

Al recibir el Premio Nobel de la Paz, la futura santa, Madre Teresa de Calcuta dijo: "Tenemos que
ser capaces de traer la paz a través de este amor comprensivo, ser la buena noticia para los
pobres...Para poder hacer esto, nuestras hermanas, nuestras vidas tienen que estar tejidas con la
oración. Las hermanas tienen que estar unidas con Cristo para ser capaces de entender, para poder
compartir."
La Ultima Cena: eucaristía y lavado de los pies; el encuentro con Jesús y la imitación de Jesús.
Experiencia y Servicio: Esto es Ser Buena Noticia.

Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero;


San Lucas nos relata:
"Cuando Jesús llegó al sitio, alzo la vista y le dijo: Zaqueo, baja pronto, porque hoy

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tengo que hospedarme en tu casa....
Mira Señor la mitad de mis bienes se la doy a los pobres, y a quien haya defraudado le
devolveré cuatro veces mas. Jesús le dijo: Hoy ha llegado la salvación a esta casa" (Lc
19, 1-10)

y de San Mateo escuchamos:


"Vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado junto a la mesa de recaudación de los
impuestos. Le dice: Sígueme. El se levantó y le siguió... Jesús dijo: No tiene necesidad
del médico los sanos, sino los enfermos. Vayan a aprender lo que significa: misericordia
quiero y no sacrificios. No vine a llamar a justos, sino a pecadores." (Mt 9, 9-13)

Mateo y Zaqueo, ambos traidores de su pueblo, ambos probablemente corruptos, ambos lejos de ser
aceptables a los ojos de los "buenos", cambian sus vidas por la mirada y la palabra de Jesús. El va a
los no convencidos. Los convencidos, los sanos, no lo necesitan tanto como los no convencidos.
Esto es la aplicación pastoral más importante de la mirada misericordiosa de Jesús y es dónde
tenemos que interpelarnos a nosotros mismos. Tenemos que preguntarnos ¿cuánto tiempo
invertimos en la búsqueda de los no convencidos? ¿Cuánto esfuerzo damos para salir del espacio de
la pastoral acomodada de "siempre igual"?
Como se expresan con tanto entusiasmo los obispos en Aparecida:
La Diócesis, en todas sus comunidades y estructuras, está llamada a ser una “comunidad
misionera”. Cada Diócesis necesita robustecer su conciencia misionera, saliendo al
encuentro de quienes aún no creen en Cristo... está llamada a salir en búsqueda de todos los
bautizados que no participan en la vida de las comunidades cristianas. (n. 168).

Estamos invitados a cambiar nuestro modelo de pastoral, y ir a las periferias geográficas y los
lugares donde los no convencidos se encuentren. Esta es la conversión pastoral.

a la adúltera y a la Magdalena del buscar la felicidad solamente en una creatura;


En su evangelio san Juan proclama:
"Jesús le dijo, Mujer, dónde están? Nadie te ha condenado? Ella contestó Nadie señor.
Jesús le dijo, tampoco yo te condeno. Ve y en adelante no peques más." (Jn 8, 1-11)

San Lucas nos dice:


"Jesús entró en casa del fariseo y se sentó a la mesa. En esto, una mujer, pecadora
pública, acudió con un frasco de perfume de mirra, se colocó detrás, a sus pies, y
llorando se puso a bañarle los pies en lágrimas y a secárselos con el cabello; le besaba
los pies y se los ungía con la mirra.... Por eso te digo que se le han perdonado
numerosos pecados, por el mucho amor que demostró. Pero al que se le perdona poco,
poco amor demuestra. " (Lc 7, 36-50)

Vemos aquí la misericordia de Jesús hacia las mujeres cuyas condiciones de vida les llevan a
venderse por el dinero. Podemos relacionarlo con el tema de la esclavitud de hoy que se llama la
Trata Humana. Hace sólo una semana el Papa Francisco dijo que esta causa “constituye uno de los

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mayores desafíos de nuestro tiempo”. En el Perú es uno de los temas escondidos bajo el manto de
la corrupción, pero miles de víctimas son vendidos por el tráfico en el sexo y la exploitación laboral.
En el mundo el número llega a 35 millones y en el Perú hay 60 mil víctimas.
El documento de Aparecida señala que estas personas son las caras nuevas de Cristo pobre.
Es un tema que requiere un despertar de conciencia porque solo existe por la indiferencia de la
sociedad. Es llamativo que el Papa Francisco enfocaba sobre esta tragedia en su mensaje para la
Jornada Mundial por la Paz en 2015, titulado: NO ESCLAVOS, SINO HERMANOS. 60,000
víctimas, casi igual que los desaparecidos durante los años de terrorismo, y solo hay un vacío de
silencio. Nos invitan a despertar conciencias; abrir los ojos y preocuparnos por la realidad.
Significa la conversión catequetica para que seamos instrumentos de misericordia venciendo la
indiferencia.
hizo llorar a Pedro luego de la traición,
San Lucas nos relata:
"Como una hora más tarde otro insistia a Pedro: Realmente éste estaba con él, además,
también es galileo. Pedro contestó: No sé lo que dice, hombre. En ese momento,
cuando aún estaba hablando, cantó el gallo. El Señor se volvió y miró a Pedro; éste
recordó lo que le había dicho el Señor: Antes de que cante el gallo, me habrás negado
tres veces. Salió afuera y lloró amargamente." (Lc 22, 54-62)

La mirada de Jesús no juzga porque no es indiferente ante la lucha humana. Pedro luchó con sus
propios miedos e inseguridades y Jesús responde con la misericordia. La misericordia es lo opuesto
a la indiferencia, porque la misericordia se basa en que el sufrimiento del otro es mi sufrimiento
también. En el mundo de hoy la indiferencia es globalizada. En la Jornada Mundial de la Paz de
este año el Papa Francisco nos invita a Vencer la Indiferencia y Conquistar la Paz, haciéndonos
recordar de la actitud de Jesús diciendo: "Jesús nos enseña a ser misericordiosos como el Padre (cf.
Lc 6,36). En la parábola del buen samaritano (cf. Lc 10,29-37) denuncia la omisión de ayuda frente
a la urgente necesidad de los semejantes: «lo vio y pasó de largo» (cf. Lc 6,31.32). ... En efecto, la
indiferencia busca a menudo pretextos: el cumplimiento de los preceptos rituales, la cantidad de
cosas que hay que hacer, los antagonismos que nos alejan los unos de los otros, los prejuicios de
todo tipo que nos impiden hacernos prójimo."
Es lo que dijo el P. José Luis, en una frase muy profunda: "El samaritano ejemplifica a la persona
que interioriza el dolor ajeno. La misericordia en este contexto es la prueba de autenticidad del ser
humano, es una definición del ser humano."

y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido.


Leemos en el evangelio de Lucas:
"Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: No eres tú el Mesias?
Sálvate a ti y a nosotros. Pero el otro lo reprendió diciendo: No tienes temor de Dios, tú

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que sufres la misma pena? Lo nuestro es justo, recibimos la paga de nuestros delitos;
pero él en cambio, no ha cometido ningún crimen. Y añadió: Jesús, cuando llegues a tu
reino acuérdate de mi. Jesús le contestó, Te aseguro que hoy estarás conmigo en el
paraíso." (Lc 23, 39-43)

La mirada de misericordia a Pedro encuentra eco en las palabras de misericordia dirigidas al buen
ladrón. En su visita a la carcel en México, el Papa Francisco dijo:
"Celebrar el Jubileo de la Misericordia con ustedes es recordar el camino urgente que
debemos tomar para romper los círculos de la violencia y de la delincuencia. La
preocupación de Jesús por atender a los hambrientos, a los sedientos, a los sin techo o a los
presos (Mt 25,34-40) era para expresar las entrañas de la misericordia del Padre, que se
vuelve un imperativo moral para toda sociedad que desea tener las condiciones necesarias
para una mejor convivencia."
Es impresionante la dedicación de muchas religiosas, incluyendo aquí en Trujillo, al ministerio de
los encarcelados. Aquí es otro de los rincones donde la misericordia es urgente pero los miedos, la
bureaucracia, el tiempo que siempre falta, pone obstáculos a llegar. Pero las religiosas nos enseñan
que es posible. Es notable que están planificando la clausura del Año Santo en nuestra
Arquidiócesis en la carcel. Ciertamente un gran gesto de subrayar lo que debe ser un Año de
Misericordia.

Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana:
¡Si conocieras el don de Dios!
San Juan en su evangelio nos dice:
"Una mujer de Samaria llegó a sacar agua. Jesús le dice: Dame de beber...le responde
la samaritana: Cómo Tu, que eres judio, me pides de beber a mi, que soy samaritana?
Jesús le contestó: Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le
pedirías a  él, y él te daría agua viva" (Jn 4, 7-10)

Agua viva en medio del desierto cambia todo. Hace pocos años al salir de Trujillo al sur todo era
desierto, seco, muerto. Pero con el agua ahora tenemos una nueva industria agroindustrial, con la
tierra verde, fuente de vida.

Para nosotros lo que da la vida de manera privilegiada es la eucaristía y aquí es donde tenemos que
preguntarnos si estamos yendo a las periferias para que puedan recibir el pan de vida que es el agua
que transforma el desierto en vida. Aquí me refiero a los hermanos ancianos y enfermos, personas
encerradas por su condición de salud a sus casas. Hay muchísimos y tenemos que preguntarnos si a
ellos hacemos llegar el pan de vida para que tenga el don pleno de Dios.
Es antiquísima la costumbre de llevar el Cuerpo de Cristo, a los impedidos de participar
personalmente en la eucaristía: presos, discapacitados, enfermos, ancianos, moribundos. Así lo

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atestiguan textos antiguos y de esta caridad cristiana surge la reserva del Santísimo en el sagrario. Y
este es su fin principal como dice el ritual.

Los ministros extraordinarios de la eucaristía son la presencia de la Iglesia de misericordia a este


sector marginado o aislado de los fieles. Es imposible que el sacerdote que tiene responsabilidad
pastoral sobre una parroquia grande y por lo general está solo, pueda alcanzar a los enfermos y
ancianos que no pueden llegar a la misa. Por eso, si no tenemos ministros extraordinarios, nos falta
mucho para que seamos fieles al mandato del Señor de ser misericordiosos.

El ministro dedicado al servicio del "cuerpo sufriente de Cristo", desarrolla su apostolado en el


campo tan difícil del dolor, sufrimiento, discapacidad, y agonía; y en el templo sagrado del hombre
enfermo.

En este acto, humilde y profundo la Iglesia, representada por el ministro extraordinario, imitan la
misericordia del Buen Samaritano que no pasa con indiferencia al enfermo golpeado en el camino,
sino que la sana con la fuerza de Dios.

En el Año de la Misericordia debemos renovar nuestro compromiso de ser parroquias en el modelo


del Buen Samaritano y esto solo es alcanzable si confiamos más en nuestros laicos para ser los
brazos de la misericordia de la parroquia a sus muchos miembros que no pueden salir de sus casas.
Estos ministros no solo llevan a Cristo a los enfermos para que seamos verdaderamente una Iglesia
de misericordia, sino que regresan y traen la experiencia de Cristo pobre y sufriente para enriquecer
y evangelizar a nosotros mismos. Como dijo el Papa Francisco al hablar a los enfermos en su
Jubileo: "Jesús es el médico que cura con la medicina del amor, porque toma sobre sí nuestro
sufrimiento y lo redime." Este tiene que ser un enfoque especial de nuestras parroquias, tenemos
que hacer que nuestros enfermos sienta, con la eucaristía, la presencia de Cristo médico divino,
como dice san Ignacio de Antioquia o el médico humilde como dice san Agustín.
Esta es la conversión pastoral.

Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo
con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti,
su Señor, resucitado y glorioso.
Zacarías en el evangelio de Lucas canta sobre lo que será su hijo:
"Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,

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para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz." (Lc 1, 76ss)

Tanto el cántico de María como lo de Zacarías, nos indican que la Misericordia es la razón que Dios
envió a su hijo al mundo, y esta misericordia se manifiesta sobre todo en dos palabras: perdón y
misión. El Papa Francisco ha subrayado esto en al Año Santo, nombrando incluso un grupo especial
de sacerdotes "Misioneros de la Misericordia" con el deber de ir para el perdón de los pecados
especialmente graves y por eso reservados. El cántico de María anuncia la misericordia de Dios de
generación a generación y como ha mencionado el P. José Luis, esta misericordia es la primera
revelación de Dios cuando escuchó el sufrimiento de su pueblo en Egipto. María por su parte, hace
su primer acto como portadora de esta misericordia, saliendo en misión, hacia Isabel,
convirtiéndose, como nos dice el Papa, en la primera misionera de su hijo Jesús. Igualmente el
cántico de Zacarías señala la razón principal de la venida de Cristo siendo la "entrañable
misericordia de nuestros Dios" y dice que Juan Bautista irá a anunciar la luz para los que "viven en
tinieblas y en sombra de muerte". Este enlace entre perdón y misión es el gran desafío de la Iglesia
hoy. El primer capítulo de su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium tiene por titulo la
"Transformación Misionera de la Iglesia" y nos dice: "Hoy, en este «vaya» de Jesús, están presentes
los escenarios y los desafíos siempre nuevos de la misión evangelizadora de la Iglesia, y todos
somos llamados a esta nueva «salida» misionera... todos somos invitados a aceptar este llamado:
salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del
Evangelio." Esta es la misión y esta depende del soplo del Espíritu, como dicen los obispos en
Aparecida: "Necesitamos desarrollar la dimensión misionera de la vida en Cristo. La Iglesia necesita
una fuerte conmoción que le impida instalarse en la comodidad, el estancamiento... Esperamos un
nuevo Pentecostés que nos libre de la fatiga, la desilusión, la acomodación al ambiente, una venida
del Espíritu que renueve nuestra alegría y nuestra esperanza." (n. 377)
Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad
para que sientan sincera compasión
por los que se encuentran en la ignorancia o en el error:
haz que quien se acerque a uno de ellos
se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.

San Pablo en la segunda carta a los Corintios explica:


"... fue dado un aguijón a mi carne, un ángel de Satanás que me abofetea para que no
me engría. Por este motivo tres veces rogué al Señor que se alejase de mí. Pero él me
dijo: «Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza». Por tanto,
con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí
la fuerza de Cristo." (2 Cor 12, 7-9)

Somos enviados como levadura para que la Iglesia sea como dice el Papa "el lugar de la
misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a

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vivir según la vida buena del Evangelio." (EG 114). Estas sencillas palabras nos invitan a una gran
tarea, hacer de nuestras parroquias, despachos parroquiales, instituciones educativos lugares para
que todo se sienten acogidos, amados, perdonados y alentados.

Nuestra conversión pastoral y catequética como sacerdotes o agentes de pastoral, tiene que
enfocarse sobre la comunidad de fe antes de nosotros mismos. Siempre hay el peligro de comenzar
desde la autoridad, y no desde el lugar de Cristo que "siendo de condición divina, no se apegó a su
igualdad con Dios, sino que se redujo a nada, tomando la condición de servidor" (Fil 2,7)

Hace unos días el Papa Francisco viajó para participar en la ceremonia marcando los 500 años de la
Reforma protestante liderada por Lutero. Uno de sus seguidores modernos era Dietrich Bonhoeffer
el gran teólogo y pastor Luterano quien murió en los campos de concentración de los Nazis por su
oposición a Hitler. En una de sus obras "habla de distintos ministerios necesarios para la comunidad
de fe: el de retener la lengua, el de la humildad, el de la dulzura, el de saber callarse cuando se nos
critique, el de la escucha, el de estar siempre dispuesto a hacer un servicio en las pequeñas cosas de
la vida, el de soportar a los hermanos, el de perdonar, el de proclamar la palabra, el de decir la
verdad y, por último, el ministerio de la autoridad." (citado por Vanier, La Comunidad, 64) Por último
viene el ministerio de la autoridad. Es el punto de terminar, no de comenzar. Es invertir el orden de
lo que a veces hacemos. Esto es conversión.

Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción


para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor
y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres proclamar la
libertad a los prisioneros
y oprimidos y restituir la vista a los ciegos.

Este pasaje de la oración para el Año de la Misericordia viene de la proclamación de Jesús


anunciando su misión en el evangelio de Lucas. Es siempre una profunda llamada a la conversión
constante y esta conversión nos lleva a ser misericordiosos especialmente hacia los más pobres. El
Papa Francisco hace clara su significación para nosotros los ministros de la Iglesia de Misericordia:
"El corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que hasta Él mismo
«se hizo pobre» (2 Co 8,9). Todo el camino de nuestra redención está signado por los
pobres. Esta salvación vino a nosotros a través del «sí» de una humilde muchacha de un
pequeño pueblo perdido en la periferia de un gran imperio. El Salvador nació en un
pesebre, entre animales, como lo hacían los hijos de los más pobres; fue presentado en el
Templo junto con dos pichones, la ofrenda de quienes no podían permitirse pagar un

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cordero (cf. Lc 2,24; Lv 5,7); ... A los que estaban cargados de dolor, agobiados de pobreza,
les aseguró que Dios los tenía en el centro de su corazón: «¡Felices ustedes, los pobres,
porque el Reino de Dios les pertenece!» (Lc 6,20); con ellos se identificó: «Tuve hambre y
me dieron de comer», y enseñó que la misericordia hacia ellos es la llave del cielo (cf. Mt
25,35s)." (EG 197).

Los pobres son los marginados de la sociedad, los que no cuentan. En el Quinto Viernes de
Misericordia, el Papa Francisco visitó una de las comunidades del Arca un grupo fundado por Jean
Vanier de los que sufren discapacidades intelectuales. Son personas ciertamente marginadas en
nuestra sociedad. Vanier comenta: "Las personas con discapacidades tienen una misión con la
iglesia y con el mundo y que se les puede encontrar en la periferia de la sociedad, hacia donde el
Papa Francisco insta a la iglesia a que vaya. Tienen algo que decir a este mundo envuelto en “la
cultura de la ‘victoria’, culturas de espectáculo y de éxito individual”. No es el poder sino la
humildad y la sencillez lo que nos impulsará hacia el paraíso." El lema de la comunidad del Arca
dice mucho: "Elogio de la imperfección." Hacernos recordar de esto es la misión de las personas
con discapacidades intelectuales.

Al entrar este año en la vida universitaria, me llamó la atención que en todo el norte somos la única
universidad con la carrera de Educación Especial. Vivimos entre universidades muy grandes, con
muchos años de existencia, y nadie antes de nosotros se preocupaba de preparar personas en esta
misión. No hay mucha demanda se dice, no hay mucho ingreso. Así es el destino de los
marginados de siempre, nadie con poder se preocupa de ellos. Pero este es el lugar de la Iglesia, y
es precisamente porque comenzamos con los valores del evangelio y no los valores del mercado,
que somos diferentes. Esta es la misión que brota de nuestro encuentro con Jesús.

P. José Luis ha mencionado que es precisamente en el ejercicio de la misericordia que somos


transformados como Iglesia, haciéndonos una verdadera comunidad religiosa. La conversión pues,
es lograda poco a poco, con nuestras salidas, con nuestros actos de misión, confiando en la gracia y
la misericordia del Señor por nosotros. La conversión, el cambio pastoral y catequetico, no es nada
fácil, por eso todos podemos vernos reflejados en una de las oraciones de san Agustín en sus
Confesiones: "Entonces Tú Señor, tratándome con mano suavísima y llena de misericordia, fuiste
modelando poco a poco mi corazón." (VI, 5, 1)

Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia,


a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

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