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Ballester, 1

República Bolivariana de Venezuela


Ministerio del Poder Popular Para La Educación
Colegio “San Luis”- El Cafetal

TRANSCULTURACIÓN ALIMENTARIA EN VENEZUELA

Ballester, Breignymark no 2

Caracas, 11 de noviembre de 2021


Ballester, 2

Durante las dos primeras décadas del siglo XIX se produjeron


inmigraciones desde orígenes diversos, ya que comienzan a establecerse en
el país algunas casas comerciales extranjeras, mayormente alemanas,
inglesas, francesas e italianas. Seguidamente, durante la segunda mitad del
siglo XIX se intensificó la explotación de minas en el estado Bolívar y luego
atraídos por la riqueza petrolera recién descubierta desde 1914, vinieron al
país muchos extranjeros, mayormente caribeños, que también dejaron su
huella en la gastronomía venezolana (Pellegrino, 1989).

Desde los tiempos de la Conquista y la Colonia, la dieta de los habitantes del


territorio que hoy conocemos como Venezuela ha cambiado mucho. A lo largo
de la Historia de Venezuela, su población ha adoptado rasgos alimentarios y
culinarios que han sido ajenos a sus tradiciones. El contacto con lo foráneo, la
tecnología, las artes, la economía y la estratégica ubicación geográfica de
nuestro país, han favorecido los procesos de transculturización. Por su
condición de puerta de entrada a la América del Sur, Venezuela visitada por
muchos extranjeros, aun cuando no fue la colonia más próspera de la Corona
Española. Nuestro país tiene el honor de exhibir la mayor extensión de la costa
caribeña (4000 kilómetros aproximadamente).

La gastronomía es un factor clave para entender la transculturización de


Venezuela, elemento fundamental de los platos típicos de Venezuela. Los
rasgos fundamentales de nuestra comida son: la hibridez, la diversidad, la
complejidad, la heterogeneidad y el mestizaje. Juan Calanche opina que: “Los
platos típicos venezolanos más afamados, son fieles representantes del
fenómeno transculturizador. La hallaca, por ejemplo, icono de la navidad es la
más perfecta expresión del barroquismo culinario de la Colonia. Es la
conjunción sibarítica del maíz de América con las finas carnes y los soporíficos
aliños venidos de Europa: pasas, alcaparras, aceitunas, almendras, aceite,
carne de vaca, carne de puerco, entre otros. Por su parte, el plato nacional, el
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aclamado pabellón criollo, da una visión mucho más completa del mestizaje
gastronómico.”

La transculturación alimentaria es la adopción por parte de un pueblo de los


rasgos alimentarios y culinarios propios de otro grupo social. Tales adopciones
implican un cambio tanto en los hábitos alimentarios, así como en la manera
que son obtenidos los alimentos.

Este fenómeno no se presenta de forma aislada y por lo general se asocia a


procesos culturales, económicos y sociales. En nuestro país ha sido constante
la transculturación alimentaria propiciada por las constantes inmigraciones, las
cuales aportaron aspectos particulares que han contribuido al incremento de
la variedad gastronómica venezolana, así como de la diversidad en los hábitos
de consumo.

Las inmigraciones constituyeron vasos comunicantes que fomentaron los


cambios alimentarios. El acogimiento de un pueblo de los rasgos alimentarios
de otro se conoce como transculturación alimentaria. En el país, eso ha sido
una constante. Algunos cambios fueron temporales pero otros calaron
profundamente fusionándose con lo propio para generar nuevos modelos y
culturas. Además incidieron en los actores de los distintos componentes que
conforman el sistema agroalimentario nacional. La transculturación, entendida
como un proceso inevitable del mundo multipolar, representa una fuente para
expandir los límites del régimen alimentario. Sin embargo, el rescate de los
valores propios del país, dentro del contexto de diversidad cultural, debe ser
el norte para la consolidación de una identidad nacional que no profundice las
diferencias, sino que por el contrario, se nutra de ellas.

En conclusión puede afirmarse que la transculturación, entendida como un


proceso inevitable del mundo multipolar, y que permanece presente como
elemento esencial desde los orígenes de la dieta venezolana, ha representado
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una fuente para expandir los límites del régimen alimentario. Sin embargo, el
rescate de los valores propios del país, dentro del contexto de diversidad
cultural, debe ser el norte para la consolidación de una identidad nacional que
no profundice las diferencias sino que, por el contrario, se nutra de ellas.
Además la diversidad en la dieta provee un incremento en la oferta de
alimentos que favorece la disponibilidad y el consumo en la población con sus
subsecuentes beneficios.

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