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Una de las consecuencias favorables de esa ley fue la unificación de la legislación petrolera que
selló los permanentes conflictos por deudas, reclamaciones y enfrentamientos sobre antiguas
concesiones, ya que las empresas concesionarias se adaptaron de inmediato a lo establecido en el
nuevo estatuto legal. Desde entonces regirían los deberes y derechos por igual para todos los
concesionarios.
Con la ley de 1943 se ampliaron las facultades administrativas y técnicas del Estado sobre la
industria extractiva; fueron limitados tanto los derechos de traspaso como los privilegios de
expropiación de las compañías, reafirmándose asimismo la potestad de la Nación para indagar
acerca de las operaciones técnicas y los procedimientos contables de las empresas explotadoras.
La carga impositiva fue aumentada. El impuesto de exploración se fijó en Bs. 6/ha, durante el
término de 3 años de la concesión de exploración, y debía ser pagado por adelantado en 3
anualidades consecutivas de Bs. 2 por año; el impuesto inicial de explotación, que debía
cancelarse de una sola vez en el momento de otorgamiento de la concesión, se estipuló en Bs.
8/ha; el impuesto superficial quedó establecido en Bs. 5 anuales por ha durante los primeros 10
años y cada 5 años debía aumentar a Bs. 10, 15, 20 y 25 para alcanzar Bs. 30 hasta el término de
la concesión. Igualmente se uniformó para todos los concesionarios el impuesto de explotación o
royalty en 16,66% del petróleo crudo extraído y medido en el campo de producción.
El Estado podía recibir el pago de ese impuesto, total o parcialmente, en especie. De esto
resultaba un ingreso especial extraordinario que se incrementaba proporcionalmente con la
producción. El Estado tenía además la posibilidad de una participación mayor en las ganancias de
las compañías concesionarias mediante la manipulación y venta del 83,33% del petróleo extraído,
quedando facultado a incrementarlo si decidía aumentar la escala del Impuesto complementario de
la Renta.
El contenido de la nueva ley fue cuestionado por el partido Acción Democrática; Juan Pablo Pérez
Alfonzo, representante de este partido en el Congreso Nacional, salvó su voto aduciendo, entre
otras razones, que con esa ley se clausuraba el reclamo de muchas de las deudas que tenían
contraídas las compañías con la Nación venezolana, como también que la reforma impositiva con
la que se pretendía alcanzar una participación igual a los beneficios de las empresas estaba
fundamentada sobre cálculos falsos.
Néstor Luis Pérez, por su parte, juzgó que la ley era esencialmente fiscalista.
El gobierno medinista, al año siguiente de aprobada la ley, abrió un período de licitación, adjudicó
numerosas concesiones, distribuyó en 10 meses 6.500.000 ha y procedió además a prorrogar
concesiones entonces vigentes. Con la ley, sin embargo, se estimuló el proceso de refinación en el
territorio nacional
Período 1921-1943
Las mejoras más importantes incorporadas a la Ley de 1943 se pueden resumir en los
siguientes términos, según César Ballestrini: · Las minas son propiedad del Estado.
Otra reforma importante realizada durante este período, fue el establecimiento del “fifty-
fifty” a través de la inclusión de este impuesto en la Ley de Impuesto Sobre la Renta,
basado en partir las utilidades por la mitad.
La Ley de Hidrocarburos de 1943 ordenó por primera vez la repartición de la factura y de la renta
petrolera. Esa Ley unificó el conjunto de concesiones existentes y concedió a las compañías 40
años adicionales de explotación. Simultáneamente la Ley del 1943 promovió la refinación en
Venezuela. Así nació el CRP (Complejo Refinador de Paraguaná) con la construcción de las
refinerías de Amuay y Cardón por la Creole Petroleum Corporation (Exxon) y la Shell
respectivamente. En 1975 se nacionalizó la Industria Petrolera y se creó a PDVSA con la
terminación de las concesiones petroleras, pagando a las operadoras (Creole, Shell, Mobil) los
activos que transfirieron a PDVSA (Lagoven, Maraven, Corpoven). Es importante saber que esos
activos iban a ser devueltos a Venezuela (sin pago alguno) 8 años después, o sea en 1983 cuando
terminaban las concesiones prorrogadas en 1943.
Por lo anterior, se puede considerar que la legislación sobre los hidrocarburos es una de las más
importantes del país, después de la Constitución, porque debe regular, en forma clara y precisa,
una de las bases de la economía de la sociedad venezolana.
Como se puede apreciar en los antecedentes histórico-legales, las normas que actualmente rigen
las actividades sobre los hidrocarburos en Venezuela, se encuentran dispersas en diferentes leyes;
dispersión que ha dificultado su aplicación, por existir colisión entre algunas y por la derogación,
expresa o tácita, de varias de dichas normas. Esta situación por si sola, justifica la necesidad de
dictar una Ley Orgánica de Hidrocarburos que ordene y armonice en un sólo texto, las normas
exigidas por la materia. Ello evitará las frecuentes y complicadas interpretaciones legales, que
tanto tiempo le restan a la gerencia pública y privada, con la consiguiente demora en decisiones y
proyectos.
El nuevo texto legal se propone regular con normas actuales las diferentes actividades sobre los
hidrocarburos, así como la participación en las mismas de los actores público y privado, con seguridad jurídica
y dinamismo, en procura de la sustentabilidad, la permanencia y la equidad del crecimiento del sector