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Frase extraídas libro Seducido por el Crucificado Emilio Mazariegos, a continuación, la fecha de

inicio y fin de la lectura escrita por mi hijo en la primera página del libro:
1. Ante la Cruz, la comunidad es probada.
2. No se defendió (refiriéndose a nuestro Señor en su Pasión y muerte).
3. Su muerte en cruz es la coherencia de una vida, es el testimonio vital que
autentifica todo lo que El dijo e hizo. Sin cruz no hay evangelio. Y sin la lectura
desde la cruz del Evangelio le falta al Evangelio la meta: la cruz, como camino
definitivo a la Resurrección. La cruz como trampolín para la Resurrección.
4. Dios se ha hecho fuerte en la debilidad de Jesús Crucificado.
5. Cuando estoy crucificado por el dolor, la prueba, la tentación… entonces es
cuando en mí actúa con mayor poder el amor de Dios.
6. El hombre en dolor necesita de una mano caliente, de una mirada llana de
ternura, de alguien que sepa perder el tiempo sin deseos de recuperarlos. En el
dolor el hombre necesita de un signo: del hombre a su lado. Del hombre fiel.
Del hombre que permanece, que echa raíces junto al sufriente. El dolor sume al
hombre en la soledad y el silencio. Y el dolor sólo sabe de una respuesta callada
y profunda. ¡Estás a mi lado!
7. Grita y nadie viene en su ayuda. Grita y los oídos están sordos, nadie le socorre,
nadie le tiende una mano. Grita y hace de su dolor llamada al Dios de su vida,
súplica angustiada a su Padre. Jesús no se queda con su dolor, lo hace oración.
Jesús ora su situación límite, ora su momento histórico, ora la vida hundida,
sepultada, derrotada. Jesús no se queda con su barro, sino que lo pone en las
manos del Padre.
8. Su oración es sincera, es verdadera. Su oración es existencial, es auténtica. Su
oración es la misma vida y la misma muerte que le cercan. Su oración alza el
dolor, el sufrimiento hacia el Dios de su salvación. Su oración es llanto y
lágrimas; es dolor y soledad; es angustia y tristeza. Pero es su oración, Jesús ora
su vida en cruz. Es el Gran Orante, el Sumo Sacerdote celebrando su única
Eucaristía.
9. La cruz de Jesús es victoria sobre el pecado, es gracia y verdad para el hombre.
La cruz de Jesús es el Centro de la historia.
10. La humanidad sólo tendrá raíces profundas, sólo se sentirá segura cuando tome
como base, como fundamento de su vida al Cristo crucificado que dio su vida
por amor al hombre. En la cruz la humanidad, o aprende a dar la vida por los
hermanos; en la cruz, o el hombre aprende a morir a su egoísmo, soberbia,
prepotencia… o no acaba nunca de construir la historia.
11. La Creación ha alcanzado su plenitud en el Hijo.
12. Es la sangre del nuevo Abel. Y es el golpe, el rechazo de la humanidad asesina
como el viejo Caín.
13. La sangre que brota de su costado es lo “más íntimo”, lo más profundo, lo más
entrañable de Jesús. Es su VIDA. Es su ESPÍRITU. Es el aliento nuevo para la
humanidad. Su sangre es el nuevo fuego, la nueva llama de amor vida. Su
sangre es el nuevo aceite que marcará, ungirá al hombre nuevo. En su sangre
brotaba del costado el hombre puede abrir su ser, de par en par, y recibir el
rocío nuevo de la mañana, la lluvia temprana que fecunda la tierra. En su sangre
el hombre puede mojarse, empaparse, estremecerse, gozarse y abismarse…
porque en su sangre (En su Espíritu) el hombre nace como criatura nueva, como
HIJO DE DIOS.

14. El pecado le abatió, le humilló hasta el polvo de la tierra. Desde ahora el


hombre, la raza humana tiene una nueva dignidad: la de ser HIJO DE DIOS.
15. Su precio es impagable: la sangre de Cristo.
16. El hombre muere ante su Dios solo.
17. Porque de la muerte surge la Vida para el hombre que sabe mirar con fe.
18. Porque en cruz eres el Todo que se ha hecho nada; porque en cruz eres el
Hombre abatido y roto que habla al corazón, sólo al corazón, sin palabras.
19. No; un hombre solo es incapaz de vivir tu cruz. Un hombre solo no es capaz de
tal entrega. En ti, oh Hombre Crucificado, en ti, envuelto en tu misterio, está
Dios. El Dios vivo, presente y escondido. Tú eres, Jesús de Nazaret, el Hijo de
Dios. Tú eres, Jesús de nuestra raza, el Salvador del hombre. Tú eres, Jesús de la
Historia, el Señor del mundo. Tú has vencido, muriendo. Tu cruz no es fracaso;
tu cruz es la victoria del Bien sobre el mal; la victoria de la verdad sobre la
mentira; la victoria de la libertad sobre la esclavitud; la victoria de la gracia sobre
el pecado.
20. Jesús tiene para él (Herodes) la palabra más dura que Él pudo decir: el silencio.
Y Herodes le desprecia, le viste de blanco, como a un loco y se ríe de El, con los
aduladores de turno, el impostor.
21. Porque en la cruz termina la farsa y comienza lo auténtico.
22. Así se ejerce el poder. Así se hace callar al que habla de más. Así se termina con
el que molesta. Al que no entre por el aro, se le hace saltar hecho añicos.
23. Están ahora junto al Cristo Crucificado. Le han acompañado, paso a paso, en su
dolor, porque saben del dolor. Están a su lado en silencio, dando presencia,
acompañándole, apoyando “al débil” desde su debilidad.
24. Sólo resucita el crucificado. El que dio su vida por amor. El que se entregó en
rescate de muchos.
25. Sin una vida de renuncia, de sufrimiento aceptado y en proceso de superación,
se pierde lo más profundo de la existencia; el encuentro con Cristo Crucificado y
Resucitado.
26. El gusano estaba en la manzana desde el origen., cuando aún era flor.
27. Nadie da la cara por el Maestro.
28. Lo profundo (el dolor es lo más profundo del hombre) sólo es visible al corazón y
se entiende desde el silencio.
29. Y el amor ve más allá del límite, de la cruz. Está presente porque el amor es más
fuerte que el dolor. Está presente porque el amar también soporta el dolor, es
capaz de superar la prueba, es capaz de dar respuesta a cualquier problema.
30. Despojado de todo, sólo le queda un corazón que ama sin medida, un corazón
dolorido en el despojo de la humanidad. ¡Varón de dolores!
31. No sabe mirar más allá de su dolor, de su prueba.
32. Sin la búsqueda de quien puede salvar, dar sentido a la cruz.
33. Porque salvarse es aceptar la sangre de Cristo crucificado, y condenarse es
rechazar la sangre de Cristo, único que salva.
34. “Verdaderamente éste era Hijo de Dios”.
35. La Vida nunca muere. Aunque la aplasten.
36. Actúan movidos por la onda, manejados por el último acontecimiento.
37. Están aquí porque es donde está toda la gente
38. Y ahora agachan la cabeza, no tiene fuerza su fe para mantenerse en pie, junto
al Crucificado.
39. Se sirvieron de Jesús. Se aprovecharon de su bondad e inocencia. Ahora no le
necesitan. La cruz para ellos es un espectáculo gratuito y pasajero. Como
siempre, se quedaron distantes, ausentes, oportunistas y sin complicarse la vida.
40. El gran silencio de Dios al hombre y a la Historia es Jesús Crucificado
41. La cruz es la última Palabra de Dios al hombre, la palabra definitiva. Palabra sin
palabras. Palabra encarnada en el sufrimiento del hombre. Palabra hecha
compromiso histórico. Palabra pronunciada desde lo alto.
42. También junto a la cruz estuvieron presentes “los silenciosos”. Los hombres
que han superado “el decir” por “el obrar”. Los hombres que ya no creen en
los papeles, en los documentos, en los manifiestos y sí en el arrimar el
hombro, en sacrificarse (como Jesús) por los demás.
43. Ahí está Nicodemo. El hombre del encuentro con Jesús en la noche. Del
encuentro a solas. El hombre que busca el cara a cara con el Hombre. El
hombre que busca la relación interpersonal. El hombre abierto a “nacer de
nuevo”, aunque no entienda; el hombre que busca ir más allá de la ley por la ley
y adentrarse en el “viento del Espíritu”. El hombre que cuando dejó a Jesús
rompía el alba, la luz iluminaba toda su casa.
44. Es de noche. Ellos, la comunidad silenciosa, han acabado el trabajo. Ellos,
comprometidos sin que nadie se entere, han dejado al Señor Jesús en el fondo
de la tierra, metido en las entrañas del hombre de barro. Has enterrado el grano
de trigo. Ellos, (las mujeres, sobre todo) serán las primeras en descubrir el
sepulcro vació. Las primeras en ver al Crucificado, resucitado.
45. El silencio es la mejor palabra del hombre. Un silencio hecho obras,
compromiso, ayuda al hombre necesitado. Aquella noche, al volver a sus casas
Nicodemo y José de Arimatea escucharon una palabra en su corazón; “Eres
bendigo de mi Padre; estaba tirado en la cuneta y me diste abrigo”.
46. Cobardes como el caracol que se esconde en su concha ante la menor dificultad.
Cínicos y astutos como viejas raposas. Torcidos y astutos como la culebra.
Corruptos como “los viejos zorros” …
47. Viejos zorros agarrados al poder para seguir creciendo a costa del pueblo. Viejos
zorros que, en nombre de Dios, engañan al pueblo.

48. La única salida es cegar los ojos para que nadie vea, como ellos no ven. Así,
ciegos, conducirán a otros ciegos y todos caerán en la hoya.
49. Las cosas valen por su final. La victoria no se logra sino en el último minuto. Lo
que parece que triunfa de momento, que tiene éxito… el tiempo lo coloca en su
sitio. La mentira no es eterna. Una cerilla prendida en la noche rasga la
oscuridad. El tiempo da la razón al hombre bueno y justo, que obró con verdad y
libertad. Los hombres que juegan con la hipocresía para defenderse, que se
esconden tras la máscara, siempre terminan descubiertos. Y normalmente una
pequeña cosa, el menor descuido, deja el aire libre la mentira que se ocultaba
bajo barnices de bien.
50. Y el hombre ha olvidado la cruz. El hombre ha dejado de mirar al clavado en el
madero. Y ha perdido el sentido de la liberación. Y se empeña en liberarse de
tantas cosas que atacan su ser roto, débil, pecador. Y el hombre se defiende
atacando como un loco. La violencia se ha hecho ley de vida. El juego sucio
empaña los proyectos que emprende. La corrupción está debajo del entramado
de sus negocios. El hombre de hoy sufre, grita, llora. El hombre de hoy ha tocado
techo, siente el límite. El hombre de hoy se siente angustiado, reprimido,
ansioso. El hombre de hoy a perdido su identidad.
51.
52. Matan al hombre antes de nacer con el asesinato llamado aborto
53. Sin la aceptación de la Cruz sólo hay cruces.
54. La iglesia, nacida en la sangre y el agua que brotaron de su costado tiene una
misión entre los hombres: ser testigo de lo que ha visto, ha oído, ha palpado,
como lo fue Juan, el discípulo amado.
55. Somos hijos de Dios nacidos en la muerte de Cristo. Sumergidos en sus aguas
hemos sido lavados, purificados, salvados.
56. Cuando la iglesia no es signo de acogida, de unidad, de encuentro con los
hombres, deja de ser Iglesia. Cuando la Iglesia en lugar de unir, separa; en lugar
de reconciliar, enfrenta; en lugar de ser muchos, se desgaja, la Iglesia pierde su
sentido y no salva.
57. La Cruz de Cristo no está presente hoy en la Iglesia. Y sin ella no hay salvación.
La Cruz de Cristo está oculta, olvidada, está relegada a la sacristía. No se le
proclama, no se le busca, no se lleva a los creyentes a ella como camino de
salvación. Una iglesia que ofrece “prácticas religiosas” no es la Iglesia verdadera
de Cristo. Una Iglesia verdadera crea unidad, comunión, asamblea. Este es el
sentido profundo de la cruz: crear unidad.
58. Cae el hombre de “poder”, y el del “placer”, y el del “tener”, y el del “parecer”.
Aparecen las denuncias de corrupciones del hombre, en busca de hombre del
“SER”. El hombre que surja de su interior, de su “hogar ético”, de su corazón en
busca de lo Definitivo, Absoluto: Dios. Cae el “hombre-no-hombre” y nace en la
Historia un hombre nuevo. Un hombre de la NUEVA ERA.
59. Jesús en cruz dice SI al hombre. Lo ha amado hasta el final, hasta el extremo.
Jesús en cruz abre su corazón, desde el dolor, al Padre y “ora”. En su dolor
“perdona” al que lo golpeó. En su agonía “pide ayuda”, porque tiene sed. En su
situación límite se siente feliz “porque todo está consumado”. A punto de
expirar se olvida de sí y” ayuda al necesitado” y le regala su Reino. EN medio de
la oscuridad de la noche busca al hombre, al “discípulo amado” y le entrega a su
Madre. Y en el último dolor hecho grito agudo se abandona en “las manos del
Padre”.
60. El pobre es por Dios. ¡Dios es su TODO!
61. Al final se quedó bien pobre, “bien solo”. Abandonado, indefenso, libre en el
amor hasta el final, lo machacaron como a la uva en el lagar, lo molieron a palos
como el grano en el molino. Lo degradaron tanto que lo hicieron “maldito” al
colgarlo del madero. Lo quitaron de en medio crucificándolo fuera de las
murallas de la comunidad, como un marginado. Lo dejaron tan pobre como
desnudo estaba en la cruz.
62. Siempre el corazón es el origen de todo. De su fondo sale el bien y el mal, la
verdad o la mentira, la vida o la muerte. El hombre es según sea su corazón.
63. “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”

64. Sólo un corazón reconciliado consigo mismo, con Dios y con el hermano será
capaz de crear una nueva Humanidad donde la Paz sea el Arco iris de una
comunidad que tiene a Dios como Padre y a los hombres como hermanos
verdaderos.
65. No se ha quedado “en dichos”. Su corazón se ha mojado “en hechos”.
66. Jesús no busca emociones, ni sensaciones nuevas.
67. Jesús es el Buen Samaritano del hombre tirado en cualquier camino.
68. El hombre de corazón misericordioso es el hombre maduro que sabe del dolor y
acoge al que sufre. No hay duda: Dios tendrá de él MISERICORDIA.
69. Aquí está en lo alto de la cruz el Hombre de corazón limpio. El hombre de
corazón verdadero. El Hombre de corazón transparente, claro, auténtico. Aquí
está en la Cruz el hombre de una sola cara, el que siempre hizo juego limpio, el
que enfrentó la tiniebla con la luz, la mentira con la verdad, el odio con el amor.
Está aquí EL HOMBRE.
70. Ama a su Padre y se deja amar por El.
71. La sed de justicia para Jesús es que el hombre acepte el gobierno de Dios en la
historia, su acción en la humanidad, su presencia salvadora. La sed de justicia en
Jesús es que su SALVACIÓN se haga realidad en el corazón del hombre.
72. Silencio profundo.
73. Sólo sintiéndose criatura en las manos del Creador se acepta este plan
desconcertante de Dios.
74. El corazón de hombre sólo puede ser satisfecho, plenificado con Dios. Jesús sabe
que el hombre ha sido llamado a SER SANTO y sólo en santidad (justicia) el
Hombre se sentirá realizado.
75. El llanto de su corazón es la prueba de su cercanía al hombre, es la verdad de
que se hizo “uno en tantos”. Porque en su llanto se oye el gemido del hombre
que se traga sus lágrimas en silencio y no tiene libertad de llorar.
76. Y en la cruz tan sucio estaba, tan cubierto estaba por los pecados del hombre,
que era irreconocible. Hasta el Padre sintió pena de su hijo y cubrió su rostro
con sus manos temblorosas y rompió en llanto. Hasta el Padre dejó que su Hijo
amado fuese cubierto por el manto sucio y roto de los hijos pródigos alejados de
casa. Pero el corazón del Padre, al final, nos reconoció como hijos en el Hijo.
Pudo más la pureza de la nieve, el agua de manantial de su Hijo, que nuestro río
contaminado por mil impurezas. Y en el Hijo Crucificado nos regaló un nuevo
ser.
77. Abierto al llanto del niño asesinado en el seno de su madre. Abierto al llanto del
muchachito abandonado y solo en las calles de la ciudad. Abierto al llanto del
niño que en su barriguita le duele el hambre, le muerden las lombrices. Abierto
al llanto del adolescente que aguanta sus lágrimas y llora solo porque no tiene
confianza con nadie. Abierto al llanto del hombre y la mujer de corazón roto
que no saben cómo solucionar sus problemas. Abierto al llanto del anciano que
duerme sobre un banco en el parque punzado por el frío de la noche.
78. Un corazón sensible, cercano, capaz de dolerse, conmoverse, hacer suyo el
sufrimiento del otro… es un CORAZÓN. El corazón del hombre nuevo. El corazón
que necesita el mundo de hoy que, en medio de tanto dolor, su LLANTO apenas
conmueve.
79. Su corazón fue fiel a Dios y a los hombres realizando la misión que el Padre le
había encomendado. Fiel en el dolor.
80. Firme porque el amor es fiel.
81. El evangelio dice que “a media tarde Jesús gritó: Elí, Elí, lamá sabaktaní”.. Es el
grito del Hijo amado a su “Abba”. A su Padre querido; el grito del dolor que no
se alza en desesperación, sino en plegaria; el grito de Jesús, y en su GRITO, el
grito de todos los hombres, el sufrimiento de la Humanidad.
82. “TENGO SED”
83. Como un Cordero inocente, sin abrir la boca, sin echar la culpa a nadie, así lo
llevaron a la cruz y lo clavaron en el madero.
84. Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. Yo soy el culpable; yo pago
por todos. Caiga sobre mí tu mano y reciba yo el peso de la culpa. Padre, ellos
no tienen culpa, no saben, están ciegos: “PERDONALOS, NO SABEN LO QUE
HACEN”.
85. “Mira Abba, aquí estoy roto por el dolor; pero estoy porque tú lo has querido.
Aquí estoy, Abba, abandonado y confuso; pero estoy porque tú lo has querido.
Aquí estoy, Abba, porque siempre busqué glorificarte, siempre busqué
contentarte y nunca me busqué. Aquí estoy y me siento dichoso porque he
llegado al final de tu camino, sin verlo claro. Aquí estoy porque te amo, porque
eres la pasión de mi vida. ¡He cumplido la palabra!”.
86. La Nueva Era necesita de hombres de fe recia, firme. Hombres comprometidos
en llevar el peso de su vida y de los otros hombres hasta el final. Hombres que
no relativicen, ni calculen la jugada. Hombres que se entreguen al plan de Dios
sin condiciones. Hombres resistentes, hombres fuertes y enteros, hombres y
mujeres capaces de “dar hasta que duela”. Hombres y mujeres dispuestos a
morir, a dar la vida por la CAUSA DEL REINO. Sólo así la Historia cambiará; sólo
así los hombres tendrán ayudas valederas, definitivas, firmes. Sólo así el hombre
podrá decir al final: “Todo está acabado, concluido. Ya puedo morir en paz”.
87. Uno de ellos se siente mal ante el contacto con la sangre de Jesús. No ve en ella
más que una mancha de alguien que muere. Para él la sangre de Cristo no es
símbolo de vida, sino de muerte. Y la rechaza. Y se revela contra ella. Y se
siente molesto y blasfema contra el Hombre que está en medio de los dos
malhechores. Se cierra a la SANGRE, se cierra a la VIDA, se cierra al PERDÓN. Lo
tuvo tan cerca y no supo hacerlo suyo. Morirá solo; como solo y sin sentido se
está muriendo.
88. Y el hombre tocado por la sangre que salva se siente lleno de esperanza. ¡Hay
salida para su muerte!
89. Y aquí está a punto de expirar. Lo ha dado todo. Se ha dado todo. Está
despojado su árbol, hoja a hoja, fruto a fruto, flor a flor. Está desnudo, pobre. Y
aún su amor es capaz de más, dar lo último que le queda, el gran amor de su
vida: su Madre, En María, dada como “el buen vino” del final, Jesús nos ha
desconcertado.
90. Su hijo Crucificado se convierte en el nuevo mensaje, en el nuevo Gabriel que le
anuncia una nueva maternidad. La maternidad de la cruz, del dolor, de la fe
profunda. María siente en la Palabra de su Hijo como un nuevo llamado;
llamado a ser “madre mía, Mujer: ahí tienes a tu hijo. Llévalo a tu casa. Llena de
soledad, Sé madre de muchos.
91.

92. Es señal de contradicción, es Bandera discutida, es piedra de tropiezo. Es Jesús,


el que salva.
93. Estas son nuestras raíces. Esta es nuestra historia. Esta es nuestra fuente. Esta
es la gran certeza del hombre nuevo: Creer, aunque las cosas salgan mal. Creer,
aunque las cosas salgan mal. Creer, aunque todo esté en contra. Creer a pesar
de las dudas, de los interrogantes, las preguntas sin respuesta. Creer, aunque el
rostro de Dios esté oculto o desfigurado. Creer, aunque me quede solo. Creer,
aunque no tenga pruebas, ni razones para demostrar mi fe. Creer porque creo
en El, porque creo en ALGUIEN y no en algo. Creer en Dios, Padre bueno y
misericordiosos, porque Jesús creyó en El, lo amó y entregó su vida en su manos
para que El hiciera lo que quisiese de su entrega.
94. Dame un corazón capaz de olvidarme de mí por el hermano.
95. Situarse ante Jesús crucificado supone entrar en actitud de silencio profundo.
Las palabras sobran. Las preguntas molestan. Al “silencio de Dios” hay que
acercarse desde “el silencio del hombre”.
96. MORIR PARA VIVIR
97. La medida de Dios es “pequeña” para ellos; pero la medida de Dios (su hijo
nacido de Mujer) “ha desbordado” la capacidad de comprensión del hombre.
98. La Cruz es trampolín para la Resurrección.
99. Señor mío y Dios mío.
100. La fe pasa por un proceso de muerte, hasta llegar a ver, a la resurrección.
Sin la noche de la fe, no llega la luz del alba de la resurrección.
101. Ana no se queda con su dolor. Está cansada de darle vueltas y más vueltas
a su cabeza. Ana sube al templo. Y, de rodillas, llora su dolor ante el Señor, Ana
ORA su problema. Ana eleva su cruz ante el Dios todopoderoso. Ana ora desde
la vida, desde su historia personal, desde su realidad y desgracia. Ana quiere
hacer de su imposible (esterilidad) un posible (fecundidad). Pone su nada en las
manos del que lo puede dar todo. Ana cree. Ana confía. Ana espera.
102. El Señor da la muerte y la vida
103. El Señor guarda los pasos de sus amigos
104. La rebelión en el fondo es cuestión de ORGULLO, de soberbia del hombre
que lo bloquea y lo cierra en sí mismo.
105. Por eso Dios, tu Padre, te levantó sobre todo y te concedió el “Nombre-
sobre-todo-nombre”; de modo que a tu nombre, Jesús, toda rodilla se dobla en el
cielo, en la tierra, en el abismo y toda lengua proclame: que TU, Jesús-Cristo,
eres Señor, para gloria de Dios Padre”. Flp 2, 6-11
106. Hay que morir para vivir.
107. Es preciso liberarse de las esclavitudes de Egipto para entrar gozosos en la
Tierra Prometida. Pero el camino es éxodo, el camino es desierto: El camino es
inseguro-seguro. Porque la fe es abandono abismal en Dios, sin ver, pero
también certeza.
108. El sufrimiento lleva a la “purificación”. Lleva al despojo, a quedarnos con
lo que vale, a quedarnos con lo esencial.
109. Camina en la luz como hijo de la luz. Su vida tiene horizonte. Porque la
verdad lo va haciendo libre. LA verdad lo va cambiando. Lo ha sacado de la
ceguera. La verdad inunda su ser con una luz nueva: la de Cristo y su Evangelio.
110. El dolor nos cambia, nos hace crecer cuando lo enfrentamos con fe.
111. Porque la esperanza es ese saber que la obra que Dios ha comenzado en
nosotros tiene que realizarla en plenitud. La esperanza es ese ánimo fuerte de
saber comenzar de nuevo, de seguir adelante, de superar cualquier problema.
Porque, cuando el pobre confía en el Señor, Dios siempre corre a socorrerlo,
siempre viene en su ayuda.
112. Cuando oramos con un salmo, como Jesús en la cruz, estamos metiendo el
dolor, la vida, en la espera de Dios, en clima divino, en zona bienaventurada. Y
en Dios todo tiene sentido, todo cobra sabor. El Salmo es la gran medicina al
sufrimiento. El Salmo orado, con la gran medicina al sufrimiento. El Salmo
orado, con frecuencia, durante varios días, en tiempo largos sana, cura, libera.
113. Cuando oramos el dolor; cuando pedimos ayuda en el dolor; cuando
perdonamos al que nos causó el dolor, cuando nos abrimos al dolor del otro y
nos olvidamos de nuestro dolor; cuando somos fieles en el dolor; cuando damos
lo que nos queda en medio del dolor; cuando, con fe, nos ponemos en las manos
de Dios; … ENTONCES el dolor tiene sentido, la cruz tiene sabor. El sentido
profundo de la SALVACIÓN.
114. El sufrimiento MADURA a la persona. La hace más profunda, centrada. El
sufrimiento asumido nos purifica y nos va dejando con lo esencial. El
sufrimiento nos despoja de nuestras fuerzas y nos deja en nuestra debilidad
profunda. El sufrimiento nos hace levantar el corazón y poner los ojos en Dios
pidiendo misericordia, ayuda, fortaleza. En el fondo del dolor Dios se manifiesta
como tal vez no se da a conocer en ninguna otra parte. Así se reveló en Cristo
sufriente en la Cruz. Misterios de Dios.
115. La respuesta que espera Dios cuando llama por el dolor es que seamos
CRIATURAS suyas, es que le aceptemos como Dios, como señor único. Dios pide
que vivamos su Plan, que aceptemos SU VOLUNTAD. Dios pide (esta es la
palabra dura y clave) que NOS SOMETAMOS. Que contemos con El en la vida.
Que le queramos como Él nos quiere. Que APRENDAMOS A OBEDECERLE como
Jesús, que aprendió por medio del sufrimiento. Y eso que Él era el Hijo, que no
tuvo pecado, que siempre cumplió a cabalidad su voluntad, que su pasión era
complacer al Padre.

116. Cuando el dolor me aprieta, me acerco al Cristo Crucificado que sabe del
dolor, y le suplico que me sane, que me cure, que me libere. Lo hago con
sencillez de corazón y confianza.
117. Yo sé que la sanación de Jesús puede ser instantánea, de repente.
¡Bendito sea! Yo sé que la sanación puede ser progresiva. Siento mejoría. Sigo
orando en sucesivos días. Y mi curación va progresando. O el Señor no me sana
como yo quiero, pero me cambia de actitud ante el dolor. Me hace ver el dolor
en su Cruz, en su plan de salvación. HY al quitar mi preocupación, mi tensión,
me siento en paz y asumo el dolor y ya no sufro. Mejor dicho, sigo sufriendo,
pero de otra manera. Mi dolor tiene sentido en el Crucificado. ¡He sido curado!
118. El sufrimiento es fuente de CONOCIMIENTO PERSONAL. Cuando sufrimos
nos interiorizamos. Y nos descubrimos por dentro. El dolor ayuda a penetrar la
vida, ayuda a ahondarla, ayuda a llegar al fondo de uno mismo. El dolor puede
ayudar a una persona que vive desde la superficialidad de la vida, a vivir desde la
profundidad. ¡Bendito dolor! Cuando entro dentro de mí me enraízo en mi ser,
en Dios que me habita. Y ahora siento seguridad, estabilidad, firmeza en mi
vida.
119. El dolor me ayuda, en definitiva, a entrar en mí y a salir de mí fecundado
¡Bendito dolor!
120. Son los sacramentos símbolos de la libertad.
121. En la Eucaristía tengo una oportunidad maravillosa para recibir sanación,
para ser curado, restaurado. Es el momento de ofrecer a Jesús mi dolor y mi
gozo, mis proyectos y mis fracasaos, mi vida y mis muertes. Con la certeza de
que El me salva, me sana si tengo fe. ¡Es el sacramento de la fe! ¡Es el
sacramento!
122. El rosario es Evangelio orado.
123. Quien ha aprendido a acercarse al Crucificado termina por acercarse al
hombre aplastado, destruido, golpeado. Porque cada hombre que sufre hoy,
cada niño que llora hoy, cada joven que siente el dolor de su corazón vacío hoy,
cada anciano que calla y muere en su soledad hoy, cada adolescente que camina
perdido en su confusión hoy, cada niño no nacido que grita sin que nadie le oiga
en su muerte hoy…. Es Cristo Crucificado.
124. No; no tengas miedo y deja tu casa, tu tierra, tu familia por Jesús y vete
por el mundo de Dios sin Dios a anunciar la Buena Nueva del Evangelio.

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