Está en la página 1de 2

EFESIOS 5,1

“Como hijos amadísimos de Dios, esfuércense por imitarlo”

¿Y nosotros a quien imitamos? ¿A quién te pareces cada día más en tu forma de


ser? Probablemente la respuesta sea a la persona que admiras o que más tiempo
pasas con ella. La cita biblica no muestra en cambio a quien debiéramos imitar
“Como hijos amadísimos de Dios, esfuércense por imitarlo” Un niño siempre
quiere ser como su padre, lo ve como un héroe e intenta imitarlo, pero,
¿intentamos imitar a Dios?

Quizá la pregunta no es tanto si le estamos imitando ni como le estamos imitando,


la pregunta clave es ¿cuánto pasamos con Él y cuanto le conocemos? Porque la
imitación viene por la convivencia, no puede ser de otra manera. ¿Conocemos
realmente a Dios? ¿Sabemos sus atributos, lo que Él es? ¿Comprendemos su
santidad? ¿Le amañamos? Porque el conocimiento de Él debe producir que le
imitemos.

¿Cómo podemos imitar a Dios? Teniendo su mismo carácter, su mismo amor,


ofreciendo nuestra vida como una ofrenda a Dios, dándole lo más valioso que
haya en nuestra vida, amando a los demás por encima de nuestro propio
beneficio, buscando hacer la voluntad de Dios, que nuestras vidas sean un
fragante aroma para su presencia, un sacrificio de alabanza.

Durante las clases que hemos compartido se ha dicho que El Poscursillo es la


etapa que se inicia después de haber vivido los 3 días del cursillo. Es el 4º día.
Sabiendo que el Poscursillo persigue es hacer simple, concreta y posible, la
vivencia de lo fundamental cristiano, haciendo el camino en compañía, para lo cual
se nos ofrecen medios de perseverancia.

Los cursillistas tenemos como característica común con todos los cristianos, la
misión de evangelizar, pero tenemos un mandato especial de orientar los criterios
de los ambientes en que participamos hacia los criterios de Cristo.

Ser cristiano es sinónimo de compromiso con la fe que profesamos, no es posible


decir creer y no asumir la actitud y acciones que avalen nuestra creencia. Por otro
lado, nuestras intenciones de crecimiento espiritual para instaurar el Reino de Dios
aquí y ahora, se ven fuertemente minados por encontrarnos inmersos en un
mundo lleno de letreros luminosos y cultura hedonista, es fácil acomodar las
situaciones para creer que somos testigos, es fácil adaptar a Cristo a nuestras
vidas y no nuestras vidas a Cristo.

Cabe preguntarnos ¿para qué vino Cristo al mundo? vino a salvarnos, a


presentarnos al Padre. El anuncia que el Reino ya está aquí; nunca definió el
Reino, pero lo da a conocer a través de sus parábolas.

Debemos de seguir a Jesús. Es decir, el apostolado en aquel ambiente en que


Dios quiso que vivamos.
Siempre que hablamos a alguien sobre Jesús y del poder del Espíritu Santo,
estamos realizando nuestro trabajo sacerdotal. Les estamos ofreciendo la vida que
hemos recibido, como si les diéramos comunión. Cuando damos alimento y ropa a
los pobres, cuando cuidamos del enfermo, cuando visitamos los ancianos,
estamos siguiendo a Jesús, que sacrificó su vida por nosotros. A medida que
intercedemos por otras personas, ya sea en nuestros hogares, en un cuarto del
hospital, o en las afueras de una clínica de aborto, estamos reflejando al gran
sacerdote que ‘vive por siempre para interceder por nosotros’ (Hebreos 7:25).

¡Cuando hacemos todas estas cosas en unión con el Señor, confiando en el poder
y la sabiduría del Espíritu y no en nuestro propio yo, realmente estamos
santificando el mundo! Estamos haciendo a Dios presente a su pueblo, llevando a
Jesús a las esquinas del mundo donde el sacerdote normalmente no puede llegar.

Los actos antes descritos, conocidos comúnmente como la acción del Cursillista,
obviamente son el resultado de sus prácticas diarias de piedad y estudio con el
fuerte apoyo de sus medios de perseverancia. Cuando los Cursillistas encuentran
el Cristo vivo, ellos pueden, con la gracia de Dios, superar los millares de
obstáculos de cada día. Nace en los cristianos un sentido de maravilla que les da
el valor de ser santos y la humildad para no considerarse héroes, pero solamente
del trabajo de hacer al mundo un mejor lugar. Tales son las obras de la gracia de
Dios que reciben los Cursillistas viviendo constantemente una vida en Gracia.

Dice san Pablo que cuando Jesús se ofreció por nosotros, su presencia llenó el
ambiente con una agradable fragancia Esto es lo que ser discípulo debe hacer por
los demás. No llevamos a otros hacia nosotros, sino a Cristo. Nosotros no somos
el punto central. Por nuestras obras nos conocerán nuestras obras serán llevar el
mundo a Cristo en nuestro Cuarto Día.

En el Poscursillo se intenta que se haga realidad el ser de los cristianos


laicos: Iglesia en el mundo, de forma natural y cotidiana, cada uno en su propia
realidad, en el sitio en el que a cada uno Dios le dio.

Como todo el método, el Poscursillo se desarrolla en la comunión y


corresponsabilidad eclesial, insertado en la Iglesia local y abierto a la
colaboración y coordinación con los planes diocesanos de pastoral y con otras
realidades eclesiales.

También podría gustarte