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Historia de México II

Drogas, tolerancia y prohibición

Ricardo Pérez Monfort, Tolerancia y prohibición.

Esteban López González

Los estudios que hasta hoy se han realizado en México sobre el uso y abuso de drogas, han

tomado poco en cuenta medias o largas duraciones, siendo contados los estudios mexicanos

asociados con la historia particular de las drogas y su relación con los procesos sociales,

políticos y económicos a través del tiempo. Caracterizados por una posición intolerante,

dentro del reducido mundo académico, entre las ciencias penales y médicas, pero sobre

todo en los espacios de los medios de comunicación masiva, las drogas se contemplan y se

debaten hasta hoy principalmente a partir de una posición abiertamente prohibicionista. De

manera que la conciencia social que ha prevalecido en el país sobre las drogas, se ha

permeado por una condena social, extendida a su comercio y distribución ilícita, además de

claramente a su uso, sea cual sea su fin, aunque también es preciso señalar que la

problemática actual del narcotráfico y sus consecuencias, ha ido modificándose poco a

poco.

Con lo cual el autor pretende delinear algunas ideas y posturas que la sociedad

mexicana mantuvo con el universo de esas sustancias, en un periodo que va desde 1840 a

1940, años en los cuales se puede percibir un cambio en la sociedad con respecto a su

visión sobre las drogas, y que fue marcada esta percepción por diferentes aspectos de cada

época en la historia de México.

Ya en el México moderno, el tema de las drogas, vistas como medicinas, venenos o

enervantes, apareció muchas veces en las discusiones sobre la llamada “higiene social” que

preocupó a no pocos mexicanos decimonónicos. La noción moderna de droga, como


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fármaco capaz de remediar algún padecimiento, pero también capaz de envenenar a los

individuos que lo consumían, surgió en los ambientes urbanos sometidos a los diversos

intentos de reglamentación sanitaria. Poco a poco se fue transformando el contenido de la

palabra droga hasta llegar a la connotación peyorativa que tiene ahora y que sanciona

negativamente su condición terapéutica, y no se diga su uso recreativo.

La paulatina implementación de una política sanitaria desde las altas esferas de los

gobiernos liberales decimonónicos pareció entramparse en un modelo más cercano a las

preferencias y modelos europeizantes que en la cruda realidad mexicana. Surgió entonces

un afán de normar el uso de muchas sustancias que oscilaban entre la medicina tradicional

y saberes prácticos o hasta esotéricos, lo cual evidenció la incapacidad de los gobiernos

locales y federales para imponer sus controles.

Desde fechas muy tempranas el cultivo y la comercialización de diversas plantas

capaces de producir ciertas drogas atrajo la atención de algunos mexicanos decimonónicos,

como en el caso de las migraciones chinas hacia las costas del pacifico, cuyos fumadores de

opio, fue motivo de racismo e intolerancia. La llegada de los liberales en la vida de los

ciudadanos se volvía cada vez más inminente, mientras que las herencias coloniales

parecían abandonar el escenario.

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