¿Cómo influyo el cristianismo en el Derecho Romano?
1 PARTE
DOCENTE:
LOPEZ MAMANI REYNALDO
ESTUDIANTE:
WILLIAM FAVIAN CALLISAYA.
MATERIA:
o DERECHO CANONICO
La Paz-Bolivia 16 de marzo de 2022.
1. Introducción El desarrollo del cristianismo y su extensión y penetración en el imperio romano coincide con la evolución del derecho romano hacia el derecho natural. Esta coincidencia es especialmente notoria en materia de relaciones de familia. Se ha discutido mucho acerca de si se trata de una mera coincidencia o si en cambio, el cristianismo influyó directa o indirectamente en la referida evolución. Sin pretender decidir en forma definitiva esta controversia, es mi intención colaborar en alguna medida a su esclarecimiento. 2. Contexto social Nuestro señor Jesucristo nace en circunstancias que Judea se encuentra bajo la dominación romana, siendo emperador y pontífice máximo, Octavio Augusto. El gobierno de Augusto se caracterizó por una gran cantidad de reformas de tipo político y social entre las que cabe destacar la reestructuración del Senado, consistente en su depuración y reducción del número de sus miembros. En el plano social, Augusto definió las clases sociales y estableció un orden de importancia de las mismas, encabezando, como era lógico, por la clase de los senadores; en segundo lugar, se encontraba el orden de los caballeros, que no era hereditario, sino que requería de una patente otorgada por el príncipe a quienes poseían, entre otros requisitos como mínimo, 400,000 sectercios; en un plano inferior en cuenta los romanos y los italianos que poseían la ciudadanía romana con anterioridad a la guerra social; y por último, los ciudadanos romanos de fecha más reciente y los que se encontraban dispersos por las provincias. Efectúa también reformas en la estructura familiar, al limitar las manumisiones; y en el plano político, al restringir la concesión de la ciudadanía a los libertos manumitidos por medios no solemnes. Las relaciones de familia en esta época pueden resumirse en un poder casi irrestricto del pater sobre todo los que componen su familia, tomando este concepto en su acepción más extensa. Así, la patria potestad incluía el derecho de vida y muerte sobre los hijos el derecho de exposición de los mismos y el dominio pleno sobre los bienes adquiridos por ellos. Por su parte, la potestad marital daba al marido plenos poderes sobre la mujer. Un piano en el siglo III d. C. en una cita recogida posteriormente en el digesto 50, 16, 195, 2, nos presenta los alcances de la autoridad del pater. Habría que incluir entre los derechos del pater, el de vender a los hijos y el de abandonarlos mediante la entrega moxal para liberarse de la responsabilidad por los hechos delictivos del hijo. En otro orden de relaciones la adopción bajo las formas de arrogartío o de adopción, sólo es considerada en favor del adoptante, teniendo como principal objetivo la de subsistencia de la religión familia. Como consecuencia de ella, el adoptado salía de su familia de origen y no podía ser reclamado por quien lo habría dado en adopción. Finalmente cabe hacer presente que los hijos naturales no tenían un estatus, de manera que quedaban fuera de la familia de sus padres, para todos los efectos, salvo que podían heredar por testamento, al igual que cualquier otra persona. Principios generales del derecho natural sobre la materia Como consecuencia del contrato de matrimonio nacen obligaciones y derechos entre los cónyuges, entre los que cabe resaltar como más importante: mutuo dominio sobre los cuerpos; la cohabitación; la fidelidad de hecho y efecto; y la asistencia mutua en las necesidades espirituales y materiales. Estos derechos reseñados precedentemente, corresponden a los cónyuges mirados individualmente, como miembros de la sociedad conyugal pero hay derechos y obligaciones que se conducen del régimen que la propia naturaleza impone en sociedad conyugal. Y el primero de ellos es la necesidad de una autoridad que, ante posibles diferencias de criterios, decida cuáles son los medios más adecuados para la consecución del fin que es propio de esta sociedad. En esta autoridad ha sido asumida desde tiempos inmemorables por el barón, de lo cual se deduce que ese es el orden natural sobre este respecto. Desde el punto de vista social, desde el punto de vista político, las familias se asocian en grupos diferentes; cada grupo constituyen un municipio, cada municipio es la participación en común de las familias que lo forman, del derecho de rendir culto a Dios, de administrarse por sí mismas de dar pan a los que viven y sepultura a los muertos, por eso, cada municipio, tiene un lema, símbolo de su unidad jurisdiccional y civil y un cementerio, símbolo de su derecho a la sepultura. Todas estas diferentes unidades constituyen la unidad municipal la cual tiene también su símbolo en el derecho de ostentar sus armas y desplegar su bandera. Sobre todas estas asociaciones está la iglesia, suprema y perfecta asociación, con unidad de cabeza y variedad de miembros; en su unidad el Papa, padre común de los fieles y vicario de Jesucristo; en su variedad los concilios generales desde el reinado de Tiberio, los apóstoles recorrían las provincias del imperio, predicando la nueva doctrina; doctrina de amor, de moral pública; la idea grandiosa de la divinidad sobrecogía a los espíritus y ponía en ridículo a los principios y a los dioses del paganismo. Como se, el politeísmo era abandonado de día en día, por las altas clases de la sociedad romana y por los filósofos; no existía ya, más que como institución y como culto exterior; en las costumbres y en la práctica de la vida pública. La doctrina de los apóstoles verificaba una gran revolución en los espíritus y era de observarse cómo se modificaba cimiento de todos los pueblos por qué en las nuevas ideas llamadas a ellas, tanto los pequeños como a los grandes, a los débiles y a los fuertes; a los pobres, los ricos. El número de personas que se auxiliaban al cristianismo, aumentó rápidamente; las iglesias en que se reunían sus adictos, se multiplicaban todo contribuía entre los particulares, en el orden privado, a propagar la religión cristiana las leyes políticas habían considerado hasta entonces el derecho sagrado de Roma, formando parte del derecho público. Los pontífices eran magistrados del pueblo nombrados en las asambleas como los demás magistrados, haciendo intervenir sus funciones en los asuntos más importantes del estado; la primera potestad del derecho público era el emperador que también tenía ese carácter en el derecho sagrado, como un sumo Pontífice. La unidad de las leyes religiosas, no era menos perjudicial al gobierno que la unidad de las leyes políticas, pues se confundían unas con otras. 3. Contexto jurídico Los jefes del gobierno, tenían que pensar en defenderlo, o en cambiarlo totalmente; éste fue el primer partido que ellos tomaron. Absurdo que fuese el politeísmo, el hombre no reconoce tan fácilmente sus errores, sobre todo cuando estos están adheridos al gobierno de un gran imperio. Como emperadores y como soberanos pontífices, los príncipes quisieron detener una religión que amenazaba el derecho del Estado y para cumplir sus proyectos aplicaron el medio más equivocado: el de la fuerza y de las crueldades, que, por lo demás, su carácter feroz, inspiraba en la mayor parte de entre ellos: las persecuciones de Nerón, de Domiciano, de vero, etcétera. No produjeron sino mártires; los cristianos se multiplicaron en medio de los sufrimientos; la religión se propagó con mayor brillo y veneración, y bien pronto, las vastas provincias del imperio romano, en toda su extensión, vieron divididos a sus habitantes en dos clases distintas: “los cristianos” y “los paganos”. Los jurisconsultos, hombres de la ley vigente y de las instituciones, fueron a la lucha contra el cristianismo naciente, como auxiliares del gobierno, y frecuentemente sus ministros, como depositarios de los poderes públicos, procedieron en idéntico sentido. Su filosofía, venida de Grecia, naturalizada en Roma, y cultivada por ellos como la madre de todas las ciencias, había sustituido progresivamente al Derecho Civil, quiritario, con un derecho más racional y más humano, abierto a todos los hombres; pero lo habían realizado con la ayuda de procedimientos ingeniosos, proclamando el Derecho Civil e interpretándolo conforme a la equidad. El cristianismo fue para ellos un enemigo del Estado y de las instituciones, y había que rechazarlo. Quizá era un rival de su ciencia filosófica que, con su sencillez, venía a destruir a aquélla radicalmente ; por otra parte, su moral, iba, aún sin saberlo, a esclarecer con nuevas luces la moral antigua ; y la influencia de las doctrinas evangélicas, iba penetrando poco a poco, en su propia filosofía y aunque estaba proscrito y perseguido, el cristianismo obraba los progresos de la jurisprudencia y de la Legislación, en un camino más ancho y más dulce para la humanidad. Así, el cristianismo va extendiéndose rápidamente en los individuos, en los grupos sociales, y en las provincias ; los esfuerzos rigurosos de los emperadores, no habían hecho sino redoblar su brillo ... ; Constantino cambió de sistema, sea por moderación, sea por política, sea por convicción ; César, en las Galias, había defendido a los cristianos contra las persecuciones ; vencedor de Ma- jencio y del occidente, les había concedido favores ; señor de todo el imperio, proclamó como suya la nueva religión. Así fue como su protección para los cristianos, se aumentó con su fortuna y aunque no había recibido el bautismo, Constantino profesó el cristianismo; la mayor parte de los gran- des y de los súbditos, siguieron su ejemplo, entonces, se derrumbó todo el Derecho Sagrado de la antigua Roma, toda esta parte del Derecho Po- lítico relativo, y algo del Derecho Civil, resultó influenciado por las doctrinas del cristianismo. Entonces desaparecieron el Colegio de los Pontífices, los Flamines, las Vestales, y fueron reemplazados por los sacerdotes y los obispos cristianos, borrándose la división entre cristianos y paganos. Los papeles se cambiaron, los cristianos se encontraron bajo la pro- tección de las leyes y del gobierno, mientras que los paganos quedaron desechados de su rango y sujetos a varias penas e incapacidades; a estos paganos se añadieron los herejes, porque ya en su cuna la Iglesia Cristiana prohibió las discusiones sobre creencias religiosas, para evitar dificultades. Desde este momento, la influencia del cristianismo sobre el derecho, Fue directa, y obró sobre la propagación de las ideas, hasta llegar a las autoridades y afectó a las instituciones públicas. Las instituciones civiles las aceptó tales como las encontró; sin embargo, en muchos puntos, y principalmente en lo relativo al culto, introdujo notables modificaciones y en cuanto al Derecho Privado, surgieron tendencias nuevas. Roma, perdiendo cada día su carácter de fuerza y de grandeza, que le dieron en otro tiempo los hombres y las instituciones, dejó de ser la primera ciudad del imperio. Los príncipes la habían abandonado, fijando su residencia lejos de sus murallas y habían aumentado la distancia que les separaba de la capital. Diocleciano había trasladado si corte a Milán, y su colega Maximiano, hacía brillar la suya en Nicomedia. Constantino mostró aún más alejamiento para Roma a donde no iba sino raras veces y sólo por momentos. En fin, hizo que si capital fuera el centro de sus vastos Estados; Italia no era sino una extremidad; el oriente se presentaba más brillante; ofrecía a Bizancio, colocada sobre el Bósíoro, comunicando ambos mares, y abierta a todas las provincias. Constantino escogió a esta ciudad y la hizo crecer rápidamente, y le dio el nombre de Constantinopla, transportando a ella los dignatarios y los cortesanos, que siguieron al emperador a su nueva capital. Todo el lujo, toda la molicie del Oriente, aparecieron bien pronto: la multitud de cortesanos fue aumentando y llenó los palacios; el griego se volvió la lengua general; las ideas grandiosas, los recuerdos del pasado, no habían seguido a la corte al Bósíoro; se habían quedado a orillas del Tíber. Era imposible que el cambio de religión y de capital, no trajese modificaciones en la administración. Nuevas dignidades, especialmente los obispos, los patricios, los condes del Consistorio, el Questor del Sagrado Palacio y los Magistrados de las Provincias se sucedieron. Entre los primeros dignatarios del imperio, se encontraban los Obispos que tomaron por funciones principales los deberes de humanidad y de caridad que su religión les imponía; el cuidado de los pobres, de los cautivos, de los hijos expósitos, de los niños prostituidos por sus padres. Colocados en primer lugar de la ciudad donde residían, y rodeados de respeto y veneración que todas las religiones tributaban a sus ministros, fueron miembros de los Consejos que nombraban los tutores y los curadores; recibieron el poder de manumitir a los esclavos en las Iglesias, re- emplazando a los Cónsules, a los Procónsules y a los Pretores, en su ausencia, y acabaron por dirigir los negocios del Estado. El espíritu del cristianismo, todo caridad y conciliación, era enemigo de procesos y de animosidades. San Pablo obligó a los cristianos a abstenerse de jurisdicciones civiles y a tratar sus diferencias por ministerio de los Príncipes de la Iglesia. La organización judicial de Roma, que deja a toda amplitud a los litigantes para prescindir del juez, y recurrir a simples árbitros, se prestó fácilmente y se generalizó entre los cristianos, hasta que Constantino hizo figurar esa costumbre como institución legislativa, e insistió a los Obispos de un poder de jurisdicción que era forzoso, respecto de ciertas personas para los negocios concernientes al culto, a las iglesias y a las familias. Así, los Obispos tuvieron su jurisdicción basada en la confianza de los fieles. Corno se ve anteriormente, el cristianismo en su cuna, había comenzado por formar una sociedad aparte, antes de mezclarse con la sociedad en general, y durante algunos años permaneció así, realizó un organización social pasajera ; pero de tal manera admirable, que si hubiera podido, sin alterarse a si misma, habría transformado toda la sociedad a su imagen, y la tierra hubiera transformándose en un paraíso anticipado. En efecto, el ideal sociológico se realizó de una manera completa. El gran precepto de Jesucristo a sus apóstoles: “Amaos los unos a los otros”, contiene en si la solución definitiva y perfecta de la cuestión social. Los primeros cristianos aplicaron esa máxima en grado supremo a sus relaciones reciprocas y el espíritu divino, que estaba contenido en ese precepto, engendró entre los hombres la perfección que en sí mismo contenía. La caridad natural, organizó la realización de la felicidad sobre la base de la familia; la misma caridad, aunque transformada en sobrenatural, reorganizó la sociedad sobre la base de otra familia más extensa y más pura: no física, sino mística, llamada “la Iglesia”. 4. Conclusión. Como se ve, este movimiento comunal se derivó de la “Tregua de Dios”, por la cual la Iglesia pudo refrenar la anarquía feudal. El primer resultado y notable progreso, fue la fundación de las Corporaciones, favorecida por las instituciones de la época, especialmente por las “Cofradías”, asociaciones piadosas en las cuales se agrupaban los arte- sanos de un mismo oficio. La corporación era una reunión de trabajadores, en una sociedad profesional que se daba jefes llamados “prebostes” y estatutos llamados “costumbres”. Las sociedades así formadas, tenían por objeto solidarizar a las gentes de una misma profesión, organizándolas entre sí, para la asistencia mutua, reglamentando así el trabajo, salvaguardando las tradiciones, los usos, los secretos técnicos y los intereses de un mismo oficio, impidiendo la competencia, el fraude, las falsificaciones y regulando las relaciones entre obreros y patrones, aunque dejando en libertad a cada uno, para trabajar y aprovecharse del producto de su trabajo, lo cual diferenciaba aquellas agrupaciones de las organizaciones socialistas actuales, que matan la iniciativa privada. Dichos estatutos prohibían los acaparamientos, los monopolios, y demás convenios que pudieran perjudicar a los asociados, lográndose así la conciliación entre el interés individual y el colectivo. Así se ahuyentó la idea de esclavitud y se abrió anchuroso cauce a la libertad, lo que refluyó en las clases superiores. Así, el cristianismo fue influenciando todas las instituciones sociales, produciendo la civilización y transformando al mundo.