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Las Raíces de Minerva 1 de 6

- ¡Las raíces de minerva!, es el nombre perfecto - dijo Carlos a Minerva al terminaban de plantar
su primer árbol después de haber visto un tutoríal en youtube. Aunque hubieran querido que
fuera su madre quien les enseñara, ella se encontraba en la representación de su primera siembra
y nadamas.
Minerva se tallo la nariz y Carlos dijo como complementando la accion:
- otra vez ese extraño olor que llegaba cuando mamá abría la puerta. Nunca le puse tanta
atención como estos días.
- Ese olor es mamá - contesto Minerva.
Carlos no dijo mas. Si hubieran tenido esta conversación un año antes, hubiera rebatido con
incredulidad el argumento “sin lógica” - como el llamaba - de Minerva. Pero la ultima semana
había aprendido a vivir mas allá de su prision lógica.
El día que mamá falleció. No hubo llanto de ellos, el hastío de las miradas de lastima y la presión
de los hechos a tener que madurar a contrarreloj, los había sobrepasado y sepultado en ellos
mismos, por algún tiempo.
Conforme el volumen del escándalo emocional ajeno iba bajando, Carlos notaba que aveces en
las noches, abrazaba una almohada seguro de que era su mamá, pero no por la forma, su sueño se
veía motivado por un olor que llegaba hasta su ventana. Cuando despertaba se sentía tranquilo y
en paz, el olor le consolaba si es que algún lamento por los ojos le quería brotar. Pasado un rato
el olor se marchaba y poco a poco sentía su energía cambiar. Era un ritual que había mantenido
en secreto a diferencia de Minerva quien corrió a contarle el primer día que ella también noto el
olor en su ventana.
No paso mucho tiempo para que la curiosidad los llevara a descubrir que había unas flores en su
jardín que se parecían en aroma.
- la abuela me dijo que cuando mamá era bebé así le olían sus pies y manos, cuando tenia 15
años pidió un gran ramo de estas flores, que para sorpresa de la abuela, tenían el olor parecido
a “choquilla dulce”; como decidió llamarlo. La abuela nunca le contó eso a mamá pero si le
pregunto por que le gustaban y mamá solo bajaba su mirada como buscando un recuerdo y
decía ‘no se’.
Ambos se quedaron callados pues cada uno tenia un secreto similar. Al no haber conocido a su
padre ellos solían sostener el recuerdo que un sueño borroso les había dado y lo anclaban, Carlos
en una melodía y minerva en un dibujo sobre el sueño, que guardaba en el cajón de sus
calcetines. Sintieron lo similares que eran hasta en ‘lo secreto’ con su madre, quien tampoco
había tenido un padre presente, y decidieron seguir mantenido las flores que mamá siempre
acariciaba antes de abrir la puerta.
Sin embargo en noches de lluvias tormentosas, encerrados herméticamente en la casa por
seguridad y en un rincón de su miedo y de la habitación central, aveces el olor aparecía.
Carlos no quería las plantas ‘parecidas’. Su proceso de la muerte de mamá se había encapsulado
en la metáfora de encontrar el olor exacto. No se daba cuenta que inconscientemente sentía que
el sentimiento de no haber podido tener mas experiencias con su madre, para conocerla mejor y
que le enseñara, se vería completado si conocía a detalle el olor que tenia su mamá cuando estaba
viva. Minerva por otro lado mantenía las cenizas de mamá que con el tiempo se sintieron
arrumbadas no importa cuanto las cambiara de lugar.
- Tuve un extraño sueño hoy - dijo Minerva mientras desayunaban. - soñé con una flor blanca,
con detalles amarillos en solo 3 de las 5 hojas que la conforman y en el centro una botón

Rodrigo Coria Tlecuitl.


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morado dividido en 3 con terminaciones en punta. Lo soñé hoy que cambie las cenizas de
mama a mi cuarto, junto a mi lampara. Es una señal.
- ¿Señal de que ? - comenzó a rebatir Carlos - si mamá esta, esta donde sea, en nosotros, en los
que la amamos, no en unas cenizas.
- Exacto esta en mi y por eso se que quiere que busquemos esas flores y la esparzamos allí.
Carlos estuvo de acuerdo de ir a la búsqueda por la extrañeza que le causo la lógica que resultaba
al encajar su deseo de encontrar el origen del olor a “choquilla dulce” que le abrazaba cuando
mas lo necesitaba.
Minerva estaba segura de que Carlos aceptaría pues decía que mamá quería que hicieran algo
especial juntos y ya es tiempo. Se encargo de trazar el camino en un jardín llamado “Olivos” y
supo que debía ir allí,
Justo antes de entrar al jardín se sentían relajados, a pesar de haber discutido en el camino
cuando Carlos cuestiono a Minerva sobre la flor y si estaba en el bosque al que iban y minerva
dijo que no sabia y escogió el bosque por pura corazonada. Al adentrarse, Minerva comenzó a
sentir una aprensión a la urna que llevaba en los brazos, la exagerada delicadeza la hacia casi no
moverse al caminar, y Carlos se sentía sobrecargado de ideas en el silencio que ya no recordaba
después de mucho tiempo viviendo en la ciudad. Sin embargo se encontraba hipnotizado por el
contraste de formas al que sus ojos estaban acostumbrados; de puras lineas rectas de concreto
ahora pasaba a curvas y variedad de elementos color marrón del otoño en decadencia. Y fue
cundo Carlos noto que no encontrarían allí flores con colores vivos. El entorno combino con su
poca molestia.
No hablaron por un buen rato, hasta que minerva no pudo contener el llanto.
- ¿que pasa? - pregunto Carlos.
- No lo se, hacemos todo mal, creo que mamá estaría avergonzada de nosotros. Tienes razón
debí investigar la planta para saber donde era el lugar exacto que mama quería, y hacerla feliz
por ultima vez, le falle.
Carlos hubiera querido tener la facilidad de minerva para poder soltar lo que sentía. Una opresión
en el pecho lo encapsulaba cadavez que el nudo en la garganta se le formaba, luego esa opresión
le tensaba los bazos y piernas y finalmente desaparecía toda gana de llanto. Seguido de eso le
llegaba el olor a “choquilla dulce”. Abrazaba a minerva cuando el olor le llego de golpe.
- se que hacer - le consoló mientras le secaba las lagrimas. - sígueme.
Minerva lo siguió algo confundida por la confianza que tenia Carlos a pesar de nunca haber
estado allí. Finalmente se detuvieron al llegar a un rio.
- Hasta aquí llega el olor, dijo Carlos y se arrodillo a la orilla de la corriente para refrescarse la
cabeza. Se sentía enérgicamente poseído por una felicidad y confianza cada vez que su mano
tocaba el agua y se había sentido como el sabueso mas importante del mundo rastreando el olor.
Minerva compartía el festín de emociones a pesar del miedo que le daba soltar la urna, cuando en
un movimiento descuidado, al inclinarse, la tapa de la urna se cayo, el reflejo rápido de Minerva
impidió que derramara algo de su contenido, sin embargo la tapa voló en dos pedazos
Carlos levanto las dos piezas y noto que no estaban rotas, era una especie de cajón secreto y
dentro se hallaba un anillo.
Minerva había empezado a temblar como reacción al descuido, pero se calmo cuando Carlos le
mostró lo que había encontrado.
- ¿de donde sacaste esa urna? - pregunto Carlos.

Rodrigo Coria Tlecuitl.


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- me la regalo mamá una semana antes de morir, le pedí un halajero y me dio este que le había
regalado papá antes de desaparecer.
- ¿Es tuyo el anillo?
- No sabia del cajoncito aparte y menos del anillo, es de mamá.
Ambos pelaron los ojos para verlo a detalle cuando notaron que en el interior tenia grabada la
frase “desapego y libertad”.
La cabeza de Carlos casi iba empezar a preguntarse ¿por que lo escondía? ¿quien se lo dio? ¿por
que nunca se lo vimos? Pero fue instantáneo el cambio de perspectiva que ambos sintieron, no es
que algo haya cambiado en el entorno o en sus ojos, simplemente entendieron algo que los hizo
sentir que dentro de ellos mismos todo estaba conectado.
Minerva tomo la urna con el pecho temblando pero las manos firmes, volteo la mirada a Carlos y
después de que ambos se abrazaron con los ojos, Minerva volteo la urna dejando caer todo el
contenido al rio. Aunque el movimiento fue rápido ella había observado en cámara lenta como
caía cada partícula de ceniza, y hacia en recorrido emocional desde su nacimiento hasta ese
punto; recordó las veces que se había sentido sola y apresada de sentimientos de angustia y
soledad, en eso mamá llegaba, tenia la creencia que le resolvía todo pero en ese momento se dio
cuenta que era ella quien se salvaba, mamá le decía pero era ella quien lo hacia, no era la cobarde
débil que sentía, se dio cuenta que todo lo que pudo enseñarle su madre ya lo tenia. Libero una
personalidad que sentía impropia, y a pesar de lo difícil que era para ella dejar salir todo ese
vomito emocional, gozo al desprenderse de tanto peso “de la mano de su madre” quien se
expandía en cada rincón del rio.
Siguió con los ojos un pequeño fragmento hasta donde la corriente desaparecía y fue subiendo su
mirada junto a una pequeña paloma blanca que Bebía del rio y ahora alzaba su vuelo, noto un
brillo similar al de las cenizas de su madre en una piedra junto a un árbol y también en el árbol,
no le puso palabras a la sensación de una sinergía expansiva para no interrumpirla, pero se freno
cuando vio que de los ojos de Carlos brotaban lagrimas.
Carlos se dio cuenta de que en el fondo no se había dado cuenta de que no volvería a abrazar a
mamá. Cuando todos a su alrededor decían “esta muerta” el había mantenido la sensación de “la
voy a volver a ver” que desaparecía en confirmación cada noche al llegar a casa. Y aunque ya
habían pasado muchas noches sin que mamá llegara a casa, solo en ese momento, en el bosque,
pudo captar que mamá no volvería a cruzar la misma puerta. Y fue cuando la tensión que
suprimía su llanto volteo su enfoque y por fin comenzaba a liberar el sobrepeso en la cabeza al
que se había acostumbrado. Se arrodillo y las lagrimas le dibujaban curvas extras en la corriente
del rio. Cuando se secaba las lagrimas tenia la sensación de que las curvas se hacia una sola y le
gustaba por que se sentía en medio, tranquilo y abrazado.
- lo he soltado- dijo Carlos, aun llorando.
- Yo también.
- ¿Que cosa?
- Lo que no era ¿y tu?
- Lo que me impedia ser.
- Creo que fue su ultima lección.
Minerva estaba a punto de decir algo pero un fuerte viento le cambio la palabra y solo dijo:
gracias mamá

Rodrigo Coria Tlecuitl.


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Carlos había respirado justo cuando el viento soplo y le entro una gran bocanada que al exhalar
sintió que una parte de el se iba y trato de seguirlo con su imaginación a travez de las copas de
los arboles hasta perderse en las montañas. Nunca se sintió mas cerca de su madre.
- Todo esta conectado - dijo minerva, quien era consiente de su entorno.
- y de alguna forma nada muere; mamá se ira a los lagos, los minerales de sus cenizas nutrirán
plantas y animales y vivirá en cada trozo de ellos, y cuando ellos mueran mamá se expandirá de
nuevo, nosotros nos estamos expandiendo, por eso me baño, para eliminar las células que fui y
mantener las que me están formando, y entiendo por que mamá cuidaba esas plantas y amaba su
rancho, nada dentro de mi es independiente, no puedo respirar si no va conmigo un árbol,
entonces si, todo esta conectado.
- creí que yo seria la del discurso así, pero no podría haberlo justificado con tu juego lógico.
- creo que por algo mamá guardo su ultima enseñanza para el final. Desapego y libertad.

Ambos tomaron sus cosas y emprendieron su camino de regreso cuando un trueno anunciaba la
lluvia.
A Carlos se le hizo muy pesado el camino de regreso a diferencia de la llegada, la pesadez era
como si algo lo detuviera para enseñarle, a pesar de ir a despierto a cada escenario nuevo que
aparecía donde ponía su vista.

- nunca había tenido la oportunidad de intimar con la naturaleza, nací en la ciudad, respiro
ciudad y sentir ciudad es lo único que conozco. Pero estar aqui me ha echo sentir que somos
funcionales para algo mas que la oferta del concreto y vanidad. No las desprecio pero ¿sabes que
vengo pensando?
Minerva confirmo su honesta curiosidad en sus pupilas.

- ¿a donde se hubiera ido mama si no tuviéramos este bosque?, si mañana queda puro plástico
de que se van a nutrir la piel, si me sigo creyendo la ilusión de independencia la soledad me
va a torturar cuando se corte el ultimo árbol, ¿en que vamos a seguir reencarnando? ¿En
maquillaje y salarios ? Tengo ganas de quedarme aquí, quizá algo me esta jalando - dijo
Carlos y al siguiente paso que dio sintió una ligereza que lo convenció de seguir hablando . -
Plantar un árbol es hoy un acto de rebeldía y muestra de amor incondicional para que mañana
otros disfruten la conciencia que vamos tomando, nunca necesitamos como hoy de tantos
rebeldes amorosos.
- cuando vives en un ambiente limitado y recto como una ciudad solo puedes imitar, imitas la
tele, imitas la publicidad, a tu jefe, lo que sea, uno no se ve y menos su muerte, es como si
estuviéramos mas preocupados por sobrevivir que por vivir, somos mas salvajes que esto que
me rodea ahora. Y cuando no se habla de la muerte, uno piensa que es lo mismo siempre, pero
no es así. No soy mis deseos, ni mi físico, ni mi profesión, ni mi éxito o fracaso, todas esas
cosas se pueden imitar, pero ¿sabes que no se puede imitar? - pregunto Minerva.
- Las relaciones
- ¿como llegaste a esa conclusión?
- aquí en medio del bosque voltea para cualquier lado, cambia el punto de tu mirada a donde
quieras y el escenario es diferente, no como en la ciudad, y es diferente no por sus elementos,
hay arboles, tierra, agua, piedras y ya pero la relación de esos sencillos elementos crea una
variedad de escenarios y experiencias diferente. Y creo que se aplica a todo. Sobre todo a

Rodrigo Coria Tlecuitl.


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nosotros, lo único que no es comparable y no se puede imitar son las relaciones que tenemos
con los otros y con nuestro entorno, y si eso esto único diferente quizá eso somos.
- A juzgar por nuestra relación con la naturaleza, ¿que somos? ¿eso define nuestra especie?
- somos nuestras relaciones, eso no se puede medir, si no se mide se dice que no existe, eso
somos; un animal metafórico, en medio de lo real y lo que no lo es.
- cuando pienso eso ¿sabes que me absorbe?
Carlos regreso la curiosidad sincera que Minerva había posado en el poco antes.
- el amor, la felicidad, los grandes valores son metáforas de la armonía en los procesos naturales
que hemos observado, ¿que vamos a hacer cuando ya no quede nada natural con que
compararnos? ¿De donde se nutrirá el amor y el espíritu humano?
Ambos guardaron silencio, sabia que no tenían que decir mas: Carlos por que había llegado a la
salida sintiéndose totalmente ligero y Minerva por que vio sobre la rama de un árbol la paloma
blanca, que ninguno podía asegurar que fuera la misma. Junto a la paloma se encontraba una flor
de pétalos blancos con manchas amarillas y un centro morado. Minerva estiro su mano con el
anillo sobre su palma. La paloma descendió a su mano después de cortar la flor y tomar el anillo
en intercambio. Carlos observo que tenia unas semillas y al tronar una de ellas encontró la paz
que siente aquel que encuentra a dios en sus milagros y sonrió por que su búsqueda había
terminado.
- las sembraremos en la casa. Piensa en un nombre - dijo minerva con emoción
- Esto es raro
- Lo se, veo en tus ojos que no será la única que sembraras, algo en ti ha cambiado.
- Me refería a que las flores no crecen en las ramas tan altas ¿o si? Pero creo que tienes razón.
El futuro y el karma esta en nuestras manos.
- La ecología es por nosotros mas que por el planeta, no tenemos otra casa para el animal
metafórico, y si nos fuéramos la vida encontrara otro camino, pero nosotros no. Salvarnos es
salvar un puente entre mundos.

Rodrigo Coria Tlecuitl.


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Rodrigo Coria Tlecuitl.

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