A partir de 1870, la situación de la mayoría de los países latinoamericanos era
estable y relativamente pacífica, con el desarrollo de unas economías de exportación de productos agrícolas que permitió la llegada de recursos a los Estados. Este fue simbolizado por la expansión de los ferrocarriles y el telégrafo. Con esta idea de progreso, el Estado entregó créditos para financiar algunas empresas y se encargó de ampliar las vías de comunicación para consolidar un mercado interno nacional. Para ello, contaban con el apoyo de los ejércitos y el crecimiento de la burocracia estatal, lo cual derivó en la aplicación de algunas medidas autoritarias como la represión de las protestas, la concentración de la participación política en unos pocos partidos, el control político por parte de las oligarquías nacionales y regionales, y la limitación del derecho al voto para la población masculina alfabetizada y con cierta capacidad económica. Reformismo populista en la primera mitad del siglo XX
El sistema político oligárquico, aunque permitió un desarrollo capitalista en la
mayoría de los países latinoamericanos, cada vez se mostró más incapaz de realizar las reformas sociales y la apertura a una mayor participación política que exigían las masas populares. En este contexto surgió el populismo, que se apoyó en un discurso a favor de las clases populares y que buscó apoyo en la masa de los trabajadores, las mujeres y otros sectores que no tenían oportunidad de satisfacer sus necesidades sociales. La política económica le dio un mayor nivel de intervención al Estado en la economía para promover la industrialización, nacionalizar algunos servicios, implantar medidas proteccionistas de la economía nacional, esto de la mano de algunos gremios de la producción que empiezan a tener participación en las políticas públicas. Dictaduras y desarrollo en la segunda mitad del siglo XX
Luego de la Segunda Guerra Mundial, dos discursos predominaron en el
mundo: la idea del desarrollo en los países del Tercer Mundo y la disputa ideológica, política, militar y económica de la Guerra Fría. En América Latina la mayoría de los países desarrollaron el modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) durante la guerra, debido a las restricciones del mercado mundial y el aumento de la demanda de materias primas. Este crecimiento fue sostenido hasta la década de 1970, y permitió que la clase media se fortaleciera, hasta que la crisis económica internacional y la deuda en los años ochenta frenó la economía en la región.
En el aspecto político, el discurso anticomunista de la Guerra Fría permitió el
surgi miento de dictaduras militares por toda la región desde la década de 1950, en países como Guatemala, Paraguay, Brasil, Perú, Argentina, Uruguay y Chile. Estos gobier nos contaron con el apoyo de Estados Unidos, que incluso participó en golpes de Estado como el de Augusto Pinochet en Chile en 1973, y se implantó la Doctrina de Seguridad Nacional. Bajo este modelo, todas las formas de protesta y movilización social fueron asociadas al "enemigo comunista" y, por lo tanto, recibieron un trato represivo y, aunque la economía creció de manera estable por un tiempo, las reivin dicaciones sociales no fueron atendidas adecuadamente.