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Estado del Arte

Nohora Trujillo
Luis Aya
Wilder Valderrama

En este apartado se enuncian algunos de los trabajos que han analizado la naturaleza de
los conceptos de perdón y venganza en el ámbito de lo ético, es decir, en las relaciones
interpersonales.

Los estudios sobre el perdón y la venganza los podemos reunir en cuatro grandes ejes
temáticos: el primero de ellos en la dimensión de lo religioso, el segundo desde algunos
planteamientos del pensamiento griego, los terceros sobre la racionalidad del estado, y, por
último, desde la perspectiva de lo ético y lo moral.

Cuando hablamos de perdón y venganza, con la idea de enunciarlos como una herramienta
que se puede aplicar a situaciones particulares, o como paradigmas del accionar político
parece que fuera fácil entenderlo o comprenderlo; no obstante, se nos vuelve o parece difícil
y dialéctico, cuando lo enunciamos de manera contraria, es decir, a partir de los rechazos que
este binomio produce.

Por ello, nuestro primer plano de abordaje sobre las categorías que se suscitan en este
trabajo investigativo es lo religioso, sobre todo desde la tradición judeocristiana, esto no
quiere decir que los análisis hayan quedado sólo en el pensamiento de la vida religiosa. En
el antiguo Testamento el perdón solo era dado de la divinidad a aquellos que eran pecadores,
independiente de las reflexiones frente a la idea de la justicia. El regalo del perdón era por la
misericordia de Dios con su capacidad de dar. Este tipo de situaciones es de carácter unilineal,
porque solo alguien eterno y misericordioso era el que podía dar, idea que es arbitraria desde
otros puntos de vista como se va a demostrar más adelante.

El estímulo moral para la cultura del perdón se puede analizar desde diferentes matices,
pues ofrece la posibilidad de que se puedan expresar en valores morales incorporados en los
hombres y mujeres que buscan la paz. Muchos de los estudios revisados restringen la relación
venganza y perdón a un tema de resentimiento del agredido y de la culpabilidad por parte del
agresor. Para superar esta idea binaria, se debe observar como ejes transversales integradores
de valores morales, y no como principios normativos que rigen estas situaciones

Debemos entender un poco más amplia la idea de perdón y venganza, pues éste es un
elemento significativo para la salud personal y social. Es más, el perdón a nivel de lo personal
y lo social ha sido un medio para la superación de odios, rencores y venganzas y que el perdón
por nada excluye o niega la idea de justicia.

El tema del Perdón y la venganza ha dejado de ser religioso para convertirse en un


importante elemento importante en la salud personal y social. De hecho, el perdón a nivel
personal e interpersonal, grupal y colectivo es un medio para superar el circulo destructor del
odio y la venganza. Sin embargo, es importante advertir que perdonar no implica en ningún
modo negar el ejercicio de la justicia. El ejercicio de perdón es necesario para lo que se
conoce como construcción de culturas de paz. Hannah Arendt, además de afirmar que el
perdón es una virtud intrínsecamente política, llega a concluir que es una de las más grandes
capacidades humanas y posiblemente la más audaz, ya que se propone una tarea
aparentemente imposible: deshacer lo que se ha hecho y lograr dar vida a un nuevo comienzo
allí donde todo parecía haber terminado (Arendt, 2006).

Hay que resaltar que Hannah Arendt es una de las intelectuales que se han inspirado en el
perdón para abordar el tema de la filosofía política. Como mencioné la autora lo aborda como
virtud política, pues tiene varias dimensiones, por un lado, lo político es personal porque
revela algo de sí mismo, segundo, se asume riesgos, y tercero produce narrativas, con el fin
de terminar o de crear nuevas relaciones. Es por ello que el perdón será una forma de
reinserción o reincorporación a la vida pública (Arendt, 2006; pp. 236-244).

Perdón da cuenta, de que el sujeto que lo dona, se construye como persona, y que no
utilizará la venganza para resarcir el daño, además, también implica un registro reflexivo de
la acción, en cuanto que, da cuenta de una nueva narrativa, pues es protagonista al dar nuevo
significado a su destino.

El segundo eje de análisis sobre el perdón y la venganza desde los planteamientos del
pensamiento de los griegos. La mayoría de la literatura sobre este tema aborda dos formas de
justicia que en principio antagónicas: la retributiva, propia del mundo de los héroes y de la
venganza antigua, y la punitiva, de tradición tanto antigua como moderna, que consiste en la
racionalización de la violencia mediante el tribunal, aunque esta última, se profundizará en
el eje de análisis siguiente.

Dos textos son fundamentales para entender la venganza y el perdón son trabajos y días
de Hesíodo y la Orestíada de Esquilo. Según (Ibarra, 2015) el poeta Esquilo da cuenta del
tránsito desde una forma de ajusticiamiento pre-político hasta la imposición del tribunal de
Atenea y la nueva justicia de la polis.

En el mito de las edades, Hesíodo da cuenta de la evolución de las razas terrestre, donde
describe la degradación física y moral de las mismas. Mezcla la edad de bronce y de hierro,
y es en ésta es donde surgen los héroes que se llaman semidioses, edad también va en
oposición directa con los valores y usos heroicos, entre esos la venganza. La reciprocidad
entre Νέμεσις y Αἰδὼς juega un rol decisivo en este contexto, pues es un límite impuesto a
la acción de los hombres. La frontera que se interpone aquí entre el hombre y el mundo es el
respeto, que tiene como garante el subsecuente ajusticiamiento privado que para este tiempo
supone el hecho de que es una norma universal.

La postura anterior es importante, debido a que muestra que la apreciación de la venganza


como una forma de justicia no descansa en la fundamentación irracional. Si analizamos esto
Hesíodo da cuenta como la venganza es una obligación moral que aparece como principio
universal, pues el hombre a su consideración del principio universal exige a otro hombre la
admisión de la responsabilidad de un hecho atroz que hay perpetrado, y lo más común para
resarcir el daño, era el asesinato.
Con respecto a las ideas que enuncio sobre Hesíodo, (Ibarra, 2015) el autor menciona
como se relaciona con la interpretación de venganza y perdón con la segunda obra
mencionada la Orestíada. Ibarra da cuenta como Esquilo analiza una justicia anterior al
tribunal impuesto por Atenea, y la degrada en cada paso de su trinitaria fundación de la
comunidad política. Es de recordar el pasaje de la obra de Esquilo frente al hecho de
Clitemnestra –el haber planeado la muerte de su esposo- “necesario es que ya, privada de
amigos, pagues represalias, golpe por golpe” (Esquilo Ag. 1429-1430). Aquí, se debe poner
énfasis en la retribución de un crimen que lava otro crimen, pues debe suprimir la deuda que
Clitemnestra contrae tras el asesinato de Agamenón, junto a Egisto, y la cual debe ser
vengada por algún miembro de la familia paterna (principio universal). Que la justicia pueda
ser tomada por cuenta propia, es decir, realizada como resultado de su exacerbación, del
desbordamiento de sus pasiones (hybris) da cuenta del agente como héroe.

Dando el paso de la venganza retributiva a la punitiva, que es el eje de análisis siguiente


cabe resaltar las ideas centrales del pensamiento de Esquilo frente a la venganza y el perdón.
En las coéforas que es la segunda parte de la trilogía cuenta el proceso de venganza planeado
por Electra. Trata de la reunión de los dos hijos de Agamenón, Electra y Orestes, y su
venganza. Electra reconoce a Orestes por una marca en la cara durante los funerales de
Agamenón. Acto seguido, Orestes mata a Egisto y a su madre Clitemnestra. Ésta convoca a
las furias, que perseguirán a Orestes.

En cuanto a la tercera y última las euménides, se muestra cómo Orestes es llevado a juicio
ante el tribunal divino. Las Euménides narra cómo Orestes, Apolo y las Furias comparecen
ante un jurado de atenienses conocido como Areópago (‘roca de Ares’, una colina rocosa
plana junto al ágora ateniense donde el tribunal de homicidios de Atenas celebraba sus
sesiones), para decidir si el asesinato de Clitemnestra por parte de su hijo, Orestes, le hace
merecedor del tormento que le infligen. Orestes es encontrado inocente gracias a la ayuda de
Apolo y Atenea.

El tercer eje de análisis que es sobre la racionalidad del estado, se encontró la siguiente
información. Aquí son varios análisis que recogen el pensamiento político de Hegel. Para
Hegel, la venganza no se corresponde con una manera efectiva de eliminar la lesión efectuada
por el crimen, por cuanto la represalia implicada en la actividad de la voluntad subjetiva
inaugura una nueva lesión y abre así, hasta el infinito, el problema de la retribución y la
concatenación de diversas venganzas.

El asunto del paso de una justicia a otra se manifiesta con el desarrollo del Estado
moderno, sobre todo desde el derecho, es decir, lo que aparece con la organización política
de los hombres es la preeminencia de la justicia punitiva, y la prohibición del ajusticiamiento
privado, que ha sido mediatizado por el tribunal, pues éste es el aparato que monopoliza la
administración de la justicia y de su violencia.

Frente a la posibilidad y al deber del hombre prepolítico de vengar la muerte del padre
con mano propia, se oponen, por un lado, el juicio del tribunal que determina si el crimen
requiere o no pena, y, por el otro, los aparatos coercitivos que efectuarán y asegurarán la
cumplimentación del castigo dictaminado. La justicia del héroe como se mencionó en el eje
de análisis anterior, debe cesar frente a la justicia de la ciudad, para evitar la reproducción
incesante de la retribución vengativa.

Para dar sustento filosófico a lo anterior, es importante resaltar la idea de Hegel (Hegel,
1999) frente a la justicia que en ocasiones lleva a la venganza y el derecho, como una forma
de administrarla:

La eliminación del delito es, en esta esfera de la inmediatez del derecho, en primer
lugar, venganza. Esta es justa según su contenido, en la medida en que es una
compensación [Wiedervergeltung], pero según la forma es la acción de una voluntad
subjetiva, que puede colocar su infinitud en cualquier lesión que ocurra. Su justicia es por
lo tanto contingente, al mismo tiempo que la voluntad es para los otros solo una voluntad
particular. La venganza, por ser la acción positiva de una voluntad particular, se convierte
en una nueva lesión; con esta contradicción cae en el progreso al infinito y es heredada
ilimitadamente de generación en generación (Hegel, 1999, pág. 102).
En esta cita Hegel resalta lo injusto, señala precisamente como injusta la venganza en
tanto resultado formal de “una voluntad subjetiva”, a saber, de un ajusticiamiento privado.

Otros autores han abordado las ideas de perdón y venganza desde la construcción del
estado colombiano. Lo que tratan de señalar es que en Colombia lo que caracteriza las
estrategias de paz, con sus discursos del perdón y la clemencia, es el uso de la fuerza, que no
se aplicaba necesariamente para derrotar al enemigo sino para obtener mejores recursos en
la negociación;
.
Además, que lo que caracterizó algunas guerras en el siglo XIX, con los discursos de la
tiranía, la conspiración y la traición, fue su relación con el derecho en tres ejes: la guerra
como medio para resarcir derechos agraviados, como objeto de reglamentación y acotación
del derecho y como fuente de un nuevo ordenamiento jurídico.

De lo anterior, concluyen que la guerra declarada, argumentada y defendida a través de


decretos, normas constituciones y enunciaciones jurídicas, posibilitan espacios morales del
perdón y la venganza que no hacen aquellos espacios dominado por las proclamas y
pronunciamientos.

Seguidamente, estos estudios sobre el lenguaje del derecho en relación al perdón y la


venganza, permiten análisis donde la guerra se desarrolle dentro del corpus administrativo,
institucional y legal del Estado. Por lo que no se trata de grupos rebeldes que pretenden
derrocar un poder establecido y ponerle condiciones, sino de funcionarios públicos que hacen
uso de los recursos institucionales a su cargo para dirimir la forma predominante de control
sobre la sociedad. En ella se confunde la palabra y la sangre, lo legal y lo ilegal, la guerra y
la política y lo arbitrario con lo ajustado a las normas vigentes.

Las prácticas y acciones bélicas produjeron giros significativos en la relación entre guerra
y derecho. El enemigo político durante esta guerra adquiere, entonces, un doble carácter: el
de funcionario público con poder legal y recursos económicos y bélicos suficientes, y el de
rebelde que combate en nombre y representación de un ordenamiento constitucional que, a
su juicio, el gobierno central estaría violando.

Esta es, entonces, una confrontación entre burocracias armadas que se despliega en
campos de batalla, pero también mediante el uso de la ley, la constitución y el ordenamiento
jurídico. Esta incorporación de principios humanitarios en la legislación colombiana no hizo
de ésta una guerra menos violenta.

Por ultimo está el eje de análisis frente al perdón y la venganza desde la perspectiva de lo
ético y lo moral, por lo que se hace necesario buscar alternativas de análisis frente a estos
temas.

Uno de las corrientes que se ha interesado sobre el tema del perdón y la venganza y su
relación con la ética ha sido el psicoanálisis. Lacan coloca la ética en el centro de las pasiones,
idea que tiene cercanía con la teoría de los sentimientos morales de Adam Smith:

La ética consiste esencialmente –siempre hay que volver a partir de las definiciones– en
un juicio sobre nuestra acción, haciendo la salvedad de que sólo tiene alcance en la medida
en que la acción implicada en ella también entrañe o supuestamente entrañe un juicio,
incluso implícito. La presencia del juicio de los dos lados es esencial a la estructura
(Lacan, 1959, pág. 359).
.
La acción ética debe pasar por la conciliación del sujeto en cuanto a su enunciación, es
decir, en su expresión, no debe buscar hacer pagar al otro de la misma manera por la falta
cometida, lo que debe primar es un acuerdo de voluntades sobre los ideales del bien. Para
sostener la idea anterior cito lo siguiente:

Para evitar el vértigo de la violencia en la venganza o en el sometimiento e ir más allá de


la culpa implicada, la responsabilidad subjetiva debe ser traída a un primer plano, y más
que en la rehabilitación de una deuda, es el compromiso de una construcción con los otros
y con su diferencia. El psicoanálisis propone la ética de la falta en-ser o ética del deseo.
La ética del bien decir que parte de un goce, pero de un goce negativo, por la vía de la
diferencia que pone en valor la particularidad y la responsabilidad subjetiva (Ramos, 2004,
pág. 230).
Otro autor revisado dentro de los posicionamientos de la ética frente al perdón y la
venganza es Pierre Bruno (2003). Éste señala que una posición ética que precisamente abre
una puerta a la discusión, más allá de la conciliación, con un respeto por el otro y la diferencia
que es la suya pero que no impide la mía. Sí, es la ética que debe encontrarse en el
fundamento de la acción política, para tener el valor de reconocer la naturaleza del deseo que
está en el centro de la experiencia. Esta construcción no se anuncia fácil; no hay solución
fácil ya que no hay una humanidad en sí reconciliada.
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