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Marx y Engels celebraron la anexión del territorio mexicano a Estados Unidos, pues consideraban

que los mexicanos eran vagos y disolutos

Más allá del enorme fracaso que ha sido el intento de aplicar sus ideas políticas, Karl Marx es uno
de los intelectuales más influyentes en los últimos 200 años. Particularmente, la crítica de Marx al
capitalismo -a las estructuras del poder en general- y su establecimiento de fundamentos para las
ciencias sociales son sumamente valiosos. Decimos esto en el afán de no hacer revisionismo
histórico, pues no creemos que el hecho de que Marx haya sido racista (como veremos) afecte el
valor o el interés que pueden tener sus ideas. Asimismo, debemos notar que en su época la mayoría
de las personas tenían concepciones que hoy en día llamaríamos racistas. Sería absurdo, por
ejemplo, descalificar a Nietzsche por su gran misoginia, siendo que su pensamiento ha sido
especialmente influyente en las esferas académicas que han producido los estudios de género y que
han impulsado el feminismo. 
Ahora bien, en el análisis de la identidad nacional, como parte de una autorreflexión histórica y
simplemente por el valor histórico que tiene, no es insignificante notar el pensamiento que expresó
Marx sobre los mexicanos. El "racismo" de Marx fue desenterrado por el escritor Nathaniel Weyl en
su libro de 1979, Karl Marx, Racist.  El autor documenta la existencia de cartas y fragmentos de
textos en los que Marx muestra la baja estima que tenía por los judíos (aunque él mismo provenía
de una familia judía), los negros y los mexicanos. Sobre los mexicanos, el comentario de Marx vino
a propósito del anexo de California a Estados Unidos, el cual le complació pues lo consideró un
progreso. Marx creía que los mexicanos y toda América Latina estarían mejor en manos de los
estadounidenses, ya que consideraba que la cultura española era "degenerada" y los mexicanos eran
todo lo malo de los españoles pero "a la tercera potencia". Esto es un tanto irónico, pues justamente
la mayoría de los movimientos comunistas en América Latina han sido estimulados por ideas
"antiyanquis".
Los españoles están completamente degenerados. Pero, con todo, un español degenerado, un
mexicano, constituye un ideal. Todos los vicios, la fanfarronería, bravuconería y
donquijotismo de los españoles a la tercera potencia, pero de ninguna manera lo sólido que
éstos poseen. La guerra mexicana de guerrillas, una caricatura de la española, y aun las huidas
de los regular armies infinitamente superiores. En esto, empero, los españoles no han
producido ningún talento como el de Santa Anna. 
(Carta de Marx a Engels, 2 de diciembre de 1854, tomado de Karl Marx, Friedrich
Engels, Materiales para la historia de América Latina, Cuadernos de Pasado y Presente,
Siglo XXI Editores, 1980, p. 2)
Su colaborador Friedrich Engels, apuntaba a su vez:
¿O acaso es una desgracia que la magnífica California haya sido arrancada a los perezosos
mexicanos, que no sabían qué hacer con ella?; ¿lo es que los enérgicos yanquis, mediante la
rápida explotación de las minas de oro que existen allí, aumenten los medios de circulación,
concentren en la costa más apropiada de ese apacible océano, en pocos años, una densa
población y un activo comercio, creen grandes ciudades, establezcan líneas de barcos de
vapor, tiendan un ferrocarril desde Nueva York a San Francisco, abran en realidad por
primera vez el océano Pacífico a la civilización y, por tercera vez en la historia, impriman una
nueva orientación al comercio mundial? La "independencia" de algunos españoles en
California y Tejas sufrirá con ello, tal vez; la "justicia" y otros principios morales quizás sean
vulnerados aquí y allá, ¿pero, qué importa esto frente a tales hechos histórico-universales?
(De la primera parte del artículo "Der demokratische Pauslawismus", publicada el 15 de
febrero de 1849 en la Neue Rheinische Zeitung MEW, t. VI, p. 273-274; tomado de Karl
Marx, Friedrich Engels, Materiales para la historia de América Latina, Cuadernos de
Pasado y Presente, Siglo XXI Editores, 1980, pp. 189-190)
Qué importaba la ética y la justicia de los particulares, en comparación con la marcha indetenible
del materialismo histórico hacia el fin del capitalismo y la realización de la utopía comunista?
Evidentemente, tal síntesis histórica nunca sucedió -y es difícil pensar que pueda ocurrir- y en este
sentido la teoría de Marx, que quería ser científica, dejó mucho que desear. 
 

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