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Los orfgenes sociales de la dictadura y de la democracia Barrington Moore, Jr. de la dictadura y de la democracia El sefior y el campesino en la formacién del mundo moderno ‘Traduccién de Jaume Costa y Gabrielle Woith | Los origenes sociales P EDIGIONES PENINSULA BARCELONA a edi orginal ingles fue publica por Beacon Pres, “de Boston, Mass, USA, con el tuo Saal Origin ef Dicazorbip and Desay: Lad and Pasa nthe Maing af the Mado Hl © Barrington Moore, Je ‘Qusden igure pubis, sip sean erie Eke le el cpg ij ances te lel rnin lpr des nor ‘reltotamient sformitgen,y ldsurbuion de empl “cl olin agua potstano pic La primer edicié catellna de esta obra fe publica ena colecion «Hlistri, Ciencia, Sociedad en 1973, Primera eicin en eva cecion:oesbre de 2002 'D de esa edie: Edhiones Pinas #2, Peu dela Creu 4, 8001 Barcelona, nA: correaOgrapa com sscraer, hap peninsae.com Pococompyesto en V. gual s 1, Cévoega 257, bajos,o8036Barcelons Impresoen Deringra, Pol. Ind. Can Magatola, Aocopisa nave 2, cotoo Mollet del Valts erGnrr uxcats . 38.000-20 natn: Bg-B307- S11 CONTENIDO Prlogo e Primera parte, Orgenss revolucimaria de la demacrax cia capitation 3 1. Inglaterra y las conteibuciones violentas al gra- salismo 25 1 Impulsos atistociticos coadyuvantes a trnsicin al exptismo en el campo a 2. Sapecu ogra dea Gera Ci % 3 SBhctomese y deren del eampesimdo 47 ¥ riunfante 38 TL Bvolncisnyrevoucinen Franca 3 1 Contrasts don Ingres y casas qu Ys ongnaron 5 2. Tn nepuesa nobis «Is agrealts o> ea 7 0 4 Tericons dedaebjotstlasna cal 91 + Stee ae La relacin de los campesinos con el radica~ lismo durante lt Revolucisn 6 | IV. Ladecadencia de la 6. Los campesines contra la Revolucién: la Vendée 7- Conseeuencias sociales del terror revoluci 8, Recapitalacin TIL La Guerra Civil Americana: le dltima revolu- dn capitaiea 1, Plantacin y fabricar zon conflict inevita- ble? 2, Tres formas de crecimiento capitalist nor- 3+ Hacia una explicacion de tas causas de ba Guerra Civil 4 Elimpulso revolacionati y su fracaso 5 Elsignificado de fa Guerra Civil Segunda parte. Ties rutas hacia el mundo moderne en Asia ‘Nota preliminar wadelwnns comin : Le-geinnyel no ees 4 Cop dl sana pel ye eb 5. Elmer et Kuonitngy seo 6. Rebelons revlacic y epson, 146 59 169 239 243 243 262 2665 V. El fascismo asitio: el Japén 1. Revolucién desde arvibas respuesea de las clases dirigentes a las muevas y a las viejas 2. La ausencia de una revoluciin campesina 3. El orden de los Meijic los nuevos terrate- nientesy elcopitalismo 4 Consecuencias politces:naturaleza del fas- ism japonés VI. La democracia en Asia: la India y el precio del ‘cambio pacifico 1. Relevanca de la experiencia india La Lndia mogol: obsticulos « la democracia . La sociedad aldeana: obstéculos ala rebelién ‘4 Cambios producides por los brtinieos has- ta 857 s- Bex Britannica 1857-2947: @Un paraiso para el terratenicnte? 6. El vineula bargués con el eampesinado a través de la no violencia 7. Una nota sobre la extensién dela violencia eampesina 8. La independenca y el precio del eambio pa el eanicter fico “Tercera parte, Inferencies y proyeeciones testicas ‘VIL. La rota democritca hacia ls sociedad moderna VII. Revolucién desde ariba y fascismo IX, Los campesinos yl revolucién ast 4s 455 43 Epilogo. Imagenes revolucionarias y reaccionarias 685 Apéndice ‘Una nota sobre la estaditicay sobre la historio- sala conservadore Notas var Bibliografia 833 PROLOGO Este libro pretend explicar los diferentes papeles pol ticos desempenados por las clases superiores terrate- niientes y el campesinado en la transformacién de las sociedades agrarias (definidas simplemente como sis- temas donde una gran mayoria de la poblacién vive de Ja tierra) en sociedades industriales modernas. Algo ‘mis especificamente, trata de descubrir la gama de con= diciones historieas bajo las que uno de aquellos grupos rurales o ambos ala vez se convirtieron en fuer2asim- portantes para la emergencia de las versiones parla- ‘mentarias occidentales de la democracia y de las dice taduras de derecha y de izquiceda, es decir, de los regimenes fascistas ycomunistas. ‘Como ningsin problema llega nusnes a sceas y sin lover al estudioso de la sociedad humana, vale la pena indiear inuy brevemente las consideraciones implica- dasen el que nos ocupa. Ya algiin tiempo antes de ini- ciar en serio esta obra hace mis de diez aos, me habia ‘vuelto eseéptico sobre fa tesis de que el industrialismo seria Ta cause principal de los regimenes totalitaris del siglo xx, por el hecho muy obvio de que Rusia y la China eran paises eminentemente agrarios cuando los 9 ccomunistas sc establecieron en ellos, Mucho antes aiin sme habia convencido de que la comprensién tedrica adecuada de los sistemas politicos requiere que se atienda alas instituciones y la historia de Asia. Por eso ‘me parecis a lo menos una estrategia prometedora in- vestigar qué corrientes politicas se dieron entre las cla- ses que vivian del campo, y dedicar tanta atencién alas sociedades de Asia como a las occidentales Para empezar (en la primera parte), el libro consi- dera el itinerario democrético y capitalista hacia Ia Edad Moderna, y asimismo emo se resolvié tal trans- formacién en Inglaterra, Francia y los Estados Uni- ddos. Mi intencién original habla sido completar esa secciéa con capitulos similares sobre Alemania y Rusia eon miras a mostrar e6mo los origenes sociales del fas- «ismo y del comunismo en Europa diferian de los de la democracia parlamentaria, Tras algunas vacilaciones, sme decidi a prescindir de esos dos eapitulos, en parte porque el libro ya era bastante largo, en parte porque durante el curso de su redaccién se hicieron ssequibles tratadlos excelentes alos que me bubiera sido imposi- ble aiadir nada en cuanto a interpretacién de la histo~ #ia social de ambos paises. Por otro lado, no he dejado de aprovechar libremente materiales sobre Alemania y Rusia con fines de ilustraci6n comparativa y en la ex posicim tedrica de la tercera parte. La bibliograffa re re las fuentes que han formado la base de mi concep= ‘i6n de la historia social de Alemania y Rusia. No referitse explicitamente a Alemania y Rusia tiene por Jo menos la ventaja compensatoria de permitir una ex- pposicin més extense (en la segunda parte) de las ver- siones asiticas de fascismo, comunismo y democracia parlamentaria, en el Japén, la China y la India, donde los problemas agrarios son ain agudos. Dado que la historia y a estructura social de dichos paises a ment- does bastante desconoeida de los ectores occidentales cultos, cabe suponer que los eriticos seri indulgentes con un autor que escribe mis sobre lo que menos co- Contra semejante selecei6n de casos es posible ob- jetar que su dmbito es demasiado amplio para que lo cubra uns sole persona y, a la vez, demasiado estrecho para permitir generalizaciones bien fundadas. Acerca de la posibilidad de que la empresa sea demasiado am- biciosa, lo dinico que el antor, propiamente, tiene dere- cho a decir es que ha habido muchos momentos en que él mismo To hubiera reconocido de buena gana, Las eriticas del segundo tipo podrian sefialar que nin- guno de los Estados de extensién menor —Suiza, Es- candinavia o los Pafses Bajos entre los democritios, las éreas mis reducidas de victoria 0 control comunis- 13 por otro lado, como Cuba, los satlites de Ia Europa oriental, Vietnam del Norte, Corea del Norte— reci- ben consideracion alguna. los primeros retuznbos de mal agiiero de revueliarelig sa, seguidos en 1381 por una seria rebetién campesin, ‘Mis adelante habr ocasién de examinar tales conmo- ciones entre ls clases bajas y su significado, Por ahora atenderemos sobre todo # las clases al- tas, Durante la tiltima parte del siglo xrv y la mayor parte del siglo xv, se fueron operando cambios impor- tantes en su posicin. La tierra y las relaciones pose- sionales basadas en ella cesaron en buena medida de ser el cemento que entrejuntaba sefior y hombre. Pese a que otros aspectos del fendalismo, sé mantentan vi- _gorosos, el rey Ievaba ya tiempo intentando con éxito diverso encauizardichos reaustes hacia sus propios fi- nes, tabajindolos para reforzar su poder. Separado de sus rafces en el suelo, el feudalismo se habia vuelto pa- tasitico: sacaba su fuerza de las maniobras de los mag nates poderosos y las contramaniobras del monarca.* La Guesta de las Dos Rosas (1455-1485) fue pars la aristocracia terrateniente, mis que una citéstrofe natural, una eatistrofe social, una sangria que la debi- lité severamente y permitié a la dinastia Tudor, que sargi6 del conflicco, reasumir con mayor éxito el pro- ceso de consolidacin del poder real. Bajo Enrique WII, 28 ccucstiones politicas y religiosas tuvieron quizé por consecuencia que se diera otro paso hacia la agriculeu ra comercial, Un historiador marasta ha sugeride que «8 posible que laconfiscacién de los monasterios por Enrique Vill en 1536 1539 ayudaraa promover aue- vos propietarios rurales com mentalidad comercial a cexpensas dle la vieja aristocracia y de sus tradiciones centrifugas. Parece mas probable, si embargo, que la significacion capital del reinado de Enrique VIII con sistié en menostabar uno de los pilares del antiguo or- den, fa Iglesia, y en dar un ejemplo a ese respecto que sus sucesores tendrian que lamentar. Entraron en ac- cién movimientos més profandes que no necesitaban ya que los alentara la corona, a caal se enfrent6 cada vez mis con ellos como a una amenaza al orden esta- blecido ‘Combinada con el estimulo ininterrumpido del negocio lnero, la paz tudoriana engendré un esti lo poderoso para el desarrollo de una aetivud comer- cial e incluso capitlistaen el campo. Junto con otras obras, el estudio no superado de R. H. Tawney sobre lavids econsmica de Inglaterra antes de a Guerra C= vil muestra que hacia ye mucko tiempo que aquellas fuerzas hablan desquiciado la estructura fend: Ea los turbulentosafios del siglo xw la terra tena ain ino- portancia miliary socal apart su valor econdmico; los se~ fore sian a caballo a fa cabeza de sos sibditos para con- vencer aun mal vecino con arces ylaneas; yun gran nimero de llevadores era mis importante que un alto rendimiento pecuniaro del suefo. La diseiplina tudoriana, con su rigid prohibicion de la fvery y el maintenance, sus jurisdiecio= 29 ne adnan ys nena barcrc, repini s {ses privadas con mano day gitinde fo ents ny ea ee mcrae manejo de hombre, [Ese cio] area ts ind lscoonetn medi ea oa come ae de fancone bligasnes polis la modern, qe Inco Sider como una avert que report ingen La prop dad ronl vende brovemente,scomerciare! Paz monérquiea y lana tuvieron que combinarse de un modo especifico para formar una de las fuerzas decisi- ‘vas que propulsarian a Inglaterra tanto hacia el capita- lismo como hacia una revolucién que terminaria por hacerlo democritico. Fn otros Estados, notablenen- te Rusia y la China, gobiernos fuertes impusieron su ‘mando sobre dilatados territorios, En Inglaterra, en ‘cambio, e! hecho de que el éxito de los gobernantes fuera muy limitado contribuy6 sobremanera a triunfo final de la democracia parlamentara. ¥, pr otto lado, centre negocio lanero como tal y'democracia no hay ‘una conexién necesaria. En Espafa, durante el mismo perfodo, el efecto de Ia cria de ganado lanar fue mis bien el contrario, ya que los rebaios trashumances y as ducfios se conwvirtieron en tna de Tos instmmentns ‘utilizados por el monarca centralizador en oposicion a las tendencias locales y particularistas, y contribuye- ‘on asf al desarrollo de un absolutismo real asfixiante. La clave de la situaci6n inglesa es que la vida comer- cial, lo mismo en la ciudad que en el campo, durante fos siglos xvry xvnt se desarrollé en gean parte, aunque zo enteramente, en oposicién con la corona, por raz0- nes que se-verdn.a st tiempo. Bajo la presida de las circunstancias la nociin me~ dieval que llevaba a juzgar Ios hechos econémicos con- forme a su contribuciéma la salud del organismo social enteé en barrena. Ces6 de creerse que el problema agrario consistia en hallar el mejor método posible de ‘mantener a las gentes en la tierra y empezé a conside- tatse que era cuestin de dar con la mejor manera po- sible de invertir capital en ella. Se empez6 a tratar la tierra, cada ver més, como algo que podia comprarse y venderse, sujeto a uso y abuso, en una palabra como propiedad privada capitalsta moderna. También bajo ¢lfeudalismo habia existido, por supuesto, propiedad privada en ef campo. Pero, en todas las partes del ‘mundo donde se desarroll6 el fendalismo, la propie~ dad de la tierra habia levado siempre aparejadas las ‘argas y trabas de una gran variedad de obligaciones respecto a otras personas. El proceso por el que esis, obligaciones desaparecieron, y quién salié ganando © perdiendo con el cambio, implicé encrucijadas poli tieas de sumatrascendencia en todos los pases que co- nocieron el feudalismo, En Inglaterra las novedades emergieron pronto a fa superficie. Mucho antes de Adam Smith, gropos dispersos de ingleses residentee ‘en el campo empezaron a considerar el interés privado. y la libertad econémica como la base natural de la so- ‘iedad humana.’ Ante el prejuicio muy extendido de que el individualismo econémieo surgié.principal- ‘mente entre Ja burguesia, vale la pena notar que los propictarios rurales ~cercadorese, con anterioridad Ja Guerra Civil, proporcionaron ya a tales doctrinas subversivas un semillero por lo menos notable. 3 Uno de los signos mis reveladores del cambio de perspectivas fue el boom en el mereado de tierras que ‘empend alrededor de 1580 y dur6 aproximadamente medio siglo. Las rentas anuales subieron 2 un tercio del precio de venta de las fincas pocas décadas antes.” ‘Semejante boom dificiimente se hubiera dado sin cat bios estructurales de gran envergadura en Ia misma or- ganizacién de Ja agricoltara, y puede interpretarse ‘como una consecuencia de tales cambios. Los iis importantes de ellos fueron las enclosures («cereamientos»). Este término tiene diversidad de sentidos que se refieren a hechos bastante diferentes {que sucedieron todos por aquellos tiempos y cuya im- portancia relativa no esti enteramente clara. Durante el siglo xvt el primordial fue el de ) proporcionarian parte del elemento radical en que se apoyaron Cromwell y la Revolucién Puritana, aunque 4 iit el impetu de ésta brot6 ante todo de mis abajo de la «scala social.” Por el impacto del comercio y de algu- na industria, la sociedad inglesa estaba, pues, transfor- ‘iindose de arribs abajo dejando bolsas de desconten- to radical producidas por las mismas fuerzas que por algdin tempo ocupartan el primer plano. Como vere- ‘mos, secuencias similares de desenvolvizientos son también caracteristicas, a grandes rasgos, de las otras grandes revoluciones modernas, la francesa, la usa ¥ la china. En ese proceso general, cuando el antiguo ‘orden se desintexra, sectores sociales afectados negati- vamente por tendencias econdmicas de larga duracién sacan la cabeza y realizan buena parte de la violenta sfaena sucia» de destruir el ancien régime, despejando el camino para instituciones de nuevo cui. En Inglaterra la mas notable «faena sucia» de tal tipo fue el acto simbdlico de decapitar a Carlos I. La cexigencia de jazgar al rey salié en primer lugar del «jercio, Las influencias populares eran en él bastante intensas. Procedian de estratos inferiores a la gentry, ‘muy probablemente de menestrales urbanos y labrie- 0s." Por la época de la ejecucién, Cromwell y sus of isles babian logrado ya refrenarlas, En cuanto a la gjecucién misma, tuvo que ser impuesta en el Parla- ‘mento précticsmente a punta de espada. Asfy todo, un snimero respetable de sus miembros (cuarenta y nue- ve) se negaron a juzgar al rey; los que firmaron la or- den de muerte sumaron cineuenta y nueve. Hay indi- ios de preponderancia de la gentry menos acaudalada entre los regicidas, y de la mas rica entre aquellos que se negaron a juzgaral rey. La imbricacién entre ambos " grupos, sin embargo, era considerable; un anilisis so- ciol6gico mecénico no cerneré al justo los semtimien- tos politicos del momento." Cabe suponer que la mo- ‘narquia constitacional hubiera podido advenir de otro ‘modo, Pero la suerte de Carlos I fue una tremenda ad- vertencia para el futuro. Ningtn rey inglés posterior trataria ya de reintrodtucir seriamente el sbsolutismmo real. La tentativa de Cromwell de establecer una dieta- dara parece un mero intento de recomponer ls situa- cin a posteriori y, de hecho, no puede compararse con 1a fase semidictatorial de la Revolucién Francesa, en que atin se dio mucha destraccién del ancien régime. Los campesinos y la plebe urbana, por otro lado, que corrieron con la «fuena sucia» en las demds revoluci nes, nose significaron durante la Guerra Civil Inglesa, salvo en ciertos breves actos simbélicos muy impor- tants. Innovadores y tradicionalistas se hallaban unidos por muchos vineulos, ineluides temores comunes frente a las capas inferiores, la «baja suerte». Tales vinculos ayudan a explicar por qué ls alineaciones de clase esnavieron lejos de ser claras en aquella revolu- , fueron los auténticos pioneros del desacrollo agricola, 8 juicia de un historiador reciente." El espacio de tiempo en que tales cambios se pro- dujeron con mayor rapidez y profundidad no esté del todo claro, Parece muy probable, sin embargo, que el movimiento de endasure acumulé considerable fuerza alrededor de 1760. Cobr6 quizd su maxima acelera- cién durante las guerras napoleénicas, para extinguir- se después de 1832, habiendo contribuido entre tanto a cambiar el campo inglés mas alli de todo eélculo, El alea de precios de los alimentos y probablemente tamn- bign las dificultades para obcener mano de obra pare- cen haber sido los principales factores que indujeron y ‘compelieron a los sefiores rurales a ensanchar sus po~ sesiones y @ racionalizar la manera de cultivarls.* Asi pues, en partes sustanciales de Inglaterra, al ha- cerse mas extenso el gran dominio y ser dirigido cada vez mds, segsin principios comerciales, la comunidad campesina medieval qued6, finslmente, destruids, Es bastante probable, aunque no del todo seguro, que fa ola de enclosures parlamentarias durante el sigio xvi ¥ prineipios del xix ilies tan s6lo dar sauciou legal 41 proceso de erosin de la propiedad eampesina que hacfa ya algsin tiempo que venis desarrolkindose. Por Inexperiencia de otros patses, sabemos que le inteusibn del comercio en una comunidad campesina pone en marche casi siempre una tendencia a la concentracién dea tierra en menor mimero de manos. Tal tendencia habia sido perceptible en Inglaterra al menos desde el siglo xvi. En el corazén de un Area duramente golpea- 33 da por la encase el 70 por ciento de las tierras de una aldea habian sido ya separadas de la economia campe- sina antes que el Parlamento deeretara la enclosure del lugar. Hacia 1765 s6lo wes familias de cada diez ocu- paban tierras en aquella érea con ereciente industria, Elresto eran braceros, calceteros, pequeios artesanos. Serenta pequefios campesinos, de menos de un cente- ‘har, posefan menos de la quinta parte de todas las tie- as, mientras que una docena de familias selects px sefan tres quintas partes." Una situacisn similar debié de prevalecer en la mayoria de las onas duramente su- jetasa la enclaure en la segunda mitad del siglo xvi. Si, para hacerse cargo del area afectads, uno mira un mapa de Inglaterra sombreado de acuerdo con las Sreas totals de los condados donde tavo hugat la enco- sure de campos comunales, comprucba que estuvo su- jeta a ella més de la mitad del pais. Aproximadamente a mitad, a su vez, de esta drea, sobre todo en los Mid- lands pero con una amplia lengua que se extiende ha- cia el Norte, sufi el impacto mas fuerte, con propor- ciones de un tercio a una mitad, e inchuso més, de las {reas totales de los condados.* ‘Como acostumbra a suceder cn los cataclismos so: ciales de esa naturaleza, el destino de los que salicron perdiendo en la transformacidn es muy dificil de dis- cernir. En el curso de los procedimientos de enelaure, aquellos que tenfan derechos de propiedad que defe der pudieron, por lo coxtin, capear mejor el temporal ae gulls que no st vefios propietarios debieron soportar gravosss costas conerar los proceimients dency afene de- ‘Con todo, muchos pe- 54 | sembolsos de capital para cercar con seto y abrir zan- jas, lo cual hizo precavi su situacion.* Aquellos cuyos derechos de propiedad eran tenues o inexistentes no aparecen en la documentacién historica, precisamente porque earecian de derechos de propiedad que defen- er. «Esos trabajadores sin, o casi sin, tierras, junto on los pequefios llevadores que desaparecieron con la consolidacion (de las haciendas),representan las ver~ ddaderas victimas de la enclosure y, si n0 se les tiene en la ‘mente constantemente, pueden ser también las victi- ‘mas del método estadistico».” Dentro de esas capas is bajas, antes de la enloure, habia exstido cicrtava- riedad en la posicién econémica y legal. Las familias ‘is pobres los cortagers, por ejemplo— tenfan una pequetia vivienda y el derecho de eultvar algunas pie- 7as de tierra y quizs, ademés, de criar una vaca, algu- nas ocas, un cerdo,.. Por lo general, houabres y bestias se habian ganado una existencia en la que los derechos sobre los terrenos comunales desempeftaban un papel importante, Para los cottagersy, ciertamente, para los braceros sin tierras que tan sélo disfrutaban de uso consuetudinario, y no legal, de los tertenos comune~ les, la pésdida de cal derecho o privilegio signiticaba el desastre. «La apropiacién por los propietarios legales de pricticamente latotalidad de los baldfos comunales para usar de ellos en exclusiva significaba que la corti- za que separabe al ejército ereciente de braceros de la proletarizacién completa habia sido atrancada. Era, sin dda, una leve y escuslida cortina... pero exists, y privatlos de ella sin proporcionarles tun sustivative mplicaba la exclusion de los braceros de los beneficios 5 que sélo su intensificado laborar hacfa posibles».® Las gentes humildes situadas en las bajuras de la colecti- Vidad rural quedaron, pues, marginadas, y pasaron 0 bien a engrosar el nuevo ejército de braceros rarales, necesario por algin tiempo a fin de dorar alas enelosu- res de setos, zanjas y caminos © para llevar adelante las rmuevas précticasagrieolas, que atin no era posible eje- cutar con maquinaria que ahorrara mano de obra, 0 bien a unirse a los miserables obreros en ciudades ‘opresoras. La erudicién moderna tiende a ereer que los desposefdos eottagers y braceros sin tierras prefe tian de ordinario permanecer en el campo, y que los «que se convertfan en obreros industriales eran el «ex- cedente no absorbido».”” En general, sin embargo, slo Tos j6venes, los solteros y los artesanos estaban dis- puestos a abandonar el suelo natal —y los nuevos pa- tronos industrials s6lo querfan individuos como ellos Los hombres maduros con familia no eran tan adies- trables ni tan capaces de erradicarse del tejido de fa vida rural. Permaneciendo en el campo, podian re- carrie a su «timo derecho» —el derecho al socorro de pobres.® En una aldea del Leicesterhire, «como en millares de otras parroquias de los Midlands y el Sur», los cer- camientos de campos comunales, junto con la ruina del estado llano y las exigencias de una economia mo- netaia,levaron consigo un ininterrumpido aumento de las contribuciones «de pobres>, que, hacia 1832, debian alcanzar a tener casi la mitad de las familias de Ia aldea en cobranza regular del socorro de pobres y ‘muchas més cobrando socorro intermitente>. En el si- 56 f glo anterior esas mismas familias habtan sido peque- fos granjeros que se bastaban a si mismos 0 catogerr no en exceso apurados, que podian obtener lo necess- ‘io para vivir en una economia de campos libres. Alli donde el sistema de campos libres habia funcionado plenanente bien, como pars suuinistrar en cantidad suficiente lo que se necesitaba, habia constituido la base de cierta igualdad econémica aldeuna, Habia ser- vido tambign para reforzar la red de relaciones sociales basada en la division del trabajo que habia sido en rea- lida In sociedad de la aldea. Cuando, en el pasado, la sociedad de la aldea habia sido fuerte, los campesinos habian luchado vigorosamente, y con alysn éxito, para defender sus derechos. En el siglo xvut, eras el golpe de gracia de las enclosures y las influencias comerciales, los pequeiios granjeros dejaron de resists, no se batie- ron ya.” Parece, pues, bastante claro que, al desapare cer los terzenos comunales y empezar a imponerse en campo un nuevo sistema econémico, la vieja corm nidad campesina, finalmente, cedi6 y pas6 a desinte grase® Echando una mirada retrospectiva al movimiento de enclosure en conjunta y tenienda en cuenta loe re sultados de la investigacién moderna, parece asimismo harto evidente que, junto con la expansién de fa indus- tra, los cercamientos fortaeeieron en gran manera a los propietarios rurales mas poderosos y descalabraron al campesinado inglés, elimindndole como factor de la vide politica britinica. Desde el punto de vista de los procesos tratados aqui, es éte, por encima de todo, el Punto decisivo. Ademas, al campesino «sobrante>, le 7 aba lo mismo si el tirén de las ciudadeso fabricas era ras 0 menos importante que el empojén que le ex: pulsaba de su mundo rural. A fin de cuentas, en uno otro caso, estaba atrapado entre altermativas que sig- nifieaban degradacién y sufrimiento comparadas con 1a vida tradicional de la comunidad aldeana. Que la vio- Ienciay la coercién que produjeron tales resultados tu- vieran lugar durante un largo espacio de tiempo, y casi por entero dentro del marco de la ley y el orden, que contribuyeran ala larga a establecer la democracia so- bre una base mas firme, todo ello no debe ocultarnos Ia masiva violencia ejercida por las clases altas contra las baja. 4. GOBIERNO ARISTOCRATICO PARA EL CAPTTALISNO El siglo xx, por el contrario, se caracterizs por la ‘ransformacion pacifica; durante sa transeurso, la de- ‘mocracia parlamentaria fue establ ‘meta y amplindose de precedente en precedente. An- tes de examinar qué papel desemperiaron los cambios agrarios en ese proceso, conviene hacer una breve patusa y considerar cémo la violencia de los siglos xv y xvini —tbierta y revolucionaria en el primero, mis disimulada y legal, pero no por eso menos violenta, en el segundo— habfan preparado el camino para la tran- sicién pacifica del xrx. Romper la conexién entre am- bos procesos seria fasficar la Historia. Afirmar que aquélla, de algin modo, fue necesariae indispensable, jéndose con fir- 38 i) il } It justificar el presente por el pasado eon un argumento {que es imposible comprobar. Tado lo que puede hacer cl historiador social es apuntar una conexién contin- gente entre cambios en la estructura de la sociedad. Puede que el legado mis importante del pasado violento fuera el haberse fortalecido el Parlamento a expensas del rey. El hecho de que el Parlamento exis- tiera significaba que se contaba con una insticucién flexible que consttula, tanto una arena en la cual podia integratse a nuevos elementos sociales a medida que planteaban sus exigencias, como un mecaniso insti- tucional para componer pacificamente los conflictos de intereses entre los distintos grupos. Si bien el Par- Jamento, tras la Guerra Civil, habia quedado ante todo ‘como un instrumento de las clases altas rurales con mentalidad comercial, no era tan sélo eso; como iba a ‘mostrar la experiencia, podia llegar a ser mucho més E] haber desarrollado aquella clase una base econdmi- «a que la habia conducido a oponerse violentamente a Ja corona antes de la Guerra Civil tavo mucho que ver con la vigorizacin del Parlamento, punto que se veri 1s claro cuando seré posible comparar el curso de los hecho en Inglaterra con otros cao que ello no 4- cedi6. El fuerte tono comercial en la vida de las clases alas rurale, lo mismo de a gentry que de la nobleza t= tulada, lev6 también aparejado que no existiera nin- gg falange demasiado compacta de oposicin arsto- critica al progreso de la misma industria, A pesar de que algunos de sus miembros expresaran ¢ menudo sentimientos adversos, se puede afirmar con justicia que el sector mis influyente de la clases alts rurales 39 actus como una avanzada politica del capitalisino co- ‘mercial industrial. Asf continuaban actuando, sélo ue de nuevas maneras, durante el siglo xe 1La otra gran herencia era la destruecién del cam- pesinado, Por brutal y despiadado que parezca el con- cluitlo, hay razones de peso para sostener que contri- buys al cambio democritico pacifico en la misma ‘medida, quizd, que la pujanza del Parlamento, Implied que la modernizacién.pudiera avanzar en Inglaterra sin el inmenso fondo de fuerzas conservadorasy reac- cionarias que ha existido, en determinados momentos, en Alemania y elJapén, para no mencionar a la India También, por supuesto, que la posibilidad de revolu- ciones campesinas a la manera de Rusia y de la China sno entrara yaen el orden del dia de la Historia A fines del siglo xvin y princpios del xe, la vietoria de la democracia parlamentaria no tena, ciertamente, nada de inevitable. Es improbable, en efecto, que fa gran mayoria de los individuos tuvieran ni la nocién ‘és vaga de qué podian significar tales palabras y de qué clase de sociedad se dibujaba en el horizonte. Bl comercio, durante el siglo xvm, habia hecho progre- sos considerables, Se manifestaban alora los primeros signos de conflicto entre los intereses rurale y los re~ lativos al comercio, Etementos influyentes de éste tra~ taban de promover una politica exterior agresiva en os de materias pritnas y mercados, mientras que gran parte de la gentry seresista a pasar adelante por miedo de contribuciones mas elevadas, en una época en que la contribucin territorial era la maxima fuente de ren- tas pliblices. Entre tanto empezaban a hacerse oft vo- 60 ces radicales que demunciaban la necesidad de revisar Ia anticuada estructura social de Inglaterra, en especial su cortompido Parlamento. El cliché de que la polit- ca de siglo xvu fe un batallar de camarillas sin au- ténticos pontos en disputa es simplemente falso. Fxis- tian las imismas tensiones entre nuevas y antiguas formas de sociedad y de civilizacién que en el siglo xvu, traspuestas a una nueva ers, aunque quizd sea exagera~ do afirmar que, tras la pérdida de las colonias america- nas, Inglaterra estaba a dos dedos de a accién sevalu- El estallido de la Revolucish Francesa puso fin a toda esperanza de reforma, Mis especificamente, an pronto como li Revolucidn Francesa dejé atris su fase liberal, cuando la huida de Luis XVI a Varennes y su ‘nueva caprura «arrancaron el velo de ilusiones» sobre expectativasliberales y fa Revolueiéa empezd a entrar en una fase radical, los que simpatizaban con ella en Inglaterra se encontraron en una posicién cada vez més embarazosa, Pit el Joven corts toda especulacidn sobre reforma. Inglaterra empez6 a entrar en una fase de represion que se prolongé hasta después de las iguerras napolednions. Sw caracterisica fundamental fue que las clases altas, canto en las ciudades como en «Lcampo, cerraron fils en torno de lemas patristicos yeonservadotes contra la amenaza del radicalismo y la titania franceses y contra la mds remota de que su vilegios peligraran.”* Si la amenaza de revoluciér dictadura militar no se hubiera desvaneeido con la ba- talle de Waterloo, es sumamente improbable que In slaterra hubiera reanudado en el siglo xix aquellos pa- L- : 08 lentos y titubeantes hacia la reforma politica y so- ial que habia interrumpido a fines del xvut. Que exis ticran regimenes aceptables en Europa y no se cemie- 13, por lo tanto, desde ésta ninguna amenaza era uno de los requisitos previos para la evolucién demoeritica pacifica de Inglaterra, Para comprender por qué la fase reaecionaria fe relativamente breve y por qué el movimiento hacia una sociedad més libre rebrots durante el siglo xix, ¢s ne- ccesario Hlevar la atencién mus allé de las clases terrate~ nientes. Estas habian aleanvado el cenit de su poder, ‘econémico y politics a la vez, antes del cambio de si glo; su desenvolvimiento posterior combina defensa ¥ concesiones, otorgadas tanto més ficilmente cuanto el proceso de erosién fue pausado y su base econémica queds firme, Las habituales metsforas mecinicas son aqui engafiosas. Aunque los elementos urbanos capita listas «subieron», las clases rurales superiores no «c yeron» —al menos no por largo tiempo, Hocia el final de Jas guerras napolesnicas, los mis modemos de aquéllos habian alcanzado ya considerable fuerza gra- cias a sus realizaciones econdmicas, las cuales, como, subrayan los historiadares de mnestrae dias, venian de tris una dilatada historia. Les habia sido allanado el ‘camino durante el liderazgo de las clases terratenien- tes. Los capitalistas ingleses del siglo xx no tuvieron que apelar a nada parecido a Prusia y sus Fuiker para dar cima a la unidad nacional, romper las barreras in- ternas al comercio, establecer un sistema legal unifor- me, circulacién monetaria moderna, y otros requisi- tos previos para la industrializacién, Hlacia ya mucho o tiempo que se habia racionalizado el orden politico y ereado un Estado moderno. Slo con un mfnimo de ayuda de ese Estado, lograron, en su calidad de pi ‘mera burguesia plenamente capitalsta, convert gran parte del globo en area comercial propia. Pese a los Perjuicios que le ocasionaron transitariamente las gue- ras napolednicas, el capitalismo industrial inglés consiguié extenderse, en general por miedios pacificos, ¥ asi absorber los recursos forineos y convertir a In. elaterra, durante el siglo xrx, en el taller del mundo. Las otras tareas capitalists, como el acrecentamiento de a disciplina obrera, los lideresindustriales ingleses fueron también capaces de levarlas a cabo por su pro- pia cuenta, sélo con un minimo de ayuda del Estado Y dela aristocracia rural. Se vieron obligados 2 ello, or cuanto el aparato represivo del Estado inglés era relativamente débil a consecuencia de la Guerra Civil, com Ja prematura evolucién de la monarquia que habia traido, y de depender més de la armada que del ejérei to, En contrapartida, la ausencia de una monarquia fuerte apoyada en el ejército y la burocracia, como en Prusia, hizo ms ficil el desarrollo de la democracia paslamentaria. Mientras tanto la gentry terrateniente y los ele- mentos situados més arribe que ella en la eseala social tenian atin frmemente en sus manos las palancas del poder politico. Nutrfan los gabinetes, monopolizaban 4a representacién de las zonas rarales, y aun se senta- ban en cl Parlatnento como representantes de las ct dades. A nivel focal, su influencia seguia siendo muy Brande. Como ha indicado un historiador de nuestros 63 dias, la antigua clase dirigente controleba todavia con firmeza el poder a mediados del siglo xrx. «El sistema politico aim era, en considerable medida, el juguete de la nobleza y de la gentry, y en particular de los propi tarios hereditarios de los grandes dominios». EI n cleo de ese sistema no comprendia quizé mas de mil doscientas personas.“ er trond, no stan tals erate etores imanejaban las palancas del poder dentro del contexto de entegiosdasafos de otee aes, Poner sn Slo de relieve su posicién privilegiada en el aparato politico formal, e incluso en el informal, daria una impresin engafiosa de la potencia de la gentry y de la nobleza.” ‘Aunque el bill de Reforma de 1832, que dio el voto a Jos capitalists industrales, decepcioné las esperanzas y demostr6 infundados los temores de, respectivamen- te, lor més ardientesabogudosy los més acérimos ad verstios de aquell, su aprobacién no deja de signifi car que la burguesia habia ensefiado los dientes.* Lo mismo se puede decir de la derogacién de las Com Laas (leyes sobre cereales») en 1846. Las clases altas rurales no suftieron ningtin desastre, pero conocieron las limites de su poder ‘Tampoco ante la agitacién «cartsta», durante la década 1838-1848, surgié una politica de reaccién muy dura, intransigente, Cierto es que el gobierno conservador, espoleado por la reina Victoria y el du- «que de Wellington, recurs alas tropas,abrié corres- pondencia privada en busca de informacién y enjuicié 4 algunos de los adalides de la conspiracin —que el jurado trat6 con lenidad— y asimismo que aproveché 64 4h ocasién para desencadenar un ataque contra la pren- sa radical del momento, Pero los bigs, que ocuparon el poder al principio y al final de dicho periodo, fueron ‘mucho més tolerantes. Lord Johin Russell, ministzo del Interios, prohibi6 toda interferencia a los grandes Imitines «artistas» celebrados en otofio de 1838. Ex. cepto en determinadas fases relativamente breves, el gobierno whig presté may poca atencidn a los «cartis- tas». Los papeles privados de Russell no contienon sino una referencia ocasional a su movimiento, La tini- ‘1 efusin de sangre se dio cuando veintidés

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