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JORGE LUIS BORGES: CLAVES DE ACCESO AL LABERINTO

1. Un escritor canónico.
2. En el origen fue la Biblioteca...
3. Adolescencia en Europa: lecturas y viajes.
4. Regreso a la patria: los primeros poemarios.
5. Años oscuros: fantasía contra realidad.
6. Retorno a la poesía y reconocimiento internacional.
7. Bibliografía de consulta.
1. Un escritor canónico
El escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) supone un paradigma no sólo de la literatura
hispanoamericana del siglo XX, sino del pensamiento occidental. A través de sus textos, ha llegado a
imponer un nuevo modo de pensar. Apreciado desde muy temprano por críticos de la cultura como
Maurice Blanchot, Michel Foucault, Philippe Sollers o Jacques Derrida, es fundamental para comprender
los avances en teorías literarias recientes como la deconstrucción. Su influencia se deja sentir en los más
variados aspectos de la cultura contemporánea, desde la pintura y la música al cine o el cómic1. En él no
sólo han interesado los temas y técnicas de su taller literario, sino sus trabajos críticos, sus obras en
colaboración y el mito que se encargó de crear acerca de su persona.
Poeta, ensayista y narrador, es un innovador y una figura destacada en cualquier género. Severo y
autocrítico con sus textos más tempranos, cuya reimpresión ha prohibido más de una vez, ha dejado una
huella indeleble en las letras latinoamericanas. Basten el testimonio de dos reconocidos críticos al respecto:
Carlos Fuentes definió la prosa de Borges como ésa "sin la cual no habría, simplemente, moderna novela
hispanoamericana"2. Del mismo modo, Emir Rodríguez Monegal afirmó categóricamente que "es
imposible comprender el proceso de la nueva narrativa hispanoamericana sin la figura del autor
argentino"3.
De acuerdo con su visión de la realidad, Borges siempre defendió una historia de la literatura libre
de triviales contextualizaciones. Sin embargo, las claves de su obra se encuentran profundamente
vinculadas con su experiencia vital. De ahí que, en las siguientes páginas, imbriquemos biografía y obra,
respondiendo al reto que él mismo lanzara en la contraportada de El Hacedor (1960):

1.He estudiado este aspecto de su obra en mi artículo "Con y contra Borges", Borges y su influencia literaria, José Luis
de la Fuente ed., Valladolid: Universidad, 2001.
2.La nueva novela hispanoamericana, México: Joaquín Mortiz, 1969, pág. 136.
3.El Boom de la novela latinoamericana, Caracas: Tiempo Nuevo, 1972, pág. 62.
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Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla


un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de
islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas.
Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su
cara.

2. En el origen fue la Biblioteca...


Nacido en Buenos Aires en 1899, Jorge Luis Borges pasó los primeros años de su vida en el barrio
de Palermo, un suburbio de la ciudad poblado por entonces de burdeles y cabarets en los que se bailaba el
tango, se vivían peleas a cuchillo y se revivían las historias del coraje gaucho. El niño se sintió fascinado
por este universo violento y ajeno a su experiencia vital, que recreó posteriormente en sus creaciones y
confundió con su devoción por la épica. Así, en su literatura confundiría su interés por las gestas del
antiguo mundo sajón con las de la independencia americana o las de los cuchilleros del hampa.
Pronto, su familia lo hizo consciente del linaje heroico al que pertenecía. En él se daban la mano
conocidos militares muertos en acción -Isidoro Suárez, Francisco Borges, Laprida, Acevedo- que pesaban
en la casa familiar con sus retratos, espadas y uniformes. A ellos dedicará unos conocidos versos -"A los
antepasados de mi sangre y a los antepasados/ de mi espíritu sacrifiqué con versos"- y un buen número de
textos sobre el coraje. En el terreno de la cultura el muchacho también contaba con antepasados ilustres
como el poeta romántico Juan Crisóstomo Lafinur o el editor Edward Young Haslam.
Borges pertenecía a una familia de clase media, culta y europeizante, que pronto se sintió fuera de
lugar en Palermo. Este hecho explica el aislamiento de su infancia, en la que tuvo por única compañera de
juegos a su hermana Norah. El padre, abogado, psicólogo y escritor a ratos, influyó decisivamente en él
para que fuera escritor, adoctrinándolo en filosofía, inculcándole el pensamiento anarquista y enseñándole
a ser feliz en la estupenda biblioteca familiar "de ilimitados libros ingleses" (imgen obsesiva en los textos
del futuro escritor). De ahí su futura vocación de hombre de letras, que identificará su destino con la
literatura. Existen ejemplos significativos de su precocidad creadora: con sólo seis años escribió "La visera
fatal", relato inspirado en Cervantes, y a los nueve tradujo al español "El príncipe feliz" de Óscar Wilde,
texto que publicó en un periódico local y más de uno atribuyó a su padre.
Desde el comienzo de su vida el muchacho estuvo marcado por la cultura británica. Su abuela
inglesa le enseñaría a leer en este idioma antes que en español -a ella se debieron sus lecturas de Lewis
Carroll, Robert L. Stevenson, Mark Twain, Edgar A. Poe o Charles Dickens, así como de la traducción
inglesa de Las mil y una noches-, contribuiría a que el chico contara de forma permanente con una institutriz
británica para su formación e influiría con su peculiar manera de utilizar el inglés en la concisión lingüística
que haría mundialmente famoso a su nieto.
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Al crecer, el mismo Borges se sintió fuera de lugar en el barrio. Rechazado por los compañeros
debido al aspecto atildado con que lo enviaban a la escuela, se hizo tremendamente introvertido. Sin
embargo, soñaba con formar parte de la vida de Palermo. De ahí su amistad con el poeta Evaristo
Carriego, que se convertiría en ídolo de adolescencia e icono del "machismo sentimental" argentino, al que
en 1930 dedicaría un libro sobre el Buenos Aires de otros tiempos.
3. Adolescencia en Europa: lecturas y viajes.
En 1914 el padre, angustiado por su progresiva pérdida de visión, viajó a Europa para intentar
paliar su enfermedad con varios especialistas. Llevó consigo a toda la familia, lo que provocó que Borges
viviera en el Viejo Continente durante siete años decisivos en su formación. En aquella época aprendió
latín, alemán y francés en el Lycée Calvin de Ginebra. Entró en contacto con el simbolismo, que le hizo
cuestionar la validez del lenguaje y vincular su noción de la realidad con una literatura de carácter
abstracto. Se interesó por la defensa de la subjetividad artística llevada a cabo por el expresionismo.
Como señaló en una entrevista de 1962:
Allí (en Ginebra) conocí el expresionismo alemán, que para mí contiene todo lo
esencial de la literatura posterior. Me gustó mucho más que el surrealismo o el dadaísmo,
que parecen frívolos. El expresionismo es más serio y refleja toda una serie de
preocupaciones profundas: la magia, los sueños, las religiones y las filosofías orientales, el
anhelo de la hermandad universal... Además, el alemán, con sus infinitas posibilidades
verbales, se presta más a la metáfora.

Asimismo, en estos años descubrió los filósofos y escritores que influirían decisivamente en su
obra: de Thomas Carlyle aprendió que inventar un argumento puede ser tan efectivo como escribirlo; de
Walt Whitman, la enumeración caótica y la visión plural de la realidad; de Franz Kafka, sus alegorías del
absurdo, representaciones de un mundo sin respuesta; de Arthur Schopenhauer, los tres caminos
establecidos por el filósofo para la salvación: el conocimiento filosófico, la contemplación de obras de arte
y la relación con los otros hombres, basada en el reconocimiento de que todos somos en esencia uno. Así
lo plantea Borges en El Hacedor:
Lo que hace un hombre es como si lo hicieran todos los hombres. Por eso no es
injusto que una desobediencia en un jardín contamine al género humano; por eso no es
injusto que la crucifixión de un solo judío baste para salvarlo. Acaso Schopenhauer tiene
razón; yo soy los otros, cualquier hombre es todos los hombres4.

4.Este hecho explica la importancia que cobra en su obra el tema de la identidad y, por extensión, el motivo del
doble.
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En 1919 la familia abandonó Ginebra para iniciar un agitado periplo que la llevaría
durante dos años por Italia, Francia y España. En Madrid el joven Borges entró en contacto con el
movimiento ultraísta y encontró su mentor en el sevillano Rafael Cansinos-Asséns, escritor
políglota de vastísima cultura, carismático conversador que presidía cada noche la tertulia del café
Colonial. En este círculo comenzaría a idear Los naipes del tahúr y Los ritmos rojos, dos libros de un
vanguardismo epidérmico -sólo asumido en superficie- que nunca llegó a publicar. En algunas
revistas españolas aparecieron sus primeros poemas -de los que luego renegaría-, definidos por el
versolibrismo y la sensorialidad de sus rebuscadas imágenes, así como por su alabanza del espíritu
anarquista, el pacifismo y la revolución rusa. Un buen ejemplo de ello es "Trinchera" (1919):
Angustia
En lo altísimo una montaña camina
Hombres color de tierra naufragan en la grieta más baja
El fatalismo unce las almas de aquellos
que bañaron su pequeña esperanza en las piletas de la noche
Las bayonetas sueñan con los entreveros nupciales
El mundo se ha perdido y los ojos de los muertos lo buscan
El silencio aúlla en los horizontes hundidos.

4. Regreso a la patria: los primeros poemarios.


La vuelta a Buenos Aires en marzo de 1921 supuso el reencuentro de Borges con una ciudad que
había crecido de forma inesperada, y a la que el incipiente poeta comienza pronto a cantar en sus rincones
más secretos. Son los años de contacto con Macedonio Fernández, excéntrico escritor amigo de su padre,
portavoz en el país de la filosofía de Schopenhauer, Berkeley y Hume, con quien Borges descubrió el
idealismo filosófico y el escepticismo como modos más adecuados de enfrentarse a la realidad.
En esta etapa de agitación el recién llegado abanderó el ultraísmo argentino. Como él mismo
señala, "abominábamos de los matices borrosos del rubenismo y nos enardeció la metáfora por la
precisión que hay en ella, por su algébrica forma de correlacionar lejanías". Como líder del movimiento,
resumió los principios ultraístas en un manifiesto publicado por la revista Nosotros en 1921:
1. Reducción de la lírica a su elemento primordial: la metáfora.
2. Tachadura de las frases medianeras, los nexos y los adjetivos inútiles.
3. Abolición de los trebejos ornamentales, el confesionalismo, la circunstanciación,
las prédicas y la nebulosidad rebuscada.
4. Síntesis de dos o más imágenes en una, que ensancha de ese modo su facultad
de sugerencia.
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Llevado por su afán proselitista, funda con algunos amigos las revistas Prisma y la segunda época
de Proa, colabora en la influyente Sur (desde su fundación en 1931), en Nosotros y en Martín Fierro. De esta
última publicación surgió una dicotomía que siempre molestó a Borges debido a su maniqueísmo, por la
que los escritores de su generación fueron calificados como "de Boedo" (barrio marginal de Buenos Aires)
o "de Florida" (núcleo residencial y aristocrático). Se trataba de enfrentar una literatura social,
comprometida y de cariz popular (Boedo) con otra sofisticada, europeizante y ajena a los problemas del
país (Florida). Obviamente, Borges siempre fue incluido en el segundo bando.
En esta época vieron la luz sus primeros tres poemarios: Fervor de Buenos Aires (1923) -en cuyo
título ya se aprecia un entusiasmo ultraísta que luego avergonzaría a su autor-, Luna de enfrente (1925) y
Cuaderno San Martín (1929). Adscritos sin estridencias a la vanguardia, en ellos se aprecia el interés de su
autor por los arrabales porteños, la fascinación por las expresiones populares y la devoción al "fatídico
Sur" que desde su punto de vista conformaba la esencia del argentino5. El país queda definido ya a partir
de unos pocos iconos familiares: "Mi patria es un latido de guitarra,/ unos retratos y una vieja espada".
Los poemas, escritos con frecuencia en verso libre, se encuentran marcados por las metáforas
novedosas, el lenguaje neobarroco de raigambre española (con Francisco de Quevedo como maestro
indiscutible), los argentinismos (de acuerdo con el nacionalismo literario que por entonces defendía) y los
calificativos inusitados y a menudo excesivos.
Con el paso del tiempo, estos rasgos desaparecen de su estilo: el adjetivo individualizador y
sorprendente evoluciona hacia el epíteto denotativo y generalizador. La originalidad literaria se asienta
entonces no en el lenguaje novedoso, sino en el excepcional poder de asociación existente entre los
conceptos manejados por el autor, por el que imprime a lo circunstancial un salto metafísico que provoca
el extrañamiento. De hecho, algunos poemas de Fervor de Buenos Aires reflejan ya las obsesiones del
Borges futuro: "El Sur" busca el corazón de la poesía en la aprehensión sensual de un espacio mítico;
"Amanecer" supone una revisión del concepto idealista según el cual el mundo resulta de una alucinación
colectiva de los hombres; y "Benares" funciona como temprano antecedente de "El otro tigre" (1960), una
de sus piezas más conocidas. En todo caso, ya se aprecia como constante de su literatura la búsqueda de
significado en un mundo poblado de símbolos, imposibles de desentrañar por el abismo existente entre el
lenguaje y lo real.

5.En "Arrabal", el poeta se reencuentra con su ciudad:


"Esta ciudad que yo creí mi pasado
es mi porvenir, mi presente;
los años que he vivido en Europa son ilusorios,
yo estaba siempre (y estaré) en Buenos Aires".
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Ya en 1923 y durante una corta estadía europea, el poeta comprobó que el movimiento ultraísta
había desaparecido completamente en España. Desilusionado, fue abandonando progresivamente las
innovaciones de la vanguardia para reivindicar un tipo de literatura más cercana a los moldes clásicos.
Entretanto, publicó en 1925 Inquisiciones, su primer libro de ensayos, al que seguirían El tamaño de mi
esperanza (1927) y El idioma de los argentinos (1928). Excluidos posteriormente de sus Obras Completas, estos
textos reflejan, sin embargo, la importancia que Borges concede al ensayo, uno de sus géneros preferidos
porque en él se abstrae y generaliza, se trabaja con total libertad -no hay que demostrar nada- y su
estructura se basa en la argumentación.
5. Años oscuros: la fantasía se enfrenta a la realidad.
En la década de los treinta Borges comienza una segunda etapa en su escritura cambiando el
localismo por la metafísica, los excesos barrocos del Ultraísmo por la alegoría de carácter filosófico y la
poesía por la narrativa.
Reúne textos misceláneos en Discusión (1932) e Historia de la eternidad (1936), dos libros de ensayo
en cuyas páginas comienza a forjar su leyenda. Así se aprecia en el prólogo a Discusión, donde haciendo
gala de cierto patetismo posromántico escribió: "Vida y muerte le han faltado a mi vida. De esa indigencia,
mi laborioso amor por estas minucias".
"Hombre de la esquina rosada" (1933) será su primer cuento publicado. Basado en la muerte
misteriosa de un cuchillero del suburbio, el texto pasará a formar parte posteriormente de Historia universal
de la infamia (1935), donde adaptó historias escritas por otros autores indicados en la última página del
libro. Al recuperar textos de otros escritores, así como al idear breves biografías en las que nunca queda
claro el límite entre ficción y realidad, el escritor inicia un camino en el que se descubren dos
características básicas de su escritura: los juegos intertextuales y el culturalismo. En un ensayo sobre
Francisco de Quevedo, se define a sí mismo en relación a todo un linaje literario en el que se reconoce:
"Como Joyce, como Goethe, como Shakespeare, como Dante, como ningún otro escritor, Francisco de
Quevedo es menos un hombre que una dilatada y compleja literatura".
De estos rasgos se concluye que no cree en la originalidad literaria. Así lo señaló en su ensayo
"Hacia Berdard Shaw": "Una literatura defiere de otra, anterior o ulterior, menos por el texto que por la
manera de ser leída", y así se aprecia en "Pierre Menard, autor del Quijote", donde la obra en el siglo XX es
consideraba superior a la original por la cantidad de interpretaciones que ha obtenido a lo largo de su
historia, y que la han enriquecido con nuevas significaciones.
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En estos años decisivos aparece "El acercamiento a Almotásim", su primer cuento fantástico y
alegórico reconocido como prototipo de la literatura que le daría fama internacional. Comienzan así las
historias metaficcionales -reseña de una novela ficticia- que tanto quebradero de cabeza han
proporcionado a la crítica. En efecto, la principal meditación del cuento se encuentra centrada en el acto
de escribir, para dejar al descubierto los "andamios de la escritura", pues la literatura alude a sus propias
limitaciones y las parodia. Notas a pie de página, autores apócrifos, etc. Así también en "Examen de la
obra de Herbert Quain" o el ya citado "Pierre Menard, autor del Quijote". Todos estos juegos
forman parte de una misma operación: frente al pensamiento científico occidental y la filosofía positivista
que se había implantado en América Latina durante el siglo XIX, que había intentado ahondar en la
naturaleza auténtica de las cosas ofreciendo respuestas unívocas, el escritor utilizará los distintos sistemas
filosóficos, religiosos y estéticos a los que estima, como señala en el epílogo a Otras inquisiciones, "por su
valor estético y aun por lo que encierran de singular y maravilloso". Pero no por su capacidad para dar
respuestas. Con ellos demostrará que cualquier concepción del Universo es fallida (nada es una Verdad
Absoluta). Y cuando lo pensamos así, caemos en el dogmatismo que tanto daño ha hecho a la cultura
universal. Como escribe en el cuento "Los teólogos": "Las herejías que deberíamos temer son aquellas que
pueden ser confundidas con la ortodoxia". Una vez aceptada "la imposibilidad de penetrar el esquema
divino del universo", se impone la conclusión de que "es dudoso que el mundo tenga sentido" (OI).
Siguiendo el pensamiento idealista, antepondrá en su obra las creaciones mentales a la realidad6. De ahí
que considere la teología y la metafísica como ramas de la literatura fantástica, con las que juega e intenta
una explicación parcial del mundo. Las ficciones borgesianas, visiones alegóricas tremendamente
sugestivas del absurdo de la experiencia humana, se definen en palabras de su autor porque "lo fantástico
está, más que en los hechos, en el razonamiento". Al defender la irracionalidad de un Universo
consecuencia del azar, acentúa la distancia entre Dios y los hombres (en su obra reaparecen los dioses
locos o malévolos de las doctrinas gnósticas). De ahí que los símbolos de su escritura hablen de una
respuesta imposible: las manchas en la piel del tigre, el laberinto -en Borges siempre circular y sin salida-, el
sueño -realidad alternativa nunca proyectada en la vigilia- o el espejo -prueba fehaciente del universo
engañoso que habitamos, pues repite la contingencia sin llegar a las esencias. "Las ruinas circulares"

6.En uno de los estudios pioneros sobre la literatura del argentino, Ana Mª Barrenechea resume las fuentes
ideológicas de su obra: “En Borges hay una forma de atacar la consistencia de un universo y del hombre en el universo, que
reune varios hilos: la filosofía idealista de Berkeley,para quien el mundo no existe fuera de la mente de los que lo perciben o
de la mente divina;el platonismo, para quien el mundo es un reflejo de los arquetipos eternos; la creencia cristiana en un
Dios creador y conservador del hombre, que vive mientras el Señor lo piensa; las creencias orientales en un orbe puramente
aparencial en las que el nirvana deja de ser o de no ser y todas las ficciones y leyendas mágicas y populares que especulan
con fantasmas, ídolos, simulacros, seres creados por la imaginación de los hombres, con fórmulas capaces de hacer vivir
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(1938) resulta un texto emblemático de esta etapa. El cuento, que ya en el título alude a la circularidad del
tiempo y las acciones humanas, se sitúa en un escenario oriental, pues como el propio Borges ha
comentado en más de una ocasión, "el Oriente es hoy la encarnación de la irrealidad". El argumento es
simple: un mago crea en sucesivos sueños un hijo a su imagen y semejanza, que se diferencia solamente de
los seres reales en que es invulnerable al fuego. Al final del relato el hechicero descubre aterrorizado su
propia naturaleza ficticia: "Caminó contra los jirones de fuego. Estos no mordieron su carne, estos lo
acariciaron y lo inundaron sin calor y sin combustión. Con alivio, con humillación, con terror, comprendió
que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo". La conclusión, que puede leerse en
diferentes niveles, toca el tema de nuestros misteriosos orígenes y de la falsedad de nuestro concepto de
realidad, mostrando la inutilidad de las respuestas que el hombre se da a través de la razón.
Esta etapa de madurez literaria se vio marcada por unas amargas circunstancias vitales. Como
consecuencia de la crisis económica internacional, el escritor se vio obligado a trabajar por primera vez.
Desde 1937, y durante nueve años "de sólida infelicidad" según sus propias palabras, fue empleado de la
Biblioteca Pública Miguel Cané en un puesto para el que no contaba con ninguna motivación. Cada
mañana, terminaba su tarea a primera hora y dedicaba el resto del día a leer y traducir a sus autores
preferidos. En 1938 la pérdida de visión de sus ojos -herencia paterna por la que sufriría ocho operaciones
de cataratas a lo largo de su vida y que le venía afectando desde hacía diez años- se vio agravada por la
herida que le provocó el quicio de una ventana. Este absurdo accidente, narrado en "El sur" (Ficciones) -su
cuento preferido y el de mayor carga autobiográfica-, degeneraría en una seria septicemia que estuvo a
punto de matarlo. La recuperación de la enfermedad, que debió soportar con los ojos cerrados, lo llevó a
adquirir consciencia de irrealidad a partir de sus sueños recurrentes con tigres y laberintos, y de muerte por
lo cerca que estuvo de perder la vida en estos días.
Suponiendo que había perdido la capacidad de crear, intentó algo absolutamente nuevo tras su
enfermedad. Para ello, se inclinó por el cuento. Así, de una original e inusitada mezcla de misterio,
filosofía, historia y ficción nacieron con gran rapidez "Pierre Menard, autor del Quijote", cuento sobre la
creación literaria y el valor que ésta adquiere por la recepción, y "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius", descripción
de un universo ideal en la que se demuestra la inconsistencia de los presupuestos humanos. En el cuento
se plasma de forma práctica lo que escribiría en OI: "el universo es una proyección de nuestra alma y la
historia universal está en cada hombre".

muñecos inanimados, con historias donde no se sabe si se sueña o se está despierto” (La expresión de la irrealidad en la prosa de
Jorge Luis Borges, Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1984, pág. 169).
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Con ello, asume ya el principio idealista para su literatura: "Admitamos lo que todos los idealistas
admiten: el carácter alucinatorio del mundo. Hagamos lo que ningún idealista ha hecho: busquemos
irrealidades que confirmen ese carácter. Las encontraremos, creo, en las antinomias de Kant y en la
dialéctica de Zenón".
Ambos relatos fueron publicados en Sur y disfrutaron de una gran acogida. Borges, ilusionado,
comenzó a escribir a muy buen ritmo los textos que conformarían en 1941 "El jardín de los senderos que
se bifurcan". En 1944 surgirá Ficciones de la reunión de estos relatos con otros reunidos bajo el significativo
título de "Artificios", volumen que constituirá -junto con El Aleph (1949) y los ensayos de Otras
Inquisiciones (1952)- la base incuestionable de su fama como narrador, y por ende, como escritor. Su poesía
ha gozado hasta hace pocos años de menor aceptación crítica, ya que sus juegos intelectuales, en los que la
elaboración y la voluntaria frialdad se dan la mano, parecían poco adecuados para el género lírico.
Los textos se encuentran pensados como mecanos perfectos, mimados en la técnica y el estilo
hasta llegar a la sorpresa que sustenta su trama. Son rompecabezas que deben ser armados por el lector, y
que abandonan la descripción de una realidad externa7. En ellos impera la brevedad, defendida ya en el
prólogo de Ficciones: "Desvarío laborioso y empobrecedor el de componer vastos libros; el de explayar en
quinientas páginas una idea cuya perfecta exposición oral cabe en pocos minutos. Mejor procedimiento es
simular que esos libros ya existen y ofrecer un resumen, un comentario".
Los temas. Borges se muestra especialmente preocupado por los temas que definen a partir de
ahora su escritura.
El lenguaje: La palabra posee un poder secreto que debe descubrirse (Cábala: "Ur-Sprache").
Influye en Borges por sus símbolos y la idea de la existencia de un Libro total. En Otras Inquisiciones leemos
"El mundo, según Mallarmé, existe para un libro; según Bloy, somos versículos o palabras o letras de un
libro mágico, y ese libro incesante es la única cosa que hay en el mundo: es, mejor dicho, el mundo (OI).
Refleja en sus textos -como casi todos los autores contemporáneos- la incapacidad del lenguaje (lineal,
sucesivo y temporal) para expresar la realidad de un universo infinito y en el que no existen las barreras
espacio-temporales. Las palabras sólo suscitan percepciones sobre el mundo exterior que nos ayudan a
intuirlo (ideas inspiradas en Fritz Mauthner). Lenguaje criticado en OI: "Todo lenguaje es de índole
sucesiva; no es hábil para razonar lo eterno, lo intemporal".

7.Para Jaime Alazraki "casi todos los cuentos de Borges presentan un doble plano, casi un doble fondo, y el
segundo de esos planos, como un espejo, devuelve la imagen del primero, pero invertida" (Versiones, inversiones, reversiones,
Madrid: Gredos, 1977, pág. 41). De ahí su comentario en otra parte del libro: "La estructura funciona como un
metacomentario, modificando o reforzando los significados que el texto propone" (íd., pág. 25).
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La arbitrariedad del signo lingüístico conduce al carácter impersonal del lenguaje. De este modo
niega la individualidad personal, puesto que la utilización de un lenguaje comunitario anula la identidad
individual.
El tiempo. Borges refuta la existencia del tiempo lineal del hombre para defender el circular del
Universo (manifestado a través de los azares recurrentes -causalidad/casualidad-.De ahí el valor cíclico de
la existencia y su utilización del eterno retorno, presente en "La noche cíclica".
El tiempo literario es reversible porque en cada momento la totalidad del espacio se ofrece a
nuestra percepción (el espacio literario es la memoria de los hombres). Así, el sentido de los libros y el
tiempo de las obras no es el finito de la escritura sino el infinito de la lectura (estos principios son
relacionables con la teoría de la recepción). La literatura es la inmanencia de una revelación que no se
produce en sí misma, sino que deben activar los lectores. LA BUSQUEDA: CLAVE DE LA POETICA
BORGESIANA.
En esta época alterna su obra individual con otra escrita en colaboración, donde pone en práctica
su concepto de "la nadería de la personalidad" (ensayo homónimo de Inquisiciones 1925), pues ejerce una
escritura en que el sujeto autorial se colectiviza. Entre ellas destacan los textos policiacos de Seis problemas
para don Isidro Parodi (1942) y Dos fantasías memorables (1946), que escribiera junto a su amigo Adolfo Bioy
Casares bajo el seudónimo de "Bustos Domecq" -también con éste, y bajo el seudónimo de Suárez Lynch,
editaría Un modelo para la muerte (1946)-, y que continuaría con la publicación de Crónicas de Bustos Domecq
(1967) y Nuevos cuentos de Bustos Domecq (1977). Asimismo, aparece su Antología de la literatura fantástica
(1940), que firma junto a Bioy Casares y Silvina Ocampo; la Antología poética argentina (1941); el Manual de
zoología fantástica (1957), escrito ex-aequo con Margarita Guerrero, y muchos otros textos de introducción a
diferentes literaturas -Antiguas literaturas germánicas (1951); El Martín Fierro (1953); Leopoldo Lugones (1955);
Introducción a la literatura inglesa (1965); Introducción a la literatura norteamericana (1967)- o a filosofías que le
fascinaron -¿Qué es el budismo? (1976).
En 1946, un nuevo hecho aciago provocó un cambio radical de su vida: Juan Domingo Perón,
enemigo secular de los Borges, se hizo elegir presidente, por lo que el escritor fue humillado con un cargo
ridículo -se le nombró "inspector de pollos y conejos en los mercados Públicos"- al que renunció
inmediatamente. Para sobrevivir, el antiguo bibliotecario comenzó a impartir conferencias por diversos
lugares sobre diversos temas relacionados con sus vastísima cultura, encontrando una ocupación que le
haría feliz a partir de entonces y le permitiría viajar por toda Argentina, Uruguay y Estados Unidos.
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La presión de Perón se hizo sentir sobre la familia con el arresto sufrido por la hermana y la madre
de Borges, así como por el hecho de que el escritor no podía impartir una charla sin que lo vigilara un
policía uniformado. De ahí su nombramiento en 1950 como presidente de la Sociedad Argentina de
Escritores, institución claramente hostil al régimen peronista y vetada a partir de 1952.
6. Retorno a la poesía y reconocimiento internacional.
En 1955 una Junta Militar, a la que Borges saludó con alegría por derrocar a Perón, reabrió la
Sociedad Argentina de Escritores y lo nombró Director de la Biblioteca Nacional. El escritor, que ganaría
el Premio Nacional de Literatura en 1956, vería cómo la vida le jugaba una paradójica mala pasada:
conseguía el trabajo de sus sueños -dirigir la mayor biblioteca de Argentina- en el momento en que se
estaba quedando completamente ciego. Así lo refleja en la celebérrima estrofa inicial de "Poema de los
dones", en El Hacedor:
Nadie rebaje a lágrima o reproche
Esa declaración de la maestría
De Dios, que con magnífica ironía
Me dio a la vez los libros y la noche.

Este hecho explicará la importancia de la ceguera en su obra y marcará su literatura posterior.


Debido a la dificultad para corregir los textos en papel comienza una tercera etapa creativa en la que
abandona paulatinamente la narrativa -a partir de ahora sólo publicará en este género El informe de Brodie
(1970) y El libro de arena (1975)- para regresar a la poesía, olvidada desde hacía treinta años. Son los años en
que aparecen El Hacedor (1960), libro capital constituido por poemas en prosa, ensayos y textos líricos,
considerado por Borges como su mejor y más personal trabajo. En él, el culto a los antepasados y su
personal visión de la historia del país da paso a las preocupaciones metafísicas por el tiempo, el infinito y
la eternidad, expresadas en artefactos literarios definidos al milímetro. Ahora, la búsqueda de los
arquetipos conlleva el rechazo de lo accidental frente a lo eterno, de lo singular frente a lo genérico. En
relación al estilo, Saúl Yurkievich destaca cómo los textos revierten la tendencia natural del español, pobre
en representaciones y rico en sonoridades, para potenciar la significación en detrimento de la musicalidad:
"Su proceso podría condensarse en el tránsito de un romanticismo expresionista hacia el neoclasicismo, de
las formas abiertas a las cerradas, de lo orgánico a lo abstracto"8. De ahí que los nombres concretos
empiecen a ocupar un lugar secundario frente a términos que conllevan la indefinición como infinito,
indeterminado o ilimitado.

8.Fundadores de la nueva poesía latinoamericana. Barcelona: Barral, 1978, pág. 121.


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Estilo conseguido. Así lo comenta en el prólogo a El otro, el mismo: "Es curiosa la suerte del
escritor. Al principio es barroco, vanidosamente barroco, y al cabo de los años puede lograr, si son
favorables los astros, no la sencillez, que no es nada, sino la modesta y secreta complejidad".
"La esfera de Pascal": "Puede ser que la historia universal sea la historia de las diferentes
entonaciones dadas a un puñado de metáforas". Tb la literatura es considerada "la diversa entonación de
unas pocas metáforas" en "La metáfora", texto de Historia de la eternidad (1936).
Nivel fónico: Similicadencias/ aliteración.
Nivel sintáctico: Estructuras binarias/ Paralelismos/ Parataxis/ Estructuras con resabios
latinizantes (quiasmos, aposiciones, construcciones absolutas).
Nivel léxico-semántico: Atomización del lenguaje/ Arcaísmos/ Derivación léxica/ Transitividad
de verbos intransitivos/ Palabras devueltas a su significado primero.
La complejidad del universo de Borges se plasma literariamente en una malla cerrada de vericuetos
estilísticos, estructurales y conceptuales; los contrarios se unen para bloquear al lector el proceso de un
razonamiento lógico, se injertan elementos sorprendentes que abren nuevas rutas y el estilo descubre
brechas insospechadas hacia nuevos horizontes. El discurso avanza y retrocede para terminar muchas
veces en el punto de partida y formar un círculo vicioso, donde el lector se siente inexorablemente
perdido. Símbolos y emblemas relacionan transtextualmente sus cuentos para integrar una unidad mucho
más vasta que la atomización buscada en cada una de sus páginas. La paraadoja deviene clave de su
escritura
Este Borges clásico y reflexivo, cuyos textos nacen más de un estímulo literario que de una
experiencia sensible, se continúa en una serie de poemarios marcados por la pasión de la inteligencia. En
El Otro, el mismo (1964) da entrada por primera vez a los temas de la vejez, la ética y reitera una vocación
de infelicidad comenzada treinta años antes y mantenida hasta 1976, cuando en "El remordimiento"
escribe unos versos que marcarían su leyenda: "He cometido el peor de los pecados/ que un hombre
puede cometer. No he sido/ feliz..."); Para las seis cuerdas (1965), reúne sus tangos y milongas; Elogio de la
sombra (1969) remite ya en el título a sus frecuentes reflexiones sobre la muerte y la ceguera; El oro de los
tigres (1972) alude al último color que pudo retener en la memoria; La rosa profunda (1975); La moneda de
hierro (1976); en cuanto a Historia de la noche (1977), se separa de las colecciones previas por su optimismo,
reflejado en su pudorosa celebración del amor y en la serenidad con que acepta ahora la muerte; La cifra
(1981) y Los conjurados (1985).
13

La fama internacional le llegaría por la consecución ex-aequo con el irlandés Samuel Beckett del
premio Formentor (1961), otorgado por la Asociación Internacional de Editores. Este hecho provocaría
una oleada de traducciones de su obra -fue el primer latinoamericano en conseguir tal atención editorial- y
la admiración de la crítica, que lo descubrió como un autor atípico, especialmente cualificado para reflejar
las perplejidades del hombre contemporáneo en alegorías de perfecta factura.
En esta época emprende viajes por todo el mundo, que no abandonará desde entonces. En 1967
se casa con un imposible amor de juventud para dar lugar a un matrimonio de breve duración, tan atípico
como el que contrajo con su estudiante y amiga María Kodama un mes antes de su muerte.
En 1973 renunció al cargo de Director de la Biblioteca Nacional por la reelección de Perón como
presidente. De ahí sus alabanzas al gobierno militar que reemplazó el régimen peronista tres años después,
declaraciones por las que le llovieron las críticas y que contribuyeron a que nunca ganara el Premio Nobel
de Literatura. Así, en los años setenta se convirtió en un tópico criticarlo por su ideología -reaccionaria
para los abanderados de la revolución cubana- y por el carácter alegórico de su literatura, considerada
escapista y ajena a los problemas reales del subcontinente latinoamericano.
Sin embargo, hay que destacar que se enfrentó a los métodos de la Junta Militar en cuanto fue
consciente de los abusos cometidos por ésta. Su decepción por la vida política lo llevó a encadenar un
viaje tras otro en los últimos años de su existencia, impartiendo conferencias y recibiendo todo tipo de
galardones, entre los que se encuentra el premio Cervantes 1980 al mejor escritor en lengua española.
Murió en Ginebra en 1986, donde actualmente se encuentra enterrado.
Conclusión: Lo que escribió sobre Valéry aplicable a su literatura: "En un siglo que adora los
caóticos ídolos de la sangre, de la tierra y de la pasión, prefirió siempre los lúcidos placeres del
pensamiento y las secretas aventuras del orden".
7. Bibliografía de consulta.
EDICIONES
BORGES, Jorge Luis: Obrs Completas. 4 vols., Buenos Aires: Emecé, 1999.
ALAZRAKI, Jaime (ed.): Jorge Luis Borges, Madrid: Taurus, 1976.
-----: Versiones. Inversiones. Reversiones. El espejo como modelo estructural del relato en los cuentos de Borges, Madrid:
Gredos, 1977.
ARANA, Juan: El centro del laberinto: Los motivos filosóficos en la obra de Borges, Pamplona: EUNSA, 1994.
BARRENECHEA, Ana María: La expresión de la irrealidad en la prosa de Jorge Luis Borges, Buenos Aires:
Centro Editor de América Latina, 1984.
14

CARRIZO, Antonio: Borges, el memorioso. Conversaciones de Jorge Luis Borges, México-Buenos Aires: Fondo de
Cultura Económica, 1982.
ECHEVARRÍA, Arturo: Lengua y literatura de Borges, Barcelona: Ariel, 1983.
FERRER, Manuel: Borges y la nada, Londres: Tamesis, 1971.
FLORES, Angel: Expliquémonos a Borges como poeta, México: Siglo Veintiuno, 1984.
JURADO, Alicia: Genio y figura de Jorge Luis Borges, Buenos Aires: Paidós, 1985.
MOLLOY, Silvia: Las letras de Borges, Buenos Aires: Sudamericana, 1979.
PELLICER, Rosa: Borges: El estilo de la eternidad, Universidad de Zaragoza: Pórtico, 1986.
RODRIGUEZ MONEGAL, Emir: Borges, hacia una lectura poética, Madrid: Guadarrama, 1976.
SUCRE, Guillermo: Borges el poeta, Caracas: Monte Avila, 1974.
VAZQUEZ, María Esther: Borges. Sus días, su tiempo. Buenos Aires: Javier Vergara, 1985.

CON Y CONTRA BORGES


FRANCISCA NOGUEROL
UNIVERSIDAD DE SALAMANCA
Artículo publicado en Borges y su herencia literaria. José Luis de la Fuente coord. Valladolid,
Universidad de Valladolid, 2000, pp. 63-80. ISBN 84-8448-073-9

Escribir sobre la obra de Jorge Luis Borges es resignarse a ser el eco de algún
comentarista escandinavo o el de un profesor norteamericano, tesonero, erudito,
entusiasta; es resignarse, quizá, a redactar nuevamente la página 124 de una tesis doctoral
cuyo autor a lo mejor la está defendiendo en este preciso momento (Rossi 43).

Así abre Alejandro Rossi su breve ensayo "La página perfecta", en el que refleja el peligro de
repetición en el que incurre cualquier crítico al abordar la obra del escritor argentino. Sin embargo, el
interés por el universo borgesiano no ha disminuido ante este obstáculo. Muy al contrario, aumenta cada
día, como lo muestra la ingente bibliografía que su obra ha generado en este año del Centenario de su
nacimiento.
15

Más peliagudo aún resulta elegir como tema de estudio los ecos de Borges en otros autores, hecho
que explica el título "Con y contra Borges", elegido para el presente artículo. La crítica suscitada a raíz de
este motivo es muy extensa, tanto más cuanto en él no sólo han interesado los temas y técnicas de su taller
literario, sino sus escritos críticos, sus obras en colaboración y el mito que ayudó a levantar acerca de su
persona. El hombre que decía descreer "de las escuelas literarias y de sus dogmas" (Borges I: 13), a las que
juzgaba "simulacros literarios para simplificar lo que enseñan" (Borges II: 459), generó sin embargo
patrones de escritura universales.
En El canon occidental (1994), la ambiciosa obra de Harold Bloom que intenta establecer los
modelos literarios de nuestro tiempo, sólo se incluyen tres escritores latinoamericanos: el primero de ellos
es, obviamente, Jorge Luis Borges (Bloom 473).
El escritor argentino ha signado el pensamiento y las artes de la segunda mitad del siglo XX.
Apreciado desde muy temprano por críticos de la cultura como Blanchot, Foucault, Sollers o Derrida,
quienes reconocen su deuda con él en los propios epígrafes de sus ensayos (Foucault abre Les mots et les
choses con una sentencia borgesiana) (Foucault 12), es asimismo fundamental para comprender los avances
en teorías literarias como la deconstrucción y la "Nouvelle critique".
Su fantasma ha recorrido la cultura contemporánea. Baste el ejemplo de su recurrencia en
imágenes cinematográficas: desde el argumento de La strategia del ragno (1970) de Bernardo Bertolucci,
revisión del cuento "Tema del traidor y del héroe", hasta la presencia física de sus textos en películas como
Paris nous appartient de Jacques Rivette (el texto cinematográfico se abre con Borges), o Les carabiniers y
Alphaville de Jean-Luc Godard (recordemos la escena de esta última cinta en la que la computadora
reproduce la "Nueva refutación del tiempo").
Las invenciones borgesianas han dado asimismo un gran juego en otras expresiones artísticas
como el cómic, donde sus reflexiones metaficcionales y universos paralelos se han constituido en
elementos básicos para los autores de ciencia ficción. Es el caso de Grant Morrison y Doom Patrol
(Morrison 1987-1995) o de Rick Veitch en Swamp Thing (Veitch 1974), quien llega a aludir al argentino en
el número 62 de su revista(9). En el terreno de la música, han realizado grabaciones sobre sus textos la
banda californiana "Popcanon" y el compositor contemporáneo Roger Reynolds entre otros(10).

(9)En esta aventura, el protagonista del cómic tiene la posibilidad de disfrutar de un nuevo Aleph: observa el infinito en
un momento, algo que desborda su mente y lo acerca a la locura, pero que al mismo tiempo ensancha increíblemente sus
perspectivas de la realidad. En una de sus visiones fragmentarias, que van de la creación del universo a la muerte de un microbio,
existe una clara referencia a Borges. La viñeta presenta a un hombre escribiendo, y en ella leemos: "In a garret in Buenos Aries, I
sat typing with a genius, blind twenty years" (Veitch 36).
(10)Para más información sobre estos autores consultar la excelente página web realizada por A. Ruch "A Generation of

Tlönists would be enough", en la que se cita a estos cuatro últimos artistas, así como a escritores influidos por Borges como
16

En el campo de la literatura este hecho es aún más evidente, generando un abultado corpus que,
sin duda, hubiera divertido al autor de Ficciones y que aumenta cada día(11). La crítica ha reconocido este
éxito. Desde los múltiples artículos y monografías dedicados a la impronta borgesiana en El nombre de la
rosa de Umberto Eco -ya es un lugar común vincular al argentino con la figura de Jorge de Burgos, el ciego
guardián de la biblioteca enemigo de la risa(12)- a los que estudian los textos abismados de Italo Calvino(13),
los sueños del australiano Peter Carey, los universos imaginativos de Antonio Tabucchi y Leonardo
Sciascia o las reflexiones metaficcionales de John Barth, Donald Barthelme, Bernard Malamud y Gabriel
Josipovici(14).
En Latinoamérica, resulta una pregunta comodín preguntar a los nuevos autores cuál ha sido la
influencia de Borges en su literatura. La nueva novela hispanoamericana (1969), ensayo fundacional de Carlos
Fuentes sobre los avatares de la literatura del "boom", define la prosa borgesiana como ésa "sin la cual no
habría, simplemente, moderna novela hispanoamericana" (Fuentes 1969a: 25)(15), y Emir Rodríguez
Monegal afirmaría categóricamente que "es imposible comprender el proceso de la nueva narrativa
hispanoamericana sin la figura del autor argentino" (Rodríguez Monegal 62). Efectivamente, en Julio
Cortázar la noción de doble o el relato "La noche boca arriba", revisión de "El Sur", no se explicaría sin
Borges, como tampoco lo haría García Márquez en los juegos metaficcionales de Cien Años de soledad o el
personaje del ciego Melquiades, mago inmerso en sus universos de ficción que se vislumbra como "alter-
ego" del escritor argentino(16).

William Gibson, Danilo Kis, Thomas Pynchon, Poul Anderson, John Barth, Wim Coleman y Pat Perrin, Stanislaw Lem, Bruce
Chatwin, Michael Ende, Harlan Ellison, Neil Gaiman, Kevin Kelly y Georges Perec, John Rozum (aparte de otros mencionados
en este trabajo) (Ruch web).
(11)Ofrecemos tres pruebas de ello. En cada número de la revista editada por el Jorge Luis Borges Center, coordinada por

Iván Almeida, se incluyen tres o cuatro textos de creación basados en los presupuestos borgesianos (Almeida web). El escritor
Gerhard Köpf eligió el significativo título de Borges gibt es nicht [No existe Borges] para un trabajo publicado en 1991 (Köpf 1991).
Finalmente, el reconocimiento internacional de la deuda contraída con Borges se concreta en novelas como A perfect Vacuum, del
polaco Stanislaw Lem, crítica de los libros imaginarios inspirada en Borges según confiesa su autor en el prólogo (Lem 14), o en
el cuento de Martin Amis "The Inmortals", en el que se subraya desde el principio la impronta del argentino y que se plantea
como una historia escrita por el propio Borges (Amis 1987).
(12)Cf. los trabajos sobre el tema de McGrady, Parker y Reyes.
(13)Cf. entre otros el libro de Zúñiga, las actas editadas por Moreno y Sicard o la tesis de Santos Unamuno.
(14)Cf.Aizenberg, Goloboff, Paoli, Ruch y el número doble sobre Borges de Cuadernos Hispanoamericanos, dedicado en
uno de sus apartados a la recepción de su obra.
(15)El propio Fuentes refleja esta huella en el híbrido de relato y ensayo "Borges en acción" (Fuentes 1986), del que

hablaré más adelante, y en sus novelas Cumpleaños (Fuentes 1969b) y Terra Nostra (Fuentes 1975). En esta última considera a
Borges como el único capaz de reescribir la historia y reafirmar el idealismo en el devenir del subcontinente latinoamericano:
"Ésta es nuestra segunda historia, y Burgos o Borja o Berkeley ha escrito su introducción" (Fuentes 1975: 786). La influencia
borgesiana de Fuentes ha sido estudiada por Gyurko, Marcos y Zúñiga.
(16)Este aspecto de la obra de García Márquez ha sido tratado por González Echevarría, Gyurko y Sacero-Garí.
17

Establecidas estas bases, en las siguientes páginas me interesa analizar en qué forma se ha
recurrido a Borges en la literatura latinoamericana de los últimos veinticinco años. Obviando la lista de los
narradores del "boom", ya suficientemente estudiados en relación a este tema, me centraré en otros
escritores, entre los que se encuentran tanto admiradores como detractores del "maestro". Se destacará el
impacto de su poética en otros géneros diferentes a la novela y el cuento, los privilegiados hasta este
momento por la crítica, subrayando cómo su impronta viene marcada no sólo por sus relatos, sino por su
poesía, sus trabajos críticos y las obras que publicó en colaboración. Finalmente, se ofrecerán algunas
reescrituras que recuerdan al maestro en las estructuras metaficcionales, en los temas y técnicas que
utilizan e, incluso, en algunos personajes que funcionan como "alter-egos" del argentino dentro de la
trama.
"Nuestras relaciones con Borges no fueron siempre unívocas ni pacíficas", señala Gerardo Mª
Goloboff en su artículo "¿Hay una escuela borgeana?" (Goloboff 139). Con el auge de la literatura
comprometida en los setenta, el autor de Ficciones comienza a ser criticado por su ideología -reaccionaria
para los abanderados de la Revolución Cubana- y por el carácter alegórico de su literatura, considerada
ajena a los problemas reales del subcontinente(17). Este hecho llevó a que Mario Benedetti se dirigiera en
un poema al tirano de turno aludiendo irónicamente a Borges:

(...) Usted que se envileció sin que nadie se lo pidiera


y mucho menos le arrancara nada
a no ser algunos comunicados y misivas
que si borges lo permite integrarán
la historia universal de la infamia (Benedetti 189).

En relación a su denostado escapismo, Nicanor Parra rechaza los juegos metafísicos de sus textos
en un divertido poema basado en la inversión, que disminuye conceptualmente la paradigmática rosa(18)
amarilla(19) al cambiarla por un objeto de consumo como el yogur:

Quédate con tu Borges.


Él te ofrece el recuerdo de una rosa amarilla
Vista al anochecer
Años antes que tú nacieras

Interesante- puchas qué interesante


En cambio yo no te prometo nada
Ni sexo ni poesía ni dinero
Un yogur es lo más que podría ofrecerte (Carrasco 35).

(17)Así se refleja en el trabajo de Flo.


(18)Probablemente, la flor de Coleridge.
(19)El color borgesiano por excelencia.
18

Frente a ellos, Gonzalo Rojas recupera el Aleph en un poema marcado por el surrealismo, muy
distante de la paradigmática contención lírica borgesiana. Así lo reflejan la enumeración obsesiva de
imágenes e ideas y la tensión que imprimen a cada verso los encabalgamientos abruptos:

ALEPH, ALEPH
¿Qué veo en esta mesa: tigres, Borges, tijeras, mariposas
que no volaron nunca, huesos
que no movieron esta mano, venas
vacías, tabla insondable?

Ceguera veo, espectáculo


de locura veo, cosas que hablan solas
por hablar, por precipitarse
hacia la exigüidad de esta especie
de beso que las aproxima, tu cara veo (Rojas 15)(20).
Más recientemente, "Gratitudes" de Antonio Riqueni refleja desde el título la deuda hacia Borges.
Publicado en Línea de sombra (1986), cuando el poeta contaba más de cincuenta años, reconoce el fin de la
juventud con el repaso a los seres y las cosas que lo han enriquecido, entre los que no olvida a su
compatriota. Más sensual en las imágenes, Riqueni retoma sin embargo los ritmos cadenciosos, la
estructura y las enumeraciones de poemas borgesianos como "Las cosas" y "Shinto"(21):

(20)Como señala Marcelo Coddou en relación a la diferencia entre los dos textos, "si el Aleph es el encuentro de lo
disperso y lo variado, de lo que la fragmentación del mundo nos ofrece como espectáculo, Rojas puntualiza entidades que no
logran su cumplimiento cabal: mariposas que no volaron nunca, huesos que no movieron esta mano, venas vacías, tabla
insondable, espectáculo que permite la ceguera que ve" (Coddou 195). De ese modo se explica que pueda ver "tu cara",
sintagma alusivo a Borges o al hablante lírico según Coddou, pero que también puede referirse a la mujer amada, una nueva
Beatriz Viterbo.
(21)Cf.
al respecto Renard. Para facilitar la comparación, ofrecemos a continuación los poemas aludidos:
LAS COSAS
El bastón, las monedas, el llavero,
La dócil cerradura, las tardías
Notas que no leerán los pocos días
Que me quedan, los naipes y el tablero,

Un libro y en sus páginas la ajada


Violeta, monumento de una tarde
Sin duda inolvidable y ya olvidada.
El rojo espejo occidental en que arde

Una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,


Limas, umbrales, atlas, copas, clavos,
Nos sirven como tácitos esclavos,

Ciegas y extrañamente sigilosas!


Durarán más allá de nuestro olvido;
No sabrán nunca que nos hemos ido (Borges 1989 II: 370).

SHINTO
Cuando nos anonada la desdicha,
19

GRATITUDES
El bosque, el mar, los pájaros, la estrella,
el olor de la lluvia, los sabores,
el color y el calor de las palabras,
la mirada de un niño, el curso mágico
del río del amor, profundo y dulce;
la noche de los cuerpos, la memoria,
el silencio, la música, la frágil
perfección de la hoja y el insecto,
un violín, una rosa, un epitafio,
el zumo y el fulgor de la naranja,
Garcilaso en el último crepúsculo,
las doncellas románticas de Schubert,
Chejov y Proust, la Yourcenar, Fellini,
San Antonio Machado y Federico,
el sobrio endecasílabo de Borges
cuya cadencia imitan estos versos,
el mar Mediterráneo de mi infancia,
los absortos cipreses de Florencia,
el banco de una plaza en Buenos Aires,
lo que no fue, lo que será, la incierta
razón de lo que nace y lo que muere;
en la piel el secreto escalofrío
del misterio inasible.
El ritual balbuceo del poema (Riqueni 12).

durante un segundo nos salvan


las aventuras ínfimas
de la atención o de la memoria:
el sabor de una fruta, el sabor del agua,
esa cara que un sueño nos devuelve,
los primeros jazmines de noviembre,
el anhelo infinito de la brújula,
un libro que creíamos perdido,
el pulso de un hexámetro,
la breve llave que nos abre una casa,
el olor de una biblioteca o del sándalo,
el nombre antiguo de una casa,
los colores de un mapa,
una etimología imprevista,
la lisura de la uña limada,
la fecha que buscábamos,
contar las doce campanadas oscuras,
un brusco dolor físico.

Ocho millones son las divinidades del Shinto


que viajan por la tierra, secretas.
Esos modestos númenes nos tocan,
nos tocan y nos dejan (Borges 1989 III: 333).
20

Desde fecha muy temprana, existió consciencia del peligro que entrañaba seguir a Borges
demasiado de cerca. En 1972 Augusto Monterroso publicó el ensayo "Beneficios y maleficios de Jorge
Luis Borges", que abre con un epígrafe cruel dedicado a los émulos del argentino -"Lo que prohíbe a las
torpes moscas lamer tus almuerzos de un ave eximia fue la soberbia cola" (Marcial)- y que reproducimos
en las últimas líneas:

(...) El encuentro con Borges no sucede nunca sin consecuencias. He aquí algunas de las cosas que
pueden ocurrir, entre benéficas y maléficas:
1. Pasar a su lado sin darse cuenta (maléfica).
2. Pasar a su lado, regresarse y seguirlo durante un buen trecho para ver qué hace (benéfica).
3. Pasar a su lado, regresarse y seguirlo para siempre (maléfica).
4. Descubrir que uno es tonto y que hasta ese momento no se le había ocurrido una idea que más o
menos valiera la pena (benéfica).
5. Descubrir que uno es inteligente, puesto que le gusta Borges (benéfica).
6. Deslumbrarse con la fábula de Aquiles y la Tortuga y creer que por ahí va la cosas (maléfica).
7. Descubrir el infinito y la eternidad (benéfica).
8. Preocuparse por el infinito y la eternidad (benéfica).
9. Creer en el infinito y la eternidad (maléfica).
10. Dejar de escribir (benéfica) (Monterroso 1981: 58).

Es éste el Borges al que Ricardo Piglia reconoce como creador de la tradición literaria argentina en
Respiración artificial (Piglia 1970)(22), y al que Guillermo Samperio rinde tributo bajo las iniciales "J.L.B" en
Textos extraños (1982):

Desde su remota juventud, el hombre comenzó a escribir en el punto más


profundo del círculo. Sólo detenía el placer de la escritura para cumplir con las ceremonias
pueriles del pan y el vino. Mientras su grafía avanzaba sobre las páginas de la
circunferencia, eran recobrados y puestos en vigencia el sueño y la vigilia inmemoriales.
No pudo ser de otra manera: el hombre se encontraba lejos de la mera superficie de la
línea curva: sus letras transitaban hacia la hondura de la raya negra, donde toda palabra es
creada y crea, y la sombra monologa con su sombra.
Quienes leyeron los escritos circulares del hombre padecieron la hendidura felina
de la verdad que él descubrió e invocó. Formamos parte de la órbita (Samperio 318).

(22)Cf. en este sentido el artículo de Morello-Frosch.


21

La impronta marcada por Borges procede en ocasiones de los textos que editó en colaboración.
Así, el micro-relato "El sueño de la mariposa", aparecido en la Antología de literatura fantástica que preparó
junto con Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, se convirtió en modelo de cualquier reflexión
metaficcional posterior en la literatura hispanoamericana(23). Sus huellas pueden rastrearse en "La historia
según Pao Cheng" de Salvador Elizondo(24), en "La cucaracha soñadora" de Augusto Monterroso(25), en
"El cocodrilo" de Álvaro Menén Desleal(26) y en otros textos de René Leiva, Francisco Nájera o Enrique
Anderson Imbert(27).
Asimismo, el Libro de los seres imaginarios, editado junto a Margarita Guerrero, revitalizó la
elaboración de bestiarios, tan frecuentados en la literatura latinoamericana de los últimos cincuenta
años(28), y provocó que sus criaturas revivieran en las páginas de otros autores. Es el caso del voraz
mantícora (Borges 1997: 663), recuperado por Salman Rushdie en The Satanic Verses (Rushdie 178), así
como el gigante Baldanders (Borges 1997: 591) y el pez que nada en los espejos (Borges 1997: 580), que
fueron introducidos por Gene Wolfe en el cómic Book of the New Sun (Wolfe 1983).
(23)El texto anónimo consta de unas pocas líneas: "Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era

Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu (Borges 1983: 159).
(24)Pao Cheng, un antiguo filósofo chino que concibe la historia como una serie repetitiva de acontecimientos, se
imagina un día a sí mismo paseando por una ciudad extranjera del futuro, donde descubre un hombre escribiendo una historia
sobre él, Pao Cheng, que imagina que él (Pao Cheng) está en una ciudad del futuro donde descubre un hombre escribiendo una
historia, etcétera. De repente el autor de la historia de Pao Cheng se da cuenta de que no es más que un recuerdo de Pao Cheng
en su propia historia, y de que si Pao Cheng lo olvida, morirá. Así, el autor de la historia de Pao Cheng se encuentra condenado
a continuar escribiendo la historia del filósofo chino eternamente, pues si Pao Cheng es olvidado, el autor, únicamente un
recuerdo de Pao Cheng, morirá (Elizondo 64-73). Para mayor información sobre la impronta de Borges en Elizondo cf. Filer.

(25)Este breve texto supone un homenaje tanto a Kafka como a Borges: "Era una vez una Cucaracha llamada Gregorio

Samsa que soñaba que era una Cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un

empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha" (Monterroso 1983: 49).
(26)Elepígrafe de la minificción indica claramente su procedencia:
"Hubo una vez un gran erudito, que se llamaba Chuang Tse. Iba a la escuela de
Lao-Tse. Un día se durmió y soñó que era una mariposa que aleteaba entre los árboles y las flores del
jardín..." ("Kin-Ku K'i-Kuan", publicado en la era de los Ming).
Acabo de despertar de un sueño, y me palpo y me observo atentamente para ver
si soy yo. Porque en el sueño no era yo; en el sueño yo era un cocodrilo, un largo y oscuro cocodrilo
plácidamente recostado en el fango de la ribera, bajo un sol que quemaba todo, menos mis gruesas escamas
dorsales. De cuando en cuando bostezaba, y al bostezar abría las fauces inconmensurables en que los dientes
agudos, prontos al crimen, formaban filas como soldados en parada. Era un cocodrilo, y en el sueño ya no
sabía que era yo el que soñaba.
De pronto desperté y fui de nuevo yo, como antes de soñar. Pero ahora que me
palpo y observo atentamente, no sé si fui yo el que en el sueño era un cocodrilo, o si es un cocodrilo el que
sueña que soy yo (Menén Desleal 29).
(27)Para más información sobre estos autores cf. mi artículo "Ficciones metafísicas en el relato hispanoamericano

contemporáneo" (Noguerol 1995 y 1997).


(28)Para una revisión de bestiarios contemporáneos cf. Paley de Francescato.
22

La repercusión del mito sobre su persona, que él alimentó y rechazó al mismo tiempo(29), lo llevó a
convertirse en personaje de ficción en numerosos textos, de los que ofrecemos algunos ejemplos
significativos(30). Es el caso de Sobre héroes y tumbas, donde Ernesto Sábato lo hace aparecer con su nombre
para presentar posteriormente una discusión sobre relatos como "La lotería en Babilonia" y "Tres
versiones de Judas" (Sábato 213-216); de Transatlántico, novela en la que Witold Gombrowicz lo denigra
por su pedantería (Gombrowicz 136), o de "Asesinato en do sostenido mayor", cuento de Francisco Tario
que revisa irónicamente la trama policiaca y las estructuras geométricas, con paralelismos y
complementariedades entre los personajes, donde, para resolver el crimen que justifica el argumento, se
manda llamar a unos personajes identificables con la figura del argentino:

Los autores de novelas fantásticas, quienes, dicho sea de paso, prestaron su


cooperación desinteresada en tan apasionante asunto. (...) Mas sus viejas y gastadas teorías
fueron la irrisión de todos. Se habló de jóvenes tiburones alados disfrazados de doncellas;
de raros hongos venenosos que proliferan en las ensaladas; de oscuros crímenes
geométricos basados en populares teoremas (Tario 77-78).

En ocasiones, un proyecto global de escritura como la Historia universal de la infamia es retomado


por un autor contemporáneo(31), pero son más frecuentes las reescrituras de textos concretos y la
recuperación de personajes de sus ficciones(32). Un temprano ejercicio de este tipo fue realizado por José
Donoso en el cuento "Pasos en la noche", una de las primeras revisiones del tema del doble a partir de
textos borgesianos(33). La idea de la búsqueda mística, directriz en "El acercamiento a Almotásim", es
revisada en las novelas de Severo Sarduy Cobra (1972) y Maitreya (1978), donde el misticismo se alcanza a
partir del cuerpo(34). Del mismo modo, Carlos Fuentes reescribe los relatos de Borges como nuevo Pierre
Menard en "Borges en acción"(35).

(29)Así lo refleja en el conocido "Borges y yo" (Borges 1989 II: 186).


(30)Ya hemos comentado en la nota 7 la alusión a Borges en Terra nostra de Carlos Fuentes. Mempo Giardinelli incluyó

asimismo a su compatriota como personaje de "La entrevista", relato publicado por primera vez en 1979 que, por su
significación, se analiza con detenimiento al final de este trabajo (Giardinelli 1998, 329-342).
(31)Esel caso del argentino Andrés Rivera, que recupera la idea en su colección de cuentos Una lectura de la historia
(Rivera 1982). Cf. al respecto Morello-Frosch.
(32)Así, José Saramago presenta en El año de la muerte de Ricardo Reis a un individuo apellidado Quain que lee el libro El

dios del laberinto. Se trata obviamente de un personaje y un libro imaginarios, referencias claramente borgesianas como señala el
autor en una nota a pie de página (Saramago 1998: 149).
(33)Cf. al respecto Cerezo, quien también estudia la impronta de Borges en El obsceno pájaro de la noche.
(34)Cf. al respecto Filer.
(35)Ya hemos aludido a este texto en la nota 7 del presente trabajo.
23

Frente a ellos, Abelardo Castillo revisa y desmitifica el criollismo de "Hombre de la esquina


rosada" en "Requiem para Marcial Palma", relato que degrada la arquetípica estética del coraje, pero que
destila un lenguaje absolutamente deudor de su compatriota (Castillo 1982)(36). "Triste le Ville", título
alusivo a la quinta Triste-le-Roy de "La muerte y la brújula", recupera el tema de la muerte elegida por el
protagonista de "El sur" en una pesadilla que invierte los signos, por la que un hombre se ve condenado al
destino que le tocaba a otro (Castillo 1976: 58-64). Muy semejante es el micro-relato de Juan A. Epple "Fe
de erratas":

Yo soy el que apresaron, pero no el que buscaban.


Intenté explicarles que aunque coincidía el pueblo, la universidad donde
estudiamos, quizás algún panfleto que recogí de paso, mi apellido se deletrea Epple, y él es
o era Appel.
Revisaron los nombres consignados, y el capitán hizo valer la autoridad de la
palabra escrita: si estás en esta lista es porque algo hiciste, así que andando.
Lo vi muy poco. Sé que estudiaba medicina, que era de izquierdas, y hoy se oculta
en el monte. Yo me dejé vivir por la literatura, no supe lo que pasaba aquí, y ahora estoy
preso.
Me vendaron los ojos con tela adhesiva y empezaron a golpearme. Me exigieron
que les revelara la identidad de los dirigentes clandestinos. Les supliqué que revisaran su
lista, que compararan domicilios. Primero dinos dónde ocultan las armas, gritaron. Los
golpes arreciaron. Respondí con quejidos. Alguien agregó un comentario lascivo. Ese
insulto sólo denigraba a un hombre, pero lo duplicaban las risas, la indefensión, los muros.
Entonces, para defendernos, les grité que era cierto, que había participado en el asalto, que
lucharía hasta el final para derrocar el gobierno.
Ahora me llevan esposado y amanece. Y como sostenías que todos escribimos el
mismo libro, y que esa realidad es la que nos cifra, de ti depende que merezca esta muerte,
Epple(37).
El venezolano Antonio López Ortega homenajea la literatura argentina en "Las sílabas de tu
nombre", basado en el "Poema conjetural" y en Alejandra, la protagonista de la novela sabatiana Sobre
héroes y tumbas:
Nunca imaginó el lector disperso del "Informe sobre ciegos" y del "Poema
conjetural" que su fidelidad argentina fuera expuesta al desnudo en una ciudad nórdica
rodeada de maizales.
Así como Laprida halló su destino en las ciegas dagas que le atravesaban el cuello,
así como la infausta porteña presenció en silencio su propia casa en llamas, así, Alejandra,
un latido de Dios nos reunía en el segundo piso de una librería de Iowa City en donde
buscamos quizás el mismo libro, intercambiamos tres palabras y nos despedimos bajo la
tarde invernal.
Quiso el instante que toda la belleza acumulada en el laberinto de tu rostro se me
arrojara de golpe como una moneda que se sumerge lenta en el río de los días y que
siempre intento rescatar del lecho en vano (López Ortega: 128).

(36)Cf. Morello-Frosch.
(37)Agradezco al autor que me haya facilitado el manuscrito de este texto, aún inédito, para este artículo.
24

Con su demoledor estilo, Rodolfo Fogwill revisa y parodia "El Aleph" en "Help a él" (Fogwill
1982), relato que ya en su título se plantea como un juego fonético con las letras del original, en el que
Carlos Argentino Daneri cuenta a un amigo una experiencia erótica bastante subida de tono. La reflexión
metafísica y la nostalgia del amor platónico son sustituidas por la narración del tórrido encuentro sexual
entre el protagonista y una nueva Beatriz Viterbo, cuyo nombre se oculta en anagrama(38). Frente a él,
William Gibson recupera la noción de Aleph en la novela Mona Lisa Overdrive, donde un personaje con el
cuerpo absolutamente paralizado consigue explorar las zonas más recónditas del universo gracias a una
caja negra adosada a su cabeza, que lo libera de sus ataduras físicas en el terreno de la realidad virtual
(Gibson 56-59).
Algunos autores recurren con enorme frecuencia a los paradigmáticos motivos de Borges. Así se
observa en los humorísticos e irónicos textos de Ana Mª Shúa, de los que ofrecemos algunos ejemplos.
"Máquina del tiempo" recupera las ideas contenidas en "Kafka y sus precursores" y "Pierre Menard, autor
del Quijote":

MÁQUINA DEL TIEMPO


A través de este instrumento rudimentario, descubierto casi por azar, es posible
entrever ciertas escenas del futuro, como quien espía por una cerradura. La simplicidad del
equipo y ciertos indicios históricos nos permiten suponer que no hemos sido los primeros
en hacer este hallazgo. Así podría haber conocido Cervantes, antes de componer su
Quijote, la obra completa de nuestro contemporáneo Pierre Menard (Shúa 1992: 78).

"Los arduos alumnos de Pitágoras" revisa el famoso poema "La noche cíclica" desde su estructura
-circular- hasta sus dos primeros versos(39):

LOS ARDUOS ALUMNOS DE PITÁGORAS

(38)En la página web sobre este autor se encuentra el texto "Bardos, músicos y borgerías de café", del que recogemos

algunos párrafos por su significación para el presente trabajo:


Entre nosotros, la ilusión de control y eficacia tuvo su paradigma en lo que
dimos en llamar la borgería. Todos borgearon, borgeamos o borgeasteis a su debido turno. Y el castigo por
tanto borgear y haber borgeado es el espectáculo de la borgería contemporánea, reciclada por nuevos émulos
de aquellos émulos de émulos que fuimos, pero compuesta al tono de una época que las destina al lugar del
ridículo. Y esto, porque "nunca segundas partes fueran buenas", sino que "jamás segundas partes
fueron partes" (...) ¿Por qué este efecto de pío-pío que provoca el borgeo de los tardíos tarados? (...)
Borgear fue en su primera y única parte, un ejercicio de hacer política en la
literatura. Tetra-lingüismo, inteligencia, asunción temprana del destino de infelicidad, "capacidad", deseo
paterno, abnegación materna, la suicidad de lo suizo, y las interacciones privilegiadas: ninguna de tales
condiciones fue necesaria (imprescindible) ni suficiente (causa) para aquel ejercicio (Fogwill web).
(39)"Lo supieron los arduos alumnos de Pitágoras:/ Los astros y los hombres vuelven cíclicamente" (Borges 1989 II:
241).
25

Los hombres y las cosas, ¿vuelven cíclicamente? Y, en ese caso, ¿cómo vuelven? ¿Vuelven exactamente
igual o con ciertas modificaciones, casi imperceptibles pero que sin embargo cuentan? Este texto, por
ejemplo, podría volver a ser escrito por mi misma mano, sobre este mismo papel, pero con hotra
hortografía. Los ombres y las cosas buelven cíclicamente. Digamos que en otro ciclo todo es igual pero,
por ejemplo, no existe el SIDA, digamos que el Fondo Monetario le acuerda el préstamo a la Argentina un
mes antes o un mes después. Y me doy cuenta, entonces, de que en este nuevo ciclo podrías no quererme,
y tengo que pasar rápidamente los eones para atrás o para adelante, llegar cuanto antes a otra etapa en que
los hombrez y laz cozaz vuelvan zíclicamente a ver si esta vez nos va mejor (Shúa 1992: 209).
Esta misma autora ofrece cinco versiones diferentes de "El Golem" en "Golem y rabino" (Shúa
1992: 81-85) y se permite bromear sobre la idea motriz de "El jardín de los senderos que se bifurcan":

EL JARDÍN DE LOS SENDEROS


Si nunca me extravié en el jardín de los senderos que se bifurcan es porque fui fiel
al antiguo proverbio que exige: en la encrucijada, divídete. Sin embargo, a veces me
pregunto, la felicidad, ¿no es elegir y perderse?" (Shúa 1996: 300).

Al leer estos divertidos textos, se comprueba que el único camino para mostrar la admiración
pero, al mismo tiempo, librarse de la ansiedad de la influencia, se encuentra en la parodia más o menos
encubierta. Ésta va a ser una actitud muy frecuente entre los escritores borgesianos de los últimos años,
interesados en mostrar sus puntos de vista divergentes partiendo de presupuestos análogos a los del
maestro.
Mempo Giardinelli resulta un autor muy significativo en este sentido. La devoción hacia su
compatriota -"Aún hoy creo que nadie en el mundo, en español, escribe mejor que Borges. Es el gran
escritor del siglo XX (...). Ése fue modelo para mí" (Stone 84)- se ve paliada por la distancia que establece
entre su escritura y la del modelo: "Borges podría no ser mi padre, sino mi abuelo" (Stone 84). Así se
explica "La entrevista", relato en el que, con motivo de uno de los viajes de Borges a su país, satiriza el
culto al escritor sin olvidar la parodia de sus temas y estilo(40). La trama se desarrolla en el inevitable marco
de un sueño: "Anoche soñé que una revista norteamericana me encargaba la realización y redacción de
una entrevista a Jorge Luis Borges" (Giardinelli 329). En el año 2028, un narrador de ochenta y un años,
identificado con el propio Giardinelli, entrevista a un Borges de ciento treinta que se niega a morir y sigue
siendo modelo literario para todos. El protagonista, que detesta y admira al maestro con igual fruición, se
libra durante un tiempo y a lo largo de la conversación de las trampas culturales que éste le tiende, pero
termina cayendo en ellas. En la narración se reflejan motivos como la ingente bibliografía provocada por
el corpus borgesiano,

(40)Cf. al respecto Stone.


26

He leído las páginas críticas, encendidas y casi panfletarias de Pedro Orgambide;


me he familiarizado con los elogios desmedidos - como todos los elogios- de Malcolm
Thompson; he conocido la brillantez de los análisis ideológico-semánticos de Enrique
Chao Barona; he compartido algunas de las conjeturras eruditas del chino Tuan-Chi-Huei;
he sospechado del enigmático seudónimo Oswald Paris (...) con sus caústicos desdenes; en
fin, también me he alterado ante la obvia injusticia de que la Academia Sueca le siga
negando el Premio Nobel, aunque es claro que lo que más me sorprende, como a todo el
mundo, es que Borges haya cumplido ya 130 años (Giardinelli 332).

La angustia provocada por una obra inimitable, y que genera la autocrítica en el propio Giardinelli:

-[Habla Borges] Oiga, esta entrevista me está cansando. No sé qué va a escribir


usted... ¿Por qué, mejor, no supone que soy un mediocre, e inventa un cuento en el que
me dedico a borrar todo lo que otro escribe? (Giardinelli 334-335).

O la apabullante erudición borgesiana, que conlleva la pérdida de personalidad en el narrador y le


obliga a huir del viejo canónico en una grotesca escena de horror:

"¡No me toque!... ¡Hijo de puta, miserable!". Y volteé, y busqué la salida,


desesperado, atropellando mesas y personas, asqueado por el desconcierto, por el
descubrimiento de que vivía una situación ya acontecida, de que Borges me había envuelto
en su telaraña, en una paradoja horripilante en la que la realidad era fantástica y la fantasía,
verosímil (Giardinelli 342).

El final, abierto, refleja el triunfo indiscutible de Borges:

Entonces desperté... Un mal sueño que quizá debió terminar con que su
protagonista -yo- descubría que no estaba en el siglo veintiuno, ni Borges era un geronte
de 130 años. O bien -otro final posible- la conclusión debía ser que al despertar del sueño,
el protagonista se encontraba con la carta de un editor norteamericano que le encargaba la
realización y redacción de una entrevista a Jorge Luis Borges.
Pero enseguida me di cuenta de que sigo siendo un viejo gastrítico, caprichoso,
que se empeña en imaginar lo imposible. Mañana cumpliré 82 años y lo más probasble es
que nadie, jamás, me encomiende entrevistar a Borges. Quien, por otra parte, vive muy
lejos (Giardinelli 342).

En conclusión, a lo largo de estas páginas, y tras revisar la impronta de Borges en la cultura de la


segunda mitad del siglo XX, hemos reflejado las estrategias usadas por diversos escritores para librarse y,
asimismo, hacerse eco, de la influencia del maestro. Quizás todos ellos hayan temido en alguna ocasión lo
que el propio autor de Ficciones expresara en "Borges y yo": "No sé cuál de los dos escribe esta página"
(Borges 1989 II: 186).
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