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“Hidro-poderes globales-nacionales y resistencias locales”.

Chapter · October 2018

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2 authors:

Astrid Ulloa Hugo Romero


National University of Colombia The University of Manchester
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Agua y disputas
territoriales en
Chile y Colombia
C O L E CC I Ó N   G E N E R A L
biblioteca abier ta

Astrid Ulloa
Hugo Romero-Toledo
editores

Grupo Cultura y Ambiente


Departamento de Geografía
Facultad de Ciencias Humanas
Sede Bogotá
biblioteca abier ta
colección general perspectivas ambientales
Agua y disputas territoriales en Chile y Colombia
Agua y disputas territoriales
en Chile y Colombia

Astrid Ulloa

Hugo Romero-Toledo Editores

Instituto de Estudios Antropológicos

2018
catalogación en la publicación universidad nacional de colombia

Agua y disputas territoriales en Chile y Colombia / Astrid Ulloa, Hugo Romero-Toledo, editores.
-- Primera edición. -- Bogotá : Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Humanas.
Departamento de Geografía, 2018.
552 páginas : ilustraciones (principalmente a color), mapas. -- (Biblioteca abierta. Serie perspectivas
ambientales ; 476)

Incluye referencias bibliográficas al final de cada capítulo e índice de Materias.


ISBN : 978-958-783-565-6 (rústica). -- ISBN : 978-958-783-566-3 (e-book).

1. Recursos hídricos 2. Derecho de aguas 3. Gobernanza 4. Ecología política 5. Política pública 6.


Geografía humana -- Colombia 7. Geografía humana -- Chile I. Ulloa Cubillos, Elsa Astrid, 1964-, editor
II. Romero-Toledo, Hugo, 1981, editor III. Serie

CDD-23 333.91 / 2018

Agua y disputas territoriales en Chile y Colombia

© Biblioteca Abierta
Colección General, serie perspectivas ambientales

© Universidad Nacional de Colombia,


Sede Bogotá, Facultad de Ciencias Humanas,
Departamento de Geografía, 2018

Con la colaboración de la Univeridad Austral de Chile


y el Centro de Conflicto y Cohesión Social (Chile)

Primera edición, octubre de 2018


ISBN impreso: 978-958-783-565-6
ISBN digital: 978-958-783-566-3

© Editores, 2018
Astrid Ulloa
Hugo Romero-Toledo

© Autores varios

Facultad de Ciencias Humanas


Comité editorial
Luz Amparo Fajardo Uribe, Decana
Nohra León Rodríguez, Vicedecana Académica
Jhon Williams Montoya, Vicedecano de Investigación y Extensión
Gerardo Ardila, Director del Centro de Estudios Sociales -CES-
Jorge Aurelio Díaz, Director de la revista Ideas y Valores, representante de las revistas
académicas
Rodolfo Suárez Ortega, Representante de las Unidades Académicas Básicas

Diseño original de la Colección Biblioteca Abierta


Camilo Umaña

Preparación editorial
Centro Editorial de la Facultad de Ciencias Humanas
Camilo Baquero Castellanos, Director
Laura Morales, Coordinadora editorial
Juan Carlos Villamil Navarro, Coordinador gráfico
Carlos Contreras, Maquetación
Íkaro Valderrama, Corrección de estilo
editorial_fch@unal.edu.co
www.humanas.unal.edu.co

Bogotá, 2018

Impreso en Colombia
Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio,
sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.
Contenido

Presentación.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Prólogo.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

Introducción

Hugo Rom ero -Toled o & Ast ri d U ll oa


Hidro-poderes globales-nacionales y resistencias locales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19

Extractivismos, gobernanza, acaparamientos y derechos

Hugo Rom ero -Toled o, F eli pe Castro & Yerko G a rcía


Agua, extractivismo y etno-territorialidades: los aymara
y los mapuche en Chile.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57

Catalina Caro Galv i s


Las venas de la tierra, la sangre de la vida:
significados y conflictos por el agua en
la zona carbonífera del sur de la Guajira, Colombia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85

Maria Is ab el Valderram a Gon z ález


¿Gobernanza del agua en la Sierra Nevada
de Santa Marta, Colombia? Tensiones
y articulaciones alrededor de un recurso de uso común. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123

Rob ins on Torres S ali nas & Jorge Rojas Herná ndez
La fractura hidro-metabólica del neoliberalismo:
etnografías de la desposesión hídrica en Chile.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
Patricia S án chez garc ía
Agua y gran minería en Colombia: reflexiones
a partir del análisis de los casos de Cerrejón (Guajira),
Cerro Matoso (Córdoba) y La Colosa (Tolima), Colombia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177

Hidroeléctricas, represas y control territorial

Martha C orrea-Cas as
Reconfiguración territorial y apropiación del agua:
construcción de la represa Chivor, Colombia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225

L orena Torres
Hidropoder: ¿agua para la vida o mercancía hidroenergética?
Caso del proyecto hidroeléctrico El Paso
en Cabrera, Cundinamarca, Colombia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 261

J ohanna Höhl
Hidroelectricidad y pueblos indígenas: un análisis
del megaproyecto Ralco en la región Bío Bío, Chile. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 297

Ciudades, acceso, conflictos y desigualdades socioambientales

Marce l a L ópez
Luchando por lo público, reivindicando la ciudadanía:
prácticas cotidianas de acceso al agua en zonas
de alto riesgo en Medellín, Colombia.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 335

Any i Castelb l an c o mon tañ ez


¿A quién le pertenece el agua? Apropiación del agua
en la vereda Buenos Aires Los Pinos, La Calera, Colombia . . . . . . . . . . . . . . . . . 359

Vl adimir S án chez-Calderón
Agua y desigualdades socio-ecológicas en Bogotá a mediados
del siglo xx. El caso del río Tunjuelo y sus barrios ribereños . . . . . . . . . . . . . . 391
María Ch ri st i na F ragkou & C l au dia Vásquez
El pasto es siempre más verde que el cactus: modificaciones
hidrometabólicas, producción de áreas verdes, y justicia
ambiental urbana en el desierto de Atacama, Chile . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 429

J enny M arcel a Peñu el a L ópez & A kba r Ro semberg


Vargas S an d oval
Camellones, monolitos y lógicas urbanizadoras: un análisis
de las socionaturalezas que configuran el tercio medio
del humedal Jaboque, Bogotá d. c., Colombia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 459

J enny Patri cia V el o z a Torres


Conflictos socioambientales alrededor del agua: el caso
del humedal Moyano, en la Sabana de Bogotá, Colombia. . . . . . . . . . . . . . . . . . 487

Conclusiones

Astrid U ll oa & Hu go Ro m ero -toled o


De aguas “naturales” a aguas politizadas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 527

Sobre los autores y autoras. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 539


Índice de materias. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 547
Hidro-poderes globales-nacionales
y resistencias locales

Hugo Romero-Toledo
Universidad Austral de Chile

Centro de Estudios del Conflicto y Cohesión Social (coes)

Astrid Ulloa
Universidad Nacional de Colombia

El agotamiento, l a contaminación y el acaparamiento


del agua son factores que han contribuido a la crisis socioambiental
a nivel planetario (Shiva, 2004). Las posibles soluciones a esta crisis
se han gestado desde las perspectivas de los distintos actores impli-
cados, quienes se disputan entre paradigmas que tienden a la privati-
zación, a incluir a los no humanos, y a la gestión comunal del líquido
vital. En esta vía, factores como el poder, la legitimidad científica, los
intereses económicos y el discurso del desarrollo favorecen o excluyen
personas, grupos sociales, étnicos y ambientales de las discusiones
sobre la gobernabilidad, la gestión y la conservación del agua.
Por lo tanto, es necesario evidenciar los debates que se gestan
tanto en los territorios como en algunos sectores académicos frente
a las posibles soluciones a la crisis socioambiental resultante del
acaparamiento del agua y de la priorización de sistemas productivos
intensivos que utilizan tierras y aguas comunales.
A partir de casos particulares sobre la apropiación de los eco-
sistemas que posibilitan el nacimiento o la gestión del líquido, la
privatización de manantiales, la desviación de cuerpos de agua para
proyectos mineros, el acaparamiento para proyectos hidroeléctricos o
extractivos, el relleno de humedales para adelantar planes de vivienda,
entre otros; se evidencia la necesidad de democratizar y plantear un
acceso justo al precioso líquido.

19
Hugo Romero-Toledo & Astrid Ulloa

En este sentido, es preciso plantear herramientas teóricas y me-


todológicas críticas a partir de las cuales se reconozcan las disputas
que diversos agentes como el Estado, multinacionales y comunidades
locales gestan alrededor el agua, considerada como un elemento
clave en el escenario geopolítico actual. Con base en los análisis de
caso abordados se plantea que, como resultado de la expansión del
capitalismo y del creciente proceso de globalización en un escenario
de neoliberalismo, se han acrecentado los conflictos ecológico-dis-
tributivos en territorios rurales y urbanos, dentro de un proceso de
mercantilización de la naturaleza que afecta directamente las formas
tradicionales o locales de relacionarse con el agua.
Hoy, desde los territorios urbanos, se están gestando importantes
movimientos socioambientales que emergen en gran medida a partir
de una nostalgia por lo verde, frente a las configuraciones urbanas
específicas que responden a un claro proceso de mercantilización de la
naturaleza, el cual, al igual que en los sectores rurales, pone de manifiesto
formas desiguales en torno al acceso, control y uso del recurso hídrico,
sustentadas en relaciones entre humanos y no humanos que deben ser
develadas para entender la naturaleza como un agente político.
Las actuales dinámicas de acaparamiento de agua y de control
de acceso, uso, y toma de decisiones en procesos relacionados con
la mercantilización del agua y los consecuentes proyectos asociados
—como hidroeléctricas y apropiaciones de espacios de vida en los
ríos, para procesos relacionados con cadenas de valoración del agua—,
han exacerbado las desigualdades sociales, políticas, económicas,
ambientales y de género.
En estos contextos nos aproximamos, de una manera comparativa
entre Colombia y Chile, a los estudios sociales del agua, en los cuales
esta es mucho más que h2o.

Más que h 2o

En los estudios sociales, se puede trazar la discusión sobre la


relación entre agua y sociedad, desde los análisis sobre el cambio
socioambiental en las culturas de la antigüedad, como Egipto,
Mesopotamia, China, así como en los imperios Azteca e Inca. La tesis
de la sociedad hidráulica (Steward, 1955; Wittfogel, 1955), sirvió para

20
Hidro-poderes globales-nacionales y resistencias locales

ilustrar la estrecha relación entre el poder y el gobierno del agua, lo cual


requirió la emergencia del Estado como gran ente coordinador de la
sociedad y sus fuerzas, la especialización del territorio, de estructuras
sociales e instituciones que definieron cómo, con quién y sobre quienes
se gobierna a la naturaleza y a la sociedad. Desde la reorganización
de la tierra y de los asentamientos, pasando por la reorganización y
especialización del trabajo, la generación de burocracias y el estable-
cimiento de un sistema de creencias que sustentó dichas transforma-
ciones, la tesis de la sociedad hidráulica plantea cómo el control del
agua sobrepasa los límites materiales del “recurso”, para transformarse
en un proyecto político y ambiental de grandes dimensiones, donde
el control del agua es a su vez el control de la sociedad y la irrigación
significa civilización. Los acueductos, canales y sistemas de regadíos,
y las ciudades construidas del mundo antiguo aún permanecen, como
testimonio de un salto civilizatorio que transformó para siempre la
relación de la humanidad con el medioambiente.
La tesis de la sociedad hidráulica ha recibido diferentes crí-
ticas que señalan, por ejemplo, que no solamente el Estado es el me-
diador entre el agua y la sociedad, sino que también pequeños grupos
tienen la agencia de gobernar el agua de acuerdo con sus propios
sistemas de creencias, instituciones e identidades, sin necesitar un ente
coordinador jerárquico y estructurado (Leach, 1959; Stanish, 1994).
Pero también la tesis de la sociedad hidráulica ha sido revisitada para
ilustrar procesos de grandes transformaciones socioambientales en la
modernidad, donde, por ejemplo, paisajes semiáridos de California
han sido transformados en tierra agrícola, para solventar procesos
de producción a escala industrial (Worster, 1992). Esta conceptuali-
zación se encuentra en la base de muchas de las interpretaciones que
actualmente hace la ecología política sobre el agua, su rol central en
la producción de los espacios, territorios y paisajes, el desarrollo de
conflictos socioambientales, y la construcción de alternativas a las
formas hegemónicas en las cuales esta se gobierna.
El argumento de producción de naturaleza, desarrollado por la
geografía anglosajona de raigambre marxista a partir del legado de
Lefebvre (Smith, 1984; Braun y Castree, 1998; Castree, 2005; Swyn-
gedouw, 2005, 2007), ha aportado abundante material para entender

21
Hugo Romero-Toledo & Astrid Ulloa

cómo los proyectos políticos son eminentemente proyectos ecológicos.


Por ejemplo, el trabajo de Swyngedouw, centrado principalmente en
España desde la época del dictador Francisco Franco hasta la actualidad
(Swyngedouw, 2015), nos habla de la hidro-política y la maquinaria
fascista trabajando en conjunto para la producción de un territorio
español moderno, a través de la transformación de los ríos, la cons-
trucción de represas, y de una red socio-hídrica que contribuyeron a que
se consolidara un tipo de socio-naturaleza que contiene un complejo
embrollo material y simbólico. Esto representa un proyecto político
ecológico donde la disponibilidad de agua para la agricultura, el tu-
rismo y la generación eléctrica, tiene que ver también con el proceso
de construcción de una identidad nacional unificada, que pretendía
anular las identidades regionales y las aspiraciones autonomistas, a
través de una homogenización física y cultural basada en la promesa
de modernidad (Swyngedouw, 2007).
En Nüsser (2003) el control de agua, por ejemplo, a través de
grandes represas, representa también el proyecto ecológico político
de la Unión Soviética, ilustrando un proceso complejo entre ideo-
logía y transformación material. Tanto Lenin, como Stalin, habrían
sostenido que la transformación de la naturaleza, y principalmente el
proyecto de la intervención masiva de ríos con represas para abastecer
de electricidad y de agua para irrigación, eran parte constitutiva de
la “maquinaria del Estado comunista”. Las asociaciones entre agua,
poder y modernidad, también aparecen en el trabajo sobre Grecia
de María Kaika (2006a), quien plantea que mediante la captura del
agua y la construcción de represas, los científicos y los ingenieros
se transforman en “prometeos modernos”, que prometen dominar
a la naturaleza, apoyados en ideas de emancipación, imaginación,
creatividad e ingenuidad, sobre la capacidad del hombre (en cuanto
sujeto masculino) de transformar el mundo.
En el libro de ecología política urbana, In the Nature of Cities,
editado por Heynen, Kaika y Swyngedouw (2006), se plantea direc-
tamente cómo el agua forma parte central del metabolismo de las
ciudades, apoyado en relaciones desiguales de poder, que través de
flujos, redes, configuraciones y dinámicas humanas, físicas, discur-
sivas, culturales, materiales y orgánicas, benefician a algunos a costa

22
Hidro-poderes globales-nacionales y resistencias locales

de deteriorar a otros, humanos y no humanos. Para estos autores, los


cambios socioecológicos, no son social, ni políticamente neutros, y
dada la naturaleza contradictoria del proceso metabólico, los conflictos
socioambientales son inevitables. En dicho libro, Kaika (2006b) analiza
desde la ecología política la escasez de agua en Atenas, centrándose
en cómo el abastecimiento hídrico no tiene que ver con la disponibi-
lidad real del recurso, sino con las relaciones sociales de producción
de agua potable que transformaron al agua de ser bien público a una
mercancía, a través de una sequía inducida y una retórica de crisis
que facilitó el proceso de privatización.
En el mismo volumen, Gandy (2006) expone desde una perspectiva
influenciada por la noción de Foucault sobre “gubernamentalidad”, las
formas en las cuales el metabolismo hídrico de la ciudad moderna está
asociado a ideas de higiene y sanidad desarrolladas desde mediados
del siglo xix para enfrentar la crisis sanitaria derivada del aumento de
población en las ciudades. En conjunto con la evolución de la ciencia
y de los estudios sobre bacterias, este discurso sobre el agua termina
no solo por modificar el espacio donde viven los individuos, sino
también las conductas cotidianas. La ciudad “bacteriológica” es una
idea fuerte de Matthew Gandy (2004), quien señala que el agua es
clave para mantener el metabolismo humano y social, a través de
infraestructura que interconecta espacios de flujo, y que fusionó el
interés de la biología con la economía política, generando que ciertas
élites planificaran el espacio urbano. De esta manera, la ciudad bac-
teriológica se transforma en un socio-espacio donde, por un lado,
se asegura un grado de cohesión social, y por otro, se protegen las
funciones políticas y económicas de la ciudad moderna.
Como vemos, para la ecología política el agua juega un rol
central en el metabolismo de la sociedad moderna, ya sea a través de
grandes planes de infraestructura que encarnan proyectos político-
ecológicos (Swyngedouw, 2007; Swyngedouw, et al., 2002) o prácticas
cotidianas amparadas en discursos científico-técnicos propios de la
modernidad (Gandy, 2004). De esta forma, la vinculación entre agua,
sociedad, conocimientos y poder, está en interrelación con una serie de
materialidades, como las represas, las cañerías, los sistemas de agua
potable, los canales urbanos y rurales, sistemas de irrigación, lugares

23
Hugo Romero-Toledo & Astrid Ulloa

de recreación donde el agua juega un papel central, y donde es posible


identificar la conformación de un “ciclo hidrosocial” característico de
la relación actual entre sociedad y naturaleza, que le da forma a los
espacios que habitamos (Linton y Budds, 2013; Swyngedouw, 2005).
El agua, entonces, comienza a f luir con tensiones entre su ciclo
hídrico y el ciclo económico, generándose desigualdades sociales
sobre el control, acceso y uso del agua, fuertemente relacionadas
con la clase, el género, la etnia y la localización geográfica de ciertos
grupos sociales que se expresan a través de conflictos socioambien-
tales (Swyngedouw, 2009).
Desde el Instituto de Ciencia y Tecnología del Ambiente (icta)
de la Universidad Autónoma de Barcelona, Rodríguez-Labajos y
Martínez-Alier (2015) han argumentado desde la justicia ambiental,
que los conflictos hídricos corresponden a conflictos de distribución
ecológica, provocados por el crecimiento del metabolismo social.
En numerosos estudios, la escuela del icta ha centrado su atención
en aquellos conflictos que surgen por la construcción de gran infraes-
tructura, como es el caso de las represas, la imposición de servicios de
agua potable centralizados y privatizados, y la extracción de recursos
(biomasa, minería y combustibles fósiles). Básicamente, los conflictos
ocurren a lo largo de la cadena de producción (extracción, trans-
porte, consumo y desperdicios) y en diferentes escalas geográficas,
afectando principalmente a comunidades locales, tanto en términos
ambientales como socio-económicos, pero escalando incluso hacia
relaciones entre países y estados.
Uno de los trabajos pioneros en ecología política del agua es el de
Karen Bakker. En su análisis, un punto central en los procesos globales
del agua es el fin del “paradigma del Estado hidráulico” (Bakker, 2003),
que hace referencia a cómo el Estado desarrolló, ­durante gran parte
del siglo xx, la lógica de entender al agua como un recurso estratégico
para la modernización, que le permitía al Estado contar con legitimidad
social, mientras cumplía un rol primordial en acumulación de capital.
En la lógica del “Estado hidráulico”, existía un “contrato hidrosocial”,
donde el agua era concebida como un bien público, y su manejo tenía un
enorme impacto en sanidad, cobertura social y protección medioam-
biental a través de la construcción de infraestructura de captación

24
Hidro-poderes globales-nacionales y resistencias locales

y abastecimiento. Los “fallos del Estado”, la falta de inversión pública,


y la falta de eficiencia fueron minando la idea de que el Estado debía
abastecer de agua a la sociedad como derecho primordial, de modo que
los discursos sobre el agua comenzaron a girar en torno a la crisis y la
“escasez hídrica”. El agua dejó de ser un servicio público y comenzó a
ser tratada como un negocio. Los usuarios fueron transformados en
consumidores, y el principal objetivo del manejo del agua se transformó
en maximizar su eficiencia económica más que la equidad social. De
esta forma se modificó el “contrato hidrosocial” entre los usuarios y sus
medioambientes, y en su reemplazo se instauró un sistema de precios
y derechos privados, donde se pagan unidades de agua, haciendo un
uso más eficiente del recurso.
Para Bakker (2003), el agua se ha mantenido en la frontera entre
el Estado y el mercado, esto debido a que es un recurso que fluye, y que
está fuertemente afectado por externalidades o efectos territoriales.
Además, si bien es un recurso cuya forma de almacenar es barata, su
transporte es caro. Al mismo tiempo, sus características biofísicas y
las prácticas de uso del agua por parte de los humanos, lo vuelven un
recurso difícil de commodificar. De esta forma, el agua es un commodity
“no cooperador”, que, dadas sus características, es difícil de privatizar,
y requiere de una importante inversión pública, sujeta a monopolios
naturales. Dada sus características biofísicas y sociales, es posible
identificar el h2o que circula por el ciclo hidrológico, y el “agua”, que
circula por el “ciclo hidrosocial”: una compleja red de cañerías, leyes,
instituciones, metros, estándares de calidad, consumidores, al igual
que lluvias, evapotranspiración y corrientes (Bakker, 2003, p. 49).
El agua es simultáneamente un flujo físico y una cosa medida —social
y discursivamente— que fluye y circula por relaciones sociales, y
por diversas escalas, que se caracteriza por su rol central en la salud
pública y por ser fuertemente afectada por externalidades negativas
(cuyo valor no puede ser fácilmente calculado).
Para Bakker (2007, 2012), el agua es en parte un recurso no susti-
tuible, esencial para la vida, y que cumple funciones estéticas, simbólicas,
espirituales y ecológicas, además de tener un carácter inevitablemente
público. En cuanto recurso se puede privatizar, pero no puede ser
totalmente commodificado, de manera que el Estado siempre está

25
Hugo Romero-Toledo & Astrid Ulloa

involucrado de alguna forma. El problema se agrava cuando el agua


no solamente puede ser privatizada, sino que también es convertida
en un recurso escaso, el cual comienza a alcanzar un alto precio o se
orienta a aquellas actividades donde puede obtener su mayor valor de
mercado. La literatura llama a este proceso la neoliberalización de la
naturaleza (Castree, 2005): a través de instituciones, leyes, normas y
reglas, se generan organizaciones que gobiernan el uso de recursos
y administran su explotación. Sin embargo, como señala Bakker (2012),
la neoliberalización de la naturaleza en el mundo no ha sido un proceso
unívoco, sino que, como evidencian algunos casos —como los de Ingla-
terra y Gales—, existe privatización sin que el recurso privatizado sea
necesariamente colapsado por las reglas del mercado. Mientras que, en
otros casos, como el de Chile, la creación de derechos de agua permitió
la privatización y la distribución a través de un mercado de agua, por lo
cual esta puede ser libremente tranzada, heredada o transferida, incluso
por sobre su disponibilidad material o sus usos históricos (Budds, 2004,
2009; Prieto y Bauer, 2012; Romero-Toledo, 2014).
La campaña internacional de anti-privatización del agua co-
múnmente se ha construido desde el argumento de que el agua es un
derecho humano. Los que están a favor de la privatización del agua
sostienen que, sin embargo, el abastecimiento del agua como derecho
humano no tiene por qué ser gratis, y que puede existir regulación para
su precio y calidad. Por tanto, para Bakker (2012) la privatización y el
derecho humano al agua no son irreconciliables para el mercado, ya
que básicamente están enraizadas en el individualismo económico y
político (Bakker, 2007). Para contrarrestar la neoliberalización del
agua, habría que pensar en “economías comunitarias del agua”.
Activistas a favor de una alter-globalización han introducido la idea del
agua como un “bien común”, conceptualización que se opone a conceptua-
lizar al agua como un commodity. Para Bakker (2012), los actores que ven al
agua como un recurso “común” han apuntado al manejo colectivo por co-
munidades, basándose principalmente en tres razones: 1) el abastecimiento
de agua es afectado por las fallas del mercado y del Estado, mientras que el
manejo comunitario se basa en la sabiduría sobre el agua; 2) el agua tiene
dimensiones culturales y espirituales que están cercanamente articuladas
a prácticas asociadas a determinados lugares, por lo cual, la provisión de

26
Hidro-poderes globales-nacionales y resistencias locales

agua no puede quedar en manos del Estado ni del mercado; y 3) el agua


es un recurso que fluye localmente, y su uso y conservación tienen un
impacto ­directo en la comunidad. Estos actores ven que la crisis hídrica ha
sido socialmente producida por una visión cortoplacista de crecimiento
económico, a través de compañías multinacionales, que transformaron
la abundancia en escasez.
Para otros autores, como Linton (2010), el agua no es una cosa,
sino que es un proceso. Desde esta perspectiva, el h2o no constituye
la realidad fundamental del agua, sino que es un significado fijado
de manera provisoria y contingente, a través de procesos del agua y
procesos sociales, producidos y representados a través del conocimiento
científico. Durante el siglo xx, en Occidente se generó un discurso
dominante o hegemónico sobre conocer, entender y relacionarse con
el agua: “el agua moderna”, construida a partir de una abstracción que
no tomaba en consideración el contexto ambiental, social y cultural.
El agua moderna era fácil de manejar, era universal, y estaba natu-
ralizada: representaba la emancipación humana a través del control
de la naturaleza (Kaika, 2006a). Su objetivo era uno solo: ayudar a
mejorar la salud y los estándares de calidad de vida de las personas.
Para ello, era central el desarrollo de la ingeniería y la infraestructura
que materializaran la realización hidrosocial en diferentes lugares y
momentos. De esta manera, ideas, significados, leyes, infraestructura de
concreto y técnicas de manejo han hecho que la hegemonía se naturalice.
El “agua moderna”, en cuanto abstracción, ha sido construida desde
la hidrología y la ingeniería hidráulica, las cuales, a través de procesos
matemáticos sobre el h2o, han naturalizando una forma de entender
el agua, desacoplándola de los conocimientos locales. En cuanto
recurso, el agua pudo ser separada del medioambiente, del territorio
y de las personas. Pudo ser deslocalizada, canalizada, acumulada,
embotellada y transportada en diferentes cantidades. Tal vez el caso
más patente del discurso del “agua moderna” fue la construcción de
grandes represas hidroeléctricas en todo el mundo. La identidad del
agua era la producción de energía, y la represa hidroeléctrica, en cuanto
proceso del agua y proceso social, realizaba un trabajo político que
fortalecía ciertas relaciones de poder haciendo casi imposible pensar
en otros usos o en otras relaciones.

27
Hugo Romero-Toledo & Astrid Ulloa

Sin embargo, diferentes contradicciones empezaron a desmantelar


la red que sostenía el discurso y la práctica del “agua moderna”. En la
actualidad, no podemos pensar el agua sin sus componentes ecológicos
(ecosistemas terrestres y acuáticos), culturales (los significados y relaciones
que existen entre los grupos humanos y el agua) y políticos (la distribución
de los beneficios económicos asociados a ciertas gobernanzas del agua).
En estos términos, nos encontramos en una dialéctica relacional del
agua: el agua no es una cosa sino un proceso de integración, el cual es
identificable por las propiedades emergentes del agua, pero que siempre
toma forma en la relación con las entidades a las cuales está integrada
(Linton, 2010). Es decir, el agua de una represa, por ejemplo, no sola-
mente es h2o, sino que también es las decisiones del Estado, el código
de agua, los protocolos de manejo de recursos hídricos, los usuarios
del río, las empresas de construcción y distribución, los consumidores,
los discursos políticos, las prácticas materiales, creencias, entre otros.
Todos estos elementos “fijan” el recurso, transcendiendo el lugar y el
tiempo del agua en sí misma. Hablar de la “naturaleza social del agua”
no significa que la sociedad haya producido al agua per se, sino que
en todas las instancias del agua que tienen significado para nosotros,
está saturada de ideas, significados, valores y potenciales que nosotros
le hemos conferido.
Sin embargo, el agua también puede ser entendida como un no
humano. Más allá del poder que ha tenido el capitalismo para producir
hidro-territorios o la cultura occidental para generar determinadas
prácticas materiales y discusivas, el agua en sí no puede ser totalmente
controlada por la sociedad. El agua transita por diferentes estados y
depende de numerosos elementos que actúan en conjunto para tomar la
forma y el volumen que requiere la sociedad. Aun cuando se canalizan
los ríos y se construye infraestructura, aun cuando se transforma en
litros por segundo y se le otorga propiedad y precio, el agua se escapa.
Esto es más evidente en las lluvias torrenciales, sequías prolongadas,
deshielos, evaporización, corrientes subterráneas, afloramientos e
inundaciones. El agua afecta y actúa sobre los deseos y diseños de
la sociedad, incluso llegando a modificarla. En cuanto actante fluye,
desarticula o conecta, y se relaciona con los humanos de diferentes
maneras. El agua tiene una “materialidad vibrante”, es una “cosa” que

28
Hidro-poderes globales-nacionales y resistencias locales

posee vitalidad y agencia, así como la capacidad de cambiar trayectorias.


Se trata de un poder material que puede ayudar o destruir, enriquecer
o deshabilitar, ennoblecer o degradarnos (Bennet, 2010). Es decir, en la
propia materialidad y naturaleza del agua —líquida, acumulable, gratis,
pesada, muy susceptible a externalidades, y desigualmente localizada
en el territorio—, reside la forma en la cual se articula la ecología
­política. Es precisamente su naturaleza y extrema necesidad para la
vida y la reproducción del ser humano, lo que configuró el poder social.
Es precisamente su composición, que nosotros identificamos como
“pura” o “contaminada” en función de si sirve para beber, para cultivar,
o para interactuar en otras formas no económicas, lo que permitió la
acumulación, sistemas de irrigación, ritualidades y la organización
del poder. Es justamente el agua “potable” una de las promesas de la
modernidad y del Estado del siglo xx. Es finalmente su capacidad de
ser dividida, por ejemplo, a través de la medida litros por segundo, lo
que determina la forma en la cual puede privatizarse, y su localización
y cantidad lo que orienta al mercado y crea “derechos” sobre una ma-
terialidad líquida que, como tempranamente lo vio Heráclito, fluye y
cambia constantemente.

Otras corrientes para el análisis del agua


Hasta acá se han expuestos las formas modernas, occidentales
y capitalistas que le dan cierta forma a la relación entre agua y
sociedad. Sin embargo, el agua se relaciona con sobrevivencias,
derechos, reconocimientos, autodeterminaciones y autogobierno,
que escapan a la comprensión hegemónica de lo que es el agua. La
defensa del río por parte de los emberá katío frente a la hidroeléc-
trica Urra i, fue un punto de partida para analizar los significados
y valoraciones culturales del agua, como eje articulador de una
cultura. En las culturas andinas, quechuas y aymaras se realizan
los “llamados de lluvia”, y durante el mes de octubre se celebran
festividades de lluvia, que deben ser entendidas en conjunto con
otras actividades como la limpia de canales y la confección de es-
tanques de riego, evidenciando una red de interacciones entre las
comunidades andinas, el agua en sus diferentes formas a través de
su ciclo y un mundo no humano y cosmológico (Boelens, 2013).

29
Hugo Romero-Toledo & Astrid Ulloa

Lo mismo ocurre con los mapuches en el sur de Chile, y su geografía


sagrada sobre cuerpos de agua como los trayenko y los menoko, y
con el ritual nguillatún cuya práctica, mantención y conservación
es central en los procesos actuales de articulación etno-política.
Pero la relación con el agua también está presente la tradición sincrética:
los santos Andrés, Lucas, Isidro Labrador, Santiago, Santa Bárbara, o
las Vírgenes del Carmen y de la Candelaria están estrechamente
­relacionados con el agua y el clima. El agua, para los pueblos en cuestión,
es vital para la supervivencia económica, social y cultural de sus comu-
nidades, es esencial en su configuración identitaria y tiene una signifi-
cación simbólica ligada a labores agro-ganaderas, y a la cosmovisión.
Así, la relación de estas comunidades con el agua es totalmente
­distinta a aquella relación mediada por la economía política capitalista.
Sin embargo, dichas comunidades, hoy enfrentan la radicalización
de procesos de desposesión, principalmente por la introducción de
normativas neoliberales para el manejo de recursos hídricos, la
transformación de territorios para la monoproducción en el con-
texto del extractivismo, y el acelerado crecimiento urbano. Es decir,
existe un conflicto entre metabolismos y ciclos hidrosociales, entre
la cultura dominante y las culturas locales.
En América Latina, la Red de Agua waterlat-gobacit, liderada
por José Esteban Castro, ha sido muy activa desde el 2009, conectando
a académicos, estudiantes de posgrado y activistas que trabajan temas
relacionados con conflictos hídricos en la región. Esta red tiene un im-
portante número de publicaciones en español y portugués, que abordan
temáticas cómo conflictos socioambientales, políticas públicas, de-
recho al agua y democracia en América Latina. Castro, et al. (2017),
han argumentado sobre la paradoja de la región donde, por un lado, se
ha registrado un avance en las condiciones materiales de la población
—principalmente mediante la expansión del acceso al consumo de
bienes y servicios, en un proceso de creciente democratización y
ciudadanía más activa, con ampliación de derechos para sectores
que habían sido históricamente excluidos y su fortalecimiento en
procesos políticos—, pero, por otro lado, este avance se ha basado
en el crecimiento mediante la presión extractivista sobre el medioam-
biente para financiar políticas sociales, que terminó por aumentar las

30
Hidro-poderes globales-nacionales y resistencias locales

injusticias y generando que los movimientos sociales se enfrentaran


a los gobiernos progresistas. Precisamente, estas tensiones entre
justicia social y justicia ambiental, hacen patente la continuidad de
procesos de intercambio ecológico desigual y la deuda ecológica
histórica y acumulada que tienen los países desarrollados con el
resto del mundo.
En Agua y democracia en América Latina, Juan Esteban
Castro (2016) ha sostenido que desde la década de 1970 es posible
identificar dos grandes tipos de luchas sociales por el agua: a) eco-
céntricas, centradas en la protección de ecosistemas acuáticos, y
b) antropocéntricas, orientadas a la defensa de los derechos de los seres
­humanos a un ambiente acuático limpio y el acceso a servicios de agua.
En América Latina, la construcción de grandes infraestructuras hí-
dricas ha causado el desplazamiento forzado de población indígena y
afrodescendiente, así como la expropiación autoritaria de derechos de
agua sin compensación y con daños irreversibles. Además de los daños
generados directamente por el extractivismo, que afectan la gobernanza
del recurso y la gobernabilidad de las sociedades, Castro menciona la
posibilidad de confrontaciones militares por el control de acuíferos,
como el caso de Acuífero Guaraní (Castro, 2016, p. 16).
El número de la Revista Europea de Estudios Latinoamericanos
y del Caribe, coordinado por Alex Latta y Anahí Gómez (2014), per-
tenecientes a waterlat-gobacit, también se concentra en el neo-
extractivismo y sus oleadas de inversión en los sectores minero,
hidroeléctrico e hidrocarburífero; en la expansión de plantaciones
de monocultivos agrícolas y agroforestales; y en la construcción de
nuevos puertos, carreteras e hidrovías, para canalizar los productos
primarios hacia los mercados de exportación, afectando las formas
tradicionales de subsistencia y las relaciones simbólicas y culturales
entre los pueblos y su entorno natural (Latta y Gómez, 2014, p. 51).
Otro dossier de waterlat, coordinado por Latta y Poma, en la revista
Agua y Territorio (2014), insiste en los impactos de los grandes pro-
yectos de infraestructura hídrica desarrollados por el poder político
y el poder económico en el marco del extractivismo neoliberal, y las
resistencias de las comunidades afectadas por dichos proyectos y su
lucha de justicia socioambiental (Latta y Poma, 2014, p. 10).

31
Hugo Romero-Toledo & Astrid Ulloa

Precisamente, los miembros de esta red han avanzado en distintos


análisis sobre el agua que abren la puerta a nuevas lecturas críticas sobre
la relación entre sociedad y naturaleza. Poma (2014) ha avanzado sobre
las experiencias de resistencia frente a grandes proyectos hídricos, el rol
de las emociones y simbolismos en la motivación de la acción política
de las comunidades locales, y los apegos al lugar desde donde surgen
nuevas prácticas y subjetividades. Los lugares son parte de la propia
vida, identidad, historia, cotidianidad de las comunidades; además, los
sentimientos de indignación, injusticia y victimización por vulneración
que estos proyectos generan, han sido importantes motivaciones para la
acción política. Estas experiencias constituyen laboratorios culturales y
procesos de aprendizaje, donde se producen redefiniciones de valores,
creencias e identidad, y el empoderamiento de nuevos sujetos políticos.
Otros, como Gómez (2009), han centrado su atención en la lucha
de las mujeres mazahuas en México, y la conformación del Ejército
Zapatista de Mujeres en Defensa del Agua, donde la politización de
identidades indígenas, el esencialismo estratégico, la articulación con
el zapatismo y la utilización del sentimiento materno, que busca el
bienestar físico, económico y social de las familias, fueron las vías que
lograron visibilizar su demanda por protección frente a la crecida del
caudal del río como consecuencia de una represa, la necesidad de contar
con agua potable, y la exigencia de planes de desarrollo sustentable.
El texto de Gómez muestra cómo la imagen de vulnerabilidad de la
mujer, en cuanto género, clase y etnia, se subvirtió para ser agente de
cambio, y significó un cambio de roles de género dentro de la comunidad.
Un segundo grupo muy activo en América Latina es la Red de
Justicia Hídrica, también fundada en 2009, y liderada por Rutgerd
Boelens, entre otros; esta analiza los países andinos, desde una pers-
pectiva que incorpora el pluralismo legal, la política cultural y la
ecología política. Este grupo también ha tenido una alta producti-
vidad en términos de publicaciones, destacando libros como Agua
y ecología política: el extractivismo en la agroexportación, la minería
y las hidroeléctricas en América Latina (2015); Justicia hídrica:
acumulación, conflicto y acción social (2011); Agua e inequidad. Discursos,
políticas y medios de vida en la región Andina (2013), entre otros; así
como la revista (In)Justicia Hídrica. Estos estudios ilustran diferentes

32
Hidro-poderes globales-nacionales y resistencias locales

casos donde el extractivismo y el crecimiento urbano presionan por


el acaparamiento de recursos hídricos por parte de diferentes actores,
conectados en diversas escalas, a través de procesos de acumulación,
desposesión y contaminación, explotando territorios hidrosociales
bajo la bandera del progreso y la modernidad.
Boelens, et al. (2012) señalan que los pueblos indígenas tienen
conexiones especiales entre fuentes de agua, personas, lugares, pro-
ducción e identidad, las cuales son cruciales y están profundamente
relacionadas con la forma particular que tienen de percibir, crear y
recrear el territorio. De esta manera, emergen conflictos entre culturas,
formas divergentes de economías, y estructuras socio-políticas que dis-
putan el derecho al agua. Los autores ilustran el caso del pueblo emberá
katío en Colombia, del pueblo oyachi en Ecuador, y las comunidades
tuti en Perú. En estos acasos, autoridades de agua, organizaciones de
irrigación, rituales, tradiciones, y normas de manejo del agua juegan
un rol preponderante en las dinámicas de las comunidades. Boelens
(2013) plantea la persistencia de “ciclos hidro-cosmológicos” que están
en la intersección entre relaciones humanas, no humanas y divinas,
donde interactúan culturas de agua, derechos y cosmovisiones, que
van más allá de lo “social” o lo “natural”. Duarte-Abadía y Boelens
(2016) avanzan en los “lenguajes de valoración” y regímenes de repre-
sentación sobre las fuentes de agua, que son localmente específicos, con
características históricas, éticas, económicas y culturales, construidos
de manera colectiva. Esto ha generado la existencia de materialidades
e imaginarios territoriales divergentes, que se enfrentan e interactúan
con imaginarios y lenguajes dominantes.
Paralelamente, en Colombia, Censat-Agua Viva ha generado una
serie de discusiones en torno al agua, centrándose en una propuesta de
justicia hídrica. Censat “concibe las aguas como elemento esencial para
la garantía de la vida en el planeta y la posibilidad de comunión entre los
seres humanos y demás entidades que nos acompañan” (Censat, 2013).
A partir de este planteamiento ha generado diversas publicaciones y
debates relacionados con los efectos extractivistas en el agua, la de-
fensa del agua como derecho y el posicionamiento de concepciones
y derechos culturales en relación con el agua. Asimismo, lideró la
compilación de textos en torno a justicia hídrica (Vélez et al., 2010),

33
Hugo Romero-Toledo & Astrid Ulloa

al igual que diversas publicaciones sobre el estado del agua en


Colombia, los despojos y resistencias (Urrea y Cárdenas, 2016; Urrea
y Camacho, 2007). Finalmente, Censat tiene una escuela de agua
(Martínez y Pinzón, 2014), la cual va recorriendo territorios con un
proceso metodológico participativo en la búsqueda de la formación en
torno al agua y las problemáticas actuales. En este proceso retoman
experiencias de los acueductos comunitarios.
Es en este contexto de radicalización del despojo que ha ocu-
rrido mediante el extractivismo y el quiebre del contrato hidrosocial
con el Estado inversor del siglo xx, y en el marco de reconoci-
mientos globales sobre los derechos de campesinos, mujeres, in-
dígenas, y del derecho humano al agua, así como a tener acceso
y control sobre bienes comunes por parte de comunidades, que
el “agua moderna” comienza a ser desestabilizada por prácticas
ecológico-culturales locales, que tienen la potencia de reconectar
o conectar de distinta forma las relaciones entre lo humano, lo no
humano y el agua. Es en aquellos lugares, como el norte minero
de Chile, en el desierto más árido del mundo, donde el agua es
vital y se subvierten las formas en las cuales el neoliberalismo ha
estructurado el recurso hídrico (Prieto, 2014, 2016), y comienzan a
emerger, desde contradicciones territoriales, procesos de irrigación
del desierto que revitalizan viejas prácticas ecológico-culturales y
proyectos etno-políticos (Romero-Toledo y Gutiérrez, 2016; Yáñez
y Molina, 2011). Los grandes proyectos de inversión van perdiendo
legitimidad social, en conjunto se avanza en entender la trama de
redes políticas y económicas, a diferentes escalas, que está detrás de
la construcción de infraestructura hídrica. Proyectos que eran deseables
hace unos años —como la instalación de represas h ­ idroeléctricas—,
hoy en día constituyen agresiones socioambientales que son con-
testadas por diferentes actores sociales, rechazando las formas en
las cuales los territorios son designados para realizar cierto tipo
de actividad (Romero-Toledo, 2014). Un “recurso” moderno se
transforma en un “bien común” altamente sensible para el futuro
de la sociedad, lo cual parece subvertir la gubernamentalidad que
nos traspasó a los ciudadanos el cuidado del agua. Cuidar el agua
hoy puede significar cuestionar la arquitectura que separó al agua

34
Hidro-poderes globales-nacionales y resistencias locales

de los usuarios, y centrar de nuevo la preocupación por conocer de


dónde viene y de quién es el agua que ocupamos, y a dónde y en qué
condiciones va el agua después de que la utilizamos.
El agua es entonces mucho más que h2o, es un proceso entre lo
humano y lo no humano, donde la sociedad produce y modifica sus
condiciones de existencia, y donde la economía política, la cultura y las
creencias son generadas y producen una relación íntima con el agua.
Pero también, el agua en sí es un proyecto, que fluye con su propia
lógica y agencia, independiente de la sociedad, transita por diferentes
estados, y en cada etapa de su ciclo hidrosocial enfrenta una serie de
interacciones y contradicciones. En estos diversos estados circula por
espacios, estructuras, clases sociales, etnias, géneros. Sale y entra de
corrientes, para finalmente seguir fluyendo hasta alcanzar el mar,
para comenzar una vez más.

Aguas desiguales: Chile y Colombia


En estos contextos se propone analizar dos miradas sobre el agua
en dinámicas nacionales diferentes: Colombia y Chile.
Colombia es un país de abundancia hídrica con cinco grandes áreas
hidrográficas (Magdalena-Cauca, Caribe, Pacífico, Orinoco y Amazonas),
6 nevados y 36 complejos de páramos. El agua es un bien público:
[…] el Estado tiene la potestad de administrarlo. En términos de
su uso, puede ser tanto público como privado, pero el Estado tiene el
control y la vigilancia sobre ambos tipos de empleos del agua. Según
la Constitución, nadie tiene aguas privadas, por ejemplo, cuando
alguien tiene cursos de aguas como quebradas, manantiales que se
sitúan en un predio privado, el propietario no es libre de hacer lo que
quiera con el bien natural, ya que el Estado es quien lo administra,
y debe respetar el uso y los derechos de aguas de otras personas.
(Martínez, 2016, p. 33)

Se presentan tanto sequias como lluvias extremas, ligadas no solo


a la variabilidad climática, sino también a procesos relacionados con las
dinámicas extractivistas (Martínez, 2016). Paralelamente, el aumento
de la población urbana ha generado diversas dinámicas en torno al
acceso a lugares, medios de vida y recursos vitales como el agua.

35
Hugo Romero-Toledo & Astrid Ulloa

Dichos procesos no son iguales para todos los habitantes y por


el contrario, cada vez son más diferenciados en contextos de mer-
cantilización, despojos cotidianos y privatización. De acuerdo con
Martínez (2016): “Es posible caracterizar esta privatización bajo dos
procesos: el de las fuentes y el de la gestión. Y la privatización de
las fuentes puede entenderse también en dos subcategorías: privati-
zación por apropiación y privatización por contaminación” (p. 19).
Estas privatizaciones generan conflictos, tanto con pobladores urbanos
como rurales, que demandan justicia espacial y ambiental.
En Colombia los paisajes hídricos, como parte de un ambiente
neoliberal, politizado y crecientemente privatizado, están articulados
tanto a nociones y valorizaciones del agua, como a políticas públicas e
infraestructura. También están entretejidos con los movimientos sociales
que emergen planteando estrategias alternativas de acceso, control y
uso del recurso hídrico, considerado como un derecho fundamental,
mediante el ejercicio de estrategias diversas, incluidas las de resistencia
cotidiana que involucran redes y actores diversos.
Simultáneamente se dan procesos de mercantilización del agua,
contestados por iniciativas de desmercantilización de la misma en
ejercicios de hidropoder -hidropolíticos-, en los cuales diversos
actores sociales con dinámicas históricas y en diferentes escalas
entran en contradicción, negociación o conflicto.
Las actuales discusiones en torno al agua están asociadas a su
control privado a través de hidroeléctricas y a la apropiación por
particulares de espacios de vida en los ríos y otros cuerpos de agua,
también en escenarios urbanos, mediante procedimientos relacio-
nados con cadenas de valorización de esta. Quienes confrontan estos
procesos cuyos planteamientos surgen de visiones del agua como
espacio de vida y bien común, con otras lógicas no mercantiles de
uso, control, acceso, toma de decisiones y ejercicio de derechos que
escapen a la valorización económica y se centren más en la noción
de lugar atravesado por el agua como espacio de vida. Las propuestas
se han articulado en el Referendo por el agua, que sintetizó y articuló
las demandas colectivas por la defensa del agua desde inicios del
siglo xx (Gómez, 2014) , y que se articuló en el 2009 en las siguientes
demandas: “i) el agua como un derecho fundamental; ii) la garantía

36
Hidro-poderes globales-nacionales y resistencias locales

de un mínimo vital gratuito subsidiado por el Estado; iii) la gestión


del agua únicamente en manos del Estado y las comunidades organi-
zadas; y, iv) la protección especial de los ecosistemas esenciales que
regulan el ciclo hidrológico” (Martínez, 2016, p. 38). R­ ecientemente,
las consultas populares demandan la defensa del agua y han logrado
posicionar políticamente la protección del territorio y de los modos
de vida; como ejemplos tenemos las consultas de Piedras (2013),
Cajamarca (2017), y Tauramena (2017), entre otras.
En Chile, durante la dictadura de Pinochet (1973-1989) se reali-
zaron profundas reformas que favorecieron grandes transformaciones
socioambientales a través de la privatización y concentración de re-
cursos, y de la privatización de la industria e infraestructura estatal.
Dentro de una serie de legislaciones que constituyeron una arquitectura
neoliberal completa, los derechos de agua quedaron protegidos como
propiedad privada por el artículo n.° 19 de la Constitución de 1980.
En 1981, se instauró el Código de Agua, donde se consagran los derechos
de agua como separados de la propiedad de la tierra, y susceptibles de
ser libremente comprados, vendidos, heredados o transferidos, como
cualquier tipo de derecho de propiedad. Esta normativa limitó la
acción del gobierno en el manejo del agua y creó incentivos para
la inversión privada, así como un mercado de agua que ha per-
mitido localizar y utilizar el recurso buscando su más alto valor de
mercado y eficiencia, a través de decisiones individuales. De esta
manera se entregaron derechos de agua de manera gratuita y a per-
petuidad a privados (en la actualidad se plantea una revisión cada
treinta años), los cuales pueden ser libremente transados, sin importar
los usos históricos y tradicionales, sin establecer usos prioritarios.
Los derechos de agua no pagan impuestos al Estado y, hasta 2005, los
dueños de derechos de agua no tenían la obligación de ocuparlos para
actividades productivas (Bauer 2009, 2002; Budds, 2009, 2004; Prieto y
Bauer, 2012; Romero-Toledo et al., 2009). En la actualidad se encuentra
en debate en el Senado las reformas al Código de Agua, para lo cual se
requieren mayorías parlamentarias que en el Chile neoliberal no existen.
En 1993, la Ley Indígena chilena reconoció que los pueblos indígenas
tienen propiedad sobre las aguas, tierra, recursos y territorios que han
ocupado ancestralmente. Esta normativa pone especial énfasis en los

37
Hugo Romero-Toledo & Astrid Ulloa

pueblos indígenas del norte de Chile, quienes habitan el desierto más


árido del mundo, y han sido afectados por la demanda hídrica de la gran
explotación minera del cobre, la expansión urbana y el crecimiento del
sector de servicios. En la zona central del país, el crecimiento urbano
acelerado, los cultivos de palta o aguacate, y la expansión forestal
con pinos y eucaliptos, han presionado enormemente a las comuni-
dades locales rurales. En el sur, los mapuches le disputan el agua a las
forestales, a las hidroeléctricas y a las pisciculturas, mientras que en
la Patagonia los habitantes locales han rechazado la instalación de
centrales hidroeléctricas, los efectos de las granjas salmoneras y
de la explotación minera.
Siendo contextos con procesos diferentes, hemos centrado nuestro
análisis en dinámicas relacionadas con extractivismos, hidroeléctricas,
luchas y demandas por el agua en las ciudades, las cuales resaltaremos
a continuación.

Ejes analíticos sobre el agua


Los debates en torno al agua dan cuenta de múltiples interac-
ciones globales y locales, entre diversos actores e intereses, al igual
que valoraciones sobre la misma que van desde relaciones espirituales
y de reciprocidad, hasta relaciones con procesos extractivistas cuyos
resultados son acaparamientos y despojos. De manera paralela, en
las ciudades los procesos de acceso generan desigualdades, al igual
que confrontaciones debido a demandas por derecho al agua y de-
rechos del agua. Por lo tanto, cada vez más emergen movimientos
sociales que demandan derechos al agua como bien común. A partir
de estas dinámicas, consideramos que hay tres ejes para los análisis,
los cuales se mirarán de manera comparativa entre Chile y Colombia:
extractivismos, gobernanza, acaparamientos y derechos; hidroeléc-
tricas, represas y control territorial; y ciudades, acceso, conflictos y
desigualdades socioambientales.

Extractivismos, gobernanza, acaparamientos y derechos


Los procesos extractivos se han enmarcado en las dinámicas
de la gobernanza como un mecanismo de participación para
­“administrar” los recursos, en este caso agua. Sin embargo, los procesos

38
Hidro-poderes globales-nacionales y resistencias locales

extractivos también implican acaparamientos y controles territo-


riales que afectan el acceso al agua como un derecho. Por lo tanto,
surgen movimientos sociales que confrontan dichos procesos. Este
eje pretende dar cuenta de las implicaciones de los extractivismos
en la escasez y despojo del agua.
En contextos del neoliberalismo en Chile y sus consecuentes
reestructuraciones políticas, institucionales, productivas y culturales,
Romero-Toledo, Castro y García, resaltan los procesos de reemer-
gencia indígena desde la década de 1980, principalmente en aquellas
regiones que estaban sufriendo los efectos de la transformación so-
cioambiental, y en el contexto de la reorganización social para poner
fin a la dictadura militar, cuando se firmaron acuerdos entre indí-
genas y Estado que se vienen implementando desde ese entonces.
Sin embargo, dichos acuerdos comenzaron a chocar con los procesos
etno-territoriales locales y la expansión extractivista minera, forestal,
hidroeléctrica y pesquera, y sus efectos sobre los recursos hídricos.
El Estado ha reaccionado a través de subsidios, transferencias y capaci-
taciones, y mediante la compra de tierras y aguas para las comunidades.
Las empresas han actuado, a través de políticas de responsabilidad
social y esquemas de negociación/conflicto. En estos contextos, se
analiza el caso de los aymaras, la existencia de conflictividad asociada
a la minería, donde la captura de agua y los residuos industriales son
un tema fundamental, pero que se ha manejado a través de acciones
legales, compra de derechos de agua por parte del Estado, acuerdos
entre las comunidades y las empresas, y la presencia constante de las
mineras como subsidiadoras de los poblados cordilleranos. En el caso
de los mapuches, los autores resaltan la existencia de un conflicto
abierto, que está asociado a la expansión de la actividad forestal sobre
tierras mapuches usurpadas, y otras tierras no reconocidas por el
Estado en el proceso de reducción indígena, y por el deterioro socio-
ecológico de los territorios que han quedado, literalmente, atrapados
entre las plantaciones de pino y eucalipto, presentando una limitada
disponibilidad de agua, y siendo especialmente sensibles frente a los
episodios de sequía.
En una perspectiva similar, Caro-Galvis analiza la extracción de
carbón en Colombia, su largo protagonismo en la economía nacional,

39
Hugo Romero-Toledo & Astrid Ulloa

y los efectos de su “comoditización” en la transformación del lugar que


ocupaba este mineral en el imaginario económico nacional, al punto de
construir no solo una sobrevaloración de las reservas en Colombia y su
aprovechamiento, sino también de adecuar política, jurídica, económica
y territorialmente al país para sostener durante 35 años una expoliación
“legalizada”, en detrimento de otros bienes comunes como el agua y
la cultura de poblaciones campesinas, indígenas y afrodescendientes.
Se trata de un modelo que produce geografías desiguales, en donde
algunas zonas del planeta son áreas destinadas a la explotación o “zonas
de sacrificio” que reciben todos los impactos sociales, ambientales y
territoriales que la extracción de materias primas produce de manera
intensiva. A su vez produce afectaciones culturales, dado que el agua
para las comunidades locales ha estado directamente relacionada con
la producción y por lo tanto con el alimento, de modo que su acceso y
distribución han sido regulados según arreglos comunitarios.
Como plantea Caro, “para las comunidades rurales el agua también
está vinculada simbólicamente con la recreación, con espacios de en-
cuentro comunitario y un lugar en el sentido de la reproducción de la
cultura campesina y sus prácticas”. La minería de carbón, tanto en la
Guajira como en otras zonas de Colombia, ha roto estos sentidos durante
sus años de “convivencia” con las comunidades, no solo por el acapara-
miento de fuentes de agua vinculado al despojo territorial, sino porque
las empresas comportan concepciones del agua que se contraponen a
los sentidos y significados que esta tiene para las comunidades étnicas
y campesinas. Esta superposición contradictoria de cosmovisiones,
cruzada por relaciones desiguales de poder, es una de las principales
causas de conflicto por este elemento en las zonas mineras.
Una salida a los conflictos socioambientales se ha pensado en
torno a la gobernanza del agua; sin embargo, Valderrama evidencia
cómo también hay tensiones y articulaciones alrededor de un recurso
de uso común. Por lo tanto, expone un punto de vista crítico sobre
la manera en que ha sido entendida e implementada la gobernanza
en la Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia; esto es, desde una
retórica multiculturalista de reconocimiento y desconocimiento
de derechos. Dicho punto de vista ha sido formulado a través de
situaciones concretas que han tenido lugar en el macizo, relativas a

40
Hidro-poderes globales-nacionales y resistencias locales

posibilidades —aún incipientes— de lograr espacios policéntricos de


relacionamiento alrededor de la gestión del agua. No obstante, la opor-
tunidad de lograr espacios de coordinación que busquen responder de
manera real e incluyente a las características específicas de una unidad
biogeográfica dada —como lo es la cuenca hidrográfica—, la elabo-
ración de planes de ordenación y manejo de cuencas, no está exenta
de los límites impuestos por las divisiones político-administrativas
y jurídico-ambientales del territorio, así como de las tensiones sobre
lo público, lo común y lo general.
Situaciones similares se viven en Chile. Torres y Rojas abordan
los procesos de cambio y degradación socioambiental asociados al
neoliberalismo hídrico en Chile, desde la noción de fractura metabólica
(metabolic rift) propuesta por Marx y reelaborada por el sociólogo
ambiental John Bellamy Foster, para indicar que, en la modernidad
capitalista, hay una creciente separación de los seres humanos de sus
ambientes naturales. Torres y Rojas aplican esta conceptualización
al mundo hídrico-social, analizando dicha fractura como la cre-
ciente separación y desposesión de personas, grupos y comunidades
humanas con respecto al acceso y control de sus recursos hídricos.
El capítulo argumenta que la formación y expansión geográfica de esta
fractura hidro-metabólica coincide con la actual hidro-modernidad
neoliberal y privatización del agua operada en Chile desde la dictadura
militar de Pinochet hasta el presente (1981-2018). Para ello se centra
en tres casos: el Complejo Forestal Nueva Aldea; el desarrollo de un
embalse para generación hidroeléctrica y riego en la cuenca del Itata
en el centro-sur de Chile; y los agro-negocios de cerdos y olivos en la
Región Metropolitana de Santiago.
Para el contexto colombiano, Sánchez desarrolla un análisis de
los conflictos socioambientales relacionados con la actividad minera
a gran escala y el agua, a partir de tres proyectos mineros asociados
a la explotación de diferentes tipos de minerales: carbón, ferroníquel
y oro; espacios geográficos diferenciados correspondientes a distintos
departamentos: La Guajira, Córdoba y Tolima; y a diferentes mo-
mentos del proceso de explotación: extracción en los dos primeros
casos y exploración en La Colosa. Sánchez plantea que pese a lo disí-
miles que puedan parecer los casos en cuestión, el marco conceptual

41
Hugo Romero-Toledo & Astrid Ulloa

y ­metodológico de la ecología política, a través del cual se realiza


el análisis, hace posible tanto el reconocimiento de las particulari-
dades de los conflictos socioambientales relacionados con cada uno
de los proyectos mineros, como una propuesta de análisis global de
los mismos, en relación con la actividad económica que los genera.

Hidroeléctricas, represas y control territorial


Otro de los ejes de disputas territoriales ha sido el control través
del hidropoder y la mercantilización del agua —fenómeno ligado a
otros procesos productivos y de rentas para los estados—, tornándola
en mercancía energética. Este eje temático articula tres textos que
muestran tanto los procesos históricos y políticos de la emergencia
de las hidroeléctricas, como los de lucha y resistencia a las mismas en
contextos de privatización del agua.
Para el contexto colombiano, Correa resalta la reconfiguración
territorial y apropiación del agua en torno a la represa de Chivor,
evidenciando la transformación hidrosocial de la región del Valle de
Tenza en el departamento de Boyacá, enmarcada en la planeación y
construcción de la represa, así como en la historia propia de la electrifi-
cación nacional. De esta manera, la autora resalta cómo con los procesos
relacionados con la consolidación de la hidroeléctrica se llevó a cabo
una conquista hidrosocial de la región, en la cual se transformaron
los flujos materiales y significados del agua, así como las relaciones y
prácticas locales con este elemento socionatural. Es necesario resaltar
de qué manera la construcción de represas se torna en un instrumento
simbólico de modernización, pero atravesado por los intereses y rela-
ciones de poder entre diversos actores y su influencia en la transfor-
mación hidrosocial a nivel local. Las hidroeléctricas implican procesos
materiales y simbólicos que conllevan a la transformación de flujos
hídricos, y relaciones de acceso y control sobre ellos.
Por otro lado, Torres esboza un análisis sobre la transformación
del agua en una mercancía en el municipio de Cabrera, Cundinamarca,
como consecuencia del creciente impulso de proyectos hidroeléctricos
debido al aumento de la demanda energética a nivel nacional. La pro-
blemática es abordada desde una perspectiva ambiental, considerando
los impactos sociales y territoriales de la posible implementación del

42
Hidro-poderes globales-nacionales y resistencias locales

Proyecto Hidroeléctrico El Paso sobre la cuenca media del río Su-


mapaz. Asimismo, se consideran las disputas, conflictos y resistencias
generados en el periodo 2008-2016 entre las comunidades campesinas
de Cabrera y la multinacional emgesa. Con este propósito, la autora
hace un análisis desde perspectivas teóricas como la ecología política,
que permitan comprender la manera en que las relaciones sociales y de
poder determinan las dinámicas de transformación de la naturaleza.
Particularmente esta problemática es entendida desde el concepto de ciclo
hidrosocial, a partir del cual el agua se comprende como un concepto
político en el que confluyen diversos intereses; en este caso, los de la
multinacional emgesa —que considera el agua como una mercancía
para generar energía—, y los de las comunidades campesinas locales
—para quienes es un elemento vital para la reproducción de la vida
social—. Igualmente, dicho capítulo indaga sobre cómo los paradigmas
del progreso, el desarrollo y el capitalismo verde han sido mecanismos
fundamentales para justificar este tipo de proyectos en territorios
rurales, generando procesos de descampesinización, urbanización y
ruptura del tejido social bajo preceptos supuestamente ecológicos y
ambientalmente amigables centrados en la implementación de nuevas
tecnologías, como por ejemplo la generación de energía hidroeléctrica
a filo de agua.
Algo similar ha ocurrido en Chile con los megaproyectos
­hidroeléctricos, como el de Ralco en la región Bío Bío. Sin embargo,
Höhl plantea que para el análisis de estos procesos es necesario dar
cuenta de la heterogeneidad inherente a las posiciones de los pueblos
indígenas, y de su expresión dentro de las diferentes escalas geo-
gráficas que implican estos proyectos. Desde esta noción, analiza
las dinámicas de conflicto en la construcción de la represa Ralco
en la zona precordillerana del sur de Chile, habitada por comu-
nidades pewenche. Dicho proyecto, no solo causó conflictos entre
las comunidades indígenas, el Estado y la empresa que ejecutaba
el proyecto, sino que también produjo claras divisiones dentro de
los grupos indígenas. En efecto, mientras que algunos pewenche
llegaron a acuerdos directamente con la empresa, otros se oponían
fervientemente a esta, buscando defender su patrimonio material y
cultural que se perdería a raíz de la inundación de las cuencas serranas.

43
Hugo Romero-Toledo & Astrid Ulloa

Por esta razón, los opositores tomaron distancia de quienes aceptaron


la permuta de tierras, renunciando desde su perspectiva a sus raíces y
territorios. En definitiva, el análisis ilustra cómo se define la diversidad
de posiciones dentro y entre los actores en las diferentes escalas, y cuán
complejas pueden ser las interacciones de las comunidades indígenas
al interior de los procesos y estructuras de gobernanza impulsados
por entidades públicas o privadas.

Ciudades, acceso, conflictos y


desigualdades socioambientales
En las ciudades están cada vez más presentes diversas demandas
de movimientos sociales: por el acceso al agua; en defensa de lugares en
los cuales hay hibridez entre el asfalto y esta; por el reconocimiento del
agua como un derecho, y también de los ríos como sujetos de derecho.
Asimismo están las demandas ciudadanas por la defensa de los hume-
dales ante su transformación, que se invisibiliza bajo las dinámicas de
crecimiento urbano. Estos procesos de transformación urbana responden
a formas específicas de pensar la ciudad y su relación con la naturaleza.
La consideración del agua como un servicio muchas veces oculta las
lógicas de apropiación y control que llevaron al encubrimiento del agua
como líquido vital.
López, analizando las luchas por el acceso a un mínimo vital de
agua en zonas de alto riesgo en Medellín, Colombia, plantea cómo
las formas concretas de dicho acceso son importantes, no solo en
cuanto sostén de la vida humana, sino en el plano político, puesto
que son una herramienta valiosa para el reconocimiento de la
ciudadanía. Partiendo de un estudio en dos barrios ubicados en las
periferias catalogadas como zonas de alto riesgo, esta investigación
revela cómo los habitantes de estos barrios —excluidos del servicio
formal— luchan por asegurar el acceso al agua, mientras que la em-
presa pública de la ciudad se consolida exitosamente como multilatina.
Aunque el acceso al agua ha sido, cada vez más, objeto de reformas
orientadas al mercado, a dicha compañía le ha resultado difícil con-
trolar y domesticar por completo este recurso esencial. La naturaleza
(el agua) desempeña un papel fundamental en las formas en que estos
habitantes reivindican lo que es “realmente” público y subvierten las

44
Hidro-poderes globales-nacionales y resistencias locales

visiones neoliberales de la compañía de agua. Al explorar la relación


existente entre redes de infraestructura, ciudadanía y acceso al agua,
el capítulo argumenta que las prácticas cotidianas ejercidas por los
habitantes que viven en zonas de alto riesgo se ven conformadas en
gran medida no sólo por el carácter espacial y biofísico del agua misma,
sino también por cómo el agua es diferenciada técnica y legalmente
por la empresa de agua.
Esto nos lleva a plantear las preguntas: ¿El agua tiene dueño?
¿Quiénes pueden acceder al agua potable y por qué? Estos son los in-
terrogantes que orientaron los análisis de Castelblanco, en el contexto
colombiano, a partir del caso de la vereda Buenos Aires Los Pinos, del
municipio de La Calera. Esta es una zona de gran importancia para
el municipio y la ciudad de Bogotá, por lo que confluyen distintos
actores con sus respectivos intereses: acueductos rurales; empresas
de servicios públicos; empresas privadas; y el proyecto Chingaza.
Castelblanco expone las conclusiones que arrojó esta indagación, las
cuales evidencian cómo el discurso mercantilizador ha llevado al
acaparamiento y la privatización de la gestión del agua, lo que genera
transformaciones en la vida cotidiana del campesinado, y cambios
tanto en su relación con el líquido, como en el paisaje.
De manera similar, Sánchez-Calderón analiza las desigualdades
socioecológicas relacionadas con la urbanización del río Tunjuelo,
localizado al sur de Bogotá, a mediados del siglo xx, un periodo de
expansión urbana que llevó tanto al aumento de la demanda de agua
potable en toda la capital colombiana, como al crecimiento de la
ciudad hasta las riberas mismas del río. Al hacerlo, se busca ilustrar
las contradicciones que la urbanización del Tunjuelo tuvo sobre sobre
la dinámica del curso de agua mismo y sobre los pobladores de sus
riberas, quienes eran los principales afectados tanto por recurrentes
inundaciones como por el mal estado físico-químico del río. Para ello se
analizan dos tipos de desigualdades. Por una parte, la relacionada con
la construcción y funcionamiento de varios embalses en la parte alta
del río, los cuales representaban un factor de riesgo para los habitantes
de Meissen, San Benito y Tunjuelito, barrios ribereños del Tunjuelo
en la parte baja. Por otra, la desigualdad en cuanto a la prestación del
acueducto y el alcantarillado en esos barrios. Para finales de los años

45
Hugo Romero-Toledo & Astrid Ulloa

sesenta, los habitantes de dichos asentamientos ya estaban conectados


al acueducto oficial de la ciudad, mientras que el río y sus afluentes
habían empeorado sus cualidades, siendo considerados una cloaca.
Esta situación material de un entorno deteriorado contribuyó a legi-
timar la imagen socio-espacial dominante de la ciudad, que oponía
el “sur pobre” con el “norte rico”.
Las dinámicas de las ciudades en desiertos implican otros procesos
de manejo y control del agua. Para Chile, Fragkou y Vásquez analizan la
creación de áreas verdes municipales como resultado de los procesos de
producción de espacios urbanos, desde el lente de la justicia ambiental
distributiva. Utilizando el concepto del metabolismo hídrico a partir
de la ecología política urbana, se estudia de qué manera se manipulan
socialmente los flujos hídricos urbanos para beneficiar a determinados
sectores y estratos sociales de la ciudad mediante la creación de estos
espacios verdes. El caso de estudio es la ciudad desértica de Antofagasta
en Chile, capital de la homónima región minera, y sede de la mayor
planta desalinizadora de América Latina para consumo humano.
El análisis de Fragkou y Vázquez evalúa la creación y distribución
socio-espacial de las áreas verdes municipales de la ciudad en un
periodo de treinta años, teniendo como hito la construcción de la
planta en el 2003. Los resultados no solo indican un acceso social
diferencial a las áreas verdes municipales, con los estratos más bajos
siendo desfavorecidos. La inclusión de las especies vegetales de estas
áreas en el análisis revela, por un lado, que el consumo hídrico mu-
nicipal para la mantención de estas también está influenciado por la
clase social que las disfruta, mientras se demuestra, por el otro lado,
que la distribución equitativa de las áreas verdes urbanas no es garante
de condiciones ambientales iguales entre los ciudadanos.
En contextos urbanos bogotanos el problema no es la escasez del
agua, sino los procesos asociados a la expansión urbana que amenaza
importantes ecosistemas vitales para la estructura ecológica de la ciudad,
como son los humedales. Peñuela y Vargas centran su análisis en uno
de los márgenes menos intervenidos hasta hace pocos años (zona alta) de
uno de los humedales más extensos de Bogotá, el humedal Jaboque.
Este ha permanecido inmerso en un contexto de expansión urbana
asociada a procesos de segregación (informalidad) y elitización de la

46
Hidro-poderes globales-nacionales y resistencias locales

naturaleza (formalidad), los cuales continúan ejerciendo mayor presión en


un área específica del humedal: el tercio medio, en su costado occidental.
Los autores desarrollan varias dimensiones de análisis que resultan
fundamentales para entender el surgimiento de las socionaturalezas que
hoy configuran la zona media del humedal. Para ello, hacen un acerca-
miento a los cambios geomorfológicos, históricos y culturales asociados
a los patrones de crecimiento de Bogotá, haciendo énfasis en el humedal
Jaboque, con lo cual se hace evidente la transformación de un modelo de
naturaleza orgánica a uno capitalista dinamizado por la urbanización.
Asimismo, estos autores analizan las configuraciones socionaturales
construidas en torno al humedal desde el barrio Unir ii y el sector Hugo
Chávez, enmarcadas en una lógica de segregación e ilegalidad. Además,
se develan algunos elementos clave para entender una socionaturaleza
idealizada por las dinámicas inmobiliarias de legalidad y elitización
de la naturaleza. A partir de este escenario se busca orientar futuras
discusiones hacia un ordenamiento territorial y ambiental.
Finalmente, Veloza analiza el proceso que se ha desencadenado
en torno al humedal Moyano, ecosistema ubicado entre los municipios
de Madrid y Facatativá, Cundinamarca. Dada la creciente lógica de
urbanización e implementación de proyectos de desarrollo en estos
municipios y en general en la Sabana de Bogotá, ecosistemas como
los humedales se han visto afectados por el interés de convertir sus
terrenos en áreas cultivables o lugares desecados donde se pueda
construir algún tipo de infraestructura. Así, se busca analizar cómo
se configura un conflicto socioambiental en torno al uso del agua y
el suelo, en donde interactúan actores económicos, de defensa terri-
torial y entidades estatales con distintos intereses. La autora parte de
la noción de “paisaje hídrico urbano-rural” para analizar, a través
de este caso, desde la perspectiva teórica de la ecología política, los
cambios en los ecosistemas hídricos de la Sabana de Bogotá. Una de
sus principales conclusiones es que la prevalencia de la concepción
de la naturaleza como recurso y el establecimiento de una relación
funcional con esta son principios claves para la configuración de un
conflicto socioambiental; en el caso específico del agua, se configura
una mirada particular sobre estos principios por tratarse de un bien
fundamental y necesario para todos los seres vivos.

47
Hugo Romero-Toledo & Astrid Ulloa

Los capítulos de este libro buscan abrir debates en torno a nuevas


temáticas sobre conflictos socioambientales y luchas por el agua en
territorios indígenas, campesinos y urbanos. Asimismo, los casos
presentados nos hablan de resistencias y demandas de derechos, bús-
queda de reconocimientos; de concepciones, significados y relaciones
con el agua que responden a procesos históricos y culturales. De igual
manera, en varios de los textos se posiciona el agua como un actor
político. Estas investigaciones permiten un diálogo entre experiencias
diversas de Chile y Colombia, y ayudan a consolidar los análisis
comparativos desde perspectivas no solo de la ecología política, sino
desde la historia ambiental, la antropología y la geografía en torno a
los procesos hidrosociales.

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53
La relación entre la Política del agua y los procesos que estructuran
a las sociedades humanas a nivel planetario se encuentra marcada
por múltiples tensiones y contradicciones, que se expresan en
la profundización del deterioro de la calidad y cantidad del agua
disponible para la vida, en grados crecientes de desigualdad
e injusticia en el acceso al agua, y en la multiplicación y
agravamiento de conflictos por esta, que revisten altos niveles de
complejidad debido a su carácter multidimensional, no reductible a
consideraciones técnicas y económico-mercantiles. ISBN 978-958-783-565-6

En este contexto altamente conflictivo, los casos de Colombia y


Chile revisten una importancia fundamental. Ambos países son
9 789587 835656
territorios privilegiados en la mira de la expansión extractivista
que caracteriza a la región latinoamericana. Colombia,
particularmente a partir de los acuerdos de paz firmados en
2017, se ha constituido en una de las fronteras más codiciadas
para dicha expansión, una de cuyas consecuencias más notables
ha sido el rápido crecimiento de la violencia y el asesinato
sistemático de las poblaciones que resisten el avance de la
expropiación y la expoliación extractivista. Chile, por su parte,
continúa siendo un ejemplo paradigmático de implementación del
ideal neoliberal de política del agua, prácticamente inigualado a
nivel global, debido al carácter extremo que asume la privatización
de las fuentes de agua en el país.

Este libro, compuesto por catorce capítulos de distintos especialistas,


constituye una excelente contribución a un debate urgente que debe
ser ampliado y profundizado, dadas las consecuencias de estos
procesos para el futuro de las sociedades latinoamericanas y, por
extensión, para el futuro de las sociedades humanas. La compilación
nos presenta una riqueza de ejemplos empíricos procedentes de los
medios urbanos y rurales de Chile y Colombia, que fundamentan
los argumentos ecológico-políticos desplegados por los autores
y confirman la gravedad de los desafíos que enfrentan las
comunidades ubicadas en los territorios de frontera del avance
extractivista. Su lectura resultará de gran provecho para un amplio
público interesado y comprometido con el estudio y el debate sobre
la política del agua y sus consecuencias para el futuro de nuestras
sociedades y de la vida misma.

José Esteban Castro


Coordinador de la Red waterlat-gobacit

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