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Didaxé twn dwdeka apostólwn

VII. 1 En lo que se refiere al bautismo, bauticen de este modo: Dichas con anterioridad todas estas
cosas, bauticen en el nombre del Padre y del Hijo y el Espíritu Santo, en agua viva.
2 Si no tienes agua viva, bautiza con otra agua. Si no puedes con agua fría, hazlo con caliente.
3 Si no tienes ni una ni otra, derrama agua tres veces sobre la cabeza, en el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo.
4 Antes del bautismo, el bautizado y el que bautiza deben ayunar previamente, y todos los que
puedan. Pero al bautizando le ordenarás que ayune uno o dos días antes.

San Justino
Primera apología
61. 1. Vamos a explicar ahora de qué modo, después de renovados por Cristo, nos hemos consagrado
a Dios, no sea que, omitiendo este punto, demos la impresión de presentar una exposición en parte
defectuosa. 2. Cuantos se convencen y tienen fe de que son verdaderas estas cosas que nosotros
enseñamos y decimos, y prometen poder vivir conforme a ellas, se les instruye ante todo para que oren
y pidan, con ayunos, perdón a Dios de sus pecados, anteriormente cometidos, y nosotros oramos y
ayunamos juntamente con ellos. 3. Luego los conducimos a sitio donde hay agua, y por el mismo modo
de regeneración con que nosotros fuimos también regenerados, son regenerados ellos, pues en el
nombre de Dios, Padre y Soberano del universo, y de nuestro Salvador Jesucristo y del Espíritu Santo
(cf. Mt 28,19), toman entonces un baño en esa agua.
4. Porque Cristo dijo: "Si no son regenerados, no entrarán en el reino de los cielos" (cf. Jn 3,3. 5; Mt
18,3). 5. Ahora bien, evidente es para todos que no es posible, una vez nacidos, volver a entrar en el
seno de nuestras madres (cf. Jn 3,4). 6. También el profeta Isaías, como anteriormente lo citamos (cf.
I,44,3), dijo la manera como habían de ser liberados de sus pecados aquellos que antes pecaron y ahora
hacen penitencia. 7. He aquí sus palabras: "Lávense, purifíquense, quiten la maldad de sus almas.
Aprendan a obrar el bien, obren rectamente con el huérfano, hagan justicia a la viuda, y entonces vengan
y conversemos, dice el Señor. Aún cuando sus pecados fueren como la púrpura, como lana los dejaré
blancos; aún cuando fueren como escarlata, como nieve los blanquearé (Is 1,16-18). 8. Y si quieren y
me escuchan, comerán los bienes de la tierra; pero si no me escuchan, la espada los devorará, porque
la boca del Señor lo ha dicho" (Is 1,20). 9. La razón que para esto aprendimos de los apóstoles es ésta:
10. Puesto que de nuestro primer nacimiento no tuvimos conciencia, engendrados que fuimos por
necesidad de un germen húmedo por la mutua unión de nuestros padres, y nos criamos en costumbres
malas y en conducta perversa; ahora, para que no sigamos siendo hijos de la necesidad y de la
ignorancia, sino de la libertad y del conocimiento, para obtener el perdón de nuestros anteriores
pecados, se pronuncia en el agua sobre el que ha elegido regenerarse, y se arrepiente de sus pecados, el
nombre de Dios, Padre y Soberano del universo, y este solo nombre se invoca por aquellos que
conducen al baño a quien ha de ser lavado. 11. Porque nadie es capaz de poner nombre al Dios inefable;
y si alguno se atreviera a decir que ese nombre existe, sufriría la más incurable locura. 12. Este baño se
llama iluminación (cf. 2 Co 4,4-6), para dar a entender que son iluminados los que aprenden estas cosas.
13. El que es iluminado es lavado también en el nombre de Jesucristo, que fue crucificado bajo Poncio
Pilato, y en el nombre del Espíritu Santo (cf. Mt 28,19; Hch 1,5; 11,16), que por los profetas nos anunció
de antemano todo lo referente a Jesús.

65. 1. Por nuestra parte, nosotros, después de haber conducido al baño al que ha abrazado la fe y se ha
adherido a nuestra (doctrina), le llevamos a los que se llaman hermanos, allí donde están reunidos;
elevamos fervorosamente oraciones en común por nosotros mismos, por el que acaba de ser iluminado
y por todos los otros esparcidos por todo el mundo, suplicando se nos conceda, ya que hemos conocido
la verdad, ser hallados por nuestras obras, personas de buena conducta y observantes de los
mandamientos, para así alcanzar la salvación eterna. 2. Terminadas las oraciones, nos saludamos
mutuamente con un beso. 3. Luego, al que preside (cf. 1 Tm 5,17) la asamblea de los hermanos, se le
ofrece pan y un vaso de agua y vino templado, y tomándolos él tributa alabanzas y gloria al Padre del
universo por el nombre de su Hijo y por del Espíritu Santo, y pronuncia una larga acción de gracias,
por habernos concedido esos dones que de Él nos vienen. Cuando ha terminado las oraciones y la acción
de gracias, todo el pueblo presente aclama diciendo: "Amén" (cf. 1 Co 14,16). 4. "Amén", en hebreo,
quiere decir "así sea". 5. Una vez que el presidente ha terminado la acción de gracias y todo el pueblo
ha manifestado su acuerdo, los que entre nosotros se llaman "diáconos", dan a cada uno de los asistentes
parte del pan y del vino mezclado con agua sobre los que se dijo la acción de gracias, y lo llevan a los
ausentes.

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