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La 

idea de última hora, por otra parte, se vincula a lo que acaba


de ocurrir o de conocerse o a lo que se hace a las apuradas
antes de que sea tarde: “Una información de última hora indica
que el gobierno estadounidense planea bombardear Siria antes
del fin de semana”, “Estamos con los arreglos de última hora
antes de la fiesta”.

Cuando la noción se utiliza en plural, por último, suele hacer


referencia a un horario incómodo o que no es habitual: “¿Te
parece que estas son horas para salir de casa?”, “¿Y a estas
horas pretendes que te prepare la comida?”, “No son horas para
estar escuchando música a todo volumen”.

De la misma manera, no podemos pasar por alto la existencia de


una larga lista de obras culturales que tienen en sus títulos la
palabra que ahora nos ocupa. Este sería el caso, por ejemplo, de
la novela “Las horas”, publicada en 1999 por Michael
Cunningham y que obtuvo el Premio Pulitzer.

Cuenta la historia de varias mujeres, de diferentes épocas y


rincones del mundo, que se encuentran ‘afectadas’ o
influenciadas por una novela de la escritora Virginia Woolf,
concretamente por la titulada “La señora Dalloway” (1923).

Esas tres féminas son la propia Woolf; la señora Brown que es la


esposa de un veterano de la Segunda Guerra Mundial y que está
organizándole a este una fiesta de cumpleaños, y Clarissa
Vaughn. Esta es una lesbiana del siglo XXI que le está
preparando a su amigo, que está muriéndose de SIDA, una
celebración por un premio que ha recibido.

“La hora de despertarnos juntos” (2016) de Kirmen Uribe, “La


hora de la araña” (1992) de James Patterson, “La hora de la
verdad” (2013) de Glenn Cooper o “La hora de las brujas” (1990)
de Anne Rice son otras de las novelas que llevan en su título el
término que nos ocupa.

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