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MÓRULA

El concepto se emplea en el terreno de la biología para aludir a la etapa del


desarrollo de un embrión que sigue a la segmentación del cigoto y que
antecede a la blástula. El término está vinculado a la apariencia del conjunto de
células, similar a la de una mora.

La mórula es una etapa del desarrollo de un embrión.

Origen de la mórula

Es importante recordar que, en la reproducción sexual de un organismo,


el cigoto o huevo surge a partir de la unión del gameto femenino (el óvulo) y el
gameto masculino (el espermatozoide). Esta unión lleva a la fusión de los
núcleos, haciendo que el cigoto cuente con dos juegos completos de
cromosomas, cada uno correspondiente a un gameto.

A medida que avanza el desarrollo, el cigoto atraviesa


una segmentación que implica varias divisiones celulares. La primera fase de
este proceso hace que las células resultantes de la división, conocidas
como blastómeros, formen la mórula.

Sus características

Por lo tanto, puede decirse que la mórula es una masa de células que se


genera a partir de la segmentación del cigoto. La mórula se produce entre dos
y cuatro días después del comienzo de la segmentación celular y suele
constituirse con la unión de entre doce y dieciséis células.

En la mórula, la totalidad de las células en replicación presentan el mismo


tamaño e idéntica forma. En este estadio todavía no existe una distinción de
los órganos.
Una vez constituida la mórula, el desarrollo embrionario continúa hasta la

formación de la blástula, que ya tiene más de sesenta y cuatro células.


Luego el embrión alcanza el estadio de gástrula y más adelante, el de néurula.

La tercera semana del embarazo

Veamos este concepto desde el punto de vista de un embarazo, de la


formación de un bebé en el vientre de su madre. Debemos recordar que
durante la tercera semana, la madre aún no tiene sensaciones relacionadas
con el desarrollo de su hijo, aunque el proceso ya se encuentre en marcha sin
descanso. La mencionada división celular tiene lugar en el óvulo,
aproximadamente treinta horas después de su fecundación, comenzando por
dos partes, siguiendo por cuatro, ocho, y así sucesivamente, mientras se
mueve a través de la trompa de Falopio en su viaje hacia el útero.

Tras las segmentación del cigoto, los blastómeros forman la mórula.

Y es allí, en el útero, donde este conjunto de células se aprecia como una


bola de escaso tamaño que los científicos llaman «mórula». Más adelante, ésta
se vuelve hueca y su interior recibe una cierta cantidad de líquido. En esta
instancia, dejamos de hablar de «mórula» para pasar a «blastocito». Cuando
llega el final de la tercera semana, el blastocito se pega a la pared del útero, la
que se conoce por el nombre de «endometrio», en un proceso que se llama
«implantación». Se trata de una conexión fundamental, porque de allí surgen
los nutrientes que necesita el embrión para desarrollarse y también cumple la
función de eliminar los deshechos.
Es importante señalar que la mórula no siempre consigue anidar en la
cavidad del útero, sino que su camino puede verse interrumpido por diferentes
obstáculos. Tal es el caso de las trompas maternas, las malformaciones en el
propio útero o incluso la acción contraproducente de las hormonas sexuales,

que pueden llegar a interrumpir la gestación. Son muchos los embarazos que
fracasan en esta fase; una de las causas comunes es la
incorrecta implantación del embrión, que puede darse fuera del útero.

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